Mi historia muy real

Me despido del relato de mis experiencias personales en el sexo homosexual... por ahora, ya que nunca se sabe si volveré a tener nuevas aventuras. El final de mi historia es a lo grande, sexo duro con travestis y un chico muy amable que se corre en mi cara y luego se orina encima mío.

10) Ya vamos llegando al final de mi historia. Y eso es porque nos acercamos a los acontecimientos más recientes de mi vida sexual oculta. Lo cierto es que pasó muchísimo tiempo desde la anterior experiencia, con el chico de pago, hasta que volví a tener una experiencia sexual homosexual real. Por lo menos un par de años. Pero el deseo poco a poco se fue abriendo paso en mi mente, y poco a poco empecé a volver a excitarme viendo porno gay, volví a mirar y remirar las páginas donde se anuncian los chicos de pago. Y sobre todo entre de nuevo en los chats gay de mi ciudad; entraba como un chico que busca sexo, aunque en aquellos momentos la verdad es que no tenía intención de verdad de hacerlo. Tan sólo me estaba excitando. Me anunciaba como un chico pasivo, sumiso, que buscaba algún activo con sitio que quisiera darle caña. Descubrí que en esos chat los pasivos somos una amplísima mayoría, y que los pocos activos que aparecen resultan poco creíbles, poco atractivos o directamente dan miedo. Realmente sólo buscaba “enganchar” alguna conversación y calentarnos mutuamente hablando de nuestros deseos o nuestras experiencias. A veces, tras relatarnos estas cosas, el otro desaparecía sin dar rastro, muestra evidente que había estado pajeandose durante la charla y se había corrido, desconectando inmediatamente. O era yo el que me corria y cerraba el chat. Algunas veces, las menos, encontraba alguien que realmente quería sexo inmediato, pero generalmente se trataba de alguien sin sitio, y yo me negaba a chuparla en un coche, un parque o algún sitio así. Poco a poco el morbo y la ansiedad fueron creciendo en mi, hasta alcanzar la masa crítica de tomar la interna decisión de dar al paso al sexo real a la primera oportunidad.

Una vez tomada, y durante un tiempo, ese morbo se centró en el deseo de comerme una polla negra. Me había pasado meses viendo porno hetero donde auténticos bueyes de color con pollas caballunas penetraban hasta el desgarro el culo de rubitas inocentes que se deshacían de placer. Y había terminando viendo vídeos gays donde mulatos descomunales forzaban a muchachitos cuyas caras pasaban alternativamente del dolor al maximo placer en la misma escena. Recuerdo especialmente un vídeo donde un mulato estaba penetrando a una travesti a la que, sentada encima de él, se le movía rítmicamente al compás del folleteo su gran polla morcillona (también morenita) como el badajo de una campana desacompasada. Y en un momento determinado, al tiempo que a la travesti se le dibujaba súbitamente un cara de felicidad que daba envidia, su polla empezaba a soltar un chorro sin fuerza pero muy abundante de semen sobre la pierna del semental que se la estaba trincando, en una corrida sin manos espectacular.

Con todo esto en la cabeza, estuve a punto de pasar al sexo de pago de nuevo en una visita a una capital de provincia vecina. Termine mi tarea antes de tiempo, y estuve llamando a varios chaperos negros y usaros del lugar, sin obtener respuesta. No hubo suerte.

Pero unos meses después, surgió la oportunidad de tener varios días para mi solo en casa, en verano. Y tanto pude aprovecharlo, que incluso planifiqué algunas cosas de antemano para evitar que pasara el evento sin que yo mojara. El día que empezó todo, me fui a un sex shop bastante grande que había en un polígono industrial cercano. Debían ser las cinco de la tarde de agosto, con muchísimos grados a la sombra, y obviamente en el lugar no había nadie salvo la empleada. De forma que pude tomarme mi tiempo para escoge, dentro del presupuesto que me había asignado, mis adquisiciones. Tras darle muchas vueltas opté por comprarme un plug anal y un consolador, así como lubricante con base de agua. Para escoger el plug, decirse que me pasó como a veces pasa con la comida, que uno se sirve con los ojos. Los más pequeños me parecían ridículamente finos, de modo que finalmente me llevé el más grueso de la tienda, con forma de pica, en negro y con la simulación de una joya en la base, y cinco centrimetazos de diámetro en la parte más gruesa (esto es, más de 15 cm de circunferencia). Con el consolador tampoco me quedé corto, uno de veinte centímetros de largo, con simulación de huevos y ventosa, de látex ligeramente flexible. Al ir a pagar, le pregunté si el lubricante a base de agua era el más adecuado para el sexo anal. Creo que la chica sospechaba que era todo para mi, y eso me excitaba (para ella seguramente era habitual).

Cuando llegué a casa, como un niño ansioso por estrenar los juguetes, lo primero que hice fue intentar meterme el plug. Era precioso, de un tacto gomoso pero a la vez aterciopelado, una delicia. Y la unión de la parte gruesa con la base era flexible, facilitando los movimientos si lo llevabas puesto a cualquier sitio. Me dispuse a probarlo, extendiendo una gran cantidad de lubricante en mi culo. Ahí comenzaron mis problemas: no entraba. La cosa es que el plug no era muy alto, sólo unos 9 cm, de modo que no le daba al esfinter espacio para acostumbrarse al grosor máximo. No me entraba, y al presionar para meterlo me dolió. Bastante. Tanto que temí que me dejara esa punzada de dolor unos días, fastidiándolo todo (no fue así). Teníais que haberme visto en el baño, de pie con una pierna subida al retrete, y girado hacia atrás, tratando de introducirme aquella belleza negra por el culo, y agachándome y arqueando la espalda para que fuera más fácil, dejando el culo todavía más expuesto. Debía tener una pinta de zorra considerable. Pero no fui capaz.

Tuve que pasar al consolador. Y éste, extrañamente, entró con mucha más facilidad. Y me encantó. Era tan grande, que me sentía lleno. Lo metía y sacaba, y estaba en la gloria. Sentía que podía pasarme horas follándome el culo con aquel falo de plástico. Un par de veces volví a intentar meterme el plug, pero aquella tarde y noche no fue posible, fracaso total. No fue hasta el día siguiente cuando, tras una punzada de dolor bestial, terminó entrando como entran todos los plugs, es decir, con un repentino chupón, quedando en un instante encajados en el ojete como si hubiera sido su lugar natural. Sólo que entonces me dio miedo quitármelo: el dolor iba a ser igualmente fuerte; y efectivamente así fue. Tuve que estar varias horas metiendo y sacando con dolor, hasta acostumbrar al culo a aquella pica negra que parecía dominarme.

En este estado, entraba y salía del chat gay de mi ciudad buscando un contacto con el que tener sexo. Pero parecía que esos días especialmente no había activos o se habían ido de vacaciones. Llegada la noche del segundo día, y ya desesperado, resolví entrar a la página de contactos de pago. Me iba a comer una polla esa noche si o si. Sorpresa: los negros y mulatos se habían ido todos de vacaciones. No tenía suerte. Tan excitado estaba que empecé a buscar otras fantasías que pudiera satisfacer para marcar una muesca nueva en la culata de mi revólver. De algún modo, terminé en las páginas de travestis, buscando una que se describiera como activa o dominante. Encontré un par, y me decidí por la que parecía más guarra de las dos, y con una polla más gorda.

La llamé, y estaba disponible esa misma noche. Le expliqué que quería algo de dominación, que me hiciera atragantarme de polla, me pegara algunas bofetadas y me insultara. Acordamos el precio y me fui para donde me había dicho que tenía el piso. Aparqué cerca... era un lugar muy muy concurrido, lleno de terrazas y familias con niños. Estaba un poco cortado. Para colmo, cuando le pedí que me abriera el portal me dijo que entrara pero no subiera aún... que corte! Para no levantar las sospechas de los vecinos, subí un tramo de escaleras y esperé en un descansillo a que me avisara. Pasaron más de diez minutos de nervios. Cuando por fin entré en el piso, vi que la chica era muy alta, aunque había tuneado bastante las fotos de su perfil. Digamos que si en las imágenes parecía una chica con polla, en la realidad parecía un hombre con pelo largo y tetas. No obstante, no me quejé ni me quejo de tal cosa.

Entró en la conversación muy amable, llevándome hasta la habitación donde iba a someterme, muy pequeña y con dos camas individuales pegadas que la ocupaban casi por completo.. Me explicó (y no me preguntó) lo que me iba a hacer: Garganta profunda, algo de violencia sin marcas, abuso verbal, sometimiento a sus órdenes, popper y doble penetración... añadió que una vez que comenzaba la sesión, se metía en su papel y no quería que nada le apartara de él. Con un poco de aturdimiento por los nervios, le hice saber que todo estaba muy bien, pero que no quería drogas, que yo de lo del popper pasaba, y que la doble penetracion (como coño iba a hacer tal cosa?) me daba miedo y no quería hacerlo. “Ya”, fue toda su respuesta. Se excusó para salir a terminarse de arreglar, aunque lo cierto es que ya estaba en bragas y sujetador. Yo me desvestí mientras esperaba,y cuando volvió se quitó las bragas tirándomelas literalmente en la cara. Estaban tibias del contacto con su entrepierna y me sentí muy cerdo. Me las puse en el cuello como prueba de sumisión. También dejó caer sobre un lateral de la cama una correa de cadena que no llegamos a usar y un consolador de tamaño mediano,

Se subió de rodillas a la cama, y me urgió a que le comiese la polla con un lenguaje soez y excitante. “Venga, putita, traga que a eso has venido”. Lo pronunciaba con una voz suave y nasal, pero con gran autoridad. Conocía muy bien su oficio, de eso no hay duda. Me empujaba la polla muy adentro, y me agarraba con fuerza la cabeza por la nuca, apretándome contra su paquete con extraordinaria fuerza. El capullo se alojaba con violencia en la entrada de mi laringe, y cuando ella movía las caderas rítmicamente para empotrarme su miembro más adentro, notaba el glande rozando con violencia mi garganta. Me ahogaba, me faltaba la respiración porque su enorme polla llenaba toda mi boca, abriendo mis labios hasta el máximo de su ancho. Cuando desesperado trataba de separarme empujándole hacia afuera con mis manos, y lograba sacarme el nabo de la boca, grandes babas salían del interior de mi garganta y chorreaban por mi barbilla. La primera vez que me la saqué, la chica me propinó una bofetada en la cara que sonó como un escandaloso palmetazo. “Que haces, guarra? Quien te ha dicho que dejes de comermela?” Levanté la mirada hacia ella, que observaba seria y con el ceño fruncido, y volvió a darme una bofetada. “Chupa, puta, sigue chupando”. Ante mi estupefacción, me escupió en la cara y levantó notoriamente el tono de su voz, acercando su cara a la mía: “que te he dicho, zorra? Que me la chupes YA!”.

Nunca he comido polla con tanta dedicación. Movía la cabeza de adelante a atrás, incrustándose el nabo tan adentro como podía y forzando cada vez más la entrada en mi garganta... terminaba con mi nariz aplastada en su vientre, la chica apretando mi cabeza contra ella, y yo haciendo involuntariamente sonidos guturales que terminaban invariablemente en una explosión de babas al sacarla. Me sentía tan guarra... era el simple instrumento de una travelo que estaba literalmente follandome la boca, mientras me humillaba constantemente, diciéndome cosas como “así, puta, hasta el fondo”, o “eres una cerda que ni para chupar pollas vales”, o “me la pone dura ver cómo te la tragas”, o “hasta los huevos, cariño, un poco más”, y me escupía en la cara y en el pelo, dándome frecuentes bofetadas en ambas partes de la cara (“esto por zorra”).. todo esto mientras su nabo se clavaba más y más en mi garganta sin piedad. Me descubrí meneando el culito de puro placer mientras me follaba la boca, incluso a pesar de las fuertes arcadas que sufría.

En un momento dado me la sacó de la boca, giró dos veces la cadera  para, sin manos, lograr que la polla me golpease en la cara (en menuda puta traganabos me había convertido), y dijo “ahora vamos a trabajar ese culo”. Se inclinó sobre la mesilla de noche y cogió un botecito oscuro que destapó y atrajo hasta mi cara diciendo “vamos guarra, huele esto. Supuse que era popper, y le recordé que no quería drogas, pero ella parecía enfadada “no me hagas perder el tiempo. Eres una puta, nene, aquí has venido a chuparme la polla, a que te rompa el culo y a lo que yo te diga. Y ahora te digo que huelas aquí”. Su tono era pausado y firme. Remarcó su frase con un sonoro guantazo en toda la cara, y a continuación me escupió con mucha violencia. Parte del esputo entró en mi boca y parte empezó a resbalar por la mejilla. “Vas a oler, o quieres otra ostia?”. Incline mi cabeza y aspiré el olor del líquido que contenía el pequeño frasco. Lo cierto es que parecía disolvente.”Más fuerte, guarra”. Aspiré más fuerte, aunque no estoy seguro que aquello me hiciera mucho efecto.

“Ahora te voy a reventar el culo, zorra, ya verás como te gusta. Me vas a pedir que te reviente”. Era escuchar ese lenguaje soez e insultante y sentirme muy cerda. Mi ojete palpitaba, incluso sentía abrirse y cerrarse el agujero con mi respiración. Me tumbé sobre la cama cuan largo era, abrí las piernas y levanté el culo para dejarlo expuesto a merced de aquella chica dotada de un nabo considerable. Ella se colocó al borde de la cama de pie, y con sus piernas empezó a separar las mias abriéndolas más todavía de lo que estaban. Noté que cogía algo de un bote con los dedos, y al sentir como lo esparcía por la entrada de mi culo sentí que era lubricante. Me embadurnó con aquello, apovechando para hurgar con sus dedos alrededor e introducir un par dentro. Por alguna razón desconocida, imagino que el popper, me sentía muy cerda. Sólo quería más dedos dentro de mi, y levantaba con ansia el culo dejándolo expuesto. Ella de vez en cuando me acercaba el popper a la nariz y me hacía volver a aspirar. En estas estábamos, cuando ella cogió el consolador mediano que había traído y empezó a penetrarme el culo, primero suave, para luego déjarmelo encajado dentro. Entonces cogió el envoltorio de un condón y lo abrió, empezando a calzárselo en el nabo.

Yo estaba un poco asustado. Eso era la doble penetracion. Me iba a meter la polla por el culo, dejando dentro el consolador. No sabía si iba a resistirlo, o si mi esfinter finalmente se rompería, dejándome el culo roto y sangrando. Pronto lo iba a averiguar. Por efecto de la droga, imagino, no me quejé más. Ella acercó el capullo a la entrada del culo, donde asomaba la base del consolador, y apretó con fuerza. Lo sentía como si me estuviera follando un caballo. Aquello era gordísimo, y aún con mucho lubricante que me había esparcido, dolía. Dolía y excitaba a la vez, una parte de mí quería que parase, y otra estaba dispuesta a que todo entrase. Costó un buen rato, hasta que el cabezon del capullo pasó el anillo de entrada del culo; una vez dentro, el tronco de su polla entro sólo y pudo bombear un buen rato. Tenía dos pollas en el culo!! Aunque una fuera de plástico.

Estuvo así un buen rato, y al sacar su polla y la de plástico, sentí un gran vacío, y un chorrito de lubricante se derramó por mi ojete, resbalando por mis piernas hacia abajo. La hora se estaba terminando, y teníamos que acabar. “Mira, nene, yo soy una diosa, y mi lefa es néctar puro. Voy a concederte el premio de correrme, pero mi leche no se desperdicia, oíste puta? Si me corro te la vas a tragar. Te la voy a meter hasta la garganta y me voy a correr allí. Y pobre de ti si no te la tragas”. No estaba yo para contrariarla. Asentí con la cabeza.

Ella se sentó en la cama, me puso de rodillas y con el cuerpo inclinado sobre su polla, empezó a metérmela hasta la garganta y follarme la boca con mucha violencia. Las arcadas eran enormes. La postura no me permitía una entrada adecuada del largo de su nabo en mi garganta como antes (entonces, ella estaba de rodillas, no sentada sobre la cama), y chocaba en la campanilla. Empecé a vomitar una especie de baba muy espesa. “Que asco, puta, me has vomitado encima”. Me hizo limpiarlo con unas toallitas, y volvió a metérmela hasta el fondo. Me follaba la boca con una velocidad muy alta. Yo era un simple muñeco para ella. Las arcadas me seguían provocando vomitos de babas. “Eres una cerda, mira cómo me has puesto. Limpia todo esto, puta”. Pero al volver a follarme la boca, todo volvía a empezar. Al tercer vomito me amenazó con no correrse si la seguía vomitando encima, que era una falta de respeto. Cuando volví a vomitar, se acabó todo “ya está. Eres una guarra. No me voy a correr. No te lo mereces”. Le pedí disculpas mil veces, pero se levantó y me hizo vestirme. Así terminó aquella velada.

11) El fin sorpresivo y en falso de aquella experiencia me dejó muy poco satisfecho. Mi ansiedad no sólo no decreció, sino que aumentó notablemente. La humillación había sido mucha, pero la frustración en su final también. Mi deseo crecía, mi culo palpitaba y mi boca temblaba. Al llegar a casa tuve que penetrarme con el consolador de 20 cm, lo hice furiosamente sobre un culo ya bastante perjudicado por la doble penetración a que había sido sometido.

A la tarde siguiente, un viernes, después del trabajo tuve claro que iba a volver a tener mambo. Nada más llegar a casa y sin siquiera comer, me desnudé en mi habitación, me puse a cuatro patas encima de la cama y me penetré otra vez con el consolador. Casi pensaba que no podía estar sin tener algo metido en el culo. Alternaba el consolador con el plug, que a estas alturas tras varios días de mete y saca ya entraba fácilmente. Al rato me eche en la cama con el plug insertado y empece a buscar en el chat alguien que quisiera tener una experiencia esa tarde. Mi frase en el chat general para “cazar” un atrevido voluntario era del tipo “alguien quiere que le coma la polla? puedes correrte y mearte en mi cara”.

No tardaron en aparecer algunos que querían hablar, pero como siempre, por alguna u otra cuestión no cuadraba. Hasta que me abrió privado alguien con el nick “ahoramismo”. Me dijo que le daba mucho morbo lo que decía, y me preguntó si estaba dispuesto a hacerlo. Le contesté que si (era tal mi estado de excitacion que no sé a qué habría dicho que no). Me dijo qué era lo que me gustaba, y le hice un resumen sencillo de lo que ya he contado tantas veces por aquí. Él era muy parco en palabras. Cuando ya languidecía la conversación, le pregunté si tenía sitio y, con sorpresa para mi, me dijo que si, y que si le gustaría que nos viéramos en ese momento para que le chupara la polla. Me puse nervioso. Le contesté que claro, me dijo un lugar para quedar (era un pueblo a 15 min en coche), y acordamos vernos en media hora.

Muy nervioso, me adecenté un poco, y cogí una bolsa donde entre otras cosas metí el consolador. El plug me lo dejé puesto, para ir haciendo el culo, aunque parecía que el chico sólo quería que le comiera la polla. El trayecto fue breve, y aparqué cerca del lugar donde habíamos quedado. Era una tarde tórrida de verano, serían las cinco de la tarde y no había nadie en la calle. Cuando vi a un chico esperando en esa soledad, supe que era él. Era más joven que yo. Nos saludamos e identificamos, y sin más prolegómenos me pidió que le acompañara. El piso era de sus padres, que estaban de vacaciones en la playa, y él tenía llaves, así que no íbamos a tener problema. Tambien le pregunté si era homosexual soltero o con pareja, y me dijo que con pareja estable. Yo le reconocí que en mi vida normal era hetero. Al llegar al piso, un apartamento normal de vivienda protegida de unos 90 m2, me llevó directamente al salón. Había un ventanal grande, pero había echado un toldo muy grande que sólo permitía ver desde la vivienda una parte del acerado de la calle. Parecía claro que desde la calle sólo podrían ver el techo del salón, con un poco de suerte. Tampoco me importó mucho.

Apartó la mesa del comedor, dejando un espacio muy grande para nosotros en el centro, e hizo ademán de quitarse la ropa, llegando a quitarse la camiseta, pero le pedí que se esperase, que prefería quitarme yo toda la ropa mientras él me miraba. Y así lo hicimos. No hubo strip-tease ni nada parecido. Me excitaba quitarme concienzudamente la ropa mientras él, vestido, me observaba. Cuando finalmente me quité los calzoncillos saqué hacia afuera el culo, mostrándole ostensiblemente el plug alojado en mi ojete. Él no decía nada, así que yo mismo me anime a decirle “como ves, ya vengo animado de casa”. Sonrió. “Quieres que me lo quite para chupártela, o prefieres que lo haga con el plug puesto”. Me dijo suavemente “déjatelo”. Estando así, yo completamente desnudo y con el plug enchufado y él con los pantalones y los zapatos puestos, me puse de rodillas y me acerqué a él, que estaba recostado sobre la mesa del salón. Me agaché y comencé a quitarle las zapatillas deportivas que traía, y los calcetines. Tenía los pies grandes, los dedos gruesos y no muy limpios, pero eso me puso más cerda todavía. Me incliné todavía más y le pase la lengua por el empeine, terminado por meterme el dedo gordo en la boca, relamiendolo como si de una polla se tratase. Se quitó los pantalones, quedándose en calzoncillos (unos slip azules), y yo comencé a subir dándole lametones por la pierna, luego la entrepierna, y finalmente quedando con la cara delante de su paquete. Pegué la nariz golosamente al bulto que le hacían los pantalones y aspiré profundamente el olor a macho, a sudor genital y excitacion contenida que desprendían. Empecé a amasar su polla con mis labios por encima de la tela de los calzoncillos y ésta, ya algo morcillona, se endureció terriblemente. Así las cosas, la saqué de su prision con las manos y pude contemplar aquella polla nada desdeñable, de unos 17 cm, completamente rasurada, con unos huevos apretados y duros.

No esperé más. La engullí entera, hasta las pelotas, y volví a retirar la cabeza y los labios, pero esta vez deslizando mi lengua por todo lo largo de su tronco, saboreándola. Miraba hacia arriba, y el chico me observaba con cara de concentración y diversión que me ponía muy perra, aunque no decía nada. Seguí comiéndosela con mucha dedicación. Moviendo mucho mi cabeza adentro y afuera, paladeando con la lengua su capullo, metiendo la puntita en la rajilla por la que se expulsa el semen, sopesando sus huevos con mi boca... a veces me entretenía frotando un rato el capullo, y a veces me la metía entera, momento que él aprovechaba para agarrarme la cabeza con las manos y apretarme contra su miembro. Pero sabía Justo donde mantenerlo. Me llegaba el principio de una arcada, y volvía a separarme, logrando que al sacarla un hilo de gruesas babas colgara entre la punta de su capullo y lo más profundo de mi garganta. Mi culo palpitaba, moviendo con ello rítmicamente el plug que tenía dentro. Me sentía tan pero tan puta en aquel salón de un piso desconocido, comiendole la polla a un chico también desconocido (no nos dijimos ni el nombre) que la recibía con tanto entusiasmo... hubiera estado así horas. Le habría dejado el nabo escocido, de tanto chupar.

En un momento álgido de mi excitacion, le abrí las piernas y me coloqué debajo, aprovechando para comerle los huevos con mucha dedicación, apretando suavemente la lengua, recorriendo la piel, haciéndolos botar con mis relamidas... de un pequeño giro, pase entre sus piernas y me coloqué detrás. Con las manos le abrí las nalgas, y empecé a lamerle el ojete con muchas ganas. Se excitó tanto que empezó a gemir, y para evitar que nos oyeran los vecinos, sin moverse del sitio, cogió el mando de la tele de la mesa y la encendió, apareciendo un programa de cotilleo cuya luz centelleante nos acompañó desde ese momento. Yo seguía comiendole el culo, repasando su exterior con la lengua y aspirando los aromas a sudor y humanidad que expelía, y metiendo la punta en su agujero, haciendo que se estremeciera de placer. En esa postura, estando yo de rodillas, se inclinó y me obligó con sus manos en mi cabeza a comerle los huevos desde atrás, y después se cogió la polla y en la misma postura me la metió en la boca, aprovechando yo para mover la cabeza hacia delante y hacia atrás, ordeñándole el nabo en una postura muy cerda.

Claramente estaba a punto de estallar, porque me hizo darme la vuelta y colocarme de rodillas delante suyo. Se cogió la polla con la mano y empezó a sacudirsela con cierta aceleración, síntoma claro de que iba a correrse. Yo aproveché para ponerme en una postura que había visto en muchos vídeos porno y que me hacía sentirme muy guarra y humillada: le comía los huevos de forma sostenida e interminable mientras él se la pelaba. Así estuvo dos o tres minutos, hasta que noté como algo empezaba a salpicarme la frente. Era algo con lo que había fantaseado mucho, pero que también me había dado muchos reparos. Sin embargo, en aquel momento la excitacion era tal que ni lo pensé: tras un par de trallazos sobre mi cara, dejé sus huevos y le pase la lengua por el capullo, notando como el semen salía de allí y resbalaba por mi lengua, dejando muchos rastros en ella, y así volví a meterme la polla en la boca, de forma que terminó de correrse dentro. Notaba el semen y su sabor, y de forma muy automática y natural tragué todo lo que tenía. Cuando cesaron los espasmos, me la saqué y le dije sin mirarlo, pero también con mucha naturalidad “espera que te la limpio”. Él contestó escuetamente “vale”, y estuve un rato chupandosela para dejarla libre de todo resto de semen (yo por mi parte notaba todavía las salpicaduras que había dejado sobre mi cara). Para mi sorpresa, cuando ya terminaba de limpiársela, volvió a cogerse la polla con las manos por la base y empezó a menearse la de nuevo... se me había olvidado!! Lo hacía de una forma extraña, ya que se la cogia con una mano y con la otra se frotaba la parte superior del glande con mucha velocidad. Jamás vi tal cosa. Yo, igual que antes, me quede de rodillas chupandole los huevos. Hasta que empecé a notar nuevamente unas gotas que me caían sobre la frente... las gotas se convirtieron en un fino chorro de líquido y separé la cabeza de sus huevos, poniendo la cara hacia arriba, recibiendo así el chorro suave en toda la cara. Se estaba meando encima mía. También como un gesto natural, abrí la boca y parte de ese líquido entró accidentalmente dentro, procediendo a tragarmelo con igual naturalidad. Empecé a notar en la boca ese sabor a urinario público muy usado y mal limpiado, con los restos de meos de muchos tíos, que yo recordaba. El chico empezó a mover la polla y esparcir los meados por el resto de mi cuerpo, lo que aproveché para cambiar la postura, sentándome en el suelo, con las piernas abiertas, el culo palpitando con el plug dentro, y la cara hacia arriba. Me meó de arriba a abajo: el pelo, la cara, la boca, el pecho, mis genitales... todo. Dejando un charco en el suelo del salón. Cuando por fin se detuvo el chorro, nuevamente le dije “deja, que te la limpio”, y volví a chuparsela para dejarla reluciente y libre de meados. Yo estaba empapado de sus meos, y con sabor a taza de water en la boca, pero él quedó limpísimo.

Me dijo que me fuera a duchar, que él limpiaba de orina y semen del salón, así que allí lo dejé mientras me duchaba... donde aproveché para hacerme una paja de la que termine con una corrida interminable. Al salir, él estaba limpiando trapos en la cocina. Le intente animar a que nos quedáramos para follar,  pero él había quedado (el móvil le había donado varias veces), así que me fui.

Y esa fue la última vez que tuve sexo con un hombre. Por lo menos hasta la fecha de escribir esta historia. Porque, insisto, todo esto se trata de hechos verídicos. Todas estas cosas me han pasado a mi. Imagino que leeréis esto con incredulidad, ya que muchos de los relatos que se suben en este portal dicen ser reales y del propio texto se ve a todas luces que no lo son. Pero en este caso es completamente cierto. Es lo que me ha pasado durante varios años. Lo he escrito todo como una forma de testimoniarme y no olvidar. No sé si la historia tendrá continuación. Es cierto que redactando estas historias, estos días, me he puesto muy cachondo por recordar todo, incluso detalles que me resulta muy difícil transcribir. Y que el deseo ha vuelto a aparecer en mi, recobrando las ganas de comer polla, o de que me perforen el ojete con un buen nabo. No se si volveré a las andadas. Lo que sí sé es que os mantendré informados. Y si queréis saber más, podéis contactarme en el correo que figura en mi cuenta. Alli podremos hablar de lo que queráis, y contarnos nuestras mutuas fantasías.

Saludos.