Mi historia con Luisa – Parte 03

Un polvo delicioso y la promesa de muchas aventuras juntos

La siguiente ves que salimos juntos fue un sábado en la noche. La acompañé a una obra de teatro en la que participaban varios de sus amigos universitarios, creo que más de uno se sorprendió de verme con ella, incluso es muy probable que alguno se haya puesto celoso, pero eso es algo que supe algún tiempo después por ella misma. Lo cierto es que ella estaba conmigo y esa noche quiso que todos nos vieran juntos. Esa noche ella estaba espectacular, muy bella, con un vestido corto color café claro, informal y con algo de vuelo, y unas sandalias que dejaban sus hermosos y delicados pies al descubierto. Yo me sentía muy a gusto luciéndola.

El lugar era una casa antigua y grande, con un patio interior y varias habitaciones grandes. Había sido adaptada como teatro y en varias de sus grandes habitaciones se presentaban espectáculos de cuentería, teatro e improvisación, a cargo de estudiantes universitarios y artistas de diversos orígenes. No había un precio estipulado para las entradas, sino que al salir cada uno de los asistentes aportaba voluntariamente lo que considerara. Disfrutamos la obra, que no duró más de una hora, y luego de algunos saludos con varios amigos y amigas de ella, salimos del lugar tomados de la mano. El tomarnos de la mano creo que se dio de una manera muy natural y sin premeditación. Fuimos a buscar algo de comer, en ese caso fueron unos burritos mexicanos en un lugar que yo conocía ceca de ahí. Vale decir que tanto el teatro como el lugar donde fuimos a comer eran muy agradables pero bastante informales, muy acodes con los gustos de los universitarios y la gente joven de mi ciudad.

Luego la llevé a un pub que me gustaba mucho, todo en la misma zona, por lo que caminamos. Allí compartimos un par de cervezas, nos estuvimos besando apasionadamente y en general compartimos un muy bien momento, pero se hacía evidente que ambos queríamos algo más. Después de la mamada que me hizo en la primera salida no dudé en proponerle que fuéramos a un motel. Ella y sonrió y me dijo que lo estaba deseando.

Al motel también llegamos caminando, en todo caso estaba todo relativamente cerca. Nada más llegar a la habitación ella me empujó para que me sentara en un sofá que había cerca de la cama y me pidió que la esperara un momento mientras iba al baño. No demoró casi nada y cuando salió me miró fijamente y se comenzó a desnudar lentamente, de pie mientras me miraba. Se quitó las sandalias, luego aflojó el vestido y lo dejó cae al piso, comenzó a caminar hacia mí mientras ponía sus manos en la espalda para soltar el broche se su bra, lo que logró rápidamente sin dificultad. En este punto tengo que destacar que sus tetas me encantaron, la primera vez la había tocado pero no las había apreciado como ahora que las veía claramente y en su esplendor, y aunque no eran excesivamente grandes, sí eran más grandes de lo que parecía con la ropa puesta. Los pezones eran hermosos y estaban erectos y apuntando hacia mí. Supongo que mi cara delataba lo embelesado que estaba mirándola, ella simplemente sonreía con mucha picardía y me miraba.

  • Puedes cerrar la boca

  • Ciérramela tú

Solamente conservaba su tanga cuando se acercó y se sentó sobre mí, con sus piernas a cada lado de mi cuerpo y sus tetas sobre mi pecho. Nos besamos con muchas ansias, yo la tocaba por todos lados como podía, agarraba sus nalgas, las apretaba y las separaba, rápidamente metí un par de dedos bajo su tanga y me entretuve frotándole la vagina que estaba ya bastante caliente y húmeda. También le tocaba las tetas, las apretaba y con dos dedos presionaba cada uno de sus pezones. La verdad es que estaba fascinado, esa mujer era una diosa de ébano, con un cuerpo maravilloso hecho para el placer, y en ese muy momento totalmente dispuesta para mí.

Estuve unos minutos un una nube mientras besaba y chupaba sus tetas, al tiempo que la rodeaba con una mano hasta alcanzar su vagina. Mis dedos la penetraban con asombrosa facilidad y ella gemía con su boca cerca de mi oído.

Lo siguiente fue que me desmontó y se arrodilló en la alfombra, entre mis piernas, yo me quité la camisa y ella se encargó de quitar mi correa, mi pantalón y no sin algo de suspenso, mi bóxer. Me desnudó completamente mientas ella aún conservaba el tanga. Creo que lo que más me gustaba de la situación era su cara de puro placer. Tomó mi verga en sus manos, la acarició, hizo un par de movimientos arriba y abajo, me miró con una sonrisa y luego acercó su cara a mi verga, por un momento cerró los ojos y al perecer disfrutó oler y frotar esa verga por toda su cara. Me besó y chupó los huevos con calma, luego me dio varios besos en el tronco de la verga hasta llegar a la cabeza, para besarla también. Se la metió en la boca con deleite y poco a poco fue tomando ritmo. Ya me había dejado claro que era una fantástica mamadora pero ahora lo confirmaba.

En un momento me sorprendió con algo, me estaba chupando los huevos mientas yo simplemente disfrutaba recostado en el sofá y ella continuaba de rodillas ente mis piernas. Se agachó más y empujó mis piernas hacia arriba, yo simplemente ayudé y sostuve las piernas separadas y levantadas, ella jugó con su lengua ente mis bolas y mi ano, se acercó más y finalmente me pasó la lengua por el ano, allí se concentró varios minutos provocándome muchas sensaciones. Dicho claramente, me estuvo comiendo el culo como quiso. Yo estaba sorprendido porque nunca me lo habían hecho, pero la verdad es que me gustó mucho y simplemente la dejé hacer.

Cuando volvió a mamar mi verga me incorporé un poco y la agarré del pelo, de ese fantástico pelo crespo y voluminoso que tan exótico me parecía, empecé a marca el ritmo de la mamada que rápidamente pasó a ser una cogida por la boca, me puse de pie si saca mi verga de su boca y con ella aún de rodillas me la cogí por la boca, cada vez de manera más agresiva. Yo iba analizando sus respuestas a mis acciones y rápidamente me di cuenta que le encantaba el juego rudo por lo que me envalentoné mucho más, por momentos le sacaba la verga de la boca y se la pasaba por la cara, le daba azotes en la cara con la verga y ella se notaba que lo disfrutaba, que babeaba, y sin pensar mucho me salió algo instintivo, le di una cachetada en la cara y le volví a meter la verga, esta vez hasta la garganta. Se notaba muy agitada pero en sus ojos reconocí un gesto de placer, no de rechazo. Supongo que alguna otra chica no hubiera permitido el golpe en la cara, pero ella se encendió más aún.

  • Que rico me lo chupa esta perrita…

  • ¿Sí? ¿Te gusta todo lo que te hace esta perra? Pues esta perra necesita que la claven duro.

  • ¿Ah sí? Pues entonces hay que clavarla…

Y dicho y hecho, la levante en un movimiento y la aventé sobe la cama. Ella sonreía y se dejaba hacer. La verdad es que era liviana y yo manejaba su cuerpo con facilidad. Le quité el tanga que era su última prenda, y aunque ella estaba deseosa de que la penetrara, me entretuve un poco más, le besé los pies, luego las pantorrillas y regresé a sus pies. Creo que no me definiría particularmente como un fetichista de pies, pues no me centro únicamente en eso, pero la verdad es que rápidamente le cogí el gusto a los pies de ella. Estuve unos minutos concentrado en besarlos, en chupar sus dedos, en acariciar sus piernas, en mirarla con lujuria mientras me metía sus dedos a la boca. Ella lo disfrutaba y me ponía los pies en la cara.

  • Ven ya, métemela por favor

  • Sí, ¿necesitas una verga dentro?

  • Sí, sí, la necesito

  • Te la daré, pero déjame probar tu vagina primero, es que me encanta comerme una buena vagina y la tuya se ve deliciosa

  • Sí, chúpamela, dale.

No exagero si digo que de verdad sabía muy rico, obviamente esto es subjetivo y habrá hombres que no disfruten de comerse una buena vagina, no los entiendo, pero lo cierto es que yo lo disfruto, y ésta en particular era una vagina bonita en sus formas, delicada, suave, jugosa, con labios carnosos, calientica y el sabor de sus flujos era rico, creo que tal como debe saber una vagina bien aseada, sin un pelo, y con ese olor característico que delata que una mujer está excitada y lista para que la penetren.

Estuve pasando mi lengua de arriba abajo y de abajo a arriba, besé y chupe sus labios y obviamente me concentré en su clítoris, pero eso no duraría mucho tiempo porque luego de algunos minutos ella me tomó la cabeza y me pidió:

  • Ya, métemela ya

  • Clávame, dame duro

Y pues, ¿cómo negarse ante eso?

Me puse entre sus piernas en la clásica posición del misionero y la penetré mientras nos mirábamos fijamente. Cuando la tuvo dentro totalmente, ella cerró los ojos y suspiró. Hice lo que me pidió, en cuanto tomé ritmo la penetré cada vez más fuete, creo que no sería mucho más de 15 minutos en esa posición, y aunque no era tanto tiempo, ambos estábamos muy sudorosos y agitados, la cópula era intensa. En algún momento pasó por mi mente que no estábamos usando condón y que deberíamos hacerlo, pero la verdad es que si no me detuve antes a pensar en eso, ahora menos en medio del ritmo que estábamos poniendo ambos, y digo ambos porque ella se movía y entre los dos logramos una excelente armonía de movimientos sexuales. Estoy seguro que en la habitación se escuchaban gritos, gemidos, chapoteos del mete y saca así como el choque de los cuerpos. Y es que cundo uno logra encontrar una persona con la que te compenetras de esa manera en el sexo hay que disfrutarlo y no poner frenos. Sin duda todo iba de maravilla.

Hicimos varios cambios de posición, todos sin sacar completamente mi verga de su vagina, una que recuerdo mucho fue acostados ambos en la cama, de costado, yo detrás de ella penetrándola mientras alcanzaba a bésala porque ella giraba el cuello y mientas jugaba con mis manos en sus tetas o en su vagina. También la estuve penetrando en cuatro agarrado a ese culito precioso, pero una posición que me gustó incluso más fue con ella boca abajo sobre la cama, con las piernas juntas y una almohada bajo la pelvis, de tal manera que el culito y la vagina quedaran totalmente expuestos. Así estuve penetrando du vagina deliciosamente desde atrás, primero totalmente apoyado sobre ella, pero luego me puse de pie sobre la cama, con mis piernas a cada lado de su cuerpo y luego me agaché para volverla a penetrar lo más profundo que podía. La verdad es que de esa manera podía darle verga fuerte y rápido, y a veces la sacaba casi completamente para luego dejarme caer y llenarla de nuevo. Su primer orgasmo evidente de la noche fue en esa posición. Y el mío, poco después, le dije al oído que estaba a punto, que dónde quería mi leche. Y para mi satisfacción, me dijo que donde yo quisiera. Le dije que en la boca y sin dudar, su puso de rodillas sobra la cama, mientras yo de pie, también sobre la cama, me preparaba para eyacular. Ella me dio una cuantas chupadas y luego me pajeó rápido con la mato apuntando a su boca. Me miraba con lujuria y con la boca abierta esperando que la llenada de semen, así fue, una parte cayó en la boca pero también se salpicó la barbilla, la nariz, una mejilla, un ojo, la frente.

Ella se quedó un momento de rodillas con los ojos cerrados, luego se llevó las manos a los ojos e intentó limpiarse un poco porque al parecer le ardía en el ojo. Yo intenté retirarle el semen del ojo, pero me sorprendió una vez más cuando se puso a reír.

  • Me lo echaste en los ojos y hasta por la nariz.

  • Lo siento.

  • Naa, no te preocupes, me lo puedes echar donde quieras.

Me dedicó una sonrisa y se fue al baño a lavarse la cara.

Cuando regresó compartimos dos cervezas de la neverita del minibar de la habitación y estuvimos hablando un rato. Entre otras cosas me preguntó si me había gustado que me comiera el culo. Le dije que sí pero que yo también quería comerle el culo y darle verga por el culo. Hablamos de eso y de otros temas tabú, por ejemplo de cómo muchos hombres son muy machistas como para dejar que les hagan algo en el culo porque sienten comprometida su masculinidad. Yo le dije que no tenía ese tipo de inseguridades y que ella me podía dar lengua en el culo si quería. Con una sonrisa me peguntó si también me podía meter uno o dos dedos. Yo me reí y le dije que ya veríamos, que eso no me lo habían hecho nunca.

Esa noche la hicimos un par de veces más, también dormimos algunas horas y en la mañana antes de dejar el motel lo volvimos a hacer dos veces más, una en la ducha y otra, después de estar vestidos y listos para salir, porque nos besamos apasionadamente y no nos aguantamos las ganas de hacerlo una vez más antes de salir del lugar. En ese caso fue de pie, contra la pared y sólo tuve que sacarme la verga, levantarle el vestido y correr hacia un lado el tanga para penetrarla con extrema facilidad en esa vagina que parecía estar siempre lista. Se acercaba el medio día y mientras la penetraba desde atrás con su culito parado recibiendo verga sonó el teléfono de la habitación. Sonó varias veces y cuando finalmente contesté me avisaban de la recepción que ya se nos había acabado el tiempo. Colgué, nos reímos y terminaos de hacerlo durante unos diez minutos. Esta vez ella se arrodilló para recibir mi semen, pero se aseguró de tener mi verga dentro de su boca y así no dejar fuera ni una sola gota.

NOTA DEL AUTOR: Tengo claro que las aventuras de tríos, cuernos, orgías y otras cosas nos encantan a todos los que frecuentamos esta web y créanme que allá llegaremos, pero recordar esa primera noche entre ella y yo me parece importante porque creo que recoge la esencia de lo que fue el inicio de nuestra relación, con muchas ganas y muchas expectativas de lo que estaba por venir. Con toda seguridad a los dos nos faltaba mucho por aprender, pero desde el comienzo la pasión estaba.