Mi historia...

Agapita conoce la zoofilia de una manera "Natural" día a día conoce algo nuevo de su cuerpo y su acompañante "Metiche"

Soy Agapita y está es mi historia

Actualmente tengo 35 años y mi cuerpo conserva unas buenas y deliciosas tetas que estrujo en cada sesión sexual que tengo y un trasero redondo y parado que mi esposo tanto me toca en todo momento, obvio, menos cuando estamos en público, aunque en ocasiones si lo ha hecho y me apena, también me gusta, todo comenzó cuando tenía 10 años tuve un pequeño accidente (travesuras de niños) y me pegue en mi entrepierna, después del golpe, me di cuenta que era una zona de dolor, pero también aprendí que era zona de mucho placer, pues comencé a sobarme por el golpe y eso me causaba placer entonces tome por costumbre a tocarme mucho mi rosada y virgen vagina, la exploraba exteriormente hasta tener una rica sensación, lo cual hacía que siempre terminará yendo al baño a orinar, esto lo hacía cada que me daban ganas o estaba sola, cosa que ocurría con mucha frecuencia, al ser la hija más pequeña de cuatro hermanos más, mi educación sexual fue basada en sólo la escuela, lo que veía en libros, revistas y lo que las amigas contaban, de lo cual aprendí muchas cosas buenas y otras que simplemente no me llamaban la atención, con el pasar de los días, llegaba a aburrirme con sólo tocarme, no que me dejara de ser placentero ya que hasta la fecha, cada orgasmo que tengo lo disfruto bastante, igualmente cuando era niña, simplemente que ya no me era suficiente el solo tocar mi clítoris que en ese tiempo nombraba "Piquito", fue cuando llegó a nuestra casa un perro que llamamos "Metiche" porque nadie lo llamó a pesar de ser un perro criollo, no fue difícil meterlo a casa, ya que con un poco de comida, "Metiche" entró de rápido a mi casa y me complace decirlo, también entró a mi vida, al estar casi siempre sola lo adopte de inmediato para cuando mis padres se dieron cuenta "Metiche" ya era mi mascota:

"Mira papi un perrito…. ¿Verdad que es bonito?"

"¿De dónde has sacado a ese perro?"

"Estaba solito afuera de la casa, me vio y empezó a moverme su colita, le di de comer y se quiso quedar a vivir con nosotros"

"¿Pero porque no me pediste que te comprara un perro en vez de recoger uno de la calle?"

"Es que este es bonito papá, parece tigre con sus rayitas"

"No sé, posiblemente no esté vacunado"

"Ándale papá déjame quedármelo"

"Sabes que los perros sueltan mucho pelo, hacen ruido, estará sucio el patio, además de comprarle comida"

"Anda si papa"

"Está bien, como no tiene nombre, le pondremos Metiche"

Después un poco de insistir tras la negación de mi padre de no tener animales en casa, logré convencerlo para que no lo sacara, fue entonces cuando ya aceptado por mis padres, recibió vacunas y baños para que me cuidara, cosa que pensó mi padre en que sería de utilidad al estar ellos fuera tanto tiempo, he de mencionar que mi casa tiene un patrio grande, entonces era espacio suficiente para que "Metiche" estuviera conmigo y me cuidara, "Metiche" era un perro criollo un poco alto y se dice que a los hombres se les gana por el estómago y por el sexo (también a los perros jajaja) y me seguía para todos lados a donde yo fuera, realmente se volvió mi mascota y compañero de tiempo completo, andaba tras de mi para todo, si fuera al baño se quedaba fuera hasta que yo terminara con mi sesión de caricias vaginales, cuando me duchaba, en fin, no había sitio ni lugar donde no me acompañara, con el pasar de los días, siempre jugaba en el patio tras mis actividades escolares y/o tareas que me encomendaban, para no andar con las rodillas sucias, me ponía siempre un pantalón, como toda niña jugaba con mis muñecas al juego de té y cuando estaba a gatas para "servirles" té a mis "invitados", el instinto natural de "Metiche" llegó con su época de celo y en plan de instinto me montó, haciendo su clásico movimiento de mete y saca que me ha dado tanto placer, pero en ese momento lo tome como juego ya que no sabía sus verdaderas intenciones y deje que "jugara" conmigo:

"¿Qué haces Metiche? Tu no juegas al té, solo mis muñecas, jajajajaja espera que me haces cosquillas"

A pesar de que siempre andaba de rodillas jugando y de que "Metiche" me veía no lo hacía siempre sus "juegos" posiblemente por respeto o que se yo, pero eran esporádicas las ocasiones que me hacia sus "juegos" como yo les entendía, cierto día, cuando uno de mis hermanos llegó con varios de sus compañeros y compañeras de la escuela para realizar una tarea, "Metiche" se alegró de ver tanta gente y cosa que nunca hacía, salió de la casa corriendo alegremente y a pesar de haber sido callejero, olvidó la peligrosidad de los carros que pasaban fuera de mi casa y lo atropellaron, para su buena fortuna el auto no venía muy rápido y solo lo lastimo de su cadera, lanzó un grito muy lastimero que lo recuerdo bastante claro, "Metiche" entró rápidamente a casa a pesar de su accidente y pensé que moriría porque se escondió en el jardín, al escuchar las llantas y el chillido del perro y que me seguía a todos lados, mi hermano pensó que había sido yo la accidentada, como entré a casa llorando por lo que le paso a mi querido perro, mayúsculo susto se llevó,

"Agapita!!! ¿¿¿Qué te paso???"

"Ayy, es que a Metiche lo atropello un carro y se metió llorando a la casa….buuu"

Después de haberle contado la historia y de ver al perro como se dolía de su cadera, tuvo que llevarlo al doctor,

"Pues joven, el perro no sufrió un daño motriz, pero lamentablemente, la presión de las llantas causaron que sus testículos se lastimaran severamente, habrá necesidad de castrarlo o podría morir"

"Tendrá que tener reposo por varios días, será máximo un mes"

Cuando lo llevaron nuevamente a casa, me preocupaba mucho por él, yo lo cuidaba y veía su herida, en lo que podía, le traía comida, dulces y golosinas, en fin, el amor a mi perro y su juventud lo sanó rápidamente, un mes después comenzó su vida normal nuevamente

"Qué bonito mi Metiche que ya quiere caminar… ven, "juega" conmigo"

Yo contenta me ponía a gatas para que jugara, Metiche me entendía bien porque no lo dudó y me montó rápido:

"Jajaja si, vamos a jugar"

Fue ese día cuando vi por primera vez su rojo pene y me asusté creí que lo había lastimado:

"¿Qué te pasa? ¿Porque no sigues jugando?"

"¡¡Metiche!!!! Te está saliendo algo de tu pancita…. ¿te lastimé?"

Pero Metiche comenzó a correr como loco, me di cuenta que no se había lastimado y al verlo tan feliz lo dejé volverme a montar:

"Estás bien, ándale sigamos jugando, jajaja me haces muchas cosquillas"

Entonces se volvió un juego seguido ya que hacía que siempre me dieran ganas de orinar, un día después de montarme, me dieron esas ganas tremendas de tocarme mi "Piquito" y fui al baño de una casa vacía que estaba en el mismo terreno donde estaba mi casa, como siempre "Metiche" me siguió solamente que esta ocasión no lo escuche que me siguiera y deje la puerta abierta del baño y al bajarme mis calzoncitos y dejando mi lampiña vagina a su disposición, me dio un lengüetazo que me puso la piel erizada y me incorpore de nuevo

"¡¡Metiche!!! ¿Qué hiciste? ¿Porque haces eso?"

"Ay ay…. Haces que me den ganas de hacer pipí"

"Metiche" buscó nuevamente mi virgen cavidad sexual fue tal el gusto que obtuve que no hice por detenerlo y lo repitió tan rápido que hizo que me orinara de pié

"Hiciste que me hiciera pipí con tu lengua, ahora me voy a tener que cambiar de ropa"

Aquello fue el detonante para hacer nuestros juegos más intensos, una ocasión que venía de regreso a casa, con la intención de jugar nuevamente con "Metiche" vi a unos perros que se estaban apareando, cerca de un mercado, de inmediato reconocí el movimiento que hacía mi perro, era idéntico al de aquel callejero, me quede observando cuando salió una señora y les echo un cubeta de agua para espantarlos, pero el perro ya había abotonado a la caliente perra, así que la termino por arrastrarla unos metros hasta que pudo liberarla, vi su enorme verga venuda colgando entre sus piernas, en el mismo sitio donde le había visto su verga a mi perro y del mismo color, el perro se dedicó unos minutos a lamerle la escurrida vagina a la perra, entonces la señora me dijo:

"Niña ve a tu casa, no debes de ver esto"

"¿Por qué señora? ¿Hacen mal?"

"Son cosas que no se enseñan en la calle ni en otro lugar"

Continúe mi camino rumbo a casa con muchas más dudas, ¿Por qué decía la señora que era algo que no se debe ver? ¿Será malo? ¿El perro siempre le chupa su colita a la perra? ¿Por qué tenía esa "cosa" tan grande el perro colgando y el mío no? Todas esas incógnitas venían rondando mi cabeza, cuando llegue a casa y vi a Metiche, me imaginé al perro callejero con su roja y gorda verga colgándole, de inmediato me agache a vérsela, obviamente no estaría igual, pero decidí que no dejaría que nadie me viera "jugando" con Metiche, pero mi juego ya comprendía que me montara cuando me viera agachada y cuando me chupaba mi vagina:

"Ese perro no es igual a mi Metiche"

"Tú eres diferente, no igual a los demás"

El perro parecía que me entendía ya que me miraba fijamente y movía su cola, unos días después de que "Metiche" me chupara y ver a los perros copulando en la calle, me encontraba jugando pero esta ocasión no traía pantalón, si no falda, ese día no tenía la intención de "jugar" con mi perro, pero parecería que el sí, siempre se mantuvo al margen de mis actividades y mis posturas, pero sin insistencia de ningún tipo, jugaba normal, hasta que vio una posición que le pareció correcta, no estaba hincada ni a gatas si no en cunclillas, es decir, sobre mis pies con las piernas flexionadas pero mis nalgas casi tocaban mis talones, entonces "Metiche" que ya era un perro más grande de cuando llego, comenzó a "jugar" conmigo, me causo bastante risa ya que hizo que callera hacia adelante:

"Jajaja vas a ver "Metiche" casi haces que me caiga, pero vamos a jugar"

En ese momento, sentí algo que nunca había sentido, imagino que por los pantalones que siempre usaba, la caliente y húmeda verga de mi perro se colaba entre mis piernas apenas debajo de mi vagina, miré por entre mis brazos y vi cómo me tenía bien abrazada de mi cadera, veía como entraba y salía su verga por entre mis muslos, tenía el mismo color de la verga del perro callejero, pero no el mismo tamaño, me incorporé y vi su pene, pero no era más gruesa que un par de lápices, (con el tiempo comprendí que fue otro daño que causo el accidente que tuvo) por alguna razón el ver su verga fuera de su funda, hizo que me dieran ganas de tocarme mi palpitante conchita, cosa que hice de inmediato al baño de la otra casa, en esta ocasión quería que mi perro me siguiera, quería que me volviera a chupar, sin tardanza nos dirigimos hacia el baño de aquella casa que nadie iba, realicé el mismo procedimiento de la primera vez que me chupo, lo cual se volvió a repetir, solo que no cambié mi postura y me lamia de lo lindo, yo me aguantaba con todas mis fuerzas las ganas de orinar, fue cuando sin esperarlo "Metiche" me montó, debido a su estatura que ahora tenía, fue más cómodo para el al momento de abrazarme con sus manos, pero no para mí que casi me tira, como pude me detuve de la pared y comenzó a realizar sus movimientos a los cuales jamás deje de tomarles gusto, sentía como su rápido pene pasaba apenas por debajo de mi húmeda conchita, no supe si por excitación, por su saliva, por su semen o porque me había ganado mi orgasmo de orina, yo sentía como intentaba en repetidas ocasiones acomodarse, de los empujones que recibía, él lo comprendía como intento de escaparme pero más fuerte me sujetaba y jalaba de mis caderas, llego un momento que no soporte más y un chorro de orina escapo de mi (quiero aclarar que los niños cuando no tenemos un orgasmo nuestro organismo obedece las ganas de orinar ya sean niños o niñas) fue justo cuando "Metiche" ubicó la entrada de mi concha y al no tener experiencia más que su naturaleza de procrear, únicamente metía la punta de su delgado pero veloz pene, aquella fricción que causaba en la entrada de mi recién desvirgada vagina, hacían que me causara demasiado placer, realmente disfruté bastante esos rápidos movimientos:

"Ay ay Metiche, me está gustando esto"

El perro no se detenía en su afán de poseerme, continuaba con sus fuertes pero cortas estocadas, una y otra vez, pasaron varios minutos sin que el dejara de cogerme, recuerdo que orine más de una ocasión, el perro parecía no cansarse y aunque esa posición y movimientos me estaban haciendo sudar y enrojeciendo mi cara, mi frágil cuerpo se estaba cansando, debido a tal placer, llego un momento en que "Metiche" logró realizar una fuerte y profunda penetración que de inmediato mi cuerpo obedeció a un húmedo orgasmo, fue cuando "Metiche" decidió bajarse de mí y se dispuso a lamerme, volví a ver su pene y solo había aumentado un poco de grosor pero sin generarse el botón que me hubiese ocasionado un enorme desgarre, me quede en esa posición un par de minutos más hasta que mi nuevo amante dejo de chuparme, con las piernas temblando me subí mi mojado calzón, mientras él se dedicaba a limpiarse.

Aquello era nuevo para mí, estuve sorprendida toda la tarde, mi mente no hacía más que pensar en lo que había pasado, a cada momento venia la sensación que causo mi primera relación canina, para que no me regañaran por haberme orinado, me dedique a jugar con agua y terminé con mis ropas mojadas, así tuve pretexto para no dar explicaciones, que no fuera un leve regaño por parte de mi madre.

Comenzaron a pasar los días y meses, mis encuentros en el baño con mi caliente perro eran más frecuentes, en ocasiones hasta tres veces al día, nunca me paso por la mente, un embarazo, una infección, un riesgo, únicamente había cambiado mi decisión de tocarme mi "piquito" y mi caliente vagina por las deliciosas cogidas que recibía de mi perruno amante, aprendí a no orinarme más, pero las sensaciones que me causaban las veloces estocadas eran un placer que siempre disfrutaba, me di cuenta que mi perro no metía ya solo la punta de su pene, sus caderas pegaban ya con mis jóvenes pero abultadas nalgas, eso me gustaba muchísimo, el sonido que causaban era un aliciente para disfrutar más:

"Ayy que rico mi perrito, muévete más me gusta cómo suenan, más, más…..aaahh, si, si, maaass, rápido, más rápido"

También aprendí que cuando gemía el perro se movía más rápido y mi orgasmo llegaba más rápido, el tiempo que duraban nuestros encuentros, realmente eran una delicia, ya que el perro duraba mucho tiempo bombeándome y se debía a que no llegaba a abotonarme, su cuerpo obedecía a que siguiera hasta conseguirlo, pero como su bulbo no crecía eran interminables minutos de un delicioso vaivén, cierto día buscando unas revistas para mi tarea, no encontraba cierto tipo de información y una orilla de revista salía por debajo del cajón de la ropa de mi hermano, decidí sacarla, pero al ver su contenido mis ojos se abrieron como platos y mi pulso se aceleró, se trataba de una revista pornográfica, aquello también era nuevo para mí y aunque tuviera mis encuentros sexuales con mi perro, no significaba que supiese del coito entre humanos, realmente eran fotografías explicitas, lo que más recuerdo de esa revista fue el de una chica con las piernas abiertas y recibiendo un delicioso sexo oral por parte de su amante y en las consecuentes fotos, recibió una buena dosis de verga y placer en la posición de "misionero" me fijaba en sus gestos y como jalaba sus pezones, mi conchita comenzó a palpitar y comenzó a humedecerse, mi mente comenzó a imaginar cómo sería tener a mi perro encima de mí, continué viendo el resto de las fotos cuando llego a la parte donde se la chupa, aquello también me calentó, pensando en que sería parte del rito sexual, chuparle el pene del amante, en las siguientes fotos, otra chica se encontraba en 4 recibiendo sexo anal, sabía que el recto está diseñado para desechar lo que comemos, pero también me gusto ver cómo aquella chica recibía un buen pedazo de carne entre sus nalgas, ya que esa era la primera posición que me realizo mi perro, solo que nunca puse mis rodillas sobre el suelo, me estaba volviendo una adicta al sexo, pero mis obligaciones siempre tuvieron prioridad sobre el sexo, después de hojear toda la revista y dejarla en el sitio que la encontré, terminé lo más rápido que pude mis tareas y de inmediato salí y busque a mi amante canino, contento como siempre vino a mi encuentro:

"Ven Metiche, hoy vi algo nuevo que quiero que hagamos, espero que me hagas muy rico"

El perro era muy inteligente, demasiado diría yo, ya que solo cuando lo buscaba, era motivo para que me siguiera, ya que si había alguien más en mi casa y yo me agachaba o iba al baño, él no me seguía para nada, mi cuerpo comenzaba a desarrollarse no sé si por la actividad sexual que tenía o por mi naturaleza, pero unas pequeñas y deliciosas tetas levantaban mi ropa, los corpiños habían pasado a la historia y los brassieres eran los encargados de cubrirlos, al llegar a nuestro nido de amor, no hacía por montarse, hasta que viera mi húmeda vagina a sus disposición o que yo le indicara que podía comenzar a amarme, en la bañera había unas tablas las acomodé y me desnude por completo, ya que la chica de la revista no llevaba puesto ni un collar y en mis regulares encuentros únicamente bajaba mi ropa hasta los tobillos, me recosté y abrí mis piernas, "Metiche" esperó paciente hasta que le llamara, le señale mi rosada conchita que ya comenzaba a hincharse de sus labios que a raíz de mi actividad sexual mostrara signos de actividad:

"Ven "Metiche" así es como quiero que me hagas rico, chúpame como me gusta……Aaah así me gusta mi lindo perrito, me gusta cómo me chupas mi conchita, aayy aayyy me duele pero me gusta"

Rápidamente mi perro tuvo a su disposición total mi cavidad, aquello rebaso por completo el sexo oral que anteriormente recibía, ya que el perro metía por completo su lengua en mi ser, hasta donde pudiera mis fluidos eran suyos, me realizaba cortos y rápidos mordiscos, el placer era demasiado por recibir su lengua y sus dientes, no eran mordidas fuertes, más bien como estimulación:

"si si, sigue mi perrito, sigue, chúpame toda, así, así, me gusta cómo me muerdes, me gusta, uummm, uuuuummm, si, más, más, mássss"

En ese momento mi mente, recordó como la chica, jalaba sus pezones, así que decidí hacerlo mismo, mis manos encontraron rápidamente mis rosados y pequeños pezones, eran como un par de botones de rosas que me hicieron gemir al primer jalón que tuvieron:

"aaahh aaahh sii, más, más mi perrito, sígueme chupando, me gusta, aaayy ayyy me gusta"

Aquello era un completo delirio para mí, había rebasado mi forma de complacerme, no supe cuánto tiempo paso mi perro chupándome, pero tuve más orgasmos que nunca en mi vida, el cansancio hizo de mí su presa por tener las piernas abiertas sin nada en que apoyarlas, fue cuando las baje a descansarlas, en ese momento "Metiche" intentó montarme pero estaba al ras del piso y por más intentos que hacía, no lograba ni rosarme, me rasguño las costillas y aquello también me éxito mucho más, como pude me levanté y traje unas cajas de madera de casi el mismo tamaño, encima coloque las tablas y volví a mi posición con las piernas abiertas, ahora sí estaba a completa disposición de mi perro:

"Ahora si mi Metichito, hazme feliz, quiero que me metas tu cosita"

El perro tan entendido que era rehízo su afán de lamerme, como pretendiendo excitar a su perra, pero su perra estaba demasiado excitada, lo que deseaba era sentir su delgada pero caliente verga bombeándome, se puso en una posición incómoda ya que no quedaba a su mejor altura pero no le importó ya que al sentir mi relamida conchita me penetro tan rápida y desesperadamente que no pude evitar un leve grito de placer:

"aaayy, que rico, que rico siento, más, más mi perrito, méteme más rápido tu cosita, quiero que me mojes mi conchita, si, así, métela más rápido, aaahh, aaaahh, que rico siento"

"Metiche" se movió mucho más rápido que en las anteriores ocasiones, era una sensación nueva y deliciosa, mis piernas se mantenían al aire por inercia al querer sentir más su roja y venosa verga batiendo mi caliente vagina, ahí fue cuando sentí una enorme necesidad de abrazarlo y sentir su saliva cayendo en mi cara, lo cual no me importó ni asco sentí, de repente lo soltaba para acariciar mis tetitas del tamaño de un limón grande que brincaban al compás que mi exquisito amante canino me movía, en mi mente venían una y otra vez las imágenes de la revista de mi hermano donde se veía que la chica disfrutaba al 100% pero yo lo disfrutaba al 1000%, jalaba mis pezones, los estrujaba, abrazaba a mi perro, sentía su rica verga taladrando mi interior, su instinto indicaba que no estaba abotonada y debía seguir bombeándome hasta conseguirlo, fueron muchos minutos que mi cuerpo se convertía en una perra ya que estaba a total disposición de mi perro, cuando ya no pude más, un chorro escapo de mi vagina, no supe si fue mi primer orgasmo o nuevamente pipí, pero fue lanzada inconscientemente, arrítmicamente el perro fue reduciendo su velocidad al cogerme, un cansancio invadió todo mi cuerpo y quede un par de minutos a moviéndome como muñeca de trapo por los leves empujones que mi perro en su afán de abotonarme me propinaba, "Metiche" termino por desistir, sin dejar de jadear, comenzó a lamerme de nuevo, yo ya no quería queso, si no salir de la ratonera, pero mi perro me detenía propinándome deliciosas lamidas que me hacían quedar en esa posición, después de unas cuantas deliciosas chupadas en mi rosada y caliente vagina, decidió dejarme en paz, no supe cuánto tiempo pasó, pero sé que fue casi una hora, como pude quite mi cama improvisada y procedí a vestirme nuevamente, me bañe por un buen rato llenando la tina del agua y acariciando mi vagina en plan de consuelo y satisfacción adicional, con el pasar de los meses, ya tenía en mi haber bastantes cogidas con mi perro, mis caderas aumentaban, al igual que mis lindas tetas y mi redondo trasero, que ya alcanzaban un tamaño más respetable, a pesar de mi basta sesión de sexo canino, no había tenido novio, realmente no me interesaba teniendo tan excelente amante a mi plena disposición en casa, pero como siempre las amigas incitaban a ese tema, fui la primera de mi grupo que el cuerpo de niña se alejaba y Josué, un chico de mayor edad a la mía, se me declaró, no sabía qué hacer, ya que era alguien quien el resto de mis compañeras les gustaba, siendo esa oportunidad, decidí aceptarlo como novio a escondidas, ya había pasado un año con mi perro y sus complacencias sexuales, pero no conocía un pene de ningún chico, tras una semana de andar con este chico y de haber besado por primera vez, decidió tocarme mi levantado trasero, aquello me calentó, mi conchita se humedeció y lo dejé mientras me besaba, por instinto, baje mi mano a su entrepierna y aquello le incomodó notoriamente:

"Espera…"

"¿Por qué? Dejé que me tocaras, creo que también debes dejar que yo te toque"

"Es que…… me dan ganas de terminar"

Aquella palabra no la entendí rápidamente, no comprendía el significado de "terminar"

"¿A qué te refieres con terminar?"

"¿Qué tu nunca te has masturbado?"

Mis masturbaciones no eran producidas por mí, sino por mi adorable perro, lo único que hacía yo, era calentarme, pero no masturbarme por completo:

"Creo que eso es asunto solo mío ¿No crees?"

"Es que si somos novios debemos de tenernos confianza, mira, yo me masturbo diario, pero apenas me toco y me dan ganas de terminar, es decir, eyacular"

"Yo no eyaculo y si me he masturbado, es más, duro mucho tiempo acariciándome, hasta que me canso"

"¿En serio?"

"Ujum"

Acto seguido, metí mi mano entre su pantalón para tocarlo y sentí como algo viscoso y caliente se mezclaba entre mis dedos, el chico era precoz, basto decirle eso y tocarlo para que su pequeño miembro me embarrara:

"Guacala ¿Qué has hecho?"

"Déjame, te dije que me daban ganas de terminar"

Me dejó con mi mano llena de semen y se dio media vuelta, no volví a dirigir palabra con el nuevamente.

Tras mi corto espacio de besar y enamorarme de un chico, volví a mi placentero mundo de sexo perruno, había pasado casi dos años después de perder mi virginidad con mi perro, al conocer el espacio secreto de mi hermano y sus revistas pornográficas, las cuales con frecuencia de cada semana cambiaba, encontré una que me gustó mucho, ya que trataba de sexo 100% anal, enormes vergas taladraban reducidos culos, los gestos de las chicas y las posiciones me hicieron dar un primer paso adelante, quería que mi perro me hiciera el amor por el culo, esa idea la venia imaginando de otras ocasiones en las revistas, que siempre había una sesión anal, pero nunca verla por completo, así que en más de una ocasión me había tocado mi estrecho culo, pero sin tener penetración de ningún tipo, aquello lo quería hacer diferente, entonces acondicione una habitación de la casa mudo testigo de nuestros encuentros, coloque aquellas cajas que usábamos tan seguido, las tablas fueron reemplazadas por un par de mullidos almohadones, en fin, era diferente a lo tradicional, para mis 12 años (casi 13) decidí que "Metiche" quien me desvirgó mi conchita que tenía una apariencia diferente, tenía vellos obscuros y abundantes, aún conservaba una apariencia aterciopelada y bien peinados, ahora me desvirgaría mi culo, hablando con mis amigas, una de ellas comentó que había dejado que su novio le metiera el dedo en el culo, pero que le dolió, yo no creía lo mismo viendo las fotos porno de aquellas revistas y las chicas hacían gestos de placer, entonces nunca tomé ese comentario como una advertencia, preparando todo, llamé a "Metiche" que en está ocasión no me había seguido por que le di de comer, llego como siempre muy alegre y moviendo el rabo como rehilete sabiendo lo que yo quería:

"Ven "Metichito", acompáñame… condenado, sabes bien que te quiero y tú a mí, quiero que me cojas muy rico"

Apenas desabotone mi pantalón y mi lindo amante de inmediato pego su nariz a mi entrepierna, vi como la punta de su pene se asomó de funda, esta ocasión "Metiche" si estaba deseoso de cogerme y eso me excito mucho más, sabia del tiempo que tenía para no apresurarme, apenas terminé de quitarme mi blanca pantaletita y hábilmente comenzó a lamerme la humedad que comenzaba a emanar mi caliente conchita, la forma tan rápida de lamerme me gustaba muchísimo, no me dejaba quitarme el resto de mi ropa, lamía de una forma tan exquisita que aún la recuerdo, cuando entre pequeños orgasmos y espacios que me daba para desnudarme, me recosté y continuó su tarea de secarme cuanto fluido llegaba a escapar de mi palpitante vagina, recordé que las fotos que las chicas levantaban más las piernas para recibir un delicioso "beso negro" y de inmediato aplique la técnica, "Metiche" solo se concentraba en mi conchita, hasta decidí guiarlo un poco para que lamiera mi virgen culo:

"Aquí mi lindo perrito, chúpame aquí, necesito sentir tu lengua"

No hacía caso y eso comenzaba a desesperarme por sentir su lengua, hasta que al mojarme mis dedos con saliva y untarlo en mi obscuro orificio rectal, comenzó algo que me hizo ver estrellas, lamía mi vagina y daba riquísimos lengüetazos en mi culo, yo no paraba de gozar, un orgasmo tras otro llegaba, me sentía en la gloría, jalaba mis rosados pezones mientras adulaba a mi fiel amante:

"Si mi bebe, chúpame ahí, no dejes de chuparme, aaahh que rico siento, sígueme chupando, más, más, sigue mi perrito, sígueme chupando, aahhh"

Cada sesión con mi perro eran experiencias nuevas, los gemidos, las palabras de adulación, todo, después de larguísimos minutos de un delicioso sexo oral, "Metiche" sintió la necesidad de penetrarme, trató de subirse a lo cual ansiosamente permití, rápidamente encontró el sitio donde siempre me hacía gozar pero esta sesión no la deseaba así, lo aleje un poco y levanté nuevamente las piernas, tratando de que encontrara mi virgen culo, el intentaba desesperadamente cogerme por cualquier orificio disponible pero no lo encontraba, así que tuve que mover mis caderas para que lo pudiera tomar, una rápida estocada abrió mi esfínter y fue una mezcla de dolor y placer, aunque esta ocasión el dolor fue mayor, un grito de dolor escapo de mis labios:

"Ayy no, espérame no lo hagas, me duele, no sigas"

Era demasiado tarde, el perro comenzó con un veloz movimiento rompiendo el encanto que pretendía sentir, al querer levantarme y bajar mis caderas "Metiche" identifico como un intento de escape y más fuerte me sujeto y continuo su tarea de placer, recordé en ese momento las palabras de mi amiga cuando dijo que dolía, poco a poco el dolor fue disminuyendo y el placer fue aumentando, fuertes y rápidas estocadas taladraban mi recién desvirgado hoyo, en un acto de inercia mis piernas abrazaron el lomo de mi caliente violador, comencé de nuevo a jalarme mis erectos pezones y un orgasmo humedeció mi entrepierna:

"Si, si, sigue mi bebe, así quería que me cogieras, sígueme cogiendo no dejes de hacerlo nunca, más, más, aaah, más mi bebe, más, aaah aaahh ahhh, más, más, rápido, rápido, asi, asiiiii"

Ahí fue cuando mi cuerpo aprendió a explotar en mojados orgasmos, no sentía que fuera orina, sino un merecido orgasmo, mi esfínter comenzaba a dilatarse cada vez más debido a las fuertes y rápidas estocadas que recibía de una rica verga canina, en todo momento levantaba mi cadera y su roja verga se hundía por completo entre mis nalgas, el almohadón estaba mojado de mis calientes fluidos, yo no paraba de gemir ni de pedirle a mi perro que me siguiera poseyendo:

"Si, mi bebe, cógeme más, más, cógeme todo lo que quieras, más, más, aah, más, así así, sígueme cogiendo, aaah, aaah, aah, ya viene otro, ya viene otro, aaaaahhh"

Palabras que nunca había pronunciado salían fluidamente de mi tierna boca, el dolor que había sentido cuando aquella poderosa herramienta rompió mi culo, ya era historia, ahora todo era placer en su más fuerte expresión, estaba siendo deliciosamente cogida por mi perro, era una fantasía que estaba cumpliendo, la escena que en ese momento vivíamos era realmente excitante, una chica de 12 años abierta de piernas siendo cogida velozmente por su perro el cual parecía no cansarse de realizar su movimiento copulatorio, los jadeos eran rítmicos, no soportaba más placer y mis piernas comenzaron a temblar, mis pezones ya eran rojizos por tanto jaloneo que habían recibido, mi frente perlaba sudor, el almohadón cada vez más mojado, deje de levantar mi cadera y las embestidas ya no eran tan profundas pero no dejaban de ser deliciosas, el sonido que emanaba mi desvirgado culo por tanto semen inyectado y era batida por aquella semi-gruesa pero rica verga era música sexual para nuestro encuentro, terminé por bajar mis piernas y soltar mis pezones que pedían descanso, "Metiche" entendió bien el mensaje y solo se movía a lo que su miembro viril le indicaba, terminé más que agotada, pero feliz, el dolor que llegué a sentir al inicio me hizo pensar que aquello terminaría muy mal, pero gustosamente no fue así, me tomo varios minutos en volver a tomar fuerza, mientras "Metiche" caballerosamente limpiaba a su perra, todo aquello que salía de mi dilatado culo:

"Ya mi perrito, déjame descansar un poco, me has hecho disfrutar tanto que no puedo más, tengo que limpiar todo esto, hemos hecho un desastre con esta almohada"

Con dificultad pero con la cola bien limpia gracias a la lengua de mi perro, me dedique a acomodar como en un principio estaba, lo único que me podría descubrir de mi osada aventura era la almohada que despedía un delicioso aroma de sexo y placer, tuve la grandiosa idea de tirarle agua de sabor para disimular la mancha que presentaba, ese día en la noche cuando mi cuerpo pidió limpieza interna, vino un pequeño dolor debido a innumerables estocadas que recibí, pero no paso a mayores, ya que fue algo que recordé con mucho gusto, cada que podía veía las revistas de mi hermano para aprender nuevas posiciones y claro, no todas eran posibles.

Me gustaba mucho ponerme en 4 cuando mi perro me daba por el culo o por mi conchita, pero la que mayormente disfrutaba era la posición de misionero ya que era cuando podía jalarme mis pezones o abrazar y sentir la baba de mi perro cayendo en mi cara o mi boca, también aprendí a tomarle gusto al sabor salado de su roja herramienta, aunque no soportara sus embates en mi boca, si lo detenía un poco para poderlo disfrutar a mi ritmo, ya que en ocasiones que dejaba que se moviera, me hacía arquearme por sentir su punta en mi garganta.

Así pasaron 3 años más, mis encuentros con mi perro ya no eran tan frecuentes como en un principio porque siempre terminaba muy cansada y mis padres recurrían a darme vitaminas o llevarme al doctor, tampoco en mis periodos menstruales porque no me gustaba recibir sexo, hasta que llego a mi vida Gonzalo, un nuevo vecino de la calle y compañero de la escuela, Gonzalo era el segundo hijo de dos hermanos, era un chico muy agradable, guapo y amable, con el supe verdaderamente lo que era un beso más apasionado, mis padres no les agradaba la idea de que fuera un "amigo" ya que nos frecuentábamos para hacer tareas o platicar, nunca dijimos que fuéramos novios, pero a escondidas si lo éramos, con el tuve mi primera experiencia sexual humana, una cosa totalmente diferente a lo que mi perro me hacía sentir, pero Gonzalo tenía una cualidad especial y diferente…… tenía una verga de buen tamaño (y aún la conserva), no tan larga como la de "Metiche" pero si mucho más gruesa para un chico de su edad.

Fue cierto día que tuvimos un encuentro caliente en mi casa y me estrujaba a su placer mis tetas, me volteo para sentir mi parado trasero en su entrepierna fue cuando sentí el tamaño de su rico pene:

"¡¡Gonzalo!! ¿Pero que traes en tu pantalón?"

"Nada Pita, solo que todos los chicos tienen entre sus piernas"

"Pero se siente demasiado grande"

"No lo sé, nunca lo he comparado con el de otra persona"

Al meter mi mano, me di cuenta de lo que Gonzalo cargaba consigo, fue como una orden para que mi ya peluda conchita empezara a liberar lubricante, un gemido escapo de la boca de mi nuevo novio:

"Aaahh, Pita, quería desde cuando sentir tu mano tocándome"

"Gonzalo la tienes muy caliente y grande"

Tenía que adularlo un poco para no hacerme delatar de mi vasta experiencia sexual:

"¿Me dejarás probarla?"

"Si mi amor, cuantas veces quieras"

Apenas estaba diciendo eso cuando ya me encontraba desabotonando su pantalón, de reojo veía su mirada de satisfacción, imagino que no se había visto en una situación similar o deseaba que hiciera eso desde hace tiempo, ante mi brincó una verga de unos 7 cms. de gruesa, diría que el doble de tamaño de "Metiche", nuevamente sentí como mi vagina comenzó a humedecer más mi pantaleta y mis ojos se abrieron un poco más de lo normal, sin dudarlo comencé a besarla y a pasarle lentamente mi lengua sobre su brillante glande, lo metí un poco a mi boca y nuevamente Gonzalo exclamo otro leve gemido de placer, mis labios fueron los primeros en comparar los tamaños, era más gruesa que la verga canina que siempre probaba, era diferente el sabor, pero el gusto era mayor, intenté meterla por completo a mi boca, cosa que no trataría con mi perro, Gonzalo no paraba de gemir, eso me enardecía más y más:

"Mi amor, que rico siento, realmente nunca me habían probado, no dejes de hacerlo"

Yo estaba encantada con la felación que le propinaba, sentir aquellas venas y suave glande en mi boca, no extrañaba el salado sabor de "Metiche", una y otra vez metía y sacaba la gruesa verga de Gonzalo a lo podía, me estaba excitando demasiado, no podía parar de hacerlo, al estar hincada apretaba mis piernas y un placer inundaba mi entrepierna, ante la experiencia de mi lengua acariciando todo su pene, Gonzalo no pudo más; emitiendo un gran gemido, caliente y suave esperma inundó mi boca, el primer chorro llego directo a mi garganta, descubrí que antes de eyacular, el pene toma un grosor mayor por un momento, como si mi mojada vagina no quisiera quedarse atrás, delgados hilos corrieron sobre mis piernas, producto de mi primer orgasmo sin penetración:

"Aahh amor, discúlpame, pero es que no pude contenerlo, sentía demasiado rico, no supe en que momento iba a terminar, solo llegó"

"No te preocupes, me gustó muchísimo, yo también lo disfruté, es más, lo haré más seguido"

Sin asco alguno Gonzalo me propino un rico beso y nuestras lenguas comenzaron a pelear, esa fue la primera vez que probaba su gorda verga, sin más, decidí despedirme ese día ya que había quedado muy mojada y él lo entendió, mi mente planeaba un encuentro rápido con "Metiche" apenas Gonzalo salió de mi casa, lo llamé y nos dirigimos a nuestro sitio de amor, "Metiche" ya había percibido el olor que mi mojada vagina emitía, por lo cual, se alegró bastante, imagino que olió mi nivel de excitación que no terminaba de bajar mis pantis y quería montarme:

"Jajaja espera, eres un desesperado, pronto vas a tener a tu perrita dispuesta para ti"

De inmediato me puse de rodillas, un par de lengüetazos y "Metiche" se subió de inmediato, sabía que mi caliente conchita estaba desesperada por sentir un buen pedazo de verga recibiendo masaje interno, de un solo movimiento, mi mojada vagina se llenó por completo, instintivamente mi boca emitió un gemido de placer, esperaba esa penetración con ganas:

"Aaaah qué rico mi amor, así, así, dame con ganas que tu perrita quiere ser cogida"

Fuertes y rápidas embestidas recibía mi caliente vagina, nuevamente comenzaba el concierto de gemidos, choque de sus ingles con mis nalgas, jadeos y un "plap" de la humedad que mi conchita salpicaba a cada penetración, esa ocasión mi canino amante me cogía más rápido que de costumbre, lo sentía, me volvía loca de cada movimiento que tambaleaba mi cuerpo y mis tetas que ya había descubierto, el jadeo que hacía a cada empuje:

"Si, si, bebe, cógeme más rápido, uff, uff, dale más a tu perrita, eso quiere, aah, aah, me gusta, me gusta"

Fue una sesión que ansiaba, a pesar de que Gonzalo había sido el motivo de deseo, no fue quien lo culminó, pero realmente lo gozaba como una perra, era el motivo por el cual amaba a ese perro con locura, ya que su mete y saca duraba bastante, pasaron unos minutos para que mi rosada y caliente vagina soltara un chorro de placer, mi cuerpo se retorció al llegar mi mojadísimo orgasmo, "Metiche" me ayudo arremetiendo con más fuerza, pienso que le gustaba sentir ese chorro caliente recorriendo su deliciosa verga:

"Ahhh, Aaahh, ya llega mi amor, yaaa, no pares, no pares mi amor, aaahh, aaahh"

Casi gritando le dije:

"COGEME MÁS AMOR, COGE MÁS A TU PERRA"

Jadeando de placer y cansancio, mi amado perro terminó por bajarse de encima de mí y lamía la rica mezcla de mi orgasmo y su caliente y abundante semen, temblándome las piernas como potro recién nacido, procedí a bañarme.

Pasaron los días y no llegaba el día en que Gonzalo me hiciera suya, no había más tiempo que hacerle una buena mamada y beberme su semen o que me metiera sus dedos en mi mojada concha, cierto día nos tomó por sorpresa la lluvia viniendo de la escuela, cosa que disfrutamos riendo como tontos por la calle, pero yo fui la más afectada por eso, una fuerte gripa me tiró en cama, dos días no pude ir a la escuela, fue al segundo día cuando Gonzalo fingiendo un dolor solicitó permiso en la escuela para ausentarse, sabiendo que estaría sola en mi casa, fue a visitarme, escuche el timbre y no quería abrir pero la insistencia me hizo salir de mi cama, menuda sorpresa fue al verlo con su linda sonrisa que me gustaba:

"Hola amor, ¿Qué haces aquí? Deberías estar en clases"

"Lo sé, pero quería saber cómo seguías, no estoy a gusto si no te veo"

"Ay amor, gracias, eres genial, pásate"

"¿Cómo sigues amor?"

"Ya me siento mejor"

"¿Mañana irás a la escuela?"

"Si"

"Entonces mañana nos vemos amor"

"¿Ya te vas?"

"Si Pita solo vine a ver como estabas"

"No te vayas, yo también te extraño mucho, ve, recuéstate tantito conmigo"

"¿Pero si viene alguien?"

"No vendrán hasta más tarde, no te apures"

De solo tener la presencia cercana de Gonzalo mis pezones se comenzaban a endurecer y mi conchita me palpitaba, le hice un espacio en mi cama y comencé a acariciarle su pecho, como si fuera una orden me comenzó a besar, me gustaba mucho como peleaba mi lengua con la suya, al tener una mano libre, la puse encima de mis pezones que pedían caricias, suaves masajes como queriendo girarlos los hacía endurecer más, leves gemidos salían por mi boca, metí la mano en su pantalón y su rica verga se encontraba durísima y dispuesta, el espacio en su pantalón era poco y no podía acariciarlo a mi gusto, no hubo palabras, era como si siempre lo hubiéramos hecho, se levantó y comenzó a desnudarse, a su vez hice lo mismo, ya que traía pijama, terminé rápidamente, cuando sentí nuevamente su tibio cuerpo junto al mío, por instinto abrí mis piernas, el me besaba desesperadamente, yo acariciaba a placer su venosa verga, su mano estrujaba mis tetas, mientras la otra delicadamente estimulaba mi escondido clítoris, cortos pero deliciosos orgasmos iban mojando mis sábanas, mis gemidos comenzaban a subir cada vez más de volumen:

"Pita Te Amo, quiero que seas mía"

"No lo pidas amor, hazlo!!"

Apenas dije eso y besos inundaron mi cara, siguieron por mi cuello, bajando hasta mis pezones que tomaron una apariencia diferente, la areola se puso dura y se levantó como botón, no había pasado eso antes, pero sentir su boca aprisionándolos y saboreándolos me excitaba más, yo gemía como perra en celo, después de algunos minutos, continúo besando mi plano vientre, hasta llegar a mi mojada conchita, como si fuera un experto, abrió mis piernas y saboreaba a voluntad, nuevamente mi cuerpo hizo comparación, no chupaba tan rápido como lo hacía mi perro, pero igualmente disfrutaba, recibió un par de orgasmos los cuales dejo escurrir por las comisuras de sus labios, no quería esperar más:

"Mi amor, cógeme ya, no me hagas sufrir, quiero sentir tu verga en mi interior"

"Si Pita, haré lo que me pidas"

Sin experiencia no sabía cómo acomodarse para meterme aquella brillante verga que buscaba mi interior, abrí más mis piernas, levanté mi cadera y fue cuando pudo acercarse más, apenas sentí la punta de su rojo glande y me di cuenta que lo gozaría, comenzó a empujar lentamente fue cuando sentí un dolor, era más grande de lo que normalmente recibía, mi cuerpo por instinto reacciono retrocediendo:

"Amor, despacio que me dolerá, eres muy grande"

"Pero amor, apenas me he metido un poco"

"¿¿¡¡En serio!!??"

"Ajam"

"Bueno, pero hazlo muy despacio por favor"

Nuevamente insistió en empujar despacio, mi cuerpo recordó el dolor que había sentido del accidente que había tenido, lo deseaba tanto que tuve que soportarlo, me tomo por mis caderas y me jalaba al tiempo que empujaba, sentía una mezcla de dolor y placer, sentía como si me metiera varios metros de verga, hasta que su pelvis topó con la mía, supe que ya la había metido por completo, quiso sacarla:

"Espera amor, espera, que me duele, espera a que me acostumbre"

"¿Te duele mucho amor?"

"Si pero también me gusta mucho, no la saques por favor"

Después de un par de minutos, le pedí que la sacara, cuando la iba sacando un orgasmo lo mojo y facilitó la salida, comenzó un suave vaivén que me hacían ver las estrellas, yo cerraba los ojos y gemía, Gonzalo por su parte cada vez aumentaba la velocidad, después de cientos de ocasiones que mi vagina había sido penetrada, esta ocasión la sentía llena, no supe en que momento pero sus embates eran fuertes y profundos, mis tetas bailaban a sus empujes, cada que jalaba mis transformados pezones llegaba un orgasmo, veía en su cara satisfacción:

"No acabes aún amor"

"Es que no puedo más"

De inmediato me cambié de posición, ahora la posición de "perrito" era para Gonzalo, solo que no apoyaba mis manos sobre la cama, mi cara se hundió en la almohada, la satisfacción era otra, hilos de mis eyaculaciones escurría por mis piernas, sentía como entraba por completo, la recibía en su totalidad, estaba por sentir un enorme orgasmo cuando me dijo que no podía esperar más:

"Amor no puedo más, quiero terminar"

"Si amor, acabemos juntos"

El éxtasis era tal que no me importaba que eyaculara dentro de mí:

"Pita, te amo, te amo"

"Yo también te amo Gonzalo, lléname de ti"

Caliente esperma llenaba mi interior, correspondí con un enorme orgasmo, que escurría por en medio de nosotros:

"Aaaah Gonzalo te amo, te siento todo"

"Si mi amor, yo también te siento"

Si anteriormente era una perra por completo, ahora era una mujer en su totalidad, se había terminado aquella niña que jugaba con su clítoris, ahora tendría más placeres:

"Eres increíble amor, me hiciste ver las estrellas"

"Tú también Pita, me gustó mucho como me mojabas, cada que lo hacías, me apretabas por dentro, como si fuera un masaje"

"No me dejes nunca Gonzalo, te lo pido"

"Jamás mi amor, jamás"

Comenzamos a vestirnos mientras sonreíamos, me dijo que tenía que irse, antes de abrir la puerta lo besé con pasión, el me agarro mi trasero, yo baje mi mano en su entrepierna, nuevamente su ansioso pene pedía pelea, pero el tiempo ahora si nos tomaría por sorpresa, por lo cual decidí dejarlo:

"Amor, eres increíble… ¿Nuevamente me lo harías?"

"Si, te lo haría muchas veces más"

"Pero será en otra ocasión, ahorita no podemos ya por la hora amor"

"Si lo sé, tendremos muchas ocasiones más"

"Te Amo Gonzalo"

"Te Amo Pita"

Abrí la puerta y lo vi alejarse sin dejar voltear varias veces, de inmediato me dirigí a mi habitación a disimular el olor que nuestro tan delicioso encuentro había dejado, metí mis sábanas a la lavadora, como pude volteé el colchón, puse sábanas limpias y abrí las ventanas, salí a ver mi perro el cual me veía como si supiera que hubiera pasado, pero en cuanto llamé vino alegremente:

"No te pongas celoso mi amor, tu eres siempre al que nunca olvidaré, me hiciste muy feliz y a ti te tengo en cualquier momento que quiera"

Fueron muchas más ocasiones que estuve con Gonzalo y aunque mi conchita quería hacerlo con los dos al mismo tiempo, no sabía cómo decirlo o comenzarlo, pero esa es otra historia que después contar酅……….

(Esta es mi historia real, muchos detalles han sido omitidos y otros agregados gracias al erótico toque de Mark a quien conté mi historia, el cual pedí no diera mi correo ni nombre real a nadie, Suya por siempre Agapita)

Agradezco sus comentarios como siempre por correo zoo_mex@hotmail.com y mex.zoo@gmail.com como me lo pidieron, no daré el correo de Agapita, Reciban un saludo y en espera de la continuación de esta historia.

Mark