Mi historia (65: Mayo 2006)
Estalla la situación en el banco de Rocío, avanza la negociación con Milán, Diana se busca socia, sorpresa en la junta de la empresa de mis padre... y esto solo es parte. Además al final tengo una idea ... ¿buena?
01. Semana del 1 al 7 de Mayo
El lunes era fiesta en nacional y quedamos a comer con los padres de Rocío antes de que salieran de vuelta a Cuenca pues el martes solo era fiesta en Madrid. Un día muy normalito con toda la tarde para pasarla en familia. Rocío y yo con nuestra hija. Ese día, tras acostar volvimos a hablar de lo que habíamos hablado el día anterior echando un polvo. De aumentar la familia. Decidimos, ya más tranquilos, primero buscar casa y luego buscar el niño. Una vez la casa estuviera comprada y mientras la amueblábamos ya podíamos buscar el nuevo bebé.
El martes era fiesta en la Comunidad de Madrid y Rocío y yo fuimos al club con nuestra hija y mis padres. Allí jugué yo con mi padre y un par de amigos suyos al golf mientras Manuela y Rocío tomaban un aperitivo con mi hija y varias amigas. Que mi esposa se llevara tan bien con mi madre, a pesar de la gran diferencia de edad, era un consuelo. Cuando volvimos, solo jugamos nueve hoyos, fuimos a comer al restaurante del club todos los que habíamos jugado con nuestras esposas. Mi hija fue la protagonista ya que mi padre era el único con nieta. Salió el tema del banco, y cuando digo salió quiero decir que lo sacó mi padre, y consiguió el compromiso de apoyo de ellos a Rocío si ocurriera algo. Uno de ellos había sido cliente de Juan José, antes de ser este director de la central y luego de Madrid, pero no le tenía especial aprecio. Hablaron con Rocío de estrategias de inversión. Ninguno sabía que era subdirectora de la oficina, aunque fuera un título no oficial. Rocío dio una esplendida imagen, algo normal en ella, y se fueron quedando un día a tomar café la próxima vez que fueran al banco. Tras los cafés se fueron y quedamos solos en el restaurante.
– Que casualidad que las dos personas con las que hemos jugado hoy al golf fueran clientes del banco de Rocío, ¿verdad? - dije mirando a mi padre
El solo sonrió mientras Rocío le miraba
– No se si echarte la bronca o darte las gracias – dijo Rocío riendo
– Si quieres échame la bronca – dijo mi padre – pero no tienes que darme las gracias
Eso nos desarmo. Pasamos un rato paseando por el club y llamamos a Marisa, sobrina de mis padres prima mía, para felicitar a Cecilia, su hija. Tras un rato nos fuimos a casa a descansar pues al día siguiente tocaba currar. Por la tarde y noche todo muy normal.
El miércoles era el cumpleaños de Esther, la directora de nuestra empresa de zapaterías de lujo, y me la llevé a comer junto con su marido Ángel que dirigía nuestra empresa de importación de calzado. Cuando podía me gustaba comer con ellos en sus cumpleaños y así no solo ver sus inquietudes laborales sino también las profesionales. Con ella estábamos preparando la apertura de la sexta tienda ese mismo mes. Estaba contenta con el impulso que dábamos a la empresa que ella fundó. Tras un día de trabajo normal me fui a casa donde llegué hasta las siete. Elizabeth me ayudó a bañar, dar de cenar a la peque y, una vez acostada, se fue. Rocío no llegó hasta las diez de la noche tras una reunión muy tensa en el trabajo. Al parecer seguían tensando la cuerda. O el presidente no había hecho nada o había sido muy duro y estaban gastando sus últimos cartuchos. El director de Madrid y enemigo de mis amigos y esposa había llegado a amenazar con el patrimonio de la familia de su cuñado que era una familia de las ricas de toda la vida.
– Fíjate que el pringado este me ha llegado a decir si iba a amenazar yo con los once milloncitos de mi maridito.
– ¿Ha dicho eso?
– Si – dijo Rocío – Y ahí hemos dado por finalizada la reunión.
– Mañana mi padre y yo te pasamos apoyos – dije
– No – dijo – Mañana tenemos otra reunión y queremos que parezca que no tengamos apoyos. El fin de semana si los necesitamos los cogemos y damos una cornada inesperada el lunes que viene.
Yo sonreí.
– Me gusta ese toque duro – dije
Rocío intentaba dar imagen de dura pero yo se que todo esto la influía mucho y no quería presionarla. Cenamos y vimos un poco la tele abrazados antes de irnos a la cama donde, Rocío abrazada a mi, terminó por dormirse tras un rato algo inquieta.
El jueves por la mañana todo fue bastante normalito. Sin muchos problemas en el trabajo me fui a casa de Raquel a comer. Aunque ambos sabíamos que eso no era a lo que verdaderamente íbamos. Ya en la casa nos sentamos en el sofá. Tras unos minutos en los que los avances de nuestro hijo en común, biológicamente al menos, fue el tema principal, nos unimos en un beso de extrema pasión.
– La chica viene en una hora más o menos – dijo Raquel – No nos la juguemos.
– ¿30 minutos? – pregunté
Raquel llevaba un vestido gris con mangas largas y cuello alto. En sus pies unos tacones muy altos y finos en dos tonos de gris. Me acerqué a ella y sin levantarse llevó las manos a mis pantalones dockers y, bajando la cremallera, sacó mi polla. La estuvo acariciando durante un buen rato sin dejar ni un segundo de mirarme a los ojos. Lo que hizo luego fue llevársela a la boca donde se la metía y la chupaba como si fuera una piruleta repetidas veces. Una vez empezó con la mamada apenas me tocaba la polla con las manos y estas se dedicaban a acariciarme el culo y mis abdominales. Tras un rato sentada pasó a arrodillarse en el suelo. Ya en esa posición yo apartaba un poco su cabello y ella acariciaba mis glúteos con ambas manos. Yo pronto llevé una de mis manos a sus senos y bajé un poco el vestido para que quedara su sujetador a la vista. Besé un poco su canalillo y la parte superior de sus senos y volví a colocarla el vestido. Tras incorporarla la hice sentarse en el sofá y, arrodillándome yo, la quité el tanga negro que llevaba ese día. Acerqué la raja de su coño al borde del sofá y empecé a penetrarla con fuerza. Intentaba llegar todo lo dentro que pudiera. Ella con cada una de mis entradas daba un gemido bastante grande. Yo gritaba a la vez que lo hacía ella. Estaba dándola polla con mucha fuerza. Subí una de sus piernas sobre mi hombro y seguí follándola con fuerza. A mi me era imposible dejar de gemir. Con nuestros gemidos subiendo en intensidad la hice poner su cuerpo de lado y paralelo al borde del sofá. Yo me subí a este tras ella y, desde atrás y también de lado, pasé a follarla. Esa posición era mas cómoda para mi y la empecé a follar con mucha mas fuerza ya que la otra posición me cansaba. Parecía que no habíamos hecho nada pero ya nos habíamos comido mas de quince minutos de los treinta que teníamos. Yo acariciaba su cuerpo y sus tetas, sobre el vestido, mientras no dejaba de follarla. Apurado por el tiempo decidí bajarme del sofá y arrodillarme ante ella para poder comerla un poco el coñito. En parte para darla mas variedad pero sobre todo porque me apetecía a mi. aparté de ella tras un rato y me tumbe con toda mi espalda en el sofá y los pies en el suelo. Estaba fuera del sofá de cintura para abajo. Ella se arrodilló un segundo junto a mi y me dio una mamada de no más de un minuto. Tras ella se acercó a mi y me besó en la boca mientras con una mano buscaba mi polla para que la penetrara. Ya con ella en la mano se dejó empalar y cabalgó con pasión sobre mi. Entre la necesidad de corrernos ya y el placer que me estaba dando su coñito a mi me quedaba poco para eyacular. Yo ayudé con movimientos de mi cadera y cuando pensaba que iba a ser yo el primero en llegar al orgasmo Raquel explotó en uno algo escandaloso. Esperaba que no la hubieran escuchado sus vecinos. El verla gemir de esa manera y la contracción de su coñito hizo que yo también me corriera. Fue un orgasmo consecutivo en vez de simultaneo pero creo que ambos quedamos mas que satisfechos. Tras el polvo fuimos rápido a asearnos y luego a comer. De vuelta en la oficina llamé a Rocío para desearla buena suerte en la reunión y, no muy tarde, me fui a casa para que Elizabeth se pudiera ir a casa a descansar pues el viernes madrugaba bastante para llevar a Sandra a la guardería. Rocío ese día llegó a las once y, nada más verme se tiró a mi, me abrazó y se echó a llorar. Yo la abracé, la acaricié y esperé a que se calmará.
– Ese tío es un insolente – dijo Rocío – No se como será con los clientes pero con nosotros es un maleducado y un misógino. A Laura y a mi nos llama de todo, desde muñequitas hasta modelos de pasarela. Y eso que está Antonio dándole caña pero yo es que a un personaje así no se como tratarle. Cuando me dicen que estoy ahí por que mi maridito es un comerciante no se que decir.
– ¿Me ha llamado comerciante? - dije
– Si. Yo he tenido que calmar a Antonio porque he notado que iba a ser muy maleducado con el. Si el hombre este es un maleducado allá el. Nosotros no podemos serlo. Tenemos una responsabilidad con el banco.
– Tranquila – dije – Llamamos a mi padre, mañana te buscamos apoyos y el sábado igual. El domingo a ver si el cumpleaños de Elena hace que te relajes.
Rocío me sonrió y me besó. Cenamos una ensalada. Tras la cena Rocío llamó a mi padre y le estuvo contando todo, con la voz cogida casi como si estuviera llorando. Mientras yo cogía su mano. Mi padre lógicamente dijo que el viernes el conseguía apoyos y que el sábado comíamos juntos. Esa noche Rocío apenas pudo dormir. La tenía pegada a mi y notaba como se movía inquieta en la cama. Le gustaba su trabajo, no le gustaban las batallas que nada tenían que ver con el.
El viernes la reunión mensual, que habitualmente era a las doce del mediodía la moví a las ocho y media para que me diera tiempo a irme luego al trabajo de mi padre para ayudarle a conseguir apoyos para Rocío y mis amigos. Abril fue un buen mes en cuanto a facturación, acercándose al récord de Diciembre del año anterior, pero el gasto extra por la apertura de la nueva zapatería hizo que la cifra de beneficios, sin ser mala, no fuera tampoco excepcionalmente buena. La reunión fue corta pues mis socios sabían que ese día estaba con Rocío en mi mente y, en esos momentos, nuestros esfuerzos más que en el holding estaban en buscar dinero para comprar la empresa italiana. Al llegar al despacho de mis padres este hablaba por teléfono. Yo me senté a oírle terminar de hablar. Una vez lo hizo se levantó y me saludó de un beso.
– Venga – dijo – Te he dejado a Javier y Gerardo. Esos son fáciles. Luego toca a tus socios en la empresa de transporte aunque ellos solo tienen en el banco cuentas empresariales. ¿Te atreves con Rodrigo y Marcos? - dijo refiriéndose a nuestros socios con los que empezamos mal y ahora teníamos mucha mejor relación
– Por mi esposa me atrevo con todo – dije
Mientras el llamaba a amigos desde su teléfono yo llamé a las tres personas que tenía que tocar. Todas me dieron su apoyo. La esposa de Gerardo, Carmen, que estaba con el, fue casi más allá y dijo que llamaría a unas amigas. Mis socios no pusieron ningún problema en apoyar a Rocío y Rodrigo y Marcos pusieron su dinero en la banca privada así como las cuentas de sus empresas para el sumatorio. Todo el mundo sabía que de esta gente ni la mitad cambiarían de banco pero en el mundo de las finanzas el mero apoyo ya era importante. A las dos mi padre dejó de hacer llamadas y nos fuimos a la oficina de Rocío para esperarla y comer con ella. Se unió mi madre. Esperábamos en la puerta cuando salió Juan José,el hombre que estaba montando todo el lío, y me vio con Mariano y Manuela. Obviamente los conocía y me pareció que no esperaba verlos conmigo. No podía ser que fuera tan estúpido como para no haberse enterado que ahora eran mis padres.
– Lo sabe seguro – dijo Mariano – Pero que estemos aquí manda un mensaje y es que no solo ponemos nuestro dinero de su lado, que ya es bastante, sino que estamos muy involucrados en este tema. Eso probablemente no lo esperaba.
– No entiendo – dije
– Bueno – dijo de nuevo mi padre – Seguro que pensó que Rocío como sustituta de nuestra hija no fuera de nuestro agrado. Que te queramos quizás lo entienda. Que queramos a Rocío ni se le pasó por la cabeza.
– Solo tenía que haber preguntado – dije
– Si – dijo Manuela – Pero seguro que le pareció tan evidente que ni pensó que fuera necesario.
Yo no lo entendía pero bueno. Cuando salió Rocío mi padre le dio la lista de apoyos y Rocío alucinó. Eran números importantes, Rocío y yo echamos una ojeada a la lista ya en el restaurante. A mi me alucinó la pasta de mis padres.
– ¿Tenéis 85 millones de euros en el banco? - dije
– Si – dijo mi padre – La venta de mis empresas anteriores fueron muy rentables y con el dinero invertido tantos años es difícil no acumular un gran patrimonio. Para el 99% de España somos unos pijos y unos derrochadores pero sabes que en nuestro entorno la gente es mucho más excéntrica que nosotros.
Yo asentí con la cabeza
– Solo vosotros – dijo mi madre – Sois millonarios con menos excentricidades que nosotros. Y lo digo como un halago.
Besé a mi madre y seguimos revisando la lista. Al sumar nos quedamos mi piedra. Mi padre había conseguido el apoyo de amigos con cuatrocientos millones de euros en el banco. Eso sumado a los capitales de los clientes que estaban con ellos, el mío, el de mis padres y el de mis socios - diez millones de Javier y uno de Enrique mi socio en la empresa de transporte, que pensábamos no tenía nada en banca privada en el banco de Rocío – ponía el total en algo menos de ochocientos millones. Para un banco que manejaba dos mil ochocientos millones de inversión en su rama de banca privada era casi un tercio de la inversión.
– Gracias – dijo – Es mucho más de lo que esperaba. Hemos calculado que ellos no llegan a los cuatrocientos millones. No entiendo como has conseguido esto en un día.
– Lo has conseguido tu sin saberlo – dijo Manuela – Muchas de estas personas tienen esposas con las que hemos tomado un café en la casa club mientras nuestros maridos jugaban al golf. Cariño das muy buena impresión.
Manuela cogió la lista y empezó a repasarla con nosotros De los cuatrocientos millones, trescientos eran del club. Los otros cien eran de conocidos de mi padre de fuera de Madrid.
– Y algunos no tienen el dinero en tu banco – dijo Manuela – M i amiga Virginia y su marido son las personas más ricas que conocemos como para pedirles un favor así pero tienen el dinero en otro banco. Ellos solos serían casi doscientos millones.
Seguimos comiendo con mi esposa dando las gracias casi obsesivamente. la comida nos fuimos a por Sandra y luego al cole de las hijas de María donde quedamos con ellas pues era el cumpleaños de Elena. Ese día lo celebró Elena con sus amigas en casa y nosotros ayudamos en lo que pudimos. Rocío usó el ordenador de María para enviar a José Luis, su jefe, y Antonio el listado de apoyos que Mariano había conseguido. Una vez cumplido ese trámite se volcó en el cumpleaños de Elena. Rocío la adoraba y el sentimiento era mutuo. Elena estaba con sus amigas y Rocío mucho tiempo pendiente también de ellas. Cuando se fue la última amiga nos fuimos a casa para descansar pues mis padres llamaron, en medio del cumpleaños de Elena, para quedar a comer con mis padres en el club al día siguiente.
El sábado nos preparamos como mi madre le dijo a Rocío por teléfono. Elegantes sin pasarnos. Ese día no habría partidos sino una comida importante para nosotros. Sabíamos que sería para Rocío pero no sabíamos con quien. Yo me puse unos dockers con una camisa azul de cuello blanco y una americana. Rocío se puso un pantalón blanco, vaquero muy ajustado que marcaba sus curvas, con un cinturón del mismo color y un top azul eléctrico que solo cubría uno de sus hombros. Era un top espectacular. En sus pies unas sandalias de siete centímetros blancas componían un atuendo elegante pero joven. Muy de ir al club a ver a los amigos. A mi hija la pusimos un vestido nuevo que le regaló su abuela de Cuenca, la madre de Rocío, y nos fuimos para el club. Allí dimos de comer a la peque antes de entrar al restaurante donde nos esperaban mis padres con el presidente del banco de Rocío y la que debía ser su esposa. Apreté la mano de Rocío y entre dientes. para que no me oyeran los demás, le dije a Rocío que estuviera tranquila. Al llegar a la mesa nos dimos los saludos de rigor y nos sentamos los tres a comer. Al parecer el presidente se había hartado de la situación y le pidió a Rocío que le explicara esta. Rocío le contó todo con detalle pero curiosamente no le contó los insultos personales.
– Conoces a Jesús, ¿verdad?
– Claro – dijo Rocío – Es de las pocas personas que han mantenido un poco la calma en esta situación. No me gusta lo que ha pasado pero tampoco voy a dejar que me avasallen.
El presidente del banco echó una risita que nos desconcertó.
– Si lo que me cuenta Jesús es del todo cierto, y confió en el, a ti no te avasalla nadie – dijo el presidente – Se de este problema desde el principio. Me hice el loco cuando tu marido y tu suegro quisieron comer conmigo. Aunque una cosa me quedó clara en ese momento, esto iba a estallar y tenía que detonarlo yo antes de que el daño fuera a peor. Jesús ha sido mi topo. Ahora que explota lo tengo que destapar.
– Que perro eres – dijo Mariano sacando de todos una risa
– No he llegado a presidente del banco no enterándome de lo que pasa en mi casa – dijo – Nuestra división de banca privada no es de las más grandes y creo que para crecer necesitamos gente preparada, inteligente y con fidelidad al banco. Tu has demostrado las tres cosas. Se que Juan José te llamó modelo de pasarela, Barbie y otras cuantas sandeces. Podías habérmelo contado pero en vez de eso me has intentado convencer con argumentos meramente empresariales. Me has contado como has subido en el banco y como eso le ha dolido pero te has guardado los ataques personales a ti y a tu grupo. Eso te honra. Cuando he venido esta comida, tras cenar ayer con Jesús, tenía claro que quería haceros saber que tenéis mi apoyo pero tras tu exposición de lo ocurrido tienes algo más, mi admiración. Si Juan José es incapaz de ver lo que ha hecho que pases de asesora a subdirectora de central en cinco años es que está ciego. Para mi es bastante evidente. El crecimiento de la rama de banca privada de nuestro banco tiene que sustentarse en Antonio, su mujer y en ti.
– Gracias – dijo Rocío – José Luis nos ha ayudado mucho
– José Luis – dijo refiriéndose al actual director de banca privada del banco – ha demostrado un gran olfato a la hora de saber quien era bueno y quien no. En quien tenía que apoyarse para crecer. Pero ha sido sido incapaz de hacer crecer el banco. Por ahora seguirá, me libraré de Juan José y, cuando vea que estáis listos le daré una patada para arriba. Esa rama la voy a dejar en las manos de vosotros tres. Pero sobre todo en tus manos y en las de Antonio. Vosotros dos tenéis futuro.
– Gracias – dijo Rocío que no sabía más que decir
Seguimos hablando de los planes de futuro que el presidente tenía para el banco. En ellos la división de banca privada crecería por el impulso de Antonio y Rocío con la ayuda de Laura. Una cosa que valoraron en Rocío fue las ganas que ella tenía de darlo todo siendo la esposa de un millonario. Podría dedicar su vida a criar a los niños pero, a la vez que quería tener varios hijos, quería tener una vida profesional lo más exitosa posible. Hablamos de mi empresa, de la compra de la empresa italiana y el presidente me dijo que lo del crédito no podía ser problema. Para una empresa como la nuestra, con un crecimiento espectacular y siempre en beneficios, conseguir entre siete y diez millones de euros de crédito sería fácil. Me dio el teléfono del director de riesgos del banco y poco a poco la comida fue hacia derroteros mas agradables. A hablar de familia, aficiones y esas cosas. Rocío estaba cada vez menos tensa, demostrando ya su calidad humana y metiéndose a la esposa del presidente en el bolsillo. Tras los cafés nos despedimos de ellos y, cuando estuvieron fuera de nuestra vista, todos abrazamos a Rocío. Esta llamó a Antonio y se lo contó todo. Tras un rato paseando con mi hija por el club nos fuimos a casita a descansar. Esa noche hicimos el amor, con Rocío de muy buen humor. Ni siquiera fue necesario usar la lista de gente que la apoyaban.
El domingo el día muy bien, con Rocío de buen humor en la celebración del cumpleaños de Elena, cuando llamó a Antonio a Rocío. Esta salió del salón un momento para hablar. Y al volver dio la noticia de la dimisión de Juan José. A esos niveles nadie es despedido. La gente dimite, generalmente por motivos personales. Lo cierto es que sería indemnizado y le mandaban a la calle. Había ganado Rocío. Nuestros amigos que sabían lo mal que lo había pasado la felicitaron. Tras la felicitación Rocío llamó a mis padres para contárselo y darles las gracias. Fue duro, con Rocío pasándolo muy mal pero habían ganado. A partir de ese momento se volcó en Elena, su niña preferida tras Sandra, tras un par de días nerviosa. Esa tarde, ya de camino a casa, me contaba el peso que se había quitado de encima y como lo que más la dolió fueron los ataques personales y los insultos. Mi esposa ya estaba muy unida a mis padres pero esto terminó de unirlo. Ya en casa dejamos el tema y nos centramos en mi hija a la que bañamos, dimos la cena y acostamos. Con la niña en la cama no tardamos mucho en besarnos en el sofá e irnos corriendo a la cama a hacer el amor.
02. Semana del 8 al 14 de Mayo
El lunes era el cumpleaños de Marga y al llegar al trabajo lo primero que hice fue ir a felicitarla. Comimos todos los socios juntos ese día. Era un día en el que al llegar a casa esperaba con ansias la llegada de Rocío. Al hacerlo se tiró a mis brazos y me abrazo. La reunión ese día fue menos intensa. Faltaba la aprobación de la central del banco pero Antonio sería director de todo Madrid, el puesto de Juan José. El vicepresidente cuñado de Juan José, por lo que se rumoreaba en el banco, se mantenía en el puesto pero con un buen rapapolvo del presidente. Con el apoyo del presidente del banco la aprobación de la central era un mero trámite administrativo. Rocío esa noche durmió como un tronco. Seguro que lo agradeció.
El martes con Ana fui a visitar al contacto que el presidente del banco de Rocío me había pasado para pedir el crédito. Al final habíamos decidido, esa misma mañana entre Ana, Raquel y yo, que necesitaríamos ocho millones de euros. Nuestros números eran buenos pero quizás teníamos un perfil de crecimiento algo agresivo. Aun así no nos costó mucho conseguir el crédito. Sería un crédito a dos años. Si bien nos dijo que nos lo darían faltaba la respuesta oficial, por escrito, y los términos finales de este que nos llegaría en una semana. Al volver a la oficina aproveché para comer con Ana y Marga y ver, ya que ahora sabíamos cuanto íbamos a gastar en la empresa italiana, las aperturas que podíamos afrontar sin meternos en problemas. Tras a comida contesté unos cuantos correos y devolví varias llamadas antes de irme a casa a jugar con mi hija. Rocío llegó pronto a casa ese día y jugamos con nuestra hija juntos. Ver a Rocío contenta tras varios días fue increíble para mi. Una vez acostada la pequeña hicimos el amor juntos incluso antes de cenar. Llevábamos unos días en que nos teníamos ganas.
El miércoles Rocío me llamó para comentarme que Antonio había sido nombrado director para Madrid de la rama de banca de inversión del banco. El puesto de Juan José era suyo oficialmente y quedamos para cenar. Tenía trabajo y le dije a Rocío que iría directamente desde el trabajo. A las siete seguía en la oficina y vino María. María ese día llevaba un vestido color negro muy discreto y elegante. El vestido llegaba justo hasta la rodilla. En sus pies llevaba unas sandalias negras. Se sentó sobre mi, de rodillas sobre mi butaca con ambas a los lados de mis piernas, y llevó su boca a la mía. Tras un rato besándonos yo la sonreí y ella me volvió a besar en la boca con pasión mientras nuestras manos buscaban rincones especiales del otro.
– Tengo muchas ganas de estar contigo – dijo – Hoy Elisa estaba pachuchita y mientras la medía la temperatura por la mañana me hubiera gustado que hubieras estado allí. Con nuestra hija.
Yo la sonreí sin saber que decir. No me importaba, incluso me gustaba, que Elisa fuera hija mía pero cuando ella o Raquel se ponían así me daba un poco de vértigo. Ella debió notar que me intimidaba la situación y llevó su mano a mi entrepierna. Desabrochó mi cinturón y el botón y cremallera de los dockers que llevaba ese día y me beso. Se levantó un momento de mi y me bajó los pantalones hasta los tobillos. Tras dejarlos ahí levantó su vestido provocativamente y se bajó el tanguita que llevaba ese día hasta quitárselo del todo y tirarlo al suelo. Tras ello dio un pequeño beso a mi polla, se la metió luego un poco en la boca y se volvió a subir sobre mi. Solo que esta vez lo hizo cogiendo mi polla, que ya estaba totalmente erecta por la emoción, y apuntándola a su coñito. Poco a poco se dejó caer sobre mi polla hasta que toda estuvo en su interior. En su cara podía ver perfectamente una increíble mezcla de emoción y excitación pero ella mantenía silencio. Hasta que de repente explotó.
– ¡Si! - dijo María en mi oído – Si alguna vez decido tener otro niño será tuyo. Lo he decidido esta mañana con Elisa. No se lo he dicho a Raquel y Rocío pero si no me dejan no tendré más hijos.
Yo puse cara de sorpresa y ella empezó a cabalgarme. Yo la besé en la boca.
– Eres mi hombre – dijo María en alto – Eres maravilloso.
A mi me hizo gracia y ella dio una pequeña risita traviesa antes de volver a besarme e incrementar el ritmo de la follada. Estuvo cabalgándome bastante fuerte durante unos minutos hasta que casi simultáneamente acabamos ambos orgasmando y yo llenando su coño de semen. Nuestros gemidos fueron silenciados al estar siendo volcados en la boca del otro durante un excitante beso con lengua. María se arregló un poco, se puso su tanga de nuevo, y me dio un pico antes de irse de mi despacho. Yo descansé un poco, me vestí, me aseé y me fui al restaurante donde Antonio, Laura, Rocío y yo íbamos a cenar para celebrar que a Antonio lo habían nombrado director de Madrid. La cena iba muy bien y alguien tenía que hacer la pregunta, lógicamente fui yo.
– ¿Quien va a ser director de la central? - dije
– Tu mujer – dijo Antonio
– ¿Si? - pregunté yo
– No se sabe – dijo Rocío mirando inquisidoramente a Antonio – Antonio dice que voy a ser yo pero podemos ser cualquiera de los cinco team leaders de la central.
– Va a ser ella – dijo Laura – De la central solo tres team leaders son del consejo asesor. Los otros dos no tienen posibilidades. De esos tres uno era partidario de Juan José. Tiene dos años más de experiencia como team leader pero es del grupo perdedor. El otro era uno de los pocos neutrales y podría ser la única competencia de Rocío.
– Bah – dijo Antonio – No tiene ninguna posibilidad. Todo el mundo en el consejo sabe por Jesús que, para el presidente del banco, Rocío y yo somos vitales en el banco. No se que hizo tu esposa el sábado pero el presidente es fan de ella. Y por suerte a mi me ha tocado el premio gordo.
Rocío le dio un golpecito a Antonio en el brazo y yo reí.
– ¿Y Jesús? - dije – Es la mano derecha del presidente en vuestra rama del banco.
– Jesús es director de análisis. Es un puesto al mismo nivel que el de director de la central y más acorde a su perfil.
Yo asentí.
– En todo caso – dijo Rocío – Hasta el día veintidós no se elije al nuevo director de la central y yo no quiero hacerme ilusiones. Estamos celebrando el puestazo de Antonio
Todos reímos y seguimos con la cena hasta casi las doce cuando nos fuimos a la cama. Elizabeth leía cuando llegamos. Era maravilloso tener a Elizabeth contratada. Tras un año con ella confiábamos en ella completamente.
El jueves Mike pidió comer conmigo y Raquel y ambos aceptamos. Durante la comida nos comentó que la noche anterior, en una cena, un cliente le comentó que su hermano estaba creando una empresa grande de telefonía móvil y le podría interesar nuestra pequeña empresa. Raquel y yo estábamos de acuerdo en escuchar ofertas pues era la empresa que menos proyección tenía. Además, si bien no perdía mucho, sus beneficios eran muy bajos. Mike quedó encargado de recoger la oferta y la discutiríamos una semana después. Por lo demás fue un día de lo más normal tanto en la oficina como en casa.
El viernes en la oficina todo fue bastante tranquilo. Estábamos todos esperando la respuesta al crédito y la oferta por la empresa de móviles. Así yo me dediqué a analizar números de la empresa de mi padre en un día raro. Tras comer con Rocío y María me fui a por la peque con mi esposa y luego de compras ya que ese fin de semana lo teníamos llenos de cumpleaños. Por la noche, tras acostar a la peque, Rocío y yo hicimos el amor.
El sábado celebrábamos el cumpleaños de Elisa, mi hija con María, pues el fin de semana siguiente su hermana Elena tenía un torneo de tenis muy importante en nuestro club. El cumple fue similar a otros muchos pero para mi los de Marta y Elisa eran especiales pues a ellas adjudico buena parte de mis ganas de tener hijos con Rocío. Ellas dos dispararon mi instinto paternal. Elisa jugaba mucho Susana pero a ratos venía conmigo y tenerla en mis rodillas era una sensación especial. Aunque es cierto que Marta, que no tenía niñas alrededor de su edad, se ponía un poco celosilla. A Elisa la regalamos un juego educativo y un par de preciosos vestidos de Gant. Tras el cumpleaños nos despedimos hasta el día siguiente que nos volveríamos a ver en casa de Marga.
El domingo tras levantar a la peque y vestirnos fuimos a casa de Marga y Mike donde celebraríamos el cumpleaños de esta, que fue el lunes anterior, y el de Raquel que era ese mismo día. Era la primera vez que celebraban su cumple juntas pero les pareció mejor para así al día siguiente, que era fiesta en Madrid, celebrarlo cada una con sus familiares. Fue un cumpleaños espectacular. Que fuera de dos hacía que hubiera dos protagonistas y no había ninguna envidia ni celo. Raquel y Marga se llevaban genial. Marga empezó como subdirectora de Raquel y esta siempre fue la que más la apoyo en el trabajo de cara a nosotros al comienzo. Ahora no hacía falta que nos intentara convencer nadie. Marga era absolutamente imprescindible. Tras los cafés regalos a las dos. Nosotros hicimos regalos similares. A ambas unos zapatos de Sara Navarro y un vestido de marca aunque a cada una de su estilo. A Raquel un poco más atrevido y a Marga un poco más tradicional aunque en ambos casos pijitos y elegantes. Puesto que al día siguiente era fiesta quedamos con María en invitarles al club al día siguiente para que Elena pudiera jugar y probar nuestra pista y así tener una pequeña ventaja.
03. Semana del 15 al 21 de Mayo
El lunes quedamos con María y los suyos, por la mañana pronto, en casa de mis padres para desayunar. El desayuno parecía el de un buen hotel. Pastelería, buenas mermeladas, zumos, café, colacao y mil cosas más. Mis padres se habían tomado en serio que quedáramos allí antes de ir al club. Fue necesario quedar con ellos pues cada socio solo podía invitar, sin un permiso especial, a tres personas mayores de tres años. Así mis padres fueron con nosotros e invitaron a María y Arturo y yo invité a las niñas. Ese día habíamos reservado una de las pistas de tenis durante cuatro horas por la mañana. Elena empezó a pelotear con Rocío pero esta pronto tuvo que dejar el puesto a Arturo pues no podía seguir el ritmo a Elena ni en el peloteo. Yo intenté meterme un rato pero igualmente Elena era muy buena. En mi época juvenil gané algún torneo interno del club pero Elena estaba a otro nivel. El torneo que iba a jugar era un torneo que, por invitación, jugaban dieciséis de los mejores tenistas de España de su edad tanto femeninos como masculinos. Cada año se jugaba en un lugar de España y ese año tocó en nuestro club. Tras el peloteo Elena jugó un partido contra su padre, que fue un muy buen jugador de tenis en sus años mozos, y le apalizó. Yo sabia que Elena era buena pero ahora entendía que era algo más que eso. Era muy buena. Que su padre tuviera ya una edad influyó pero era buenísima. Yo estuve las cuatro horas mirando pero María y Rocío, con mi madre, se llevaron a ratos a Elisa, Marta y mi hija a pasear por el club para que no se aburrieran. Mientras esperábamos a comer me di cuenta de lo buena que era Elena.
– Lo has hecho muy bien – dije
– No – dijo Elena – El reverso no me ha funcionado bien y he fallado varias voleas fáciles. Si juego así el fin de semana no paso de primera ronda.
Yo miré a su padre y el se encogió de hombros.
– Tu hija habla como una profesional – dijo mi padre
Una vez nos sentamos todos a comer dejamos el tema del tenis de lado para que las pequeñas no se sintieran dejadas de lado. Las niñas empezaban a hacer deporte pero no se sabía si iban a ser o no como su hermana. A Marta, la mayor de las dos, parecía que le iba a gustar más estudiar que hacer deporte. Tras la comida volvimos a casa de mis padres para tomar el café y para que María y Arturo cogieran su coche pues lo habían dejado allí. A las ocho ya estábamos en casa y, tras bañar a mi hija y acostarla, cenamos Rocío y yo hablando de la casa que buscábamos. No teníamos claro que buscar. Si sabíamos que nuestro número ideal de niños sería tres y, por tanto, buscaríamos un mínimo de seis habitaciones. Una para nosotros, una para cada niño, un despacho y otra para los invitados. Tras un rato charlando acabamos en la cama besándonos y quedamos dormidos.
El martes a las doce llamé a Ana pues había llegado por mensajero la respuesta del banco a nuestra petición de crédito. Cuando llegó se sentó junto a mi en mi pequeña mesa de reuniones y nos dimos un besito antes de abrir el sobre. El resultado era el esperado, nos concedían el crédito que era a dos años y debíamos pagar 354.565 euros al mes. Al finalizar el primer año podríamos cancelar el crédito con el pago de cuatro millones de euros. Mientras leíamos el resto del contrato yo acariciaba la pierna de Ana y, a ratos, bajaba mi mano a su pantorilla para acariciar sus botas. Ella me miraba sonriente y empezó a acariciar mi muslo por la parte interior. No tardamos mucho en empezar a besarnos y a acariciarnos con más fuerza. Ella se subió sobre mi y yo empecé a acariciar su cuerpo.
– Dios – dijo – Te quiero. No se si deberíamos seguir. No podemos pasar de esto y yo quiero mucho más.
Yo la besé para intentar tranquilizarla y que, al menos, estuviera dispuesta a seguir con el magreo. Metí mi mano por debajo de su falda y acaricié su muslo bajando a ratos a sus botas. Mis caricias hacían que ella poco a poco se fuera calentando y gimiendo. Lo hacía bajito pues estábamos en el trabajo. Pillándola por sorpresa metí mi mano entre sus piernas y acaricié su coño. Ella soltó un pequeño gemido algo más alto y yo la besé para ahogarlo mientras mi mano jugaba con su coño un poco más haciéndola un dedo. Tras un rato ella se corrió aunque ahogamos el sonido de sus gemidos a base de besos. Una vez se calmó lloró un poco. Yo limpie sus lágrimas.
– Te quiero – dijo – Me haces muy feliz. Me siento un poco mal por dejarte sin sexo tanto tiempo.
– No te preocupes amor – dije
Tras calmarse un poco seguimos trabajando Ese día comí con Raquel, María y Alberto y les di la noticia del crédito. A Mike y Marga, que no pudieron comer con nosotros por distintos compromisos, les mandé un email contándoselo. En ese momento teníamos abierto el camino para la compra de la empresa italiana. Por la tarde me fui pronto de la oficina para ir a dar clase al masters que cursó unos años antes Rocío. Ya, para mi, era casi monótono. Me sentía más cómodo y, al dar el mismo curso todos los años dos veces, me lo sabía casi de memoria. Como siempre se acercaron los trabajadores del banco de Rocío para hablar conmigo. A las once llegué a casa y cené algo ligero antes de irme directamente a la cama.
El miércoles el día fue mucho más tranquilo. A la hora de comer fui con Rocío y el encargado casas de gran luje de mi inmobiliaria para charlar de la casa que buscábamos. El requisito era una buena casa o piso de mínimo seis habitaciones. No pusimos máximo de precio y ya veríamos cual nos interesaba. Tras la comida volvimos todos a trabajar. Ese día María y yo nos escapamos a las cinco de la tarde para ir a recoger a sus hijas al cole ya que era el cumpleaños de Elisa. Mi esposa recogió a Elizabeth y mi hija en casa y se nos unió en casa de María. Además de a las tres hijas de María nos llevamos a tres amigas de Elisa a casa para celebrar el cumple de mi hija, secreta, con María. Hacia las seis llegaron también Raquel con Susana y Juan. Susana no se podía perder el cumple de su amiga Elisa. Ese día las madres de las amigas llegaron hacia las siete cuando el cumpleaños no terminaba hasta las ochos. Al irse la última niña ayudamos a recoger. En un momentos estábamos Raquel, Rocío, María y yo en la cocina, mientras Elizabeth y Mariely cuidaban a nuestros hijos.
– Han venido una hora antes las madres de las amiguitas de mi hija solo para verte – dijo María sonriendo
Las tres amigas se echaron a reír. Yo moví la cabeza de lado a lado y me fui al salón. Esperamos un rato hasta que llegó Arturo del trabajo. Charlamos un poco y nos fuimos pues ya era tarde para la peque. Un buen cumpleaños de la niña en el que pude disfrutar mucho de mi ahijada Marta pues la pobre siempre se sentía un poco de lado al no tener chicos de su edad.
El jueves Mike nos presentó la oferta por nuestra empresa de móviles. Era de doscientos cincuenta mil euros. Poco dinero para una empresa como la nuestra pero a todos nos pareció que, teniendo en cuenta lo poco que ganaba, era un precio que no podíamos rechazar. Decidimos pedir que contrataran a todos los trabajadores pero, por lo demás, aceptamos la oferta. El resto del día lo pasé currando en mi despacho, incluyendo la comida en la que mi secretaria me trajo una ensalada y un sándwich, ya que tenía unas cosas que terminar y clase esa tarde en el masters. Tras otro día más en el masters, el último con esa promoción, me fui a casa a descansar.
El viernes pasé un ratito por la oficina para a las once irme a la oficina de mi padre y asistir, así, a la reunión anual de su empresa. La empresa de mi padre subió en facturación de 52 millones en 2004 a 55 millones en 2005. El beneficio subió algo más, en proporción, de casi diez a poco más de once millones. Tras exponer mi padre los cambios en la empresa de ese año y como iban ciertos proyectos de expansión acordamos repartir un 10% de los beneficios lo cual dejaba, para mi, un poco más de cien mil euros netos. La sorpresa llegó cuando se dio por finalizada la reunión.
– Queríamos comentaros una cosa – dijo Marcos – Tenemos necesidad de liquidez pues queremos entrar en un proyecto internacional y queríamos vender las acciones. Sería estúpido no ofreceros estas a vosotros pues, de todas formas, tenéis derecho de tanteo.
A mi me pilló muy de sorpresa y solo se me ocurrió mirar a mi padre. El también tenía cara de sorpresa pero fue más rápido que yo.
– Lógicamente nos interesa – dijo mi padre – Todos tenemos los números. Hacer números y nosotros los haremos también. Después del verano nos reunimos y vemos si llegamos a un acuerdo en precio.
– No creo que sea difícil – dijo Rodrigo – Buscamos un precio justo. No sangrar a nadie.
Tras despedirnos de ellos hablé de ello con mi padre. Lógicamente nos interesaba pero no iba a ser barato comprar el porcentaje de ellos en la empresa.
– Menudo lío – dije – Rocío y yo vamos a buscar casa nueva. No parece la mejor idea en estos momentos meternos en la compra de la empresa pero no voy a dejar pasar la oportunidad.
Mi padre me miró inquisitoriamente.
– ¿Estáis buscando casa? - dijo - ¿Está Rocío embarazada?
Yo me eché a reír.
– No – dije – Pero en cuanto tengamos casa buscaremos un hermanito para Sandra.
– Vamos a comer todo juntos – dijo mi padre.
Y era una orden. Como eran casi las tres llamamos a mi madre y a Rocío y quedamos en un restaurante cercano a nuestra casa. Durante la comida ambas se enteraron de la intención de Rodrigo y Marcos de vender la empresa y mi madre de nuestra compra de casa nueva. Tras la comida vinieron a la guardería a por la niña y luego a casa donde tomamos café mientras los abuelos disfrutaban de la pequeña. A las siete se fueron pues tenían una cena y nos quedamos en casa solitos aunque nos veríamos al día siguiente. El resto de la tarde y noche muy normalita.
El sábado tocaba el torneo de tenis de Elena y todos nuestros amigos se volcaron con ella. Nosotros invitamos a Mike, Marga y el pequeño Miguel. A Raquel y su familia les invitó mis padres y a Alberto y Celia fueron invitados por Javier, mi socio en la empresa de abogados que fundó mi padre biológico. La familia de Elena entraba por ser familia. El primer partido de Elena, los octavos de final, era a las doce y fue un trámite. Elena era la tercer cabeza de serie y no tuvo ningún problema en deshacerse de la chica con la que se enfrentaba 6-1. Solo se jugaba un set pues, en dos días, los finalistas jugarían cuatro partidos. Tras el partido de Elena vimos a la segunda cabeza de serie, la que se encontraría en semifinales si llegaba, destrozar 6-0 a una niña. Eran los mejores de España pero se notaba bastante diferencia entre los cinco o seis mejores y los demás. A las dos fuimos a comer al restaurante del club. Había un restaurante abierto para los competidores pero al ser nosotros socios pudimos invitarles a comer en el restaurante del club bastante más tranquilos. Varios amigos de mis padres, que habían visto un rato a Elena, pasaron a felicitarla y a desearla suerte. Se notaba que le daba un poco de vergüenza pero sus padres estaban super orgullosos. Tras comer y mientras empezaba el siguiente partido, a las cinco, fuimos a dar una vuelta por el club. A las cuatro Elena se fue con su padre y su entrenador para preparar el partido. Antes de las cinco ya estábamos todos los amigos listos mirando a la niña jugar. En cierto modo aluciné cuando empezaba el partido y miré a los lados. Todos mis amigos estaban ahí, amigos también de María y Arturo, apoyando a la niña. Nadie lo dudó un segundo. Sin compromisos todos estábamos siempre para los demás y los niños de nuestros amigos eran fundamentales en nuestra estabilidad. El partido tampoco tuvo mucha historia y Elena lo ganó rápidamente, de nuevo 6-1. Al día siguiente ya sería otra historia pues, casi a la vez, la segunda cabeza de serie ganaba su partido 6-2. Sería una semifinal interesante. Nos fuimos todos a casa para que los niños descansaran y nos volveríamos a ver en el club al día siguiente.
Cuando llegamos todos el domingo al club Elena ya llevaba un rato calentando con su padre bajo las órdenes de su entrenador. A las once menos cuarto ya estábamos todos listos para ver a Elena. Yo tuve a Marta en mi regazo todo el partido. Era muy emocionante y parecía que se iba a resolver en el tie break. Con 6-5 a favor de Elena la otra chica servía para empatar a 6 y, a pesar de empezar Elena ganando 0-15 ese juego, se puso 40-15. En ese momento un mal saque de la otra chica hizo que Elena contraatacara con una espectacular dejada al resto. Yo nunca había visto nada igual y me levanté a aplaudirla. Hacer una dejada restando un saque, a pesar de que los saques a esas edades no eran aun muy rápidos, era un gesto de calidad increíble. Esa jugada sacó una ovación increíble no solo de los que estábamos apoyándola sino también del resto de los espectadores. A esas edades una reacción así no era lo normal y la otra chica sufrió la presión haciendo doble falta e igualándose a 40 el partido. En ese momento Elena no solo mantuvo la cabeza fría sino que, con dos buenos golpes acabó haciéndose con el juego y, así, con el set por 7-5. Tras ganar Elena vino a nosotros a abrazarse. Sus hermanas fueron las primeras en engancharse a ella. Tras el subidón tocaba descansar un poco para luego pelotear, comer y descansar un poco más antes de la final que estaba programada para las seis de la tarde. Elena estaba muy contenta pues las dos primeras cabezas de serie estaban en prestigiosas escuelas de tenis donde todo giraba en torno al deporte. Eran fábricas de hacer profesionales. Elena, por contra, solo entrenaba hora y media tres días a la semana. Era un victoria increíble para ella. Hasta la hora de la final todos intentamos que Elena no le diera muchas vueltas a la cabeza pero era complicado. A las seis empezó el partido y, esta vez, no pudo ser. La oponente de Elena era muy buena y, a pesar de la desilusión inicial, esta se sintió orgullosa de perder solo 6-4. Hasta la final la otra chica solo había perdido un juego en la semifinal. Tras la entrega de medallas nos despedimos y nos fuimos casa uno a nuestra casa. Yo alucinado por el nivel de juego de Elena y orgulloso del sentimiento de familia que mi grupo transmitía.
04. Semana del 22 al 28 de Mayo
El lunes trabajaba tranquilamente en la oficina cuando mi esposa me llamó para decirme que la acababan de nombrar directora de la central. Yo me alegré mucho y, como era costumbre cuando ascendían a uno de los tres, quedamos para cenar con Antonio y Laura. A las ocho llegamos Rocío y yo al restaurante tras pasar un rato con nuestra hija. Ella y Laura se fundieron en un abrazo pues no se habían visto ese día.
– Se han cumplido vuestros presagios – dije
– Era evidente – dijo Antonio – Lo que pasa es que tu mujer es muy prudente. Hoy en la reunión del consejo se ha votado y ha ganado con todos los votos a favor. Nadie se ha atrevido a votar en contra de las demandas del presidente del banco.
Yo miré a Rocío y estaba roja de vergüenza.
– A mi me daba apuro no poder ir hoy al consejo por si mi voto era necesario pero lógicamente no lo ha sido.
– ¿No has ido? - dije
– Cuando tu mejor cliente solo puede quedar este día antes de irse dos meses fuera de Madrid – dijo Laura – No vas al consejo
Me di cuenta que eso es lo que veían muchos en ellos. Por encima de la carrera de un amigo estaban los clientes del banco.
– Luego nos ha llamado el presidente del banco y hemos tomado café con el – dijo Antonio – Nos ha dicho que Madrid es nuestro. Que ha hablado con José Luis y le ha dicho que nos de poderes plenos para reestructurar todo como veamos. Rocío es la directora de la central y una especie de subdirectora de Madrid. Mi mano derecha como ha sido tantas veces.
– El primer cambio – dijo Rocío – Es cambiar la organización de central y nombrar, formalmente, un subdirector. Será el team leader del consejo que se mantuvo neutral.
Seguimos hablando mucho de las ideas que tenían para el banco y pedían mucho mi opinión como ciente. Yo intentaba pensar como uno pero era un cliente atípico al ser también marido y mejor amigo. A las diez y media dimos la cena por terminada y nos fuimos a casa. Cuando Elizabeth se fue tras cuidar a nuestra hija, nos fuimos nosotros a la cama a hacer el amor. Fueron dos horas y dos polvos. Algo poco habitual para un día entre semana.
El martes estuve trabajando toda la mañana cuando me llamó Cristina. Tras un rato charlando de las novedades del concesionario pasamos a hablar de cosas más personales.
– ¿Puedes quedar para comer? - dijo Cristina
– No preciosa – dije – Tengo una comida pero puedo quedar después de esta. ¿Donde podemos quedar?
– En mi casa – dijo – La chica se va a las dos y mi madre recoge hoy a la niña del cole. Tenemos tiempo.
– Nos vemos a las cuatro – dije
A las dos me fui con Nuria, mi trabajadora, a comer pues era su cumpleaños. Si no caían en fin de semana no perdonaba una de estas comidas pues para mi era muy importante pasar un rato, al menos una vez al año, charlando de cosas que no fueran trabajo. Inmediatamente tras la comida me fui directamente a casa. Ya le había dicho a mi secretaria que no volvería tras la comida. Fui a casa y aparqué mi coche solo que en vez de ir a mi piso me quedé un poco antes, en el piso de Cristina. Llamé a su puerta y me abrió rápidamente. Al entrar y cerrar la puerta se tiró sobre mi, yo la agarré por las nalgas y nos besamos. De la mano, como si fuéramos pareja, nos fuimos a su habitación. Con Raquel y María no me gustaba hacerlo en sus camas por respeto a Arturo y José Carlos pero con Ana y Cristina no sentía ese problema. En el pasillo nos besamos con pasión y yo metí mi dedo dentro de su coñito. Cristina llevaba un faldita veraniega gris plata, a pesar de ser solo mayo, con una camiseta de manga larga verde grisácea y unas sandalias planas marrones. Al llegar a la habitación nos subimos en la cama. Volvimos a besarnos. Tras un rato intercambiando saliva yo llevé mi mano a sus piernas y empecé a subir por ellas de camino a su coñito.
– Haz conmigo lo que quieras – dijo
Me pareció un pelín pronto para estar tan sumisa pero la sonreí pues sabía que ese juego le calentaba. Mi mano acariciaba su pierna, alrededor de la rodilla. Tras un rato dejé su pierna y llevé la mano a su cara donde la acaricie un rato con ternura tras lo cual fui bajando hacia su teta. Ella me volvió a apartar la mano.
– ¿Vas a hacer todo lo que te pida? - La pregunté siguiendo el juego y mirándola a los ojos con cara de falso enfado
– Eres mi dueño – dijo – Me debo a ti
– ¿Si te digo que no vuelvas a tirarte a tu marido en un mes?
– No me lo follaré en un mes – dijo
– ¿Y si te pido que te acuestes con otra persona?
– Haré lo que quiera mi jefe – dijo sonriendo
Que yo estuviera todo el rato sonriéndola sin dar la impresión de ir en serio sacaba de ella las respuestas mas sumisas.
– ¿Lo haces por tu trabajo entonces? - dije llevando mi mano a su rodilla de nuevo
– En parte y en parte … - dijo dejando la frase colgando
– ¿En parte que?
Ella me miró un rato a los ojos. Yo la mantenía la mirada. Mientras ella se fue tumbando un poco mas y yo empecé a darla besitos en la oreja.
– En parte me gusta sentirme bajo tu control. Me gusta que me domines y que me ordenes
Mientras decía eso yo acariciaba su pierna de nuevo y lentamente subía la mano hacia su coñito.
– Podría si tocaras las teclas correctas – dijo cuando mi mano ya estaba muy cerca de su tesoro – hacer cualquier locura.
– Déjate llevar – dije mientras mi mano libre la llevaba a sus tetas.
La acaricié un rato más y volvimos a besarnos durante unos cinco minutos en los cuales la pasión se volvió desatada con nuestras lenguas explorando las del otro constantemente. Mi mano ya había llegado a su coñito. Lo siguiente fue bajar su tanga y quitárselo. Ella tras el beso se incorporó un poco y luego se arrodilló para ir acariciando todo mi cuerpo desde el cuello, donde estaban sus manos mientras nos besábamos, hasta mi polla sobre el vaquero que llevaba ese día. Tras acariciarla un rato sobre los vaqueros me desabrochó el cinturón y los botones. Yo excitado decidí ayudarla y levanté un poco el culo y bajé pantalón y calzoncillos hasta mis rodillas.
– Amo me gusta su polla – dijo
Era la primera vez que me llamaba amo y no me gusto.
– Sabrás que hacer con ella – dije yo – Pero no me gusta que me llames amo. Lleva el juego demasiado lejos. Jefe si.
Ella me sonrió y me cogió la polla con su mano derecha. Lo hizo de la base y poco a poco se fue introduciendo una mayor cantidad de esta en la boca hasta que llegó a sus dedos. Una vez ahí lentamente se retiro de ella y empezó a subir y bajar sobre ella con la boca a una velocidad muy lenta. Tras un buen rato mamándomela pasó a chuparla como un caramelo. Estaba totalmente lanzada y me estaba causando un placer enorme. Harto ya de la mamada yo me levanté de la cama y me quité el pantalón y mi polo. Ella mientras me miraba con cara de pasión, de rodillas, desde la cama y se iba desabrochando la blusa muy lentamente.
– Enseñale a tu jefe esas tetas – dije
Nos besamos mientras terminaba de quitarse la blusa y quedaba su sujetador verde totalmente expuesto. Estando yo de pie y ella de rodillas sobre la cama la hice acercarse a mi polla y metérsela en la boca. Así estuvo mamándomela un rato sin usar las manos para nada mientras yo acariciaba su pelo. Tras un rato mas de mamada la di la vuelta y puse su coño junto al borde de la cama, su falda seguía remangada alrededor de su cintura. Me arrodillé y empecé a chuparla su coñito con fuerza y ganas. Nuestros gemidos eran bastante altos y se notaba que ambos estábamos bastante excitados. No quería desperdiciar mi corrida y que esta cayera en el suelo. Así me puse de pie y apunté mi polla a su coñito en la posición en la que estaba. Estuve penetrándola durante mas de diez minutos mientras ambos gemíamos como locos.
– Me corro – gritó
Casi en ese instante, aunque en realidad unos segundos después, su coño empezó a masajear mi polla y esta acabó echando todo su contenido en semen dentro de ella. Tras eyacular me subí a la cama con ella y nos besamos un buen rato. Ella se abrazo a mi y me dio las gracias. Cuando ya me iba, en la puerta, me volvió a besar.
– No se si contigo soy sumisa del todo – dijo – Pero el juego me gusta
Cuando salí de su casa cogí el ascensor y subí a mi casa. Era más pronto de lo normal y pude pasar mucho tiempo ese día con mi hija. Ya con la niña acostada Rocío y yo disfrutamos de una buena noche en pareja.
El miércoles era un día muy importante para mi. El aniversario de mi boda con Rocío. Tras un día normalito de trabajo me fui a casa y con mi esposa disfruté de mi hija. A las ocho y media acostamos a la peque y la dejamos en manos de Elizabeth, por segunda noche esa semana, para irnos nosotros a cenar. Llevé a Rocío a Olsen, el restaurante donde cenamos juntos por primera vez, y charlamos largo y tendido sobre nuestro futuro. Sobre la búsqueda de casa y ampliar la familia. Sobre amigos, padres y hermanos. Mantuvimos una conversación adulta y tranquila entre caricias y sin estar pendientes de la niña. Amábamos y amamos a Sandra con todas nuestras ganas. Pero a veces se agradece poder pasar un rato juntos a solas. Al volver a casa y tras irse Elizabeth de nuevo hicimos el amor.
El jueves, sin pasar por la oficina fuimos los seis socios al banco y luego al notario para firmar el crédito que el banco nos daba para la compra de la empresa italiana. Tras la firma de este cada uno nos fuimos a trabajar a sus asuntos. En mi caso eso significó ayudar a Alberto, Marga y Esther en la apertura de nuestra sexta tienda de zapatos al día siguiente. Estaba todo bastante avanzado. Marga y Alberto cada vez hacían que las inauguraciones fueran más sencillas Además ese año, con menos aperturas para dedicar dinero a la compra de la empresa italiana, tenían más tiempo para cada apertura. Trabajé con ellos hasta que todo quedó listo para abrir y llegué a casa con el tiempo justo para darle un beso a mi hija antes de que se fuera a dormir. Esa noche mi esposa y yo volvimos a hacer el amor.
El viernes era la inauguración de nuestra sexta zapatería. Todo fue muy bien. Ese día en vez de quedar con mis amigos para visitarla por la tarde con nuestras familias lo hicimos a las tres, tras salir del trabajo, y antes de ir a comer todos juntos. El cambio fue debido a que Rocío y yo íbamos ese fin de semana a Cuenca pues sus padres querían estar con ella aprovechando su ascenso en el banco. A las cinco nos fuimos a por la niña y luego a Cuenca donde llegamos un poco después de las nueve de la noche. Al llegar estaban ya Diana y Jorge con sus familias y los padres esperándonos. Todos fueron a celebrar el ascenso de Rocío y a ver a la peque aunque a esta la acostamos poco después de llegar a Cuenca.
El sábado el padre de Rocío, el hermano de esta, Pablo y yo nos fuimos a comprar lo necesario para, esa noche, hacer una barbacoa en casa de los padres que abriría la temporada de barbacoas y, de paso, celebrar el ascenso de Rocío. Para la barbacoa Rocío se vistió espectacular. Sabía que era el centro de atención y no iba a defraudar. En realidad llevaba solo un vestido de tejido polo de Ralph Lauren pero entre su belleza, su porte y los complementos que puso a esté lo convirtió en un vestido medio formal. Como complementos puso un cinturón decorativo y unos zapatos de tacón. Yo me puse vaqueros con camisa y una americana. Las amigas de Cuenca de Rocío no la soltaban ni un momento. Yo la miraba desde lejos charlando con unos amigos de los padres de Rocío. Era amiga de ellas pero ellas parecían sentir, más que amistad, casi admiración cuando algún padre se acercaba. Noté que Rocío no se sentía muy cómoda en esos momentos. No quería ser un modelo a seguir. Quería ser amiga de ellas. La única de las amigas que la trataba normal era Mónica, quizás por tener más contacto con ella que las demás. Teresa ese fin de semana no estuvo en Cuenca. A las tres acabó la fiesta y nos fuimos todos a la cama.
El domingo invitamos a la familia de Rocío a comer por el ascenso y vi como el padre estaba verdaderamente orgullos de su familia y, en especial, de Rocío. El hermano de Rocío trabajaba en uno de los dos bancos más grandes en un puesto bastante interesante. Peor que el de Rocío pero bastante bueno. Diana era empresaria en lo que más le gustaba, la moda. Fue durante la comida cuando Diana nos invitó a todos a una fiesta el viernes en un local de Madrid que se cerraría para presentar su nueva empresa.
– Es un paso adelante – dijo – He encontrado una socia perfecta. Con ella, que lleva mucho tiempo vinculada al tiempo de la moda, voy a dejar de ser una personal shopper para ser una empresaria de moda.
– ¿Y que vais a hacer?
– El día uno empiezo a operar y el dos es la fiesta de presentación. Voy a pasar de ser yo y una asistente a tener dos personal shoppers, una administrativa, mi asistente y yo misma que dirigiré la empresa. Seguiré haciendo de personal shopper para algunas clientas pero sobre todo gestionaré la empresa y poco a poco iré abriendo nuevas lineas de negocio en lo que a asesoría de imagen se refiere. Como la asesoría a empresas.
– ¿Y tu socia? - dije
– Mi socia me ha aportado capital para empezar la empresa y su red de contactos. Además aporta ideas. De ella es la idea de ofrecer asesoría de imagen para altos directivos en empresas.
– Interesante – dije - ¿Se puede saber quien es?
– El viernes te la presento – dijo
Siguió hablando de su empresa. La única que sabía de ello era Rocío. Y Pablo claro. Los padres quedaron en ir a la fiesta y nosotros, por supuesto, no podíamos perdérnoslo. También fue tema de conversación el embarazo de María Rosa que estaba ya entrando en su sexto mes. Tras la comida todos volvimos a Madrid. Nosotros al llegar descansamos todo lo que pudimos tras acostar a la peque.
05. Semana del 29 de Mayo al 4 de Junio
El lunes el día fue bastante tranquilo. Esto se agradece pues llevaba un mes que parecía no tener fin. Pude trabajar normalmente, pasar un rato con mi hija y otro con mi esposa.
Según trabajaba el martes me llamaron de la inmobiliaria para que, esa tarde, fuéramos a ver una primera casa. Estaba cerca de nuestra actual casa. Así recogimos a nuestra hija en casa, dimos el resto de la tarde libre a Elizabeth, La casa que nos enseñaron era bastante grande. Ocupaba los 700m2 del último piso de un edificio clásico del barrio de Almagro. Tenía seis habitaciones y un despacho. Esto unido a que nos encantaba nuestro barrio la hacían muy interesante. Por contra lo que menos nos gustaba era que su terraza era muy pequeña, casi un balcón alargado. En nuestra casa actual teníamos una terraza de ochenta metros cuadrados donde celebrábamos muchas reuniones con familia y amigos y renunciar a ella es algo que no sabíamos si estábamos dispuestos. En todo caso era la primera casa que veíamos y esta tenía muchas cosas a su favor. El dueño pedía dos millones de euros. Tras ver la casa volvimos a la nuestra. Dimos de cenar a la peque, la acostamos y, mientras cenábamos, Rocío y yo charlamos de la casa que habíamos visto.
La semana seguía tranquila el miércoles y no ocurrió nada muy relevante.
El jueves era el primer día del mes y me reuní en mi despacho con Ana para ver, antes de la reunión de la semana siguiente, un primer resumen de los números de abril. Hacía mucho que no veía los números con Ana antes de la reunión mensual pero con el tema de la compra de la empresa italiana me preocupaba algo más por el dinero. Nada más entrar en mi despacho con sus papeles cerró la puerta, echó el seguro y se acercó a mi a toda prisa. Dejó los números en la mesa de reuniones y se acercó a mi sentándose en mi regazo. Me acarició la cara y me besó. La notaba triste.
– ¿Que te pasa? - dije
– Te hecho de menos cariño – dijo – Me estoy volviendo loca. Quiero un hijo con mi esposo pero también quiero follar contigo. Hacer el amor contigo. El otro día con mi marido haciendo el amor buscando el niño de una vez no paraba de pensar en ti. Pensaba que eras tu quien me follaba.
Yo acaricié su cabello
– Cariño no te comas la cabeza – dije – Cuando estés tranquila te embarazaras de tu marido y entonces podremos volver a hacer el amor. Yo también tengo ganas pero quiero que seas feliz y creo que un bebé te haría muy feliz.
Noté como una pequeña lágrima caía por su mejilla. Se acercó a mi y nos besamos con pasión.
– Te quiero – dijo
– Y yo a ti – dije
Tras un rato más besándonos y acariciándonos fuimos a mi mesa de reuniones y nos pusimos a trabajar. Se nos echó encima la hora de comer y fui con ella y con Raquel. Tras la comida me dediqué a trabajar con Marga en nuevas aperturas. La tarde con mi esposa e hija de lo más normal.
El viernes era la fiesta de inauguración de la empresa de Diana Tras trabajar pasamos un rato con nuestra hija. A las ocho volvió Elizabeth, que los viernes normalmente solo trabajaba por la mañana llevando a la niña a la guardería, para cuidar a Sandra esa noche. Rocío y yo ya estábamos listos y nos fuimos a la fiesta. Rocío llevaba una falda azul con muchos volantes. El azul tenía un toque metálico. En su torso una blusa blanca muy elegante, de Dior, con la manga muy cortita. Calzaba unas sandalias metálicas, plateadas, de bastante y fino tacón. Yo por mi parte llevaba un traje de Armani, negro, sin corbata y con camisa blanca. Al llegar vi a todos mis amigos que habían sido invitados por Diana. Tras un rato en la fiesta Diana se acercó a nosotros y nos besó. Se la notaba muy contenta. Al rato llegaron mis padres.
– Es el momento de que conozcas a mi socia – dijo Diana agarrando la mano de mi madre.
Yo me quedé mirándolas, luego miré a Rocío y a mi padre. Tras un rato los cuatro se echaron a reír.
– ¿Tu eres la socia de Diana? - dije
– Claro – dijo mi madre – Está montando la empresa que yo siempre hubiera querido montar. Es inteligente y con pasión. Y yo tengo contactos.
Me enteré que era el único que no sabía quien era la socia de Diana. Me hizo gracia. Esas sorpresas me gustaba hacerlas pero también recibirlas. La fiesta estuvo muy bien, canapés de alta calidad, bebida de primeras marcas y buena música pero no muy alta para que se pudiera charlar. La gente era de todo tipo pero sobre todo gente vinculada al mundo de la moda. Empresarios, periodistas, modelos y casi cualquier persona de ese mundo. Yo, al haber trabajado con mi padre, conocía a mucha gente del sector. Diana había invitado también a Ángel y Oscar, directores de mi empresa de importación de calzado, y a Esther, que gestionaba nuestras tiendas de zapatos de lujo. Yo sabía que Diana era una buena clienta de nuestras tiendas de calzado para sus clientas pero me sorprendió saber que estaban preparando un acuerdo que obligaría a Diana a gastar un mínimo de cien mil euros al año fuera de rebajas para obtener un descuento del 15%. Aunque en realidad lo gastarían sus clientes. Los padres llegaron con la fiesta ya bastante avanzada pues habían trabajado ese día en Cuenca. Todo fue bastante entretenido pero a las tres nos fuimos casi todos dejando a los que no tenían hijos en la fiesta. A las tres y media estábamos en casa y Elizabeth se fue. No sin antes darla algo de dinero para un taxi
El sábado los padres de Rocío vinieron con nosotros al club del que éramos socios. Fue un día tranquilo y los padres estuvieron encantados con el ambiente tranquilo que daba el club. A mi hace un tiempo no me gustaba mucho pero con la niña ya lo apreciaba bastante más. Ya no era el sitio ese donde iban mis padres a descansar el fin de semana.
Comimos en casa de Jorge, el hermano de Rocío, antes de que los padres volvieran a Cuenca. Tras la comida con toda la familia de Rocío nos fuimos a casa. Tras acostar esa noche a la peque y cenar algo ligero Rocío y yo vimos una peli. Se trataba de Dobles Parejas. La película trataba el tema del intercambio de parejas. La película me calentó mucho y al terminar cogí a Rocío y me la llevé a la cama. Nada más entrar en la habitación hice que se quitara el vestido que llevaba y, al mismo tiempo, yo me despojaba de mi pantalón vaquero. En nada estábamos desnudos y besándonos en la cama. Aunque rápido dejé el tonteo previo y pegué mi polla a su coño para, lentamente, empezar a penetrarla.
– ¿Que te pasa? - dijo Rocío – Estas desatado
Yo no dejaba de penetrarla con cierta fuerza
– Ha sido la peli – dije - ¿No me digas que a ti no te ha calentado?
– Tampoco es la peli más guarra que hemos visto – dijo
– No eso – dije – La situación
Al haber ido aumentando el ritmo cada vez nos costaba hablar más.
– ¿El intercambio de parejas? - dijo ella entre gemidos
– Siii – dije
Ella me agarró de la cara y me miró antes de besarme
– Estas tonto – dijo
– ¿Es una locura? - dije
Ella no contestó inmediatamente, pues gimió fuertemente con una de mis penetraciones, y decidió quedarse un rato cogiendo aire.
– Una locura no – dijo – Es una gilipollez
– Pues a mi me está poniendo mucho solo de pensarlo
– ¡Que no! - dijo Rocío
Yo seguí follándola con fuerza y ella termino por correrse y casi inmediatamente me corrí yo también en su interior. Tras besarnos un rato caí junto a ella en la cama.
– ¿Seguro? - dije
– Segura – dijo Rocío – Te he dicho muchas veces que no necesito tirarme a otro tío.
– No es necesidad – dije – Es diversión
– ¿Quieres divertirte? - dijo – Hacemos un trío con María o Raquel. Pero no tientes a tu suerte. A veces tiras mucho de la goma y esta se rompe.
Cuando dijo esto yo me subí sobre ella y la sonreí.
– ¿Me estás amenazando? - dije
– Si – dijo sonriendo – Como sigas insistiendo te dejo a palo seco una temporada.
Tras reírnos ambos, sabíamos que no era real, no estuvimos besando un rato. Al finalizar el beso yo tenía mi mano en su coñito.
– Entonces no te pondría verme follando a otra mientras a ti te penetra la pareja de ella.
Ella suspiro.
– Mira que eres pesado
Y tras decir eso se dio la vuelta, sacó mi mano de su coño y se echó a dormir.