Mi historia (81: Septiembre 2007)
Seducción y muerte, todo puede haber en un mes
01. Semana del 3 al 9 de Septiembre
El lunes al despedirse mi esposa de mi me dio un beso y me susurró que llamara a Natalia. Yo reí pero lo pensé y no me pareció tan mala idea. Cogí el teléfono y la llamé.
- ¡Hola! – Contestó con voz alegre
- Hola guapa – La dije según entraba en mi coche - ¿Te apetece tomar un café?
De repente hubo unos segundos de silencio
- ¿Hola? – Pregunté
- Hola, hola – dijo ella – Si me apetece, pero no sé si de debo
- ¿No debes tomar café?
Ella rio.
- ¿Dónde quedamos?
Pensé un momento. Necesitaba un lugar donde no nos fuera a conocer la gente por si escalaba el tema.
- ¿En una hora en la cafetería que está junto a la última planta de El Corte de Inglés de La Vaguada?
- Ok. Nos vemos
Llamé a mi secretaria y la dije que no iría esa mañana y me fui para allá. Con el tráfico de la mañana tarde un poco más de los veinte minutos que normalmente me llevaría. Di una vuelta para hacer tiempo por el centro comercial y unos minutos antes de la hora acordada me acerqué a la cafetería. En una mesa, al fondo, estaba sentada Natalia. Al verme se levantó y pude ver como había venido vestida. Un vaquero blanco, que marcaba su cuerpo torneado en el gimnasio, una camiseta negra con la espalda algo abierta, entre el top y la camiseta y unos botines negros de alto tacón. Nos besamos en las mejillas, pero muy cerca de los labios. Mi mano derecha se apoyó en su cintura y aproveché que, aun con los tacones era un poco más algo que ella para mirar su culo que para nada parecía el de una mujer de 47 años. Se acercó el camarero, le pedí un café con leche y me senté frente a ella que pidió un cappuccino. No dijimos nada durante un momento, pero nos sonreímos.
- Dudabas más esta mañana que el sábado – dije
Se puso roja y no dijo nada, le vino bien que viniera el camarero a servirnos los cafés. Tras irse probó su café y me miró.
- No siento haber hecho lo que hice. Nunca he sido infiel a Marco, y eso que he tenido muchas oportunidades. Pero ayer me sentía bien y tu me hiciste sentir mejor. Estabas tan seductor que tuve que hacerlo. No se si quieres que te pida perdón, pero no lo voy a hacer.
Sonreí y alargué mi mano acariciando su mano
- Lo último que quiero es que pidas perdón
Ella sonrió y empezó a acariciar mi mano de vuelta. Se mordió un labio y me sonrió.
- ¿A dónde va esto? – dijo
- A donde tu quieras. Ya verás que no es tan difícil.
Seguimos conversando un rato, me contó más sobre ella y yo más sobre mí. Obviando, por supuesto, que mi mujer sabía que tenía amantes e incluso tenía sus ratos a solas con ella. Tras casi una hora juntos yo debía volver a trabajar. Ella había venido en taxi y la acompañé hasta la parada. Todo el camino fuimos de la mano, como si fuéramos pareja. Al llegar a la parada la giré y, acariciando suavemente su culo, la besé. El beso duró menos de un minuto, pero pareció una eternidad.
- ¿Cuándo te vuelvo a ver? – dijo
- ¿El miércoles?
- De acuerdo – dijo – Mismo sitio, misma hora
Me dio un pico y se metió en el taxi.
Esa noche, cuando llegué a casa se lo conté a mi mujer que se partía de risa.
- Te la follas antes de que acabe el mes y no puedo ser más feliz. Ya salió mal contárselo a Marga y no sabía como contárselo a ella. Raquel y yo ya habíamos tratado el tema. Esto lo hace más fácil.
- Sabes que esto es muy raro, ¿verdad?
- Nuestra vida no es la más normal del mundo, eso está claro
Me besó en la frente y nos pusimos a acostar a Sandra pues yo había llegador relativamente tarde.
Tras un día relativamente normal, sonó el móvil de mi mujer casi a las once, cuando ya veíamos la tele. Mi mujer se levantó y oí como abría la puerta a alguien. Un minuto después vi como entraban Raquel y Rocío.
- ¡Hola! – dije - ¿Algún problema?
- Ninguno, mi marido cree que estoy en Barcelona. He estado currando y tras dejar unas cosas cerradas me he venido para acá.
- ¿Por qué cree que estás en Barcelona? – dije
- Porque debería estar allí, pero me cancelaron una reunión que tenía mañana y tras contárselo a Rocío decidimos que podía ser más divertido que viniera aquí
Me reí. Me levanté y ofrecí mi mano a las dos. Me las dieron y con ellas de la mano fui a la habitación. Una vez entramos en la habitación yo me acerqué a la cama y me senté. Rocío sonrió a Raquel y la acarició la cara antes de darla un beso en la boca que tras un par de segundos se convirtió en un beso con lengua de tremenda pasión.
– No sabéis como me pone veros besaros así – dije
Raquel me sonrió y miró a Rocío
– No lo hacemos para ti – dijo ella
Yo sonreí.
– ¿Ahora sois lesbianas? – Pregunté – ¿O bisexuales?
– A ti también te vamos a follar - dijo Rocío
– Por tanto, bisexuales – dijo Raquel riendo.
Rocío se acercó a mí a me besó. Ambas iban vestidas casi iguales con falda bastante cortita y apretada y tops ligeros. Rocío se sentó en mi regazo y me besaba mientras Raquel, sin dejar de sonreír, me acariciaba todo el cuerpo. Tras dejar de besar a Rocío agarré a Raquel justo por debajo del culo y acaricié su cuerpo para luego besar su coñito por encima de la falda. Volví a besarme con Rocío mientras Raquel acariciaba mi entrepierna. Yo abrí algo mis piernas y quedó sentada en solo una de mis piernas. Raquel llevó sus manos por detrás de mí cuello y me besó mientras se sentaba en mi pierna libre. Con cada una a un lado siempre tenía mi boca unida a la de una de ellas. Mientras, la que no me besaba, comentaba lo que deseaban hacer esto de nuevo. Tras un rato alternando besos con ellas fueron Rocío y Raquel las que besaron quedando yo como observador a unos meros centímetros.
– Me encanta veros así – dije
Ellas dejaron un momento el beso y ambas me miraron sonriendo para luego volver a besarse. Tras un rato me besé con Raquel y ambas empezaron a acariciar mis piernas desde mi polla hasta la rodilla. Tras un rato dejaron la pierna y ambas manos no salía de la entrepierna. Raquel desabrochó el pantalón y me hizo levantar, tras incorporarse un poco ella, para bajar mis pantalones y calzoncillos de una vez. Una vez se volvieron a sentar ambas llevaron una de sus manos a esta. Raquel empezó a pajearme mientras Rocío acariciaba mi cuello y nos mirábamos a la cara a unos centímetros. Pronto nos besamos mientras Raquel seguía con el masaje a mi polla. Tras un rato besándonos Rocío se bajó de mi regazo y se arrodilló en el suelo empezando una pequeña mamada mientras Raquel me besaba antes de bajarse de mi regazo y pasaba a unirse a Rocío en la mamada. Alternaban las mamadas a mi polla con besos entre ellas en la boca. Yo las miraba besarse y me calentaba muchísimo. Mientras Rocío seguía un rato con la mamada Raquel acariciaba mi pierna y luego se lanzó de nuevo a mi polla para darme una impresionante mamada.
– Sigue así preciosa – decía Rocío – Demuéstrale a nuestro hombre cuanto le queremos. Vamos a darle lo que todo hombre sueña. Chúpasela.
– Sois maravillosas – dije yo
Raquel dejó de mamarme un rato, aunque siguió pajeándome, para mirar a los ojos a Rocío y darla un beso en la boca. Mientras se besaban me levanté. Puse a Raquel de pie e hice que se arrodillara en la silla. Levanté su faldita dejando a la vista su tanga y Rocío y ella se besaron. Eché este a un lado y Rocío trajo una silla para sentarse a su lado. Yo di un par de besos al coñito de Raquel mientras ella acariciaba a Rocío que estaba abierta de piernas en la silla que había traído. Tras lamer un par de veces su coñito acerqué mi polla a este y la penetré sacando de ella un primer gemido. Seguí penetrándola cada vez con más fuerza y ella cada vez gimiendo más. Quería que ambas se corrieran, pero tenía que conseguirlo antes de correrme yo pues no tendríamos tiempo para dos corridas mías. Así mientras penetraba a Raquel y besaba a Rocío, me ayude con la mano en el clítoris de Raquel. Lo masajeaba a gran velocidad buscando sacar un orgasmo de ella. Y lo cierto es que el aumento de intensidad de sus gemidos me indicaba que iba por el buen camino. Tras un rato más Raquel se corrió y mi polla notó las contracciones de su coño, pero por suerte fui capaz de aguantarlas sin correrme. En parte pensando en Rocío con la que seguía besándome. Cuando Raquel se calmó un poco me salí de ella y dejé la boca de Rocío para incorporar a Raquel y besarla en la boca. Ese momento de ternura lo use para coger algo de aire y relajarme un poco antes de poner a Rocío en la posición en la que antes estaba Raquel. Me acerqué a ella por detrás y la besé
– Te quiero – dije al oído de Rocío
– Y yo a ti – susurró ella antes de darme un beso.
Estuvimos besándonos un rato, con su cara girada hacia atrás, mientras yo acercaba mi polla a su coñito. Una vez empecé a penetrarla me aseguré de hacerlo con fuerza y buscando su máxima satisfacción. Principalmente porque yo no iba a aguantar mucho. En vez de besarme yo con Raquel eran Rocío y ella quienes se besaban. Verlas besándose mientras yo follaba a Rocío no hacía más que calentarme. Tras unos minutos más de dura penetración acabé corriéndome en el interior de Rocío y justo tras mi segundo chorro de semen noté como ella se corría y las paredes de su vagina se contraían para masajear mi polla de manera sensacional. Giré a Rocío haciendo que rompiera el beso con Raquel para besarla con pasión. Estuve besándola más de dos minutos. Cuando lo dejamos miramos a Raquel. Esta sonreía.
– Me encanta veros besaros – dijo Raquel – Nunca he visto a nadie besarse con tanto amor. Esto aun es raro para mí pero me encanta. Soy feliz por ser parte de vuestra vida.
Los dos sonreímos y la miramos a los ojos antes de darla un pico cada uno. Juntos fuimos al baño donde nos preparamos para dormir. Esa noche ellas dormirían en tanga y yo en calzoncillos. Soñé con ellas.
El miércoles Raquel desayunó con nosotros y Rocío le contó todo lo mío con Natalia y como hoy volvía a verla
- Uy una segunda cita – dijo Raquel riendo
- No se si yo lo llamaría una cita – dije riendo de vuelta
- Has quedado con una tía en un sitio determinado para ligar, es una cita – dijo Raquel.
Bajó Rocío con Sandra y yo me despedí de las tres. Como había quedado a las tres y aun eran las ocho aproveché para ir a desayunar con Ana que me contó un avance de los números de Agosto. A las nueve y media me despedí de ella y me fui a la Vaguada. Aparqué el coche y al entrar en la cafetería volvía a estar esperándome, pero esta vez ya con el cappuccino. De camino pedí mi café al camarero y antes de sentarme la di un pico en los labios.
- Estás muy guapa – dije
- Tú también – dijo mordiéndose un labio
Llevaba unos vaqueros rosa con una camisa sin mangas, algo suelta y los botines negros del otro día. Volvimos a hablar y volví a acompañarla al taxi. Esa vez no volvimos a quedar pues nos veríamos antes el domingo en el cumpleaños de María. Pero si nos besamos antes de coger el taxi y esta vez, para que fuera un poco más largo, nos dimos un beso de unos tres o cuatro minutos a la salida del centro comercial y otro más cortito junto al taxi. Sus labios sabían frescos y su culo, parecía casi de una veinteañera. Tras un día de trabajo no muy relevante, ya en casa, conté a mi esposa mi desayuno con Natalia.
- Buf, la tienes loquita – dijo riendo
- ¿Entonces sigo adelante?
- ¡Por supuesto! – dijo – Solo falta ella en nuestro grupo
Levante las cejas y seguí haciendo la cena, ya con los niños durmiendo para aprovechar un poquito con Rocío. Esa noche me fui pronto a la cama pues me tocaba madrugar.
A las siete de la mañana estaba en el aeropuerto, preparándome un café en la sala VIP del aeropuerto. Ya estaban Ángel y Esther y faltaba solo Alberto. Íbamos a Barcelona para abrir nuestra primera tienda de zapatos en la ciudad condal. Cuando llegó Alberto fuimos hacia la puerta de embarque. A las 9:30 estábamos en Barcelona. Con suficiente tiempo para la apertura ese día a las 12 del mediodía. A la apertura vino buena parte de la beautiful people de Barcelona. Empresarias, ejecutivas y “mujeres de” que apreciaban una nueva tienda con las mejores marcas de zapatos de mujer del país. Muchas en exclusiva, incluyendo un par de marcas italianas muy bien valoradas. Tras la apertura y saludar a mucha gente fuimos a comer a las 3 con conocidos de Barcelona. A las seis nos fuimos hacia el aeropuerto y a las nueve ya estaba en casa, cenando con mi mujer y contándola como había ido el día.
El viernes Ana, junto con el director financiero de España, nos presento los números del mes de Agosto. Como era previsible la facturación no fue muy allá. De hecho, fue una caída de un 11% con respecto a Julio. Era una caída alta pero habitual. Lo malo es que con los gastos fijos y gastos extras por la obra de la nueva oficina los beneficios de ese mes no fueron muy allá pero aun así fueron mas de un millón ochocientos mil euros. Comí con Raquel y María y tras la comida me fui a recoger a la niña. Por la tarde, día de piscina en familia.
El sábado fuimos a comer a casa de mis padres para que estuvieran un poco con los peques ya que llevaban un tiempo sin verlos por las vacaciones. Estuvimos comiendo un buen pescado que hizo mi padre en una parrilla que tenía en el jardín junto con una ensalada que hice yo con mi madre. A pesar de tener servicio interno con cocinera incluida a mis padres les gustaba que cocináramos entre todos cuando íbamos a casa solo nosotros. Supongo que eso les hacía pensar que éramos una familia normal y no una familia de ricos con servicio. En el caso de mis padres, multimillonarios. En mi caso, un multimillonario en camino. A las seis nos despedimos de ellos y antes de ir a casa paramos un momento para que Rocío recogiera de El Corte Inglés de Castellana unos zapatos que había comprado para regalar a María al día siguiente por su cumpleaños.
Durante el cumpleaños de María pasaron dos cosas relevantes, además de muchas risas y buena comida. Por un lado, conseguí pillar en una esquina a Natalia y darla un beso en la boca, no muy largo, mientras acariciaba su culo. En ese momento la dije que quedáramos otra vez en nuestra cafetería al lunes siguiente. Por otro lado, las chicas montaron una especie de barrera para que no entrara nadie en la cocina en un momento en el que entré yo. Noté el movimiento y vi que en ese momento dejaron entrar a María. Estando ya de más de 36 semanas estaba muy gordita pero extremadamente radiante. Me besó y me agarró de la mano llevándome hacia la zona donde estaban las sillas y la mesa de su comedor. Me apoyó contra la mesa y se sentó en una silla frente a mi. Lentamente empezó a desabrochar mi cinturón.
- Este es mi regalo – dijo
Yo reí a la par que ella me bajaba los calzoncillos. Sonreía y me besaba el cuerpo, rozando de vez en cuando con sus mejillas mi polla. Entró Marga y la vio.
- María no tienes para todo el día, tía. Hazlo rápido que no podemos estar aquí de guarda pretoriana toda la fiesta.
María miró hacia Marga y sonriéndola empezó a meterse mi polla en su boca. Marga se rio y salió. María pasó a mirarme a los ojos mientras aceleraba poco a poco su mamada. Empecé a acariciarla el cabello mientras miraba a sus ojos con una sonrisa de oreja a oreja. Empezó a alternar lametadas a mi polla con intentos de comérsela toda, casi consiguiéndolo en muchas ocasiones. Esta mezcla de estímulos hizo que fuera poniéndome muy caliente, ayudado por la situación en la que estábamos de semi clandestinidad. Tras unos minutos y sin dejar de mirarla a los ojos le dije que me iba a correr. Ella se metió mi polla en la boca y espero a que me corriera en ella. Tras hacerlo la limpio un poco con su boca y luego con un papel de cocina. Me subió el pantalón y sin más se dio la vuelta y se fue. Yo me reí y volví al cumpleaños donde disfruté de este como los demás. Aunque para mi había sido muy especial.
02. Semana del 10 al 16 de Septiembre
Aparqué en la última planta del parquin de La Vaguada el lunes y subí a mi encuentro con Natalia. Tenía ganas de verla y al finalizar no iba a dejarla coger otro taxi. Yo la acercaría a su casa y si estaba aparcado en un lugar un poco apartado podría besarla con un poco más de pasión de lo habitual. Al llegar ya me esperaba ella, siempre se me adelantaba, vestida con un vestido blanco, veraniego y sin mangas, que tenía un falso cinturón negro con un lazo delantero. En sus pies unas cuñas altas de color blanco y negro. En cuanto llegué a ella nos dimos un pico. Tras tomar nuestros cafés toco el momento de salir de la cafetería. Para hacerlo lo hice de su mano, con los dedos entrelazados como si fuéramos pareja. La informé que hoy la llevaba yo. Puso alguna resistencia, diciendo que yo estaba muy ocupado, pero mi negativa termino por convencerla. Paramos en alguna tienda para ver los escaparates. En esos momentos aprovechaba para poner mis manos alrededor de la cintura.
- Algún día te traeré de compras – la dije al oído
Ella giro la cabeza y me dio un pico
- ¿Quieres elegir la ropa que vista?
- Nunca – dije – Eres ultra elegante, pero quiero comprarte ropa que, cuando te la pongas, pienses en mi
Ella sonrió y me beso de nuevo. Tras ver un par de tiendas mas donde comentábamos que le sentaría mejor cogimos el ascensor al garaje. Al llegar mi coche seguía solo y muy apartado. Ella sonrió al ver donde lo tenía y yo abrí su puerta cortésmente. Luego me fui a mi lado y tras entrar la miré a los ojos. Tras unos segundos en los cuales manteníamos las miradas me acerqué y la besé en la boca. Ella llevo sus manos a mi cuello mientras yo acariciaba su cuerpo. En especial sus piernas perfectamente torneadas. Mi mano lentamente exploraba el interior de su falda mientras una de sus manos ya no estaba en mi cuello y jugaba con los botones de mi camisa. Me desabrochó un par y metiendo su mano dentro jugo con mi pecho y mis abdominales. El beso seguía y se iba haciendo más intenso según mi mano avanzaba dentro de la falda de su vestido. Cuando estaba a punto de llegar a su braguita ella paró el beso y nos miramos a los ojos. Sus dedos aun acariciaban mi pecho, pero solo nos miramos. Ella sacó la mano y desabrocho el resto de los botones mientras seguíamos mirándonos. Se inclinó un poco hacia mi y beso mi cuello, yo acariciaba su muslo, a nada de distancia de su coño, mientras con la otra mano acariciaba su pelo. Ella me besaba cada vez mas abajo hasta que llegó a mis abdominales y me miró a los ojos desde abajo. Tras unos segundos miro a mi cintura y empezó a desabrochar el cinturón y luego el pantalón. Una vez hecho eso subió hacia arriba y me besó. Tras unos segundos me miró a los ojos. Estaba claramente caliente pero también indecisa.
- ¿Qué dudas? – dije
- Nunca puse los cuernos a Marco a pesar de las oportunidades que he tenido.
- Pero llevas tres días besándote conmigo, me has dejado meter mi mano bajo tu falda y has besado todo mi pecho.
Acaricié su pelo antes de seguir
- Quieres más. Pero no se exactamente que quieres. No se si quieres solo besos y algún magreo, un rollo ocasional – hice una pequeña pausa – o ser mía.
La notaba indecisa y decidí apostar a lo grande. Mostrar mucha seguridad. Preguntarla si quería ser mía fue claramente una apuesta fuerte, pero sentía que podía ser decisivo. Ella me miró y asintió.
- ¿Si qué? – pregunté
- Si – pauso un momento – Si quiero ser tuya.
La besé pero esta vez respondió menos. Paré el beso y la miré
- ¿Que significa exactamente ser tuya? – dijo
- Menos de lo que imaginas – dije – Significa que buscarás tiempo para darme tu cuerpo. Yo a cambio te tratare con cariño, te daré todos los orgasmos que pueda y te haré sentir más viva.
Ella sonrió y me beso.
- ¿Y ahora qué? – dijo
- Ahora no puedo follarte – dije acariciando por primera vez su coñito sobre sus bragas – Pero puedo hacerte correr con mi dedo
Pausé un momento mientras la miré a los ojos
- Y tu puedes hacerme una mamada
Ella me sonrió nerviosa.
- Hace mucho que no hago una – dijo un poco sonrojada
Yo acaricié su pelo y la sonreí. Ella entendió mi apoyo y bajo su cabeza hacia mi entrepierna. Me terminó de sacar la polla, que ya estaba bastante dura, y bajó hasta besar el capullo. En el momento en que sus labios tocaron el capullo de mi polla yo aparté su braguita y acaricié sus labios vaginales. Ella gimió un segundo y abrió un poco la boca. Lentamente se metió todo mi capullo en su boca y en ese momento yo metí dos dedos en su coñito. Ella empezó a besar mi polla y metérsela en la boca alternativamente mientras yo acariciaba su coño e iba metiendo y sacando dedos. Notaba como ella se ponía cachonda cada vez que entraban mis dedos en su coño y empecé a acelerar el ritmo. Ella siguió chupando, pero tras un rato tuvo que parar y mirándome a los ojos se corrió. Tras calmarse me sonrió.
- Si esto es lo que significa ser tuya soy solo tuya
Yo reí mientras acariciaba sus labios vaginales. Ella volvió a mi polla y se dedicó a chuparme lentamente la polla al principio para luego acelerar y meterse en la boca todo lo que podía. Con la mano que no tenía en su coño jugaba a acariciar su cabello. Me la mamó durante unos minutos. Cuanto estuve a punto de correrme se lo dije.
- Me voy a correr – dije mirando a sus ojos – y como eres mía te lo vas a beber, ¿verdad?
Ella solo movió un poco la cabeza arriba y abajo, aun con mi polla en su boca y tras un par de mamaditas más me corrí en su boca. Ella hizo todo lo posible por bebérselo todo. Una vez se lo hubo bebido la sonreí.
- No ha estado mal, ¿verdad? – dije
- Ha estado genial – dijo ella – Hace al menos quince años que no me bebo una corrida
Yo sonreí y la di un pico. Ahora lo harás más a menudo. Ella me abrochó pantalones y camisa con ternura y se sentó en el coche como si nada hubiera pasado. De camino a su casa conduje todo lo que pude con la mano derecha en su pierna. Al llegar la di un piquito.
- Busca un momento para que podamos estar solos un rato más largo – la dije
- ¿Para que me hagas tuya del todo? – dijo ella riendo mientras abría la puerta del coche – El jueves el café en mi casa. A las 10
Sonreí y me fui a correr. Esa noche se lo comenté a Raquel. Me dijo que terminara la faena y ella y Raquel se encargarían de que entrara en el círculo.
El martes Rocío tenía consejo en el banco y, aunque estaba de baja por maternidad, fue a este. En vez de hacer que Elizabeth se encargara de los niños fuera de su horario, aproveché para escaparme un poco antes y pasar un ratito con mi hija mientras mi hijo dormía.
Mientras el miércoles un día bastante normal. Aparte de unos besos robados a Ana en su despacho mientras veíamos números no pasó nada muy especial.
El jueves a las diez en punto estaba llamando a la puerta de casa de Natalia pues el portal estaba abierto. Cuando me hizo entrar pasé rápido y en cuanto cerró la puerta la besé con pasión. Tras unos minutos besándonos me aparté para verla. Vestía con una falda de tubo verde oliva, unos cinco centímetros por encima de la rodilla. Además, tenía un top marrón oscuro, casi negro, con varios lazos, uno cerca del hombro derecho y otro en la parte baja centrada. En sus pies unos zapatos de tacón alto fino, de color negro.
- ¿Ves como no necesitas mi ayuda el vestir? – dije abrazándola y tocando su culo
- Gracias – dijo – He pensado en lo que dijiste y me gustaría tener ropa que me marque como tuya y que solo tú y yo lo sepamos. Si ser tuya es solo lo que dijiste entonces es algo que me apetece y vestirme con esa ropa puede ser… divertido.
La atraje hacia mi y la besé con pasión mientras acariciaba su culo. Bajé mis manos lentamente hasta el borde de la falda y una vez llegué a el empecé a subir esta lentamente. Cuando ya la tenía suficientemente subida metí mis manos bajo la falda y agarré su culo directamente. La subi en volandas y seguí besándola unos segundos antes de interrumpir el beso y mirarla a los ojos.
- ¿Dónde te llevo? – pregunté
- A la cama – dijo ella segura
La llevé hasta la habitación y vi que la cama estaba hecha. La deposité en ella.
- ¿Quedas conmigo a las 10 de la mañana y haces la cama? – dije mirando a ella desde mi posición de pie enfrente de ella
Ella me sonrió de manera pícara y se hecho un poco hacia dentro de la cama.
- Parte de la gracia es deshacer la cama – dijo
Yo reí y lentamente me eché sobre ella, posicionándome encima y empezando a besarla. Mientras nos besábamos acariciábamos nuestros cuerpos. Ella empezó a desabrochar mi camisa y yo volví a buscar, dentro de su falda, su culo cubierto por una braguita, bastante pequeña. Tras masajear su culo un rato empecé a bajar lentamente su braguita. Tras sacarla del todo la olí y la sonreí.
- Algo me dice que estás lista – dije
- Estoy lista desde que sonó el timbre de la puerta – dijo sonriéndome antes de besarme.
Mis manos fueron luego a su top, donde acaricie sus pechos un poco por encima del top antes de meter la mano bajo el top para buscar sus pechos solo con el sujetador. Se mostraban bastante firmes para su edad. Tras un par de apretujones saqué las manos y pasé a quitarla el top. Mientras lo hacía ella terminaba de quitarme la camisa. Tras esto llevé las manos al cierre del sujetador y lo liberé, pero no se lo saqué. Llevé mis manos a su culo e incrementé la pasión del beso, a la vez bajé la cremallera de su falda. Ella llevó sus manos a su sujetador y se lo quitó de encima tirándolo a un lado de la cama. En cuanto hizo esto bajó las manos a mi bragueta y me desabrochó el cinturón seguido por el pantalón. Yo me quité los zapatos, aun abrochados, con los pies. Tras uno o dos minutos más de beso ella se quitó la falda y yo el pantalón y mi calzoncillo. Repentinamente estábamos desnudos, yo encima suya. Bajé mi cara a sus pechos y los besé. Enganchando un pezón con los dientes y tirando de él. Ella gimió mientras agarraba mi polla que ya estaba poniéndose muy dura, casi al máximo tamaño. Llevé una mano a su coñito y se lo acaricié. La miré a los ojos y sonreí.
- ¿Lista? – dije
Me miró a los ojos y me dio un pico
- Fóllame – dijo – Si eres tan machote que quieres que sea tuya – hizo una pausa – Tienes que tomar lo que crees que es tuyo.
Yo sonreí y apunté mi polla a su coño. Metí un poco y la sonreí.
- Vas a ser mía
Metí un poco más de la polla y la besé.
- Desde ahora eres una esposa fiel. Fiel a mi en primera instancia y a tu marido en segunda instancia.
Ella gimió cuando la metí un poco más. Empecé a entrar y salir con velocidad y fuerza.
- No vas a ser mía – dije tras un rato – Eres mía
Ella siguió gimiendo a lo que se unían mis sonidos causados por el esfuerzo de darla cada vez mas fuerte. Nos besábamos a ratos, pero la violencia con la que estábamos follando lo hacía difícil. No solo era que yo me moviera fuerte es que ella también ponía de su parte moviendo su pelvis para hacer mas fuertes mis penetraciones. Tras un rato follando duro en la posición del misionero me salí de ella. La puse de rodillas en la cama, mirando hacia el cabecero y rápidamente apunté mi polla a su coño desde atrás.
- Oh si, Dios… nunca me habían follado así… desde atrás…. Hazme tuya – decía entrecortada
Mientras yo continuaba agarrándola de la cintura y dándola fuerte besaba su espalda. La cama se movía con nuestros movimientos y ella gemía cada vez más fuerte. Llevábamos ya unos minutos de polvo duro y yo sentía las ganas de correrme, se lo iba a decir cuando, de repente noté como ella se corrió fuerte y las paredes de su coño apretaban mi polla. De su boca salió un gemido enorme, su manera de correrme fue lo poco que faltaba para que yo me corriera. Empecé a correrme y me eché sobre ella besando su espalda. Cuando se nos fue el resuello me tumbé en la cama boca arriba y ella se tumbó junto a mí. Se pegó a mi y puso su mano en mi pecho.
- Podemos decir que ya soy tuya, ¿no? – dijo antes de echarse a reír
- Yo creo que si – dije – ¿O necesitas más pruebas?
Ella rio.
- ¿Puedes una segunda vez? – preguntó
- Si me ayudas a levantarla – dije mirando a mi polla
Ella me beso durante un rato y luego beso mi cuello y luego mi pecho y fue bajando hasta llegar a mi polla. Yo acariciaba su cabello mientras ella me daba una buena mamada para ponerme otra vez a tono. Cuando me la puso dura dejó mi polla, me beso, se tumbó boca arriba y me miró.
- Hazme tuya otra vez. Tómame para siempre – dijo sonriendo
- Lo que mi chica diga – dije devolviendo la sonrisa.
El segundo polvo fue más amoroso, menos ardiente. Volví a correrme en ella y esta vez ella no se corrió antes, nos corrimos a la vez. Descansamos casi un cuarto de hora entre besos antes de darme una ducha rápida para irme a trabajar. Al ir a salir nos besamos en la puerta.
- Ha sido maravilloso – dijo ella
- Totalmente cierto – dije – La primera de muchas veces.
El resto del día fue bastante normal. Esa noche llegué tarde pues tenía una cena y Rocío ya dormía.
Por la mañana el viernes le dije a Rocío que ya me la había tirado a Natalia.
- Ahora nos encargamos nosotras – dijo entre risas antes de llevar a Sandra a la guardería
El resto del día fue bastante normal hasta la noche cuando, con todas las familias de nuestros amigos, fuimos a la apertura del octavo de nuestros restaurantes. Raquel y Rocío cuchicheaban. Claramente preparando el terreno con Natalia. Esperaba que no hicieran nada ese día en público. Natalia me sonreía cuando nos cruzábamos pero, en general, teníamos una situación muy normal. Los niños comían a su aire mientras los mayores comíamos a la vez que revisábamos la operación.
Ese fin de semana lo pasamos en la piscina casi enteramente. A lo largo de este pasaron Diana y Pablo, Marga y Mike con sus hijos y Elena y Patricia. Cogíamos fuerzas pues ese lunes teníamos mudanza de oficinas
03. Semana del 17 al 23 de Septiembre
Al levantarme, a las siete, llamé a María para ver que necesitaba de mí. Ella y su equipo iban a gestionar la mudanza a la nueva oficina, pero estando de 38 semanas todos íbamos a echar un clave. Me comentó que ella estaría en la nueva y que si podía estar en la vieja por si alguien necesitaba saber algo que me lo agradecería. Ese día los trabajadores lo tendrían libre, atendiendo sus móviles desde casa y poco más. El martes ya iría todo el mundo a la nueva a organizar sus departamentos y el miércoles tocaban los últimos retoques. En principio no haría falta nada más pues el equipo de María llevaba mes y medio preparándolo, pero uno nunca sabe. Cuando llegué a la oficina parecía una escena de guerra. Todas las mesas desmontadas, muebles descolocados, cajas, cables... Parecía imposible que pudiera moverse todo en un día. Hablé con el encargado y le di mi teléfono por si necesitaba algo. Me fui a un VIPS con el portátil, que tenía lleno de documentos, y me puse a revisarlos con un café con leche. A las dos horas volví a ver como iba todo y así todo el día. Era increíble como todo avanzaba cada vez que iba. A las ocho de la tarde llegó María, cuando se iba el último camión con cosas.
- Me da un poco de pena – dijo ante la oficina vacía
- A mi me da pena que estés currando a estas horas con el madrugón que te has dado y de 38 semanas – dije
Ella rio.
- Pues que sepas que es todo culpa tuya – dijo acercándose a mi y poniendo sus manos alrededor de mi cuello – Que crezcamos tanto que tengamos que cambiar de oficina y que esté de 38 semanas
Yo reí ante su comentario y tras mirarnos un rato a los ojos nos besamos. La acompañé a su coche y luego yo me fui al mío.
El martes los trabajadores de la empresa estaban organizando sus puestos. Colocando ordenadores y sus cosas personales. Terminé de dejar mi oficina lista antes de la hora de comer. Vino Marga que también había terminado con la suya. Entró y cerró la puerta.
- Somos los más rápidos organizando – dijo riendo – Y estoy ya de 35 semanas
Yo asentí
- ¿Vamos a mi casa, comemos y me echas el último polvo?
Me reí y la besé
- Si me lo vendes así
Cogí las llaves de mi coche y nos fuimos a su casa. En el coche nos besamos en cada semáforo como hicimos en el ascensor. Al llegar a su piso iba a retirar la mano de su culo cuando ella me miró y sonrió. Yo sonreí y mantuve mi mano en su culo un ratito, pero pronto la moví a su enorme barriga de 35 semanas. La cogí en volandas y ella puso sus piernas alrededor de mi cuerpo.
– ¿No pesó? - dijo ella
– Más de lo normal pero aun así eres manejable – dije – Y te voy a llevar a la cama que compartes con tu marido
– También es un poco tu cama que para eso eres mi novio – dijo ella riendo.
Fui hasta su habitación besándola con ella en volandas y una vez allí la puse de pie junto a la cama donde volvimos a besarnos. Ella llevaba ese día una falda de embarazada, ligeramente corta pero no escandalosa y una americana que, por su estado avanzado, ya no cerraba. Bajo la chaqueta una camiseta de seda bastante normal y en sus pies unas sandalias de tacón relativamente altas para lo avanzado de su embarazo. Tras romper el beso ella dejó su chaqueta en la silla más cercana. Mirándome a los ojos y sonriéndome se sentó en la cama y yo me pegué a ella. Jugué un poco con Marga chocando mi paquete contra su falda. La levanté y, tras besarla, la di la vuelta. Mientras la besaba y mordía su oreja movía mi paquete sobre su culo. Ella tomó las riendas y me tumbó en la cama boca arriba. Se subió sobre mí con una pierna a cada lado de las mías. Me sonrió y me agarró del cuello de la camisa y tiró de el hacia ella. Use mis codos para sujetarme con el tronco en un ángulo de cuarenta y cinco grados sobre la cama.
– Espero no pesar mucho así sobre ti – dijo sin soltar el cuello de mi camisa – Y no cansarme demasiado pronto
– No me quejaré – dije sonriendo
– Yo espero no cansarme - dijo ella divertida – Pero si lo hago me bajo
Levantó su camiseta sobre su pecho y yo acaricié un poco sus senos, enormes en esos momentos, sobre el sujetador antes de que ella terminara de quitarse esta. Ya sin camiseta jugué con sus tetas aun aprisionadas en su sujetador, aunque no duró mucho puesto ya que rápidamente se lo quitó y lo tiró al suelo. Yo me tumbé de nuevo y tiré de ella para llevar sus pechos a mi boca. Tras dar un par de chupadas a sus tetas ella bajó su cara y nos besamos con tremenda pasión. Aproveché el beso para ir subiendo su falda hasta la cintura, pero con la tripa era complicado y ella ayudó para quitársela. Alterné su boca y su pecho, la hice ponernos en pie de nuevo, y la ataqué por detrás para amasar sus pechos y besar primero su cuello y luego su boca. Ella llevó su mano derecha entre nuestros cuerpos para masajear mi polla sobre el pantalón mientras la izquierda ayudaba a mis manos a masajear sus tetas. La hice apoyarse sobre la cama y me arrodillé para bajar sus bragas hasta los tobillos y besar un poco su coñito.
– Umm – dijo – Me encanta cuando me lo comes
Yo la miré a los ojos y la cogí en volandas depositándola sobre la cama dejando justo su coño en el borde de esta.
- Eso no es demasiado violento, ¿verdad? – pregunté tras haberla cogido en volandas
- Estoy embarazada, no soy de cristal – dijo riendo
Yo sonreí y tras arrodillarme llevé mi boca y mi lengua a su perfecto coñito para jugar con él y cumplir sus órdenes. Primero le daba placer con mi lengua lentamente y, con el paso de los minutos le iba dando algo más de profundidad a las mamadas. Mi lengua en su coño sacaba de ella gemidos y es que tras tres años de relación ya sabía dónde tenía que tocar para que ella estuviera más cachonda.
– ¡Quiero tu polla! - Exclamó
Y tras decirlo puso sus pies en mi pecho y me empujó alejándome de ella para poder levantarse. Ella quería que pareciera que todo era normal per no era tan ágil como cuando no estaba tan embarazada. Me levanté con ella y lo más rápido que pude me quité los pantalones y calzoncillos. Ella se arrodilló ante mi polla y la metió en su boca. Estuvo un buen rato dándome una buena mamada sin manos y sin soltar la polla ni un segundo. Yo acariciaba sus cabellos mientras me la chupaba. Me calentaba y me entraban ganas de follarla. Tras un rato me pidió que la penetrara y sin tardar ni un segundo la levanté y la puse de costado sobre la cama con su coño en el borde de esta. Acerqué mi pene a su coño y la empecé a penetrar sin tardar ni un segundo. Tampoco tardamos nada nosotros en ponernos a gemir con la follada pues creo que ya íbamos bastante calientes ese día.
– ¡Fóllame en la cama! – dijo
Y subí. Jugueteamos un poco sobre esta hasta que acabamos con ella de rodillas y yo tras ella, y mi polla en su coño. Con lo avanzado del embarazo esta posición era más cómoda que con ella de espaldas y yo encima. Tras un rato así me tumbé yo en la cama y ella se puso encima. Bajó su coñito hasta donde estaba mi polla y besándome la fue guiando a su interior. Yo movía mi pelvis y ella su cuerpo para poder penetrarla mientras nos besábamos. Tras un rato así me corrí en su interior y ella, tras notar mi corrida, se unió a mi placer con su propio orgasmo. Tras calmarnos un poco con mi polla, ya flácida, en su interior ella se echó a mi costado y nos acariciamos los cabellos mirándonos a los ojos.
– Es el último por un tiempo y ha sido genial – dijo
La besé un rato más y tras unos pocos minutos me vestí y comimos juntos. Tras la comida volvimos a la oficina donde trabajé hasta las ocho. Cuando llegué a casa acosté a la peque y cené con Rocío. Y esa noche quería guerra. Y la tuvo. Dos polvos en un día
El miércoles ya estaba casi la oficina terminada y solo faltaban pequeños detalles, pero la mayor parte de los empleados ya trabajaban a todo ritmo. A las cinco de la tarde dimos una pequeña recepción para inaugurar la oficina. Y esa noche, con mis socios y nuestras familias, cenamos todos juntos. En una pizzería y pronto pues al día siguiente era día de colegio.
Tras la vorágine del cambio de oficina se agradecía la tranquilidad del jueves. Un día de trabajo, nada más. Monótono incluso pero tranquilo. Si acaso lo más interesante fue el cumpleaños de Arturo que fue ese jueves. Le llamé para felicitarlo y el nos invitó a comer el domingo a su casa. También ese día me llamó Javier, el socio de mi padre, para comer ese sábado en el club con los abogados que nos querían comprar el bufete.
El viernes por la mañana me llamó Cristina y me pidió vernos. Acepté y a las tres y media me pasé por el concesionario. Cuando llegué yo ya había comido y Cristina estaba comiendo una ensalada.
- ¿Una ensalada para mantener la línea? – pregunté sonriendo
- Tengo que estar guapa para ti – dijo con una carcajada
Me acerqué y la besé.
- No tengo mucho tiempo – dije – Tengo que ir con mi mujer de compras
- La dura vida del buen esposo – dijo haciéndome sentar en su silla
Una vez sentado ella se arrodillo entre mis piernas y beso mis abdominales sobre la camisa. Tras eso llevo sus manos, con una inmaculada manicura, a mi entrepierna y desabrochó mi cinturón y el pantalón. Me bajó un poco los pantalones y calzoncillos, hasta los gemelos, y besó mi polla.
- ¡Que bonita es! – dijo – Podría pasarme la vida adorándola
Acaricié su cabello e hice que me mirara a los ojos
- No seas exagerada
Ella rio y se incorporó un poco para besarme en la boca
- Es totalmente cierto – dijo – Estoy enamorada de tu polla y me estoy enamorando de ti.
Sonreí y la besé en la boca
- Mejor dicho – continuó ella – Estoy locamente enamorada de ti.
La besé una vez más y, agarrando su cabeza, la bajé hacia mi polla lentamente. Ella empezó a besarme lentamente la cabeza de la polla y según bajaba hacia los huevos regaba mi polla de besos. Ya sin mis manos en su cabeza ella empezó a chupar la polla arriba y abajo, empapándola.
- Quería que me follaras – dijo – Sentirme amada por ti, pero he pensado que es mejor darte amor con mi boca. Mostrarte lo generosa que soy.
Llevo su boca de nuevo a mi polla y empezó a mamármela.
- No dudo de tu generosidad, cariño – dije
Dedico los siguientes minutos a hacerme la que, sin duda, era una de las mejores mamadas de mi vida. Mezclando chupadas de mi polla con metérsela en la boca. Entera, a trozos, de mil maneras y casi siempre con sus ojos fijados en los míos. Tras casi media hora la dije que me iba a correr y lo que hizo fue metérsela en la boca completamente y se trago toda mi corrida. Nos besamos un rato y me fui, directamente a comprar con mi mujer. A veces nos daba por ir al supermercado de El Corte Inglés y hacer una compra como si fuéramos una pareja normal. Aunque habitualmente Teresa se encargaba de eso.
Rocío se vistió impresionante para ese sábado en el club. Un precioso vestido azul oscuro, casi azul marino, con una falda bastante amplia, hasta casi las rodillas. En sus pies unas sandalias de un azul un poquito más claro que el vestido. Este adornado con un cinturón finito de color plata. Mi hija llevaba un vestido rosa palo y mi hijo iba con un simple body azul. Mis padres estuvieron un rato con nosotros, pero para comer entramos solos con Javier y su esposa y los abogados que querían comprarnos, también con sus esposas. Evidentemente mis hijos fueron el centro de atención, todos eran abuelos o tenían edad de serlos y los niños daban alegría. La comida fue la típica comida de tanteo. A los postres se trato el tema más directamente. Hablamos del bufete y quedaron en que aumentarían la oferta. Cuando se fueron fuimos Javier, su esposa y nosotros a tomar café con mis padres a uno de los salones de la sala club. Tras el café volvimos a casa, pues los niños, sobre todo Sandra, ya estaban cansados.
El domingo tocó el cumpleaños de Arturo y, aparte de dos o tres besos robados a Raquel, María y Natalia, no ocurrió nada especial. Esa noche, por fin esa semana, pude dedicar un rato a mi mujer e hicimos el amor.
04. Semana del 24 al 30 de Septiembre
El lunes, nada más dejar a Sandra en la guardería, recibí un SMS de Natalia citándome en nuestra cafetería. Como no tenía la mañana muy liada me pareció divertido ir. Una vez más se adelantó a mí. Ese día llevaba unos vaqueros super ajustados que marcaban su perfecto culo. Algo que pude disfrutar descansando mi mano en este cuando salimos, tras cuarenta y cinco minutos, de la cafetería. Paseamos por el centro comercial como una pareja hasta mi coche que, de nuevo, había dejado aparcado en una zona apartada. Ya en el coche nos besamos un rato y sin mucho preámbulo me sacó la polla y me la besó y mamó. Yo tocaba su culo, pero no llegué a meterle mano pues con el pantalón no era fácil. Tras la mamada se lo tragó todo y luego me besó la cara.
- Podría acostumbrarme a hacer esto a menudo – dijo – Me encanta pasar el rato contigo, tomar un café, charlar y luego besar y mamar tu polla
- Yo podría acostumbrarme a que me lo hagas – dije riendo según sacaba el coche del aparcamiento
Una vez la dejé en casa fui a la oficina donde trabajé hasta la hora de comer cuando fui con María y Belén, la hija de nuestra antigua socia Belén que seguía su formación con nosotros. Belén había pasado ese mes de septiembre trabajando en la parte corporativa de la empresa. Con Ana, Belén y Alberto principalmente y nos comentó algunas de sus impresiones e ideas. Me estaba gustando comer con ella pues tenía suficiente confianza como para decirnos la verdad a la cara, sin filtros, pero a la vez tenía una visión fresca de lo que ocurría. La tarde y noche fueron de lo más normal. Llegué justito para poder acostar a Sandra y darla un beso antes de que se durmiera.
Pintaba un día muy normal el martes. De camino al trabajo aproveché para llamar a mi suegro y felicitarle por su cumpleaños. Era su sesenta y cinco cumpleaños y esa misma semana, el viernes, se jubilaba. Charlamos un buen rato sobre que iba a hacer y sobre la fiesta que iba a celebrar ese sábado. Toda la mañana la pasé en mi oficina intentando ver como iba el año. La crisis hipotecaria amenazaba todo EEUU y me preocupaba tanto el corto como el largo plazo. Ante esta situación y tras examinar varios números me acerqué, al final de la tarde, a la oficina de Ana. En la nueva oficina todas las oficinas de los trabajadores del holding estaban en la misma planta y plantarme en su oficina era fácil y rápido. Cuando llegué su secretaria ya se había ido. Llamé a la puerta y me dijo que entrara. Al entrar cerré la puerta y eché el pestillo. Me acerqué a ella y la besé, dejé unos informes en su mesa. Nos quedamos juntitos muy pegados.
- ¿Qué tal preciosa?
- Ahora mejor – dijo – Estoy enfrascada con unos bancos que me están intentando torear. Mujer, 35 años… creo que les molesta que yo sea la CFO
- Pues no te pienso defender – dije
- ¡Eh! – dijo poniendo sus manos en sus caderas
Yo reí
- No te pienso defender porque sabes defenderte sola – dije mientras acariciaba su pelo y bajaba la mano por su espalda.
Ella me besó cuando mis manos llegaron a su cintura. Y el beso continuó mientras empezaba a acariciar su culo. Ella acarició mi pelo durante un rato y nos continuamos besando. La subí a la mesa y me puse entre sus piernas. Volví a besarla y acaricié sus piernas. Ese día llevaba una falda de color nude, hasta las rodillas, con una camisa blanca, muy elegante, y un cinturón como de piel de serpiente con una hebilla enorme. Unas preciosas sandalias de un tejido parecido al del cinturón, con ocho centímetros de tacón, complementaban sus pies. Mis manos entraban un poco debajo de su falda, acariciando sus muslos, pero lejos de alcanzar su coño. Tras un par de minutos de beso ella llevó sus manos a mi cintura, desabrochando mi cinturón. Yo hice lo mismo y luego llevé las manos a la parte trasera de su falda para bajar la cremallera de esta. Mientras lo hacía ella bajaba la cremallera de mi pantalón. Una vez bajé la cremallera de su falda empecé a lentamente hacer que esta bajara por sus caderas hacia el suelo. Se salió de la falda mientras me bajaba los pantalones por debajo de las rodillas. Levanté mis pies alternativamente para quitarme los zapatos y en un santiamén mis pantalones acompañaban su falda en el suelo del despacho recién estrenado. Acerque mi dura polla, bajo el calzoncillo, a su húmeda braguita, pegando esta fuerte y moviéndome para empezar a calentarnos. Mientras, ella empezó a desabrochar mi camisa y yo empecé a hacer lo mismo con la de ella. Notaba mi polla ya a punto de explotar mientras desabrochaba su sujetador. Una vez estuvo sin el bajé mi cabeza a sus pechos y empecé a besarlos lentamente. Ella gemía mientras chupaba sus pezones y tiraba de ellos con mis dientes. Agarré mi polla con mi mano derecha y la acerqué a su coñito. Aun de pie y aun chupándole las tetas.
- Fóllame – dijo en cuanto noto mi polla en la entrada de su conejo
Solté su teta y moví la cabeza de lado a lado negando. Ella se mordió el labio. La agarré de la mano y la llevé a su mesa, junto a su silla.
- Te hago el amor sobre la mesa o me follas en la silla – dije
Ella pareció dudar
- Hazme el amor – dijo subiendo a la mesa
Yo la ayudé a colocarse, su coñito en el borde de la mesa y su cuerpo, escultural, tumbado sobre esta. Me agaché para besarla y tras hacerlo apunté mi polla a su coño. En cuanto tuve dentro unos pocos centímetros agarré sus tetas y empecé a follarla lentamente, con cariños, haciendo el amor. Estuvimos unos diez minutos hasta que noté como su coño cada vez hacía más presión sobre mi polla. La exprimía y estaba a punto de que saliera el líquido.
- Estoy a punto de correrme – dije
- Yo también – dijo ella – Hazlo dentro, hagámoslo a la vez
Tras un par de empujones más empecé a correrme. En cuanto mi primer chorro entró en ella explotó en un orgasmo genial. Nos besamos mientras cogíamos la respiración.
- Te quiero – dijo
- Y yo a ti – contesté
Tras el polvo charlamos un poco del tema de mi visita. Más tranquilo me fui a casa.
A las nueve y media de la mañana de miércoles recibí una llamada de Cristina. Era raro que me llamará tan pronto.
- Hola – dije - ¿En qué te puedo ayudar?
- Carlos – dijo con la voz un poco entrecortada – Ha muerto Gerardo
Hubo como medio minuto de silencio. No esperaba la muerte de su suegro. No sabía que estuviera mal.
- ¿Qué ha pasado? – dije
- No sabemos, un infarto, suponemos. No se despertó esta mañana
Dejé unos segundos
- ¿A que Tanatorio van a llevarlo?
- Al de la M-30 pero hasta esta tarde nada. Ahora está en el Anatómico Forense.
- Si necesitas algo me llamas – dije
- Gracias – dijo ella
Tras colgar llamé a mi mujer y me fui a la oficina. Esa noche, cuando lo llevaron al tanatorio, a las diez, estuve allí con ellos. Mi mujer a esa hora no pudo por los niños.
Al día siguiente Rocío y yo fuimos a las once de la mañana al tanatorio y estuvimos allí toda la mañana. A la hora de comer nos llevamos a Carmen. No quería dejar la sala, pero la obligamos para que comiera algo. Fueron cuarenta y cinco minutos y comió poco, pero algo es algo. Hacia las cuatro nos fuimos. Rocío a casa y yo a trabajar un poco. Esa noche, cenando en el patio, Rocío y yo hablamos sobre la vida, y la muerte. Y como un día, de repente, todo cambia.
El viernes en principio íbamos a ir a casa de los padres de Rocío a mediodía pues sus padres celebraban con una gran fiesta su jubilación. Tuvimos que retrasarlo un par de horas para ir al entierro de Gerardo. A este también fueron todos mis socios, por supuesto, pero también Pablo y Diana pues los conocían bien de fiestas y eventos en Madrid y de haber estado varias veces en el concesionario. A las cinco y media salimos hacia Cuenca y llegamos a tiempo para cenar con los padres tras acostar a los niños.
El sábado en la fiesta, a la hora de comer, pero se extendió con los más cercanos hasta bien entrada la noche, estuvo media Cuenca, pero también amigos del padre de Madrid, buena parte de su familia y, en representación de mis socios, Alberto y Celia ya que eran los únicos sin hijos. Fue una de las mejores fiestas-barbacoas en las que he estado. Mucha comida y de buena calidad, interesantes conversaciones con gente muy diferente. Supongo que no estar organizando nada lo hizo mejor y el haber estado tres días centrados en la muerte hizo que una fiesta sentara mejor. Lo pasamos bien, pero al final acabamos destrozados.
El domingo tuvimos una comida la familia directa, mucho más tranquilo, y tras ella nos vinimos para Madrid. Esa noche en casa Rocío y yo hicimos el amor, era necesario en una semana intensa de despedidas y celebraciones.