Mi historia 4

Se encendieron los sentimientos y otras cosas más...

Los miércoles sin duda son los mejores días para mí, están justo en el medio de la semana y es el indicativo de que pronto llegara el tan esperado viernes. Tenía los planes bien establecidos, un patrón que no me fallaría, mentira jajaja no sabía ni siquiera por donde iniciar y sabía perfectamente que las mejores cosas son las que nunca se planean. Me desperté muy temprano, trote un poco y me vestí lo más educada posible, habían días donde un simple jeans y una camisa era suficientes para mí, jamás tocaba mucho mi cabello ya que para gracia divina es muy liso y tiene ciertas ondas que parecen recién hechas, mi cutis es bastante bonito y libre de imperfecciones, en fin tengo que estar muy feliz por todo lo bueno que hay en mí y por qué no, por lo malo también.

La universidad quedaba a unas cuantas cuadras y con irme a pie bastaba. Era muy temprano y la brisa estaba a mi favor. Subí las escaleras hasta el primer piso y pase al salón que estaba a oscuras, en toda mi rutina había olvidado por completo a Antonella, aunque imaginaba que llegaría un poco más tarde debido a que los profesores deben marcar en sistema y luego ir a los salones, pero ese día la profesora estaba decidida a cambiar las reglas.

Antonella: Buenos días, sigues siendo una sorpresa continua para mí. A pesar de que la luz estaba apagada podía notar su sonrisa brillante y sensual.

Yo: Espero ser una buena sorpresa, buenos días profesora. Le devolví la sonrisa y me acerque con mucha confianza hasta tenerla de frente. La mire un poco y luego le di un beso en la mejilla, cerca de sus labios. Sentí como se ponía tensa, como contraía los músculos y después como cerraba los ojos. Me fije un poco en su cara que ya empezaba a notarse por el reflejo del sol en las ventanas, era una mujer hermosa, hermosa quizás le queda pequeño. Es ese tipo de mujeres que admiras una y otra vez sin descansar, me gustaba como reaccionaba a mi presencia, como sonreía cuando me veía cerca, como simplemente correspondía a las señales que le enviaba.

Antonella: Seguro ya hiciste la investigación, podrías hacerme un favor? Seguía con los músculos tensos, se notaba por como apretaba las manos con fuerza.

Yo: Para ti lo que sea, mientras no me meta en problemas.

Antonella: Necesito café, es que con la mudanza se me hizo muy complicado ir por las compras. Te lo agradecería mucho.

Yo: Sabes que a esta hora no abre la cafetería, pero algo haré. Por cierto, me debes una por lo del incendio. Sonreímos en signo de complicidad y recordé el casi beso que estuvimos a punto de darnos.

Baje las escaleras y estaba Fernando abriendo el local para limpiarlo y ordenar todo para la hora de abrir, lo salude con un grito que hizo eco y se asustó de forma inmediata y pego un brinco de olimpiadas.

Fer: Coño, a esta hora no puedes hacer eso. No sabes que tengo un grupo de chicos que satisfacer? Decía todo con una mano sujetando su pecho.

Yo: Hahaha, no seas marica Fernando. Hazme dos cafés rapidito que es cosa de vida o muerte.

Fer: Bueno, pero no abuses de mi trabajo. Mucho menos de mi cuerpo. Entró al local y al cabo de unos minutos salió con dos cafés con leche bien calientes.

Yo: Dale Fer, te debo una. Te dejo el apto solo este viernes, pero no abuses. Me empujo fuera y me dijo que me apurara.

Subí de dos en dos las escaleras y notaba como diariamente me hacía más fuerte, el gimnasio surtía su efecto. Camine por el largo pasillo y me detuve apenas escuche unas voces, seguía pensando que era demasiado temprano como para que llegara alguno de mis compañeros y me acerque en silencio a la puerta, era Alexis…

Alexis: Tú y yo teníamos un trato, tu deber es cumplirlo. He visto como la observas, como te pones nerviosa al tenerla cerca. Yo quiero que cumplas con lo que me prometiste, quiero mi parte y después puedes hacer lo que quieras.

Antonella: Entiéndeme, no es fácil. Ella me importa, no sabía que me importaba, que me generara tantas cosas. Se parece demasiado a Gilberto, es igual a su padre, pero de manera distinta.

Alexis: Estas involucrando sentimientos en negocios y esto te va a salir caro, que firme de una vez y libere lo que corresponde, es lo que Gilberto solicito por todo lo que lo apoyamos cuando ella andaba por ahí con su promiscuidad y su mala vida.

Antonella: Ni tu ni yo deberíamos juzgarla, ha pasado por cosas que ni te imaginas y sola se ha recuperado, además Gilberto no fue un buen padre para ella, jamás lo fue. La haré firmar, pero será la última vez que vea tu cara Alexis, has hecho pensar que somos pareja, que vives conmigo y me parece que tu esposa no estará contenta con estos rumores.

Alexis: Sabes que lo hago para cuidarte de los estudiantes, para que los profesores te respeten, no seas malagradecida. Espero que antes de que finalice el mes su firma este en ese documento. Feliz jornada de trabajo señorita Antonella.

Salí corriendo a esconderme, porque Alexis ya iba saliendo del salón. Me metí detrás de una de las puertas y espere a que el ascensor se lo llevara del piso. Respire profundamente tratando de organizar mi mente y por qué necesitaban mi firma, para que y que contenía ese famoso documento. Estaba ahora más que nunca molesta, confundida y ausente. Pase con suma calma y le entregue el café a la profesora, porque al final de cuentas eso era, mi profesora. Ella noto mi indiferencia y sentí como se incomodaba. Quería hacerme preguntas, lo notaba, pero un compañero llegó y se le hizo imposible hacerme cualquier comentario.

La clase no paso de ser tan normal como de costumbre, me limite a intervenir cuando era necesario o cuando ella me preguntaba directamente sobre un tema, cosa que para todos era extraña ya que yo parecía una metralleta en plena clase. Apenas se terminó la hora, fui la primera en levantarme, ella se sorprendió y antes de que saliera por la puerta me dijo:

Antonella: Emily, espéreme que debo hacerte unas preguntas. La vi con odio, con desprecio, pero no podía dejar que ella ni nadie me desestabilizara.

No me quedo más opción que esperar, esperar a que todos mis compañeros salieran y dejaran de intentar ligar con Antonella, que hoy se había vestido tan bonita. Esa pintura roja la hacía más apetecible, más sensual, más única. Yo tenía un grave problema y ese problema llevaba su nombre por todos lados.

Antonella: Estas molesta? Fue algo que dije en clases?

Yo: No, para nada profesora. Usted no dijo ni hizo nada que pueda molestarme. Discúlpeme, pero de verdad necesito llegar a Seminario y si tardo mi profesora se pondrá histérica. Espero tenga un buen día.

No espere a que terminara de hablar y salí rápidamente, en el fondo era cierto la profesora de Seminario me esperaba, pero lo que deseaba era alejarme de ella.

El día paso sin pena ni gloria, entre clases veía de vez en cuando en los pasillos a Antonella, trataba de saludarme, pero yo esquivaba su mirada, no tenía tiempo para concentrarme en ella, mis estudios eran más importante y ya una vez había sido irresponsable, había perdido la cabeza entera por una mujer que no merecía ni un mínimo de mi desprecio y esta vez no podía volver a equivocarme. Esa historia (Que es 100% real, esta lo es en un 50%) posiblemente la cuente más adelante, cuando me sienta del todo prepara y mi actual pareja lo apoye, ya que fue ella la encargada de limpiar las heridas del pasado, la encargada de animarme a escribir y quien actualmente me llena de paz, amor y felicidad.

Volviendo al punto, estaba por salir cuando Fernando me llama al celular.

Fer: Donde estás? Tienes que venir a la cafetería con urgencia.

Yo: Pero que te pasa Fer, te noto raro.

Fer: Estaré aún más raro si tú no te apresuras.

Corto la llamada y mis piernas se pusieron como gelatina, apure el paso casi me mato subiendo las escaleras. Cuando llegue a la cafetería Fernando estaba pálido como si acabara de ver un fantasma.

Fer: No quiero que te pongas mal, pero por ahí anda tu ex.

Yo: Cual ex Fernando, si sabes que mi única ex es… Ya va, no me digas que Karen está de vuelta a la universidad. Esto era lo que me faltaba, la cereza del pastel. Increíble, malas noticias por todos lados.

Fer: Malas noticias, eso significa que hoy Antonella te hizo algo, que paso?

Yo: Nada Fernando, no es el momento ni el lugar para hablar de algo tan delicado. Tiene todo que ver con mi progenitor y si no nos ponemos las pilas no averiguare nada. Te necesito hoy a las 3 en mi casa, hay que saber de qué documentos hablaban Alexis y Antonella y qué relación tiene con mi padre.

Fernando abrió tanto los ojos que parecía que iban salirse de su lugar, me hizo un gesto de entera comprensión y me fui a casa, estaba cansada. Llevaba todo el rato intentando entender que pasaba, estaba más perdida que antes. Mucho más que al inicio.

Llegue a casa, tire todo en el sofá y me fui a duchar, a dedicarme un rato para despejar la mente, sin querer mientras me enjabonaba mis pensamientos fueron invadidos nuevamente por Antonella. Pensaba en sus labios tan cerca de los míos, en sus piernas tonificadas, en sus pechos que se veían apetitosos debajo esa franela tan delgada, en su cabello, su olor, la tensión que nos envolvía cuando estábamos cerca, no pude evitar meterme la mano en mi vagina, en mi húmeda vagina, estaba excitada por ella, estaba ardiendo y tuve que hacerlo. La imaginaba encima de mí, besándome y posando su cuerpo caliente sobre el mío, la imaginaba decir mi nombre y pasarme las uñas por los pechos, por mi abdomen, la deseaba de maneras profundas, tan profundas que en segundos tuve un buen orgasmo… Un orgasmo que me relajo lo suficiente como para secarme y salir a la cama para sumergirme en un profundo sueño.

Olvide el tiempo, me encontraba en un puente. Estaba en el medio del puente, Antonella estaba al final esperándome, llamándome y del otro lado se encontraba Karen, sonriendo con cierta malicia, las miraba a las dos y mis pasos avanzaron hacia Antonella. Llegaba a su lado, la tocaba, la besaba y de pronto los golpes en la puerta se escuchaban a lo lejos. Desperté con algo de pereza y supuse que sería Fernando.

Estaba desnuda, había olvidado ponerme ropa y me daba igual si Fernando me veía, él estaba acostumbrado a verme así y la pena hace años había desaparecido. Abrí la puerta y me di la vuelta sin percatarme quien era, camine hacia la cocina y alguien se aclaró la garganta.

Antonella: Es costumbre tuya abrir la puerta en esas condiciones?

Mi rostro seguro que era tan extraño que le causo risa, se reía con carcajadas grandes y yo salía corriendo a la habitación. Me puse lo primero que encontré, ropa interior limpia y un camisón, asunto resuelto.

Yo: Disculpa Antonella, no esperaba recibir a otra persona que no fuera Fernando. Puedo ofrecerte algo de beber?

Antonella: Si, un café estaría bien para iniciar.

Puse la cafetera y me senté a observar como daba vueltas por mi sala. Que cómoda era su presencia y que bien me hacía sentir. Tenía un plan y era hora de ponerlo en marcha.

Yo: Querías decirme algo?

Antonella: Esto… Si, bueno no sé cómo iniciar. El otro día cuando me ayudaste a apagar el incendio, bueno tu y yo casi…

Yo: Ah el casi beso… Rodee la encimera de la cocina y con paso ágil y seguro me situé justo frente a ella.

Antonella: Si, es que no quiero que pienses mal sobre mí. Decía todo casi en susurros mientras me miraba.

Yo: Pensar mal, de ti? No tengo porque Antonella, o acaso me ocultas algo? Estaba tan cerca de su boca que sentía su respiración entrecortada.

Antonella: Tengo algo que decirte, si y es por eso que he venido, pero lo que iba a suceder ese día no lo he planeado… Estaba nerviosa, temblando frente a mí y yo tenía el pecho colapsado de tan fuerte que me palpitaba el corazón.

Yo: Lo que sea que vayas a decirme va a tener que esperar. Me vio con mucha confusión y como por arte de magia entendió lo que iba a pasar. Me acerque un poco, rosando suavemente su labio superior, abrió la boca y yo me quede ahí, inmóvil esperando a ver que sucedía y paso, respondió a mi señal. Se apretó a mi cuerpo, subió sus manos a mi cabeza y me pego a sus labios, era uno de esos besos que te das con exceso de deseo, de pasión y con una gran lentitud, es uno de esos besos que quieres saborear de principio a fin. Sujeto mi labio inferior y luego yo profundice pasando mi lengua por su boca, me dio permiso para introducirme dentro tan dentro para jugar con su lengua, era un baile de deseo el que ella y yo llevábamos a cabo. Un baile de pasión, que se vio aún más intensificado porque sus manos no dejaban de aprisionar mi cabeza y las mías bajaron a su cintura y se metieron por su camisa, tocaron con calma su espalda haciéndola erizar. Ella se separó un poco para hablar, pero en vez de eso me quito el camisón, lo tiro al piso y empezó a mirarme sin ningún reparo.

Antonella: Eres, preciosa. Entiendo porque todas hablan así. Te deseo.

Yo: Antonella, llevo días deseando tenerte.

No hablábamos más y volvimos a juntar nuestros labios. Besarnos era delicioso, estaba por quitarle la camisa cuando de repente empezaron a golpear con fuerza mi puerta. Nos quedamos en silencio, observándonos, sonriendo… Pero era imposible continuar, seguían tocando con entusiasmo.

Hasta aquí el relato de hoy, quiero agradecer a todas las personas que me han escrito al correo, no saben lo feliz que me hace que me lean y me den ánimos de seguir escribiendo. Que placer saber que lo que hago que es principalmente motivado por una persona especial les guste a todos.

Por cierto, le envió no solo saludos, sino besos, abrazos, cariños y todo mi amor a un cachorro que amo profundamente. Igor Nicolás, aunque no estés conmigo, aunque llevemos un buen tiempo sin vernos, quiero que la persona que este a tu lado te diga que te amo y te pienso a diario, que no hay día que no quiera volver a verte y que espero te estén haciendo muy feliz, porque eres un perrito precioso, lleno de energía que merece estar al lado de alguien que te amé y te haga correr como lo hacías a mi lado. Quizás no quieras tanto a tu nueva mami como me adoras a mí, pero estoy segura de que ya te debe amar y eso es todo lo que necesito saber, que eres amado y cuidado.

PD: Cuiden mucho a sus animalitos y no permitan que una ruptura horrible les quite el amor de su otro dueño, si lo criaron en pareja permitan que esa otra persona sea capaz de compartir con él o ella, son seres inocentes que no merecen sufrir por nada ni por nadie.

Una vez más, les dejo mi correo por si quieren saludar o dejar algún comentario. Besos desde Venezuela.

Mi correo: Emilyzapata72@gmail.com