Mi historia 3

Mi padre y la extraña forma de unirme a ella.

Antonella: Todo tiene una explicación y si tú me lo permites yo puedo dártela, solo tienes que estar dispuesta a oírme.

Yo: estoy deseando realmente escuchar esa explicación, porque fue tan mezquino y miserable que no me dejo ni un pedazo de lienzo para venderlo y sobrevivir unos cuantos meses con ese dinero. Me tiré en el mueble que horas antes yo había puesto ahí, mirándola con desagrado, con cierta curiosidad.

De pronto recordé mi niñez, recordé todos mis cumpleaños donde deseaba verlo entrar a la fiesta con una enorme sonrisa y sus brazos abiertos, recordé como cada fin de año esperaba con el teléfono en mano deseando que parpadeara con una llamada suya, recordé como en los eventos escolares esperaba detrás del telón deseando salir a mi número de baile y verlo ahí entre las primeras filas… Recordaba cada mísero momento que él me negó, que el decidió negarme porque siempre estaban sus mujeres, su trabajo y su alocada vida de primero.

La verdad él y yo jamás fuimos uña y mugre, éramos idénticos, realmente idénticos, tanto físicamente como en el carácter, chocábamos sin parar cada vez que nos veíamos y las peleas siempre eran del mismo tema del porque sus mujeres y su trabajo eran más importante que pasar tiempo conmigo. Nunca dejo de mandarme dinero, ni de pagarme viajes a donde se me diera la gana, pero luego de que se enterase de que yo era lesbiana simplemente corto el lazo, hizo de cuenta que su única hija había muerto y yo no tuve más opción que hacer lo mismo, era demasiado orgullosa como para buscarlo y quizás mi odio hacia él seguía intacto a pesar de su muerte.

Antonella: Ey, estoy aquí. Vas a oírme? Hacia señas con sus manos como para llamar la atención y note que me había perdido un largo tiempo en mis pensamientos.

Yo: Aja, soy toda ojos y oídos. Cuál es la historia?

Antonella: La historia Emily, es que él fue mi padrastro, se casó con mi madre cuando tú habías cumplido los 16 y aunque al inicio no éramos muy unidos con el tiempo logro hacerme sentir a gusto con su presencia en casa. No lo veíamos mucho, pero sabíamos de ti… No sabes lo orgulloso que estaba de ti, como hablaba de su hija inteligente, guapa y atlética, de tus infinitos trofeos en karate, de los miles de eventos musicales donde siempre hacías de papel protagónico, de cómo tus profesores estaban orgullosos de tenerte en su salón, incluso sabíamos que siempre discutían porque él nunca quiso incluirte del todo en su vida.

Yo: Vaya, aparte de ser un mezquino también fue un miserable egoísta. Es que no le deseo que desaparezca porque ya está muerto. Intentaba ocultar mis sentimientos, pero deseaba echarme a llorar en ese mismo instante, saber aquello me dolió tanto…

Antonella: Peleaba continuamente con mi madre, ella le insistía para que te llevara a la casa, para que te buscara, pero era más testarudo que una mula.  Muchas veces lo vimos viendo tus fotos, tiene muchas guardadas en unas cajas, fotos donde aparecías con tus amigos, con tu madre, en el parque. Hablaba mucho con él y le pedía que me llevara a conocerte, pero nunca pudo perdonarse no haber sido lo suficientemente maduro como para asumir su responsabilidad y dedicarse a la tarea de ser un buen padre. No lo excuso, no quiero que pienses eso… Pero creo que tú misma deberías leer sus razones.

Yo: Antonella, te agradezco mucho haber metido la mano por él, pero a estas alturas de la vida es inútil que trates de hacerme un concepto diferente al que se encargó de crearme. No fuiste tú quien añoraba su presencia, ni quien se dormía llorando durante semanas enteras porque no quisiera ni saludarme, así que por favor no me salgas con que en secreto estaba pendiente de mí.

Antonella: Puedes creerlo o no, pero aquí en este lugar tengo suficientes pruebas de eso.

Yo: Y tú, tu que pito tocas aquí? Acaso eres la elegida para que él pueda descansar en paz? Mi sonrisa era irónica, tan irónica que apretaba con fuerza los músculos de la barriga para no arrancar ninguna pintura y hacerla pedazos.

Antonella: Yo solo quiero conocerte, quiero en serio saber de ti, llevo años oyendo maravillas y lo último que imagine fue que te daría clases. Es tu decisión buscar la verdad. Parecía que estaba hablando con sinceridad, notaba como se acercaba al mueble donde estaba sentada y me quede inmóvil.

Yo: Porque quieres conocerme? Qué sentido tiene todo esto para ti? Me sentía vulnerable, estaba tan cerca.

Antonella: No lo sé, aun trato de buscarle la explicación, pero hasta he soñado contigo, lo creas o no y bueno también quiero que sepas la verdad sobre tu padre. No deberías seguir guardando tanto rencor, no puedes seguir así.

Yo: Yo, yo no sé qué pensar. Necesito tiempo, lo entiendes no? Ella asintió y me abrazo. Sentí su piel suave, su perfume a canela con un contraste de miel y su cara, su cara cerca de la mía. Era todo tan extraño, pensaba que no me estaba pasando algo tan loco, pero cuando me pellizco me di cuenta que sí, que todo eso era cierto.

Yo: Pero que mosca te ha picado, como me pellizcas así?

Antonella: Es que seguro pensaste que era un sueño, que tu profesora de Economía no estaba abrazándote y que mucho menos quisiera conocerte. Se reía mientras decía cada palabra, su risa me relajo, pero en mi mente seguía mi padre y su indiferencia.

Yo: Me tengo que ir, hay un cuerpo que mantener. Hablaremos cuando el destino nos junte. Volvió a reírse.

Antonella: Tonta, vives a tres pasos y te doy clases, el destino está empeñado en juntarnos.

No supe interpretar aquello, me levante y salí de su piso casi corriendo. Estaba tan confundida, tan aturdida, era demasiada información para un solo día. Desde hace unos años había una sola cosa que me ayudaba a calmarme y eso era el ejercicio. Me coloque mi camisa, los shorts y mis amados zapatos (Estaban viejitos, pero los adidas aguantan lo suficiente jajaja). Del edificio al gimnasio eran unas diez cuadras, así que trotar me vendría bien después de la locura que había escuchado, el único problema era que Antonella seguía en mi cabeza, podía verla ahí sentada con las piernas cruzadas sus manos entrelazadas como esperándome, esperando que yo decidiera volver por las respuestas que me habían negado. Gire con fuerza mi cabeza y con mi música a todo volumen emprendí camino al lugar más cómodo de la tierra, el lugar donde puedes sentir que el dolor te libera, pero también te hace más sexy.

Entre en silencio, no estaba para chismes y mucho menos para ligarme a alguien. Hice mi rutina de piernas, brazos, abdomen y espalda. Todo con muchas repeticiones de más, sin darme cuenta que ya llevaba tres horas ahí, empezaba a sentir el fuerte dolor en mi cabeza (Olvide comer y sentía que iba a desmayarme). Me fui por unos caramelos a la cafetería que quedaba justo detrás del gimnasio y para mi sorpresa ahí estaba Alexis el maricon decano de mi facultad.

Yo: Alexis, que sorpresa. Dos veces el mismo día, los dioses deben amarme. Mi cuerpo era todo sudor y llamaba la atención de varias mujeres y hombres que entraban y salían, tengo que admitirlo yo podía tener a la mujer que deseara por simplemente mi físico.

Alexis: Licenciado Alexis para ti, si mucha sorpresa al parecer. Decía todo con evidente fastidio. Parece usted una fuente andante, no hay duchas en su gimnasio?

Yo: Déjese de formalismos que no estamos en la universidad… Si y no, si hay duchas, pero me rehusó a negarle a mis admiradores que vean este cuerpo en condiciones tan sudorosas. Empecé a reírme y una chica que estaba en la fila tampoco pudo aguantarse.

Desconocida: Gracias por permitirnos observar un poco. Me regalo una sonrisa mientras pedía permiso para pedir su café.

Yo: Bueno Alexis, el deber llama. Me gustaría mucho seguir molestándolo, pero hay un café que no se puede pagar solo. El tipo me vio con ganas de matarme, salió del local con tanta furia que casi quiebra los vidrios de la puerta.

Desconocida: No tienes que pagar nada, además deberías ir a cambiarte no quiero que te lleven presa por causar un escándalo. Esta chica era impresionante, educada y dulce. Notaba que su forma de decir las cosas era muy chistosa y hasta con doble sentido.

Yo: Sé que no tengo, pero quiero hacerlo. Ah sí me llevan presa estoy segura de que tu irías a ayudarme un poco o no?. Le giñe un ojo, me despedí de ella y volví al gimnasio por mis cosas.

Estaba oscureciendo cuando llegue a mi piso, apenas se abrieron las puertas del ascensor me quede observando la puerta de mi nueva vecina. Me preguntaba que estaría haciendo, me saque la tonta idea de ir a saludar y fui por esa ducha que tanto necesitaba. Estando ahí pensé en si de verdad mi padre habría ido a todos mis eventos, a mis cumpleaños a escondidas, a mis campeonatos de karate, me sentía sucia, mala por no perdonarlo del todo ni dejarlo descansar… Pero también pensaba en Antonella, en cómo se estaba metiendo en mi mente, en ese abrazo que me dio, en su verdadero interés en saber de mí, de cómo me siento, en mostrarme la verdad.

Seguía pensando en ella cuando empiezan a tocar el timbre con insistencia. Grite que ya iba, pero seguían tocando. Fernando no podía ser porque el tenia llaves, así que mis opciones se veían reducidas a…

Abrí la puerta rápidamente pensando que podía ser una emergencia. Apenas me sujetaba la toalla con una mano. Era ella, Antonella estaba parada en mi puerta con la cara roja, tan roja como un tomate.

Yo: Pero que te sucede, estas bien? Me miraba de arriba abajo con mucha inquietud.

Antonella: Nada bien, se ha incendiado mi pañito de cocina, no puedo apagarlo.  Por poco me quita el brazo, me halo hasta su casa y cuando vi estaban encendiéndose los otros pañitos que estaban colgados justo al lado de la cocina.

Abrí la nevera esperando encontrar agua fría  porque intentar agarrar agua del fregadero era cosa imposible porque uno de los paños se había caído al piso y no daba para pasar y menos descalza. Afortunadamente había una jarra enorme y empecé a lanzarla por toda la encimera y el piso.  En segundos estaba el fuego apago, pero para mí desgracia y vergüenza, se me había caído el paño y quede completamente desnuda frente a Antonella.

Yo: Tapate, por favor que se te va a salir la baba. Ella estaba inmóvil, viéndome los pechos, el vientre y la vagina. Me agache para recoger la toalla y se volteo rápido.

Antonella: Discúlpame, yo no quería verte, pero se te ha caído el paño. Lo lamento. Hablaba muy rápido, moría de la pena lo sé.

Yo: Ya, tranquila que ya me he tapado. Tienes mucho que limpiar. Deja que me ponga un poco de ropa y te ayudo un poco.

Antonella: Gracias, si no fuera por ti estaría todo en cenizas justo ahora. Trate de retroceder para buscar la puerta y pise un paño que aún estaba algo caliente… Sin querer, el dolor me hizo saltar hasta ponerme frente a ella, tan cerca que casi la beso. La mire a los ojos y baje mi mirada a sus labios, ella sin poder evitarlo también bajo su mirada a mis labios. Estábamos tan cerca que tan solo un simple movimiento bastaba, pero no contaba con los gritos de Fernando al entrar al apartamento.

Fernando: Pero qué coño se ha quemado aquí? Parece que iban a incendiar toda la torre.

Antonella y yo nos separamos de golpe… Un par de segundos más y la hubiese besado, sé que ella lo quería, lo sé.

Yo: Nada Fer, Antonella sin querer quemo uno de los pañitos de cocina y bueno se encendieron los demás. Ya todo está controlado.

Fer: Y tu porque andas así? Es que acaso no tienes ropa? Su tono era de una madre controladora y apenada.

Antonella: Disculpa, tu eres el de la cafetería verdad?

Fer: Si, justo ese soy yo querida. A veces vengo a ver si Emi no se ha cortado las manos o ha intentado lanzarse por la ventana. Los dos empezaban a reírse con cierta complicidad, como si fueran grandes amigos.

Antonella: Ah sido mi culpa, creo que se estaba duchando y yo no tenía a nadie más a quien acudir. Si no hubiese sido por ella capaz y se me quema todo.

Fer: Ella es toda una heroína, no sé qué haríamos sin ti. Me abrazo con fuerzas y salió del apartamento no sin antes pararse en la puerta. Encantada una vez más querida, espero las galletas te hayan gustado. Cuando quieras eres bienvenida a comer más, sólo tienes que tocar. Aloha

Él era todo un personaje de televisión, a veces lo amaba, pero otras lo quería ahorcar. Tenía que llegar justo cuando nos íbamos a besar, más inoportuno imposible.

Yo: Iré por ropa, cualquier cosa me avisas.

Antonella: Gracias de nuevo, de verdad. Me regalo una hermosa sonrisa, de esas que te dejan el alma caliente y los sentidos a mil.

Entre corriendo a mi cuarto, pero ya Fernando estaba acostadote esperándome en la cama.

Fer: Explicación, quiero que me expliques que paso?

Yo: Si tú supieras todo lo que paso, si de verdad lo supieras. Ella me encanta.

Fer: Que ella te encanta? Grito fuerte, asombrado por la revelación.

Yo: Si, no es para tanto… Además era la hijastra de mi papá. No quieres saber más, créeme a mi aun me duele la cabeza.

Fer: Que era qué? Pero qué es esto Emily? Una pinche telenovela o la vida real? La gente no puede aparecerse por ahí diciendo que es tu hermanastra o tu ex hermanastra y de paso haciéndote sentir cosas como “Ella me encanta”. Su tono era de absoluto drama, como si estuviera ensayando para una película muy importante.

Nos reímos un buen rato de lo extraña que es la vida, aproveche para contarle todo lo que había pasado en su ausencia mientras me vestía. Quedamos en que posiblemente le daría una oportunidad de que me mostrara lo de las fotografías y la conquistaría, realmente quería conquistarla. El problema y para ese entonces era muy grande era que no tenía idea de si le gustaban las mujeres, si estaba saliendo con el tonto de Alexis o de si sus intenciones conmigo eran de otra especie. Estaba por descubrirlo, estaba a pocos días de saber la verdad sobre Antonella.


Una vez más, gracias por leerme. Un fuerte abrazo desde Venezuela.

Cualquier suguerencia, saludo o critica constructiva pueden dejarla a mi correo. Emilyzapata72@gmail.com