Mi Historia III. El Informe (Primera Parte)

De Estefanía a Cerdita.

Leer en orden, por favor:

Mi Historia. Introducción.

Mi Historia I. La Llegada.

Mi Historia II. Comienza el fin de semana

Me desperté a las 8:15. Yurena no estaba en la cama ni en el cuarto de baño. La noche termino más agradable de lo que empezó la tarde. Mi hija estaba un poco más simpática y y eso era ya decir mucho. Durante la cena miraba a mi hija con ese top apretando sus tetas y esas mallas ajustadas y me venía a la mente lo que Yurena me contó sobre lo que había pasado en la habitación de mi hija. Imaginar a Yurena calentando a mi hija me empezó a poner otra vez a despertar mi polla. Pero tenía que dejar de pensar en eso, era una auténtica locura. Qué Yurena terminara follándose a mi hija me ponía caliente pero yo no podía cruzar esa línea. No solo tenía miedo a la reacción de mi hija, tenía pánico a la reacción de mi ex si se llegara a enterar.

Me levanté de la cama desnudo, siempre duermo así. Entré en el baño y me metí en la ducha para despejarme. Me vestí de forma informal, y salí de mi habitación hacia la cocina. Desde allí mientras me echaba un café pude ver que Yurena y María estaban desayunando en la terraza.

-Buenos días madrugadoras. Dije mientras me acercaba hacia ellas y le daba un dulce beso a Yurena. ¿A qué viene levantarse tan temprano? En la cena me comentasteis que teníais planes pero no sabía que fueran cuando casi las calles aún no están puestas. bromeé.

-Teníamos planes de compras para equipar a María en su estancia en Tenerife, pero ha habido un pequeño cambio de planes y primero iremos al gabinete de Laura. Me dijo Yurena.

-¿A Laura? ¿y ese cambio? ¿y os cogerá un sábado por la mañana sin avisar? Le pregunté.

-Vamos por "temas" de chicas, amor. Me dijo mirando a María y al mirar yo a mi hija, esta bajó la mirada avergonzada. Ya avisé a Laura anoche, además al tener su gabinete dentro del Hotel Royal Hideway, siendo tan exclusivo y siendo plena temporada comprenderás que esté abierto todos los días de la semana. Me comentó con cara de "¿ya no te acuerdas de anoche? ".

Y entoces caí...y me acordé de lo que me contó Yurena sobre bikini, pelos, coño e hija.

-Pues cariño, dile a Laura que me lo facture todo a mi y que os de el mejor tratamiento VIP que tenga. Dije como disculpa a mi mala memoria.

-¡¡¡!Si es que eres un sol, amor!!! Gritó. Y se levantó de un salto para colgarse de mi cuello y llenarme a besos. Tranquilo que vamos a quemar tu tarjeta de crédito. Añadió, enseñándome la palma de la mano derecha hacia arriba pidiéndome que le soltara la tarjeta.

-Cariño, te recuerdo que tú también ganas mucha pasta. Dije poniendo cara de resignación, soltándole en la mano mi American Express .

-¿Y sabes cuando tengo más pasta? Cuando tú pagas por mi. Dijo descolgándose del cuello y dándome un cachete en el  culo. Vamos María a cambiarnos y a desplumar a este pardillo. Y salió hacia dentro de casa, contoneando el culo y girando la cabeza para guiñarme un ojo.

María también se levantó y la siguió como un perrito. Yurena tenía a mi hija comiendo de mano.

Se fueron a la media hora. Parecían dos hermanas, vestidas iguales, con sendos vestidos veraniegos blancos de tirantas y por lo que pude ver, sin sujetador. Dos buenos pares de melones. Empezaba a preocuparme que me olvidara que una de ellas era hija mía, cuando pensaba esas cosas. Me sacó de mis pensamientos el sonido de mi móvil de trabajo. Lo cogí, lo miré y vi que era mi secretaría Estefanía. No me sorprendió que me llamara un sábado porque con respecto al trabajo, mis empleados tienen orden de hacerlo, a menos que yo avise de lo contrario.

-Dime Estefanía, ¿que quieres? Dije secamente.

-Buenos días, señor León. Perdone que le moleste, solo era para avisarle que el error de ayer ya está subsanado. El informe sobre el trimestre económico está revisado y corregido con sus anotaciones. Me contestó.

-Prefecto Estefanía. Solo 24 horas de retraso, estarás muy orgullosa de tú trabajo, ¿no? Le pregunté irónicamente.

-Le vuelvo a pedir disculpas, Señor León. Casi podía oir su corazón latiendo desesperadamente y ver las gotas de sudor por su frente. Fue un fallo imperdonable. Le prometo que...

-No Estefanía, no lo hagas mujer. No prometas una cosa que sabes que lo vas a incumplir. Eres muy inútil en tú trabajo y lo sabes. Le interrumpí secamente.

-Yo... lo siento, Señor. Contestó resignada mente.

-Bien Estefanía, tráemelo a casa ahora mismo. Tengo que leerlo, y si tengo que cambiar algo que vuelves a la oficina y lo haces. Le ordené a mi secretaria.

-Pero... Titubeo Estefanía.

-Pero ¿qué? Pregunté rudamente.

-Lo siento Señor León, pero es que ya no estoy en la oficina y el informe está sobre su mesa. Voy en el coche con mi novio, camino de Santa Cruz para pasar el día con sus padres, no pensé que lo querría ver ahora. Se justificaba nerviosamente cuando le corté.

-Me importa una mierda, tráemelo. Y colgué.

No penséis que yo en mi empresa trato de esa manera a mis trabajadores. Al contrario, me consideraba un jefe cooperador y capacitador. Muy accesible a mis empleados.  Tengo una visión de equipo en mi empresa y además me gusta potenciarlos y ayudarlos. Creo que una de las claves de éxito de mi empresa radica en eso. Pero con Estefanía era muy distinto y entre otras cosas por decisión de ella.

Cuando tuve que reemplazar a mi anterior secretaria, Dolores, porque me pidió irse a la delegación que tengo en Madrid, lo sentí mucho porque era una trabajadora ejemplar y muy capaz en su trabajo. No fallaba. Pero sus padres madrileños, estaban enfermos y quería estar cerca de ellos.

No me disgustó para nada el currículum de Estefanía, los estudios cursados y hablar inglés y alemán, la hacían capacitada pero no tenía ninguna experiencia laboral previa. Normal cuando tienes solo 22 añitos y acabas de terminar de estudiar. Me iba a decantar por una chica con mayor experiencia y también muy cualificada de la península, cuando recibí una llamada de mi abogado Javier Sala del Bufete Muñoz & Sala, donde trabaja también Yurena. El mejor despacho de toda Canarias.

-Alex, creo que has entrevistado a una chica llamada Estefanía para el puesto de Dolores. ¿Cómo ha ido? Me preguntó.

-Pues Javier, no la voy a elegir. Carece absolutamente de experiencia y no puedo actualmente perder el tiempo enseñándola con el lío que tengo. Le contesté.

-Alex, contrátala. Es la novia del hijo de "ese amigo" que tenemos en el Cabildo. Y ya sabes lo que tenemos pendiente de aprobar por ellos. Me dijo.

-No me jodas Javier. ¿Hasta esto tenemos que llegar? Le pregunté decepcionado.

-Alex, es lo que hay. Contrátala, cuídala y si no te vale, cuando todo se apruebe la despides. Me contestó.

Y así lo hice. Y como preveía resultó ser un desastre. Tanto que no puede ni esperar a que mi contacto en el Cabildo me arreglara el asunto que decía mi abogado.

-Mira Estefanía. Creo que estarás de acuerdo conmigo que esto no funciona y estamos muy ocupados con el nuevo lanzamiento y sinceramente no puedo estar pendiente de tus fallos ni esperar que te pongas al día.

Tenemos que poner fin a esta relación laboral, Estefanía. Le dije claramente.

-Señor León, por favor no me despida. Me encanta trabajar para su empresa, creo que tengo futuro en ella y le prometo mejorar. Sé que el padre de mi novio presionó para que me diera el trabajo, se encarga de recordármelo cada vez que me ve su madre. Me comentó triste, asustada y con cara de asco al mencionar a la madre de su novio.

-Lo entiendo Estefanía pero no puede ser. He aguantado demasiado. Otros y otras han durado menos haciendo menos cagadas, ¿lo comprendes? Le expliqué. No puedo tampoco trasladarte a otro departamento y creo que lo mejor para los dos es terminar esta relación laboral. Le dije lo más profesional que pude.

-Yo... yo... Decía sin poder dejar de llorar. Yo haré todo lo que me diga, Señor León. Los padres de mi novio son unos elitistas asquerosos que nunca les ha gustado mi relación con su hijo porque soy de familia humilde. Haré todo lo que me pida, quiera y.... ordene. Me dijo mirándome a los ojos sin parar de llorar y sorbiéndose los mocos.

-Lo siento Estefanía, no puede ser y no hay nada que puedas hacer. Le hablé ya secamente.

Entoces cambió su mirada y se volvió desafiante.

-Sé lo de las fiestas en casa de su abogado o en el Club Mystique. Me escupió con desprecio. Me lo dijo mi novio para que tuviera cuidado con usted. Continuó diciendo.

-Ya veo... ¿y crees que me puedes chantajear con esa información? Pregunté divertido. ¿Crees que la mejor manera de conservar este trabajo es metiéndome miedo con eso? Seguí preguntando.

-Bueno...yo ehhh. Comenzó a titubear viendo que no me preocupada nada que supiera ciertos secretos sobre mí.

-Mira Estefanía no sabes absolutamente nada sobre mí y lo que crees saber no es ni un 1% de mis "secretos". Ahora estás despedida sin indemnización ni carta de recomendación. Si quieres llevar tu despido por lo judicial, hazlo. No pago chantajes. Cuando quieras ir a la guerra procura estar siempre mejor preparada que tu oponente. Es el último consejo que te doy. Ahora recoge tus cosas y vete. Le dije dejándola de mirar y centrándome en mi pantalla de ordenador.

Estefanía se quedó petrificada y sin moverse un par de minutos y cuando volví a levantar la vista con la intención de echarla ya de muy malos modos, la vi quitándose el vestido y quedándose en ropa interior. Me quedé mirándola a los ojos fijamente y ella mirándome de igual modo se desabrochó el sostén liberando dos enormes melones.

-Sigues estando despedida. Le dije manteniéndole la mirada.

No se amedrantó y tengo que reconocer que eso empezó a despertar en mi una pequeña reacción. Se cogió de ambos lados de las bragas y se las bajó, sacándosela por los pies y dejándola junto al sostén y el vestido en el suelo a sus pies. Apareció ante mi un coño Rubio, arreglado pero demasiado peludo para mi gusto. Levanté mi mirada de su coño hacia sus ojos de nuevo y su mirada desafiante empezó a cambiar, ahora empezaba a ganar la timidez y esos segundos de arrojo y valentía desaparecieron y bajo la cabeza. Ya no podía aguantar mi mirada. Está bien pensé, una hija de puta que quiere hacerme chantaje por mi vida personal no me interesa, pero una sumisa joven y con buen cuerpo, puede que si. Cogí el móvil y a ella le temblaron los pies.

-Yurena, ¿estás en el bufete? Ahh, estás cerca de aquí, perfecto. Necesito que vengas a ahora a la empresa. Tengo un asunto legal con Estefanía, mi secretaria, que quiero que seas testigo. ¿Veinte minutos? Está bien. No tardes, por favor. Dije colgando y cogiendo ahora el teléfono de mi despacho.

-Carla, desvía las llamadas de la mesa de Estefanía a recepción y hazte cargo de ellas hasta que te avise. Ella y yo tenemos trabajo en el despacho. Que no nos molesten ni interrumpan, excepto la abogada Yurena Sánchez de Muñoz&Sala. Que pasé sin llamar. Le dije a mi empleada de recepción y colgué el teléfono.

-Y ahora Estefanía no quiero que muevas ni un músculo, pestañea lo indispensable y por supuesto no abras la boca. Le dije mientras me levantaba y me ponía frente a ella a escasos centímetros de su cara. No te quiero escuchar ni respirar. Te vas a quedar ahí de pié, con las manos al costado y la cabeza agachada hasta que venga la Señora Sánchez. Si te mueves un milímetro te hago salir así en pelotas de la empresa ¿Entendido? Le pregunté acercando mi boca a su oreja.

Ella solo me miró y asintió una vez con su cabeza y acto seguido se puso en la posición que le había pedido. Yo volví a la mesa no sin antes percibir que los pezones se le habían puesto muy duros. Me senté y anoté mentalmente ese dato. Verás tú que al final vamos a sacar algo bueno de todo esto. Y comencé de nuevo a trabajar sin darle importancia a que tenía una joven de 22 años, de pelo largo rubio natural, de bonitos ojos verdes, desnuda frente a mi, con dos melones de talla por lo menos 120/130 y un coñito y culo que por lo que había visto eran muy apetecibles.

Seguí trabajando como si nada. De vez en cuando miraba a Estefanía y podía comprobar lo mal que lo estaba pasando. Habían pasado 40 minutos desde mi llamada a Yurena y ya llevaba 20 minutos de retraso. El cuerpo de Estefanía estaba lleno de perlitas de sudor y no sabía cómo repartir el peso entre sus piernas, se movía sutilmente para evitar los más que posibles calambres por llevar tanto tiempo en la misma posición. Un poco de sufrimiento no le vendría mal y un tiempo para pensar cuales eran mis planes para ella, tampoco.

A los 50 minutos se abrió la puerta y entró Yurena. Ni se dió cuenta al principio de lo que pasaba en mi Despacho.

-Lo sé, lo sé. Llego casi una hora tarde pero he tenido que hacer una videollamada muy surrealista dentro del coche con un cliente chino. Empezó diciendo sin levantar la vista y yendo directamente al sofá de mi despacho para dejar el bolso y el maletín que llevaba.

-Realmente me da igual tu casi hora de retraso. A ella quizás no le habrá hecho ninguna gracia. Dije señalando a Estefanía.

-¿Pero qué...? Dijo cambiando su rostro a la más de las absolutas sorpresas. Y se acercó a Estefanía dando una vuelta alrededor de ella.

-Siéntate y te explico. Le pedí a Yurena, señalándole unas de las sillas que tengo frente a mi mesa. Y así lo hizo, no sin antes girar la silla hacia Estefanía para poder seguir teniendo una buena visión de ella.

-Esto es más surrealista e interesante que mi vídeo llamada anterior. Estoy alucinando. Dijo mirándome y pidiéndome explicaciones.

-Bueno Yurena, ya conoces a mi secretaria Estefanía hasta hoy. A partir de este momento necesito de tu asesoramiento legal para ver que hago con ella. Le comenté.

-¿Y cómo hemos llegado a esta situación? Me preguntó Yurena.

-Pues la he despedido, me ha intentado chantajear con hacer público ciertas cosas personales que tú sabes, no ha hecho efecto por supuesto y por último intentó ofrecerme su cuerpo, como puedes ver. Te he llamado inmediatamente. Le expliqué muy tranquilamente a Yurena.

-Bien ¿Estefania es así como ha pasado? Le preguntó a ella. Levanta la cara y mírame. Le ordenó.

-Si... Señora. Pero no sé el porqué la ha llamado a usted. Habló Estefanía.

-Me ha llamado a mí porque creo intuir que el Señor León está interesado en tu propuesta al desnudarte y como no es tonto, no quiere unas futuras denuncias por acoso o abuso sexual ¿No es así, Señor León? Me preguntó.

-Así es Señora Sánchez. Estefanía, te voy a proponer algo y quiero que lo pienses muy bien. Solo tendrás unos minutos, porque una vez salgas por esa puerta, será o despedida o con un nuevo contrato. Le dije mirándola a los ojos. No me ha gustado la Estefanía chantajista y si estoy muy interesado en la Estefanía sumisa que he visto después. Y eso es lo que te propongo. Te ofrezco un nuevo contrato de tres años, renovable si todos estamos contentos, como secretaria personal y sumisa sexual. Te doblaré el sueldo y te lo incrementaré un 10% cada año. A cambio, tu cuerpo me pertenecerá a mí y a quien yo decida que puede utilizarlo. 24 horas al día, 365 días al año. Follarás cuando yo te lo permita, incluyendo a tu novio o futuro marido, sea el gilipollas que tienes ahora o el que puedas tener más adelante. No podrás negarte a nada de lo que te pida u obligue hacer. A nada. ¿Me has entendido? Le pregunté.

Estefanía agachó la cabeza.Se le notaba que estaba viviendo una gran lucha interior. Miraba a Yurena, no sé si esperando un consejo o una ayuda, sin saber en ese momento que mi abogada sería de las que más iba a utilizar su cuerpo. Solo encontraba silencio en ella y en mí cuando me miraba.

-Si... Dijo apenas audible.

-¿Aceptas? Le pregunté.

-Si. Afirmó.

-Bien Señora Sánchez, ¿puedes certificar el acuerdo, por favor? Le pedí a mi abogada.

Yurena, que mientras yo estuve explicando a Estefanía lo que quería de ella estuvo escribiendo un pequeño borrador, se levantó de la silla y empezó a grabar con el móvil un video con mi secretaria de protagonista. Estefanía cuando vio el móvil se tapó el coño y las tetas con las manos e intentó esconder la cara.

-De eso nada Estefanía, deja de taparte y ponte recta con las manos al costado y la cabeza erguida. Y mira a la cámara. Le ordenó Yurena. Y le hizo un primer plano de cara, tetas y coño y fue rodeándola mientras le grababa el culo y de vuelta otra vez al frente le tendió un folio manuscrito.

-Ahora mira a la cámara y lee este borrador de contrato por tres años como te ha explicado el Señor León. Después fírmalo. Durante la próxima semana traeré el acuerdo definitivo con la duración del contrato, cantidades y cláusulas para que lo ratifiques. Le explicó Yurena mientras le daba la hoja de papel. Donde pone nombre completo, dices tú nombre completo y donde pone DNI, dices tú DNI y donde pone edad, pues lo mismo. Le indicó Yurena.

Ella cogió el papel y lo leyó. Levantó la vista hacia nosotros, suspiró y comenzó a leer.

-Yo Estefanía Brito Herrera, con DNI 58992110H y con 22 años de edad. Acepto ser secretaria personal y sumisa sexual del Señor Alex León Williams durante al menos, los próximos tres años. Acataré todas sus órdenes y decisiones sobre mí las 24 horas al día, los 365 días del año. Firmo este acuerdo con todas mis facultades físicas y mentales sanas y asumiendo todo lo que conlleva.

Y acto seguido, después de leerlo mirando al móvil de Yurena, se acercó a mi mesa depositó el papel en ella y cogiendo la pluma que le ofrecía, firmó el documento. Me devolvió la pluma y entonces lo firmé yo en el sitio que me correspondía. Igual que hizo Yurena cuando dejó de grabar la escena de nuestra firma y firmó como testigo.

-Bien Estefanía, creo que has hecho muy bien. Puedo intuir que es un paso que deseabas dar en tu vida pero nadie te ha obligado hacerlo, porque Estefanía, sé que prefieres que te obliguen hacer las cosas. Puedo reconocer a un sumisa escondida en el armario. Le dije mientras me levantaba. Ahora ponte de rodillas y pon tus manos en la espalda. Le dije acercándome a ella y poniendo mi paquete a la altura de su cara.

Me desabroché los vaqueros y me saqué mi polla algo morcillona pero que ya presentaba buen aspecto. Los ojos de Estefanía se le iban a salir de sus órbitas, estaba claro que no esperaba una polla gorda de 23cm y tampoco esperaba que me sacara la polla delante de mi abogada por cómo la miraba a ella.

-Tranquila Estefanía, la Señora Sánchez si que sabe todo sobre mí. ¿Donde crees que la conocí? Pues en una de las fiestas de su Jefe. Esas fiestas con las que tú me querías chantajear. Le expliqué mientras me sacudía la polla y salían disparados pequeñas gotas de mi presemen hacia su cara. Y ahora vamos a ver como te comportas. Dije acercando mi polla a su cara.

Cogí mi polla y empecé a refregársela por la cara. Dejándole un rastro mojado por la frente, ojos, nariz, mejillas y labios. Segrego siempre una cantidad enorme de presemen cuando estoy cachondo. Siempre acabo con los bóxer manchados. Ahora que lo pienso, Nani, la asistenta de casa debe de alucinar cuando me lava la ropa.

-Abre la boca. Le dije empujando, ahora sí, mi polla dura sobre sus labios.

No me anduve con miramientos. Tenía que saber de su nueva situación desde un principio. Empujé hasta el fondo de la garganta. Ella no se lo esperaba y casi se le salen los ojos. La saqué y volví a hundirla en su boca. Una y otra vez, cogiéndola por la cabeza, follándole la boca sin piedad. Unas babas espesas y abundantes se le resbalaba por la boca. Hilos gruesos de esas babas le colgaban hacia las tetas. Cuando los capilares de los ojos parecían a punto de estallar, le saqué la polla y pegó una arcada que si hubiera comido hace poco, hubiera echado hasta la última papilla. Lo que echó fueron babas y babas que le cayeron sobre los enormes pechos que tenía.

-Respira, respira, cerdita. Le dije mientras le acariciaba la cabeza. No se está portando mal, ¿verdad Yurena? Le pregunté.

-Creo que has hecho una buena adquisición cariño. Acercándose a mí y comiéndome la boca mientras me cogía la polla. Me empezó a masturbar con su mano izquierda la, agarraba del pelo a Estefanía y le volvía acercar la cabeza a mi polla. Vamos guarra, a seguir comiendo polla. Reviéntale la puta boca a esta cerdita, amor. Me susurró en el oído mientras ella misma empujaba mi polla sobre sus labios.

Yurena deslizó la cremallera lateral de su falda de tubo negra y la deslizó por sus piernas. Sacó sus piernas de ella y se puso a mi espalda. Con sus tacones negros de aguja de al menos 10cm, casi llegaba a mi altura. Me abrazó con su brazo izquierdo y con la mano derecha me acariciaba las pelotas mientras yo seguía follándole la boca a mi nueva cerdita.

-Préñale la boca, Alex. Me susurraba al oído derecho desde mi espalda. Vamos amor, píntale la cara con tú lefa a esta guarra. Me pidió.

Ella sabía lo caliente que me ponía que me tocaran los huevos. Eso, junto con toda esta situación, me tenía cardíaco y cuando Yurena me pedía algo, yo siempre lo hacía.

-¡¡¡Joder me voy a correr!!! Dije entre jadeos procurando no levantar la voz.

Y Yurena me volvió a agarrar la polla y sacándola de la boca de Estefanía, empezó a sacudirla delante de su cara. Mientras con su mano izquierda se frotaba su coño a través del tanga.

-Abre la boca, saca la lengua y mírale a los ojos a tu nuevo Amo, cerdita. Le ordenó a mi secretaria.

Miré hacia abajo y veía la mano de Yurena haciéndome una descomunal paja y a Estefanía frente a mi polla, mirándome a los ojos. Tenía el maquillaje corrido por las lágrimas, los ojos rojos y babas aún colgándole de la boca abierta. Y no pude resistir más. El primer lefazo fue director al fondo de su boca, el siguiente a sus bonitos ojos verde y otro más le entró por uno de los orificios de la nariz. Los siguientes fueron esparciéndose por su cara y a medida que perdía fuerza mi corrida, iba cayendo en su lengua, formándose un pequeño charco en ella. Fue una corrida impresionante.

-Enséñame la boca, cerdita. Le pedí a Estefanía. Y pude ver parte de mi lefa en ella. Escupí dentro de ella. Y ahora trágatelo. Le ordené.

Y eso hizo ella, no sin esfuerzo y con una clara muestra de asco en su cara. Volví a meter mi polla ya flácida en su boca.

-Límpiala cerdita. Le ordené.

Cuando terminó, Yurena la levantó tirándola del pelo y se puso frente a ella. Le metió un lametazo en la cara, recogiendo restos de mi lefa y saboreando el sabor.

-No te limpies la cara aún cerdita, que ahora me toca a mi y me gusta toda esa lefa por tu cara. Le dijo cogiéndola de la muñeca derecha y tirando de ella hacia el sofá de cuero blanco que tengo en mi despacho.

Se sentó en él e hizo arrodillarse otra vez a mi secretaria. Y poniendo el culo al borde del sofá, se abrió de piernas y se echó el tanga a un lado del coño, enseñando su pelado chocho moreno.

-¿Te has comido alguna vez un coño, guarra? Le preguntó.

-No Señora. Le contestó Estefanía tímidamente.

-Pues no te preocupes que yo te voy guiando. Será rápido porque estoy más caliente que una perra. Y diciendo eso le agarró de la cabeza y se la hundió en su coño.

Yo me metí la polla en los bóxer y me abroché los vaqueros, mientras me iba acercando al sofá y me senté en el reposabrazos. Le cogí la pierna izquierda a Yurena para que estuviera más cómoda y le di un dulce beso en los labios que ya los tenía medio abiertos por la excitación.

-Pásame la lengua desde el culo hasta el clítoris, cerdita. No la pongas de punta inútil, ponla plana. Así, así, sigue lamiendo cerda. Le ordenaba Yurena. Escúpeme en el coño y sigue lamiendo, perra. Le pidió mi abogada.

Y ahí siguió Estefanía lamiendo coño durante 10 minutos mientras Yurena le agarraba la cabeza con las dos manos. Yo con la mano derecha le desabroché los botones de la blusa blanca que llevaba y le descubrí un bonito sostén negro de encaje.

-Ahora sube la boca al clítoris y lámelo. Así puta, así. Decía. Chúpalo guarra. Le ordenaba mientras movía la pelvis para aumentar la fricción con la cara de Estefanía.

Conociéndola, no tardaría mucho en correrse. Mientras yo deslizaba mi mano derecha dentro del sostén y le cogía entre mis dedos el pezón derecho. Noté el piercing y tiré de él.

-Joder Alex, que bueno. Me voy a correr en la puta cara de esta cerdita. Me dijo mirándome con cara de vicio.

Subió la velocidad del movimiento de cadera. Le estaba follando la cara como yo había hecho antes pero con el clítoris, mientras le agarraba de los pelos. Y entonces me incorporé un poco del reposabrazos. Con la mano izquierda le agarré del pelo a Estefanía, retirándola un poco del clítoris y con la mano derecha empecé a masturbar furiosamente el clítoris de Yurena.

- Abre la boca cerdita y pégala al coño. Le pedí a mi secretaria.

Y Yurena se corrió...

Mi Diosa Canaria siempre se corría como si alguien abriera el grifo de una bañera. Era abundante y viscoso. Puro sabor y olor a sexo. Y mientras se corría, yo no dejaba de frotarle su clítoris y le comía la boca. Estefanía no dejaba de tragar.

-Traga puta, traga. Le decía yo.

Poco a poco, Yurena iba bajando la intensidad del movimiento de sus caderas y de su corrida. Levanté la cara de Estefanía tirando de su pelo y parecía como si fuera un pequeño pez fuera del agua buscando desesperadamente aire. No pude aguantarme y le comí la boca y le lamí la cara. Jugar con los flujos era lo que más cerdo me ponía. Fui hasta dulce con ella, metiéndole la lengua y besándola largamente, buscando su lengua. Le lamí un poco más su cara y con todos esos restos recogidos por mi boca, me incliné a besar a Yurena. Nos dimos un beso largo y húmedo, durante varios minuto. Sin prisas y sin importarnos que nuestra nueva cerdita estuviera ahí quieta, mirándonos, arrodillada y de alguna manera derrotada.

-Y esto Estefanía, es una de las cosas que te esperan a partir de ahora. Y créeme si te digo que ha sido muy light, muy vainilla. Espérate cosas peores. Le dije a mi nueva cerdita. Recoge toda tu ropa, entra en mi baño, arréglate y vuelve al trabajo. Le ordené.

Me senté al lado de Yurena y la rodee en mis brazos mientras veíamos a la cerdita recoger todas sus cosas y encerrarse en el baño. Nos miramos y nos volvimos a besar dulcemente.

-¿Qué te parece? Le pregunté a Yurena.

-Muy verde pero creo que nos servirá. Contestó

-Es lo que más me gusta de ella, lo verde que está y lo que nos queda por hacer con ella. Le comenté con media sonrisa.

Y entonces sonó el timbre de mi casa.

Debía de ser mi secretaria y mis pensamientos volvieron del pasado reciente. Habían pasado 6 meses desde que ocurrió esa primera experiencia con Estefanía. Y en el curro había mejorado muy poco pero como cerdita había evolucionado mucho. Me levanté para abrir la puerta.