Mi historia incestuosa

Mi vida está muy ligada al incesto, esto es solo una parte.

LA TIA MAGO -

No lo van a creer cuando les cuente todo lo demás, pero mis fabulosas experiencias de incesto empezaron como un juego  hace algunos años Un sábado de principios de vacaciones de verano me quedé a dormir en casa de mis primos toño y lulu , que vivían a tres calles de la mía. Mis tíos y Lulu se fueron y toño  y yo nos quedamos jugando y hablando de sexo,  el dijo que se iria dormir yo aproveche y entre en el cuarto de lulu Lulu era una linda chica, muy bonita, yo ( de 18 años,  recién cumplidos) estába empalmadísimos con sus pantaletitas y sus faldas. lo que las falditas, los bodys, las blusas, me excitaba  y temiendo la vuelta de mis tíos,  me refugie en el baño, yo tenía una erección descomunal cuando la puerta del baño se abrió y apareció mi tía Mago. Yo alcancé a echarme hacia atrás, pero no tan rápido para que no me viera Margarita se sentó en el excusado, frente a la tina: -mumm –dijo-. Llegué hace veinte minutos porque me llamó Lulu grande para pedirme que los cuidara, pues regresarán muy tarde. Y llevas tanto tiempo aquí, y haciendo ruidos tan raros, que decidí entrar a ver qué maldades estaban haciendo... ¿es que eres homosexual, o qué? -No tía -pude decir luego de tragar gordo-. Siempre me han gustado las niñas, pero las niñas no existen ni quieren darnos nada. -No tía –complete me caliento y sin saber cómo llegamos a esto. Es la primera vez... y la última. ¿No le dirás a mis padres, verdad? Margarita siempre había sido la tía consentidora, la que nos cuidaba, además de la oveja negra de la familia. Tenía once años menos que mi madre, la que le seguía de los 10 hermanos Nació por un descuido de los abuelos y se casó muy joven debido a un embarazo inesperado. Estaba divorciada y vivía en una casa heredada de mis abuelos sin dar golpe: la pensión del ex marido y la herencia paterna le permitían dedicarse a no hacer nada, aunque muchas veces, de niños, nos cuidaba. La quiero mucho y era nuestra confidente. En general de los sobrinos Y era muy guapa: mis fantasías favoritas, desde dos o tres años atrás, consistían en que mi querida tía Mago me desvirgaba, me terminaba de criar, me hacía su hombre. Delgada y de anchas caderas, de fuertes piernas y redondos pechos, ojos negros como la pena y cara de muñeca, era un manjar y, según supe luego, medio puta o puta y media. Medía 1.76 y sus medidas (se las tomamos en su momento) eran 94-62-93: un cromo. Una chulada de mujer -No, no se los diré –dijo Margarita-, pero tenemos que hablar seriamente tu y yo. Aunque de momento  voy a hacer un favor, para que salgan pronto del baño, pues no te puedes quedar así. Párense –ordenó. Ahí estaba con tremenda ereccion y ella, con su vaporoso vestido de algodón se acercó, tomó mi verga con la derecha, no se, pero yo veía estrellas. Su suave mano acariciaba y exprimía con gran precisión, para mi deleite, hasta que alcancé el primer orgasmo verdadero de mi vida. Luego dijo. -Ahora enjuágate y vístete rápido lo hicimos, mientras yo pensaba: “Se lo pido, se lo tengo que pedir, debo decirle que es mi más ferviente anhelo, que la quiero mía”. Sin duda  pensaba algo parecido, algo acorde a nuestras largas charlas sobre el tema. Salimos a la sala, Mago esperaba leyendo y cuando me  vio, me encaró: -Así que te urge tener sexo... ¿no los hecho con algunas compañeras? -No tía querida. Y mi cuerpo me lo exige todos los días, y todos los días me gasto, me desperdicio pensando en mujer –le dije. -Yo, punto más que lo mismo –dijo . - Pero ni tenemos novia ni, aunque tuviéra, accedería, por más que le prometiéramos cuidarla: esta ciudad, querida tía, y mi ciudad, están aún en la colonia –dije yo. -Ellas también quieren, pero no se dan permiso. He dado besos y tocado chichis y nalgas, pero aunque estén ansiosas, aunque su cuerpo les pida más, no se dejan ir más allá –dijo . -Lo hemos platicado mucho, Mago –y era cierto-, pero parece que no hay más remedio que seguir vírgen largo tiempo más o desquintarme con una prostituta, lo que me sería horrible. No había mucho que añadir a este monólogo, así que nos quedamos callados, mientras Mago me  veía largamente. Yo también la veía, su bella figura y sus imantados pechos, cuya redondez, cuyos erectos pezones se mostraban claramente tras la ligera tela del vestido: pensé “no trae brassier”. Finalmente, dijo: -Pues sí. Parece que mi niño se ha convertido en hombre. Hubo otro largo silencio y preguntó: -Así que piensan en mujeres... ¿a qué mujeres querrían tener? -A muchas, tía –dije yo, después de pensarlo-, pero, con tu perdón, tú eres la primera de mi lista., desde hace dos años que fuimos a Acapulco... -Tenías un bikini tan breve... -Y te veías tan guapa... -Y te queremos tanto... calle otra vez, hasta que ella empezó a reírse fuerte, muy fuerte. Otra vez tenía el  pito bien parado, abultando la tela de la pijama. -Vaya, pues, qué cosa. Qué valiente y osados mi muchacho... y a mí en mi repertorio si me falta pervertir a un adolescente... a mi querido sobrino, pero ¿eres conscientes del peligro? -Si... –dije. -Nadie, nunca, sabra nada-, completó , tan aterrorizado como yo: ¡iba a pasar! -Pues bien, Mago, con su vaporoso vestido, se acercó a mí y me besó. Éramos entonces de la misma estatura y nuestras bocas y cuerpos embonaron perfectamente. Sentí a través de la franela su fuerte y duro cuerpo, y creí que me moría: mi tía amada, la mujer de mis sueños, estaba en mis brazos. Me desabotonó la camisa y me sacó el pantalón mientras mis manos exploraban sus curvas, la suavidad de su piel, la dureza de sus músculos, su nuca, el cuello, mientras recordaba, muerto de miedo y gozo una letra de Sabina “y yo que nunca tuve más religión que un cuerpo de mujer”. No traía ropa interior, o más bien dicho, se la había quitado mientras  terminaba de bañame y mi mano, bajo su vestido, sentía sus duras nalgas. Me sentó en una silla del comedor y me acarició la verga muy despacito. Se quitó el vaporoso vestido con un solo movimiento, dejando frente a mi sus grandes y firmes pechos y la abierta herida de su sexo: no hacían falta más preparativos, pues mi verga estaba tan firme como una verga puede estarlo y su sexo escurría perfumados fluidos. Yo la veía como un creyente a su dios, como un náufrago a sus salvadores. La vi inclinarse sobre mí sin soltar mi miembro, la vi colocar mi cabecita en la anhelada entrada de su vagina y mi pene, mi cuerpo entero sintió un choque de placer inexplicable. Comprendí la obsesión por el sexo y me juré que viviría para ese placer, para buscarlo y tenerlo. Sería un servidor de venus... me lo juraba mientras ella me acogía en su cálida vagina, mientras ese músculo divino se abría, se amoldaba a los delicados tejidos de mi pene. Mago bajó sobre mí hasta que mi verga toda estuvo dentro de ella, hasta que fuimos uno. Me abrazó llamándome “niño querido” y, sin moverse, me dio un largo beso. Luego empezó a moverse despacito, muy despacito hasta hacerme alcanzar mi orgasmo, hasta hacerme ver estrellas, tras lo cual se quedó muy quieta sobre mí, abrazada a mí. Al salirse dijo “hay que limpiar todo, limpiar bien” y ante mi sorpresa y júbilo se arrodilló, puso su cabeza entre mis piernas y pasó su áspera y mojada lengua sobre mi pene semi erecto, pringado de sus fluidos y los míos. Así recibí la primera mamada de mi vida, porque al sentir su lengua mi verga se endureció otra vez y mi amada tía se aplicó a ella, mientras yo gozaba y la veía, mientras yo sufría y la amaba, hasta que se bebió mis últimos jugos. Entonces se paró, brillante de sudor, magnífica en su desnudez, y me dijo: -Limpia todo bien, muy bien, con algo que mate el olor de lo que se ha hecho y luego date una ducha rápida en el baño de tus primos: yo todavía tengo que hacer. Y la vi subir las escaleras rumbo al baño, cuando le dije: -Te amo tía, soy tu esclavo. Te amo... Ella volteó hacia mí, me guiñó el ojo y siguió subiendo. Limpié y me duché, como Mago me había ordenado y, otra vez en pijama, esperé sentado en la sala -Querido mío – dijo ella-. Yo se que querrán que se repita siempre, pero no es posible, por mi bien y por el tuyo. Tal vez, si yo te hablo podrás visitarme y repetiremos esto, pero  tienen que buscar chicas de su edad o amantes en otro lado, para que sean capaces de amar. Ahora sube a la  habitación y duerme, mientras yo espero a los tus tios y a Lulu. esa noche no dormi al dia siguente me fui ami casa Mis primas queridas eran dos ninfas en flor, deliciosas, aunque de todas las primas (26 en total) eran las menos llamativas. Se parecían muchísimo, a mí me encantaban: bajitas de estatura (1.53 o 1.54), delgadas, morenas, de pelo corto y grandes ojos negros. Las había elegido porque eran mis grandes amigas entre todas las primas y padres, mi tío Mateo y su esposa margarita, nos recibían siempre en su casa y eran los menos estrictos El lunes llegue a media mañana a casa de las primas. Todavía estaban en pijama y subi al cuarto de la televisión -¿que haces? –preguntó Hilda, colgándose de mi cuello. Yo la besé y fue delicioso. La besé y empecé a bajarle sus pantalones del pijama. No tenía bragas. Sentada como estaba le abrí las piernas y bajé a hacer mi primera mamada. Nunca lo había hecho, pero recibir la de Mago me daba algunas ideas, complementadas con lo que abia visto en las películas de días anteriores. Sabía que había que buscar el clítoris y tratarlo con cariño y así lo hice. Su sexo, cubierto por un espeso pelambre, dejaba asomar el pequeño botón rosado de su fuente de placer. Mientras se lo chupaba a placer, -Voy a pagarte –dijo Hilda, y empezó a masturbarme. No era muy experta, pero sus manos suaves, su desnudez, mi calentura, me hicieron terminar más aprisa que rápido, Mientras nos vestíamos, Hilda dijo: -Me encantó. Lo debemos volver a hacer, el próximo lunes, porque al rato me  voy con mi mamá  y regresamos hasta el domingo.

-Vale, pero júrenme una cosa – pedí. -¿Cuál? –preguntó Hilda. -Que  no van a saber nada de esto... nadie

-Pero yo me quedé con ganas... –dijo Hilda. -Pues mira  –señalé el reloj-. Nos fuimos. Apenas era martes. ¿Cómo esperaría hasta el lunes siguiente? Algo tenía que hacer. Recorde que helena se quedo

regrese a su casa. Estuvimos platicando un rato hasta que la fámula avisó que iba al mercado. Entonces me dije: quiero lo mismo que le diste ayer  a hilda  ella tambien recibio su mamada y pago con la misma moneda  pero la convencí... ¿de verdad están listos? -Estoy preparado, preciosísima. Tengo condones para evitar cualquier mal, y daría mi alma por hacer el amor contigo, ahora. -Pues no será necesario... yo estoy más caliente que una olla express-. Y sin esperar más me despogo de su ropa Teníamos prisa, hambre mejor dicho: mi virginal primita estaba más excitada que yo ) prima, la cachonda Thelmita empezó a morderme en el cuello y los labios. Le desabroché uno a uno los botones de su blusa sacando al aire sus tetas y las chupé con ansia. -¿Ya estás lista, reina mía? –le pregunté. -Ya... hazlo por favor... –dijo con voz entrecortada. Le di vuelta sobre su propio eje, decidí olvidar el condón y venirme fuera, y la puse empinadita sobre el escritorio de Mariana, le levanté su falda sin quitársela y me ensalivé el pito antes de metérselo como Mago me había dicho que lo hiciera: despacito, despacito hasta que sentí el obstáculo deseado. Ella gemía y cuando yo arremetí contra su himen, con un violento movimiento de caderas, mientras la tenía buen prensada de la cintura, dio un gritito. Pero su vagina estaba húmeda y acogedora y ella tenía muchas ganas, así que nos movimos con gusto. Parecía que yo supiera más de lo que sabía, porque entraba y salía hasta casi venirme, sintiendo su carne, la delicada carne de su vagina rodear, acariciar mi pene. Y luego, a punto de turrón, me detenía, con el pito metido hasta dentro, acariciándole las tetas y las nalgas. Y dale otra vez hasta que ella se vino, temblando y gimiendo, y yo arremetí con vigor creciente hasta que sentí venirme, sacándoselo entonces y echando todo sobre sus nalgas Ella se dio vuelta y sin limpiarse ni nada, escurriendo semen, me dio un abrazo largo. -Ya soy una mujer completa,- dijo. –Me encantó. ¿Seremos amantes? - te adoro... ¿seremos amantes? -¡Sí...!, ¡sí! Por fin era lunes

pasadas las diez de la mañana, Hilda toca el timbre de casa llego con sus faldita escocesas a medio muslo, con zapatos negros, blancas blusas y calcetas. Hilda se colgó de mi cuello, me dio un cálido beso y dijo: -Pero si me estabas esperando... ¿verdad? Yo la tenía abrazada de la cintura, pero al decir eso, tomó mi mano y la llevó más abajo, dentro de su falda. Acaricié su nalga para comprobar, feliz, que no traía tanga: así había venido desde su casa. Cuando acaricié la deliciosa línea de sus nalgas, dijo: -vengo preparada. -Estoy preparado, preciosísima. Todo esta friamente calculado acostada en la cama, con las piernas abiertas, totalmente desnuda, Hilda se acariciaba el pezón derecho y el clítoris. Observé su coño, cubierto por una espesa mata de pelo crespo y negro y observé sus ojos cerrados y su sonrisa. Entonces termine de ponérseme durísimo: Mi pito se deslizó suavemente dentro de ella. Estaba en casa. Se movía suavemente, por instinto, y sus músculos vaginales oprimían deliciosamente mi miembro. La besé y trenzamos nuestras lenguas y, abrazado por ella, me movía a su ritmo, despacito, disfrutando su cueva, su cuerpo, su beso, mientras  y Hilda aullaban La llené (es decir, al condón) de mi leche y al cabo de un rato estábamos, completamente desnudos,acariciándonos y diciéndonos ternezas. Tenía los ojos cerrados y se tocaba a pesar. Pasé a un lado  Hilda, y apunté mi pito hacia la entrada. Hice a un lado su mano y ella abrió los ojos. Sin decir nada rodeó mi espalda con sus morenos y delgados brazos y me atrajo hacia ella. Todo termino como habia de terminar De todos modos fue una delicia ver a las dos hermanitas, tan guapas, tan lindas, guarde mi desastre  y pense en  mi tía Lulu todavía aguanta un piano... pero ¿qué tal que llegara Lulu?”, tan trascendentales pensamientos terminaron de pararme la verga

Ella se despidieron con un beso y quedamos de vernos  limpiamos un poco el desmadre que había. Trapeamos con pinol Me dormí temprano, sintiendo en la piel el olor, el sabor de Hilda y Helena y fantaseando con el premio que acababa de obtener

Como les comenté, yo tenía 18 años y ya había tenido mis primeras  experiencias sexuales, una con mi  tia mago y otra con hilda y helena, pero en mis noches de soledad me pajeaba pensando en mi tía, ya que para mi era la mujer perfecta, y aparte por el hecho de ser de la familia inclusive ya la había visto en ropa interior, cosa que para ella era de lo más normal porque yo era, su sobrinito preferido. Para los 16 yo había decidido comenzar a ejercitarme en un gimnasio, dedicándole hasta tres horas diarias. Esto me ayudó ya que como tengo el cuerpo de un jugador de futból americano, quemé la grasa que me excedía y en esos dos años había logrado unos muy buenos pectorales y mis brazos lucían bastante ejercitados. En alguna ocasión mi tía, quien parece que despertó de verme como un niño y se dió cuenta de que era algo más, me dijo "Oye, que brazotes, te estás poniendo muy bueno..." Ya para entonces sabía conducir autos y mi tía me empezó a pedir favores, que si llevaba su coche a afinación, que si a arreglarle el escape y algunas tareas en su casa. Un día me pidió que me quedara en su casa porque vendrían a fumigarle su hogar, en la mañana pasó por mi, la llevé a su trabajo y me fuí a pasar el día en su casa. Como aún faltaban horas para que llegaran los de la fumigación, me dediqué a ver la tele hasta que se me despertó el morbo y comencé a hurgar su casa. Abrí los cajones donde guardaba su ropa interior y me puse a admirar su colección de sensuales tangas, el miembro se me ponía duro al hacer esta labor fetichista, acariciando sus pequeños panties en gran variedad de colores, viendo lo grandes que eran las copas de sus sostenes. Después de ahí fuí al baño y me puse a revisar su ropa sucia. Imagínense mi gusto al encontrar unos pantys usados ahí, los tomé y me puse a oler la zona donde se supone que descansa su chocha, mmm... el aroma de un fino perfume combinado con el olor de su sexo me puso calientísimo. Después de ahí abrí su closet y me encontré con una maleta. La abrí y cual fue mi sorpresa al descubrir un album de fotos y una gran colección de revistas porno. Esto me sacó de onda pero me encantó... en el album de fotos había una gran colección de imágenes de ella en sus viajes de vacaciones a la playa con sus amigas. Encontré varias de ella en un minúsculo bikini en la playa y decidí quedarme con la mejor, una donde estaba recostada en la arena, en pose de modelo, con sus piernas entreabiertas que dejaban ver el bultito donde se encontraba su sexo y con los pezones erguidos apretujados debajo del top del bikini. Me puse a hojear las revistas porno y me hice una paja con la que me corrí como nunca en mi vida. Rato después llegaron los que fumigarían la casa y la tarde transcurrió sin mayor problema. Al llegar la noche fui a recoger a mi tía a su trabajo y me dejó en mi casa... todo normal. Pasaron los días y sobra decir que mi motivador para realizarme las pajas a la hora de dormir era la foto que me había robado de casa de mi tía, me imaginaba que estaba con ella en el cuarto de un hotel en la playa y le quitaba ese bikini que traía en la foto para posteriormente follármela como loco. Así pasaron los días, salí de vacaciones de la escuela y me encontraba en mi casa sin nada interesante que hacer. Un sábado mi tía llamó y pidió hablar conmigo, quería que la acompañara a recoger un horno de microondas que había comprado en una mueblería para llevarlo a su casa. Ese día recuerdo bien que me puse una tanga negra, de esas pequeñas que hacen que se te vea enorme el paquete, unos jeans ajustados y una camiseta que hacía lucir mi pecho y mis brazos (cuando uno hace mucho ejercicio en el gimnasio se empieza a comprar ropa que haga lucir el trabajo, no?) mi tía pasó por mi y cuando subí a su coche me dijo que me veía muy guapo vestido así y que había cambiado mucho, dijo que me veía "fuerte"... mientras lo decía pasó una mano por mi pecho y apretó mi brazo. Obviamente eso hizo que la pinga se me despertara, pero obviamente por tratarse de una hermana de mi madre, todo esto lo veía como un imposible. Fuimos a recoger el dichoso aparato y nos fuimos a su casa, baje la ostentosa caja, le ayude a sacarlo de su empaque y lo emplazamos en la cocina. Ese día mi tía vestía unos pegados shorts de algodon bajo los que se dibujaba la sllueta de unas breves bragas que se perdían en medio de sus redondas y duras nalgas. Una camiseta de algodón blanca y debajo de ella un bra de encaje que aprisionaba sus suculentas tetas. Yo aprovechaba cualquier oportunidad en la que ella no me viera para admirar su cuerpo... era delicioso. Ya que su horno de microondas estuvo listo, se puso a probarlo, calentando palomitas  de maíz y algunos alimentos que tenía guardados en el refrigerador. Como a esa hora no tenía hambre me di la vuelta y salí de la cocina para dirigirme a una de las dos habitaciones de su casa donde tenía un equipo de sonido, un gran sillón y una bicicleta para hacer ejercicio. Puse un disco (si, de esos de acetato que ya no hay, esto fué antes de que se conociera el compact disc) y me puse a escuchar a Queen. No habían pasado más de 4 canciones cuando mi tía llegó y se sentó en el piso conmigo. Comenzamos a charlar de puras banalidades y se puso a buscar un disco, sacó uno de música popular para bailar que acá en méxico se conocen como "Cumbias". Quitó el disco de Queen y puso el disco de "cumbias" empezaron a sonar los primeros acordes y ella me dijo "esta música es muy padre para bailar.... y tu que onda? Sabes bailar?" "Si." le contesté, "mas o menos me se mover." Ella me dió la mano para que me parara del piso. "A ver" me dijo, "muéstrame". La tome de la cintura con la derecha y le tomé la mano con la izquierda y comenzamos a bailar al compás del disco. "Oye!" exclamó, "si te sabes mover". Cabe señalar que con este tipo de música los cuerpos se pegan mucho, así que yo sentía las dos tetas de mi tía pegadas en mi pecho y mi pelvis se rozaba con la suya, lo cual hacía que me pusiera mas y más caliente. Como yo y mi tía Diana siempre bromeabamos, decidí hacer un movimiento arriesgado esperando que no se enojara conmigo... le dije que si no sabía bailar de "cajita de cerveza". "De cajita de cerveza, como se baila eso?" me preguntó. "Así es", le dije y le tome las manos para que las pusiera alrededor de mi cuello y sin importarme nada con mis dos manos la agarré de las nalgas para restregarla contra mi verga. Yo me quedé viéndola a los ojos esperando que se molestara y me regañara, fueron segundos que se me hicieron eternos. Vi sus ojos como cambiaban de expresión pero sus labios en lugar de fruncirse en señal de enojo esbozaron una sonrisa ligera mientras decía algo asi como "wow". Las siguientes palabras que dijo, las dijo con la voz que hacen las mujeres cuando te dicen cosas en medio del sexo... ese tipo de voz que es como una exhalación gozosa "asi que... este es el baile... de cajita de cerveza?". "Te gusta?" le dije. "Si, me gusta mucho..." contesto. Imagínense como me daba vueltas la cabeza cuando sentía que metía su pierna en medio de las mías, frotándola contra mis bolas. Como les digo, no recuerdo exactamente como esto se fue dando el hecho es que yo ya estaba como autómata acariciando sus nalgas de arriba a abajo y tan entretenido en eso estaba que casi ni me percaté que ella ya había bajado las suyas para acariciarme las mías. Ya no seguíamos el ritmo de la música, estabamos en medio del cuarto, parados, acariciándonos las nalgas mutuamente. No me importó nada y acerqué mi cara a la suya y le planté un beso en los labios. Húmedo, intenso y eterno, ella apretó más su cuerpo contra el mío y me siguió el juego. "Ya esta hecho", pensé, "me voy a follar a mi tía". El beso siguió, nuestras cabezas se movían de un lado al otro mientras nos comíamos los labios. Los dos estabamos ebrios de lujuria, a mi tía le importó poco que yo fuera el hijo de su hermana y a mi que ella fuera hermana de mi madre. Metí mis manos por debajo de su short y le acaricié las nalgas que estaban al descubierto por lo breve de sus bragas. Ella seguía besándome y nuestras lenguas llevaban su propia lucha. Mientras que con mi mano izquierda le acariciaba un glúteo, con la derecha subía por su abdómen por debajo de la blusa para acariciar la copa de su bra. No bien había llegado ahí cuando ella se separó y me apartó completamente. en estas fracciones de tiempo pensé que eso era todo, que el hecho de que le agarrara el pecho la hizo despertar de su letargo y darse cuenta de que lo que hacíamos estaba muy mal.... de la consternación pasé al gozo ya que lo que hizo fue desprenderse de su blusa para dejar al descubierto sus grandes y generosos pechos cubiertos por el bra. Yo estaba a mil por hora al verla, como muchas veces la había visto, pero ahora estaba con ella para hacerla gozar. Con sus dos manos tiró de sus shorts para dejar al descubierto unas braguitas blancas que tenían una clara mancha de humedad en la parte baja de adelante. Se acercó a mi y me beso largo y profundo una vez más, se separó nuevamente y me despojó de mi camiseta. "Dios, que bueno te has puesto" dijo con ese cachondo tono de voz mientras acariciaba mi pecho que ya tenía un parche de vellos en el centro. Me besó nuevamente mientras me quitaba el cinturón y desabotonaba mis jeans. Yo en ese mismo instante me despojaba de mis zapatos y ella, ya en plena excitación tiró de ellos para dejar al se cubierto mi tanga que no se daba abasto para contener mi erección. Con la mano agarró mi pene por encima de la tela y comenzó a masturbarlo por unos momentos, después de esto me condujo al sillón, hizo que me sentara. Mi tía Diana se sentó encima de mi con sus hermosas piernas a los lados y con su sexo encima del mío. Me abrazó del cuello mientras seguía besándome y simulaba el coito ya que nuestros sexos estaban resguardados por la ropa interior. Yo acariciaba sus nalgas y de ahí me dirigí al broche de su bra. Como siempre, este broche es un gran impedimento que ella tuvo que remediar al quitarse ella su sostén. Ante mi ahora se encontraban esas dos tetas con las que siempre me pajeaba, blancas, redondas y nada caídas, con unos grandes pezones rozados erguidos que pedían ser mamados. Como loco me puse a chuparlos mientras ella seguía frotando su coño contra mi ya adolorida pinga, Mamaba uno mientras el otro lo estrujaba entre mis dedos... no se cuanto tiempo pasó pero para mi fue una eternidad. De repente, ella se levantó de encima de mi y se puso de rodillas ante mi, con sus manos tomo mi tanga y comenzó a jalarla para liberar al monstruo. Yo levanté las nalgas del sillón para ayudarla a desprenderme de mi tanga. Y ahí estaba yo con mi verga apuntando al cielo a centímetros de la cara de mi tía. Mi tía la tomó en su mano derecho y comenzó a pajearla con una extraña sonrisa en sus labios, "si sientes que te vas a correr me avisas" me dijo, lo que yo asentí con la cabeza mientras abría más los ojos al ver que la dirigía a su boca... la prostituta con la que había tenido mi primer experiencia me había hecho sexo oral pero en este momento me di cuenta de que era una inexperta para mamarla, ya que mi tía me pegó una mamada de campeonato, se la tragaba toda hasta que su nariz tocaba los vellos de mi pubis, luego la recorría con la lengua desde los huevos hasta la punta, y así repetía el tratamiento por un largo rato que no quería que terminara. Francamente no me explico como es que para ese momento no me había corrido... serían los nervios por la situación, no lo sé, el hecho es que seguía al pie de la lucha sin rendirme. Después de un rato se incorporó aún pajeando mi chile ardiente y sonriendo me dijo, "ven, vamos a mi recámara"... Me levanté del sillón y me tomó de la mano, ella caminando delante de mi, yo como autómata la segui, con mi vista clavada en ese culo hermoso que tiene que se movía contoneándose en cada paso que daba, todo esto sentía yo que transcurría en cámara lenta, ya que el camino de una habitación a la otra se me hizo eterno. Llegamos a su recamara, me soltó de la mano y con su culo apuntando a mi, se despojó de sus bragas, al agacharse para quitárselas de entre sus pies, me dio un espectáculo maravilloso, sus dos grandes nalgas dejando ver su pequeño y rosado ano y debajo de él un chocho rosado que se dejaba entrever en sus piernas, caminó a su cama, se subió en ella y, boca arriba, separó sus piernas para ver toda su chocha expuesta que pedía ser atacada. En mis dos experiencias previas no había tenido la oportunidad de comerme un chocho, el de la prosti, francamente no se me antojaba para eso y la chica de por mi casa nunca me dejó, así que aquí tenía mi oportunidad. Con la experiencia adquirida en películas porno y en revistas sabía exactamente lo que tenía que hacer, sabía lo que era el clitoris, donde se encontraba y como debía "manejarlo", así que me subí a la cama y me fuí directamente a poner mi rostro en su sexo. Me quedé viéndolo, extasiado, mi tía por lo visto dió su consentimiento, ya que lo único que hizo fue acariciar mis cabellos. Con mi mano derecho acaricié su sexo que se encontraba súper húmedo, pase mi índice alrededor de los labios y lo metí dentro de ella. Ella gimió y cerró los ojos. Con la izquierda abri los labios de su sexo y ante mi vi claramente la perlita brillosa que coronaba ese hermoso sexo. Hundí mi rostro en su chocha y comencé a comermelo como loco, mi tía seguía gimiendo y acariciándome los cabellos. "Así, chiquito, sigue asi, que bien lo haces, comeme toda que soy tuya" decía mientras mamaba como desesperado. Nuevamente el tiempo pareció eterno mientras devoraba el sexo de mi tía, sentía sus vellos en mi naríz y el aroma me emborrachaba. Cuando levanté la vista vi lo que pensé sólo pasaba en películas porno, mi tía con los ojos cerrados se pellizcaba y acariciaba los pezones. Esto me puso aún más caliente y seguí con mi labor, ya que por lo visto, lo estaba haciéndo bastante bien. Así transcurrió otra eternidad hasta que me dijo: "Ya por favor, te quiero sentir adentro de mi". Entonces comencé a avanzar encima de ella, me detuve para besar nuevamente sus tetas, "ya por favor, métemela toda" me dijo, me puse encima de ella y antes de cualquier cosa ella tomó mi miembro con su mano y lo frotó contra su sexo para acto seguido poner la cabeza en la entrada. Como buena mujer divorciada (y no dudo que despés de su divorcio haya tenido sus aventurillas), no estaba nada estrecha pero estaba deliciosa. De un empujón metí toda mi verga mientras ambos exhalabamos. Puso sus pies sobre mis nalgas y comencé el meti-saque. lento, después con más y más ritmo. Después de todo lo que había pasado (que ya era demasiado) no tardé mucho en correrme. No lo pude evitar, demasiadas emociones para un día, en ese momento me preocupé porque ella todavía no estaba en su climax, pero cuando terminé de correrme y me quedé petrificado encima de ella, ella me dió un beso y me dijo, "espera, que ahora sigo yo". No sabía a lo que se refería pero lo que hizo es que me acosto boca arriba y se montó sobre mi verga que a pesar de que acababa de disparar su ración, aún se encontraba durísima. Su chocha estaba repleta de mi semen y por obvio super lubricadísima, asi que empezó a jinetearla como una experta con sus manos sobre mi abdómen, yo empecé a acariciar sus ricas tetas que se bamboleaban al ritmo de sus embatidas, y ahí pude ver como se corría... fué la cosa más increíble, mi tía gemía incontrolablemente, gemidos cortos con una cara que parecía como si fuera a llorar... empezó a paralizarse, sus gemídos parecían chillidos, apretaba los dientes y si, parecía como si estuviera a punto de llorar... estaba teniendo un sensacional orgasmo. Cuando recuperó sus sentidos se inclinó para besarme los labios... "me quiero quedar con tu verga dentro de mi, no quiero que me la saques". Yo jugueteaba con sus tetas y después de unos minutos se acostó a mi lado, ahí seguimos besándonos por un rato, desnudos, sudorosos y exhaustos. Toda esa tarde evadimos la realidad de nuestras vidas, nos dimos un duchazo, nos lavamos el cuerpo el uno al otro, nos secamos, cenamos desnudos en la cocina, anduvimos jugando desnudos por toda la casa, nos pusimos a bailar desnudos y para finalizar lo hicimos en el sillón de la otra habitación. Fue increíble. Ya más noche me llevó a mi casa, en el camino hablamos de la situación y dijimos que era nuestro secreto y que quizás no volvería a pasar nunca más.

Yo ya me encontraba estudiando en la universidad y francamente es muy absorbente, yo creo que debido a esto no se habían vuelto a dar las circunstancias para que nos quedáramos mi tía y yo solos en su casa, ya que ahora tenía otro ritmo de vida, y por lo general los fines de semana salía con mis amigos de la universidad a las discos y de vez en cuando tenía mis escapadas con chicas, muy divertidas por cierto. La relación con Diana, mi tía, había seguido cordial. Seguíamos bromeando y nos llevábamos de maravilla. Ella, como buena mujer madura sabía sobrellevar la situación y yo había aprendido que no debía buscar una situación a la fuerza ya que esto podría despertar sospechas y eso hubiese sido un escándalo. Diana había salido con un par de tipos en ese tiempo pero nada formal. Me encontraba terminando exámenes de fin de curso de ese período y tenía mucho tiempo libre en la tarde, era viernes y en mi casa ya estaban acostumbrados a que no llegara a dormir por andar de parranda. Ese viernes en la tarde estuve en la biblioteca de la universidad y al salir decidí ir a comer un snack. Acá se estila en mi ciudad comer elote desgranado en un vaso cubierto de queso derretido, crema, hay un lugar en la zona centro muy famoso donde venden los más ricos. Fui al mencionado lugar y compré mi elote, estaba pagando cuando oí una voz familiar a mis espaldas, era mi tía Diana, venía sola y se alegró de verme y me saludó con un beso. Me preguntó que hacía y le dije que nada, lo mismo que ella, mi tía compró un elote también y caminamos hasta su coche. Me preguntó que si ese día no me iría de parranda y le dije que no tenía planes. Ella me dijo que acababa de salir del trabajo y que tampoco tenía planes. Es muy gracioso como las mujeres cuando quieren algo te lo hacen saber sin decírtelo directamente, así que por la forma en la que me había dicho que no tenía planes sentí que igual y podía volver a hacer una de las mías. Como para ese entonces yo era más experto en estas cuestiones le dije que si no le gustaría que compráramos unas cervezas y algunos aperitivos y que fuéramos a su casa. A mi tía se le iluminó el rostro y aceptó de buena gana. Nos metimos a su coche y ella comenzó a conducir, yo le pedí su teléfono celular para hacer una llamada. Llamé a casa y le dije a mi madre que me iría a pasar la noche en el rancho de un amigo y que como no había teléfono, no había manera de localizarme, pero que yo llegaba al día siguiente. Mi tía volteó en ese instante y únicamente sonrió, me imagino que ella ya estaba planeando pasar la noche de la misma manera que yo así que sólo tomó el teléfono y lo guardó en su bolso. Llegamos a comprar cerveza, queso, aceitunas y unas galletas saladas a un súper cerca de su casa. De ahí directo a su hogar. Cuando entramos a su casa, ya con mis negras intenciones, me puse a ver a mi tía mientras abría con su llave. Traía una falda corta ajustada que enmarcaba deliciosamente su culo, sus piernas depiladas sin medias con las pantorrillas torneadas y realzadas por los tacones de aguja que portaba en sus pies. Usaba una blusa de seda color gris que acentuaba más su cintura. Entramos y nos dirigimos a la cocina, pusimos las cervezas en el refrigerador y el resto de las cosas en la mesa. Saqué los entremeses de las bolsas y los puse sobre la mesa y me senté en una de las sillas del ante comedor. Mi tía, aún de pie, fue a buscar un cuchillo para cortar el queso y un abrelatas para las aceitunas. Mientras lo hacía yo volteaba para todos lados recordando los momentos en los que habíamos estado jugando por toda la casa desnudos, empecé a recordar esa vez que me la follé como loco y mi pinga también comenzó a recordar, ya que se encontraba erguida en ese momento. Destapé dos cervezas y le di una a mi tía, comenzamos a beberlas y ella, de pié al lado mío se puso a cortar el queso. Como les dije, en este tiempo yo me había vuelto una persona con más iniciativa, así que teniendo a mi tía al lado, no pude más que apreciar su belleza de una manera descarada. Sus pechos se movían al compás de ella mientras cortaba trocitos de queso. Sin importarme nada, puse mi mano en su pierna, por la parte de adentro, y la deslicé hasta que se perdió debajo de su falda. Mi tía volteó a verme y sonriendo me dijo... "no seas travieso". Sus palabras decían una cosa pero su cuerpo decía otra ya que abrió sus piernas un poco más para darme acceso al bultito que guardaban sus bragas. Con mis dedos empecé a acariciarle el chocho por encima de las bragas mientras ella trataba de concentrarse en seguir cortando el queso. Le acaricié un poco más el bulto y luego saqué la mano para tomarla de las caderas, jalé la silla un poco hacia atrás para quedar detrás de ella y la giré para que quedara de espaldas a mí. "Sigue cortando ese queso, no te distraigas" le dije mientras metía mis dos manos por debajo de la falda para sujetar los tirantes de las bragas. Ella continuó con su labor y como la falda era muy ajustada, opté por mejor levantarle toda la falda hasta la cintura. Y ahí estaban nuevamente a la vista ese par de hermosas nalgas que ya habían sido mías. Sujeté las bragas y las bajé hasta el piso. Mi tía con sus pies se deshizo de ellas y ahora se encontraba con el culo al aire, se detuvo en su labor para beber un trago de cerveza. "Te falta abrir las aceitunas, tía" le dije. Ella tomó el abrelatas y se puso a ejecutar la labor mientras que yo le acariciaba los glúteos, me incliné y besé cada uno de ellos mientras que con la mano empecé a acariciar los vellos de su pubis. Mi tía dejó de hacer sus deberes y se inclinó más, dejándome muy a la vista su rosado y apretado ano y su rica chocha. Mi tía se reclinó aún más y puso sus manos en el refrigerador para dejarse atacar. "Que rico, por lo visto tienes más experiencia", me dijo con una voz entrecortada. "Y esto es sólo una probadita" le dije antes de seguir manoseando su delicioso cuerpo. Así estuve un rato y opté por poner manos a la obra. Me levanté de la silla y la volteé para que quedara frente a mí. La abracé y nos dimos unos besos largos y húmedos. Después de esto, desabotoné su blusa para dejar al descubierto su sostén, ahora si pude desabrochar la estorbosa prenda y finalmente le quite la falda que tenía como cinturón arrugada en su cintura. "No te quites los zapatos" le dije" se te ven muy lindas las piernas así." Ahí estábamos en la cocina y abrazando a mi desnuda tía comencé a mamarle las tetas mientras ella frotaba su pelvis contra la mía mientras que sonreía y gemía. Mi boca se dio gusto nuevamente con el sabor único de sus pechos mientras mis manos se paseaban por su cuerpo. Le dije que se sentara sobre la mesa y le abrí las piernas, volví a tomar mi silla y quedé con mi rostro a centímetros de su sexo. "Esta si es una verdadera cena" le dije y ella rió. Hundí mi rostro en su sexo y comencé a comerle el chocho que tanto me gustaba. Mi tía acariciaba mis cabellos mientras ejecutaba mi labor... para entonces ya había probado un par de chochos pero el sabor del de mi tía seguía siendo mi favorito, mi boca se inundaba de su sabor y me emborrachaba su aroma. Mi tía puso una de sus piernas en mi espalda mientras le comía el sexo... "chiquito que rico me lo comes, se nota que has aprendido mucho más en este tiempo", decía mientras entrecerraba los ojos. Yo con mi cara hundida en su sexo levanté mis manos hasta sus grandes y deliciosas tetas... con los dedos jugueteaba con sus pezones mientras aceleraba el ritmo de mis lengüetazos sin piedad sobre su clítoris... mi tía tomó mis manos para apretarlas sobre su pecho mientras su respiración se volvía más y más acelerada... unos momentos después sentí como sus piernas hacían movimientos extraños y su columna se inclinaba hacia atrás y al levantar la vista pude volver a ver esa cara que parece que va a romper en llanto... su pelvis se empezó a mover con ritmos frenéticos mientras que Diana dejaba escapar esos chillidos que ya extrañaba y que eran la seña inequívoca de que se estaba corriendo como loca. Apreté mis labios sobre su clítoris mientras sentía sus espasmos al terminar su orgasmo, cuando se detuvo, le planté un húmedo beso sobre la chocha y me paré frente a ella... que visión me daba, dios mío, como si hubiera corrido uno de sus maratones, la tía me veía con ojos cansados, exhausta después de la tremenda comida de chocha que le había propinado, pasó su mano derecha sobre su sexo mientras me decía "que bárbaro, hiciste que me corriera aquí sobre la mesa, que malo eres". Yo sólo sonreí y le plante un largo beso en su boca. Al separarme vi como se saboreaba los labios con el sabor de su propio sexo, pasándose la lengua y degustando los jugos que ella misma había producido. "Bien" le dije, "ahora te toca a ti." mientras le decía esto me despojaba de todas las prendas que me cubrían, tirándolas en una de las sillas del antecomedor. "ven, ponte cómoda" le dije mientras la tomaba de la mano y la guiaba a la silla en la que minutos antes había estado sentado yo. Mi tía muy obediente posó su suculento trasero desnudo en la silla y se inclinó hacia adelante, donde se encontraba mi muy erguida y deseosa verga esperando ser mamada. Mi tía ya había recuperado fuerzas porque rápidamente la tomó con la derecha y empezó suavemente a pajearla mientras que con la izquierda me acariciaba los huevos. Viéndome a los ojos abrió la boca y sacó la lengua para dibujar círculos en la cabeza, haciendo que esta se pusiera más morada y dura, lentamente mi tía la besaba, la lengüeteaba y la acariciaba sin aún metérsela del todo en la boca... yo estaba como loco viendo todo esto con la anticipación de lo que me esperaba, después de engañarme un par de veces más, finalmente se la metió a la boca. Fue un gozo tremendo encontrarme nuevamente con esa boquita mamadora que lo hacía con tanta destreza, mi tía me tomó de las nalgas para mamarla con más fuerza, ya con ritmo, siguió por unos momentos más, para posteriormente sacársela para decirme: "no importa si te quieres correr, quiero saborear tu lechita, papi". ¡Nunca me hubiera dicho eso! Yo antes de lo que dijo luchaba para mantenerme concentrado y no correrme, pero como ya me había dado luz verde, me puse a disfrutar libremente de la mamada que me estaba dando. Mi tía siguió con el tratamiento y que barbaridad, que bien la mamaba... Pasó lo que para mi fue una eternidad y empecé a sentir el tradicional cosquilleo y mi respiración comenzó a agitarse al sentir que ya me correría. Mi tía, al darse cuenta de eso, se dejó media pinga dentro de la boca y con los labios bien apretados sobre ella, comenzó a masturbar la parte que quedaba de fuera... segundos después empecé a disparar mi carga dentro de la boca de mi tía que muy diestra comenzó a tragarse toda mi leche. Después de la parálisis que esto me provocó jalé una silla para dejarme caer y descansar, ya que me había dejado vacío. Mi tía sonriendo bebió otro sorbo de su cerveza mientras yo encendía un cigarrillo y destapaba otra cerveza. "Que rico estuvo esto, no sabes como extrañaba sentirte, desde aquella vez que lo hicimos siempre he tenido muy presente en mi memoria lo rico de aquellos momentos". Yo bebí y le contesté "la verdad tía que eres una diosa del sexo, eres increíble, como nadie que haya conocido jamás". Diana me plantó un beso y me preguntó de mis otras experiencias, yo le conté de mis "aventurillas" y empezamos a comer un poco de lo que habíamos llevado para la ocasión. Pasó un rato, casi una hora, y los dos desnudos nos besábamos y acariciábamos mientras seguíamos charlando de sexo, lo mejor de esta conversación es que salió el tema del sexo anal, a lo cual mi tía me dijo que una vez lo hizo y que le gustó y que, además, como teníamos toda la noche para nosotros, le gustaría que lo intentáramos. Esto hizo que me emocionara ya que nunca le había dado a una mujer por la cola y esto para mi era como un verdadero premio. Bebimos un poco más y ya medio achispados, nos dirigimos a su recamara. A diferencia de la anterior ocasión, esta vez mi tía quitó las sabanas para hacer el lecho más confortable. Una vez hecho esto se acostó y me señaló para que me acostara a su lado. Nuestros cuerpos desnudos se entrelazaron mientras nos besábamos nuevamente con la pasión que comenzaba a encenderse. Mi pene estaba nuevamente erguido y listo para volver a la acción. Recostado al lado de mi tía comencé a besarle los pechos que tanto me gustaban mientras que con mi mano le acariciaba su nuevamente húmedo chocho. "Ay, cuando me besas los pechos siento que me mojo más" me dijo mientras mis labios jugaban con sus pezones. Y realmente así era, ya que su rajita estaba empapada. Así seguí con el tratamiento hasta que mi tía no aguantó más y rápidamente se montó sobre mí para jinetear mi dura verga. Fue increíble sentir nuevamente esa chocha que ya había sido mía y que ahora disfrutaba mientras la besaba y acariciaba sus tetas. Mi tía se movía rítmicamente de atrás hacia adelante con sus manos apoyadas en mi abdomen y yo contemplaba embelesado ese hermoso cuerpo. Gracias a que ya me había corrido con la mamada que me pegó, estuve firme sin sentir ganas de correrme, pero no puedo decir lo mismo de mi tía, quién después de unos minutos de jinetear mi verga empezó a tener espasmos hasta que se corrió en un profundo alarido. Cuando terminó de correrse se inclinó para besarme, curioso porque sus labios estaban helados, como si todo el calor se hubiera salido por su sexo. Y así montada en mi durísima verga permaneció por un largo rato, ya que como me dijo "no me quiero bajar de aquí". Mi tía se recostó al lado mío y me beso. Reposando su cabeza sobre mi pecho me dijo, "eres tremendo, me hiciste gozar muchísimo". Ya exhaustos nos quedamos dormidos. A las 3 de la mañana desperté, estaba tapado con una cobija y a mi lado estaba el cuerpo desnudo y tibio de esa escultural mujer que es mi tía, dormía plácidamente, destapé la cobija para ver con la luz que entraba por la ventana ese cuerpo escultural que me enloquecía, mi pito también había despertado para entonces y decidí "despertar a la bella durmiente". Unos besos en las tetas y mi tía salía de su letargo para aventarnos otro "round" de media noche. Esta vez nos fuimos directo a la acción, sin más preámbulos le hice el sexo a la "Misionero" y antes de que yo me corriera ella tuvo dos orgasmos. Después de eso volvimos a dormir. Francamente creo que cuando haces el amor con alguien por primera vez, o como en este caso, después de mucho tiempo que no lo hacías con esa persona, te sobran ganas, ya que en la mañana me encontraba dormido boca arriba y lo que me despertó fue sentir una boca que ávidamente me chupaba la verga. Apenas abrí los ojos realmente desorientado porque estaba en una cama que no era la mía, y apenas sin tiempo de recordar lo que había pasado y resulta que ahí estoy desnudo, descubierto, y con mi tía mamándome el rabo con gusto mientras me volteaba a ver. Después de un par de chupadas más se montó para, como la noche anterior, jinetear mi pene hasta sacarle su ración matutina de leche calientita. Esta segunda y ¿última vez? con mi tía.

fue  definitivamente la mejor. Después de nuestro encuentro matutino, nos duchamos, almorzamos, hicimos el amor un par de veces más antes de llegar el medio día y finalmente me despedí de ella, para regresar a casa. Como les comenté, el tiempo pasó y cada quien ya hizo su vida, pero a los dos nos queda el recuerdo de esas dos veces que tumbamos las barreras y nos convertimos en solamente un par de amantes que dieron rienda suelta a su pasión.