Mi Historia I. La llegada. (Revisado)

Llegada y Presentación

Como os conté, tras mi divorcio traumático y mi mudanza a Tenerife, mi relación con mi hijas eran escasa y conflictiva. La peor era mi hija mayor. Influenciada claramente por mi ex, me odiaba y su desprecio era evidente en las pocas conversaciones telefónicas o por whatsapp que tenía con ella. Con su hermana al ser más pequeña era un poco diferente pero iba camino de imitar a su hermana mayor.

Nuestros contactos cara a cara eran en las vacaciones que me correspondían o cuando volvía a Madrid para ver a mis padres ocasionalmente. Pero muchas veces me quedaba con las ganas de verlas y muchas vacaciones ni siquiera querían venir a verme. Al principio estas situaciones me ponían furioso y metía por medio a abogados y a la justicia, pero llegó un momento que dije: "A la mierda", si no querían hablar conmigo ni verme, que les dieran mucho por el culo.

En 10 años sólo vinieron en tres ocasiones de vacaciones a Tenerife juntas, por eso me sorprendió que el pasado verano mi hija mayor quisiera venir, aunque después descubrí el por qué.

María no tuvo un buen año en el Instituto, más bien tuvo un año horrible con malas actitudes personales incluidas. Esto hizo que mi ex la castigara con todo el verano recluida para estudiar y sin salir de fiesta, entonces mi hija mayor se acordó de mí y le dijo a su madre que este año si se iba de vacaciones con su padre. A su madre casi le dió algo pero no se podía negar legalmente, eso sí, me llamó muy indignada como si la idea hubiera sido mía para darme las indicaciones de qué podía hacer y no hacer la niña por estar castigada. Indicaciones que evidentemente me las iba a pasar por los cojones. Además me dijo que la pequeña no la enviaba porque tenía campamento de verano y que la niña prefería estar con sus amigas a verme. Yo feliz porque ya todo me importaba una mierda y además una niña de 10 años requería más atención que una adolescente.

Así que ahí estaba yo, un Viernes 2 de Agosto a las 18 horas en el aeropuerto de Tenerife Sur esperando a mi hija María. Hacía casi dos años que no la veía y evidentemente había cambiado mucho. Se estaba convirtiendo en una mujer, aunque seguía teniendo la cara de niña de siempre. En eso salió a mi ex, siempre con cara aniñada y guapísima. Llevaba el pelo muy corto, teñido de negro oscuro, se había puesto un piercing en la nariz y llevaba unas rallas negras gruesas en los ojos azules que con la piel tan blanca que tenía le hacía tener un look bastante funesto. Por lo demás, bajita como su madre, tetona como su madre y culona como su madre.

-Hola, ¿dónde está el coche? Me dijo soltando la maleta y una mochila a los pies. Me olvidaba, el carácter... como su puta madre.

-¡Hola Papá!, ¿me alegro de verte, Papá? ¿gracias por dejarme venir de vacaciones, Papá? Le contesté con sorna y ella me respondió con una mirada perdonándome la vida. En el Parking, por la puerta del fondo. Le indiqué.

Gracias a Dios que desde el aeropuerto Tenerife Sur a Los Cristianos donde yo vivía, solo había 15 minutos de coche, porque solo abrió la boca para decir tres monosílabos a las preguntas que le hacía. Iba a ser un mes muy largo me temía.

Llegamos a casa, un ático con una gran terraza con vistas al mar, lo mejor de la casa, y al ser el último bloque de la urbanización muy protegido de vecinos mirones. Allí en la terraza estaba Yurena, tomando el sol en topless, si no esperara a mi hija estaría en pelotas, viniendo hacia nosotros desde la terraza al Salón.

La que no esperaba a Yurena era mi hija María, que se quedó muy cortada viendo como una mujer de 26 años, bronceada que le sacaba una cabeza, con dos enormes pechos naturales y un tanga minúsculo, le plantaba dos besos en la cara.

-¿Qué tal María? Soy Yurena una amiga de tu padre. ¿Bien el viaje?

-Bien... dijo mi hija tímidamente.

-¡Pero si eres un bellezón mi niña!, tu padre no me había dicho lo guapa que eras y como no tiene fotos de sus hijas por aquí a la vista... dijo Yurena con  un tono difícil de descifrar, aunque conociéndola como la conozco, era un dardo envenenado. Cabrona.

-Ya sabes que si no me mandan fotos, no puedo ponerlas. Dije yo metiendo un poco más el dedo en la herida. Anda María, te enseño el piso y tu cuarto que desde la última que viniste cambié de casa hace poco.

-Pues yo chicos sigo tomando el sol un rato más. María ¿Por qué no te cambias y me acompañas? Que hay que quitarte ese blanco de ciudad que traes. Aún queda unas horitas de sol que aprovechar. Dijo Yurena.

-Ehh, no sé, es que estoy un poco cansada. Le contestó María.

-Bueno dejemos que se acomode y que después haga lo que quiera. Dije yo llevándola hacia su habitación.

Salimos del Salón-Comedor que por un lado daba a la enorme terraza y por el otro a una amplia cocina abierta con una isla en medio. Entramos por el pasillo que daba a las habitaciones donde había un cuarto de baño amplio, mi estudio/despacho y una habitación de invitados, por la falta de visitas de mis hijas no tenía la necesidad de tener preparadas unas habitaciones para ellas. Y al final frente a la puerta de la habitación de invitados estaba mi habitación, con cuarto de baño propio y vestidor.

-La habitación de invitados es la tuya. Le dije después de enseñarle todo el piso.

-Claro, no soy tonta, es la única que está libre ¿Y si hubiera venido Eva? Porque tienes dos hijas. Me soltó con desdén.

-Si hubiera venido Eva, pues compartirías cama con ella. Mira María, te estoy haciendo un favor para que no te comas un mes de mierda encerrada en Madrid. Así que ves cambiando el tono de voz, tus miradas de desdén e intenta pasártelo lo mejor que puedas sin tocarme los cojones, ¿oído? Le dije con cara de mala leche. Y ahora, o descansas o te cambias y sales a la terraza o haces lo que te salga del coño pero sin molestar.

Cogió la maleta y la mochila y entró en la habitación dando un portazo. Entré en mi habitación para cambiarme, me puse mi bañador y me di cuenta que no tenía otro que no fuera boxer. Elegí uno negro de Dolce & Gabanna. Por un momento me sentí incómodo de ir marcando polla estando mi hija en casa pero fue solo eso, un momento. A la mierda pensé, si mira que se sienta orgullosa de tener un padre con este pollón.

Cogí un par de botellitas de agua helada y me fui a la terraza. Allí estaba Yurena, tumbada de espalda, con el hilo del tanga rojo desaparecido entre su culazo, su rizado pelo recogido en un moño y unas enormes gafas de sol.

-Toma amor, agua. Le puse la botella junto a su hamaca.

-La verdad preferiría una rayita, comerme ese rabo gordo que tienes y una buena ración de lefa. Me soltó, sonriendo. ¿Ese portazo que he oído significa te quiero Papi? Siguió diciendo mientras sonreía más todavía.

-(Ja, Ja, Ja...) Por supuesto, ya te dije que mis hijas me adoran y la mayor más. Le dije riéndome. Me temo que meternos "fiesta" y darte rabo lo tendremos que dejar para la intimidad. Además voy servido, esta mañana le he dado por el culo a Estefanía en la oficina, me he vaciado en su culo, le he puesto un tapón y le he dicho que no se lo quitara hasta esta noche cuando le esté follando su novio. Le dije con cara divertida.

-¿Que ha hecho mal esta vez esa zorra? Me preguntó Yurena. Que desperdicio de leche, con lo que me gusta a mi rebañar un buen culo lleno de tu lefa. Añadió relamiéndose los labios carnosos.

-Otra vez se ha equivocado en un informe. Que te voy a contar, es una inútil pero sabes que una sumisa jovencita no es fácil de encontrar. Le contesté suspirando.

-Sobre tu tener a tu hija aquí, te dije que sería mejor que me fuera a casa y os dejara más intimidad. Se ve que tenéis mucho de que hablar. Me dijo más seria, levantándose las gafas de sol y dejándome ver sus grandes ojos grises donde siempre me pierdo en su inmensidad.

-No Yurena, lo que me faltaba. Mis fines de semana contigo son sagrados. Y te agradezco de corazón que no me dejes solo y que estés aquí haciéndolo más fácil para los dos, pudiendo estar follando y de fiesta por ahí después de una semana dura de trabajo. Le dije mientras le acariciaba la mejilla derecha. Gracias. Y bajé la cabeza para darle un dulce beso en los labios mientras perdía un dedo entre su culo perfecto.

-De nada amor, lo hago encantada. Sabes que el Lunes ya estoy de vacaciones. Si quieres el Domingo vuelvo a casa y me traigo más ropa. Me temo que necesitarás ayuda con esa adolescente cabrona que tienes ahí dentro. Además, tú aún trabajarás algunos días entre semana, ¿no? No puedes dejarla sola. Me comentó con esa voz melosa, con acento canario pero un poco diluido por haber estado tantos años estudiando en la península.

-Eso sería pedirte demasiado, Yurena. La niña se puede quedar sola o llevármela a la oficina. Y si se aburre que se joda...

Y no pude terminar de hablar porque sentí que alguien entraba en la terraza por mi espalda. Solo instintivamente saqué mi dedo del culo de Yurena.

-Tienes razón. No necesito ninguna niñera, no soy una cría. Dijo mi hija. Y joderme ya lo hacen muy bien en Madrid, en todos los sentidos.

Añadió tumbándose en otra hamaca más alejada de nosotros, poniéndose unos AirPods y escondiendo sus ojos en unas gafas de sol. Se había puesto un bañador de cuerpo entero blanco, demasiado pequeño para las tetas y el culo que gastaba mi hija. Yurena y yo nos miramos, yo hice una mueca de resignación y ella me devolvió una sonrisa cómplice.


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