Mi iniciación sexual - capítulo 3°
Historia de ficción y realidad sobre mi iniciación sexual, terminaba la relación con mi maestro al cambiar de ciudad.
Mi iniciación sexual – capítulo 3°
Nuestros encuentros sabatinos continuaron, yo sentía que mi agujero se iba agrandando con cada cogida que me daba, cada vez le costaba menos penetrarme y el dolor me abandonaba por lo que no dudaba en ser cogido en todas las formas que quisiera.
Con el tiempo buscamos pasar más tiempo cogiendo y para concretarlo Mario simulo necesitar también los fines de semana y me empleo como su ayudante. Dormíamos en hoteles o en casas que alquilaba.
Esto posibilito que comenzara a usar prendas de mujer que Mario compraba, tenía para usar durante el día y también para la noche, mi vestuario se componía de tangas, minifaldas, vestidos, sostenes, short, medias, pijamas, botas, tacos altos, todo ello nos excitaba tanto que conseguíamos orgasmos y acabadas infernales.
Sabia excitar a mi hombre desde el primer contacto hasta hacerlo acabar en mi cola, boca o donde él quisiera hacerlo.
Le confesé mi deseo que me llamara Lorena, nombre muy bonito de mujer.
De las posiciones que hacíamos la que más me agradaba era ensartarme solito en su fierro caliente y cabalgarlo como toda una hembra, cada vez sentía mi ano más abierto y eso me ponía feliz.
Una vez me pidió que le cumpla su fantasía, si aceptaba lo haría completamente feliz. Ya me había entregado y hecho de todo por él. Su fantasía era hacer un trio con un amigo, idea que me asusto porque alguien más conocería nuestro secreto. Después de un mes y por complacerlo accedí solo puse una condición, que su amigo sea un maduro discreto.
A pesar del temor a perder mi secreto, los espere en casa de Mario con un lindo vestido de mujercita, bien perfumada y maquillada. Como siempre quería estar linda para mi macho fui al gimnasio para formar mi cuerpo. Cuando llegaron, su amigo me dio un obsequio, se presentó como Ángel resulto ser un caballero pues me agradeció por la oportunidad de tener a una nena tan joven, era un cincuentón no muy alto con un estomago voluminoso y una cabellera cana característica que tenía en todo el cuerpo.
Durante la cena charlamos de cómo iban nuestras actividades y de nuestras preferencias sexuales, al terminar comenzamos a bailar alegremente y entre ambos me acorralaban con besos y caricias a los que yo respondía muy gustosa. Estaba sintiéndome en las nubes mi cuerpo comenzaba a arder y queriendo atender a mis bellos invitados y a sus pijas los hice sentar en el sillón para comenzar a degustar sus regalos. Para mi satisfacción su miembro era de mi gusto aunque corta era muy gruesa con unos huevos pesados.
Todos nos despojamos de nuestras ropas y arrodillados entre sus piernas fui logrando erecciones descomunales en ambos hombres, comencé por Mario y seguí por Ángel, estuve horas chupando pijas y huevos mientras ellos me chupaban deliciosamente mi agujerito goloso.
Después fuimos al cuarto de Mario donde comenzaron a penetrarme muchas veces en todas las posiciones conocidas, trague leche y mi cola termino muy abierta por sus pijas e inundada de leche.
Fue tan bueno lo que vivimos que repetimos éstos encuentro por seis meses aunque solo los fines de semana porque Ángel tuvo que irse a su ciudad.
La relación de fines de semana con Mario mi macho duro 3 años hasta que tuve que mudarme con mi madre a otra ciudad. Esos años los disfrute mucho, despejaron todas las dudas sobre mis preferencias sexuales y me convirtieron en un buen amante.
Pronto lo probaría en otra ciudad…