Mi historia (74: Febrero 2007)
Operan a mi madre y, más allá de los médicos, genera nuevos problemas
01. Semana del 5 al 11 de Febrero
El lunes estuve toda la mañana trabajando en la oficina. A la hora de comer me fui con mi padre pues quería hablar conmigo. Tras sentarnos a comer mi padre entró en batalla.
– Necesito que me ayudes.
– Lo que quieras
– Quiero que durante un tiempo dirijas mi empresa – dijo mi padre
– Quizás he dicho lo que quiera demasiado pronto – dije sonriendo – ¿Seguro que soy la persona adecuada?
– No se me ocurre nadie mejor
– Pues Manuel o Celso – dije refiriéndome a su director comercial y a su director de compras.
– Ellos hacen bien su trabajo pero no están capacitados para dirigir una empresa. No son Mike o Raquel. Los buenos te los llevaste tu – dijo – Quiero tomarme un mes de vacaciones para estar con tu madre antes, durante y después de la operación.
– Bueno – dije – No me voy a hacer de rogar. Es algo temporal y podré compaginarlo. Puedo ofrecerte dedicar a nuestra empresa unos cuatro días y un día a la mía.
– Con eso me vale
– Pero existe otro problema – dije
– ¿Cual?
– Tendré que contarles a mis chicos lo de mamá
– Lo sabemos – dijo – Cuando lo hablaba esta mañana en el desayuno con tu madre lo dimos por supuesto. ¿Cuando puedes empezar?
– Déjame un día para cerrar cosas en mi empresa y el miércoles voy a tu oficina a recibir un curso intensivo.
– Perfecto – dijo – Gracias de verdad
– Una cosa más – dije – Pilar viene conmigo. Necesito a mi secretaria conmigo.
– Por supuesto – dijo
– Mañana cenamos juntos – dije – Hoy cenaré con mis socios
Terminamos la comida hablando de la empresa. Me estuvo contando cosas para que yo pudiera ir haciéndome una idea. Desde que había hipotecado mi vida por esa empresa estaba mucho más metido en ella y tenía las ideas bastante claras. En cuanto salimos de comer llamé a mi secretaria y, tras contarla todo y decirla que nos mudábamos durante un tiempo, la dije que llamara a todos mis socios para que cenaran esa noche en mi casa. Una cena prontito, a eso de las ocho, y sin niños. Por suerte los que no tenían una babysitter contratada tenían algunas para estas ocasiones. Llegaron todos puntuales y yo saqué una tortilla y unos sándwiches que había comprado antes de llegar a casa. Estuve por la tarde preparando, desde casa, todo antes de que llegaran. Así no tuve problemas en lanzarme.
– Mi madre tiene cáncer – dije
Noté que Raquel me miro con tristeza tras la muerte hacia relativamente poco de su madre debido a uno.
– Es de mama y parece que no debería haber ningún problema operándolo. Pero es un cáncer.
Raquel se levantó y me abrazó. Tras ella fueron los demás.
– No quiero hacer un drama de esto – dije una vez nos volvimos a sentar – Pero mi padre me ha pedido que me haga cargo de su empresa durante un tiempo hasta que mi madre esté mejor. A mi madre la operan la semana del 19 y para marzo debería estar ya en casa. Un par de semanas después volvería. Pensemos en unas seis semanas.
– ¿Te vas a dedicar del todo a la empresa de tu padre? - dijo Raquel – Que no me parece mal. Pero es por saber que hacer.
– Casi – dije – Había pensado pasar una tarde a la semana y el viernes hasta mediodía en nuestra empresa y el resto del tiempo en la de mi padre. ¿Que hacemos para sustituirme?
– Yo no me complicaría – dijo Mike – Raquel te sustituye durante este tiempo y Marga y Alberto la ayudan con sus cosas. Tu en tus ratos en la empresa deberías no hacer nada del día a día y solo ir informándote y opinando sobre lo que ocurra.
– Parece razonable – dije
Todos estuvieron de acuerdo y sin más problemas nos pusimos a cenar y hablamos mucho de mi madre. Al irse todos se despidieron de mi con mucho cariño. No tardé en irme a la cama. Me esperaba un mes, cuando menos, distinto.
El martes era el cumpleaños de mi amigo Ramón. Vivía en Bruselas y no lo veía muy a menudo. La última vez ni recuerdo cuando fue. Pero si hablábamos varias veces por teléfono. Cuando hablé con el para felicitarle me dijo que vendría a ver a mi hijo cuando naciera. Entre eso y la boda de Pablo y mi cuñada le vería dos veces ese año. Por lo demás pasé todo el día reunido con Raquel viendo todo lo que tenía pendiente para que ella se fuera haciendo cargo de todo ello. Con mi secretaria también estuve un rato reunido. La oficina de mi padre estaba en la zona de IFEMA y el transporte público era mucho peor. Así la conseguí una plaza de garaje en el edificio para que pudiera ir en coche sin problemas. Acabé tarde ese día y al llegar a casa mi hija ya estaba en la cama. Cené con Rocío y me fui a la cama donde mi esposa y yo hicimos el amor.
El miércoles a las nueve estaba en las oficinas de mi padre donde ya me esperaba mi secretaria Pilar. Había calculado mal y había llegado diez minutos antes. Mi padre llegó cinco minutos después y nos llevó al que sería mi despacho. Era una pequeña sala de reuniones, anexa al despacho de mi padre, que habían convertido en despacho para mi. Pilar tenía su puesto en la puerta de este junto a la secretaria de mi padre. Una vez vimos mi despacho fuimos a la sala de reuniones para organizar el mes y pico que dedicaría a la empresa que compartía con mi padre. Empezamos mi padre, su secretaria, Pilar y yo tratando los temas más administrativos. La secretaria de mi padre seguiría trabajando atendiendo las llamadas de este y ayudando a Pilar que seguiría recibiendo llamadas por la otra empresa seguro. Tras la reunión entraron los directores comerciales y de compras y un poco después sus subdirectores. Yo, como socio de la empresa y antiguo trabajador, conocía a todos. Estuvimos viendo la agenda de mi padre con ellos y aunque mi padre aun iría a un par de eventos yo le sustituiría en todas las reuniones internas y en todas aquellas de un carácter comercial. La reunión se alargó hasta la hora de comer. Nos fuimos a comer todos juntos para charlar un poco más relajadamente. Quería que todos conocieran a Pilar que, a pesar de su juventud, era mi mano derecha en lo empresarial. Era la guardiana de mi tiempo y quería que vieran en ella una alidada y no una enemiga. Por la tarde Pilar y yo trabajamos solos en la coordinación de nuestro tiempo en la nueva empresa. Ella trabajaría siempre desde nuestro nuevo puesto aunque yo pasara una tarde y los viernes en nuestra antigua oficina. A las siete Rocío y yo quedamos en las oficinas de mi antigua inmobiliaria para poner mi ático del barrio de Almagro en venta. La casa en la que empecé a recuperarme de la muerte de mis padres y en la que empecé mi vida con Rocío. Por mi casa pedían, cuando la compré, novecientos mil euros. Aunque solo pagué setecientos cincuenta mil euros por ella. Puesto que entre 2001 y 2006 se dispararon los precios de los pisos decidimos poner la casa a un millón ochocientos mil euros. Aunque si nos ofrecían un millón cuatrocientos mil euros venderíamos. Tras salir de la inmobiliaria nos fuimos a casa para acostar a nuestra hija, cenar, ver un poco la tele y hacer el amor antes de irnos a dormir.
El jueves pasé toda la mañana en la oficina de mi padre reunido. Intentaba hacerme con las riendas lo antes posible. A ser posible poder ponerme con el día a día el lunes de la semana siguiente. Fue una mañana bastante productiva. A la hora de comer volví a mi oficina. Lo hice con Raquel, Alberto, Raúl y Sofía para, por la tarde, reunirme con todos ellos y ver los objetivos para la empresa que dirigían Raúl y Sofía. Lo estaban haciendo muy bien pero igualmente nos gustaba ayudarles aunque no queríamos que pareciera que les estábamos controlando demasiado. Tras la reunión fuimos Raquel y yo a mi despacho, ahora medio abandonado, para ver como habían ido esos días sin mi y para ir preparando cosas de mi ausencia. Entre unas cosas y otras se nos hizo las ocho de la tarde, noche cerrada en febrero. Raquel llevaba una falda negra con rayas grises que formaban cuadros como escoceses. Esta era relativamente larga, hasta un pelín debajo de las rodillas y con bastante vuelo. En una de las sillas de mi despacho descansaban su suéter gris, de cachemir, y su bufanda de una tonalidad similar. Así solo llevaba en esos momentos su blusa blanca, muy tradicional, casi de institutriz. Sus piernas estaban cubiertas por unas medias negras y en sus pies calzaba unos zapatos de tacón, negros, con bastante tacón a medio camino entre lo grueso y lo fino. En ambas muñecas llevaba una pulsera gris bastante gruesa. Iba sin reloj. Tras charlar un rato sentados en dos sillas frente a mi mesa nos acercamos y nos dimos un besito en la boca. Nos sonreímos. Me levanté y dándola la mano hice que se levantara conmigo para besarnos con mayor pasión. Nuestras bocas jugaban en una lucha sin cuartel y las lenguas estaban constantemente enredadas en la boca del otro. Tras pegarla junto a la mesa desabroché su camisa y bajé los hombros de esta por sus brazos hasta liberar su precioso sujetador. Me puse tras ella y lo desabroché para liberarlos. Jugué un rato con sus pechos, amasándolos, mientras ella gemía lentamente. Mientras acariciaba sus senos ella echó la cabeza hacia atrás y me besó con pasión. Tras un rato besándonos me puse frente a ella y besé sus tetas. Mi mano acarició abdomen y terminé de desabrochar su camisa para quitársela. Ya sin ella yo me despojé de la mía y volvimos a besarnos. Hice que se subiera sobre mi mesa y puse su falda alrededor de su cintura.
– Que maravilla – dije mientras acariciaba su coñito sobre la tela de su braga.
– Me encanta sentir tu mano en mi coño – dijo – Contigo siento cosas, con una mera caricia, que no he sentido con nadie más.
Tras decirme esto la quité su braguita y bajé mi boca a su coño. Acerqué una silla y me senté para estar comiéndola el coño durante un rato. Ella ponía sus piernas sobre mis hombros y podía notar como sus tacones acariciaban mi espalda. Mientras la chupaba mis manos acariciaban sus pechos.
– Sigue amor – decía ella sin parar
Tras un rato más chupándola me puse en pie y me bajé los pantalones y calzoncillos hasta el suelo liberando así mi polla. La tenía durísima y ella se puso a cuatro patas sobre la mesa para empezar a darme una maravillosa mamada. Raquel era una experta mamadora. Con Ana era de las que mejores mamadas me hacía. Aunque Cristina era cada vez mejor. Tras un rato más saqué mi polla de su boca y me subí con ella en la mesa, menos mal que era de buena calidad, y tumbándome en ella boca arriba empezó Raquel a cabalgarme. Ella me daba la espalda y yo la sujetaba y controlaba su ritmo agarrándola de la cintura. Mi polla se sentía maravillosamente con cada penetración. Así estuvimos un buen rato hasta que la hice levantarse y arrodillarse en la mesa. Yo me arrodillé tras ella y, desde atrás empecé a follarla. Incrementé mucho el ritmo y acabé corriéndome en ella, casi a la vez que ella lo hacía contrayendo mi polla con las paredes de su coño. Caímos un rato tumbados en mi mesa y tras unos minutos nos levantamos y, entre besos, nos arreglamos. Al llegar a casa mi hija dormía y cené con mi esposa tranquilamente.
El viernes era el sexto aniversario de la muerte de mis padres. Rocío como siempre esos días me besó y me dio ánimos. En la oficina mis amigos me preguntaron que tal pero no quisieron ir muy allá para tampoco recordármelo demasiado. A las once, tras contestar unos mails y llamar a Pilar, que estaba en la empresa de mi padre, entre en la reunión mensual. Enero fue un buen mes. No espectacular pero bastante bueno. Más o menos a niveles de Octubre lo cual es bastante bueno. Poco más de dos millones de beneficios con unos doce millones de ingresos. Tras currar un poco más en mi despacho me fui a por mi hija a la guardería y con ella me fui a casa de mis padres. Al llegar eran casi las cuatro y Rocío estaba charlando con mi madre, esperando mi llegada para comer todos juntos, algo tarde pero juntos. Era el aniversario de la muerte de mis padres biológicos y de la hija de los que consideraba mis nuevos padres, mi antigua prometida. Fue una comida en la que el drama de hacía unos años apenas se trató, el cáncer de mi madre era el tema de conversación principal. Intentando siempre afrontarlo desde un punto de vista alegre y optimista. Tras la comida estuvimos charlando todos y Rocío y yo, puesto que ese fin de semana no teníamos planes, decidimos quedarnos en casa de mis padres el fin de semana. El resto del día lo pasamos con ellos.
El sábado fuimos al club y pasamos allí todo el día. Mi padre y yo jugamos nueve hoyos de golf, empezaba a cogerle el gustillo al juego, y luego pasamos el resto del tiempo con mi esposa y madre, charlando y disfrutando de mi hija. Mi madre por el cáncer y mi esposa por el embarazo, prefirieron no jugar al tenis ese fin de semana. Muchos miembros del club se fueron acercando a Rocío y a mi para felicitarnos por el embarazo de Rocío. Era raro estar junto a mi madre, con cáncer, y estar recibiendo felicitaciones. Pero era normal. Volvimos a casa de mis padres por la tarde y tras dar de cenar y acostar a Sandra cenamos los adultos. Fue una cena muy agradable en la que no se trató el tema del cáncer de mi madre y lo pasamos bien hablando, sobre todo, de nuestro embarazo, de la empresa, de moda, cine, arte, un poco de todo. A las doce nos fuimos todos a la cama.
El domingo tras levantarnos y pasar toda la mañana jugando con mi hija, que con dos años ya no paraba quieta y casi se puede decir que hablaba, y nos fuimos todos a Madrid a comer en un asador que a mis padres les gustaba mucho. Fue una comida muy buena y tras ella cada uno se fue a su casa. Nosotros a disfrutar de nuestra nueva casa con nuestra hija y a descansar. Ya con la niña en la cama cenamos y nos fuimos a hacer el amor.
02. Semana del 12 al 18 de Febrero
El lunes era el cumpleaños de Ana. Yo estaba en la oficina de mi padre trabajando cuando la llamé para felicitarla. No sin antes haber hecho unas gestiones.
– Hola preciosa – dije – Felicidades
– Gracias cariño – dijo – Te echo de menos. Me gustaría pasar un rato hoy contigo. Nunca me has dejado sola en mi cumpleaños.
– ¿Y crees que te voy a dejar sola? - dije - ¿Quedamos para comer?
– Claro – dijo - ¿Donde?
– En la habitación 615 del Meliá Avenida de América – dije – A la una y cuarto
– Ya se que me voy a pedir para comer – dijo ella riendo
Nos despedimos y seguí currando hasta la una menos cuarto cuando me fui hacia el hotel que estaba a mitad de camino entre mi oficina y la de mi padre. Al entrar en la habitación esperé unos siete minutos y sonó la puerta. Era Ana que llegaba puntualmente. Estaba preciosa y embarazadísima a sus siete meses. Llevaba un vestido, blanco con detalles azules, como florales, pero muy dispersos y sin un patrón que pareciera evidente. En cuanto cerré la puerta nos unimos en un beso de grandísima pasión.
– Tenía ganas de verte – dijo Ana – Esta mañana me he levantado y he pensado que no te iba a ver y me he puesto un poco triste. No entiendo que me pasa. Creo que son las hormonas del embarazo.
– ¿Como voy a no verte el día de tu cumpleaños?
– Ahora estás muy liado con tus cosas – dijo – Lo entendería. No me gustaría pero lo entendería.
– Pues no deberías entenderlo – dije
Y tras decirla eso la lleve lentamente hacia la cama mientras nos besábamos. Nos sentamos en el borde de la cama y nos besamos con pasión. Nuestras lenguas exploraban la boca del otro. Llevé mi mano a su pierna y la acaricie desde la rodilla subiendo por esta bajo su vestido. Según mi mano iba acercándose a su entrepierna ella iba empezando a gemir. Gemir sin dejar el beso. Tras un ratito toqué su coñito sobre la braguita. Ella en ese momento me pegó con su mano a su cara con más fuerza durante unos segundos y luego se despegó.
– Hace casi un mes que no dejó a mi marido que me follé – dijo ella
Se levantó y se quitó el vestido por la cabeza.
– A ti no te lo voy a negar – dijo – Es más, es lo que más deseo ahora mismo.
Con su ropa interior de embarazada, alejado de lo que es lencería sensual, se subió a la cama. Allí estiró la mano para que yo me acercara a ella y me pegué a su espalda. Empecé a acariciar sus tetas desde atrás mientras besaba su cuello. Ella con sus manos intentaba desabrocharme el pantalón. No fue fácil por la posición pero al final pudo sacarme la polla y acercarla a su conejo. Mi polla se paseó por encima de su braga durante un rato hasta que ella, se la bajó y con su mano pegó mi polla a su coño. Mientras besaba su cuello y acariciaba su barriguita la empecé a penetrar. Ella empezó a gemir.
– Me duele un poco pero lo feliz que estoy en este momento más que lo compensa – dijo – Dame cariño
– Que te dejara tu marido embarazada tiene la ventaja de lo prohibido – dije acariciando su barriguita
Cuando dije eso ella gimió y suspiró.
– Eres un poco cabrón recordándome a mi marido – dijo – Pero tienes razón.
Giró la cabeza y nos besamos. Tras un rato más follando me corrí en Ana mientras ambos gemíamos como locos. Tras un rato juntos ella fue a ducharse y yo pedí la comida al servicio de habitaciones. Mientras llegaba la comida charlamos un rato sobre su embarazo, el de mi esposa y las empresas. Durante la comida parecido y, tras esta, muchos besos y algo de magreo. A las cuatro abandonamos la habitación y nos fuimos a trabajar. Ella a la oficina de mi empresa y yo a la oficina de la empresa que compartía con mi padre. Al llegar contesté algunos correos y a las cinco me reuní con el equipo de compras para ver como iban un par de negociaciones que estaban abiertas en esos momentos. Una de las empresas, italiana, tenía relación con una empresa de calzado que distribuíamos desde mi empresa de importación de calzado y yo podría ayudar claramente. Creo que fue la primera vez que me sentí útil en la empresa. Hasta ese momento estaba intentando aprender y absorber más que verdaderamente aportar. La reunión acabó a las seis y media y tras hacer unas llamadas que me dio mi secretaria me fui a casa. Llegué con el tiempo justo para dar un beso a mi hija antes de que esta se fuera a la cama. Ya con la niña acostada cenamos Rocío y yo y hablamos de nuestras cosas. Haciendo planes sobre las cosas que hacer antes de dar a luz mi esposa.
El martes tras trabajar nos fuimos a casa de Antonio y Laura para hacer una cena temprana pues ambos teníamos hijas que debían descansar. Tras dar de cenar a las dos peques las pusimos a jugar en el salón mientras nosotros cenábamos. Tras unos minutos de cena Laura miró a Rocío a los ojos.
– Yo también estoy embarazada – dijo sonriendo
Rocío la miró, se levantó y se tiró a ella. Ambas se abrazaron un buen rato. Mientra yo lo hacía con Antonio.
– ¿De cuanto? - dijo Rocío
– De tres meses – dijo Laura
– ¿Y nos enteramos ahora? - dijo Rocío medio echando la bronca.
– Sois los primeros tras nuestros padres – dijo Antonio
Rocío sonrió en ese momento
– Tuve un problemilla tras enterarnos y nos dijo el ginecólogo que teníamos un 30% de probabilidad de perderlo – dijo Laura – Por eso preferimos esperar un poco más a contarlo. Ahora ya nos ha dicho que todo esta perfecto.
– Me alegro – dijo Rocío – Parece que nos estamos coordinando.
Todos reímos y la conversación se rompió en dos. Ellas por un lado y nosotros por el otro. A las ocho y media las niñas estaban cansadas a tope y decidimos dar la cena por finalizada. Con la buena noticia nos fuimos a casa a descansar para otro día de trabajo.
El miércoles tras pasar todo el día en la oficina tratando con mis nuevos empleados, me fui a casa no muy tarde. Era el día de San Valentín y llevé a mi esposa unas rosas y un osito de peluche para mi hija. Elizabeth y mi esposa charlaban en el salón de casa
– Nos vamos a cenar – dije
– Pero – dijo Rocío mirando a Elizabeth – Eli me ha dicho que se iba a cenar con su prometido.
– Lo he supuesto – dije – Por eso ni la he preguntado.
– La niña ya salió ayer – dijo Rocío – No podemos llevarla, acabará matada.
– Tranquila cariño – dije he contratado una babysitter para hoy.
Elizabeth y Rocío se miraron.
– No es Elizabeth – dije – Pero me fío de ella.
Ambas intentaron sonsacarme quien era pero no dije nada. Hasta que media hora después, a las siete y media, sonó el timbre de casa. Fui a abrir y poco después entré en el salón de casa con Patricia, la hija de Marco y Natalia, que estudiaba segundo de bachillerato. Llevaba en una bolsa sus libros del colegio y ropa para el día siguiente.
– Hola – dijo Patricia
Elizabeth la conocía de la inauguración de la casa y Rocío sonrió. Estuvieron hablando un rato con ella y yo me subí a la habitación para darme una ducha rápida y cambiarme de camisa. Mientras me secaba entró Rocío.
– Buena elección – dijo – Me fío de ella. Me parece una buena chica.
– Yo la veo como una Elena mayor – dije – Te conoce de poco pero veo que te mira como Elena. Con admiración. Creo que de mayor le gustaría ser guapa y exitosa como tu.
– Que tonto eres.
– Es verdad – dije – Y eso me hace confiar en ella. Sabe en que modelo se debe mirar. No quiere ser una modelo sin cerebro. Se fija en una mujer completa como tu. En la mejor mujer del mundo. Empieza a acostumbrarte. Eres un modelo para las chicas listas de este país.
Rocío movió la cabeza de un lado a otro y se metió en la ducha. Tras terminar de vestirme yo bajé al salón. Eran las ocho y Rocío ya había acostado a la niña. En el salón Patricia tenía abierto un libro de matemáticas. Aprovecharía para ganarse unos eurillos mientras hacía los deberes. Estuvo hablando un rato conmigo mientras bajaba Rocío. Era un chica muy inteligente y estaba llevando bien su adaptación a la escuela en España a pesar de ser el último año antes de la universidad. Como su hermana quería estudiar administración de empresas.
– Es lo que tienes que hacer – dije – Y ya te buscaremos trabajo
– Da seguridad saber que una tiene ya la vida resuelta
Ambos nos echamos a reír. Risa que se quedó helada cuando entró por la puerta Rocío. Estaba espectacular y ambos nos quedamos mirándola. Llevaba un vestido gris, precioso, como de terciopelo, con un lazo gris, de una tela sedosa, por encima de su barrriguita. Luciendo con orgullo su embarazo. En los pies unas sandalias grises, de tacón fino muy elegantes.
– Pero como no voy a enamorarme de esta mujer – dije mirando a Patricia y señalando a Rocío
– Eres tonto – dijo Rocío sonriendo
Patricia se levantó y estuvo mirando el vestido.
– Es muy bonito – dijo – Me encanta el tejido
Las dejé un rato hablando mientras iba a por las llaves del coche de Rocío, que al ser más pequeño es el que íbamos a llevar. Tras volver nos despedimos y nos fuimos a cenar a una marisquería del barrio de Salamanca. Tras la cena dimos un pequeño paseo y volvimos a casa. Patricia estaba aun despierta y nos dijo que la niña no se había despertado en toda la noche. Ella se fue a la habitación de invitados a dormir y nosotros a la nuestra donde, lo más silenciosamente posible, hicimos el amor antes de irnos a dormir.
El jueves no llevé a mi hija a la guardería pues lo que hice fue llevar a Patricia al cole tras dormir en nuestra casa cuidando a nuestra hija. Allí estaba Natalia dejando a Fran y Laura. Nos saludamos y la invité a tomar un café. Tras desayunar con ella me fui a la oficina de la empresa de mi padre para trabajar toda la mañana allí. A la hora de comer lo hice con mi padre que se había pasado un ratito por la oficina. Terminamos de comer a las tres y media de la tarde y tras pasar un rato por la oficina me fui, a las cinco, al concesionario para tener una reunión con Cristina. La gestión del concesionario era un poco independiente del resto de la empresa, al no estar los directivos en la central, y aun la llevaría yo. Estuvimos un rato mirando en su despacho los números previstos para el concesionario. Yo quería que fuéramos un poco más agresivos. Creía que podíamos conseguir mejores resultados que los que estábamos consiguiendo y Cristina me argumentaba que estaban siguiendo a rajatabla las estrategias que los dos coordinábamos. Tras un rato discutiendo, sin mucha dureza pero intentando encontrar soluciones, encontramos un par de cosas que podíamos probar para aumentar el resultado de la empresa. Lo cierto es que los beneficios vienen sobre todo del taller pero el concesionario es el que fideliza al cliente. Es el que lo capta y, si lo hace bien, consigue que el cliente vuelva para las revisiones. Estuvimos un rato hablando una vez dejamos claro lo que debíamos hacer con el negocio
– ¿Que tal llevas lo de trabajar desde la empresa de tu padre? - dijo Cristina - ¿Es mucho lío?
– Si – dije – Pero lo llevo bien. Me estresa algo a veces pero es temporal.
Cristina me sonrió y se sentó en mi regazo.
– ¿Puedo hacer algo para ayudarte? - dijo mientras me acariciaba la cabeza
Yo la sonreí y la besé. Nos besamos durante un rato largo, unos dos minutos. Antes de que ella rompiera el beso, me sonriera y empezara a bajar hacia el suelo para arrodillarse. Empezó a besar mi pene por encima del pantalón y rápidamente me hizo quitarme el polo para acariciarme el pecho. Se subió encima mio y froto su pantalón contra el mio haciendo que mi erección creciera. Tras unos minutos así se bajo de mi y de rodillas de nuevo me bajo pantalones y calzoncillos hasta los tobillos. Empezó a besar mis huevos para pasar a lamer y besar lentamente toda la longitud de mi polla.. Cuando ya había chupado todo paso a un mete saca profundo e intenso que de vez en cuando paraba para pasar la lengua otra vez por toda la longitud. De repente hizo un movimiento brusco y se metió todo el pene de un tirón en la boca. Yo empecé a acariciar su pelo y ella siguió cada vez mas fuerte hasta que dije que me iba a correr. En ese momento volvió a metérsela y con un magistral juego de lengua consiguió que me corriera en su boca. A las seis y media terminó la reunión y decidí pasar por mi oficina pero al llegar ya solo estaba Alberto de mis socios. El resto se habían ido con sus hijos. Éramos una empresa peculiar. Para nosotros era muy importante que los trabajadores, en días normales, y por tanto los socios también, pudieran pasar las tardes con sus familias y sus hijos. Si un día tenían que quedarse perfecto pero no que fuera una norma. Eso hacía que el trabajador, en las horas de oficina, trabajara con más ganas y más duro.
– ¿No te vas a casa? - dije
– Paso – dijo – Celia está de guardia y así termino unas cosas.
Yo me eché a reír. La vida del esposo de la doctora. Charlamos un poco de como había ido la empresa esa semana y ante la poca gente que había aproveché para irme a casa. Al llegar llamé a mi cuñado para felicitar al pequeño Jorge pues era su cumpleaños. Cumplía cuatro años. El resto de la tarde fue muy normal. Con mi hija y luego solo con mi esposa.
El viernes trabajé en mi oficina. Para ponerme al día estuve reunido todo el día con Raquel y fueron pasando por mi despacho el resto de socios para ver como iban las aperturas de nuevos negocios, la expansión en Italia y otros varios asuntos. A la hora de comer me fui con Raquel, Marga y María. Se unió Rocío y tras la comida mi esposa se fue a por nuestra hija a la guardería mientras yo me fui con mi socio Javier para la reunión anual de nuestra empresa de abogados. El bufete que mi difunto padre había fundado con el. Como era el cumpleaños de mi cuñado Jorge aproveché para llamar y felicitarle desde el taxi. La reunión con el ex-socio de mi padre fue como siempre muy relajada. No era un negocio que conociera y aprobaba todo lo que Javier quisiera. Era más informativa que otra cosa. Hubo buenos beneficios y decidimos repartir unos ciento veinticinco mil euros para cada uno de estos. Casi al final saltó la sorpresa. Al menos para mi.
– Yo ya estoy viejo, Carlos – dijo Javier – Quiero jubilarme y estar con mi esposa. La muerte de tus padres me convenció de una cosa. Tengo que disfrutar la vida. No tengo hijos y quiero pasar el tiempo que queda con mi esposa.
– Me parece bien – dije – No seré yo quien diga otra cosa.
– Creo que debemos vender la empresa – dijo - ¿Te parece bien?
– Si tu vendes yo vendo. ¿Encontraremos compradores?
– Claro – dijo – Yo buscaré el mejor postor. No quiero vender mañana. Quiero esperar a encontrar uno que me convenza. Tanto en lo económico como en lo relativo a mantener el espíritu que tu padre y yo creamos.
– Perfecto – dije – Cuando tu me digas yo vendo.
El resto de la reunión fue corta y a las nueve estaba en casa. Con la niña en la cama solo pude charlar con mi esposa de la idea de Javier de vender. A ella le pareció bien. Era un empresa que no cuadraba en mi cartera y solo la tenía por ser de mi padre. Nos valdría para quitarnos parte, si no toda, la hipoteca. Tras un rato hablando nos fuimos a la cama a hacer el amor.
El sábado pasamos todo el día en casa de mi cuñado celebrando el cumpleaños de mi cuñado y mi sobrino. Estaba la familia de Rocío y amigos de mis cuñados. Lo pasé relativamente bien y estuve jugando un buen rato con la pequeña Nuria pues ya empezaba a estar despierta. Rocío, Diana, María Rosa, mi suegra y una amiga de María Rosa no paraban de hablar de la boda de Diana y Pablo parecía agobiado. El padre y el hermano de Rocío y yo nos partíamos de risa. Fuimos a comer pero acabamos tras cenar casi a las diez. Cuando llegamos a casa la niña estaba dormida y rendida. Nosotros no estábamos mucho menos cansados y algo antes de medianoche nos fuimos a la cama.
El domingo pasamos el día en casa. Rocío fue a casa de María a por Elena para que viniera a comer con nosotros. Elena era muy especial para Rocío y le había prometido comer solo con nosotros un día. Al terminar de comer vio una película con nosotros y luego nos fuimos todos a casa de María a dejar a Elena y ver a las otras niñas. Con Marta estaba jugando Laura, la hija de Natalia, que era unos dos años mayor. Pero Marta era muy madura para su edad y se llevaban muy bien. María nos hizo quedarnos a cenar algo y vinieron también Marco y Natalia con sus hijos Patricia y Fran. Estuve hablando con los mayores para ver como les iba en el nuevo colegio. Me preocupaba sobre todo Patricia pues estaba en el último año de instituto pero lo tenía todo controlado. Por lo que me dijo su padre en Italia sacaba todo sobresalientes y en España no iba a ser menos. Estudiaba mucho pero aun así encontraba siempre un rato para estar con sus amigas y, en Madrid, ya estaba empezando a hacer amigas. Era muy guapa, no muy delgada, tampoco gorda, pero su cara era redondita y debía haber llamado la atención de los chicos de su clase con su largo pelo rubio. Esa noche llegamos a casa a las nueve y, tras acostar a la niña, nos fuimos a hacer el amor. Rocío estaba muy melosa y es que estar con Elena siempre la enternecía.
03. Semana del 19 al 25 de Febrero
El lunes ingresaban a mediodía a mi madre en el hospital y quise estar con ella en esos momentos. Así tras trabajar por la mañana me fui al hospital durante unas horas mientras la hacían unas pruebas y tomaba posesión de su habitación. Fue en el hospital Ruber Internacional y la habitación era bastante grande. Tras la hora de comer volví a la oficina de mi padre a trabajar hasta casi las nueve de la noche. Cuando llegué a casa simplemente cené y me fui a la cama donde el nerviosismo por mi madre apenas me permitió dormir.
El martes era el día de la operación de mi madre y fui directamente al hospital tras dejar a la niña en la guardería. La operación fue de unas tres horas y creo que fueron las de mayor tensión de mi vida. Cuando nació mi hija estaba nervioso pero optimista. Con mi madre era nerviosismo y preocupación a la vez. Cuando volvió estaba aun dormida pero el doctor nos dijo que todo había salido bien. Debería hacerse pruebas cada año pero tenía confianza en haber eliminado todo el cáncer. Fue un alivio oír eso. Fueron llegando familiares, sobre todo de mi madre, a lo largo de la tarde. Mientras se iba despertando. A las siete y cuarto quien llegó fue Rocío con mi hija. Mi hija se sentó en la cama con mi madre y mantuvo una especie de pequeña conversación con mi ella. La primera sonrisa real de mi madre tras la operación la vi en ese momento. Un rato después llegaron Diana, que era socia de mi madre además de mi cuñada, y Pablo. Cuando ellos se fueron, hacia las ocho y cuarto, nos fuimos nosotros también para que la niña descansara. Bueno, y yo, que había tenido un ía un poco tenso.
El miércoles era el cumpleaños de Oscar, uno de mis directivos. Normalmente hubiera ido a comer con el pero, estando ahora dirigiendo la empresa de mi padre, no lo hice pero hablé con el por teléfono durante más de treinta minutos. Era un tío cojonudo, la verdad. Comí con los directores de compras y comercial de la empresa de mi padre para estar al tanto de todo lo que ocurría. Tras la comida me reuní un momentito con mi secretaria y a me fui al hospital a ver a mi madre. Esa tarde pasaron por el hospital Raquel con su familia y Mike y Marga con Miguel. Y por supuesto mi esposa y mi hija.
– No hacía falta que vinierais – dijo mi madre que ya estaba mucho mejor al haber pasado ya el efecto de la anestesia totalmente.
– Pues van a venir los demás – dijo Raquel – No vamos a dejar de visitar a la madre de nuestro mejor amigo.
– Y hoy hemos venido nosotros pues trabajamos más de cerca con Mariano pero mañana vendrán los demás.
– Gracias hijos – dijo mi madre.
A las ocho se fueron y un poco después lo hicimos nosotros. Esa noche descansé muy bien.
Curré toda la mañana en la oficina de mis padres. A la hora de comer vino María a mi despacho en la oficina de mi padre. Esa semana tenía menos tiempo y no iría a mi empresa pero tenía que tratar con ella unos temas de contratación. Me subió mi secretaria unas ensaladas antes de irse ella a comer. Cuando nos quedamos solos ella cerró la puerta con cerrojo y se acercó a mi, se arrodilló frente a mi y me sacó la polla.
– Voy a relajarte un poco amor mío – dijo María – Tu solo relajate
Yo eché mi cabeza hacia atrás y dejé que María hiciera todo. Daba besos por toda la extensión de mi polla y me acariciaba los huevos. A ratos su lengua jugaba con mi polla como si esta fuera un dulce o un caramelo. Todo el rato con sus ojos en los míos. Su ojos denotaban que estaba sonriendo aunque con una polla en la boca no es algo que sea fácil saber. La mamada duró unos quince minutos. Tras ese tiempo exploté en su boca, no sin antes avisarla, y ella se bebió todo mi semen. Limpió mi polla tras tragar todo y la guardó en mi pantalón. Tras hacerlo se subió sobre mi y me besó. No me importó notar de fondo el sabor de mi propio semen. Me apetecía, y mucho, besar a María. Y lo hicimos durante casi diez minutos. Tras calmarnos un poco comimos juntos. Cuando se fue María cerré un par de temas y luego me fui al hospital de nuevo. Esa tarde fueron María con sus hijas y Alberto y Celia. Celia como doctora estuvo muy interesada en leer los informes y estuvo hablando con los doctores que habían intervenido a mi madre. Era cardióloga pero aun así sabía más que nosotros.
– ¡Que bien ha salido todo! - dijo Celia – No queda rastro del cáncer. Es un caso de manual.
A todos nos dio buen rollo que una persona que conocíamos, y sabíamos que nos diría la verdad, fuera tan optimista. Esa noche mandé a mi padre a casa para que descansara y me quedé yo a dormir con mi madre en el hospital. Me costó convencerlo pero lo conseguí al final. Charlé un poco con mi madre y dormí esa noche mejor de lo que esperaba.
Mi padre llegó el viernes a las diez al hospital. También llegó la hermana de mi madre y nos fuimos mi padre y yo a desayunar dejando a mi madre un rato con su hermana. Tras desayunar subí a darle un beso a mi madre y me fui a casa para ducharme, cambiarme y pasar un rato por la oficina de mi padre. Llegué a tiempo para irme a una reunión con el director comercial de la empresa. Era con uno de nuestros clientes históricos y me conocían perfectamente de cuando era yo director comercial. La reunión fue bien, era de mantenimiento más que otra cosa pero era un cliente importante. Por la tarde de vuelta al hospital. Esa tarde se pasaron Antonio y Laura con su hija. Mi madre les felicitó por el embarazo.
– Te vamos invitar al bautizo así que tendrás que salir de esto ya – dijo Antonio
Mi madre se rió.
– Bueno – dijo – Aun tengo unos meses.
Todos reímos. Y creo que fue la primera vez desde que estábamos en el hospital. Yo no me sentía muy a gusto allí. Mi hija, por su parte, ya se sentía en el hospital como en casa y jugaba con su abuela que ya estaba mucho mejor. A las nueve nos fuimos para acostar a la niña.
El sábado era el cumpleaños de Laura, una de las mejores amigas de mi esposa y esposa de mi mejor amigo, y mi hija y esposa se fueron a casa de mis amigos a eso de las once. Un poco antes me fui yo al hospital para pasar un par de horas con mi madre antes de ir al cumpleaños. En el cumpleaños todo bastante bien pero yo seguía teniendo la mente con mi madre. Tras una merienda volvimos a casa y descansáramos
El domingo pasé casi todo el día en el hospital. Mi esposa solo vino con mi hija por la tarde acompañada de sus padres que vinieron un rato antes de volverse a Cuenca tras pasar el fin de semana en Madrid con mi cuñado Jorge. No queríamos que mi hija pasara todo el día en el hospital. Esa noche hicimos el amor Rocío y yo. Me sirvió para estar en otra cosa que no fuera el hospital.
04. Semana del 26 de Febrero al 4 de Marzo
El lunes pasé toda la mañana en la oficina reunido con los distintos departamentos de la empresa viendo sobre todo el estado de las negociaciones con un par de marcas de moda que queríamos distribuir en España. A la hora de comer me fui en mi coche a la universidad privada donde estudiaba Belén, la hija de mi antigua socia, para llevármela a ella y su novio a comer. Era el cumpleaños de ella y quería que se sintiera arropada tras el momento de bajón que tuvo cuando vendí la empresa de su madre. Al recogerla me presentó a su novio que era médico y estaba terminando el MIR. Era unos años mayor que ella e hijo de unos amigos de sus padres. Se conocían de toda la vida pero el amor no había surgido hasta que ella tuvo veinte años. Era un chaval bastante majo. Estuvimos hablando de ellos, de mi empresa y Belén me preguntó por mi madre. Su madre ya me había llamado para preguntarme por ella. Entre otras muchas cosas hablamos de su futuro en mi empresa.
– Vas a ser el conejillo de Indias de un programa de prácticas de élite para los hijos de mis socios y amigos – dije
– Menuda presión – dijo riendo
– No lo saben aun ni mis socios – dije – Estoy preparando todo yo y luego lo hablaré con María antes de presentarlo.
– Gracias – dijo – Te aseguro que lo voy a aprovechar.
– Lo se – dije
Seguimos un buen rato charlando. Les pregunté cuando se iban a casar y riendo me comentaron que esperarían a que ella tuviera un trabajo y no fuera una mera becaria. Terminamos de comer a las cuatro y volví a la empresa de mi padre a trabajar un rato, hasta eso de las siete. A esa hora me fui un rato al hospital donde ya estaban mi esposa y mi hija. Ese día no estuve mucho con mi madre. Esa noche cenamos mi esposa y yo tras acostar a mi hija y tras un rato descansando nos fuimos a la cama a hacer el amor.
El martes por la mañana, antes de ir a la oficina, fui con mi esposa al banco para cancelar parcialmente la hipoteca con el reparto de dividendos de la empresa de mi padre y la de abogados. En total eran quinientos cincuenta mil euros lo cual reducía la cuota a diecinueve mil novecientos euros. Aun más de lo que cobrábamos Rocío y yo de nómina pero era un buen ahorro cada mes. El resto del día fue muy normal. Trabajar, visitar a mi madre y a casa a descansar.
El miércoles a la hora de comer fui al hospital para ayudar a mis padres pues daban el alta a mi madre. Todo había ido muy bien y debía descansar durante un mes, no hacer esfuerzos, y hacerse revisiones cada seis meses. Pero los doctores pensaban que se había erradicado por completo. Una vez los dejé en casa me fui a una reunión con un cliente de la empresa de mi padre y, tras salir de ella, me fui directamente al ginecólogo para una nueva revisión del embarazo de Rocío. El embarazo iba muy bien pero el doctor le mando unos suplementos vitamínicos a Rocío pues andaba un poco baja de algunos minerales a pesar de que Rocío y yo llevábamos una alimentación muy equilibrada. Pero con el embarazo a veces eso solo no vale. Esa tarde no fuimos a casa de mis padres pues salimos tarde del ginecólogo. Mi esposa y yo ese día hicimos el amor tras estar la niña ya durmiendo.
El jueves fue un día normal de trabajo en la empresa de mi padre exceptuando que me llamaron para comentarme, desde la inmobiliaria que había vendido, que habían ofrecido un millón doscientos mil euros por mi casa. Rechacé la oferta sin pensarlo y seguí trabajando normalmente. Esa noche cenamos mi esposa y yo con mis padres en su casa. Fue una cena temprana para llevarnos a la niña a dormir a una hora temprana.
El viernes estuve en mi oficina, por la que no había pasado en toda la semana, y me reuní casi todo el día con Marga y Raquel que me contaron las novedades de la semana.
– ¿Cuanto seguirás en la empresa de tu padre? - dijo María
– No lo se cariño – dije – Yo creo que dos semanas más no me las quita nadie pero quizás incluso un poco más.
– Sería bueno saberlo por planificar todo un poco – dijo
– Lo se – dije – Pero no voy a presionar a mi padre
– Ni digo que lo hagas – dije – Pero si van a ser tres meses que lo sepamos ya.
– En un par de semanas te digo cuando vuelvo – dije
– Vale – dijo María
El resto del tiempo charlamos de lo acontecido ese mes. Terminamos a la una la reunión y el resto del tiempo lo pasé trabajando en mi oficina coordinado con mi secretaria que estaba en su sitio de trabajo en la empresa de mi padre. A las tres me fui a por mi hija y con ella fuimos a casa de mis padres donde ya esperaba Rocío para comer. Comimos y pasamos toda la tarde en la casa hablando. Mi madre no podía salir de la casa. A las once tanto mi madre como mi esposa estaban cansadas y todos nos fuimos a la cama.
El sábado mi esposa y madre se quedaron con mi hija en casa mientras mi padre y yo fuimos al club a jugar una partida de golf con un cliente de mi padre. Echamos solo nueve hoyos y estuvimos de vuelta a la ora de comer. Comimos juntos y pasamos todo el día con ellos quedándonos al final a cenar y dormir.
Tras desayunar el domingo nos fuimos a casa de Marco para celebrar el cumpleaños de su hijo Fran, el tercero, que cumplía quince años. Natalia era española pero no tenía familia en Madrid y nosotros éramos lo más parecido. Durante el cumpleaños charlamos de muchas cosas entre todos. Yo pasé un rato con Patricia y Fran charlando de como les iba en el cole. A Patricia ya sabía que bien pero a Fran no le iba mucho peor. Eran ambos bastante responsables. Elena se unió un rato a charla aunque no dijo nada, solo escuchaba. Suponía que para ella tener a Patricia ahora en el mismo cole era una pasada. Cuando tienes un amigo en segundo de bachillerato, lo que en mi época era COU, y tu estas en 1º de la ESO, ganas puntos en tu clase. Así funciona la selva del colegio. Siendo domingo acabó relativamente pronto el cumpleaños y, a las ocho, estábamos ya en casa bañando a la niña. Poco después con la niña en la cama descansamos un rato y a las doce nos fuimos a la cama a hacer el amor. la cama la desnudé y llevé mi boca a sus senos. Sus pechos ya eran algo mas grandes y Rocío ya usaba una talla más de sujetador. Rocío disfrutaba mientras la chupaba de tetas. Ella acariciaba mi cuello con una de las manos mientras tocaba su coñito por encima de la braguita. Estuve un rato besando sus tetas hasta que me di cuenta de su juego sobre la ropa interior. Me calenté viendo como se tocaba y viendo su barriguita ya bastante evidente. Aun no enorme pero bastante evidente. Retiré su braguita poco a poco y mientras lo hacía besaba su coñito y sus piernas. Volví a besar sus tetas y ahora mientras lo hacía tocaba su coñito y la hacía un pequeño dedo. Notaba como su barriga se interponía un poco entre su coño y mis dedos y eso me calentaba un poco. Tras un rato abandoné sus tetas y centré todos mis esfuerzos en su coño. Tocaba este y metía varios dedos para, posteriormente, chupar sus labios vaginales e intentar jugar con su clítoris.
– Sigue, sigue – decía Rocío tremendamente excitada. Te necesito dentro amor.
Yo seguí un rato mientras ella empezaba a humedecerse. Mis dedos quedaron impregnados de su sabor y su aroma y tras chuparlos un poco se los di a probar a ella. Ella probo la mezcla de sus flujos con mi saliva. Una vez saqué mi dedo de su boca me aparté un poco de ella y pasé a desnudarme. Ella hizo lo mismo y se quitó el sujetador primero y su braguita después. Me hizo tumbarme en la cama y empezó a chuparme un poco la polla. Jugaba con su mano en el tronco de esta y luego empezó a meterla dentro de su boca. Mi erección era enorme. Ya plena. Mientras me iba haciendo la mamada yo gemía. Cada vez un poco mas y ella la pajeaba y mamaba sin control. Me estaba encantando pero ella debía querer mas pues, con mucho cuidado, se subió sobre mi y empezó a cabalgarme con su espalada hacia mi. Con el embarazo se sentía pesada y yo, con mis brazos, la ayudaba a subir y bajar sobre mi polla con delicadeza. La ayudaba a moverse pero para hacerlo mas fácil, a la vez, movía mi cintura para penetrarla mas. A pesar de mi ayuda pronto se canso y se tumbó junto a mi, desnuda y dándome la espalda. Yo levanté una de sus piernas y me acerqué penetrándola poco a poco. Saqué de ella unos maravillosos gemidos mientras me concentraba en incrementar un poco mas la frecuencia de mi follada. Ella gritaba y me pedía más pero pronto explotó en un maravilloso orgasmo que masajeaba mi polla. Yo aun no llegaba y seguí dándola hasta un poco después de estar ella ya calmada tras su orgasmo. En ese momento yo me corrí y acabé pegado a ella, abrazado y acariciando su barriga. En esa posición caímos dormidos. Desnudos y abrazados. Contentos.