Mi historia (80: Agosto 2007)
Vacaciones, Intercambios y nuevas "inquietudes" (v1.2)
01. Semana del 6 al 12 de Agosto
Cuando llegué a casa tras trabajar el lunes me encontré que Elizabeth y Teresa estaban preparando la comida. Mi hijo dormía y mi esposa e hija no parecían estar en casa
– ¿Dónde está Rocío? – dije
– Ha salido de compras con Sandra y Patricia – dijo Elizabeth – Vienen a comer
Tras cambiarme a un bañador y echar unos largos mientras preparaban la comida, llegó mi esposa. Ella y Patricia venían cargadas de bolsa de tiendas de los alrededores de la calle Orense que estaba a apenas 10 minutos andando de nuestra nueva casa. Una parte de ellas eran de corners de El Corte Inglés. Mi hija llevaba una sola bolsa pequeña. Ya la estaban enseñando a ir de compras. Mentiría si dijera que no sentí un poco de pavor. Salí de la piscina y me acerqué a ellas para saludarlas con un beso. Mi hija me abrazó y se caló. Elizabeth riendo se llevó a la niña para cambiarla. Yo mientras me sequé un poco, me puse una camiseta y ayudé a poner la mesa en el patio.
– ¿Y este día de compras? - dije
– Hemos ido a comprar el regalo de cumpleaños de Patricia – dijo Rocío – Al final la has regalado un vestido de Massimo Dutti.
Yo sonreí.
– Y he aprovechado para comprarme algo de ropa de verano. - dijo mi esposa - Empiezo a recuperar la figura, pero la mayoría de mi ropa de verano no me entra. El embarazo te deja el cuerpo destrozado.
Miré a mi esposa y la vi con un cuerpazo en el que se intuía algo del embarazo. Era poco, pero una talla o talla y media ya hace que no te entre la ropa. La capacidad que tenía mi esposa para volver a su cuerpo tras el embarazo era increíble. Comimos todos, con Teresa y Elizabeth y lo pasamos bastante bien. Tras recoger la comida se fueron Teresa y Eli pero Patricia se quedó. Por la noche vinieron sus padres a casa y cenamos todos juntos.
Se notaba la poca actividad en Agosto en el holding con una parte importante de la empresa, alrededor del 25% de vacaciones. Aproveché para ojear unos informes que había dejado aparcados y, casi sin darme cuenta, se me echó la tarde encima. En nuestra empresa en Agosto la gente trabajaba hasta las tres y cuando salí a las seis ya no quedaba nadie. Pero nadie. Al llegar a casa baño y cena con mis hijos.
El miércoles se presentaba similar, pero Antonio me llamó a media mañana para decirme que Laura había dado a luz a su segunda hija. En ese momento me fui de la oficina, pasé por casa y tras subir a Sandra en el coche fuimos al hospital para ver a Laura y a su hija: Virginia. El pequeño se quedó con Elizabeth. Estuvimos con ellos hasta las seis o así cuando nos fuimos para estar con el pequeño.
El jueves pintaba como el martes. A las cinco la oficina estaba totalmente vacía cuando se abre mi puerta y entra Raquel. Me sonríe, echa el pestillo y se acerca a mi lentamente. Estaba increíblemente guapa con una falda blanca, un top rosáceo tirando a blanco, muy elegante, y unos zapatos de tacón blancos y marrones. El marrón haciendo juego con el estrecho cinturón que llevaba. La falda, que llegaba hasta justo por encima de la rodilla era muy elegante.
- ¡Que guapa! – la dije
Ella sonrió y se acercó a mí para besarme
- Así da gusto – dijo
Se sentó en mi regazo y nos besamos con cariño. Ella lentamente se levantó de mi regazo y se sentó en mi mesa frente a mí. Yo me levanté y me acerqué a ella mientras ella se quitaba lenta y seductoramente el top rosáceo. Una vez con el fuera y yo entre sus piernas acerqué mi cara a la de ella y nos besamos con pasión. Mientras nos besábamos ella empezó a desabrochar mi camisa. El beso fue cada vez creciendo más en intensidad y una vez ella terminó de quitarme la camisa llevó sus manos a mi cuello. Me agarraba y me acariciaba mientras seguíamos besándonos. Estábamos llenos de pasión, pero también de amor. Tras un rato besándonos me arrodillé en el suelo y llevé mi boca a su entrepierna. Para ello tuve que subir su falda y aprovechando ese momento acaricié sus muslos con cariño. Una preciosa tanguita negra, con encaje apenas protegía la intimidad de su coñito lo cual permitía a mi lengua operar con total impunidad. Tras unos momentos la quité el tanga dejando su falda alrededor de su cintura, sus tacones en sus pies y su sujetador. Por lo demás estaba desnuda. Subí mis manos a sus tetas para acariciarlas y ella se quitó el sujetador. Me eché hacia atrás y la observé sentado en mi silla. Estaba espectacular. Me acerqué y la ayudé a quitarse la falda, no era necesario para follarla, sin duda alguna, pero mejor que no se manchara. Parecía nueva y de mucha calidad. Tras bajar su falda desabroché mi pantalón y me lo bajé junto a los calzoncillos. La giré y ya desnudo acerqué mi polla a su coño y empecé a metérsela. Para mayor comodidad subí su pierna izquierda a la mesa y seguí perforándola. La penetré con fuerza desde atrás mientras ella cada vez gemía más. Giraba la cabeza y me sonreía mientras yo no dejaba de percutir en su coño.
– ¡Fóllame! - decía Raquel casi gritando – Haz el amor a tu primera chica por última vez en estas oficinas.
– ¿Es una despedida de oficina? – dije – Vamos a darlo todo
Bajé la velocidad de mi follada empecé a penetrarla mucho más lentamente, pero a la vez más profundamente. Seguí unos minutos hasta que decidí separarla de la mesa. Nos giramos ciento ochenta grados, sin sacar mi polla de su coñito, y yo me apoyé sobre la mesa. Ambos estábamos de pie y el polvo era muy cómodo. Gracias a sus altos tacones éramos de casi la misma altura. Ella subió su pierna derecha a la mesa y así pudo girar un poco su cuerpo para que juntáramos nuestras bocas. Nos besábamos con pasión mientras seguíamos follando de pie.
– Sigue – dijo casi implorando
Seguí durante unos minutos mientras ella girada me besaba. Tras un rato la senté en mi butaca. Una vez allí me arrodillé y volví a besar su coñito un par de veces para después levantarme y acercar mi polla a su coño. Ella estaba sentada, pero con ambas piernas totalmente abiertas y apoyadas en los reposabrazos de mi silla del despacho. Gemía cada vez que la penetraba y sus expresiones de placer se unían a las mías. Para darle variedad alternaba penetraciones fuertes y cortas con suaves y largas. Tras un rato gimiendo ambos empezamos a intercambiar palabras cariñosas. Faltaba poco para que ambos nos corriéramos. Tras un rato noté como su coño masajeo mi polla al orgasmar. Solo unos segundos después me corrí en ella. Tras coger aire ambos nos levantamos. Yo me senté en mi butaca y ella sobre mis rodillas, como habíamos empezado solo que ahora desnudos. Nos miramos a los ojos y nos besamos. Con dulzura. Tras un rato se levantó y se vistió un poco antes de salir de mi despacho. Tras asearme volví a casa para pasar un rato con mi esposa. Cenamos, vimos la tele y, a eso de las once, nos fuimos a la cama. Estaba cansado, pero aun así le eché un polvo a mi esposa.
El viernes de los socios solo estaba Alberto de vacaciones y por tanto tuvimos un resumen mensual bastante normal. Julio solía ser un mes peor que Junio en cuanto a ingresos, pero apenas se noto ese mes debido a que las ultimas aperturas en distintas de nuestras empresas empezaban ya a producir algunos resultados. Prácticamente se facturo lo mismo en julio que en junio y eso nos encantó. Además, al no haber gastos de sueldos extras de verano el beneficio aumento hasta casi los tres millones y medio de euros. Nuestro récord en un mes sin ingresos extraordinarios. Con las buenas noticias acabamos la reunión e invité a todos a comer. Esa tarde la pasé en la piscina de nuestra casa jugando con mi hija.
Fuimos al día siguiente a comer a casa de mis padres y así celebrábamos que mi hijo Mario cumplía dos meses. Para mi hija fue poca diferencia cambiando la piscina de casa por la piscina de los abuelos. No podía evitar llamarla mi sirenita
Para comer el domingo invitamos a María y los suyos a aprovechar la piscina y disfrutar una buena barbacoa. Ellos tenían un buen piso en Chamberí, pero les faltaba la piscina y a las niñas les encantaba ir a disfrutarla. Mientras tomaban el sol mis dos chicas Rocío le contó a María como fue con Patricia de compras por el regalo de graduación de ellas. Elena, que estaba tomando el sol cerca de ellas, las escuchaba y noté claramente como se ponía celosa. No era el más espabilado para estos temas, pero en este caso me pareció evidente. Cuando las niñas se fueron se lo dije a Rocío.
- Elena moría de celos cuando le contaste a María tu tarde de compras con Patricia – dije
- Tu flipas – dijo ella – Has debido ver algo raro
- No he visto nada raro. He visto como una niña, una adolescente de 13 años se ponía celosa porque la mujer a la que más admira se fue de compras con una chica recién llegada de 18. Creo que teme que la estés apartando. Hasta hace nada era la mayor. Con la llegada de Patricia se ve un poco amenazada.
Rocío lo pensó.
- Lo mismo tienes razón. Gracias por avisar
Y esa buena acción del día tuvo a mi mujer feliz el resto de la noche y a mi al llegar a la cama.
02. Semana del 13 al 19 de Agosto
El lunes ni lo recuerdo. Supongo que un día de oficina como otro cualquiera de mediados de Agosto. Agenda vacía y calor en Madrid.
Recibí a primera hora del martes una llamada de Cristina. Me invitaba a pasar un ratito en su despacho. Sonreí para mi mismo cuando lo dijo de esa manera. Tenía comida con mi padre y, por tanto, no tenía mucho tiempo, pero a las doce me planté en el concesionario. Saludé normalmente y entré en su despacho cerrando las puertas y corriendo las cortinas. No era raro buscar esa intimidad pues daba al concesionario y todos pensarían que solo queríamos tranquilidad. Nos besamos con pasión y durante el beso yo me movía hacia la silla de su despacho. De pie junto a ella rompió el beso y se arrodilló delante mía. Mirándome a los ojos me bajó lentamente los pantalones lo justo para que mi polla saliera de mis pantalones. En cuanto salió la agarró con su mano derecha mientas su mano izquierda acariciaba con cariño mis huevos. Dejó de mirarme, miró mi polla y se relamió. Esperaba un besito en el capullo o algo así, pero, de repente, se metió mi polla en la boca y me dio tres o cuatro buenas mamadas. Luego se la sacó de la boca y mirándome a los ojos, la lamió desde los huevos hasta la punta. Durante un rato alternó las chupadas a lo largo de mi polla con las mamadas en las que se metía tres cuartas partes de mi polla en la boca. A veces dejaba de chuparla para darle unos pocos masajes, como si fuera una paja, para volver a lamerla y luego metérsela en la boca. Yo apartaba su pelo de la cara para que pudiera hacerme la mamada, una de las mejores en hace mucho tiempo.
- Joder Cristina – dije – Tienes la mejor boca del mundo
Ella me sonrió
- ¿Te gusta, mi vida? – dijo mientras me la cascaba
- Me encanta cariño
Ella me dio una buena chupada y sonrió
- Córrete y déjame beberme tu néctar
- ¿Mi néctar? – pregunté
Ella rio y volvió a meterse la polla en su boca. Estuvo un buen rato con ella hasta que me corrí abundantemente en su boca. Ella me miró mientras se comía mi corrida. Tras bebérselo todo me fue chupando lentamente la polla hasta que estuvo limpia y la guardo en mi calzoncillo. Me subió los pantalones y se sentó en mis rodillas. Me besó y nos pusimos a trabajar. Empezaba a no ser extraño el sabor de una boca de mis chicas donde me había corrido. Tras el tiempo con ella me fui un rato a la oficina antes de comer con un cliente de la que fuera empresa de mi padre con este y Raquel. La comida acabó a las seis, pero tuve que volver a terminar unas cosas a la oficina. Cuando llegué a casa los niños dormían.
El miércoles, día 15 y festivo en España era el cumpleaños de mi amigo Antonio. Puesto que estábamos en Madrid y ellos también, su hija pequeña tenía justo una semana, nos invitaron a la fiesta familiar con él, su mujer, sus hijas y el resto de sus familias. Fue una comida agradable y una pausa necesaria en la casi monotonía de Agosto.
Recuerdo que el 16 lo más importante de mi día fue llamar al marido de Raquel para felicitarle por su cumpleaños. Esa semana en Madrid había tanta gente de vacaciones que era imposible quedar con clientes o proveedores a comer. Por tanto, prontito me fui a casa para disfrutar la piscina con mi preciosa hija y mi enano de dos meses.
Con la boda de Diana acercándose el viernes, tras salir de la oficina me fui con Pablo, su prometido y uno de mis mejores amigos, a por su traje de boda. Como Rocío y Diana iban a finalizar los detalles del vestido de ella con su madre, yo me llevé a Sandra mientras Rocío se llevó a Mario. Una vez allí vimos como le quedaba el traje. La sastrería estaba en el barrio de Salamanca y era de una calidad extrema. Mi hija miraba como ajustaban el traje a Pablo y tiró de mi mano
- ¿Y tu papá? – dijo
- Papá ya tiene un traje – dije sonriendo
- Otro – dijo
La sonreí, pero estuve tocando las telas y eran espectaculares.
- ¿Da tiempo a que me haga un chaqué? – pregunté al dueño – Tendría que llevármelo mañana
- Si – dijo señalando a una estantería – Pero solo adaptar uno de esos. Elige cual te gusta y pruébatelo. Esta tarde noche podemos adaptarlo y lo recoges mañana.
Fui a verlos y estuve tocándolos. Elegí dos muy suaves y elegantes. En distintos tonos de gris
- ¿Cuál te gusta más, preciosa? – dije enseñándoselas a Sandra.
Sandra las miró y señaló uno. Yo se lo dije al dueño y tras termina de coger el traje a Pablo me lo probé yo y el me miro los ajustes.
Tras el rato en la sastrería volvimos a casa donde ya nos esperaban las chichas que preparaban una cena ligera junto con el padre de Rocío. No muy tarde se fueron todos a descansar, algo que también hicimos nosotros.
El sábado por la mañana me fui a probar el chaqué y estaba perfecto. Lo llevé a casa y me puse el bañador pues José Carlos iba a celebrar su cumpleaños en nuestro jardín. Así teníamos piscina donde combatir el calor del verano. Mientras los chicos hablábamos de la nueva temporada de fútbol vi a Rocío hablando con Patricia y Elena cerca de la piscina. Dejé a los chicos discutir mientras yo me tiraba al agua y me acercaba donde estaban ellas. Oí como Rocío y Patricia animaban a Elena y decían que un día se irían las tres de compras. Que si la otra vez no estuvo fue porque era para celebrar la graduación de Patricia pero que ella era muy querida y no se que más. Viendo que tenían todo bajo control me hice unos largos y volví a la conversación de futbol donde, quince minutos después de haberme ido yo, todo seguía en el mismo sitio. Antes de irse todos ayudaron a dejarlo todo medio bien, el lavavajillas puesto y la comida guardada. La semana siguiente íbamos a estar en Cuenca de vacaciones como semana preboda de Diana y Pablo y Teresa no iría por casa esa semana.
El domingo tras desayunar cargamos el coche como si nos fuéramos varios meses y cogimos la carretera de camino a Cuenca. Esa noche cenamos todos en el jardín del chalet de los padres. Estaban todos los hermanos con sus familias, incluido Pablo que dormiría en casa de los padres hasta el viernes.
03. Semana del 20 al 26 de Agosto
El lunes Diana y Rocío se fueron a hacer cosas de la boda mientras los varones nos quedamos con los niños y disfrutamos de la piscina y preparamos la comida. A la hora de comer llegaron todos y convertimos esa comida en la celebración del cumpleaños de Nuria, la hija del hermano de Rocío que, ese año, cumplía un año. Por lo demás nada especial.
De martes a jueves una mezcla de carreras por Cuenca para hacer recados y culminar detalles de la boda y momentos de relajación, principalmente junto a la piscina en el chalé de sus padres. Lo bueno de haber estado ya en Julio es que casi todos los que querían conocer a Mario ya habían pasado por casa de sus padres y, por tanto, fue bastante tranquilito.
El viernes terminamos los últimos detalles de la boda entre todos y por la tarde acompañé a Pablo al parador. Donde se quedaría él y buen parte de nuestros amigos que ya habían llegado, así como sus padres. Llamé a Rocío para decirle que me quedaba a cenar con él. Cené con mis amigos y la familia de Pablo. Risas, bromas al novio, fue muy divertido y es uno de esos momentos que se dan espontáneamente y que disfrutas mejor que otros perfectamente planeados. Cerca de medianoche llegué a la casa de mis suegros donde los adultos, excepto mi mujer que estaba dando el pecho, tomaban una copa junto a la piscina. Me hice un cubata de ron y terminé la noche con la familia política. Era un placer llevarse bien con ellos.
Debido al calor de Agosto Diana celebró la boda por la tarde. A la hora de la boda, las siete y media, aun haría mucho calor, pero según avanzara la noche la temperatura sería mucho más agradable. Que fuera por la tarde hizo que no tuviéramos que hacer nada hasta después de comer y aproveché para llevarme a Sandra a dar una vuelta por Cuenca y tomar una Coca-Cola con mis amigos que estaban viendo la ciudad. Y además así Sandra y Magdalena podían jugar juntas un ratito. Me saludaban muchos amigos de Rocío y su familia, Cuenca no es tan grande, y eso hizo que mis amigos dijeran que parecía un local. Tras risas con ellos y un buen aperitivo compramos Sandra y yo el pan y nos fuimos a comer. Tras la comida, descansamos unos 15 minutos y empezó el revuelo. Llegaban peluqueros, maquilladores, fotógrafos. Sandra excitada no sabía done ir, me costó vestirla. Una vez lista me duché rápido y me cambié a mi chaqué nuevo. Al terminar de vestirme y salir del baño mi mujer me miró y me silbo.
- ¡Que bueno estás cariño! – dijo entre risas
Yo la miré de arriba abajo. Llevaba un vestido largo. Al fin y al cabo, era una boda de noche con un tono de rosa muy vivo en la falda y más pastel en la zona del cuerpo. Ambos rosas eran separados por un falso cinturón (ya que no se podía ajustar) de color dorado. Acompañaba el traje con un pequeño bolso de mano y unas altísimas sandalias doradas de Manolo Blahnik con unos 10 centímetros de tacón.
- ¿Yo? – reí - ¿Pero tu te has visto? ¿Es necesario que vayamos a la boda? ¿No podemos quedarnos?
Ella me dio un golpecito en el brazo y me besó.
- Vamos que quiero llegar a la iglesia antes de que empiecen a llegar invitados. Tu y yo conocemos a casi toda la boda y nos toca esa labor – dijo
Reí y con los dos niños nos fuimos a la iglesia. Lo bueno de llegar los primeros es que aparcamos mejor que nadie. Fueron llegando todos, a las siete y cuarto el novio. Un poco antes mis padres, invitados como si lo fueran de sangre. Cuando entramos en la iglesia, un par de minutos antes de la hora programada de la boda, dejé a Mario y Sandra a cuidados de mis padres y unos tíos de Rocío pues ella y yo nos sentábamos con otras pocas personas en un banco para los testigos. Cinco minutos después de la hora programada empezó a sonar la música, la gente a ponerse en pie y al fondo apareció mi suegro y mi cuñada. Iba muy guapa y se notaba sus contactos en el mundo de la moda pues el vestido era excepcionalmente bonito. Difícil de describir, pero desde luego acentuaba sus virtudes. Tras un sermón ni largo ni corto siguió todo el proceso de boda que ya me sabía de memoria. Unos cuarenta y cinco o cincuenta minutos después del comienzo todo terminaba y la gente salía hacia la calle mientras los testigos nos quedábamos a firmar. Rocío y yo hicimos todo lo posible por ser los últimos en firmar y poder felicitarle a gusto. Sentíamos que esa boda era en parte por nosotros. Al fin y al cabo, se conocieron en nuestra despedida conjunta. Tras salir nosotros lo hicieron ellos uno o dos minutos después. Tras eso arroz, besos, fotos, coctel, cena, bailes, copas. Que mi mujer estuviera dando el pecho me daba a mi la libertad de no tener que preocuparme por el coche. A las dos de la mañana, cuando ya se habían ido casi todos los mayores menos los padres de los novios y mis padres, y todos los jóvenes me dijo Rocío que era hora de irnos. Sandra bailó una más, no descansó ni un minuto, y tras despedirnos de todos nos fuimos. Sandra se quedó grogui en cuanto se sentó en su sillita del coche.
Estábamos bastante cansados el domingo y por eso cambiamos nuestro plan inicial de salir a casa después de comer fue aplazado a las seis de la tarde. Como aun había mucha luz no era un gran problema. Al llegar a casa una cena rápida y nos fuimos todos a la cama.
04. Semana del 27 de Agosto al 2 de Septiembre
Y sin comerlo ni beberlo Belén, la hija de nuestra antigua socia del mismo nombre, llevaba ya un mes de beca en nuestra empresa y me tocaba repasar con ella su experiencia. Las últimas tres semanas estuvo principalmente en la empresa de moda que ahora gestionaba Raquel y por ello me pareció buena idea que en esa primera reunión estuviera presente Raquel y que luego la invitáramos a comer. Raquel alabó su trabajo en esos días donde estuvo intentando entender el negocio a tope y se mostró muy participativa.
- No esperaba menos de ella – dije sonriendo - ¿Y tú qué opinas Belén?
Ella se quedó un rato pensativa
- Creo que es un negocio muy interesante y establecido, pero quizás por eso pueda verse un poco más afectado por la crisis que parece que se avecina. Las marcas que representa son de lujo asequible y creo que este tipo de marcas pueden ser las primeras en notar la crisis. El miedo que tendría es que la estructura esta muy bien engranada pero quizás por eso una reestructuración es más compleja ya que la gente lleva mucho tiempo acostumbrada a hacer lo mismo. Me he encontrado varios que llevan haciendo lo mismo cinco años de la misma manera y no se cuanta cintura tienen.
Raquel se quedó mirándola y luego me miró a mi
- ¡Pero niña! – dijo como enfadada
A Belén se le cambió la cara y pronto Raquel se puso a reír.
- No te asustes. Lo has clavado. Creo que lo tienes más claro que la mitad de la empresa. Como becaria en un mes. Carlos dijo que pintabas bien. Verte en acción me lo confirmo. Esto que has dicho me hace replantearme si no nos quedamos cortos.
Raquel la puso su mejor sonrisa
- Te necesito a mi lado
Belén sonrió
- Jo que ilusión me hace oír eso. Quiero esforzarme para aprovechar esta oportunidad que me habéis dado.
El resto de la reunión, y luego la comida, fueron agradables y estuvimos viendo con ella que ideas tenía que le gustaba, que no. No íbamos a implementar lo que dijera una niña de veintidós años, pero su visión, casi externa y más joven, era de mucha ayuda. Tras la comida decidí irme a casa ya que aun había poco trabajo esos días.
El martes me fui prontito a casa ya que Rocío tenía reunión del consejo asesor. Esa tarde la pasé en la piscina por la que también pasaron un rato Elena y Patricia. Estaba por darles llaves ya que venían y se iban cuando querían. Y no me molestaba.
Decidí empezar a llevar ya la jornada completa a partir de ese miércoles, aunque aún la mayor parte de los trabajadores saldrían toda esa semana a las tres de la tarde. Comí una ensalada en mi oficina mientras leía emails e informes. En agosto las oficinas centrales de casi todas las empresas se ralentizaban mucho per todas las tiendas seguían abiertas y el mundo seguía girando. Sobre las seis, cuando estaba pensando si, para una tarde de agosto, era hora de irse entró Ana. Cerró la puerta y se acercó a mí. Nos besamos y tocamos nuestros cuerpos, pero no pasó de ahí.
Jueves y viernes fueron días normales. Los viernes solía recoger yo a la niña y esa tarde parecía que tardaba mi mujer en llegar. Cuando lo hizo vino con Patricia y Elena pues habían ido las tres de compras como había prometido mi mujer a Elena solo unos días antes. Me estuvieron contando todo lo que habían comprado para Rocío y esta había comprado una prenda de ropa para cada una por haber sido tan buenas ayudantes. ¡Como si las costara! Se quedaron a cenar y pedí unas pizzas para todos que tomamos en el jardín con el fresquito de la piscina ayudando a combatir el calor. A las once o así se fueron las dos y Rocío y yo nos fuimos pronto a la cama.
El sábado por la tarde nos invitaron a celebrar el noveno cumpleaños de Laura, la hija pequeña de Natalia y Marco. Rocío se puso un vestido que compró el día antes con Patricia y Elena y yo me puse unos vaqueros azules con camisa y una americana informal y muy veraniega. Como estaban prácticamente recién mudados éramos casi su familia y todo el grupo hizo lo imposible por ir. La merienda cena se desarrollaba más o menos normal. En un momento dado fui a la cocina a por una cerveza y Natalia estaba allí preparando unos canapés. Abrí la cerveza y me quedé charlando con ella. A sus cuarenta y siete años era claramente mayor a todos nosotros, 17 años mayor que yo y nueve más que María. Por edad estaba más cerca de Belén, pero incluso era cuatro años mayor que esta. En todo caso tenía que reconocer que se cuidaba bien. Delgada, rubia, guapa y sobre todo muy elegante. No sé cómo empecé a tontear con ella y ella me reía las gracias y parece que tonteaba de vuelta. Tras unos diez minutos cogió la bandeja y yo la cerveza para ir de camino al salón, pero de repente se paró, me sonrió y se acercó para darme un pico. Fue rápido, se dio la vuelta y se fue. Yo tarde un minuto y la seguí. Al llegar hablaba tranquilamente con todos y no se notaba tensión alguna. Hasta yo hubiera pensado que no había pasado nada si no fuera por un par de miradas furtivas que me echó. Esa noche evidentemente se lo conté a mi esposa.
- ¡Bien por ella! – dijo Rocío riendo
- ¿Te da igual? – pregunté
Mi mujer me besó y sonrió.
- No me da igual. Me alegra que lo hiciera. En los meses que llevan aquí es parte de nosotras y cuando estamos Raquel y yo con ella o María y yo tenemos que no hablar de muchas cosas. Si se convierte en una de nosotras mejor que mejor.
Yo negué con la cabeza
- No me voy a quejar, pero ya te vale
Ella me besó y cambió de tema. Tras ver una película nos fuimos a la cama
A comer el domingo vinieron Marga y Mike. Mike hizo una paella buenísima. Era curioso que la mejor paella de nuestros amigos la hacía el que era americano, pero había dedicado mucho tiempo a mejorar sus habilidades. Tras la comida Marga y Rocío estuvieron charlando en una tumbona un rato y luego vinieron a nosotros. Los niños estaban en la siesta y Marga se sentó junto a mi y Rocío con Mike.
- Hoy toca fiesta – dijo Marga
- ¿Yo contigo y Rocío con Mike? – pregunté
- Justo – digo Rocío – A Mike le gusta más que le pongas los cuernos, pero de vez en cuando los intercambios entre nosotros tienen gracia y hoy puede ser un buen día
Yo miré a Mike y este se encogió de hombros.
- ¿Y los niños? – pregunté
- He llamado a Patricia para que venga a hacer de babysitter de todos. Nos iremos a un hotel de esos para parejas. Vosotros a una habitación y nosotros a otra.
Mike y yo aceptamos y seguimos tan normales hasta que llegó Patricia. La dejamos a los niños y nos fuimos a las cuatro y media de la tarde. Teóricamente a una cena con amigos, pero en realidad nos fuimos con dos coches a un hotel de esos en los que entras directo a la habitación en coche. Poco antes de llegar Marga se vino a mi coche y Rocío y se fue al de Mike. Aceleré por la carretera de Barcelona de camino al hotel para cogerlo un poco de ventaja a Rocío y Mike. No quería que entráramos a la vez en el hotel. Cuando llegamos, sobre las cinco, no estaban a la vista. El coche se aparcaba en una plaza reservada y privada desde la cual se entraba directamente a la habitación de hotel. Subimos las escaleras que llevaban a esta de la mano y tras abrir la puerta miramos alrededor. Teníamos casi cuatro horas y la habitación tenía jacuzzi, una pequeña piscina y una cama enorme. Agarré a Marga desde atrás
- Aquí tenemos que venir con más tiempo – dije
La levanté en volandas y la deposité boca arriba en la cama. Las próximas cuatro horas no vamos a salir de aquí. Lentamente me eché sobre ella y la besé. Marga llevaba un vestido veraniego, de tejido polo y color amarillo, con unas sandalias marrones de alto tacón. Un cinturón, meramente de adorno, del color de las sandalias completaban su atuendo. Su bolso lo había dejado en el coche. Mientras le daba piquitos en la boca, empecé a desabrochar su cinturón e inmediatamente después subí su vestido que, en menos de lo que canta un gallo, estaba ya en un extremo de la cama. Nos miramos a los ojos y ella lentamente llevó las manos a su espalda y se desabrochó su sujetador de color amarillo, como el vestido y su tanguita. Dejé su boca y bajé a sus senos para darles besos y mordisquitos mientras ella empezaba a tener sus primeros gemidos. Desde esa posición la mire a los ojos.
- ¿Te he dicho que te quiero? – pregunté
Ella afirmó con la cabeza
- Es lo que dicen los novios a sus novias
Yo reí antes de volver a besar sus tetas. Ella bajó la mano para acariciar mi polla sobre el pantalón y pronto empezó a desabrochar mi cinturón y pantalón. Cuando sacó mi polla del pantalón se giró de manera brusca y acabé tumbado en la cama con ella arriba. Llevó su boca a mi polla y empezó a chupármela. Marga me miraba desde mi entrepierna y lanzó sus manos a mi pecho y empezó a desabrocharme la camisa poco a poco mientras daba chupetones a mi polla. Tras un rato, y ya sin camisa, fui yo el que la hice girar para que volviera a estar ella tumbada y yo encima. Me quité rápido el pantalón y calzoncillo, que ya estaban a media pierna en todo caso, y me eché sobre ella para besarla. Mi polla se apoyaba en su vientre abultado por sus 32 semanas de embarazo y nuestras manos se acariciaban. Tras un rato empecé a bajar su tanguita y ella movió sus piernas para ayudarme. Ya sin tanguita empecé a jugar con mi polla alrededor de su coñito.
- ¡Fóllame! – imploró – Hazme el amor.
Yo sonreí y la besé antes de empujar mi polla dentro de ella. Ella gimió y lentamente la hice el amor. La penetraba mientras la besaba y nuestros ojos no se apartaban de los del otro. Estaríamos así unos treinta minutos. Besándonos, diciéndonos que nos queríamos y tomándolo con calma. Al final me corrí en ella y acabamos tumbados en la cama, el uno junto al otro, abrazados. Tras un rato de descanso ella se puso encima mío y empezó a cabalgarme. En total, en las cuatro horas que estuvimos dentro, hicimos el amor tres veces. La primera y última más románticas. La del medio más salvaje. Tras ducharnos y arreglarnos salimos del hotel. Esperamos a Mike y Rocío en un Ginos de un centro comercial cercano. Cenamos los cuatro y a las diez y media salimos, ya cada pareja en su coche, de camino a nuestra casa. Marga y Mike recogieron a su hijo y se fueron. A Patricia la pagamos por sus servicios 150 euros, a unos 20 euros la hora, y cuando se fue nos fuimos a dormir. No hablamos de que había hecho cada uno. Solo dormimos.