Mi inicio como fetichista (4)
Soy fetichista de pies y lo comparto.
INICIO IV
Según fueron pasando los años, después de mis experiencias con la pareja y luego con mi tía, no volví a tener más contacto con otras personas que me permitieran disfrutar de sus pies. Pero sí seguía mirando los pies de mujeres, excitándome al verlos descalzos o con sandalias. Aunque hasta cumplir los 22 años no eran una fijación en mí, sino solo algo deseable de ver. Pero digo hasta los 22 años porque en esa edad tenía una novia, (quien ahora es mi esposa) y al conocerla una de las cosas que me gustó de ella fue ver sus pies con unos zapatos clásicos amarillos, de punta estrecha, con unos tacos no muy altos, pero que estilizaban la forma de sus piernas y pies.
No eran muy descotados pero sólo cubrían los dedos de los pies dejando al descubierto todo el empeine hasta el nacimiento de los dedos, pudiéndose ver el incipiente sobrehueso que me gustaba ver (juanete) y como un valle en la unión del dedo gordo con el que está a su lado. Y en una ocasión que cometí una insignificante equivocación, al pedirle disculpas, como estábamos en un jueguito de "te perdono, no te perdono", como si fuera un juego, le pedí que como muestra de mi solicitud de perdón, me permitiera besar sus pies. En principio dijo que no, pero por la sonrisa que acompañaba a la negativa, se notaba que era algo que la halagaba.
Ante mi insistencia, accedió. Arrodillándome ante ella, acerqué mis labios a sus pies y deposité en ellos sendos besos. En el acto se me produjo una fuerte erección, ante lo que no me animé a ponerme de pie pues se notaría. Demoré lo más que pude mi incorporación, y cuando creí que pasaría desapercibida, me levanté. A ella no se le pasó por alto el bulto que pujaba dentro de mi pantalón, y adhiriendo su cuerpo al mío me dijo "te perdono" pero en realidad quería sentir mi pija erguida contra su cuerpo por lo que se abría las piernas, abrazándome parada, para sentir la dureza contra su papo. Después de un par de años de noviazgo, nos casamos y durante ese tiempo en nuestras relaciones sexuales se notaba mi preferencia sobre sus pies, porque cuando yo la cogía, le hacía recoger las piernas y entonces tomaba en mi mano un pie de ella en el momento en que estaba por volcar. Pero siempre expresaba mi pasión acariciando cualquier parte de su cuerpo. Después de tres años de casados recién empecé a sentir demasiada excitación con sus pies y a pedirle que incorporara sus caricias a ellos.
Ella no sentía nada especial por mis pies, y a pesar de que en muchas ocasiones le expresé que yo los tenía muy sensibles y que me provocaban mucho placer cuando los tocaban no les concedía importancia dentro de la sexualidad. No obstante sabiendo que para ella los pies no significaban nada, comencé a incorporar de a poco, en un juego de sexualidad, a los pies como elemento erógeno muy importante para mí. Y a besar y lamer sus pies cada vez que teníamos relaciones sexuales. Comencé a sentir el deseo de ser dominado por ella, y en la relación a veces era muy activo, centrando toda mi actividad en otorgar placer a su cuerpo, pero en algunas ocasiones, era casi pasivo, entregándome a lo ella quisiera hacer. Esta forma dual de comportarme, como activo varonil y como persona no tan activa, sino mas bien de sometido, fue acentuándose hasta llegar el momento en que le solicité que me atara y me dominara y luego que ella aceptara y que estuviera ya incorporado en nuestra relación ese juego, logré que ella ejerciera el papel de Ama, dominándome y aplicándome castigos, siendo sus pies quienes ejercían el papel principal de mi sometimiento.
Ella con el paso del tiempo había decaído en su interés por el sexo, teniendo relaciones conmigo solamente ante mis requerimientos. Y entonces, participaba en mis juegos para que yo no tuviera que exigirle relaciones sexuales. Y de ésta manera llego a mi relación con el fetichismo de pies. Ahora cuando veo pies de mujeres descalzos, con medias transparentes, o con sandalias, me excito tremendamente. Y hasta mis propios pies son motivo de excitación, pues ahora me los depilo para no tener vello, y a veces si ella no me pinta las uñas con esmalte, lo hago yo. Cuando ella me masturba, semanalmente, me coloca sus sandalias o sus medias, o sino, me coloca los pies frente a mi cara para que yo los bese o les pase la lengua. Y al estar al tanto de mis preferencias, en ocasiones me da sus sandalias para que las huela o las bese.
Muchas veces de noche deja que me ate las manos y los pies con unas correas especiales autoajustables, y éstas a los costados de la cama, de esa manera no puedo tocarla y la dejo dormir, mientras que yo así atado y desnudo me tengo que limitar a ver y oler sus pies mientras ella duerme, sin poder tocarla, lo que hace que duerma de a tramos durante la noche y pase así lo que más me gusta: lograr estar el máximo tiempo posible excitado, sin volcar, deseando y excitándome con sus pies o simplemente oliendo y besando sus sandalias, así a la mañana cuando me despierto con toda la punta de mi pija mojada por la emisión de líquido, ella unta el dedo y me lo mete a mi boca, haciéndome tragar el jugo dulzón de mi propia calentura. Y así soy feliz, amando pies y con masturbaciones para descomprimir un poco mis calenturas. Sólo que hay dos cosas que sólo ingresan en mi relación con mi esposa como fantasía y no se llevan a cabo: Una es que desearía tener una pija en mi boca, y succionarla toda y otra que ella se satisfaga sexualmente con otro hombre o una mujer en mi presencia. Ella reconoce que esa idea la excita pero no quiere saber nada con concretarla.
Por esa razón estoy en la búsqueda de una pareja, que me permita observar como se aman. Para ello estoy dispuesto a someterme estando atado, de tal manera que no pueda participar activamente nada más que en aquello que me autoricen. Succionando cualquier parte de sus cuerpos que deseen, especialmente los pies de la mujer y practicándoles sexo oral ya sea en forma individual o conjunta. Sometiéndome como esclavo para la mujer severa que esté dispuesta a tenerme no sólo para su disfrute sino también para darle satisfacción a su pareja. Mi lugar es Córdoba, Argentina, y si alguien lee mi historia de fetichista y desea compadecerse de mí, sepa que mi relato no sólo no es ciencia ficción, sino que es mi realidad. Quizás alguien se decida a escribir a
besapies21@yahoo.com.ar
y me haga una propuesta. Sea cual sea ésta, prometo contestarla.-