Mi historia con Luisa – Parte 02

Una mamada deliciosa en la primera cita y mucha complicidad desde el principio.

Para hablar de tantas cosas que viví con Luisa debo contarles un poco lo que significó para mi esa relación y obviamente que les vaya describiendo también como era ella, tanto físicamente como en cuanto a su personalidad, al igual que describirme a mí mismo.

Aún hoy, vario años después, puedo decir que ella ha sido la persona que más he querido, que es lo más parecido a la idea de “el amor de mi vida”, si me permiten el romanticismo. Pero bueno, sin caer demasiado en lo cursi, sí debo ser sincero respecto que todo lo que voy a contar fue muy importante para mí, y que tanto sexo y tanta complicidad fue realmente interesante justamente porque nos quisimos de verdad. Con eso no quiero decir que no haya disfrutado muchas veces del sexo casual con personas que no eran importantes para mí, pero creo que si se tiene todo el paquete, es mucho mejor. Creo que tener una compañera a la que valores, con quién además puedas explorar con ella las fantasías más inconfesables de ambos, es algo que no tiene precio.

Cuando nos conocimos, como dije, ella era una estudiante y yo era empleado de la universidad, y estoy convencido de que eso me ayudó bastante a lograr que se fijara en mí. Yo era el encargado de los medios de comunicación de la facultad, de los eventos académicos y culturales, entre muchas otras actividades. Antes de conocerla había tenido una temporada de estar solo, y aunque tuve uno que otro encuentro informal con alguna otra chica, no creo que sea una etapa para destacar aquí. Los primeros meses en ese empleo me concentré mucho en hacer las cosas bien y demostrar mi capacidad, lo que me llevó a ensimismarme mucho en el trabajo y demoré un poco en poner mi atención en Luisa, por lo que no puedo decir exactamente que fue amor a primera vista, más bien diría que fue amor a novena vista… jeje, o podemos decir que siendo muy atractiva, la verdad es que no fue mi primer objetivo.

En la medida que el trabajo y la presión que yo mismo me ponía me dejaban algo de energía, empecé a analizar a varias de las posibles opciones. Tenía una que otra compañera de trabajo más o menos atractiva, pero aunque no sonaba muy apropiado, era inevitable considerar a las estudiantes como posibles objetivos. Había muchas muy atractivas y varias de ellas me interesaron o me parecían deseables, pero me contenía porque no me parecía correcto teniendo en cuenta mi condición de empleado. Puedo decir que durante un tiempo me mantuve atento a que apareciera una buena oportunidad y simplemente me escudaba en una postura de seriedad y prudencia, cuando en realidad tenía muchos pensamientos sucios con varias de las estudiantes, e incluso con alguna de las secretarías, pero esa es otra historia (hubo una compañera que era casada con la que en algún momento tuve un pequeño affaire, pero de momento no nos vamos a detener en eso).

Lo cierto es que una de esas estudiantes que me llamó la atención fue Luisa, una morena clara, delgada, con un cuerpo deliciosamente sexy y bronceado, tetas medianas, cintura estrecha, culito relativamente pequeño pero redondo y muy paradito, piernas torneadas y aunque no lo supe desde el comienzo, unos pies hermosos, no sé por qué pero sus pies me volvían loco y me erotizaban tremendamente. Y la joya de la corona era su pelo, además de un rostro muy lindo y unos labios sensuales muy carnosos, tenía una melena crespa digna de su sangre latina con influencia afro. Por donde quiera que pasara esta chica, su pelo siempre fue un referente visual, además de una de los atributos más fuertes de su tremenda belleza exótica. De hecho, mucho tiempo después, cuando ya éramos pareja, ella me contó que en su adolescencia tuvo una breve incursión en el modelaje. Pero bueno, lo que interesa contar es que a mí me cautivó su belleza y su look exótico, además de que su vestimenta solía ser muy particular: una de las cosas que la caracterizaba en esa época era las medias de rejilla acompañadas por ejemplo con shorts o faldas bastantes informales y tenis o botas tipo militar; eso y alguna chaqueta tipo rockera con un camiseta liviana y escotada.

La primera vez que hablé con ella fue en una caminata ecológica que organizó el encargado de Bienestar de la facultad. Se trataba de un recorrido de bastantes kilómetros atravesando una montaña. La actividad fue un domingo, iniciando a las 7 de la mañana y regresando casi a las 6 de la tarde. Durante la jornada coincidimos en varias ocasiones pero sin mayores avances, pero al menos quedó claro que ambos sabíamos que el otro existía. En ningún momento estuvimos solos, siempre había mucha gente alrededor y siempre se daban conversaciones en grupo, pero lo que sí puedo decir es que cruzamos varias miradas interesantes. Ambos con atuendos de deporte, acordes a las circunstancias, y con barro en los zapatos y sudor en la frente, pero aun así me parecía súper sexy.

Valga decir que esa jornada de caminata ecológica me ayudó a integrarme con varios de los estudiantes y gracias eso, al regreso a la ciudad, esa tarde noche, aunque cansado y no en las mejores fachas, varios de ellos propusieron que un grupo de unas ocho personas nos quedáramos un rato más en un parque que hay cerca de la universidad y que compartiéramos unas cervezas. Evidentemente Luisa estuvo allí y yo también. En ningún momento hable nada a solas con ella sino que entre todos, sentados en círculo conversábamos de distintos temas. Lo que sí pude comprobar es que las miradas entre ambos eran reales, que no era mi imaginación. Puedo decir que ese día fue clave en que me fijara en ella, en especial porque sentí que el gusto era mutuo.

Tal vez quede mal decirlo, pero posteriormente me aproveché de ese grupo de amigos para acercarme a Luisa. Mi objetivo a partir de ese día estaba fríamente calculado y varias veces se repitió eso de ir en grupo a compartir algunas cervezas y conversar entre amigos, pero evidentemente mis intenciones eran acercarme a ella. Al cabo del tiempo esas amistades y tener una relación con una estudiante me iban a pasar factura con los directivos de la facultad, que no lo vieron con buenos ojos… pero no nos adelantemos. Mejor entro un poco en materia y les cuento sobre la primera salida a solas con Luisa.

Gracias a que ya habíamos roto el hielo, una tarde cuando yo salía de la oficina me crucé con ella y la saludé:

  • Hola Luisa, ¿cómo vas?

  • Muy bien, ya voy para la casa porque cancelaron la clase de las 6:00 de la tarde

  • Mmm, pues si no tienes otros planes podemos ir al parque para que conversemos un rato y si quieres luego te llevo a tu casa.

  • Claro que sí, vamos…

Lo cierto es que conversamos un buen rato de todo y de nada, nos conocimos un poco y pasamos un buen momento. Las risas y las miradas eran indisimulables de parte y parte. Finalmente se montó a mi moto y la llevé hasta su casa. Al despedirnos el beso en la mejilla se convirtió en un beso en la boca que me tomó por sorpresa. Fue muy corto pero suficientemente significativo. No me dio tiempo de decir nada porque con una mirada se alejó. Yo estaba montado en la moto y lo único que pude hacer fue ponerme el casco nuevamente y arrancar. No lo recuerdo, pero puedo asegurar que me fui a mi casa con una gran sonrisa en la cara.

A partir de ese día la comunicación fue bastante fluida y sólo unos pocos días después la invité a salir. Se puede decir que fue nuestra primera salida formal, o programada. Ese día estaba preciosa, con una falda corta blanca que no se me va a olvidar jamás. Como acá nos interesa llegar a la parte sexual, le cuento que ese día, siendo apenas nuestra primera salida pasaron varias cosas.

Fuimos a un café-bar que me habían recomendado mucho. El lugar era bastante acogedor, más o menos pequeño, pero tenía mesas tanto afuera como en el primero y el segundo piso. Nosotros fuimos directamente al segundo piso, pues allí tendríamos más privacidad. Creo que de manera tácita ambos buscábamos lo mismo. Una vez en el segundo piso nos ubicamos en un sofá bastante cómodo con una mesa pequeña al frente. No había nadie más allí, los demás clientes estaban en el primer piso. El mesero nos tomó la orden y poco después nos llevó las bebidas.

Casi sin mediar palabras, empezamos a besarnos y desde el inicio sentí que ella era realmente apasionada. Al sentir que estábamos en el lugar apropiado, ambos nos permitimos sentir y vivir el momento. Creo que desde el principio valoré que ella se dejara llevar por lo que le dictaba el momento y no que se detuviera en tratar de aparentar compostura solo por quedar bien. Simplemente nos besábamos como si el mundo se fuera a acabar, por momentos parábamos de besarnos y nos mirábamos con picardía.

-¿Qué diría el decano si te viera en estas con una estudiante?

-¿Eso te preocupa?

-No, pero me hace gracia que esté besándome con el comunicador de la facultad

-¿Sí? ¿Te hace mucha gracia?

En medio de una conversación intrascendente en la que lo que realmente comunicaba era nuestra piel y vuestras miradas me sentí con el valor de ser más osado, mis manos recorrían sus muslos, mi boca por momentos se concentraba es su cuello, pero cuando metí una mano dentro de su blusa y le agarré una teta no me detuvo y ya no pude parar. Creo que ambos estábamos muy excitados y las bebidas apenas si las habíamos tocado.

El siguiente paso me sorprendió y me excitó más aún. Mis manos exploraban ahora la cara interna de sus muslos. Mi mano se acercaba a su vagina y yo esperaba que en cualquier momento ella me apartara la mano y juntara las piernas, pero no lo hizo, y lo mejor es que cuando la toqué estaba muy mojada y muy caliente, le hice a un lado la tanga me concentré en acariciarla, era una delicia verle la cara mientras la masturbaba. En un momento dado me animé a meterle un dedo y luego dos. La estaba penetrando con mis dedos y me parecía increíble. No me esperaba llegar a tanto en la primera salida, pero evidentemente no me iba a quejar.

Mientras tanto, en el bar sonaba alguna canción de rock en español, creo que una de Andrés Calamaro:

Flaca, no me claves, tus puñales

Por la espalda, tan profundo…

Yo estaba concentrado en clavarle mis dedos por la cuca, tan profundo y tan rápido como podía, ella cerraba los ojos y se aferraba a mi brazo mientras alcanzaba un orgasmo delicioso.

Una vez se recuperó del orgasmo, me besó de una manera absolutamente deliciosa y con una sonrisa en la cara, no sabría definir si de satisfacción o de agradecimiento, o más bien, con una expresión de que estaba contenta de haber acertado conmigo. ¿Lo siguiente se lo imaginan? Sí, estiro su mano para agarrarme la verga por encima del pantalón. Tenía una mirada de traviesa que nunca se me va a olvidar.

Aun en ese momento yo tenía mis dudas de que se atreviera a mamármelo ahí, con el riesgo de que nos descubrieran, pero sí, me soltó el botón y el cierre del pantalón y yo le ayudé a sacarme la verga. Creo que ella tenía curiosidad de cómo y qué tan grande sería, es más, creo que las mujeres siempre nos analizan y especulan sobre el tamaño de nuestras vergas, y seguro que más de una se decepciona si el pene es pequeño. Sin embargo, para felicidad de ambos, mi verga es de unos respetables 19 centímetros y de buen grosor (no es exagerada de grande pero digamos que está más que bien, y según me han dicho, también es bonita), lo concreto es que en sus ojos vi que le encantó, me pasó sus finos dedos desde la punta (donde jugó con las primeras gotitas de líquido pre-seminal) hasta los huevo, pasando por todo el tronco y agarrándolo con firmeza y suave al mismo tiempo.

Tengo que decir que me encantó como me acarició, se notaba que sabía tratar una verga y hacer disfrutar a un hombre. Estuvo tocándome con calma mientras me miraba a los ojos:

-¿Sabes una cosa?

-¿Qué?

-Me encanta tu verga

-¿Sí, y eso por qué?

-Es del tamaño ideal

-¿Ideal para qué?

-Para que me llene… y para intentar algo que quiero hacer

No alcancé a preguntarle qué era eso que quería intentar. Con total decisión y mirándome a los ojos se la meto a la boca y comenzó una extraordinaria mamada, pero lo que más me impresionó es que como la posición era un poco incómoda, se arrodilló en el piso y ahí sí le dio más rimo a la mamada. Creo que uno de los secretos de tan deliciosa mamada es que ella de verdad lo disfrutaba. Cuando la conocí más, aprendí que una de las cosas que más adoraba esta chica era mamar una buena verga.

Como si no tuviera suficiente con tantas sorpresas esa noche, hizo algo que me encantó. Se obligó ella misma a soportar un poco más y se la metió hasta la garganta. Le quedaba faltando un poco para tocarme el abdomen con la nariz y parecía decidida a cumplir el reto que ella misma se había propuesto.

Creo que más que la sensación de placer físico como tal, en esos momentos lo que más disfruté fue ver esa chica tan preciosa y que me había despertado tanto interés, nada menos que en nuestra primera cita oficial, arrodillada mamándome la verga en un lugar público. Sin duda un gran inicio para una relación.

Mientras ambos seguíamos disfrutando y ella se daba gusto mamando, el mesero subió las escalas y la vio desde atrás. Si bien es verdad que el lugar era más o menos oscuro y que seguramente el hombre no vio detalles en primer plano, sí es cierto que la situación fue evidente… El hombre pidió perdón y rápidamente se retiró nuevamente hacia el primer piso.

En ese omento creí que todo se había arruinado, pero cuando cruzamos las miradas, lo que sentí con ella fue complicidad. Nos reímos mientras ella me miraba con expresión picara. Se quedó en la misma posición pero se dedicó a pajearme rápido con la mano mientras ponía la boca en la punta de mi verga. Era evidente que quería hacerme llagar rápido y lo logró, al cabo de unos poco minutos le llené la boquita de leche caliente. Me chupo un poco más el glande, como para limpiarlo bien, le dio un último beso y me guardó la verga en el pantalón.

Luego se paró y me dijo que la disculpara que tenía que ir al baño. Cuando regresó tenía una sonrisa en la cara que me encantó. Después estuvimos un buen rato conversando de diversos temas casi con total normalidad. Apenas empezábamos a conocernos y a compartir muchas cosas juntos.

Evidentemente no fue la última vez que fuimos a ese lugar. Durante mucho tiempo lo recordamos hasta con nostalgia (Con picardía y con nostalgia).