Mi historia contada por ella

No era la primera vez, ni la segunda, ni la tercera que quedábamos, nuestras vidas ya giraban en torno a esperar una llamada para decir, “este fin de semana puedo” y escuchar del otro lado del teléfono, “yo también estoy”.

No era la primera vez, ni la segunda, ni la tercera que quedábamos, nuestras vidas ya giraban en torno a esperar una llamada para decir, “este fin de semana puedo” y escuchar del otro lado del teléfono, “yo también estoy”.

Estaba en la habitación del hotel y tú habías bajado a comprar unas fresas, esa tarde te quería sorprender con algo nuevo y deseaba que a ti te gustara, así que te dije cuando te ibas que procuraras tardar un ratillo, a lo que accediste después de regalarme una sonrisa picarona.

Fui al baño y me puse un corsé negro y un tanga a juego, sabía que te gustaba la lencería tanto como te gustaba quitármela dulcemente.

Esparcí por toda la habitación pétalos de rosa que me había traído en la maleta y coloqué muchas velas aromáticas por toda la estancia, las fui encendiendo y cerrando las persianas, hasta que la habitación se quedó impregnada en un olor a rosas y una luz anaranjada que le daba un aspecto muy erótico a todo.

Empecé a imaginar todo lo que tenía pensado hacerte esa tarde y me empecé a sentir muy excitada y muy húmeda, a lo que no pude resistirme y empecé a masturbarme encima de la cama, pensando en ti, en tu cara, en tu boca, en tu lengua por todo mi cuerpo, en tu pene penetrándome hasta lo más profundo de mi vagina...

Sentí pasos por el pasillo, deseé que fueras tú pero no paré de darme placer, quería que me vieras, que te excitaras mirándome.

Se abrió la puerta de la habitación y yo ya empezaba a gemir porque sabía que te iba a poner cachondo el verme tirada en la cama jugando con mis manos y así fue, te quedaste en el alféizar de la puerta que daba al cuarto, mirándome, te excitaba cada movimiento mío, cada gemido, me mirabas y me ponías más, veías cómo me penetraba con mis dedos lentamente, mientras que con mi otra mano me excitaba el clítoris.

“Te gusta??”, a lo que me contestaste que sí, y entonces te pedí que te desnudaras, cada prenda que te quitabas me llenaba más de deseo, de poseerte, de hacerte el amor, hoy no estaba romántica, estaba juguetona y eso te excitaba también.

Cuando ya te habías quitado toda la ropa, me levanté de la cama y te dije “quieres jugar conmigo??” y te empecé a besar, muy fuerte, metiéndote la lengua hasta tu garganta, lamiendo la parte de atrás de tus dientes, mordiéndote la lengua suave pero intensamente...

Te señalé una silla y te invité a sentarte, mientras tanto yo fui hacia la mesita y cogí un trozo de tela negro y te dije “me dejas atarte las manos??” y me dijiste “sí”, estabas totalmente excitado, tu pene estaba húmedo y respirabas muy fuerte.

Te até las manos por detrás del respaldo de la silla, me puse delante de ti y te seguí besando...

Paré, me dijiste “sigue” y yo dije “no”, me empecé a quitar el corsé muy lentamente, tus ojos no dejaban de mirarme con deseo y yo no dejaba de bailar para ti al ritmo de la música de nuestros acelerados corazones, me acerqué a ti y apretujé mis pechos contra tu cara y dejé que me chuparas los pezones, me encantaba, pero me aparté y seguí desnudándome, me quité el tanga, completamente mojado y lo tiré.

Me volví hacia la mesita en donde cogí otro trozo de tela y te vendé los ojos, era más excitante si no sabes lo que te voy a hacer, si no sabes dónde estoy, por dónde puedo aparecer, o qué te puedo hacer...

Estabas atado a la silla, con los ojos vendados y susurrabas mi nombre porque dejé pasar unos minutos sin que ocurriese nada, sólo mirándote, excitado...

Me senté en tus rodillas, sin acercarme demasiado a tu cuerpo, lo suficiente para poder rozarme tu glande con mi clítoris, te agarré el pene y comencé a pajearte, suave, apretándolo, me frotaba con él el clítoris y me gustaba, y por tu cara diría que a ti te estaba encantando, empecé a pasar mi pulgar por tu glande húmedo, a dibujar círculos y a apretarlo hacia abajo, lo sentía cada vez más húmedo, y tú abriste la boca para emitir un gemido pero no te dejé hacerlo, antes de que pudieras gemir, te había metido la lengua en tu boca y te empecé a besar con desenfreno, con lujuria, con sed de tu boca.

Me levanté y me puse detrás de ti, me puse un poco de cuclillas, lo suficiente como para que tus dedos pudieran jugar con mi coño, tú sabías lo que quería y me lo empezaste a dar, empezaste a jugar con mi clítoris y empezaste a penetrarme con tus dedos y, mientras tanto yo te lamía la espalda, te mordía en el cuello y poco a poco me acercaba a tu oreja, la lamía y, mientras te tapaba la boca te susurré al oído “hoy, haré que te corras como hasta ahora no lo has hecho y quiero que tú me hagas jadear como nunca me has oído jadear...”, eso te excitó mucho y me seguías penetrando con tus dedos, mientras notabas como fluía por tus dedos los ríos de mi placer.

Me puse otra vez delante de ti y te destapé los ojos, te volví a besar, te abrí las piernas y me arrodillé a tus pies, te empecé a lamer la barriga, el ombligo, los muslos, te daba mordiscos en las ingles y de repente me dijiste “cómemela”, pero yo no te hice caso y seguí por donde yo quise, me empecé a masturbar de rodillas y empecé a chuparte los huevos, ummmm, te los succionaba, te los lamía, los apretaba con mi mano libre y mi lengua empezó a subir por tu pene, lentamente, hasta llegar a la punta, dejé de masturbarme y te lo agarré para masturbarte mientras te la comía, empecé metiéndome la punta de tu pene en la boca, poco a poco, jugando con tu glande, pero después hacía que tu pene entrara entero en mi boca, hasta que la punta me tocara la parte más profunda de mi garganta, y tú gemías de placer y te desesperabas por cogerme del pelo, pero estabas atado y te lo impedía, cosa que hacía que te excitaras más...

Me levanté y me senté en tus rodillas de nuevo pero esta vez dándote la espalda, haciendo que tu polla se frotara con mi culo, después me di la vuelta y me senté mirándote cara a cara pero esta vez haciendo que me penetraras, abrí las piernas el ángulo más grande que me era posible para sentirte todo lo dentro de mi posible, me apoyé en tus hombros, te besé y empecé a hacerte el amor...

Me estabas viendo hacerte el amor, pausadamente, me veías cogerme los pechos, apretarme los pezones.....y tenías ganas de cogérmelos tú, te inclinaste para chupármelos y entonces me volví a masturbar, excitándome el clítoris, mis jadeos eran cada vez más fuertes y entonces, necesité sentir tus manos en mi cuerpo.

Te desaté y me agarraste con fuerza las tetas y me pellizcaste con ansia los pezones y yo chillé de placer, después me agarraste el culo con una mano y con la otra me empezaste a masturbar y yo mientras te metía mi dedo en la boca para que me probaras... te susurré “si sigues así me correré” a lo que me contestaste “eso es lo que pretendo” y así fue, tuve mi primer orgasmo, pero antes de que mi cuerpo dejara de convulsionarse de placer, me agarraste en brazos, me llevaste a la cama y empezaste a jugar con tu lengua en mi clítoris....a probar el sabor salado de mi coño, como si tuvieras una sed inmensa y sólo yo te pudiera dar de beber...tu lengua era como una brocha y mi coño era un lienzo sin pintar....

Creía que me iba a morir de placer, entonces te agarré la cabeza y tiré de ti para subirte y darte un beso, probé de tu boca mi propio sabor, eso me volvió a excitar muchísimo e hice que me penetraras, nos movíamos como locos, gemíamos como poseídos y me llegó el segundo orgasmo en que tú te recreaste mirando como mi cuerpo se arqueaba de placer y me dijiste “tamy, me voy”....