Mi iniciación sexual - capítulo 5°

Inicie tratamiento hormonal y continue con sesiones de sexo rico.

Mi iniciación sexual – capítulo 5°

A los 18 años estaba decidido a convertirme en mujer por lo que inicie un tratamiento hormonal feminizante que redistribuyo mi grasa corporal, redujo el crecimiento de bellos y suavizo mi piel.

Como siempre tuve aspecto y actitudes femeninas esto mejoro todo en mi vida.

Esta decisión me llevo a buscar amistad con chicos trans que me guiaran en el proceso de renacimiento, encontré un chico trans gentil llamado Antonella que llevaba tiempo transformando su cuerpo con tratamientos y medicación. Al momento de conocerlo tenía una figura impactante, lucia como una mujer alta con pechos grandes, lindas curvas y piernas bien torneadas, aunque para mi sorpresa y felicidad tenía un gran secreto.

Pasábamos días enteros juntos en un grupo de amigos trans que lo frecuentaban. Cada noche salían a trabajar a la calle y todas sus vivencias eran un motor para mis fantasías y anhelos.

Su vestuario era muy sexy pero me impacto lo bien que ocultaba su masculinidad en prendas tan cortas y ajustadas. Antonella poseía un miembro largo y de grosor mediano con unos huevos grandes. En el tiempo que pasaba con ellos, yo usaba solo ropas de mujer cómodas de entrecasa.

Tanto nos acercamos que empecé a notar como me excitaba verlo prepararse para su larga noche de trabajo y sobre todo al ver su lindo falo que todavía reaccionaba a los estímulos que le insinuaban a su dueño.

Un día me atreví a pedirle que me dejara tocárselo, primero con mis manos y luego con mi boca lo acaricie larga rato, cuando logre endurecerlo, le pregunte si me permitía avanzar a lo que contesto espera que me coloque un preservativo y es todo tuyo, fue hermoso volver a tener una pija entre mis labios para mamarla, al hacerlo parecía un desesperado sexual por la forma que ataque su pija y huevos.

Mi pene tenía el tamaño de siempre y al lado del de Anto parecía un juguete. Mi descontrol me hacía rogar que alguien alivie mi deseo sexual.

Cuando se sintió bien excitado me pidió la cola, me apresure a dejarla a su disposición empinándola al borde de la cama al tiempo que hundía mi cabeza en el colchón, me tomo de la cadera con una mano y con la otra lubrico su gigantón y mi ano, sentí primero su cabeza y luego cada cm de su rico falo que invadía mi culo. Cada feroz bombeada me acercaba al orgasmo. Luego de unos largos minutos mi cola tuvo su regalo al hacerlo acabar.

Luego de calmados los ánimos nos higienizamos y me sorprendió diciéndome que estaba listo para volver a cogerme. Sin dudarlo lo acosté en la cama me monte en esa larga pija cabalgando sin parar. Antonella era un fuego y mi cola quería satisfacerlo, esta vez acabamos juntos, y mi ano estuvo palpitando bastante tiempo.

Cuando pensé que pediría un descanso luego de 2 buenos polvos su falo volvió a estar durísimo con toda mi artillería apague a esa brasa ardiente. Me acosté en la cama y levantó mis piernas hasta sus hombros y sin ninguna contemplación de un solo envión me ensarto todo hasta chocar sus huevos en mis blancas y redondas nalgas.

El descubrió cuanto me gustaba ser pasivo y tanto que deseaba el sexo. Aunque yo hubiera querido ser penetrado todos los días, por su trabajo nocturno era imposible, así que tuve que contentarme con una o dos tardes de sesión triple de sexo por semana. A este nuevo escenario estaban invitados sus amigos trans que también me cogieron a su gusto. Todos ellos calmaban mis ansias de falos que tenía cola.

Con el tratamiento hormonal me veía más mujer y decidí a llevarlo hasta el final. Quería ser la mujer legal de un macho maduro. Mis piernas y cola tenían las curvas que quería, mi piel era suave pero no tenía senos ni vagina y mi rostro debía afeminarlo más. Llegaba la hora de la verdad.