Mi inexperta esclava (5: Rebelión)

Candy, por un error, se desata... (capítulo más raro o flojo de la serie, pero necesario para demostrar el control absoluto)

Sonó el despertador y mis ojos se abren de forma casi instantánea. Miro en derredor recordando lo que hice anoche antes de irme a dormir y sonrío con maldad, pensando en que ahora mi perrita disponía de site propio para cuando yo quisiera, ofrecer sus servicios.

Me levanté, me vestí y bajé a desayunar. Mientras tomaba mi bol de cereales me pregunté si habría salido bien la orden del día anterior. Quería llamarla y decirle "Candy… cuéntame tus progresos en tu vida normal", pero no quería agobiarla, pues eso podía repercutir en contra mía.

De este modo, sabiendo que hasta después de comer no tenía que dirigirme a la universidad, me tumbé en el sofá y pensé en todo lo sucedido. Cierta idea me turbó: era cierto que ella me pertenecía, que si intentaba librarse podría o bien "reiniciarla" o fastidiar su reputación…pero… ¿y si alguien se daba cuenta y la ayudaba? "No puedo correr riesgos", pensé, por lo me dirigí al ordenador y generé un archivo de texto con todas las personas relacionadas con la víctima en orden de influencia.

En los primeros puestos se encontraban su padre y su madre, pero su ajetreado trabajo en el mundo de la hostelería les obligaba a asistir a menudo a conferencias sobre protocolos de gestión y cosas por estilo. Por tanto, eliminados; aunque eso sí, no habría que dejar "huellas" de mis acciones para que no sospechasen.

La siguiente de la lista era, por supuesto su hermana. Ella fácilmente podría darse cuenta de la situación de su hermana y podría hachar abajo mi plan. Miré fijamente la pantalla en dirección a la posición de la hermana en la lista, pero sin verla. Podría hipnotizarla o meterla en una cadena de sumisión fueron mis primeras opciones, pero las deseché, puesto que la hermana no me interesaba en absoluto sexualmente y tan sólo quería tenerla vigilada y controlada. Al final, tras una breve esquematización de mis pasos futuros, navegué por internet buscando algo que me sirviera. En una tienda online de ventas al por menor, encontré una sección de artículos de seguridad del hogar. Encargué tres cámaras compactas ultraligeras, un candado con codificador y algunos cables de conexión inalámbrica a puerto remoto.

Volví a mirar la lista y añadí un par de personas más: en tercer lugar, la mejor amiga de mi sumisa y en cuarto lugar, unos amigos suyos que habían llegado a estar saliendo con ella. "Me encargaré de ellos más tarde", me prometí. Guardé el archivo de texto y apagué el ordenador.

Volví a mirar el reloj y me di cuenta de me quedaba poco tiempo libre antes de irme, por lo que me duché, recogí la habitación (mis padres llegarían al día siguiente de visita) y con una aprobación mental a mi trabajo, comí y me fui a la universidad.

No fue hasta el miércoles, cuando llegó mi pedido. No tenía clase por la tarde, por lo que tenía todo el tiempo del mundo para mis planes. El repartidor me escrutó detenidamente como juzgando si merecía la pena que yo tuviese aquel material. Sonriendo le firmé el pedido y metí el paquete en casa.

Lo abrí en el sofá y admiré el contenido. Realmente las cámaras era microcámaras, pues ocupaban menos que mi dedo pulgar su longitud. Guardé el contenido con mucho cuidado en mi mochila y llamé a mi sumisa.

-Buenos días ¿Cómo estás?... ¿Qué tal tu examen de ayer?...me alegro. Oye, una pregunta Candy- se hizo un silencio al otro lado del aparato. Continué con normalidad- Voy a pasar por tu casa, ¿estará alguien allí en dentro de una hora?

-Espera amo-su delicada voz desapareció en la lejanía junto con unos pasos que indicaban que subía a preguntar. Volvió- Mis padres no están amo, pero mi hermana sí. Dice que me nota extraña y que mejor se queda en casa no sea que esté enferma.

"Mierda. No pasa nada"

-Candy, escucha perrita. Cuando cuelgues vas a volver a tu modo de vida normal. En veinte minutos, subirás a charlar con tu hermana como si nada pasase y le demostrarás que estás perfectamente. En cincuenta minutos llegaré, por lo que no deberá haber nadie allí, ¿de acuerdo? Cuando tu hermana se vaya te situarás en la ventana, desnuda, como señal de que se ha marchado. Si llego y no estás en la ventana o no estás desnuda, asumirás las consecuencias.

-Sí, amo- esta vez su voz parecía turbada, como si el hecho de amenazarla con un castigo ya no le diese igual. Colgó.

Me vestí aprisa y cogiendo la mochila casi al vuelo, me dirigí a la casa de mi sumisa. Atravesé el parque del domingo pasado y me recordé mentalmente que ese momento no tardase en llegar. Continué andando, hasta alcanzar la puerta del edificio de mi perra. Me dirigí a la zona lateral, que daba a un pequeño jardín de estilo japonés y miré en dirección a la habitación de Candy. No estaba.

Preparado para la ocasión, volví a la puerta del edificio y pulsé el botón. Una voz, la de su hermana, preguntó por mi identidad. Tras vacilarla un poco con que era el chico de las pizzas (nuestra relación se podía definir como amor-odio según el día y la fase lunar), le dije quien era y con un suspiro de fastidio, me abrió. Mientras subía pensé en que decir en defensa mía y al alcanzar el piso de destino dije:

-Buenas, venía a ayudar a tu hermana con la física de segundo

Lo cual no debió de parecerle muy creíble puesto que girándose sobre sus talones (y sin dejarme pasar dentro) gritó: "¿Esperabas a alguien?"

De la escalera vino la respuesta, un sí seco, casi apagado y entonces caí. Le había dicho que volviese a su modo normal, pero también que me esperase desnuda, eso significa que "¡Dios! Había provocado un conflicto entre sus dos modos de vida"

-Bueno- se volvió su hermana hacia mí- pasa y no hagas tonterías mientras esté fuera.

-¿Te vas?- pregunté sorprendido por cómo habría su hermana conseguido que se fuese.

-Sí, he llamado a mi novio para ir de compras, a ver si encuentro un …- me miró con recelo- da igual, so cotilla. La cuestión es que me piro. Ciao.

Cerró la puerta del piso tras de sí y dejé mi mochila en el sofá. Hoy tocaba asumir responsabilidades…¿o no?.

Subí las escaleras, preparado para una reprimenda o algún objeto volador y llamé a la puerta.

-Pasa- la voz de nuevo era seca y tensa.

Abrí la puerta y la situación me pilló por sorpresa. Estaba apoyada en el alfeizar, de espaldas a la ventana, desnuda. Me miraba con una mezcla de miedo, respeto y furia. Su voz resonó de nuevo:

-¿¡¿Qué…coño…me has hecho?!?-su cara estaba roja y sus brazos luchaban contra una fuerza invisible, tratando de tapar su desnudez-Algo en mi cabeza, con tu voz, me dijo que me desnudase. Por más que intenté no hacerlo, mi cuerpo no me obedecía. Traté de….traté….-sus ojos se nublaron en lágrimas-¿Qué me has hecho?

Verla desnuda ante mí, tensa, sin poder cubrirse cuando en realidad es lo que quiere despertó en mí, mi lado agresivo.

-Te he hipnotizado perra-con una sonrisa burlona añadí- ¿no es lo que querías? ¿Ser mía?-me acerqué y agarrando su cara, la besé- ¿O no te gustan los resultados?

Mis palabras la sorprendieron durante un instante, pero volvió a la carga

-¡Serás…!

-Candy, calla- sus ojos se tornaron vidriosos y su voz se apagó. Pero su cara seguía tensa y su cuerpo seguía tratando de ocultar su cuerpo. "Así que el nivel de aceptación de personalidad es tan alto en tan sólo tres días", pensé con orgullo. Quise saber más.

-Candy dime, ¿Qué progresos has hecho sobre tu personalidad?

-He descubierto que me encanta masturbarme- su voz vaciló, su otro "yo", se avergonzaba de confesar eso y sabía que no podía parar. La ausencia de "amo" en su forma de hablar no me incomodó pues sabía que estaba en período de aceptación- Lo hago…lo hago tres veces al día, o eso intento. He vuelto a soñar con mi amiga besándome.

-¿Algo más, zorrita?

-S..sí-admitió con lágrimas acumulándose en sus ojos- cuando hago todo esto, pienso en tu voz. y me siento….tuya.

Lágrimas cayeron por su cara, emprendiendo un largo viaje hacia el suelo. Me acerqué y para secar sus lágrimas, pero con un gesto de miedo apartó la cara. Me alejé.

-Bien, visto esto, vamos a proceder a tu "reforma"- dicho esto, se quedo perpleja como si supiera que significaba pero no en qué consistía.- Khamal.

Su cuerpo se convulsionó y su cara mostró una mueca de terror. Algo de orín resbaló por sus muslos y las lágrimas se vertieron con más fuerza que antes. Al cabo de un minuto (o quizás menos, pero se me hizo eterno) su carta reflejó el estado de sumisión total: esos ojos vidriosos, esa mirada baja… los pies (meados ligeramente) se colocaron es posición infantil, uno mirando hacia el otro, de modo que sus puntas se tocaban. Estaba muy sexy.

-Escucha Candy. Has sido reprogramada, pero, si todo va como espero, tu cerebro ha de poseer información residual sobre estos días, sobre tu progreso. Vas a ir a darte un baño y vas a cerrar los ojos. Durante ese rato, vas a ir recuperando tu progreso hasta el que poseías hace 3 horas. Las 3 últimas horas serán olvidadas por ti, de modo que nuestra conversación o cualquier imagen concerniente a ella desaparecerán. Ahora ve.

Candy se despegó del alfeizar y se dirigió al pasillo. Al pasar junto a mí, la retuve lo suficiente como para que uno de mis dedos pasase por el interior de su muslo. Caté su vertido. La mezcla de flujos y orín era exquisita. Le di una palmada en su precioso culo, dejándolo ligeramente colorado y mi esclava prosiguió su camino.

Casi la pierdo por un error. Pero seguía siendo mía y lo sería por mucho tiempo.