Mi historia de amor en dos capítulos

La visión de él

Segunda Parte (La visión de él)

Conocí a Andrea cuando yo tenía 18 años. Fue un día en que yo había terminado de lavar mi auto en la calle frente a mi casa y ví llegar una mudanza y dos automóviles a la casa de al lado. De uno de los autos bajó un señor muy alto con un notable español “ladrado” quien me pidió permiso de que la mudanza estacionara ocupando parte del frente de mi casa, yo accedí quitando mi auto y estacionando en la acera de enfrente. Al hacerlo y bajarme del auto el señor me agradeció y mientras le daba instrucciones al chofer del camión de mudanza, el “radar” que tenemos los hombres como equipo de serie integrado me hizo voltear hacia su esposa, una mujer rubia muy atractiva y de unos treinta y tantos años de edad

Al verla entrar a la casa noté que una niña intentaba bajar una caja de uno de los autos. Pensé que era mi oportunidad de ver de cerca a la que sin duda era su mamá y me acerqué a ayudar a la niña. Tenía una cara bonita que se adornaba con un cabello dorado, unos ojos muy claros y pecas en sus pómulos, a pesar de ser delgada, o tal vez por serlo, en la blusa que usaba bajo el overol que vestía, se delineaban las curvas de su infantil cintura que comenzaba a resaltar una cadera femenina. Yo cargué la caja y la seguí al interior de la casa notando que tenía unas nalgas muy bien formadas por lo que imaginé que los años la favorecerían. Después de dejar la caja dentro de la casa y cruzar unas palabras con su atractiva mamá, ella me acompañó a la puerta y ahí me tendió la mano diciendo

  • Gracias, soy Andrea, soy su nueva vecina ¿Y tú?

  • Soy Pedro y tengo 18

Respondí, no sin reparar en lo dulce de su voz y al sostener su mano de finos y largos dedos, de piel tan blanca como su rostro, no solo noté la fragilidad de una suave mano infantil, sino que me trasmitió una especial ternura

  • Espero nos seguiremos viendo Pedro__ Me dijo como despedida

Tanto ella como la mamá hablaban el castellano con un imperceptible acento sajón, sin embargo, sus frases sonaban a una traducción literal de su idioma natal.

La ví entrar a su casa y yo me metí a la mía, olvidando por completo lo atractivo de la mamá y la ternura de la niña. Había sido un evento tan poco importante en mi vida que fue pasando el tiempo y en los siguientes años, tres, para ser más preciso y a pesar de que las mamás habían hecho buena amistad, yo tan solo saludaba a Andrea con un “hola” cuando coincidíamos en la calle.

En esas ocasiones cuando los veía llegar del colegio y siempre tratando de no ser descarado, le miraba la blanca piel de sus piernas entre la falda y las calcetas de su uniforme escolar. Ya la niña había crecido y a pesar de su edad ya tenía un cuerpo muy bien formado y deseable.

Debo narrar algo que me llevó a reconocer que Andrea me atraía mucho como mujer: De antemano me disculpo por narrarlo en la forma como los hombres platicamos entre nosotros (Con bromas, albures y groserías), Fue cuando Alberto, un compañero de la universidad fue a mi casa a hacer un trabajo, al terminar cuando él subió a su auto para irse, nos surgió una duda y yo me subí al auto a ver un plano. En eso estábamos cuando Andrea regresó de la escuela, abrió la puerta de su casa para que su hermano menor entrara y se quedó de pie en la banqueta esperando a su mamá que se había quedado platicando con otra vecina. Al notar a través del parabrisas del auto que yo estaba dentro, movió la mano para saludarme y yo le regresé el saludo

  • ¿Y esa quién es? ___ Me preguntó Alberto

  • La hija de mis vecinos, al papá lo mandaron como gerente de una transnacional

  • De seguro son suizos, allá las mujeres son muy altas ¿Cuánto mide?

  • Nunca se la he medido ___ Respondí con doble sentido a lo que él respondió

  • ¿Y ella a ti?

  • Si me la mide se espanta

  • No se la enseñes, solo dásela a sentir ¿Ya te la cogiste?

  • ¿Cómo crees? __ Respondí con una cierta e inexplicable molestia causada por su pregunta

  • La “chava” está buenísima y se nota que te trae ganas ¿Viste cómo te saludó?

  • Moviendo la mano de izquierda a derecha ___ Respondí con seriedad

  • ¿Pero si has notado lo buena que está? ¿O la saludas a lo pendejo?

  • ¡Voltea a verla cabrón!

  • La he visto muchas veces

Sin duda que dentro de mi había una especie de celos que me molestaban, así que con un gesto de enojo bajé el plano a mis piernas y miré a Andrea quien de pie recargada en la puerta de su casa esperaba a que su mamá terminara de platicar. Alberto quien también la miraba comenzó a darme una cátedra, a su manera, sobre anatomía femenina preguntando

  • ¿Sabes que las medidas perfectas del cuerpo humano se derivan de la “divina proporción”?

Mi enojo se tornó en risa y soltando una carcajada le respondí

  • ¡No seas mamón! Y yo de pendejo haciéndote caso

  • No es desmadre, lo descubrió Da Vinci compadre __ Y mirándola a ella exclamó___ ¡Que piernas tiene la pinche güera! __ Lo miré con molestia, pero él continuó diciendo___ La cosa está así, según lo descubierto por Leonardo, de los pies a la rodilla, lo que es la pantorrilla, debe medir un tercio de lo que mide el cuerpo de los pies a los hombros… La cabeza es aparte y si ves bien a tu vecina, ella lo mide o sea que es perfecta, está buenísima y si no me crees ¡Mídela! __ Tomé un flexómetro que él traía en la guantera del auto y sin ocultar mi enojo respondí

  • A ver, me acerco a ella con el flexómetro, me arrodillo a su lado y le digo “No te muevas Andrea, te voy a medir para saber si según lo dicho por Da Vinci, estás muy buena” ¡No me jodas! __ Y aventé el flexómetro dentro de la guantera

  • ¿Se llama Andrea? __ Preguntó y antes de que yo le respondiera dijo___ ¡Que pendejo eres!, no tienes que medirla, eso se le nota a simple vista

  • ¡Todos medimos eso pendejo! Al igual que en todos los seres humanos, salvo contadas excepciones, los pies miden lo mismo que el antebrazo. Así que métete tu divina proporción por el culo y vamos a terminar con este pinche plano o nos van a “meter el pito” en diseño estructural

  • ¡Mejor se lo metemos a ella! ¡Mira nada más compadre! ___ Exclamo al verla de espaldas, yo levanté la vista del plano y comenté

  • ¡Que ya la ví cabrón! Ya sé que está muy guapa

  • Guapas las señoras maduras, ella está buenísima

  • ¡Ya carajo!, vamos a terminar con esto ¡Y deja de estar chingando con mi vecina!

  • Fíjate bien en sus hombros y en su cadera

  • ¡¿Otra vez?!, ¡Chingada madre! ¿Qué con eso cabrón?

  • Debes saber que los hombres tenemos los hombros más anchos que la cadera y en las mujeres el ancho de los hombros debe ser el ancho de la cadera, la cintura es la que se angosta… ¡No te metas mamita!

Exclamó al ver que Andrea y su mamá se metían a su casa y cuando cerraron la puerta le dije

  • ¡Qué bueno que se metió carajo!, así ya no dices nada de ella

  • Aquí solo hay de dos sopas carbón. O te la estás cogiendo o de plano te trae de nalgas, no veo otro motivo para que te encabrones conmigo por decirte que está muy rica la pinche vieja

  • Ni me la estoy cogiendo, ni me trae de nalgas, solo que ya me harté de tus pendejadas

  • ¿Y por eso te encabrona que hable de ella? Y no estoy diciendo pendejadas ¡Es anatomía pura! Tú dime si no tengo razón, si una mujer tiene las caderas más anchas que los hombros está caderona, culona, y si las tiene más angostas se les ve cintura de gallina, se ven planas ¡Y las piernas! ¡Puta madre! Las piernas son básicas, ya que el ancho de las piernas debe ser directamente proporcional al ancho de la cadera en una relación de un medio para los muslos y un tercio para la pantorrilla, de otra forma se ven como triángulo invertido

  • ¡Sácate a la verga! Ahora resulta que a la mujer la hicieron con fórmulas de álgebra y trigonometría. Que el tronco mida tres veces la pantorrilla, un medio del ancho de la cadera en los muslos, un tercio del mismo ancho en la pantorrilla cuidando que no forme un triángulo, en la cintura dos hipérbolas y por atrás una perfecta parábola. ¡La puta que los parió a ti y a Da Vinci! Ya deja de decir pendejadas

  • Con lo del triángulo me refiero a que caen dentro de la ley del tordo “Tienen las patas flacas y culo gordo” además, te voy a decir algo referente a la parábola que dijiste. Las mujeres que son anatómicamente perfectas, tienen sus nalguitas levantadas, así como cola de pato y eso es porque las mujeres tienen una curva más pronunciada en la columna. Cuando no tienen esa curva, se les hacen nalgas de “sartenazo” muy planas y sufren de dolores de espalda cuando se embarazan

  • Ahora resulta que eres un erudito en anatomía y medicina

  • ¡Piensa lo que quieras cabrón! Pero cuando encueres o vuelvas a encuerar a tu vecina, me vas a dar la razón. Solo te fijas bien como en su espalda a la altura de la cintura, tiene el “hoyo de la buenura” ese se les forma por la curvatura de la columna que está echada para adelante.

  • ¿El qué?

  • El hoyo de la buenura. Es donde se hunde su columna arriba de su colita formando una especie de hoyo, de cuenco más o menos así __ Y formó con su mano una concavidad como si fuera a beber agua en ella___ Si ese hoyo de la buenura se lo llenas de wisky y te lo bebes como perro, eso la va a poner bien cachonda, tanto que te va a suplicar que le metas la verga.

  • ¿Y puede ser Baileys? Ese les gusta a las chavas ¿O solo funciona con wisky?

  • Baileys No, porque las cremas son pegajosas y al vestirse se le va a pegar la blusa

  • Ya veo… ¿O sea que usarlas de plato de perro las pone cachondas?

  • No me creas. Has la prueba y verás que enseguida te dan las nalgas

  • A ver compadre. Vamos por partes, si a una mujer le llenas de wisky donde se le hunde la columna y te lo bebes como perro, es porque la tienes encuerada en la cama y si la tienes encuerada en la cama es porque te la vas a coger, y si te la vas a coger es porque ya te dio las nalgas ¡Pendejo!

  • Solo falta que me quieras negar que tu vecina tiene bien marcados sus hoyuelos de Venus ¡Ah verdad! ¿Y a que no tienes ni puta idea de lo que eso significa?

  • No sé si los tiene bien marcados, pero dime lo que significa

  • Que es una mujer muy ardiente y que se viene como loca cuando te la coges

  • ¿Por tener muy marcados los hoyuelos de Venus?

  • ¡A huevo! ¿Cómo se viene tu vecina?

  • ¿Y cómo chingados quieres que yo sepa?... ¿Sabes qué? … ¡Abre la boca cabrón!

  • ¿Para qué?

  • Para ver de dónde te sale tanta pendejada. Y ahora me vas a escuchar tú a mí. La belleza es subjetiva, no se guía por ningún tipo de leyes, ni de proporciones divinas o mágicas, el concepto de belleza cambia con cada persona, cada cultura y cada generación. En los años 40’s o 50’s se decía que el busto, la chichi, para que me entiendas, perfecta era la que cabía en una copa de champán….

  • ¡Puta madre! Eso sería como tener dos vergas en el pecho

  • ¡De las copas antiguas pendejo, de las que son abiertas y redondas!

  • O sea que les gustaban de chichi chiquita

  • Para ti, para ellos eran perfectas, ahora les encantan los tatuajes y antes no se tatuaban, cosa en la que estoy totalmente de acuerdo… Imagínate las piernas, el pubis o la pancita de Andrea con un tatuaje de Neptuno, de un tigre, de una pinche calaca o unas letras hebreas. ¡No mames! Yo no le daría un beso ahí. ¡Y otra cosa! Si no quieres hacerme encabronar ¡Ya deja de hablar de Andrea!

  • Te trae de nalgas la suiza, si bien dicen que el pez por la boca muere y tu enojo lo demuestra

  • Alemana, y no me trae de nalgas

  • ¿Es nazi? Como sea, está buenísima y si tantas ganas le traes ¿Por qué no te la has cogido?

  • ¡Qué lástima carajo!

  • ¿Lástima por qué?

  • Porque se va a pasar de buena y las mujeres son como las frutas. Las frutas cuando ya están buenas se cortan en el árbol antes de que se pasen, de otra forma se caen del árbol y ya nadie se las come. Con las mujeres es lo mismo, cuando ya están muy buenas hay que meterles la verga, porqué si se pasan, ya nadie se las coge

  • ¡Ya no digas más pendejadas!

  • Solo una más y no te encabrones que es un consejo __ Reí de su franqueza y él dijo___ Mira Cabrón, tú vecina está buenísima, a ella se le nota que te trae ganas y tú babeas por ella, ¡Que te valga madre su edad! Ponte un condón y dale pa’ dentro, yo no creo que te denuncie, ni que se lo diga a nadie.

  • ¡Por favor! Que consejos tan pendejos los tuyos

A partir de ese día, cada vez que yo veía a Andrea y la saludaba con un “Hola” pensaba en que ya andaría “tras sus huesitos” porque estaba preciosa la mujercita

Unos meses después, un día en que regresé de la universidad me puse a charlar con mi mamá y entre todo lo que platicamos ella me dijo

  • Platiqué con la vecina y me comentó algo que no me gustó y te lo tengo que decir

  • Dime

  • Me confesó que tú le gustas mucho a Andrea y debe ser, ya que yo la he visto espiándote por las ventanas cuando te pones a encerar tu cochecito en el garaje.

Honestamente sentí emoción, sin embargo, el problema seguía siendo su edad, así que fingiendo indiferencia por el tema y dado que mi madre es una católica muy fanática pregunté

  • ¿Y qué fue lo que no te gustó? ¿Qué le pueda hacer caso siendo ellos luteranos?

  • “Matrimonio y mortaja del cielo baja” hijito, el amor viene de Dios y si El los quiere juntar por algo será, lo decimos en la oración “Hágase tu voluntad” __ Para evitarme una lección de catecismo le dije

  • Andrea es una niña que no sabe lo que quiere, hoy le gusto yo, mañana le gustará otro y así hasta que encuentre al indicado. Solo espero que no termine enamorada de quien no debe.

  • ¿Por qué no “le echas un laso” si ella es muy linda?

  • Si, es muy linda. Una niñita muy linda ¿Me entiendes? y yo no voy a pretender a una niña

  • No se trata de que la pretendas, sino de que la trates de forma amable y caballerosa así le puedes dar a entender lo que me dices, que es una niña muy bonita pero que no es tu tipo. Hazlo por mí, ahora que le van a hacer su fiesta de quince años sería una buena oportunidad para que ella se dé cuenta

  • Si voy a esa fiesta, llevo a Mónica

  • ¡De ninguna manera!, si le vas a hacer una grosería, mejor no vayas

  • Me parece perfecto ¡No voy!

  • ¡Ay hijo! Pobre muchacha, está tan ilusionada. En fin, haz lo que quieras, solo te digo que la vas a lastimar y que Dios te está viendo

  • ¡No te digo! Ya me estás mandando al infierno por no hacerle caso. Vamos a hacer una cosa

  • ¿Qué cosa? ___ Preguntó en su tono de “No me importa, si no haces lo que digo”

  • Te prometo que otro día la voy a ver y platico con ella ¿Te parece?

  • Entiende, son nuestros amigos y no es correcto que su hija termine lastimada por tu culpa

  • ¿Por mi culpa? Yo no le he hecho nada, ni siquiera le hablo

  • ¡A eso me refiero! Con tu actitud indiferente la estás lastimando

  • ¡Me lleva el demonio! …. Está bien __ Respondí harto de su absurda petición

Dos o tres días después de su fiesta, cuando regresó de la escuela la ví y le dije que la quería ver en la tarde, ella aceptó y la fui a ver a su casa para llevarle su regalo, Cuando abrió la puerta aún vestía su uniforme, no usaba zapatos y noté que aún sin estos me llegaba al hombro.

Fue la primera vez, desde que la había ayudado a bajar esa caja de la mudanza, en que la observé detenidamente. Tenía abiertos los botones de su blusa, lo que le hacía lucir un precioso cuello que me provocó instinto de Drácula, me lo quería comer a besos y ni qué decir de sus piernas, la recorrí con la mirada y le entregué lo que le llevaba por su cumpleaños, platicamos por escasos diez minutos y me despedí, al entrar a mi casa en un tono casi burlón mi mamá preguntó

  • ¿Ya le dijiste que contigo nomás no?

  • No, se emocionó mucho con el peluche y las rosas que le llevé y no me atreví

  • ¡Újule! Que se me hace que ya te atraparon hijo __ Me dijo con una sonrisa en los labios

  • ¿Cómo crees?

  • Si lo creo porque ella es una chica muy linda, muchos la quisieran de novia

  • Pero yo no

No la dejé responder y sin ocultar mi molestia por escuchar la verdad subí a mi habitación sin dejar de pensar en Andrea, era claro que me gustaba y que me encantaría seducirla. ¡Qué buena está! Pensaba, mientras que en mi “Cochina y lujuriosa mente” la imaginaba desnuda entre mis brazos, besando su cuello, sus piernas y cogiéndomela con gran placer, pero al recapacitar sobre su edad alejaba de mi todo pensamiento “sucio”. Esa noche soñé que después de haber tenido sexo, estando desnudos en la cama ella recostaba su cabeza sobre mi pecho para besarlo repetidamente mientras que yo jugaba con su dorada cabellera.

Al despertar y notar sobre mis calzones el efecto de mi delicioso sueño, tomé la decisión de “cortar por lo sano” la iría a ver por la tarde para explicarle que entre nosotros no podría haber nada. Eso la haría “apuntar sus baterías” hacia otro lado, se terminarían los encuentros “involuntarios” al regresar del colegio y yo me tranquilizaría al poner fin a mis “pederastas y sucios” deseos por ella.

Esa tarde por el interfono le pregunté a su mamá si podía ver a su hija y en menos de un minuto ella abrió la puerta y me sonrió. En ese momento mi mente comenzó a trabajar a mil por hora procesando lo que mis ojos veían. Usaba unos pequeños shorts a la cadera y una playera ajustada que descubría su ombligo y sobre la cual resaltaba el tamaño y perfecta redondez de sus pechos adolescentes. Tenía juntos sus pies y por ende sus bien torneadas pantorrillas, sus perfectas rodillas y sus esculturales muslos, subí la vista por sus muslos hasta encontrarme con la visión más excitante. Realmente no sé si sea correcto el término de “fetiche” pero para mí no hay nada más excitante que ese pequeño espacio que al juntar los muslos se forma entre ellos y la entrepierna.

Un pequeño espacio en forma de triángulo invertido cuyo vértice está donde se juntan los muslos y la base es su entrepierna, ahí fijé mi vista y al notar que no se marcaba nada sobre la tela de sus ajustados shorts, le imaginé unos finos labios vaginales. Sus pies, tal vez mi otro fetiche, a pesar de ser grandes, por ser tan alta, eran finos y bellos, la piel de sus piernas y su vientre resaltaba a simple vista una sensual suavidad y ni qué decir de su hermoso rostro de ojos claros, de nariz respingada y adornado por sus infantiles pecas en los pómulos

Ella coquetamente y en silencio me permitió observarla hasta que mi insistente mirada sobre su entrepierna la avergonzó obligándola a cruzar sus pies haciendo que sus muslos cerraran la puerta de mi excitante visión. No tuve más remedio que salir con una estupidez preguntando si no se lastimaba al caminar descalza, ¡Pendejo de mí! Si le lastimara, se pondría algún calzado. Ella sonrió al notar que su belleza me había impresionado y al explicarme algo sobre que se le ensuciaban sus pies, coquetamente se apoyó con una mano sobre mi hombro para doblar su pierna y enseñarme la planta del pie a sabiendas de que mi vista se fijaría en la parte interna de su muslo dándome otro ángulo de lo que me había visto observar con insistencia.

Le dije que quería hablar seriamente con ella y pasamos al jardín donde después de darle muchas vueltas al asunto, la hice enojar con mis palabras y con mi mirada insistente sobre sus piernas, ella molesta me dijo que ya no le viera las piernas y yo arriesgándome a que me corriera de su casa le dije que no dejaría de verlas porque las tenía preciosas. Y así fue que como dicen en mi pueblo “Caí redondito y sin colchón” ¿Por qué?, muy simple. Mi plan era decirle que entre ella y yo no podría haber nada sin embargo mi realidad fue decirle.

  • Me gustas Andrea, me gusta el color de tu piel, tus piernas, tus manos, tus pies, tu vientre, tus…

Aquí me interrumpió diciendo que no siguiera, que ya me había entendido y sin yo notarlo con su dulce voz y los sensuales e infantiles movimientos de su cuerpo, me llevó a proponerle con palabras lo que le gritaba con una mirada llena de deseo “Pienso que si nos tratamos, nos podríamos enamorar” Palabras más o palabras menos pero esa fue mi propuesta, propuesta que cada vez que la recuerdo me sorprendo de haber sido capaz de hacérsela a una adolescente

Yo no tengo idea de lo que pueda sentir una mujer al conocer a un hombre que le gusta, pero me atrevo a asegurar que los hombres al conocer a una mujer que nos gusta nos sentimos atraídos por el deseo carnal que nos hace tener los pensamientos y sueños más ardientes con esa mujer.

Cuando nos dimos el primer beso juntando nuestras lenguas, con mi mano recorrí la parte exterior de su muslo y ella levantó su cadera para que yo acariciara la firme y suave piel de su nalga. Eso magnificó mis deseos de poseerla y nos hicimos novios “formales” olvidando por completo  su corta edad. Entre mis amigos me llamarón “Infanticida”,” pederasta”, “asaltacunas” la mayoría de ellos en plan de broma y otros, por lo general amigas mujeres, con manifiesto repudio y enojo a mi decisión.

Claro que ella se encargó de borrar esa idea de entre mis amigos demostrando su madurez más allá de su edad biológica, sin embargo a mí no me importaba lo que pensaran o dijeran los demás, yo solo respondía a ese incontrolable deseo por tenerla entre mis brazos y disfrutar de ella a costa de lo que fuera olvidando el consejo que en mi adolescencia y buscando orientar mi naciente sexualidad me había dado mi padre “Si pretendes divertirte acostándote con una chica dulce y tierna, vas a terminar enloquecido por ella” ¡Y aquí estoy!

Pero regresando al día en que le propuse enamorarnos. Al regresar de la casa de Andrea, entré a mi casa y miré a mi madre en silencio, ella se rio y yo molesto respondí

  • Si... Ya me atrapó ¿Y qué?

No respondió, pero su risa me hizo pensar en un “nefasto acuerdo” entre las mamás.

Y pasó lo que tenía que pasar. Mi enorme deseo sexual se fue mezclando con su dulzura, su ternura, su inteligencia, su carácter en cualquiera de sus facetas, ya que incluso enojada era preciosa y yo cada día la veía más y más bella, por lo que mis deseos por tenerla en la cama fueron incontrolables. ¡Y se lo pedí! Claro que ella amablemente se negó diciendo que a pesar de que también lo deseaba lo mejor era esperar.

Y como es la mujer, enamorada o no, la que decide cuándo y cómo entregarse a un hombre, ella fue quien lo decidió el día en que me recibí de ingeniero. El deseo de Andrea era que en su primera vez no usáramos condón y como por coincidencia, era un día seguro para ella, planeamos el anhelado encuentro para el día siguiente.

Ese maravilloso día, desnudos uno frente al otro, ella se veía frágil, hermosa, sensual, ardiente y cuando me dijo que se sentía vulnerable por la falta de ropa, la abracé para darle confianza y entre besos y caricias terminamos arriba de la cama. La besé muchas veces y al sorber de sus bellos pechos y ella me miró hacerlo dibujando el placer en su rostro, bajé besando su vientre hasta su pubis y la parte interna de sus muslos, observé con deleite esa parte que está entre donde termina el muslo y comienzan los labios vaginales, lo besé y cuando puse mi boca sobre su suave sexo color de rosa, ella jadeó y al notar su placer la seguí estimulando con mi lengua hasta que un fuerte gemido, apretó las sabanas y la sentí contraerse al tiempo que su sexo se humedecía.

Me arrodillé entre sus piernas, tenía los pies apoyados en la sábana, le besé las rodillas y llevado por algo por demás profundo le dije “Te amo Andrea” Me miró con sus enormes ojos claros, para después bajar la mirada. Y es que todo había cambiado en mí, mi enorme deseo por gozarla se convirtió en deseo de hacerla gozar y al penetrarla enloquecí de amor al sentirme dentro de ella. Permanecí inmóvil observando el rubor de su rostro, en cómo sus pechos se veían coronados con la dureza de sus rosados pezones ¡Y su mirada! Su mirada era todo ternura, la máxima expresión de amor, de entrega, de pasión y a partir de ese momento solo pude pensar en ella como mujer, poco a poco lo fui consiguiendo distrayendo mi mente para no terminar antes que ella. Cuando la escuché jadear y decirme “No te pares ” observé en su rostro el placer y me llené de alegría, ella se mordió los labios gimiendo, volvió a apretar las sábanas con sus manos y sentí su orgasmo en las contracciones de su vagina, en ese momento empujé mi miembro con fuerza dentro de ella y lo dejé venir, fue algo único, algo que comenzó en mi nuca y bajó por mi columna hasta mi pubis y ahí estallar en placenteras contracciones que me hicieron soltar chorros de semen dentro de sus cálidas entrañas.

Permanecí dentro de ella besándola en la boca, los ojos y la cara hasta perder la erección y al acostarme boca abajo Andrea se rio nerviosa al ver y sentir mi semen escurrir fuera de ella, le expliqué que era lo normal y ella se recostó sobre mi pecho besándome las tetillas, cuando con mis dedos comencé a jugar entre sus cabellos comprendí que aquel sueño que me había llevado a su casa buscando decepcionarla más que sueño había sido una premonición

Ella tenía 18 yo 23 y más allá del placer, nos dimos todo, cosa que seguimos haciendo hasta la fecha

Cumpliendo con las reglas impuestas a nuestro noviazgo de solo salir viernes y sábado, el viernes siguiente la fui a ver y le pregunté

  • ¿Qué quieres hacer?

  • Estar contigo

Respondió y lo volvimos a hacer, solo que esta vez nos cuidamos usando condón. Ella se acostó de lado y yo detrás para hacerlo así teniéndola abrazada, acariciando sus pechos, su vientre, sus muslos y besando ligeramente su cuello, reprimiendo mis más profundos deseos por temor de que terminara con “chupetones” marcados en su blanca piel.

Convertimos el sexo en una deliciosa diversión de fin de semana (Al menos en uno de los días que podíamos salir) lo hacíamos para amarnos y también por el solo placer de coger. Y ya acostumbrados a nuestra desnudez nos fuimos descarando en nuestros más profundos y ardientes deseos los cuales se comenzaron a manifestar con frases ardientes como “Métemela toda” “Que buena cogida te voy a dar”, “Que rico coges o que rico me cogiste”.

Dentro de la habitación del hotel dejaba de ser una adolescente convirtiéndose en una mujer ardiente que sabía lo que quería y lo pedía con palabras o con actitudes tales como estar acostada desnuda boca arriba, separar sus piernas doblando las rodillas y con sus manos abrir su sexo para enseñarme el rosa brillante de sus labios internos, de su clítoris y el rojo encendido de los pliegues de su estrecho orificio vaginal, visión ante la cual no me resistía a hacerle el sexo oral hasta llevarla al orgasmo. Y estar acostado boca arriba viéndola disfrutar mi miembro con su boca y decirme “Tú te mueres de ganas y yo necesito tenerlo” para hacerme eyacular dentro de su boca y tragar mi semen, que maravilla ver su hermoso rostro infantil saboreando mi pene como mujer, ¡La locura!

Una vez en que ella estaba desnuda acostada boca abajo en la cama mientras que yo la besaba en los pies, las piernas, las nalgas y la espalda. Al observar su columna hundida y esos dos preciosos y excitantes hoyuelos, me reí al recordar lo dicho por Alberto “¿De qué te ríes?” preguntó, yo le platiqué y mientras lo hacía besaba y lamía su columna diciendo “Aquí donde se hunde tu columna se debe poner wiski y beberlo como perrito” . No soporte más, me monté en ella y se lo hice hasta el orgasmo.

Un día en que por desesperado terminé antes que ella me dijo

  • Es que fuiste muy rápido Pedro, necesitas ir a mi ritmo, de otra forma solo me estás usando, si lo hacemos a mi ritmo todo cambia amor, tal vez hasta lo podamos tener juntos. Aprendí a darle su tiempo y hemos tenido varios orgasmos juntos

Disfrutamos y seguimos disfrutando del sexo haciendo todo lo que nos da placer como amantes, pero en ese tiempo ese placer ya no nos era suficiente. Ella quería el sexo sin condón y yo estaba harto de cumplir con las reglas de un “noviazgo casto” cuando lo nuestro ya era un amor apasionado. Así que un día después de hacer el amor, le puse un anillo de compromiso y le pedí matrimonio. Caro que protestó de mi forma poco romántica de pedirlo, pero ¿Qué más romántico, que haberla amado plenamente y pedírselo? En fin, tal vez debí haberme hincado frente a ella en un lugar frente a mucha gente haciendo que se sonrojara, tal y como ella lo había soñado, pero no fui capaz de cumplirle su sueño.

¡Claro que hubo molestia y enojo por parte de los papás y mamás de ambos!, La idea y el reproche de un supuesto embarazo terminó beneficiándonos ya que el temor a “la vergüenza social” hizo que todo se apresurara, nos casamos por lo civil y en la embajada para después irnos de viaje de bodas, ya al regresar nos casamos por las dos iglesias. En México decimos que uno se casa por las tres leyes, “Por lo civil, por la iglesia y por pendejo”, cuando eso se comenta entre los amigos, yo les digo

  • A mí no me incluyan que yo soy caso especial, yo me casé por lo civil, por la embajada, por la iglesia católica, por la iglesia luterana, por amor, por caliente, por cogelón y no por pendejo, más bien por insistente

Nuestra luna de miel fue amorosa y ardiente, la primera noche ya casados al estar haciendo el amor ella llegó al orgasmo y cuando sintió que yo ya no lo podía detener me apretó por las nalgas para que la penetrara completamente y con un gesto de ansiedad en su bello rostro me dijo “Pedro, mi útero está sediento de tu semen amor, ya dámelo todo” ¿Y quién se resiste? El despertar del día siguiente, los dos desnudos en la misma cama fue un sueño realizado y ni que decir de cuando pasados unos días al desnudarse y ver su piel bronceada con las marcas del bikini, yo perdí la cordura y estuve a punto de comérmela viva. lo hicimos dos veces esa noche. Por cierto, y como broma, se dice que “En la luna de miel uno se quiere comer a la mujer y que años después se arrepiente de no habérsela comido” Pero yo sigo con ganas de querérmela comer.

También me puse a leer mucho sobre los famosos “Hoyuelos de Venus” y todos los expertos coinciden en que no tienen relación con los orgasmos de la mujer. Yo digo que sí y es que al ser tan sensuales, uno los observa y se esmera en lo que hace para hacer gozar a la poseedora de algo tan bello. ¡Y sí! También bebí como perro en su “Hoyo de la buenura” con Baileys que a ella le encanta y como no tenía que vestirse al terminar de hacer el amor, su blusa no se pegó

Para terminar, (Ya era hora) Ella me pidió que en este relato me apegara a la categoría de erotismo y amor. Honestamente yo no me atrevo a definir el amor de pareja, cada quien lo siente y manifiesta a su modo, yo simplemente pienso que el deseo es el motor del amor. La belleza de Andrea me hizo sentir un gran deseo y su trato me llevó a amarla plenamente como mujer.

¿Erotismo? Se define como el deseo sexual exacerbado, así que en mí caso fue verla llegar del colegio en uniforme, es ver su piel bronceada, es escuchar su voz, ver sus pies siempre descalzos en casa, ver y sentir su cuerpo desnudo junto al mío, observarla poner crema en sus piernas, verla sentada en shorts sobre el piso jugando con nuestros hijos, su sonrisa, su forma de acomodarse el cabello, la mirada de sus ojos claros, sus finas manos recorriendo el teclado cuando toca el piano. En resumen, todo en ella, para mí. Es amor y erotismo