Mi historia con Eva, Parte I

Un aburrido verano puede convertirse en el principio de una relación de dominación femenina que te cambie la vida. Continuación de "Castigados por mirones"

quel sofocante mes de Julio avanzaba de manera especialmente lenta y tediosa. Mis nefastos resultados académicos habían conseguido que mis padres decidieran dejarme en Madrid mientras el resto de la familia ponía rumbo a la playa para que, según ellos, “aprovechara el tiempo”.

El plan parecía fantástico, solo en casa y con vacaciones, pero pronto descubriría que no era tan maravilloso. Todos mis amigos y ligues habían huido de Madrid desplazándose a destinos infinitamente más apetecibles con aquellos calores.

Lejos de aprovechar el tiempo pasaba el día tirado en la cama viendo la tele, jugando al PC o, por qué no reconocerlo, pajeándome sin parar con mis múltiples fantasías femdom que, por aquel entonces, ya se veían aderezadas con numerosos vídeos descargados en mi disco duro. Ni que decir tiene que mi experiencia invernal en el gimnasio del colegio coronaba de manera destacada mis anhelos y que todas mis corridas tenían los acontecimientos de aquel día de telón de fondo.

Me hallaba tirado en la cama jugando a algún absurdo juego de móvil cuando recibí un mensaje de WhatsApp de un número que no tenía registrado en la agenda. Como el juego no era especialmente adictivo lo cerré y fui a ver quién me escribía.

“Q tal va el verano”

Yo-“Hola, no sé quién eres”

“Vaya, q pronto me olvidas”

Yo-“lo siento, no tengo ni idea”

“Oooooh decepción. Pista: soy la mejor paja q t han hecho. Seguro”.

Vaya, aquello acotaba el misterio, tenía que tratarse de una tía con la que había estado (o de alguien muy gracioso con ganas de bromas), no obstante me pareció extraño porque mis rollos solían hacerme cosas algo más interesantes que simples pajas y “la mejor paja” tendría que ser algo que recordara con nitidez.

Yo-“lo siento jajajaja, no caigo”

“Chico malo… tendré que castigarte por olvidarme tan pronto”.

El corazón me dio un vuelco y mi polla empezó a tensarse, por un segundo asocié un par de ideas y pensé en Eva, una paja, castigo… Demasiado bonito para ser verdad. Supuse entonces que se trataba de una broma y tiré el móvil en la cama concentrándome en el apasionante gotelé del techo de mi habitación.

El móvil volvió a vibrar y comenzó a descargarse una imagen. Cuando la abrí creí que el corazón se paraba dentro de mi agitado pecho. Eva sonreía sacando la lengua y saludando con la mano. En cuanto mi corazón volvió a latir contesté con premura.

Yo-“hola Eva, cómo estás”

“cómo estás? te atreves a pasar de mí y no contestarme?”

Yo-“pero… perdona no sabía q eras tu”

“veo que hay que recordarte ciertas cosas, coge el móvil y ve al baño”

Hice lo que me dijo sin rechistar, más allá de poseer un vídeo que podía arruinarme la vida había dos factores determinantes para mi obediencia: seguía adorando a aquella chica y cualquier orden que me diera una mujer era irrechazable para mí.

Yo-“Ya”

“Busca en los cajones, tu madre tiene que tener algún tampón”

Yo- “Pero Eva…”

“llámame”

Tal como me ordenó y aliviado pues estaba harto de escribir marqué nervioso el hasta hace poco misterioso número de Eva, que rápido contestó.

-Hola Carlos… voy a ser clara, sé que en el fondo te encanta ésto, así que vas a hacer lo que te diga. A la más mínima queja cuelgo y te bloqueo en WhatsApp y no volvemos a hablar, ok? - su voz sonaba seria y preciosa.

-Vale… Perdona Eva… -contesté- lo siento no encuentro lo que me has pedido.

-Oooooooh que pena, VE A LA NEVERA - dijo alzando el tono más severa aún.

Llegué a la cocina abrí la puerta de la nevera que se encontraba desierta aquellos días y se lo indiqué.

-Bien, hay alguna zanahoria? - preguntó Eva divertida.

Tras una rápida ojeada vi que, en efecto, había un paquete naranja con unas pocas zanahorias, sabía perfectamente para qué las quería Eva y por mi cabeza pasó fugazmente la idea de quejarme pero… para qué? llevaba meses soñando con algo así.

-Ya la tengo

-Bien - contestó Eva lentamente - ve a la cama, bájate los pantalones y los calzoncillos y métete la zanahoria por el culo. Después vas al armario de tu madre con la zanahoria en tu agujerito, buscas el tanga más sexy que veas y te lo pones, te haces una fotito de tu apetecible culo y me la mandas- y colgó.

Fui hasta la cama, dejé el móvil en la mesilla y me desnudé. De un cajón, cogí un poco de aceite de bebé con el que en ocasiones “especiales” me hacía las pajas y me lo comencé a extender por el culo. Introduje mi dedo índice para ir dilatando mi agujero varias veces y acerqué entonces la zanahoria, me di cuenta de que debí haberme fijado en el grosor a la hora de elegirla pues parecía que  había cogido la mas grande con diferencia.

Mientras comenzaba a probar suerte con la zanahoria sonó el móvil, era Eva. Con la mano libre contesté.

-Sí?.

-He cambiado de idea - el miedo me inundó, se trataría sólo de una broma? - Quiero oírte mientras lo haces.

-De acuerdo - contesté intentando disimular mi alivio.

Entre gemidos comencé a introducir la zanahoria en mi culo, el aceite facilitaba enormemente el trabajo pero aún así me resultaba complicado. En mi oído la voz de Eva.

-Uuuuuy como gime¡¡¡¡, te encanta, verdad?. Venga relaja tu culo, despacito, métetela entera. Has sido malo y mereces una castigo…

Con un último esfuerzo conseguí introducir toda la zanahoria y se lo indiqué a Eva que sonreía satisfecha al otro lado del teléfono.

-Muy bien, cómo la tienes, se te ha puesto dura? - pese a estar muy excitado, mi polla no daba señales de vida y así se lo trasladé- Joder Carlitos, qué mierda de polla tienes… Continúa con lo que te he ordenado.

Con cuidado me incorporé y bajé de la cama poniendo rumbo a la habitación de mi padres andando incómodo aunque tremendamente excitado por la zanahoria que mi culo albergaba. Sabía donde guardaba mi madre la ropa interior así que fui directamente al cajón en cuestión sin dejar de describir a Eva con todo lujo de detalles cada paso que daba.

A primera vista la ropa era bastante sosa por lo que aparté las primeras capas de bragas y busqué un poco más abajo. Lo que vi hizo que estuviera a punto de perder el móvil y Eva se percató del que algo ocurría.

-Qué ha pasado Carlos? Qué has visto? un tanguita precioso de tu mamá ha hecho despertar tu rabito?

-Eeeeeh no, sí eeeeeeh- titubeé, incluso en aquella situación era incapaz de reconocer lo que me había turbado pero mi inseguridad me delató.

-Ah no… Carlos no ha visto un tanguita… ha sido otra cosa verdad? CONTESTA - pidió casi gritando.

A duras penas me decidí a responder, la vergüenza me embargaba y la humillación hizo que mi cara se tornara totalmente roja.

-Aquí hay un consolador pequeño  -dije con voz a penas audible.

Pero Eva me oyó.

-Un consolador? JAJAJAJAJAJAJAJA vaya familia¡¡¡¡ qué pasa, tu padre la tiene tan pequeña como tú y tu mamá tiene que recurrir a meterse un rabo de plástico? JAJAJAJAJAJA - Eva no paraba de reír mientras mi humillación a cada frase que escuchaba crecía… - Bien… vamos a cambiar de plan… para qué utilizar una zanahoria si tenemos el rabito de mamá JAJAJAJAJA.

-Eva por favor - supliqué-.

Como si no me hubiera oído pronunciar palabra continuó.

-Sácate la zanahoria y métete el rabo de plástico que la guarra de tu madre guardaba en su cajón, luego ponte el tanga más sugerente que encuentres y te haces una foto YA¡¡¡¡.

Seguí sus órdenes llorando de la humillación y escuchando sus risas al otro lado del móvil. Escogí un tanga negro con encajes y transparencias y saqué la zanahoria de mi culo. Fui a mi cama y me tumbé, empecé a meter el consolador siguiendo los pasos que había realizado hacía escasos minutos con la zanahoria, al ser más suave entraba mejor aunque también era más largo, lo que provocó mis gemidos.

-Mmmmmm sí Carlos - continuó Eva - así gemirá tu mamá cuando se meta eso mismo por su empapado coño, con el maricón de tu padre mirando y lamiendo su clítoris…

Mi polla estaba como una estaca a esas alturas pero el roce del tanga al deslizarse por mis rodillas la endureció más si cabe. Tal como me había ordenado hice la foto y se la mandé.

  • Muy bien acabo de oír un mensaje, supongo que será tu foto… Voy a colgar para verla tranquila, te has portado muy bien… - justo cuando iba a colgar volvió a hablar y añadió - por cierto, qué haces esta noche?.