Mi historia (72: Diciembre 2006)
Acaba un año, el primer año en el que no me sobraba la pasta en Nochevieja. Daba igual. Me sobraba felicidad.
01. Semana del 4 al 10 de Diciembre
El lunes por la mañana Alberto, Marga, Raquel y yo nos reunimos con Marco para ir viendo con el que cosas podíamos hacer en lo que a la expansión internacional se refería. Su trabajo consistiría en tres labores principales. Por un lado hacer de enlace nuestro con las empresas extranjeras, por ahora solo Italia. Por otro lado tendría que ayudarnos a estudiar posibles empresas extranjeras cuya compra se nos planteara. Y por último buscar empresas a comprar fuera que encajaran en nuestra cartera y nuestra política de empresa. A la hora de comer Alberto y el se fueron para reunirse con el abogado de mi bufete que se encargaba de ayudarnos en los temas internacionales para que conociera a Marco. Raquel, Marga y yo fuimos a mi despacho a comer. A mi secretaria le pedí que nos subiera unas ensaladas. Tras hacerlo se fue ella a comer y nos quedamos solos. Charlábamos los tres de la empresa cuando ellas se miraron, se sonrieron y Marga fue a cerrar la puerta. Casi en nada de tiempo tenía a las dos de rodillas frente a mi.
– No podemos hacer esto – dije – No puedo tener un trío sin Rocío. Y lo sabéis.
Las dos sonrieron.
– Tu preocupación te honra – dijo Raquel – Pero si podemos. Lo que no podemos es follarte. Pero si hacerte una mamada a dos bocas.
– Eso parece un tecnicismo – dije – No voy a hacer nada sin el permiso de mi esposa
Marga se sentó en mi regazo y me besó. Mientras vi a Raquel coger su móvil.
– Creo que te queremos más por la devoción que tienes hacia tu esposa – dijo Marga – Esto está hablado y bien hablado entre nosotras.
En ese momento Raquel habló.
– Hola cariño – dijo Raquel – ¿Que tal?
Algo contestó quien supuse era mi esposa.
– Estoy aquí con Marga y tu marido y no nos deja hacerle una mamada a dos bocas. ¿Le pones tu a raya?
Pasó otro instante de silencio y me pasó el teléfono.
– Hola – dije
– Hola amor – dijo – Hazlo y disfrutalo. Mientras no te las folles es válido. Para una mamada a dos si tienes permiso. No me dejes mal. Que mis niñas disfruten de mi hombre.
Yo me quedé sin saber que decir y Raquel me cogió el teléfono.
– Gracias preciosa – dijo – Te quiero
– Y yo – dijo Marga algo más alto.
Raquel colgó y las dos se echaron a reír. M e hicieron levantar de mi silla y empezaron a jugar conmigo. Mientras Raquel desabrochaba mi corbata, ese día extrañamente la llevaba, Marga iba desabrochando uno a uno los botones de mi camisa. Cuando Raquel terminó me besó. Mientras notaba como Marga terminaba de desabrocharme los últimos botones Raquel y yo jugábamos con nuestras lenguas. No era un beso de enorme pasión pero si muy sensual. Cuando ya solo quedaban un par de botones Raquel dejó de besarme y se encargó de ellos.
– Encargate de su bragueta – dijo Raquel a Marga antes de volver a besarme
– Encantada – dijo Marga – Siempre me gusta liberar la polla de mi novio.
Raquel y yo miramos a Marga y la sonreímos. Con todo ya desabrochado bajaron mi pantalón un poco, hasta las rodillas, junto con el calzoncillo. Marga agarró mi polla y la di un par de sacudidas. Yo llevé mi mano a su cabeza y la hice llevar su cabeza a mi polla mientras no dejaba de besar con la misma sensualidad a Raquel. Marga poco a poco fue comiéndome la polla y yo solté su cabeza. No es que tuviera que hacer mucho para que me la chupara. Estaba totalmente encantada de hacerlo. Mientras Marga se arrodillaba y me comía la polla Raquel abandonó mi boca y fue bajando lentamente hacia mi polla dándome besito por todo el cuerpo hasta llegar a mi polla. Se arrodilló junto a Marga y empezó a chuparme la polla. Marga mientras pasó a mis huevos y les daba besitos. Tras un rato se puso en pie y me beso.
– Te quiero cariño – dijo Marga – No me puedo creer que haya pasado tanto tiempo hasta que hemos llegado a estar juntos. Y compartirte con ellas es todavía mejor.
Mientras decía eso acariciaba el pelo de Raquel que no soltaba la polla. Nos besamos un ratito más y se agachó junto a Raquel de nuevo. Marga agarró mi polla y Raquel fue esta vez a mis huevos. Tras un rato Raquel fue subiendo por la polla con su lengua y llegó hasta la punta donde su boca se juntó con la de Raquel. Las lenguas de ambas se juntaban en mi capullo. Tras un rato así se unieron en un apasionado beso de lengua a solo milímetros de mi polla. Yo las miraba y disfrutaba viéndolas disfrutar. Mientras acariciaba el cabello de ambas. Tras un rato de beso volvieron a mi polla y cada una se quedó con la mitad de ella durante un rato. Mi excitación iba en aumento. A los dos o tres minutos así empezaron a turnarse mi polla a lo bestia. Cada una me daba una mamada de unos cincuenta segundos con toda la pasión del mundo y, mientras, la otra descansaba. Así estuvieron un rato hasta que yo no podía más.
– Voy a explotar – dije
Ellas me sonrieron y empezaron a acelerar el ritmo. Justo cuando estaba a punto de correrme Raquel puso mi polla en la boca de Marga y exploté.
– La corrida para tu novia – dijo Raquel
Una vez dejé de eyacular Marga soltó mi polla y acercó su cabeza a la de Raquel. Se miraron a los ojos.
– Gracias – dijo Marga
E inmediatamente después se unieron en un beso apasionado. Tras este se levantaron y me dieron un besito. Note un recuerdo a semen, a mi semen, en la boca de ambas pero muy lejano pues se habían tragado todo. Como si nada se pusieron a comer y cambiaron el tema al curro. Yo no tardé en entrar en la conversación y en olvidarme de la mamada. Aunque fue algo temporal. Aun hoy la recuerdo perfectamente. A las cinco o así se fueron y me quedé yo en el despacho cerrando cosas antes de irme a casa a pasar el resto de la tarde y noche con mi esposa e hija.
El martes era día previo a una fiesta y un puente largo y, por ello, en la oficina había bastante buen humor. Yo curré intensamente para dejar todo cerrado e irme a las seis a casa a por mi hija. Poco después de llegar yo llegó Rocío y nos fuimos a Cuenca. Tardamos cuatro horas y la niña llegó dormida. Nosotros charlamos un poco con la familia de Rocío y luego nos fuimos a la cama.
El miércoles tras desayunar nos fuimos toda la familia a dar una vuelta por Cuenca. Fue corta porque Nuria, la hija de solo tres meses y medio del hermano de Rocío no debía pasar mucho tiempo en la calle. Casi todo el tiempo lo pasamos parados pues amigos de la familia querían ver a la pequeña. Igualmente la gente felicitaba a Rocío pues ya se había corrido la voz. A Rocío ya se la empezaba a notar el embarazo y no la entraban sus siempre apretados vaqueros. Llevaba ya sus vaqueros de embarazada pero con el abrigo la verdad es que aun no se notaba. En verano se hubiera notado perfectamente. Tras la vuelta charlamos en familia mientras dábamos de comer a nuestros hijos. Una vez los tres peques se echaban la siesta comimos los mayores y luego charlamos todos. Los hijos fueron una parte importante de la conversación. Rocío y yo salimos con Sandra a dar una vuelta por Cuenca por la tarde. Nos encontramos con Mónica y Pedro, que también daban una vuelta, y nos tomamos un café los cuatros con la peque dormida en el carrito. Esa noche la pasamos en casa de los padres de Rocío con ellos y la familia del hermano. Pablo y Diana salieron a cenar y tomar copas con amigas de Diana y sus parejas.
El jueves fue un día similar al anterior solo que me quedé, por la noche, solo en casa con los padres y la familia del hermano. Rocío salió a cenar con Teresa, Mónica y un par de amigas más. Ellas se fueron luego a tomar unas copas pero Rocío decidió no ir por el humo del bar de copas. Cuando llegó a casa todos dormían menos su padre y yo que charlábamos en el salón. Al llegar nos fuimos ya a la cama. Dormir abrazado a ella es una sensación indescriptible.
El viernes hubo una verdadera protagonista y esa fue Diana Era su cumpleaños y todo giraba alrededor suyo. A mediodía comimos en familia en un restaurante donde la dimos nuestro regalo. Se trataba de unos zapatos italianos de tacón de una de las marcas que yo comercializaba. Eran caros, unos trescientos euros, pero mucho menos de lo que normalmente la regalábamos. Pero ella sabía que no estábamos en nuestro mejor momento. Es más, a Rocío y a mi nos dijo que no era necesario un regalo tan caro.
– Ya me habéis mimado mucho – dijo – A veces os habéis pasado mucho conmigo. Siempre me regaláis cosas de lujo. Cuando yo no podía pagarme nada me dabais de todo. Vestía con bolsos de Louis Vuitton en la universidad. Ahora tenéis que pagar una casa, yo tengo un buen sueldo en mi propia empresa y vosotros tenéis otro hijo en camino. No necesitaba este regalo.
– No nos afecta en nada económicamente regalarte esto – dije
– Pero no era necesario – dijo Diana
– Te hemos regalado mucho menos que otros años – dije – Mucho menos de esto no te vamos a regalar nunca.
Diana movió la cabeza de un lado a otro. Abrazó a su hermana y luego a mi.
– Os quiero – dijo
Tras la comida volvimos a casa de los padres para preparar el cumpleaños de Diana en sociedad. Vinieron muchos amigos de los padres y de Diana y Rocío. Estuvieron Mónica y Pedro pero también Teresa con su novio y jefe y Raúl con Sofía. La tensión entre ellos era cada vez menor. Ambos habían encontrado el amor y eso hacía que la tensión se viera muy rebajada. Aun así podían estar juntos en salas con mucha gente pero aun no estaban listos para una cena con solo nosotros. El cumpleaños estuvo bastante bien pero Rocio se puso algo revuelta a eso de las dos y se fue a la cama. Yo no me fui hasta las cuatro cuando acabó la fiesta.
El sábado, tras pasar la mañana con mi hija, me fui para comer con Pedro y Raúl. Los tres quedamos en un restaurante y hablamos sobre nuestras cosas. Eran ya amigos. Los conocí por ser en su momento las parejas de las mejores amigas de Rocío en Cuenca y luego pasaron a trabajar para mi pero ahora éramos amigos. Para mi era subidón ver a Raúl contento tras su ruptura con Teresa. Estaba enamorado de Sofía y ella de el. Por primera vez nos confió que estaban pensando en casarse. Tanto a Pedro como a mi estos nos gustó. Tras la comida y los cafés dejé a mis amigos y me fui a casa con mi hija y esposa. Ellos habían quedado con sus chicas para dar una vuelta. No se como lo estaría pasando Sofía en casa de sus posibles futuros suegros sin su novio. El resto del día fue muy agradable con la familia de mi esposa y mi hija.
El domingo nos fuimos de Cuenca por la mañana. No queríamos pillar mucho atasco. Llegamos a Madrid con tiempo para comer y el resto de la tarde la pasamos en pareja con nuestra hija.
02. Semana del 11 al 17 de Diciembre
El lunes me llamó la mujer que llevaba la obra de nuestra casa para contarme que ya estaba y terminada la cocina y los armarios empotrados de todas las habitaciones. A la hora de comer fui a recoger a Rocío a su oficina y fuimos a nuestra futura casa para revisar que la cocina y los armarios estuvieran bien. Todo parecía en orden excepto el forrado de uno de los armarios que les hicimos cambiarlo. Nos estaba gustando trabajar con esta mujer. Estaba acostumbrada a trabajar con gente de alto nivel y por eso no era barata. Pero cuando te llamaba para decirte que algo estaba es que estaba. Ella era perfeccionista puesto que sabía que sus clientes lo eran. Mientras veíamos la obra comimos un sándwich y tras verla llevé a Rocío de vuelta a la oficina. Por la tarde trabajé con María y su equipo en los últimos detalles para la fecha de navidad de la empresa que, este año, sería en un gran salón de un hotel de lujo en Madrid. Este año la fiesta, a la que solo acuden los trabajadores de la central y las parejas de los directivos, iba a costar casi ochenta mil euros. Éramos muchos trabajadores y no nos cortábamos en gastos. Además dedicábamos otros veinte mil euros para que cada restaurante y cada tienda pudieran irse a cenar algún día de Diciembre. A las seis en punto volví a por mi esposa a su trabajo. Esta vez para ir al ginecólogo para ver la evolución del embarazo. Estábamos en la decimotercera semana y, así, entrábamos en el segundo trimestre de embarazo. El feto estaba bien con ya siete centímetros, una medida normal para un embarazo de trece semanas. El ginecólogo le mandó a Rocío unas vitaminas y la mandó un análisis de sangre pues Rocío dijo que se sentía algo cansada. Tras salir del médico nos fuimos a casa para pasar un ratito con la niña.
El martes era el cumpleaños del hijo de Mike y Marga. Así, tras trabajar les acompañé a recoger al niño al cole para felicitarlo. Una vez lo hice me fui a casa para que pudieran ellos disfrutar de su hijo en ese día. Y yo mientras disfrutaría de mi hija. Esa tarde con mi hija lo pasé muy bien pues con sus casi dos años ya decía muchas cosas y era más divertido jugar. Tras acostarla mi esposa y yo cenamos y nos fuimos a la cama a hacer el amor.
Tuve un largo día de trabajo el miércoles. Tocaba ir cerrando el año lo mejor posible e ir preparando la estrategia para el año siguiente. Ya nos habíamos recuperado de la compra de la empresa italiana y, con la venta de la inmobiliaria, parecía que íbamos a poder incluso pagar el crédito que pedimos. Estaba revisando números para la reunión de ese viernes cuando entró María Miré el reloj y eran casi las ocho. vestida muy guapa e invernal. Llevaba unos pantalones de vestir marrones oscuros, de un tejido a medio camino entre la tela de un pantalón de traje masculino y el terciopelo, con un jersey color khaki claro, casi blanco, y cuello vuelto. El corte del pantalón apenas dejaba entrever sus zapatos negros de tacón.
– Hola cariño – dije – ¿Que haces aquí a estas horas?
– He venido a ver a mi hombre
– Ven aquí – dije sonriendo y levantándome para acogerla en mis brazos.
Cuando llegó hasta donde yo estaba nos besamos con mucha pasión. Ella rompió el beso y me hizo sentar en mi butaca poniéndose ella de rodillas entre mis piernas llevando sus manos a mi cinturón. Me lo desabrochó y me bajó los pantalones a toda prisa. Empezó a acariciar mi pene por encima del calzoncillo y en un santiamén estaba totalmente erecto pero no dejo de acariciarlo con el calzoncillo puesto. En ese momento me miró, me sonrió y me dio un beso en mi pene por encima del calzoncillo. Volvió a mirarme y, sin apartar la mirada, empezó a bajarme los calzoncillos. Levanté un poco mi culo del asiento para que saliera bien el calzoncillo y quedé desnudo de cintura para abajo. Una vez sin el calzoncillo me dio un beso en la polla e inmediatamente se levantó y se alejo de mi. Me miró y empezó a, lentamente, desabrocharse el pantalón sin apartar sus ojos de los míos. Me sonreía pícaramente. Debió estar unos cinco minutos desabrochándose y bajándose los pantalones. Una vez se los sacó completamente quedó con un pequeño tanga de color blanco. Me sonrió y dijo:
– Este tanga me lo he comprado para ti – dijo – Me lo he puesto en casa tras dejar a las niñas cenando. Cuando vuelva a casa lo haré con unas braguitas normales
Se acercó a mi colocándose entre mis piernas, de espaldas, permitiéndome ver como la tira de su tanga se acomodaba entre ambos cachetes.
– ¿Me ayudas con el tanguita? - dijo
– Claro – dije
Lentamente empecé a bajarlo. Subió su pierna izquierda primeramente y su pierna derecha después quedándome con el tanga en la mano. Lo olí y lo deposité en mi mesa mientras ella se arrodillaba entre mis piernas. Volvió a mirarme un segundo pero rápidamente centró su atención en mi pene el cual estaba ya a punto de reventar. Primero beso mi huevos y con su lengua recorrió mi pene de arriba a abajo. Daría unos cinco lengüetazos completos antes de meterse mi polla en la boca. Empezó a hacerme una mamada profunda y ruidosa ahora si mirándome cada cierto tiempo. Tras unos minutos de mamada se levantó y dijo que ahora le tocaba disfrutar a ella. De rodillas se sentó sobre mi con sus piernas a cada lado de la mía y me beso. Empezamos a frotarnos pero no hubo penetración hasta que la aparté un poco y apuntando empecé a penetrarla. Jugué a hacerlo a distintas velocidades y ella se corrió bastante pronto. Me sorprendió pues pensaba que yo iba a ser el primero en correrme pero ella simplemente estalló. A pesar de que se hubiera corrido yo seguí taladrándola y ella, una vez recuperada del orgasmo, me pidió que siguiera y que la diera mas. Cada vez que la penetraba me sorprendía lo que estaba aguantando pues llevaba un buen rato con una erección a ratos hasta dolorosa. Seguí y ella llego al segundo orgasmo de nuevo bastante rápido, tras unos cinco minutos. Y seguí follándomela. Alterné penetraciones mas horizontales con otras en las que ella estaba mas incorporada y eran verticales, en las cuales subía y bajaba. Me veía cercano a correrme y se lo dije. Me pidió que aguantara un minuto y lo intenté. Tras unos cuantos empujones mas ella se volvió a correr. En ese momento me corrí yo y ella casi gritando me dijo que me quería y que quería que me igualara con su marido en hijas con ella. Que no era solo un juego. Con mi pene aun en su coño nos besamos durante un buen rato. El reloj marcaba las nueve y cinco cuando ella se levantó y me dijo que se iba a casa. Antes de irse nos dimos un último beso. Yo fui al baño de hombres y me arregle un poco antes de irme a casa con Rocío. Cuando llegué mi hija ya estaba en la cama.
El jueves fue un día mucho más tranquilo en el trabajo y aproveché para comer con Ángel, el director de mi empresa de importación de zapatos, cuyo cumpleaños había sido el día antes. No pude comer con el ese día pues tenía una comida de trabajo. Por la tarde me vestí con un buen traje y acompañé a mi esposa a la cena de navidad del banco. Los directivos del banco ese año lo celebraban con los trabajadores de la central y, por tanto, solo tendríamos una cena. Tras la cena nos fuimos a tomar unas copas con buena parte de los trabajadores. Aguantamos hasta las dos y media pero luego nos fuimos pues debíamos trabajar al día siguiente y no era plan de estar demasiado cansados.
El viernes celebramos la reunión mensual. No lo hicimos el viernes anterior pues era fiesta. Noviembre en condiciones normales era el mes de mayor beneficio en nuestra empresa y esta vez no fue una excepción. Pero el beneficio fue al final muy parecido, si no teníamos en cuenta la venta de la inmobiliaria, al beneficio de Octubre. Calculamos que había aumentado en unos cien mil euros. Que, sobre los dos millones de beneficio que estábamos teniendo, no era mucho. Con la venta de la inmobiliaria se había recuperado nuestra caja, ya teníamos unos quince millones, pero aun seguíamos en pérdidas ese año. Dependiendo de como funcionara Diciembre acabaríamos con perdidas o beneficios pero, en todo caso, con un resultado cercano a cero. Algo que, teniendo en cuenta la compra de Italia, era una muy buena noticia. Tras la reunión curramos todos un poco antes de irnos a comer con Mike pues era su cumpleaños. A los cafés llegó Rocío y, tras un rato de charla, cada uno nos fuimos por nuestro lado. Rocío y yo fuimos a por la peque a la guardería y luego nos fuimos a casa para cambiarnos y salir a dar una vuelta y cenar algo con Antonio y Laura. Antonio y yo charlamos sobre mi situación financiera y este me vio algo estresado. Tras la cena nos fuimos a casa para dormir y descansar.
El sábado prontito nos plantamos en casa de Mike y Marga para celebrar el cumpleaños de Mike y el de Miguel. Al llegar Sandra fue andando solita hacia el salón donde oía la tele que tenía puesta Miguel. Los mayores nos quedamos en el hall saludándonos. Cuando Sandra entró en el salón Marga echó sus brazos alrededor de mi cuello y miró a Mike.
– Mira tu regalo – dijo
Y tras decirlo pegó sus labios a los míos y empezó a besarme con pasión. Sus brazos en mi cuello jugaban con mi pelo. Yo fui bajando las manos hasta agarrar su culo. El beso duraría un par de minutos. Cuando lo dejamos Rocío sonreía y Mike parecía excitado. Yo seguía sin entenderlo.
– Mira que botas me compró ayer Mike – dijo Marga
Miré abajo y vi unas botas planas con unas cadenas de adorno de cuero marrón.
– Me enteré por Raquel que te chiflan las botas – dijo Marga – Y hablándolo con Mike decidimos que el me comprará botas para ti.
– Mola – dije sonriendo
– Bueno – dijo – No todas las botas que compre lo haré pensando en ti. O quizás si. Pero seguro que las que compre con Mike serán para que tu las disfrutes.
Yo miré a Rocío y ella encogió los hombros. La di un piquito, luego otro a Marga y agarrando a mi esposa por la cintura fuimos hacia el salón de casa de ellos. Allí hablamos del embarazo de Rocío hasta que fueron llegando los demás. Ya con todos los invitados en casa de Mike era todo mucho más caótico. Yo estuve un buen rato jugando y charlando con Marta sobre como le iba el cole. A sus seis años acaba de empezar la primaria. Como siempre lo pasaba muy bien con la hija mediana de María. Cuando estuve un rato hablando con los mayores Marta jugó con su hermana pequeña. Lo pasamos bien con ellos pero la niña se puso a llorar, de sueño, a eso de las nueve y cuarto y decidimos irnos a casa. Tras acostar a la peque vimos una peli y nos fuimos a la cama a hacer el amor.
El domingo en casa lo pasamos tranquilamente. Tras comer pasaron Laura y Antonio para tomar un café pues habían comido cerca de nuestra casa con unos amigos. Pasamos un rato entretenido con ellos y acabaron tomando una pequeña merienda cena antes de irse, hacia las nueve, a su casa. A esa hora acostamos a la peque y nosotros vimos una peli para cerrar la semana.
03. Semana del 18 al 24 de Diciembre
Se acercaba la navidad y quería dejar cerradas muchas cosas antes de quedar atrapado por las fechas navideñas en las que, generalmente, entre vacaciones y el ambiente festivo en la oficina, no se avanzaba mucho. Así a las siete estaba aun en la oficina cuando entró Ana. Nada más llegar sin mediar palabra se subió sobre mi, se apartó el tanga y me cabalgo. Media hora después estaba fuera de mi despacho y no me había dicho nada. Pero me había dejado con una sonrisa en los labios. Un poco después recibí un mensaje de ella que decía: “Me apetecía usarte de consolador, espero que no te importara”. Yo me eché a reír. La contesté: “Cuando quieres preciosa” y me fui a casa con mi esposa e hija.
María nos llamó a una reunión a todos los socios el martes por la mañana.
– No entramos – dijo María – He recibido las predicciones de aumento de personal de todas las empresas y departamentos y nos vamos a quedar sin espacio. Apenas entramos ya y no se donde pretendemos meter treinta personas a lo largo del año que viene. Ahora mismo entrarían unas diez y separando departamentos para hacer un mejor uso del espacio.
Todos nos quedamos un poco parados. Siempre habíamos pensado en crecer y no habíamos pensado en eso.
– En este edificio ya no quedan más plantas libres – dije
– No sería un problema si hubiera plantas libres – dijo María – ¿Que hacemos?
– Mirar oficinas nuevas y mientras intentar meter solo a la gente imprescindible – dijo Raquel
– Bueno – dije – Con calma. María encárgate de recibir informes detallados de las necesidades que vaya a tener cada empresa y departamento de espacio en los próximos cuatro años. Que lo tenga listo antes de finales de marzo del año que viene. No quiero que en dos años estemos igual.
Todos parecimos estar de acuerdo pero nosotros también tendríamos que trabajar. Necesitábamos saber cuantas empresas nuevas sacaríamos en los siguientes años y calcular el personal necesario para estas. Ese trabajo lo dejamos en manos de Alberto y Marga que tenían los puestos de trabajo más flexibles. Cuando acabó la reunión era la hora de comer y Alberto, Raquel y yo nos fuimos con Ana a comer para, de paso, contarla lo de la oficina. Nos gustaba tenerla informada. Al final ella era la que hacía las cuentas. Por la tarde me fui a casa para pasar el resto del día con mi hija y esposa.
El miércoles fue un día de trabajo que intenté aprovechar al máximo. Era el último día normal antes de la época navideña en la que todo se relajaba mucho. A las siete me fui para casa y pase un rato con mi esposa e hija.
Todo el jueves la gente en la oficina hablaba de la cena de navidad de esa noche. A las cinco yo me fui a casa y jugué un poco con mi hija antes de vestirme para esta. Me puse un traje sin corbata. Mi esposa llegó hacia las seis y media, se duchó y se puso un precioso vestido negro corto que marcaba las curvas de su embarazo. Una madre orgullosa. Llegamos al hotel hacia las ocho y allí ya estaban María y Arturo y algunos otros trabajadores. Poco a poco fueron llegando los demás. La comida estaba compuesta de un cóctel y luego un buffet frío y caliente. Así no había mesas fijas y todo el mundo podía hablar con unos y otros. A las once más o menos acabó la cena. Se mantenía un carrito con sándwiches por si a alguien le entraba hambre pero se pasó básicamente a la barra libre y el baile. Más o menos en ese momento se me echaron encima Raquel y Rocío.
– Hoy vas a coger a Cristina, te la vas a llevar a una habitación y te la vas a follar mientras su marido está aquí abajo disfrutando de la fiesta – dijo Raquel
– ¿Estáis locas? - dije
– Tendrás que hacerlo rápido para que nadie se entere – dijo Rocío – Raquel, María, Marga y yo mantendremos a Gerardo ocupado pero si os vais más de veinte o treinta minutos se notará.
– ¿Y que se supone que tengo que hacer? Agarrarla, llevarla a recepción, coger una habitación, subir y follármela.
– Te lo pondremos más fácil – dijo Raquel – Habitación 413.
Y tras decir eso me dio una llave del hotel. Rocío me dio un pico y me deseo suerte. Pensé un momento como hacerlo y al final decidí ir al grano. Supuse que me obedecería. En un momento en el que vi a Cristina salir al baño la seguí y la pegué contra una pared donde nadie nos veía. Pegué mi boca a ella pero no la besé.
– En quince minutos te quiero en la habitación 413 – dije
Y tras decirlo me fui de su lado aunque no sin antes tocarla un poco el culo. Volví a la sala donde se celebraba la fiesta y me pedí una copa. Di una vuelta para que mucha gente me viera y tras un momento de discreción salí de la sala y subí a la habitación. Tras una espera de unos cuatro minutos sonó un golpe en la puerta totalmente puntual. Rápidamente abrí y la hice entrar. Ella se aceró a mi y me siguió de la mano hasta estar junto a la cama.
– Eres un atrevido – dijo – Mi marido está abajo.
– ¿Quieres bajar con el? - dije – Puedes. Pero si quieres de verdad ser mía tienes que hacer lo que te diga
– ¡Eres tonto! – dijo – ¿Crees que estoy aquí para decirte que me voy con el? Estoy aquí para hacer lo que me pidas.
Y tras decir eso pego sus manos a mi pecho. Yo la pegué junto a mi e hice que notara mi erección a través del pantalón. Ella me acarició el cuello y nos besamos. Mientras lo hacíamos ella me quitó la chaqueta e inmediatamente se lanzó a retirar mi corbata. Sus ojos no se despegaban de los míos ni un segundo y entre beso y beso me admiraba con ternura. Mi mirada a ella combinaba la ternura con un toque de dureza para que se sintiera dominada. Ella sin dudarlo, una vez desabrochó un par de botones de mi camisa, me empujó sobre la cama.
– ¿Ahora vas a tomar tu la iniciativa? – dije – ¿No recuerdas cual es tu posición?
A ella le cambió el semblante. Yo tras un rato mirándola sonreí.
– Harás lo que yo te diga hasta que estemos en el acto – dije – Pero puedes tomar decisiones por ti misma cuando vayamos a follar. Eso si, siempre pensando en el placer de ambos. Los dos tenemos que disfrutar de esto.
Ella sonrió y se subió sobre la cama, con una rodilla a cada lado de mi cuerpo, y me besó. Yo llevé mi mano a la falda de precioso vestido plateado, de cocktail, que llevaba ese día. De un certero movimiento subí la falda hasta su cintura y acaricié su culo desnudo. El tanga negro que llevaba ese día dejaba ambos cachetes al descubierto. Yo puse una de mis manos en sus tetas y con la otra acaricié sus piernas hasta llegar a las sandalias plateadas, de altísimo tacón de al menos diez centímetros, que llevaba. Ella llevó sus manos a mi pecho y empezó a desabrochar mi camisa. Cuando consiguió desabrocharla se volvió a tumbar sobre mi. La besé con pasión y volví a acariciar sus nalgas. Tras un rato de beso volvió a incorporarse y se bajo los tirantes del vestido permitiendo que este quedara en su cintura. Ante mi apareció un precioso sujetador de encaje negro. Yo me senté en la cama y ambos nos besamos. Tras un beso la quité el vestido y volvía a unir mi boca a la suya. Yo la agarré y me levanté con ella en volandas. Di un giro de 180º y la deposité sobre la cama. Me arrodillé en el suelo junto a la cama y la pegué al borde de la cama. Ahí lancé mi lengua a su coño y empecé a chupárselo.
– Si amor – dijo ella – Eres maravilloso. El mejor hombre del mundo. No puedo vivir sin el sexo contigo.
Yo no dejaba de chuparla el coño mientras ella no paraba de gemir y declararme amor eterno. Ya con ella en la cama cenamos los mayores y, no muy tarde, nos fuimos a la cama. Tras un rato ella se sentó en la cama y me hizo besarla.
– Cariño – dijo – Siento parecer una mandona pero no podemos estar mucho tiempo. Por favor, fóllame.
Ante una petición así solo pude besarla con pasión. Ella me quitó la camisa, que ya estaba desabrochada, y llevó sus manos a mi polla. La acarició sobre el pantalón y empezó a tocarme la polla. La beso y me desabrochó el cinturón. Tras quitarme el botón del pantalón del traje volvió a besar mi polla y lentamente bajó la cremallera. Mi pantalón cayó al suelo y ella se lanzó a tocar mi polla sobre el calzoncillo. Tras unos segundo también me quitó este y quedé desnudo salvo por los zapatos. Cristina me miró a los ojos, me sonrió y llevó su boca a mi polla para darme una mamada.
– ¿No teníamos prisa? – dije
Ella sonrió y se tumbó sobre la cama con las piernas abiertas. Yo sonreí, me eché sobre ella, aparté un poco su tanguita y la empecé a penetrar con pasión. Cada una de mis embestidas era recibida por un gritito de pasión de ella.
– Sigue – dijo – Eres mi hombre, mi dueño, mi amo. He dejado a mi marido en la fiesta, solo, porque tu me lo has pedido. Haz conmigo lo que quieras siempre pero no dejes de follarme.
Estas palabras me calentaban y, tras un rato, me corrí dentro de ella a lo bestia. Estuvimos un rato besándonos en la cama y nos levantamos para ir a asearnos un poco. Ella se iba a quitar el semen de su coño pero no la dejé.
– Ponte el tanga y vete con mi semen dentro – dije
– Eres malo – dijo ella sonriendo
Yo la deje irse, limpia excepto por el interior de su coño a la búsqueda de su marido. Cinco minutos después salí yo de la habitación y bajé a la fiesta. Rocío y Raquel me sonrieron al verme entrar. Mis chicas estaban locas. Media hora después Cristina y su marido Gerardo vinieron a despedirse pues ella, al parecer, estaba cansada. Tras los besos de rigor Cristina se acercó a mi.
– Hoy a mi marido no me lo follo – dijo - ¿Me puedo limpiar al llegar a casa?
Yo la miré, la sonreí y la dije que si. Ella sonrió y se fue. Pudo haberme preguntado cualquier cosa de trabajo. Rocío y yo nos fuimos poco después. Con el embarazo no estaba para muchos trotes. Y eso que solo estaba de quince semanas pero ya se cansaba algo pues dormía un poco peor. Al llegar a casa tuve que cumplir por segunda vez. Rocío estaba muy cachonda. Lo peor es que tuvimos que hacerlo casi sin hacer ruido pues Elizabeth dormía, tras cuidar a la niña esa noche, en la habitación de invitados.
El viernes dimos día libre en el trabajo aunque los directivos que no teníamos mucha resaca trabajamos desde casa. A las cinco o así nos fuimos a Cuenca. Rocío tuvo que pasar de dos a tres por el trabajo a pesar de haberse pedido el día libre. Llegamos ya a la hora de acostar a la peque. Los abuelos estuvieron con ella una media hora o así y luego la acostamos.
El sábado fue llegando la familia de Rocío para pasar unos días en casa de los padres de mi esposa y celebrar la navidad juntos. Como ya era una tradición. El primero en llegar, hacia las once, fue el hermano de la madre de Rocío. Con el, Pablo y el padre y hermano de Rocío me fui a comprar comida y bebida para esos días. Ya con toda la comida volvimos a la casa de los padres de Rocío donde ya estaba la hermana de la madre, y su esposo, esperando a que llegáramos para comer. Tras la comida tomamos un café y charlamos mientras iban llegando los primos de Rocío. La pequeña Nuria, de solo cuatro meses, era la protagonista pues era su primera navidad. Ese año Marta llegó con su novio Jorge. Durante la cena Diana invitó a su boda a sus tíos y primos y Marta y Jorge nos invitaron a su boda el nueve de junio en Toledo. Rocío se alegró mucho por su prima. Se llevaba especialmente bien con su prima Marta. A la vez se puso un poco triste, algo que no expresó pero yo noté por no poder estar ese día con su prima. Más o menos por entonces Rocío daría a luz.
– Me encantaría ir y lo sabes – dijo Rocío abrazando a Marta – Pero estaré dando a luz por entonces.
– Lo se cariño – dijo Marta – Cuando me dijiste que estabas embarazada y pensé en la fecha que habíamos elegido me di cuenta que no podía venir.
Rocío la miró y la sonrió aunque por dentro creo que quería llorar de emoción.
– Pero vendrás a ver mi hijo o hija, ¿no? - dijo Rocío
– Lo primero en cuanto pueda – dijo sonriendo
La conversación fue cambiando de temas pero al final acabamos los jóvenes chicos hablando por nuestro lado, los mayores por el suyo y las chicas hablando de varias cosas aunque el embarazo y las bodas, por lo que pude escuchar, parecía ser un tema recurrente. Esa noche a las doce nos fuimos a la cama todos.
El domingo, día de nochebuena, fuimos toda la familia a comer de tapas por Cuenca. Mucha gente nos paró a mi esposa y a mi para felicitarnos por el embarazo. Los cafés los tomamos en casa para que los peques pudieran dormir la siesta. A las siete dimos la charla por terminada y cada uno nos pusimos a hacer una cosa para, dos horas después, empezar la cena de nochebuena. La cena fue muy agradable. Con una de la hijas embarazadas y otras dos con su boda programada para el año siguiente el ambiente era incluso mejor que otros años. Y eso que solía haber bastante buen rollo. Los mayores se acostaron hacia la una y los hijos y parejas de estos aguantamos hasta las tres de la mañana.
04. Semana del 25 al 31 de Diciembre
El día de Navidad me levanté a las ocho al oír que Sandra ya me reclamaba. Con ella bajé al salón y poco a poco fue bajando el resto de la familia de Rocío. Ese día comimos todos juntos, en su mayoría sobras de la cena pero todos se tuvieron que ir pues al día siguiente tocaba trabajar. Antes nos dimos los regalos de Navidad donde la ropa prevaleció. Rocío pidió el veintiséis de vacaciones y así nosotros volveríamos al día siguiente. Esa tarde la pasamos a solas con los padres de Rocío. Ellos se notaba que agradecían estar con su nieta a solas.
El martes nos fuimos pronto por la mañana hacia Madrid. Mis suegros trabajaban y no tenía mucho sentido seguir en Cuenca. Llegamos a Madrid para la hora de comer. Mientras Rocío acostaba a la peque yo hacía una ensalada. El resto de la tarde lo pasamos comprando los Reyes para los hijos de nuestros amigos y mirando algo para mis padres. Esa noche Rocío y yo hicimos el amor.
El miércoles era e cumpleaños de Marco pero este no estaba en Madrid. Estaba en Milán, donde había pasado la Navidad y de donde volvería al día siguiente ya con toda su familia para instalarse aprovechando las fiestas navideñas. Le llamé y le felicité aprovechando, además, para concretar detalles de su llegada al día siguiente. Eran días de poco trabajo y todos los socios nos volcaríamos en ayudarles con todo lo que necesitaran para establecerse en Madrid. Por la tarde Rocío y yo pasamos por la obra para revisar los baños pues ya nos avisaron que habían terminado todos. Estaba todo en perfecto estado. Como en construcción nadie hace nada a la primera supongo que la mujer que habíamos contratado ya había echado las broncas correspondientes. Ella sabía lo que queríamos y no iba a llamarnos sin estar todo perfectamente listo. Tras revisar la obra Rocío y yo nos fuimos a casa y pasamos el resto del día con nuestra hija. Casi ya de la noche.
A las diez de la mañana estábamos los seis socios, esperando a Marco y su familia. Habíamos llevado tres coches. El mío, el BMW serie 3 familiar de Raquel y el coche de Mike. Tras llegar ellos y saludarnos todos fuimos en los tres coches, con todas las maletas, a su nueva casa. La casa la había elegido Marco, con la opinión de Natalia en la distancia y con la ayuda de María. Estaba muy cerca de la de María, a unas dos manzanas, en la zona de Ferraz. Era una casa enorme, de seis habitaciones, salón, cocina y tres baños. Les iba a costar alrededor del millón de euros pero una vez vendieran la casa de Milán su hipoteca se reduciría mucho. Natalia vino en el coche conmigo y su hija pequeña. Pude saber algo más de ella ya que otras veces, por estar en familia, no hablamos de su vida. Ella había estudiado filología italiana y se dedicaba a hacer traducciones de Italiano a Español desde su casa. Estaba especializada en moda pero había traducido otros muchos temas. La preocupaba perder algún cliente al moverse a Madrid pero la mayoría iban a seguir contando con ella. Ese trabajo le permitía trabajar solo media jornada y, aun así, ganar un sueldo casi de jornada completa. Le encantaba dedicarse a sus hijos e ir a llevar y recoger a la pequeña al colegio. Aquí en Madrid sus hijos en edad escolar, los tres pequeños, irían al colegio al que iban las hijas de María. Aunque, claro, llamar a Patricia pequeña, a sus diecisiete años, o a Fran, a sus catorce, no era muy exacto. Pero irían aun así al colegio. Aunque Patricia solo lo haría medio año y luego entraría en la universidad. También me comentó que su familia era de Burgos y el sábado por la tarde subirían para ir a ver a esta y pasar con ellos la nochevieja. Ese día comimos todos juntos y por la tarde Rocío se acercó con Sandra para conocerlos así como María con sus hijas para que se fueran conociendo todos. A las ocho les dejamos en paz para que pasaran su primera noche en su nueva casa. Cada uno nos fuimos a nuestras casas y yo llegué rendido. Cenita y a la cama.
El viernes seguimos ayudando a la familia de Marco a instalarse aunque lo hicimos, principalmente, María, Marga, Alberto y yo. María y Natalia se fueron con la hija pequeña de Marco y Natalia y las hijas de María al parque. Así se iban conociendo. Por fin Marta tenía una chica casi de su edad en nuestro grupo y es que Laura, la menor de Natalia, tenía solo un año más que ella. Alberto, Marga y yo ayudamos a los hermanos mayores y a Marco con distintos papeleos para el colegio y para la casa. A la hora de comer todo estaba resuelto y toda la familia con las hijas de María fuimos a un restaurante de comida rápida. Por la tarde se quedaron descansando y, a la hora de cenar, vinieron a mi casa. Rocío fue recibiendo a los invitados mientras José Carlos y yo fuimos a comprar la cena, de picoteo, a Mallorca. Sándwiches y canapés así como unas tortillas para mantener una charla informal. Yo traté mucho a los tres hijos mayores de Marco. Me hacían mucha gracia porque hablaban un español perfecto pero con un acento italiano bastante cerrado. La hija mayor, Paola, volvería tras las navidades a Italia y me estuvo contando como le iba en la carrera. Al año siguiente, en Madrid, ya la habían admitido en una universidad española de negocios de muy alto nivel. La misma en la que estudió Diana y en la que Rocío se sacó el Masters.
– Yo soy profe en esa universidad – dije
– ¿Vas a ser mi profe? - dijo sonriendo – Me aprobarás, ¿no?
Yo me eché a reír.
– Soy profesor de un par de sesiones del MBA – dije – Yo ni apruebo ni suspendo.
– Un profesor invitado – dijo Marco que estaba siguiendo la conversación – No sabía eso de ti
– Soy un hombre con secretos – dije riendo
Raquel en ese momento se acercó a mi y me acarició en la cabeza
– Secretos oscuros – dijo ella – ¡No te digo!
Y con una sonrisa maliciosa se fue a ver a su hija que la llamaba. Pensé que nadie sabía de mi historia con ella, Rocío, Marga y María. Si tenía mis secretitos. A las diez se fueron todos pues al día siguiente algunos cogían carretera para ir a celebrar la nochevieja fuera de Madrid. Rocío y yo, tras acostar a la peque, decidimos recoger un poco e irnos a la cama.
El sábado por la mañana acompañé a Mike a por el coche que se habían comprado. Se lo entregaban ese día. Por el tamaño de su familia no pudo aprovecharse de los buenos precios de nuestro concesionario BMW y tuvo que comprarse un Chrysler Gran Voyager donde entraban los seis de la familia cómodamente. Más adelante se compraría un BMW para cuando no fuera toda la familia y para ir el a trabajar. Para nosotros era muy cómodo ir a trabajar en coche al tener los directivos plaza de parking en el mismo edificio de oficinas. Al salir del concesionario el ya se fue en su nuevo coche a su casa para recoger a la familia e irse a Burgos a pasar la nochevieja con la familia de su esposa. Yo me fui directo a casa a pasar el resto del día con mi esposa e hija. Lo pasé genial con ellas y una vez mi hija estuvo acostada y tras ver una peli Rocío y yo nos besamos en el sofá. Ella quedó totalmente tumbada en el sofá durante el beso. La quité el cinturón y empecé a desabrochar su camisa. No sin cierta ansiedad ella intentó hacer lo mismo que yo y empezó a desabrochar mi camisa. Una vez termine con su camisa ella solo llevaba la mitad de la mía. La incorporé un poco de cintura para arriba y la ayude a quitarse la camisa. Manteniéndola en esa posición desabroché su sujetador liberando sus estupendos pechos. Baje mi cabeza a mamar sus perfectas tetas mientras ella acariciaba mi nuca con una mano y desabrochaba, o intentaba desabrochar, mi camisa con la otra. Tras un par de minutos en sus pechos me incorporé un poco, desabroché el único botón que quedaba abrochado en mi camisa y me la quite. Acto seguido dejé caer mi cuerpo sobre el suyo y empecé a besarla con pasión. Mis manos jugaban con su pelo, suave como la seda mientras que sus uñas de manicura cara jugaban en mi espalda. Tras un rato besándonos me levanté y ella hizo lo mismo. En ese lugar empecé a quitarme lo pantalones y ella hizo lo propio con los suyos. Que nuestras manos estuvieran ocupadas no impidió que nos besáramos. En calzoncillos y ella en tanga volvimos a besarnos. Ella hizo ademán de sentarse en el sofá para avanzar un paso mas allá pero yo se lo impedí y, de un solo movimiento, la levanté y la llevé en mis brazos hasta el dormitorio.
– Que estoy embarazada – dijo – ¡Como me caiga te mato!
– No te vas a caer amor – dije sonriéndola
Ella se agarró a mi cuello y lo acariciaba mientras salía del salón. En el camino nos mirábamos. Su cara era de ternura, la mía supongo que sería similar. Al llegar la tumbé en la cama y me puse sobre ella besándola con pasión. Beso que, por supuesto, fue recíproco. Tras un minuto de beso mi pene había alcanzado ya su tamaño máximo y bajé mi mano para intentar liberar el acceso a su coño. En cuanto la yema de mi dedo rozo sus labios para apartar un poco el tanga ella gimió con cierta fuerza.
– Fóllame – dijo
Y apuntando mi polla a su coño mientras seguía apartando el tanga con un dedo la penetré. En ese instante ambos gemimos. Su coño era perfecto y el embarazo aun no lo notaba en este. Otra cosa sería después de dar a luz. Tenía el tamaño perfecto para que entrara sin problemas pero a su vez mi pene sentía todas las paredes de este. Una vez mi polla estaba totalmente dentro empece a penetrarla con todas mis fuerzas. Ella gemía como hacía un tiempo que no lo hacía y es que nosotros hacíamos el amor muchas veces pero esta vez follábamos. Y cuando uno folla no busca demostrarle a su pareja que la quiere sino que busca solo placer. Seguí follándomela mientras ambos gemíamos. Creí entender que me decía que me quería y que siguiera pero ni a ella se la entendía ni yo estaba en condiciones de entenderla. De todas formas seguí durante un par de minutos hasta que se corrió. Al correrse, los espasmos de su coño crearon tal presión en mi pene que hizo que este escupiera todo lo que llevaba en su interior. Acabé junto a ella, mirando al techo y exhausto con ella acurrucada junto a mi y su mano derecha acariciando mi pecho. Ambos caímos dormidos muy pronto.
El domingo a primera hora de la mañana fuimos a casa de mis padres. Comimos con ellos y esa tarde fue llegando la familia de Manuela gradualmente. Mis “tíos” y mis “primos”. La primera en llegar fue Marisa, mi prima favorita, con su marido Juan y sus dos hijos, Cecilia y Nacho. Era la primera nochevieja con todas las parejas con hijos ya que ese año nació el primer hijo de Juan Carlos y Patricia. Tenía ya casi un añito mientras que el más pequeño era el hijo de Marisa con algo menos de siete meses. Parecía una guardería pero lo pasamos bien. A las diez acostamos a todos los niños menos Cecilia y nos pusimos a cenar. Cecilia aguantó hasta las uvas, tras la cena, pero justo al finalizar estas se fue a la cama. Los demás nos fuimos a eso de las tres de la mañana tras brindar por el nuevo año que entraba.