Mi ingenua madre; en casa de un tio aprovechador 5

Mi madre era muy formal al vestir, gustaba de usar vestidos enterizos llenos de botones en la parte delantera que cierren hasta la altura de su cuello, ella era de piel blanca, de cabello castaño ondeado y de labios muy rosados, como de una niña

MI INGENUA MADRE EN CASA DE UN TIO APROVECHADOR 5

Una noche mientras dormíamos en nuestra habitación con mis padres, sentí el movimiento continuo de la cama. Era un meneo que instintivamente despertó en mi una extraña excitación: para esto, ya había observado en muchas oportunidades a mi madre desnuda, su bien proporcionado cuerpo, su culo, sus senos y su hermoso chocho rasurado, vaya delicia de mujer que habría sido mi madre, vaya hembra que hizo gozar a mi tío y a al sucio de su ayudante Paco.

No sé si era por la imagen que tenía de mi madre en estos momentos, o por el morbo que ya había en mi mente, lo que si sé es que deseba ver qué era lo que estaba pasando en la cama de mis padres.

Así que, cuando pude observar entre la penumbra, observé a mi madre completamente desnuda, chupando, cogiendo y meneando el pene de mi padre, sus labios se deslizaban desde la punta y se podía observar como llegaba sus labios a los testículos.

Por otro lado mi padre acariciaba sus enormes senos y sus dedos acariciaban el sexo depilado de mi madre, esos labios rosados e hinchados por el placer que recibía, se percibía un brillo de humedad a lo lejos, eran sus fluidos que se deslizaba por los dedos de mi padre.

Me imagino que mi madre le dio una buena mamada de pene a mi padre, "dios, dios, que delicia mi amor", era lo que se oía de mi padre, al sentir los labios carnosos de mi madre en su sexo.

Fue por un buen momento que observe esta escena, era muy morboso ver a mi padre como la trataba, y como hacía que ella se lo chupase de esa manera, el gozaba de ella como si se tratase de una mujer extraña, completamente entregado a su labor sexual, de un momento a otro, cambio de posición con mi madre, antes de ello, divisó para mi lado para ver si estaba observando o continuaba en mi "pesado sueño", al ver que "dormía", continuó con lo que hacía,

Mi madre dejaba salir gemidos de placer mientras que mi padre devoraba su apetitoso seno, se lo succionaba como lo hace un bebe hambriento, las grandes manos de mi padre, acariciaba las nalgas, piernas y el rostro de su pareja. Parecían dos desesperados por el sexo, ambos dejaban oír esos gemidos que salen en una buena faena sexual, el ambiente, se llenaba de ese olor clásico de sexo, que más adelante se volvería algo frecuente en mi sexual ahora que soy mayor.

Mis padres hacían todo lo que querían frente a mis ojos, yo como un silencioso testigo, acariciaba mi pene erecto por tanto placer que me brindaban a mis ojos, al parecer el placer que ambos disfrutaban era algo no comparable con el placer que yo sentía observándolos así, más adelante entendí que ese placer era el mejor del mundo.

Mi padre se deslizó sagazmente por entre el cuerpo de mi madre para llegar a su vientre y finalmente a su sexo, para propiciarle una lengüeteada a esa vagina deseosa de placer, su lengua se perdía en esa jugosa concha, y con sus dedos se abría campo para permitir el ingreso de la misma más al fondo de su ser.

Observé las piernas de mi madre completamente abiertas sobre los hombros de mi padre, la punta de sus pies se movían raudamente como se mueve la cola de una serpiente cascabel.

"Santo dios, ooh amor mmm amor, que delicia", era lo que se oía en medio de la noche, el lengüeteo era continuo por parte de mi padre, el cuerpo de mi madre se contorsionaba de placer y se movía al compás de las movidas de la cabeza de mi padre, este con las manos apretaba sus senos, no dejaba perder ocasión alguna para dejar de usar sus manos y sus dedos, en otro momento lo introducía en la boca de ella, y ella se lo succionaba como si de un pene se tratara.

La acomodó nuevamente a mi madre y la puso boca abajo, yo enloquecía de placer humedeciendo mi cama, viendo cada detalle perfectamente, pues mi cama estaba frente a la de ellos.

Observé como él se acomodaba para dar lengüetazos al culo de mi madre, separó las nalgazas con sus manos, introdujo su cara con la lengua afuera, y empezó a penetrarla analmente con su lengua, cada vez le abría más y más, como pare introducirle por completo su lengua dentro de ese agujero negro.

Ella jadeaba de placer, y de dolor, levantaba la cola para ayudarlo, el insistía con la penetración, ella movía la cola, como una gata. Era delicioso ver eso, como una puta abierta dejando que la perforen su culito delicioso, era delicioso ver como la mano de mi padre se metía por la vagina de mi madre para acariciarlo y meter sus dedos dentro de el, por momentos metía uno, por otros dos, y por fin llego a meter cuatro dedos y los sacaba y los metía como si se tratase de un ritual o algo así, pero lo hacía tan bien que mi madre no podía contener sus gemidos de placer, era como si no les importase que les observe o que despierte con tanto movimiento.

De pronto mi padre, la acomodo, palpo su ano y acomodo la cabezota de su pene en la entrada, ella solo suplicaba que lo metiese, al parecer tenia el ano deseoso de ser llenado de esa cosa maravillosa, el pene, nuestro delicioso pene que enloquece a muchas mujeres.

De un empujón ensartó la mitad de su pene dentro de su dilatado ano, ella expulso un pequeño gemido y se cogió ella misma la boca para no gritar. Mordió una de las almohadas, y el continuo con el resto que aun no ingresaba.

Cuando por fin lo metió empezó a moverse con unos movimientos lentos, muy lentos. " Vaya puta que eres, como te gusta esto, como te encanta que te encule perra ", fue lo que oí claramente decirle mi padre a mi madre, " si mi amor, sabes que así me vuelves tu perrita, tu putita, soy una viciosa cuando me lo metes por ahí, soy tu perrita papi ".

Eso me excito de gran manera que algo de mi chorreaba entre mis sabanas, mi padre empezó a acelerar sus movimientos y a emitir pequeños bramidos, como un toro en celo, como un animal rabioso, " que rico mi amor, apretadito, mmm apretadito,, me gusta, coño que me gusta tu culo".

Empujaba y empujaba cada vez con más fuerza, muy en el fondo mío a parte de disfrutar de esta escena, quería eso, quería oírla gemir y suplicar ante las envestidas que podría darle mi padre por putona, quería que mi padre cobre venganza de sus cuernos rompiéndole ese enorme culo, y eso, eso era exactamente lo que se oía en esa habitación.

Mi padre sacaba por completo su pene para metérselo de una manera fuerte, se lo estacaba prácticamente de un tirón, tenía el pene muy duro, porque no había oposición a la defensa natural que daría su ano de mi madre, ella jadeaba, sin más disimulo.

Las tetas de mi madres se movían al compás de cada envestida, ellos estaban enloquecidos, no sé que era lo que abrían hablado minutos antes, quizá mi madre le contó la forma como le fue infiel a mi padre y esto le puso a mil, quizá le dijo que otro le había roto el culo que el tanto respetaba, que era la perra de su primo y del empleado de este, no lo sé, pero mi padre era un potro salvaje, un caballo penetrando a su yegua.

Los últimos movimientos fueron bruscos y torpes, al parecer, mi padre estaba por venirse dentro de ese delicioso ano, los dedos de mi padre no dejaban de entrar y de salir de esa deliciosa y empapada concha, solo mordía su espalda, como marcándola para que otro no se la vuelva a coger, solo apretaba sus senos como diciendo que eso era suyo, en fin, él solo quería que todo lo que él había cuidado durante tantos años, ahora sea suyo y lo disfrutó cada minuto.

Ella al parecer, no sabía que este hombre podría darle más placer que el placer que encontró en otros brazos. Ambos se acomodaron para por fin descansar, para perdonarse mutuamente. Él gano una nueva esposa y una nueva amante, su mujer, su vida la que es madre de quien escribe. Así creo que fue, y eso quiero creer.

Al amanecer, me encontré con la cama mojada de mi semen, pues me había venido un par de veces durante la noche, había gozado junto con ellos del rico sexo de la reconciliación. Fui al baño, me cambie de ropa y trate de quitar ese olor característico de la masturbación.

Cuando me encontré con mi madre, me dijo que ese día regresábamos a casa, que era necesario que aliste mis cosas para retirarnos. Yo por mi parte, ahora la mire como una mujer, como una hembra, la hembra mía y de mi padre, nuestra hembra favorita, y la veía puesto una de las prendas favoritas para mis ojos, su falda color crema y una blusa color negra, era la combinación perfecta para muchos años de mi cachondez.

A diferencia de otros días ella traía ahora ropa interior, no sé que hizo que en ella esto cambie, en fin no me preocupaba, solo quería saber donde dormiríamos los tres esta noche.

Note que traía ropa interior ya que la tela de la falda era muy delgada que trasparentaba fácilmente eso, quizá fue por eso que traía la ropa interior, no creo que quisiera parecer una descarada. Ella era muy sensual, y más sensual con esa figura que manejaba.

En ese encuentro con mi madre, me dijo que tenía que hablar con mi tío, pensé que todas mis ilusiones se derrumbaban y que mi padre no fue un buen amante en la noche, pensé por un momento que el pene de mi padre no era tan delicioso como el pene de mi tío o del sucio de paco, pero no pasó ni cinco minutos de eso y regresó mi madre, me preguntó si ya me había alistado o que era lo que estaba esperando.

La note algo molesta, pero en fin, comprendí que no me había equivocado, que en verdad el pene de mi padre aquella noche, le devolvió la seguridad de que ese era el pene que prefería, al menos hasta ese entonces.

Todo fue repentino, es decir sobre la decisión de regresar a casa, no fue algo planificado, fue como un sueño aún hasta estos días de mi vida, fue algo fantástico llegar a la ciudad y conocer a mi tío, el tío de la ciudad, el que es prospero y millonario, y fue fantástico todo cuanto observé y aprendí en esos días.

No recuerdo la fecha exacta en que llegamos a la ciudad, ni recuerdo el día exacto en el que nos fuimos, lo que nunca olvidare es ese día, ese preciso día en el que mi padre trato como una perra a mi madre, eso no olvidaré, no olvidaré como ella sin más pensarlo regresó junto con él al pueblo y en el pueblo pude oír muchas noches de gemidos y jadeos.

Creo que esa etapa de mi vida me marco para convertirme en un hombre muy apasionado.

Dedicada al encanto y la dulzura de las mujeres peruanas. Cualquier comentario o deseen platicarme sobre el tema, mi correo es leotodo1@hotmail.com