Mi historia con Pilar II - El sujetador
Segunda entrega de mi historia con Pilar, en ella aparece en el servicio de su casa un sujetador
El tiempo fue pasando, yo seguía yendo a casa de mi madrina con mis padres, como si tal cosa, eso sí, ahora me fijaba mucho en la ropa que llevaba puesta, lo que me hizo aficionarme a las prendas femeninas, sobre todo a las faldas, que ella siempre llevaba, como se verá más adelante.
Me fijaba en los vestidos y camisa que llevaba para ver cuál le marcaba más las tetas, y para ver si tenía algún descuido y podía atisbar algo.
Un día no es que atisbara algo, es que.... Estábamos los dos solos en su casa, estábamos con prisa porque habíamos quedado con mi madre, ella se estaba vistiendo en el cuarto de estar y yo estaba esperándola en el pasillo. De pronto salió hacia la cocina, no sé a qué, pero lo que si se, es que solo llevaba puesta una falda negra y un sujetador del mismo color (estaba de luto por la reciente muerte de su madre), ella creo que se sorprendió al verme, no esperaba que estuviese allí y yo me quedé embobado mirando el sujetador que apenas podía contener sus pechos.
Esa imagen ha dado lugar a innumerables pajas y aún ahora al escribirlo tengo una buena erección.
También estaba atento a sus conversaciones y así un día la sorprendí diciendo a una amiga que estaba preocupada porque tenía las tetas muy caídas. Y otro día....
Mi madre estaba enferma y ella vino a verla, pasó al dormitorio donde estaba acostada mientras yo estaba en el salón y oí lo siguiente:
Ayer me tuve que ir de la cama, dijo Pilar.
¿Y eso, contestó mi madre?
"Porque Juan (su marido) estaba pesado y quería follar.
¿Y dónde te fuiste?
Como estamos solos me fui a la cama del niño, pero volví al rato.
Ya, dijo mi madre.
Yo al escuchar esto me levanté y me fui al servicio a montarme mi película.
Yo sabía, porque había dormido en su casa, que por la noche dormía en camisón, sin sujetador.
Quita las manos de ahí, Juan, dijo Pilar, apartándolas manos de su marido de sus tetas.
Mira como estoy, Pilar, dijo Juan llevando la mano de su mujer a su polla tiesa.
Déjame, hazte una paja si quieres, tengo sueño.
Házmela tu, amor, o déjame que la meta en tu coñito.
Te he dicho que no, Juan, dijo Pilar levantándose y yéndose a la habitación de sus hijos.
Juan se quedó sin saber que hacer, decidió hacer caso a su mujer y hacerse una paja pensando en sus bonitas tetas.
Pilar, entre tanto, en la cama de s hijo, no podía dormir, el sobe de las tetas de su marido y el recuerdo de su polla tiesa la hacía estar toda mojada, decidió que tenía necesidad de un buen polvo, se levantó y volvió al dormitorio.
Pilar llegó a la puerta en el momento en que Juan se corría, vio cómo se estremecía con las últimas sacudidas.
Vaya, no te has podido esperar.
Lo siento, cariño, pero no podía más, te he hecho caso y me he hecho una paja pensando en tus tetas.
Pues ahora quien quiere follar soy yo, dijo Pilar acostándose a su lado.
Pues a ver como recuperas esto. Juan bajó sus calzoncillos y apareció su miembro flácido lleno del semen de la corrida.
Tranquilo, Juan, dijo Pilar llevándose la polla a la boca, paladeando el semen.
Empezó a chupársela y a tocarle las pelotas, mientras Juan le sobaba las tetas por encima del camisón.
-Oh, Pilar, sigue, sigue, me voy a correr.
-No, dijo Pilar sacándose la polla de la boca y viendo que ya estaba a punto para penetrarla. Te vas a correr, pero dentro de mi coño.
Pilar se subió el camisón, Juan Le bajó las bragas y apareció su chocho peludo.
- Sácate las tetas, Pilar.
Pilar lo hizo, Juan dirigió su polla al coño de su mujer y la penetró empezando a follarla, mientras le besaba las tetas.
Venga, Juan, venga, dame fuerte.
Su, zorra, si, ¿te gusta?
Me encanta, Juan, sigue comiéndome las tetas.
Si, Pilar, sí, me corro,
Juan se corrió apretando se contra su mujer y yo me corrí en el servicio musitando el nombre de Pilar.
Pasado un tiempo ocurrió lo de la prenda que da nombre a este relato, sucedió más o menos de a siguiente manera:
Esa tarde había estado de compras con mi padre, a la vuelta decidimos pasarnos por casa de Pilar, llegamos a su casa y como me estaba orinando me fui al servicio.
Cuando terminé de hacer mis necesidades e iba a salir, miré hacia la bañera y allí había un sujetador, me paré y lo cogí, lo miré, allí es donde metía sus tetas la mujer de mis sueños, no me lo pensé, me senté en la taza del váter y decidí meter mi polla en el sitio donde ella metía sus tetazas, era la primera vez, pero no iba a ser la última, como se verá en la siguiente entrega.
También me he masturbado con el sujetador de una prima de grandes tetas, pero eso es otra historia.
Saqué mi olla totalmente erecta y la metí dentro de la copa del sujetador, era un sujetador color carne, empecé a restregarme el aparato contra la tela de la prenda.
Imaginó a su madrina en la cocina, cocinando, me acerco por detrás y le agarró de las tetas, acercando bien mi polla contra su culo para restregársela.
Pilar se dio la vuelta sonriendo y se desabrochó la bata, apareció el sujetador que yo tenía en mi polla en ese momento.
¿Me lo quito, Javi?
Si, quítatelo, contesté y enséñame tus tetas, dije mientras me quitaba los pantalones y los calzoncillos.
Pilar se quitó el sujetador dejando sus tetas libres, yo me senté en una silla de la cocina y ella se acercó levantándose la falda de la bata.
¿Las quieres?
Si, Pilar, sí.
Me metí una de sus tetas en la boca y Le bajé las bragas, esa vez me la iba a follar en su cocina.
Pilar cogió mi aparato y lo dirigió a su coño, sentándose encima y metiéndose lo hasta el fondo. Empezó a moverse arriba y abajo, las tetas Le bailaban, se las agarré y las apreté, ella seguía arriba y abajo, suspirando.
¡Oh, que polla tienes, Javi, que gusto!
Y tu, que coño y que tetas, sigue, que bien follas, Pilar, me vas a dejar seco.
¡Quiero toda tu leche dentro!
¡Si, Pilar, si! Dije, a punto de correrme.
Le eché toda mi leche dentro, mientras lo hacía le mordisqueaba las tetas.
Ella se levantó, se arregló la ropa y siguió cocinando como si nada. Yo, mientras tanto en el servicio había llenado su sujetador de lefa que intenté limpiar con papel higiénico.
¿Se dio ella cuenta?, yo pienso que sí, porque a partir de ese día cada vez que iba a su casa iba al servicio y la sorprendí mirando a su hijo con cara de desaprobación, por cierto nunca más hubo un sujetador, aunque yo los sacaba de su mesilla de noche para masturba e con ellos.