Mi historia (75: Marzo 2007)
Mi esposa me lleva de sorpresa en sorpresa
01. Semana del 5 al 11 de Marzo
El lunes llegué a la oficina de mi padre y me reuní con el director financiero para ver los números del mes anterior. No tenían costumbre de hacer una reunión mensual así que yo me la creé para mi solo. Me fui a comer con mi secretaria y, al volver, mi padre estaba en su despacho. Entré a hablar con el.
– Me han dicho que va todo muy bien – dijo – Eso va a hacer más fácil lo que quiero contarte. Me gustaría que siguieras dirigiendo la empresa definitivamente. Podrías ir a tu empresa uno o dos días pero me gustaría que tu dirigieras está empresa. Quiero bajar el ritmo y pasar más tiempo con tu madre. Aun vendría dos o tres mañanas a la semana pero poco más.
Yo le miré sin decir nada. Tras un rato de silencio la tensión era máxima.
– ¿No vas a decir nada? - dijo
– Es que no se que decir – dije – Mi idea era ayudarte y luego volver con mis socios. Esto es un cambio muy grande. Déjame pensarlo y comemos el miércoles. Mañana iré a mi oficina y lo hablaré con los míos.
– Vale – dijo
Estuvimos otro buen rato hablando sobre la empresa y al final se nos hicieron las siete. A esa hora me fui para casa y pude disfrutar un pequeño rato con mi hija. Luego con mi esposa muy bien hablando del embarazo.
El martes tras pasar la mañana en la empresa de mi padre quedé a comer con todos mis socios y les conté la petición de mi padre.
– No puedo decirles que no a mi padres – dije
– Lo entendemos – dijo María
– Pero es que en el fondo quiero decirles que no – dije – Esta es mi empresa. La otra también pero para mi esta es especial. Pasar un ratito por aquí todas las semanas no es lo mismo.
– Creo que podremos hacerlo funcionar – dijo Mike
– ¡Joder! - dije – De eso estoy seguro. Y creo que mi padre también sabe que vosotros podéis con ello. No me lo hubiera propuesto de otra manera. Lo que no se es si yo puedo ahora dedicar todos mis esfuerzos, para siempre, a esa empresa. Bueno, mañana hablaré con mis padres, pero que sepáis que existe esa opción.
Todos solo me daban ánimos e intentaban ver lo positivo. No podían hacer otra cosa. Esa tarde no volví a la empresa de mi padre y me fui directamente a casa a pasar un buen rato con mi hija. Para pensar era lo que más me apetecía. Rocío esa noche me dijo que hiciera lo que hiciera mis padres lo entenderían pero que lo hiciera con el corazón y la cabeza.
Por fin el miércoles tras pasar toda la mañana en la oficina dándoles vueltas, me fui a casa de mis padres a comer. Una vez allí charlamos del tema. Ellos me contaban que la empresa iba a ser 100% mía pues estaba en su testamento. Yo les decía que no me importaba dirigirla, quizás incluso quería. Pero tenía dudas. Quería seguir en mi empresa de la que estaba enganchado y, ahora con la expansión internacional, era aun más entretenido. Me dijo que no me presionaban más y que, por favor, lo pensara. En eso quedé con ellos y me fui a la oficina a seguir trabajando. Esa noche volvía darle vueltas al asunto.
Tras pasar el jueves por la mañana en la oficina de mis padres me fui a la mía tras comer con el director comercial de la empresa de ropa. En mi oficina me reuní con Ana y estuvimos viendo los números del mes anterior hasta bien entradas las ocho.
– Es tarde – dijo Ana – Estamos solos
– Tienes razón – dije sonriendo y sabiendo por donde iba
Se acercó y se sentó en mi regazo en mi silla del despacho.
– Que guapas estás – dije – Las mujeres cuando os embarazáis tenéis una especia de brillo que os hace especiales.
– Pero es por que tu me quieres y me ves de otra manera. En realidad estoy gorda.
– Que te quiero es verdad – dije – Que estés gorda no.
Lancé mi boca a la suya mientras llevaba mis manos a su barriga. A punto de cumplir el octavo mes de embarazo estaba verdaderamente gorda pero un gordo bueno, sexy. Y sabía que iba a ser casi seguro nuestro último polvo. Tenía que aprovecharlo. Mi beso aumentaba en pasión según iba acariciando su barriga. Tenía mis ojos abiertos y veía en sus ojos que estaba encantada. Quizás demasiado. Ella se quitó de repente el blusón que usaba y tuve a mi disposición el acceso a sus senos a los que antes no hubiera podido llegar. Los besé por encima del sujetador, este si que nada sexy pero práctico, y disfruté del gemidito que soltó. Demostrando que ya estaba lista. Era tarde y debíamos volver a casa así que la levanté y la acerqué a mi mesa donde hice que apoyara sus manos. Sin perder nada de tiempo desabroche su pantalón a toda velocidad y los bajé junto con sus braguitas. Bragas en realidad, no tenían nada de diminutivo. En ese momento me acerqué a ella por la espalda y, pegándola mi polla a su desnudo culo, giré su cabeza hacia un lado y la besé con pasión. Tras un rato besándonos me separé un poco de ella y me desabroché el pantalón. Rápidamente me lo bajé junto con los calzoncillos y volví a abrazarla. Ahora para que sintiera mi erección sin pantalón de por medio al tiempo que volvía a besarla. Tras un beso de unos cinco minutos pasé a tocar su barriga con mi mano izquierda y apuntar mi polla con la derecha. Jugué un rato con mi pene alrededor de la entrada de su conejo y cuando ya estaba suspirando la penetré de una violenta sacudida sacando de ella un tremendo gemido. Un grito bestial. Dejé mi polla totalmente dentro de ella durante unos minutos para, tras un rato de relax, empezar a salir y entrar en ella mezclando pasión con ternura. Con cada una de mis penetraciones ella no paraba de gemir y estaba muy caliente. Mis penetraciones eran profundas y ella gemía cada vez mas alto. En ese momento si me alegré de que fuera tarde. Tras unos cuantos minutos de polvo ella dijo que se iba a correr y así lo hizo. A mi en ese momento me quedaba un poco y, una vez pasado su orgasmo, seguí taladrándola hasta que terminé por correrme en ella. Saqué mi pene y ella se agachó a darle un besito. Luego me dio un beso en la boca y me dijo que se iba a casa. La mire irse con ternura. Yo me fui también para casa y con mi hija en la cama solo cené con Rocío y luego nos fuimos a la cama a descansar.
El viernes dediqué toda la mañana a la reunión mensual. Febrero fue el primer mes de operación de nuestra empresa italiana de importación y solo perdió nueve mil euros. Conseguimos empezar fuerte ya que los acuerdos con la empresa que dirigían Sofía y Raúl fue casi inmediata. Tuvimos un gasto extra de 250.000 euros para la apertura, ese mismo día, de una nueva tienda de moda y, entre eso y gastos algo más altos de lo normal en varias empresas, solo tuvimos unos ciento setenta y dos mil euros de beneficios. Más de cuatrocientos mil euros menos de beneficios que en enero. En todo caso no fue desastroso el mes y en facturación fue mejor que Enero aunque no llegáramos a los números de Diciembre. Tras la reunión fuimos a comer Marga, Mike y yo y pronto se nos unió Rocío. Tras la comida nos fuimos a por nuestros hijos y luego nos juntamos, con ellos, el resto de mis socios, Antonio y Laura con su hija y Diana y Pablo en la inauguración de nuestra décima tienda de moda. Tras cenar todos juntos nos fuimos a casa, acostamos a la niña y Rocío y yo, esa noche, hicimos el amor.
El sábado Pedro celebró su cumpleaños aunque en realidad era el lunes. Además de nosotros y Raúl y Sofía estaban invitados algunos otros amigos de Pedro y Mónica. Los únicos con hijos éramos nosotros y muchos querían jugar con Sandra. Lo pasamos bastante bien aunque a las seis nos fuimos pues Sandra estaba muy cansada al no haberse echado la siesta. A las ocho la metimos en la cama y Rocío y yo charlamos un poco antes de irnos a hacer el amor y luego dormir.
El domingo a las once estábamos en casa de mis padres. El tema para ese día estaba claro. Ellos querían que llevara la empresa y yo no estaba seguro de dejar a la mía.
– Es que no estoy preparado ahora para dejar mi empresa – dije – Llevo ocho años con ella y ahora dejarla, aunque esté en buenas manos es algo que ni me planteo.
– Nadie dice que dejes tu empresa – dijo mi padre – Puedes dedicar un tiempo
– No puedo – dije – Y lo sabes. Si voy a hacer algo lo voy a hacer con todas mis ganas y eso implica involucrarme al 100%
– Lo que debes ver es que está también es tu empresa – dijo mi padre – Casi más que la otra pues esta será 100% tuya en breve.
Poco a poco nuestro volumen había ido subiendo y mi hija nos miraba tras dejar de jugar.
– Joder parece un chantaje – dije ya claramente gritando – Y lo de en breve ya lo estás retirando.
Tras mi grito mi hija se puso a llorar y Rocío fue a por ella. La cogió de la mano y la llevó con mi madre. Tras dejarla nos miro a los dos. En vez de calmarse nos grito pero mi hija al estar con su abuela ya no se asustó.
– Tan mayorcitos y tan listos y no sois capaces de ver que esto se soluciona muy fácilmente. Me jode meterme en vuestros negocios. Sabéis que solo opino cuando se me pregunta pero si hacéis llorar a mi hija por vuestra cabezonería me doy por preguntada.
– Veamos lista – dije – Danos la solución
Rocío me mató con la mirada. No le gustó el soniquete al llamarla lista.
– Tu quieres bajar el ritmo – dijo Rocío mirando a mi padre – Y tu Carlos no quieres dejar tu empresa. En realidad creo que lo que no quieres es volver al día a día de una única empresa. Te gusta demasiado llevar varias empresas. ¿Queréis arreglarlo? Fusionar vuestras empresas
Según lo dijo yo miré a mi padre. Mi padre a mi madre. Yo miré a mi madre y con ambos mirándola ella subió sus hombros. Yo miré de nuevo a mi padre y ambos miramos a Rocío
– Sabéis que es la opción perfecta – dijo Rocío – Solo tenéis que llegar a un buen acuerdo para fusionar la empresa. Y luego ya con Raquel, Mike, María y Alberto os repartís el trabajo
Mi padre y yo volvimos a mirarnos.
– ¿Como no se nos ha ocurrido? - dije
– Porque no sois tan listos como Rocío – dijo mi madre riendo
– Gracias mamá – dije
– Simplemente estáis pensando en dos empresas y desde fuera se ve distinto – dijo Rocío – Siento haberos gritado pero yo solo quiero ayudar.
Estuvimos horas hablando de la fusión. Casi solo veíamos ventajas. Un inconveniente era tener que buscar nuevas oficinas pero nosotros ya teníamos que buscarlas pues se nos quedaban pequeñas las nuestras y, por tanto, no era para tanto. La comida, el café de después y toda la tarde hablando de ello. Mi padre y yo entusiasmados y mi madre y Rocío a un lado, hablando de otras cosas. Tras dos horas hablando de la empresa se hartaron. Esa noche nos fuimos a casa tras cenar, con mi hija ya dormida. Tras acostarla y descansar un rato con mi esposa hicimos el amor.
02. Semana del 12 al 18 de Marzo
En vez de ir el lunes a la oficina de mi padre me fui a la mía. De camino a esta llamé a mi secretaria y la dije que llamara a la secretaria de cada uno de mis socios y que les liberaran todo el día. Al llegar María, Marga y Alberto ya estaban en la sala de reuniones. Poco después llegaron Mike y Raquel de dejar a sus hijos en el colegio.
– ¿Se puede saber a que viene tanta prisa? - dijo Raquel – He tenido que cancelar mi presencia en un evento para estar aquí
– Claro – dije – Tengo la solución al problema de tener que llevar la empresa de mi padre
– Somos todo oídos – dijo Raquel
Dejé una pausa de un momento y sorbí mi café. Miré a todos mis socios uno a uno.
– Fusionar ambas empresas – dije
Nadie dijo nada y se miraron entre ellos.
– Me parece que has tenido una idea cojonuda – dijo Mike tras un rato
– Bueno -dije – Lo cierto es que la idea es de Rocío.
– Ya me extrañaba a mi – dijo Raquel sacando la risa de los demás.
Todos estuvieron de acuerdo. Incluso diría que ilusionados.
– Siempre me sentí un poco mal por dejar a tu padre – dijo Mike – Ahora volver con el será especial. Me apetece y mucho.
– Y a mi – dijo Raquel
Todos quisieron saber como lo haríamos y estaban lanzados. Necesité pararlo.
– Veamos – dije – La valoración final de la empresa la haremos mi padre y yo y os la presentaré. No quiero discutir a veinte manos. Voy a coger a Ana prestada durante unos días para que estudie nuestros números y los de la empresa de mi padre.
– Date prisa – dijo María – Ana se coge la baja el día veintitrés. Ese viernes es su último día.
Salí y fui a por Ana. La conté todo y se emocionó también. Quedó en empezar a ver los números de ambas empresas cuando llegaran los de mi padre el miércoles. Ese día comimos todos juntos y, tras la comida, me fui a la empresa de mi padre donde, con la aprobación de mis socios, nos reunimos con sus directivos para contarles que íbamos a empezar el proceso de fusión. Esa noche cené con mi esposa tras acostar a mi hijo y muy contento hice el amor con mi esposa.
El martes volví a la empresa de mi padre. Que estuviéramos en proceso de fusión no significaba que tuviera que dejar de dirigir su empresa. Tras un largo día de trabajo me fui a casa y llegué tarde, con mi hija ya en la cama. Al llegar estaban Marga, María, Raquel y Rocío en la cocina. Al llegar besé a mi esposa.
– ¿Y las demás? - dijo Raquel - ¿A nosotras no nos besas?
Todas se echaron a reír y una a una fui dándolas unos besos
– Os veo muy contentas – dije - ¿Que se celebra?
– Por ahora vamos a cenar – dijo Rocío – Y luego vamos a celebrar algo las cuatro contigo.
– ¿Se puede saber que? - dije
Todas se miraron y se echaron a reír.
– Que estoy embarazada – dijo María
La miré y sonreí. Me acerqué a ella y la di un piquito. Todas me miraron y se echaron a reír. Yo las miré y Marga me sonrió.
– Y yo también – dijo Marga
Todas rieron más alto
– Vaya tela – dije – Ya os vale. Vais a despertar a la niña.
– La niña esta arriba con la puerta cerrada – dijo Rocío – No se entera de nada.
– ¿Y mi beso? - dijo Marga entre la risa de todas.
Yo me acerqué y la di un beso con lengua de casi un minuto. La miré a los ojos y la acaricié el cabello.
– Mira que contento está de haber dejado a una cuarta mujer embarazada – dijo Raquel
María y mi esposa rieron con ella mientras Marga se ponía roja.
– No las hagas caso – dije a su oído pero lo suficientemente alto como para que lo oyeran las demás.
Pasamos a cenar todos y nos reímos mucho. Tras cenar llevamos los platos a la cocina y, sin hacer nada más, me llevó de la mano Rocío a la habitación con todas las demás detrás. Al llegar a la habitación María, Raquel y Marga se fueron desnudando despojándose de los vestidos que llevaban ese día. Las tres quedaron en ropa interior y se subieron a la cama. Mientras lo hacían mi esposa me había quitado los pantalones y calzoncillos y estaba subida encima mía, con su falda en la cintura mientras restregaba su entrepierna sobre mi polla ya totalmente erecta. Mientras mis otras tres chicas, en ropa interior y taconazos las tres, se insinuaban desde la cama. María me mostraba sus tetas bajando uno de los tirantes del body azul claro que llevaba. Marga mientras tanto se quitaba su tanga, azul y rosa a juego con el sujetador, y empezaba a hacerse un dedo. Raquel, más cerca del borde de la cama, me mostraba ambas tetas mientras alternaba sonrisas conmigo y con las demás. Raquel estiró una de sus manos y liberó los pechos de Marga mientras esta me sonreía. Lentamente se acercó a Raquel y chupó el brazo de esta de abajo a arriba antes de besar el hombro de Raquel. María se acercó a Raquel por el otro lado y empezó a acariciar el pelo de esta. Raquel echó la cabeza un poco para atrás y, sacando la lengua, chupó uno de los pezones de María. Al volver la cabeza hacia el otro lado se encontró con la de Marga y ambas se unieron en un pequeño beso con algo de lengua. Marga pasó a chupar una de las tetas de Raquel durante un rato mientras esta y María se acariciaban. Tras ese momento de suavidad se volvieron un poco más pasionales y empezaron a besarse, chuparse y morrearse entre las tres. Con ropa interior y taconazos la visión era espectacular pero además con Rocío frotando mi polla en su coño ya no tenía nombre. Me fijé que los tacones eran incluso más altos de lo normal en ellas y, entre las tres, seguro que superaban los 30cm de tacón. Tras un rato acabó Raquel tumbada en la cama con María comiéndola el coño y Marga besándola con pasión.
– Ve con ellas – dijo Rocío tras bajarse de mi
– ¿Y tu? - dije
– Yo te tengo para mi todos los días
Besé a mi esposa y me acerqué a ellas. Las tres se sentaron en la cama mirándome con cara de pasión y me sonrieron.
– Ven a por tus chicas – dijo Marga – Hemos demostrado quedándonos embarazadas que haremos cualquier cosa por ti. Ahora haz tu algo por nosotras y fóllanos
Yo puse cara de sorpresa y es que tanta confianza me la esperaba de Raquel pero no tanto de Marga. Marga fue la que se acercó a mi primera y se puso de rodillas junto al borde de la cama. Agarró mi polla y empezó a masajeármela.
– Cariño – dijo – Soy tan feliz embarazada de ti. Prometí con ellas que la mitad de mis hijos al menos serían tuyos. He decidido que a partir de ahora todos serán tuyos. Mike ya no podrá dejarme embarazada. Para el siempre condón. Disfruta de tu cuerpo.
Me excitó como me hablaba y empecé a chupar una de sus tetas mientras Raquel y María se comían a besos en el centro de la cama. Tras un rato le di la vuelta a Marga y la puse de rodillas en la cama. Yo de pie en el suelo acerqué mi polla a su coño y empecé a follarla. Mientras lo hacía ella comía el coño de Raquel, que estaba tumbada en la cama, y esta hacía lo propio con María que estaba de rodillas en la cama casi ahogándola. María se bajó un momento de Raquel y se acercó a mi, bajó de la cama, se arrodilló en el suelo y empezó a mamarme la polla. Mientras Marga y Raquel se unieron en un tórrido beso con lengua.
– Te quiero cariño – le decía Raquel a Marga mientras se besaban y yo acariciaba el culo de Marga
Tras un rato de mamada me subí a la cama y Marga y María se liaron a besarse y chuparse las tetas mutuamente mientras Raquel y yo follábamos con ella a cuatro patas sobre la cama. Eché un momento la vista atrás y vi a mi esposa masturbándose. Pasaron unos cinco minutos cuando me tumbé en la cama y María se echó sobre mi para cabalgarme mientras yo chupaba el coño de Marga y esta las tetas a Raquel. Era un caos absoluto pero parecíamos encontrar cierto orden. Al menos ellas no peleaban.
– Estoy a punto de explotar – dije
– Pues explota en la no embarazada – dijo María
Raquel sonrió y la beso acercándose tras el beso a mi. Yo me puse de costado y ella también, delante mía, dándome la espalda. Mientras daba mis últimos coletazos Marga y María se acariciaban y besaban. Por encima del hombro de Raquel veía a mi esposa acelerar el ritmo de su dedo. Fue oír a mi esposa correrse y hacer yo lo propio en Raquel. Con mi segunda corrida en su interior se corrió esta y casi paralelamente, probablemente por los ruidos de placer que inundaban la habitación, lo hicieron María y Marga que se pajeaban mutuamente mientras se besaban. Cuando todos nos calmamos empezamos a besarnos entre todos y para ese momentos ya se acercó Rocío a la cama. Unos veinte minutos después se fueron duchando todas y a la hora ya estábamos Rocío y yo solos en la cama. Descansando tras un día, para mi, inolvidable.
De miércoles a viernes lo pasé trabajando en la empresa de mi padre aunque estaba en constante contacto con Ana tratando temas de la contabilidad tanto de mi empresa como de la que compartía con mi padre. La tarde del viernes estuve en casa de mi padres con ellos charlando un poco sobre como Ana llevaba el tema de la contabilidad y viendo a mi madre que estaba en mucho mejor estado. En lo anímico y en lo físico.
El sábado fuimos a comer todos a casa de María. Tocaba celebrar el embarazo de María y Marga. Yo fui, tras los maridos e hijos de ambos y Raquel y Rocío, el primero en saberlo. Pero no era una sorpresa para nadie. Tanto Alberto y Celia como Ana y su esposo y Marco y su familia sabían a lo que iban. Lo pasamos muy bien ya que todo el mundo estaba de muy humor. Cuando felicité a Mike por el embarazo me puso una cara que solo yo y mis chicas podíamos descifrar. Estuve hablando mucho tiempo con Marta sobre como iba a ser tener un nuevo hermanito o hermanita.
– Yo ya tengo dos hermanas – dijo Marta – Me gustaría ahora tener un hermanito.
– El bebé que vamos a tener Rocío y yo va a ser un niño – dije – Así que al menos podrás tratarlo como un hermanito.
Ella sonrió. Seguí un rato con ella y luego me fui a una mesa donde hablaban Patricia, Fran y Elena para charlar con ellos. Los dos hermanos llevaban la voz cantante mientras que Elena vigilaba la conversación fascinada. Se sentía mejor con ellos que con sus hermanas y el resto de chicas pequeñas. A las ocho nos fuimos para casa Rocío y yo e hicimos el amor tras acostar a la peque. Esa noche dormí muy bien.
El domingo era el cumpleaños de mi cuñada María Rosa y además de toda la familia de Rocío estuvo invitada en casa de mis cuñados toda la familia de ella y amigos de mi cuñado y su esposa. Al final era mucha gente y había bastante lío. En realidad había casi tanta gente en casa de María el día antes pero éramos amigos con nuestros hijos. En este cumpleaños había tres generaciones, amigos, familia política, todo un poco más artificial y, a pesar de pasarlo mal, no fue la juerga de mi vida. A las siete estábamos en casa pues al día siguiente volvíamos al curro y la niña parecía cansada.
03. Semana del 19 al 25 de Marzo
El lunes estuve en un par de reuniones antes de volver a mi oficina para ver a Ana que seguía repasando los números de nuestras empresas. Iba contrarreloj, en cualquier momento podía ponerse a dar a luz. Lo llevaba muy avanzado y estaba radiante con su embarazo de ya más de ocho meses. Tras estar un rato reunido con ella me fui a casa para pasar la tarde con mi esposa e hija. Mientras se arreglaba lo de nuestras empresas quería disfrutar de ella. Y eso incluía pasar tiempo con mi hija y luego poder cenar a solas con mi esposa y hacer el amor.
El martes fue un día similar al lunes aunque en vez de pasar por mi oficina hablé con Ana por teléfono un par de veces ese día. Era el cumpleaños de María Rosa y también hablé con ella para felicitarla.
El miércoles volví a reunirme por la mañana con gente de la empresa de mi padre y con un par de clientes. La última reunión acabó a la una y media y me fui al concesionario a ver a Cristina. Estuvimos hablando viendo uno de los nuevos coches mientras los demás comerciales se iban a comer. Una vez se fueron cerramos el concesionario y fuimos a su despacho. Al entrar en este cerramos la puerta y ella se tiró a mis brazos besándome.
– Te he echado de menos – dijo ella – Necesitaba pasar un rato contigo. Que me ordenaras algo. Me alegro que hayas venido pero si me hubieras avisado me hubiera puesto más guapa para ti.
Vestía un pantalón negro con una blusa blanca, bastante ancha, que tenía un lazo negro casi a la altura del pecho. En sus pies unos bonitos zapatos de tacón negros estaban ocultos por el pantalón. entendía bien como una mujer con su cuerpazo y tan guapa como ella siempre vestía tan recatada. Ella decía que era por el trabajo pero los sábados por el barrio la veía igual. Parecía solo romper un poco su monotonía cuando sabía que nos íbamos a ver. Y parecía que solo lo hacía por complacerme.
– No deberías vestirte algo más sexy por complacerme – dije – Deberías hacerlo porque estás muy buena y deberías estar orgullosa de ello.
– Es por el trabajo – dijo – Tengo unos clientes muy conservadores. Esto es un concesionario de BMW.
Yo la sonreí.
– Eso es mentira – dije – Mi mujer trabaja para clientes más conservadores que tu y va mucho más guapa a trabajar. Mis socias tratan con todo tipo de clientes y se ponen botas, minifaldas y todo lo que quieren. La elegancia es algo que se tiene. Ya sabes, aunque la mona se vista de seda mona se queda. Y yo te he visto sexy. Sabes llevarlo. Te pones una minifalda y unas botas por encima de las rodillas y pareces una mujer joven y elegante, no una puta de Montera.
– Eso es porque tu me ves con buenos ojos
– O porque tu te ves con malos – dije – Tienes que ir poco a poco vistiendo más guapa y juvenil siempre.
– ¿Es una orden? – dijo
– Si – dije
– Lo haré
Y tras decir eso se lanzó a mi cuello y me besó con pasión. Me hizo sentar en la silla de su despacho y se quitó la blusa mostrándome su sujetador. Era de color blanco y con algo de encaje. Ella se sentó sobre mi y me besó a lo loco. Nuestras lenguas buscaban el interior de la lengua del otro. Tras un rato besándonos ella se sacó las tetas del sujetado y pegó mi cabeza a ellas. Me hizo que chupara estas y yo no dude ni un segundo en hacerlo. Mientras con la boca chupaba su teta izquierda con mis manos acariciaba la derecha. Ella se apartó un segundo de mi. Me sonrió y pasó a tocarse las tetas acto seguido. Mientras lo hacía fue cambiando su cara de una sonrisa a una provocación pura y dura. Yo la di un pequeño beso en la boca y volví a bajar mi cara a sus tetas para chuparlas con fuerza. Mientras lo hacía ella empezó a gemir.
– Umm – dijo – Te prometo que cumpliré tus órdenes. No esperes un cambio radical pero algo si.
Yo saqué mi boca de sus tetas y la sonreí.
– Estoy deseando ver a la nueva Cristina – dije
Y tras decir eso hundí mi cabeza en sus tetas. Tras un rato besándolas pasé a acariciarlas mientras las miraba. Tenía unas tetas bastante atractivas. Jugué con ellas y pellizqué sus pezones. Tras besarlos y besar sus senos me dejé llevar por la pasión y, levantándome, la cargué posándola sobre su mesa. Allí desabroché su pantalón y lo bajé hasta debajo de las rodillas junto con su braguita y metí mi cabeza en su coño sacando de ella unos gemidos muy largos. Tras esto me bajé el pantalón a toda prisa y sacando mi polla la metí en su coño de una fuerte sacudida.
– Dios – dijo ella – Esto si que no lo esperaba. Pero sigue. Por favor, fóllame. Hazme tuya. No me dejes ni un segundo de respiro. Soy tuya amor. Haz que entregue a ti cada minuto más. Pídeme lo que quieras. Lo que pidas te lo doy. Pero haz que me corra.
Y así siguió durante toda la follada. La verdad es que no callaba ni un segundo. Yo no paré de follarla ni un microsegundo. Me calentaba bastante como había pasado de una pija algo creída aunque maja a una tía totalmente dominada. Aunque no había sido fácil. Estaba super excitada con la situación y hacía que yo me excitara más. No tarde mucho en correrme en su interior y justo al correrme yo ella explotó en un orgasmo muy sonoro.
– Gracias – dijo
Una vez nos recuperamos un poco Cristina y yo nos volvimos a vestir y nos fuimos a comer a un restaurante cercano. En este hablamos del negocio y vimos como podíamos mejorar ciertas ineficiencias de este. Tras la comida me fui a la empresa de mi padre desde donde llamé a Ana antes de meterme en una nueva reunión, esta vez interna con el director financiero de la empresa de mi padre. Ese día llegué a casa tarde y mi hija ya dormía. Aun así pude disfrutar un rato con mi esposa.
A mediodía Ana me llamó para decirme que ya había terminado de hacer los números. Así quedé con mi padre y Ana para comer. Durante la comida tratamos algo el tema de la empresa pero sobre todo hablamos de su embarazo. Tras la comida fuimos a mi empresa donde en una sala de reuniones Ana nos estuvo presentando todos los números de las empresas. Había diseccionado lo que ya sabíamos hasta puntos insospechados. Todo lo bueno y malo de cada empresa estaba a la luz.
– Ahora os toca a vosotros valorar las empresas – dijo Ana – Yo os doy las herramientas para que lo hagáis fácilmente.
– Maravilloso – dijo mi padre – Ahora entiendo todo lo bien que habla bien Carlos de ti. Esperaba mucho de ti y aun así me has impresionado. Gracias por este esfuerzo en tu estado.
Ana aun tenía unos días hasta la fecha prevista de su embarazo pero su médico la había recomendado que hiciera reposo a partir del siguiente lunes y para nosotros lo que decía un médico era palabra de Dios. Ana debía descansar.
– Mañana ya no vengas – dije – Cogete un día más de baja.
– Gracias – dijo Ana – Aunque tendré que venir para dejar a mi equipo todo listo para los meses en los cuales no estaré.
– Como veas – dije
Tras salir de la reunión me fui a casa y en cuanto llegué mi esposa estaba en la habitación de la niña acostando a la pequeña. Llegué a tiempo para besarla aunque la excité un poco. Es una pasada ver que tu hija se excita al verte. Es su manera de demostrar amor. Esa noche mi esposa y yo cenamos e hicimos el amor. La fusión con la empresa de mi padre estaba más cercana.
El viernes pasé el día en mi empresa. A Ana la dije el día anterior que no era necesario que fuera. Pero fue. Así era mi equipo. Si el médico no la hubiera dicho nada se hubiera quedado currando hasta el momento de dar a luz. Esa tarde tras comer llamamos mi esposa y yo a Brasil para felicitar el cumpleaños a Juan, el marido de Belén. Tras colgar nos fuimos a casa de Antonio y Laura donde cenamos mientras nuestras hijas jugaban juntas. No muy tarde, a eso de las nueve, nos fuimos a casa y la niña llegó ya dormida. Rocío y yo descansamos un poco pero también nos fuimos a la cama relativamente pronto.
No tardamos en levantarnos el sábado pues iba a pasar todo el fin de semana en casa de mis padres. Íbamos a ver las condiciones para la fusión con la información que nos preparó Ana. Llegamos a las once y media y tras charlar un ratito con mi madre nos metimos mi padre y yo a trabajar en su despacho de casa. Decidimos que lo que haríamos sería hacer la valoración de las empresas. Si las valorábamos por facturación la mía era mucho más grande y cara pero si se hacía por beneficios la de mi padre ganaba por goleada. Decidimos tener en cuenta ambos factores pero, además, añadir otros detalles que había encontrado Ana en cada empresa. A la hora de comer aun estaba yo tabulando datos en mi portátil. Decidimos parar para comer con la familia. Estuvimos tres horas entre la comida y la sobremesa tranquila sin trabajar y, casi a las seis, nos volvimos a meter a trabajar. Tras tres horas decidimos que mi empresa, debido a que facturaba más y tenía una mayor posibilidad de crecimiento, partiría con casi dos terceras partes de la nueva empresa y la de mi padre con el otro tercio. Al salir fuimos directamente a cenar. Eran las nueve y mi hija ya dormía.
– Es increíble – dijo mi padre – Como en ocho años Carlos ha conseguido una empresa que es casi el doble que la mía. Estoy verdaderamente orgulloso.
– Bueno – dije – Son muchas empresas. Mi empresa más grande es más pequeña que la tuya.
– Lo que quieras – dijo – Pero sigue siendo increíble.
Aun nos quedaba mucho trabajo pero ya sería para el día siguiente. Quería darle un bonus a mis socios pues sus participaciones se diluirían mucho. Y mi padre estaba de acuerdo. Es decir quedaba ver el porcentaje de acciones que tendríamos cada uno. Esa noche dormí muy plácidamente.
Desayuné con mi hija el domingo, jugando con ella, y me puse a trabajar con mi padre a mediodía más o menos. En principio, con la valoración de la empresa, el reparto de acciones sería de un 59,02% para mi, un 23% para mi padre, un 7,71% para Raquel, un 7,65% para Mike y un 1,31% para Alberto, María y Marga. Ambos queríamos que mis socios tuvieran algo más de participación y no tardamos mucho en ver que tanto Ana como Marco y Carlo deberían tener alguna participación. Marcamos los incrementos de ellos como bonus a cinco años. Es decir, una vez llevaran cinco años trabajando en nuestra empresa recibirían sus bonus. Mis socios ya llevaban cinco años y serían inmediatas. El bonus de Ana se ejecutaría ese mismo año y los de Carlos y Marco no se ejecutarían hasta 2011. Tras un rato discutiendo decidimos los bonus que serían de 0,84% para mis socios actuales, 0,5% para Ana y un 0,1% para Marco y Carlo. Yo di un 5,32% de mi parte y mi padre un 0,89% de su parte. El reparto final fue de un 53,7% para mi, un 22,11% para mi padre, un 8,55% para Raquel, un 8,49% para Mike, un 2,15% para Marga, Alberto y María, un 0,5% para Ana y un 0,1% para Marco y Carlo. Eran las cuatro y salimos a comer con el trabajo ya finalizado. Nuestras esposas nos esperaban un poco hartas pero así no debíamos volver a trabajar por la tarde. Tras la comida y con mi hija ya despierta jugamos un poco y nos fuimos a casa donde descansé como nunca. Al día siguiente tocaba informar a mis socios del nuevo reparto. Me sorprendió un poco que mi esposa estuviera casi contenta porque metiéramos a Ana en el accionariado. Pero no le di más vueltas.
04. Semana del 26 de Marzo al 1 de Abril
El lunes en la oficina reuní a todos mis socios.
– Mi padre y yo nos hemos pasado una buena parte del fin de semana negociando – dije – Y ya tenemos el reparto.
– Estoy inquieta por primera vez en mucho tiempo. Segura de que vais a ser justos pero ansiosa por saberlo – dijo Raquel
– Pues no os hago esperar más – dije – De entrada valoramos nuestra empresa como un 65,37% de la nueva empresa y la de mi padre el 34,63% restante.
Pasé a contarles algún detalle más de como llegamos a esa valoración.
– Parece justo – dijo Mike
– Luego – dije – Mi padre y yo decidimos reestructurar algunas cosas. El cedió un poco de su porcentaje en la empresa y yo un poco más. El objetivo es daros un bonus a vosotros e introducir en el accionariado de la empresa a Ana, Marco y Carlo.
– Mira cariño – dijo María – No creo que debáis darnos más porcentaje. Puedo ver bien que metas a Ana, Carlo y Marco pero darnos más a nosotros no es lógico.
– Estoy de acuerdo – dijo Marga
Todos empezaron de repente a decirme que no querían más porcentaje. Cuando se calmaron les miré.
– Me da igual lo que digáis – dije – Cuando tuve un problema con la empresa y os dije que quería fusionarlas no pusisteis ni un pero. Cuando dije que yo llevaría la negociación no dijisteis nada. Pude haber dado más porcentaje a la empresa en la que yo gano porcentaje y no hubierais dicho nada. Vuestra confianza en mi os la voy a agradecer con estos porcentajes extras. Pasareis a tener cada uno de vosotros un 0,84% más de lo que os tocaba. Ana tendrá un 0,5% y Carlo y Marco un 0,1%. Es un regalo a la fidelidad pues ninguno de ellos recibirá el porcentaje de la empresa hasta que no lleven cinco años. En el caso de Ana es en tan solo unos meses pero a Carlo y Marco les queda aun más de cuatro años.
– No vamos a discutir contigo – dijo Raquel – Gracias. Pero no era necesario. Casi te quedas sin porcentaje y tu padre no debería dar nada de su parte.
– ¿Casi me quedo sin porcentaje? Sigo teniendo más del 50% y soy el heredero de la parte de mi padre. Cuando ellos mueran, espero que dentro de muchos años, tendré un 75,81%. Por mi no te preocupes.
– Eres – dijo Raquel dejando una pausa para pensar – No se si decir único o tonto. Pero es imposible no quererte. Gracias en nombre de todos. Lógicamente, aprobamos esta operación.
Seguimos hablando un rato y le pedí a María que llamara a Ana por si podía venir a la oficina. Una hora después, y mientras seguíamos charlando, entró Ana.
– ¿Pasa algo? - dijo Ana
– Nada malo – dije – Hemos llegado mi padre y yo a un acuerdo para la fusión.
Pasé a detallarla un poco los detalles y como iba a dar un bono a mis socios actuales.
– Y luego – dije – Tu vas a ser la siguiente accionista. Te daremos un 0,5%
Ana miró un momento a todos.
– Muchas gracias – dijo – Pero en realidad no era necesario.
– Si lo era. Te has convertido en vital. Confiamos en ti y queremos dejar de hacerlo – dije – Queremos dejar de confiar en ti para que pases a ser uno de nosotros. Te daremos el 0,5% cuando cumplas cinco años en la empresa que será este mismo año. Igualmente sobra otro 0,2% que se lo daremos a Marco y Carlo, un 0,1% a cada uno, cuando lleguen a los cinco años con nosotros.
– Ya he dicho gracias – dijo Ana – Pero es que es lo único que me sale.
Todos echamos a reír.
– Se lo vamos a contar a Marco – dije - ¿Te quedas a comer?
– ¡Claro! - dijo Ana
Llegó Marco y se lo contamos. Nos lo agradeció y nos dijo que acabaríamos dándole el bono pues pensaba pasar esos cinco años con nosotros y muchos más. Nos fuimos a comer todos los socios, los nuevos y los viejos, juntos. Tras la comida Ana se fue a casa y el resto de nosotros a trabajar. Yo lo hice pasando por la empresa de mi padre donde este ya había informado de nuestra decisión de fusionar las empresas. Esa noche llegué a casa justito para dar un beso a mi hija antes de que se acostara. Y esa noche, con mi esposa, hice el amor.
El martes pasé todo el día hablando con directivos de mis empresas acerca de la fusión. A la hora de comer mi padre, Mike, Raquel y yo fuimos a comer con Javier, mi socio en el bufete de abogados, para que el redactara el contrato de fusión. Como queríamos hacerlo rápido pondría a cuatro abogados a trabajar en ello. Como estábamos tan de acuerdo sería más fácil. Tras la comida decidimos en mi empresa que el comité encargado de la reestructuración de la empresa estaría formado por Raquel, Mike, mi padre y yo. A las siete me fui a casa y jugué con mi hija. Tras acostarla cené con mi esposa y nos fuimos a la cama.
El miércoles mientras intentaba recuperar la normalidad, pues la vida seguía y los clientes querían seguir recibiendo sus mercancías, recibí una llamada de la inmobiliaria para decirme que habían recibido una oferta por un millón trescientos mil euros. Llamé a mi esposa y a mi padre. Mi esposa y yo dudábamos si vender, arreglaría mucho nuestras finanzas a corto plazo, pero mi padre me recomendó que no lo hiciera. Según dijo seguirían llegando ofertas buenas. Y con algo más de un millón de euros que aun teníamos Rocío y yo no teníamos necesidades.
– Claro – dije yo – Pero hace unos meses no tenía poco más de un millón sino más de diez millones. Ahora tengo las empresas pero menos liquidez
– No necesitas el dinero – dijo Mariano – No hagas el tonto y espera la oferta buena.
A mi padre le hacía siempre caso y llamé a la inmobiliaria para rechazar la oferta que nos habían hecho. Tras trabajar normalmente el resto del día nos fuimos mi esposa y yo al ginecólogo para pasar una nueva revisión. Empezaba el tercer trimestre y el niño ya estaba metiendo buenas patadas. Todo iba bien con el niño que ya medía unos cuarenta centímetros y pesaba algo menos de medio kilo. Salimos tarde de la consulta y, cuando llegamos a casa, Elizabeth ya había acostado a la peque. Nosotros cenamos y tras un ratito en el salón nos fuimos a la cama a hacer el amor.
Jueves y viernes estuvimos trabajando normalmente aunque, cada cierto tiempo, manteníamos pequeñas reuniones entre nosotros, dos o tres de nosotros, para tratar alguna idea que tuviéramos sobre la fusión. Ese viernes mis padres organizaron una cena a la que fuimos todos, incluyendo a Marco, con nuestras familias. Solo Ana no vino pues la habían recomendado reposo por el embarazo y no estaba para fiestas. Siendo una fiesta con tantos niños no acabó muy tarde y, a eso de las diez, ya se habían ido todos. Mi esposa, hija y yo, nos quedamos a dormir en casa de mis padres.
El sábado lo pasamos entero con mis padres, en el club, rodeado de amigos que preguntaban a mi madre por su operación. Al parecer ya lo sabía todo el mundo. Por la noche cenamos con ellos y dormimos en su casa.
El domingo volvimos a casa a primera hora, tras desayunar, pues mi esposa tenía que trabajar un poco en unos temas del trabajo. Mientras ella lo hacía en nuestro despacho yo jugué con nuestra hija. Esa tarde mi esposa volvió a trabajar y yo me fui a dar una vuelta con mi hija. Al volver la di de cenar, la bañé y mi esposa y yo la acostamos. Tras acostarla sonó el timbre y supe que por la sonrisita en cara de mi esposa ella sabía quien era. Al ir a abrir me encontré a Raquel. Me saludó con un beso de lengua y pasamos al salón. Allí ambas se saludaron con un morreó de más de un minuto. Yo me senté en el sofá de dos plazas y esperé a que terminaran. Ellas me sonrieron y se sentaron juntitas en otro, también de dos plazas, que tenía en frente. Mi salón estaba divido en dos estancias, una para ver la tele, con un sofá grande en forma de U y otra para charlar con dos sofás de plazas y otros dos de tres plazas enfrentados. Creando así una especie de rectángulo alrededor de una mesa de cristal. Tras un rato sonriéndome habló mi esposa.
– Recordarás que hace ya un tiempo te forzamos a que te tiraras a Ana – dijo mi esposa
– Si – dije sonriendo – Nunca os lo he agradecido lo suficiente.
Las dos rieron.
– Recordarás también que queríamos que la dominaras – dijo Raquel – Y no lo hiciste
– No pude – dije
– Bien – dijo mi esposa – Ahora que Ana va a ser tu socia tenemos que contarte algo. No nos gustó y decidimos dominarla nosotras a ella y hacer de ella nuestra esclava sexual.
Yo flipé.
– ¿Convertisteis a Ana en vuestra esclava sexual?
Ambas se miraron y rieron.
– Lo intentamos – dijeron ambas a coro.
Según dijeron eso sonó el telefonillo de la casa y Rocío salió veloz a abrir. Yo no quitaba los ojos de Raquel y no paraba de decir que estaban locas. Unos momentos después volvió mi esposa. Seguida de Ana.
– Hola guapo – dijo Ana acercándose a mi.
Me dio un beso y luego fue hasta Raquel besando a esta en la boca. Como ya no entraban en el sofá de dos plazas se sentaron en el de tres plazas que estaba a mi derecha.
– Intentamos someter a Ana – dijo mi esposa – Pero como te pasó a ti no pudimos.
– Es demasiado encantadora – dijo Raquel
Yo miraba a las tres.
– ¿Entonces? - dije
– Simplemente las tres nos hemos montado al menos una pequeña orgía lésbica al mes y deberías saberlo – dijo mi esposa – María se ha unido una vez y Marga lo hará pronto. Si conseguimos coordinarnos bien.
Yo no decía nada y las miraba con los ojos como platos. Las tres reían.
– Estamos convenciéndola para que pase a ser de nuestro grupo. Pero dice que por ahora quiere que los hijos sean de su marido
– Yo la quiero igual – dije
– Y nosotras – dijo mi esposa – Pero para ser de nuestro club tu tienes que ser el padre de la mitad de los hijos de cada una.
– Estáis locas
Todas rieron
– Mi madre dice que tenga hijos contigo pero aun no lo tengo claro – dijo Ana
Las tres volvieron a reír.
– Dejemos la charla – dijo Rocío – Y vamos a la habitación.
Me llevó de la mano con Raquel y Ana detrás dándome golpecitos en el culo y riéndose. Al llegar a nuestra habitación Rocío se sentó en un pequeño sillón que tenemos mientras Raquel se sentaba en su regazo y empezaban a besarse. Al tiempo Ana me besó con ganas y empezó a lentamente desnudarme mientras acariciaba mi cuerpo. Una vez estuve totalmente desnudo se acercó a las chicas, dio un beso con lengua a cada una y las hizo levantar.
– Todo vuestro – dijo mientras se sentaba en el sillón
Las dos se acercaron a mi riendo. Raquel llevaba una minifalda vaquera y un top blanco. Se sentó junto a mi y llevó su mano a mi polla para acariciarla. Mi esposa también iba con minifalda vaquera, parecían haberse puesto de acuerdo en la indumentaria, aunque llevaba una camiseta de manga larga y color a medio camino entre el rojo y el rosa. Rocío miraba desde el pie de la cama como Raquel me tocaba la polla.
– Chúpasela anda – dijo Raquel
Rocío se echó sobre mi y puso su mano izquierda sobre mi tripa mientras con la izquierda agarraba mi polla y la llevaba a su boca. Empezó a darle pequeños lengüetazos para luego pasar a meterse toda mi polla en la boca. En eso era una experta y ver a la mujer más guapa y maravillosa del mundo hacer eso mientras otra preciosidad la animaba y me acariciaba el cuello era una pasada. Rocío fue incrementando el ritmo de la mamada mientras que Raquel se liberaba los pechos y yo empecé a chuparlos. Mi boca tiraba a ratos de los pezones de Raquel y otros ratos mamaba sus tetas como si fuera su bebé y aun tuviera leche. Mientras Rocío no dejaba de hacerme una maravillosa mamada. Tras un rato Raquel bajó con Rocío hasta mi polla y empezaron a hacerme una mamada a dos bocas. A ratos notaba como las lenguas de ellas jugaban entre si junto a mi polla. Me acordé en ese momento de Ana. Miré al sillón y la vi, abierta de piernas, acariciándose el coñito mientras nos miraba con cara de lujuria. Tras un rato de mamada a dos bocas se fueron turnando a mamármela mientras se iban desnudando. Ya con ambas en bolas Raquel puso su coño en mi boca durante un rato antes de bajarse, tumbarse a mi lado y empezar a morrearnos.
– Te quiero amor – dijo – Y me encanta como nos tratas y nos compartes con la mujer a la que de verdad amas. Que ahora te la está mamando.
Mientras me decía esto estaba junto a mi boca y no veía a Rocío pero la sentía mamándome la polla.
– Te gusta – dijo Raquel - ¿Verdad?
Yo gemí en vez de contestar. Y en ese momento se volvieron ambas locas y empezaron a turnarse a la hora de cabalgarme. Ambas daban saltos con mi polla en su coño mientras la otra me besaba. El cambio de testigo apenas las llevaba unos segundos. Tras un rato me levanté, puse a Rocío en la cama a cuatro patas y empecé a follarla desde el suelo, de pie, con mucha fuerza. Raquel se abrió de piernas frente a Rocío y esta la comió el coño con verdadero hambre. Tras unos minutos noté como Raquel se corría con la comida de coño, al poco se corría Rocío y con el sonido de ambas orgasmando y el masaje del coño de Rocío en mi polla, exploté en ella. Ana se levantó al ver que habíamos terminado y nos besó a los tres. Yo fui a ducharme y me acompañaron Raquel y Rocío pero de una en una para no dejar a Ana sola. Al volver al salón Raquel y Ana se sentaron en un sofá de dos plazas mientras Rocío se pegó a mi. Hablábamos de varias cosas, sobre todo de los embarazos de Ana y Rocío. Yo las veía hablar como amigas.
– Oye – dije tras un rato pensando - ¿Como supo Ana en que momento exacto llamar?
Las tres se echaron a reír y Rocío se levantó para coger de una esquina un pequeño emisor de un comunicador.
– Estaba testando el comunicador que he comprado para mi bebé – dijo Ana
Rocío y Raquel rieron con fuerza. Cenamos algo con ellas mientras seguimos la conversación. Tras un rato se fueron Raquel y Ana y mi esposa y yo subimos a la habitación a descansar.