Mi Historia con Paola (3: El final)

Allí estaba yo con mi amiga la monja y a punto de hacer el amor. Ella por primera vez y yo por no se que número. Quería que disfrutase de su primera vez sin culpa y cargo.

Esta es la ultima parte de mi historia con mi amiga Paola.

Espero que la disfruten...

  • Me encanta –respondí. Yo valore que hacer en ese momento. Si lanzarme de lleno y mamarle la vagina o que -...no mejor no... –me dije. Paola es monja y tiene prejuicios; hoy solo quiero quitarle el virgo y que sea mía y después veremos. Tomé su seno y derecho y comencé a prodigarle lamidas; puse entre mis dientes su gran pezón y lo mordí con cuidado -.... ¡¡¡¡áaaahhhh!!!! ¡Mi amor! –gimió Paola. -... ¡nunca había tenido esta sensación! –agregó Paola completamente extasiada. Yo continué besando, "lengüeteando", mamando y hasta propinándole pequeños mordiscos a sus ya súper-duros pezones.

¡No puedo más! –me dijo tiernamente -...hazme tuya. La tomé de las manos y la lleve al dormitorio; una vez allí saque de la mesita de luz un condón y comencé a romper su envoltorio, todo esto ante la atenta mirada de Paola.

Cuantas veces soñé con este momento... –dijo ella -...hasta me imaginaba como sería, y aunque te parezca mentira es muy parecido a esto. Paola se acercó a mí y me tomó por la espalda y comenzó a darme tiernos besos en ella. Cuando vio que yo estaba preparando el condón para ponerlo en su sitio, venció su timidez y se acercó hacia mi frente.

Déjame hacerlo a mí –me pidió. -...Siempre soñé que yo te lo hacia –agregó. Tomó el preservativo con su manito derecha y lo colocó sobre el glande de mi erecta verga. El simple roce del látex con la piel de mi verga me hizo soltar un breve suspiro. Ella me miró y se sonrió algo sonrojada.

Ya esta –me dijo al tiempo que se incorporaba para besarme. Volvimos a explorar nuestras bocas con nuestras lenguas. Yo continué explorando sus pechos hasta que le arranque un nuevo gemido de placer -... ¡¡¡Fffffff!!! ¡¡áaaahhh!! ¡Por favor, hazlo de una vez! –me dijo casi suplicándome. Yo la recosté sobre la cama, y al tiempo que me deslizaba sobre ella automáticamente Paola abrió por completo sus piernas. Yo continué con la labor de "sobarle" sus erectos y duros pezones. Pasaba sobre ellos mi lengua con extremada avidez, de a ratos se los mordisqueaba o succionaba como si fuese un bebé desesperado por sacar de aquellos senos su alimento. Pase mi mano izquierda sobre su inmaculada conchita y pude comprobar que esta estaba completamente lubricada por sus jugos; amague con penetrarla agarrando mi verga y llevándola sobre la entrada de su conchita pero me arrepentí, y volví con mis manos a comerle sus senos. -... ¡Por favor, ya...! –volvió a suplicarme Paola con desesperación -...Ya no puedo más, la quiero dentro mío. Quiero sentirla, quiero que me pertenezca.

Han sido demasiados los años que esperé este momento. Y la rabia que yo sentía cuando algunas de mis conocidas me contaban con lujos de detalles como te las cogías; y yo ansiaba, rogaba, suplicaba que te fijases en mí y nunca lo hacías; así que ahora quiero recuperar todo el tiempo perdido, quiero sentirla dentro de mi ser, y que Dios me perdone, ¡¡no puedo más, ya cógeme...!! -agregó completamente desencajada presa de su excitación. Ella misma busco con su mano izquierda mi verga; la tomó y se la puso sobre la entrada de su virgen concha -... ¡¡Vamos amor, compláceme, entrá en mí!! –A esa altura yo tampoco podía más y viendo que ya había hecho el trabajo "fino" de excitarla hasta casi su locura, decidí complacerla y también desahogarme. A pesar de mi calentura, pude discernir que tenía que tener cuidado al momento de penetrarla, quería que este día no pasase en su historia como un día traumático. Lentamente fui penetrando en ella hasta cierto punto en donde mi verga se "trancaba". Cada vez que llegaba a ese sitio Paola emitía un pequeño gemido al tiempo que su cara denotaba dolor.

¿Te duele? –le pregunté.

Un poquito –me contestó.

¿Quieres que siga?

¡Hazlo, desvirgame ya! –contestó. Al decirme esto no esperé más, le dí un beso con lengua explorando hasta la parte más recóndita de su boca, y de una sola embestida le mandé mi verga hasta el fondo -... ¡¡Mmmffff!! –gimió ella entre mi boca. Estoy seguro que le dolió hasta el alma. Yo sentí claramente cuando mi glande rompía su himen y continuaba su camino hasta el fondo de su conchita. Me detuve por un segundo con mi verga clavada cual puñal en su vientre al tiempo que sacaba mi boca de la suya -... ¡¡¡¡áaaaahhhhhh! –gimió Paola de dolor al verse liberada de mi boca. En ese momento yo volví a meter mi lengua en su boca. Al principio Paola no respondió al beso, tenía su cara contraída de dolor, obviamente no es lo mismo que te desvirguen a los dieciséis, diecisiete o dieciocho que a los treinta pensé para mí en un segundo.

La bese con toda mi maestría por interminables treinta segundos, al tiempo que tomaba su seno derecho con mi mano y comenzaba a "sobarselo", luego de unos instantes pude notar como lentamente ella se fue relajando; y una vez que ella estuvo completamente relajada comencé a hacer retroceder aquel "torpedo" que estaba incrustado en ella. Paola se retorció por un segundo y habló. -... ¡¡Cójeme, por favor!! –Retire mi verga hasta la puertita de su concha y comencé a bombearla solo con el glande dentro de ella. Solo le estaba haciendo una "pajita", quería que Paola se relajase por completo y se olvidase del dolor. Al cabo de unos minutos lo logre. -... ¡Áaaahhh! ¡Áaaaaahhh! –gemía ella completamente extasiada. Paola tomó con sus manos mis nalgas y las empujo hacia ella, era obvio que quería que mi herramienta entrase hasta el fondo de su ser. Y yo la complací, de una se la mandé a guardar -... ¡¡¡ffffffff!!! ¡áaaaaaaaaaahhhhhhhhh!!! –gimió Paola con una mezcla de dolor y placer. Por espacio de diez segundos volví a quedarme dentro de ella, para luego si comenzar a "bombear" -... ¡Ssssiiii aaassií! –jadeaba Paola -... ¡¡¡áaahh, áaahh, áaahh!!! ¡Me vengoo! –gritó completamente extasiada. Yo apuré el paso hasta que logre mi orgasmo casi a la par de ella. Cuando Paola dijo que se venía sentí en mi verga y a pesar del látex una terrible andanada de calor. Por primera vez en su vida ella tenía un orgasmo, al menos con una verga dentro suyo. A los pocos segundos una marea de semen inundo el condón. Por unos minutos yo quedé encima suyo, luego lentamente comencé a sacar el ya extinto torpedo de adentro de ella. El condón salió con algo de sangre y lleno de mi leche; Paola lo miro con curiosidad.

Menos mal que tenías ese condón puesto, sino me hubieses embarazado de quintillizos –dijo entre risas. -... ¡Te amo agregó! Al tiempo que me daba un beso en el pecho. En ese momento comencé a preocuparme.

Como va a terminar esto –me pregunté por un segundo y de inmediato borré esa cara. -... Vamos linda, ponte la ropa que te llevo al convento, sino las monjas se preocuparan –dije al tiempo que Paola me obedecía.

Desde ese momento Paola y yo salíamos todos los sábados y de las vacaciones nos olvidamos y de nuestras familias también. Ya en la segunda vez que tuvimos sexo, probamos nuevas posiciones; pero esa, esa es otra historia que algún día les contare.

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