Mi historia (II) Espiando desde detrás del sillón
Explorando aún más mi propio placer a la vez que espío a una pareja de jóvenes mientras cogen
Esta es la continuación de mi relato anterior, los eventos narrados aquí ocurrieron pocos meses después del final del relato anterior.
En aquellos años solíamos vacacionar cada verano en un pequeño pueblo en los alrededores de la ciudad de Cuernavaca, México. El pueblito no tenía cosas espectaculares, pero era acogedor, con buen clima y un ambiente que permitía despejarte. Mi padre había vivido un par de años cerca de aquel lugar durante su infancia y había desarrollado una gran conexión con el lugar, razón por la cual acostumbrábamos ir cada verano, si salíamos en el invierno íbamos a distintos lugares, pero en verano siempre íbamos aquel lugar, en especial desde un par de años antes, cuando habíamos descubierto un hotel que nos había resultado bastante agradable, lo que reforzaba aún más nuestra costumbre de ir cada año.
El hotel se ubicaba en un terreno amplió, donde había instalaciones para diversas actividades: canchas para fútbol, baloncesto y tenis, varias piscinas, columpios, senderos para caminar, áreas con juegos infantiles, etc. No parecía diseñado para hospedar a una gran cantidad de gente, parecía más bien que la filosofía de quien lo había diseñado era ofrecer hospedaje a pocas personas, pero con una gran cantidad de actividades diferentes para los huéspedes en un espacio lo suficientemente amplio como para que el contacto con otros huéspedes no fuera mucho.
Los espacios para hospedarse consistían en bloques de cuatro o cinco cabañas hechas de madera, cada una junto a la otra, además estos bloques se agrupaban en conjuntos de dos, uno frente a otro, con el espacio entre los dos bloques acondicionado como un área común, con algunas mesas y sillas en el centro. Todo este espacio central estaba cubierto por un tejado, en el frente de cada cabaña había además un pequeño sillón con una mesa, con cada uno de estos sillones asignado a cada cabaña.
La distribución por dentro de las cabañas era sencilla: al entrar se llegaba a una pequeña sala y comedor, a la izquierda había una puerta que llevaba a una habitación con ventana hacía la zona común; al fondo estaba una segunda habitación con ventana hacia la parte trasera; y en medio de las dos habitaciones estaba el baño. Cuando uno entraba se daba cuenta que la construcción no era totalmente de madera: los muros externos estaban construidos con ladrillos y el muro externo había sido cubierto con tablones, excepto por el muro frontal que daba al área común techada, este último muro sí era únicamente de madera. Lo anterior parecía una decisión extraña, tal vez no fue planeada desde un inicio y fue producto de alguna remodelación que incluyó derribar aquellos muros. En consecuencia, este muro permitía que, si uno se colocaba en la parte delantera de la casa, uno pudiera asomarse por en medio de los tablones y ver la sala o bien la habitación delantera, sin importar si las cortinas estaban cerradas.
A mí me agradaba mucho el lugar en general, sentía que iba bastante con mi personalidad solitaria e introvertida, podía pasar buena parte del día paseándome por todas partes y explorando por ahí, ese año en particular no había mucha más gente en el hotel. Durante el segundo día de nuestra estancia recuerdo haber pasado buena parte de la tarde caminando, en algún momento había encontrado una pequeña pelota, de color azul y de un par de centímetros de diámetro. Estaba abandonada cerca de unos arbustos, la tomé, intenté identificar al dueño y como no había nadie cerca a quien pudiera pertenecer, la conservé.
Más tarde ese día, me encontraba en la zona común donde estaba la cabaña en la que me hospedaba con mi familia, no había nadie más que yo en el área. Yo estaba sentado en una silla ubicada al centro, frente a mí a un par de metros había colocado otra silla, yo jugaba solo a lanzar la pelota contra la otra silla, tratando de que rebotara contra el respaldo y regresará hacía mí. Eran cerca de las 9:30 de la noche, no era tan tarde como para regresar aún con mi familia, quienes habían salido también a pasear, algunas de las cabañas tenían las cortinas cerradas pero las luces todavía encendidas, otras tenían tanto las cortinas cerradas como las luces apagadas.
De vez en cuando la pelota rebotaba lejos de mí y debía ir hasta donde se había detenido para recuperarla. En cierta ocasión la pelota rebotó y se dirigió hasta una de las cabañas más lejanas al centro, me dirigí hasta donde creía que se había detenido, después de pasar algunos segundos buscándola sin éxito, creí que quizá había quedado debajo del sillón correspondiente a aquella cabaña. Me asomé debajo del sillón, la poca luz disponible por las lámparas de la zona común me permitieron ver que la pelota se encontraba justo atrás del sillón, en el espacio entre la parte trasera del sillón y la pared de la cabaña, por simplicidad, me arrastre sin levantarme por unos centímetros hasta el costado del sillón y me estiré un poco para alcanzar la pelota, estaba aún un poco lejos de mí, así que me estiré un poco más para tratar de alcanzarla, quedando apenas a un par de centímetros de mis dedos, tenía la opción de levantarme y sólo dirigirme atrás del sillón para ir por ella, pero parecía más viable hacer un esfuerzo mayor para tratar de alcanzarla, por lo que volví a estirarme para tratar de alcanzarla una vez más haciendo un mayor esfuerzo, mientras lo hacía me parecía escuchar algunos ruidos provenientes de la habitación de aquella cabaña, la cortina estaba cerrada pero la luz de la habitación delantera seguía encendida por lo que deduje que quienes se hospedaban en ella estaban dentro y se encontraban despiertos.
Finalmente pude alcanzar y tomar la pelota, en ese momento decidí tomar un momento sin moverme pues me llamaban la atención aquellos ruidos que escuchaba, al poner más atención parecían ser suspiros, en ciertos momentos incluso podrían catalogarse como gemidos. Una gran curiosidad me invadió.
Volteé hacia las otras cabañas y el resto del área común, tratando de descubrir si podría haber alguien viéndome, parecía que no era así, así que discreta y lentamente gateé hasta la parte trasera del sillón, concluí que nadie podría verme pues el sillón cubriría mi silueta, me acerque a la pared de lo que sería la habitación, y traté de encontrar algún punto por el que pudiera observar hacia adentro, encontré una división entre dos tablones lo suficientemente grande como para tener una buena vista de una parte considerable de la habitación, podía ver la cama a un par de metros frente a mí, sobre la cual había una pareja de jóvenes adultos, probablemente cercanos a cumplir los treinta años, él estaba acostado y ella estaba acostada sobre él, estaban abrazados y se besaban intensamente, ambos tenían puesta únicamente la ropa interior, y suspiraban. Después de unos segundos ella se desabrochó el brasier y lo dejó caer a un lado de la cama, después se levantó de la cama y le ayudó a él a deshacerse de su ropa interior, ella lo besó una vez más y le sonrió, después bajó lentamente hasta su entrepierna y comenzó a besar su verga, al principio sólo besando tímidamente su glande, pero con besos cada vez más profundos, se veía como ella rodeaba una porción más grande del pene con sus labios, hasta llegar al punto en que sus labios cubrían toda la cabeza del pene, cuando la había cubierto toda, rápidamente engulló el resto de aquella verga hasta donde su garganta se lo permitió y comenzó a darle una mamada más intensa.
―Ahhhh, sí… no pares por favor ― Se escucha como él comenzaba a gemir un poco más ―. Ahhhh.
Ella era delgada, con piel un poco morena, su cara era muy adorable y muy juvenil, su cabello largo le llegaba a la mitad de su espalda. Tenía un trasero que no era exuberante, pero con un tamaño considerable. Sus pechos eran más bien pequeños pero la silueta de sus pezones erectos me resultaba tan atractiva.
―Ohhhh ― él suspiraba cada vez más.
―Shhh, los vecinos podrían escucharnos ― ella paró por un momento, preocupada.
Ella continuó por un par de minutos más, hasta que él la aparto y la condujo a acostarse de nuevo en la cama, él se colocó sobre ella y comenzó a besar sus pechos, lentamente fue bajando hacía su vientre, cuando llegó a la entrepierna le retiró su ropa interior y comenzó a besar su pubis y fue bajando con dirección a su zona vaginal, él continuó practicándole sexo oral por unos minutos, yo podía ver como hacía movimientos con su lengua alrededor de su clítoris, de momento paraba y pasaba su lengua alrededor de los labios vaginales e introducía su lengua en su cavidad vaginal, o al menos eso era lo que yo podía percibir desde la distancia en la que me encontraba.
Ella gemía de manera tímida, pero parecía que lo estaba disfrutando bastante a la vez lo reprimía, probablemente para no molestar a otros huéspedes.
―Creo que estoy lista, quiero sentirte dentro ― murmuró ella, mientras acariciaba su rostro y le sonreía.
Él se incorporó y se tendió sobre ella apoyándose en sus propias piernas, tomó un condón que estaba cerca de la cama y comenzó a colocárselo. Él era de estatura promedio, ligeramente fornido, con cierto atractivo, sin ser feo ni guapo tampoco, su pene medía unos 15 centímetros, quizá un poco más, completamente recto, yo observaba cómo desenrollaba el condón sobre él. Cuando terminó de ponerlo se acercó más a ella, se besaban profundamente y pegaban cada vez más sus cuerpos, él tomó su pene, y lo llevó hacía la vagina de ella. Apenas entró un poco, ambos lanzaron un suspiro al mismo tiempo, el continuó entrando poco a poco, pero a un ritmo constante, cuando terminó de entrar, ambos lanzaron un suspiro nuevamente y se besaron, después él comenzó a hacer movimientos con su cintura, ambos gemían despacio, ella solía besarlo con bastante frecuencia, quizá tratando de hacer menos ruido.
―Ahhhh, sigue, por favor hazlo más rápido ― Le pidió ella mientras lo volvía a besar mientras él aceleraba el ritmo.
Yo estaba atento al otro lado de la pared, podía sentir mi verga dura bajo mi ropa, llevé mi mano sobre ella y hacía pequeños círculos sobre ella, frotándola discretamente, no podía hacer nada más por si alguien llega a verme pudiera mentir diciendo que sólo estaba ahí buscando la pelota. En ese momento noté que ellos se detuvieron, ella se incorporó y se puso en cuclillas quedando de espaldas a mí, podía ver su trasero. Él la besó por un momento, para luego colocarse detrás de ella, acercó su pene de nuevo a ella y continuó penetrándola.
Él acariciaba sus nalgas con una de sus manos, poco a poco iba acariciando cada vez más cerca de la unión de sus nalgas, acercándose a su ano lentamente, y haciendo un masaje con su dedo sobre ese pequeño orificio. Ella llevó sus manos a sus nalgas y las abrió un poco más mientas comenzaba a gemir un poco más que antes, el sacó su verga de su vagina y comenzó a frotarla cerca de la entrada del culo de ella.
―Ahhhh, no… no me he preparado hoy ― Le dijo ella.
―Por favor, ya lo hemos hecho antes y ambos lo disfrutamos… ― Él daba algunos besos en su espalda acariciaba su ano con su pene y se veía que ejercía cierta presión, pero sin llegar a intentar penetrarla.
―...Sabes que me encanta …ahhh … pero es que hoy no estoy lista, te prometo que pronto lo repetiremos.
Él siguió penetrándola vaginalmente, ambos gemían cada vez más, pero con moderación, ella llevó su mano a su vagina, mientras acariciaba su clítoris y se veía que son dedo índice tratando de recoger sus fluidos vaginales, posteriormente llevó ese mismo dedo a su orificio anal y comenzó a introducirlo. Dejó escapar un profundo e intenso gemido, que se sintió interrumpido, fue como si olvidara por un momento tratar de evitar hacer ruido y luego lo recordara. Continuaron por un rato con esta doble penetración.
―Voy a venirme ―Le dijo ella mientras metía y sacaba su dedo de su culo tratando de seguir el ritmo con él que la penetraba. ― Por favor hazlo más rápido …ahhhh.
Ella suspiraba cada vez más rápido, de repente lanzó otro gemido contenido, más profundo que cualquier anterior, se vio como insertó su dedo tanto dentro de ella como pudo, y se pegó a él tanto como pudo para poder sentir todo el pene dentro de ella.
Pasaron unos segundos así, apenas moviéndose, hasta que finalmente ella se separó de él. Ella rápidamente le retiró el condón y siguió realizarle sexo oral.
―Ohh, me voy a venir…― Él tomó su verga y comenzó a masturbarse mientras ella seguía besando la punta de su verga, el semen caía sobre el pecho de ella y algunas gotas en su cara.
Pronto ambos se levantaron y se dirigieron hacía el baño, un par de minutos después ambos regresaron y se acostaron en la cama mientras seguían abrazados y platicaban.
Yo me alejé lentamente y regresé a la cabaña con mis padres, ellos aún no habían regresado y al revisar mi teléfono noté un mensaje donde decían que regresarían un poco más tarde pues habían ido a buscar algo para cenar. Rápidamente me fui a mi habitación donde tuve una extensa sesión masturbatoria recordando todo lo que acaba de presenciar.
Al día siguiente continué pensando y fantaseando con lo visto la noche anterior, en especial no me dejaba tranquilo la promesa que ella le había hecho a él, le había prometido dejarla follar por el culo. Para mí, no sólo se sentía como una promesa que ella le había hecho a él, sino también como una promesa que, sin saberlo, ella me había hecho a mí: no podía esperar a ver aquel espectáculo. Pasé todo el día impaciente esperando a la noche, cerca de las diez de la noche volví a ir, me volví a esconder discretamente detrás del sillón como el día anterior, traté de observar, pero la luz estaba apagada, al poner atención confirmé que ambos se encontraban ahí, pero dormidos, podía escuchar su respiración, decidí esperar con la esperanza de que despertaran, permanecí cerca de una hora conteniendo las ansias con dificultad.
El tiempo pasó y acercaba mi hora de regresar con mi familia y no había señales de que ellos fueran a hacer algo, resignado y entristecido regresé a cenar con mi familia.
Aquella noche antes de dormir no dejé de fantasear con poder haberlos visto, me entristecía la idea de que lo hubieran hecho más antes de cuando yo había estado ahí, o más tarde, incluso podrían estar haciéndolo en ese preciso instante. Me sentía decepcionado, la excitación y la expectativa frustrada eran tan altas que no empecé a sentir que algo dentro mí me llamaba, sentía un pequeño escalofrío que recorría todo mi cuerpo y se dirigían a un solo lugar: mi propio ano. La excitación era incontenible, pero no tenía nada a la mano para ayudarme y sólo podía usar mis dedos: me puse en cuatro sobre mi cama, de la manera en que lo había visto hacerlo a ella, usé mi saliva para lubricarme y llevé mi dedo a mi pequeño orificio, podía sentir mi calor interno, abría cada vez más más mis piernas, para facilitar la penetración y sentirme más expuesto. Me tenía en éxtasis la idea de que alguien pudiera estarme viendo de la forma en cómo yo había estado espiando a aquella pareja.
Continué un rato introduciendo mi dedo, cuando estaba cerca de mi orgasmo un sentimiento me invadió, este orgasmo debía ser compartido con aquella pareja, decidí prohibirme a mí mismo terminar, quería primero esperar a poder verlos a ellos y acompañarlos, fue difícil, al sacar mi dedo de mi culito podía sentir como éste palpitaba, como invitándome a seguir y concluir mi placer. Al final logré contenerme y me fui a dormir.
Emocionado, al anochecer del siguiente día volví a esconderme donde siempre, decidí llevar un pantalón holgado, lo suficiente como para que me permitiera masturbarme por debajo de la ropa si fuera necesario o deseable. A diferencia del día anterior, la luz de la habitación estaba encendida, ambos estaban acostados abrazados mientras miraban la televisión, me acomodé a un lado del sillón, al principio no ocurría nada, no fue hasta después de unos largos 20 minutos que dejé de escuchar el ruido de la televisión.
Al volver a mirar, noté que ahora él estaba solo en la habitación y la televisión estaba ahora apagada, entonces ella entró, estaba totalmente desnuda, él estaba sentado en un borde de la cama, ella se acercó a él y comenzaron a besarse. Mientras él la abrazaba por la cintura, ella lo tomó de las manos y las llevó hacía sus nalgas, acercándolas a la entrada de su culo.
― ¿Te gusta? ―Le pregunta ella, mientras él comienza a acariciar su cerrado orificio lentamente mientras ella lanzaba un profundo suspiro. ―Hoy quiero hacerlo sólo por aquí…―en ese momento él comenzó a insertar su dedo en el culito de ella. ―Ahhh.
Ella comenzó a hacer movimientos con su cadera sobre el dedo de él, como si lo estuviera cabalgando.
― Me encanta, y me encantas tú ―Él le respondió mientras empezó a introducir más su dedo en el culito de ella.
En ese momento ella se levantó, y se recostó boca abajo sobre la cama, él se incorporó, y comenzó a desnudarse por completo y se dirigió a buscar unos condones en un cajón, mientras tanto, ella usaba sus dedos para ir dilatando más su ano, al principio con un dedo, y pronto pasando a dos dedos. Cuando él regreso con ella, se arrodilló frente a la cama y comenzó a besar sus piernas dirigiéndose directamente hacia sus nalgas, no pasó mucho para que se encontrara besando su pequeño orificio, pronto ella empezó a gemir, con más intensidad que la última vez, pero se seguía sintiendo ese cuidado para evitar ser tan ruidosa.
Primero él realizaba círculos con su lengua alrededor de su culo, posteriormente empezó a ejercer presión con su lengua, abriendo poco a poco su culito que ya estaba algo dilatado por las estimulaciones previas.
―Me encanta que hagas eso, ahhhh… Por favor, hazlo más profundo…
Él alternaba entre sus dedos y su lengua para penetrarla e irla dilatando más poco a poco. Finalmente, él se puso de pie, se colocó un condón y empezó a frotar su verga contra las nalgas de la chica. Al tiempo yo metí mi mano debajo de mi pantalón, comencé a acariciar la entrada de mi culo, pronto introduje un dedo y comencé a hacer movimientos de mete y saca.
Ella se hallaba de nuevo en cuatro como el primer día, o como yo la noche anterior, de espaldas hacía la ventana, desde mi perspectiva, yo podía ver al chico de espaldas que no me dejaba ver el cuerpo de ella, sólo podía ver sus piernas y manos sobre la cama. Colocó su pene en la entrada de su ano, deduje aquello porque ella soltó un profundo suspiro y él pegaba su cuerpo cada vez más ella como si fuera penetrando su culito, al hacerlo los dedos de los pies de ella junto con los músculos de sus pantorrillas se tensaron, cuando él se detuvo, ella comenzó a respirar más profundo y trató de ir relajando sus músculos.
―Por favor, sigue, no la saques― Le dijo ella después de unos segundos y acostumbrado a la inserción, al tiempo que con su mano empezaba a masturbar su clítoris.
Él comenzó a moverse, al principio con un ritmo lento, aumentando la velocidad cada vez más, ella gemía cada vez con mayor intensidad, llegó un punto donde se dejó caer más sobre la cama, tapando su boca con las cobijas para tratar de hacer menos ruido. Yo aumenté el ritmo de mis propias penetraciones, tratando de igual el ritmo que ellos llevaban, llevé mi otra mano a mi polla y hacía ligeros movimientos para frotarla.
Después de unos cinco minutos, él se detuvo, lentamente fue sacando su verga, se escuchó un sonido de vacío al momento de que abandonó el interior de ella. Él se acostó sobre la cama, la chica permanecía en cuatro, podía ver como su ano se contraía, se abría y se cerraba. Pronto se levantó y se colocó sobre él, dándole la espalda y mirando hacía la ventana. De forma instintiva aparté mi mirada para esconderme, creyendo que podría verme, tras recuperarme de la perturbación, volví a mirar, ella tomaba la polla de él y la dirigía nuevamente a su pequeño orificio. Podía verla a ella en su máximo esplendor, con las piernas totalmente abiertas hacía donde yo estaba, podía ver su vagina ligeramente cubierta de vellos, completamente abierta, exhibiéndose completamente.
Lentamente se dejó caer sobre la verga, engulléndola poco a poco hasta llegar a su base, entonces ella inició un movimiento que iniciaba desde sus piernas para balancearse sobre aquella verga. Yo sin darme cuenta masturbaba mi culito de forma automática, había estado presenciando todo este espectáculo sin pensar en lo que yo mismo hacía, era como si mi mano imitara automáticamente lo que veía en la pareja que estaba frente a mí.
La chica había comenzado a acompañar la penetración con estimulación en su clítoris, cada vez aumentaba más el ritmo, mientras él acariciaba sus pechos, yo la envidiaba tanto a ella, aunque al principio una parte de mí deseaba poder haber sido yo quien había follado aquel culo, ahora mi morbo giraba alrededor de fuera yo quien era follado esa manera.
―Me encanta, siento que estoy tan cerca―.
―Ohhhh… creo que estoy corriendo… ahhh me voy a venir en tu culo…―.
―… ¡Me voy a venir también! siento que me estoy viniendo― Ella respiraba más agitadamente, y veía como sus piernas empezaban a temblar.
Ella aumento un poco más el ritmo, hasta que repentinamente se detuvo, soltando un pequeño grito ahogado, al mismo tiempo se notaban las contracciones que él tenía mientras se venía, depositando su leche en el condón dentro del culito de ella. Ella cerró sus ojos y respiraba profundamente, podía observar cómo se contraían sus músculos pélvicos alrededor de la polla de su pareja. De alguna manera me sentía tan parte del acto, casi podía jurar que aquellas contracciones también eran mías.
Se quedaron unos segundos quietos, que a mí parecían eternos, cuando finalmente se dejaron caer sobre la cama, en ese momento yo noté que también me había corrido, dejando manchada mi ropa y mi mano. Realmente había compartido aquel momento con ellos, posiblemente me había corrido a la par de ellos y yo estaba tan enajenado observándolos que no fui consciente de mi propio placer y no sabía ni en qué momento me había venido.
Después de un rato y al haberme recuperado de mi propio orgasmo me levanté y me fui a mi habitación.
Al día siguiente, volví a dirigirme a la habitación por la noche sólo para descubrir que la pareja había dejado el hotel, pocos días después nosotros también nos fuimos, Aunque jamás volví a ver a aquellos jóvenes, la experiencia formó parte de mis fantasías recurrentemente durante mucho tiempo después de ese viaje.