Mi inexperta esclava (3: primeros pasos)

Tercera parte de la serie. En este capítulo Candy se convertirá por unas horas en modelo...

El domingo por la mañana me desperté temprano, deseoso de tener una nueva sesión con mi sirvienta preferida. Pero antes debía revisar y clasificar toda esa nueva información obtenida el día anterior durante el interrogatorio. Me dirigí al ordenador y creé una nueva partición en el disco con el nombre de mi perrita. Inicié por primera vez la sesión "Candy" y establecí una serie de carpetas en las cuales guardaría la información sobre mi sumisa. Una vez creadas todas las secciones (fichas, datos, gustos, fotos, videos, relaciones…), rellené un archivo de texto con el interrogatorio mantenido, subrayando las ideas más útiles en rojo. Al llegar al final observé que en una esquina de éste figuraban el correo y contraseña de mi victima por lo que, guardado y cerrado el documento de texto, me dirigí al chat de mensajería instantáneo, Tuve recelo en aparentar el estado de "desconectado" para que ninguno de sus contactos me molestase y, en el peor de los casos, me descubriese. Me dirigí a su perfil y tras abrir de nuevo el documento de texto fui completando la información que poseía acerca de ella. La mayoría de las cosas en su perfil eran vulgares y de tremenda banalidad, pero en la sección de personalidad dos frases me llamaron la atención:

"Cuando salgo a bailar con mis amigas, me gusta ser el centro de atención"

"Creo que lo más importante de la vida es no cerrarse a nada jajaja"

Con una nueva visión de mi esclava en la cabeza y un gran día por delante, decidí dar por terminada la sesión de descubrimientos. Cerré el chat y el ordenador y me dirigí a la mesilla. Tras unos segundos pensando en qué decir (ella no sabía lo que había pasado anoche) marqué el teléfono de Candy y esperé pacientemente a que cogiese. Tras lo que fue una eternidad mi sumisa descolgó el auricular y pude oír su preciosa y sexy voz preguntar po el nombre de quien la había llamado. Charlé con ella unos minutos acerca de las clases y de música; cuando ya iba a colgar le dije:

-Por cierto cielo, ¿te parecería bien que comiésemos hoy juntos?. Sé que estás sola y pensé que podría hacerte un poco de compañía en casa-Viendo que mi excusa era un poco floja y sospechosa, añadí- Y además concino muy bien, cuando no quemo la cocina

Esperé unas milésimas de tiempo para ver si había colado la sugerencia y al oír su risa al otro lado del aparato supe que hoy la vería. Quedamos para la una y media en su casa, me dio su dirección y colgó.

Mientras me aseaba y hacía el día a día normal hasta el momento de la cita pensé que había sido agradable que ella aceptará la propuesta. Por supuesto podía haber dicho la palabra clave y una vez mía, haberle hecho quedar, pero prefería no establecer eso como mi único recurso hacia ella.

Elegí unos pantalones vaqueros pirata y una camiseta roja como conjunto para dar la sensación de presentable pero informal, cogí mi cámara de fotos y me fui a la calle.

Paseé un rato haciendo tiempo y compré unas baterías para la cámara. Me dirigí al parque y realicé algunas fotos. Alguien ajeno a mis circunstancias pensaría que estoy probando mi nueva cámara o deleitándome con la belleza de la naturaleza en la ciudad (esa unión de selvas férrea y vegetal). Pero en realidad mientras hacía fotos buscaba dos cosas, ajustar la lente para distancias cercanas, probando la función "macro" de la cámara, estableciendo el patrón anti desenfoque de la toma…y buscando posibles sitios en los cuales llevar a cabo oscuros actos con mi esclava desvaneciendo así el velo de intimidad que cubría su cuerpo. Pero todavía no

Miré el reloj y al cerciorarme de que era ya la hora, me dirigí a casa de mi amiga. Una vez encontré su casa (eran todas bastante iguales y sin apenas forma de identificar una de otra salvo por un juguete en el jardín o la hierba mal cortada), llamé al timbre. Tras un par de segundos esperando, oí unos pasos y la puerta se abrió. Ante mí se encontraba mi esclava, perfecta como siempre, ataviada con un chándal de estar por casa de terciopelo y unas zapatillas deportivas. Llevaba el pelo recogido en una coleta.

La saludé y comimos en el salón, aunque casi no puedo añadir detalle alguno sobre estos momentos ya que mi mente solo podía centrase en la tarea de comparar a la persona situada delante de mí con la sumisa del día anterior, desnuda completamente con sus pequeños pezones duros por el roce de mis dedos.

Me levanté de la silla y mientras ella abría la boca para preguntar si pasaba algo, me acerqué a su oído y susurré "Candy". Su cerebro proceso la información, sus ojos se tornaron vidriosos casi al momento y dijo con voz casi inaudible:

-Hola mi señor- a la par que agachaba la cabeza como signo de sumisión

Al darse cuenta de que se encontraba en mi presencia se quitó la ropa y guardó las braguitas y el sujetador (morados ambos a juego) en un cajón. A continuación se fue a vestir con la ropa restante. Una vez vestida solo en apariencia se quedó esperando mis órdenes. Ya sabía qué tocaba hoy.

-Muy bien sierva-dije en tono exultante, como si de su dueño asiático me tratase (como bien ella creía)- Hoy vas a aceptar dos nuevas verdades perrita.

Te encanta masturbarte, aún en tu modo de vida normal, lo harías tres veces como mínimo al día donde fuese sin importarte si alguien está delante. Pero sólo lo harás si a mí me parece bien. Por ahora no lo creo justo ya que no has hecho nada para ganártelo, por lo que, si quieres obtener ese placer, deberás ganártelo.

No soy tu dueño asiático. En realidad soy europeo, al igual que tú y me sigues perteneciendo. De ahora en adelante me llamarás amo, señor, a o mi dueño

¿Te ha quedado claro?-concluí mi lista de directrices.

-S-Sí…amo-dijo obediente mi perrita, mientras su cerebro ajustaba de nuevo sus valores internos para que coincidiesen con los nuevos.

-Ahora perrita, condúceme a tu cuarto. Hoy vas a tener tu primera sesión como estrella del porno.

Obediente, subió por las escaleras próximas al recibidor dejando entrever sus hermosas nalgas y su rajita bien cuidada al alzar cada pierna para alcanzar el siguiente escalón. Al llegar a su cuarto (segunda puerta del pasillo a la derecha) se sentó en su cama con la cabeza inclinada hacia el suelo. Miré en derredor contemplando el cuarto con otros ojos, pues anteriormente ya había estado allí cuando la acompañaba del colegio alguna tarde, y busqué algo que me sirviese de apoyo para la grabación. Vi que había una mesa, o lo que parecía serlo, enterrada en un montón de revistas para adolescentes y elementos de cosméticos. También había un juego de braguitas, el cual cogí en mi mano observando el dibujo de un demonio que insinuaba en una frase "BITE ME". Sonreí para mis adentros; esto iba a ser divertido.

-Esclava

-¿Sí amo?

-Ve a buscar una silla y tráela. Después recoge un poco tu habitación. Eres una perrita muy sucia.

Candy se marchó y volvió con la silla, emprendiendo la otra tarea asignada. Mientras, me dediqué a recoger la mesa apartando unas cuantas revistas de la mesa y apilándolas para tener un mayor ángulo de grabación. Cuando todo estaba listo le indiqué:

-Bien perrita, ahora quiero que te sientes en la silla, delante de la cámara, y que…- me acerqué a su oído y le expliqué con todo detalle lo que debía realizar.- ¿Preparada?...empieza.

Pulsé el botón de grabación de vídeo de la cámara y esta comenzó a funcionar. Tras una breve pausa con la cual mi sumisa se aseguraba que todo iba correctamente, empezó a hablar:

"Hola, mi nombre es…-a lo que siguió un murmullo imperceptible, lo cual denotaba que algo en su interior se sorprendía de ser nombrado. Silencio. Respiración agitada y continuación-. Pero me podéis llamar Candy. Tengo dieciséis años, aunque cumpliré en breve los diecisiete y estudio en el colegio de los Salesianos de esta misma ciudad.

-Se humedece los labios, su mirada se torna lujuriosa y el giro se da- Esta grabación no es para hablaros de mi vida, aunque si así lo deseáis, lo haré. He venido a notificar ante esta cámara lo perra que soy. Sí, habéis oído bien: soy una perra. Y ante vosotros me revelo porque ya no aguanto más.- Se incorporó en la silla y se quitó la parte superior del chándal, dejando al aire sus hermosos pechos con sus pezones en camino de estar en su máximo esplendor. Alzó una mano, y mientras se masajeaba un seno continuó hablando- Quiero ser vuestra zorra, aquella a quien acudáis cuando queráis sexo.

Y para demostrar cómo de caliente y complaciente soy…-Se levanta de la silla y con un simple gesto de la mano, se desabrochó el cordón del pantalón y este cayó al piso, dejando al descubierto, ante la cámara, una desnudez sensual, elegante. Yo, situado en un lateral de la habitación, recorrí sus torneadas piernas alzando mi mirada desde sus delicados pies hasta sus rodillas de deportista y continuando hasta la puerta de su virtud, la cual admire durante unos segundos. Ella se sentó a horcajadas y continuó su discurso-como veis, soy una putita muy coqueta, por lo que me gusta estar arregladita siempre. Pero… ¿sabéis?-añadió una mueca sensual mordiéndose su labio inferior- me apetece…¿cómo decirlo?...-deslizó una mano hacia el interior de sus muslos.

Comenzó a acariciar su cuidada entrepierna con la mano izquierda, mientras usaba la derecha para masajearse el resto del cuerpo. De esta forma, mientras con la zurda recorría su vello púbico en busca de su entrada virginal, con la derecha se acariciaba los hombros y descendía lenta, pero firmemente hacía su ombligo. A continuación, sentándose en el borde de la silla (aún con las piernas abiertas) acarició su rajita con un dedo a lo largo de su longitud de tal manera que, al cabo de un minuto o dos, su frente y cuello se perlaron de una suave pátina de sudor. Llegados a aquel punto, varió la suave presión de su dedo por dos, haciendo pequeños círculos entorno a la zona del clítoris.

-Uhm…ahh…sss-comenzó a jadear mi esclava."Realmente cumplía lo marcado" pensé. Mientras introducía un dedo y posteriormente dos en su vagina, consiguió articular (mientras su cuerpo se retorcía entre olas de placer- ¿Veis lo zorra que soy?. Haré lo que deseéis…-Finalmente, paró de masturbarse, lo cual entendí como señal de que se había corrido-Tan sólo llamadme al número…-y añadió su número de teléfono del móvil, el cual aproveché a apuntar, pues sólo disponía del de su casa-Hasta pronto, chicos-finalizó la grabación pasando la lengua por su labio superior a la par que guiñaba un ojo a la cámara".

La ordené recolocar todos los objetos para que estuviesen en su posición inicial y así su otro "yo" no sospechase nada. Cuando se fue a vestir, la agarré de un brazo reteniéndola contra mí y le dije "No, quédate cómo estás. Aún no hemos terminado" lo cual finalicé con un beso en sus labios, los cuales imperceptiblemente cedieron bajo la presión de los míos.

"Eres mía", pensé "y si alguna vez tuviste la menor oportunidad de dejar de serlo, ya se pasó". Sonriendo la conduje al piso inferior donde tendría lugar su sesión de fotos.

Para mis lectores: Buenas a todos, ¡ya he vuelto de vacaciones! Y Candy conmigo. Aquí os traigo la tercera parte de la serie. Seguid dando ideas ^^. No os preocupéis por orgías, bisexuales y zorritas…todo llegará; pero debe haber una base sólida. Sorpresa próxima :P