Mi historia 10

Una loca al rescate...

Cuando alguien te gusta lo sientes hasta en el estómago, los nervios se apoderan de ti, la sensación de aceleramiento y emoción es tan evidente que no puedes disimularla. Marta era ese sentimiento desconocido, bonito y fresco que había entrado a mi vida con una fuerza increíble. En cuanto a Antonella (Muchos se estarán preguntando por ella) era más una relación cargada de deseo, lujuria y erotismo, sin duda lo más cercano a la pasión era ella, pero como conclusión no generaba en mí nada más, debido a el dolor inmenso que sus actos sexuales me dejaba, la sensación de odio al terminar cada practica sadista y por supuesto a la superioridad que desde el inicio hizo énfasis en acentuarla.

Luego de ello recordemos brevemente la escena en la habitación de Antonella, ella quería experimentar y jugar con cualquiera que se le colocara al frente y yo estaba en busca del amor, de centrar mi vida con la persona adecuada y evidentemente no era ella. Ese puesto se lo estaba ganando a pulso nada más y nada menos que la loca, complicada y extraña de Marta.

Ahí estábamos en medio de la pista de baile, sintiendo nuestros cuerpos sudorosos. Yo no desaprovechaba ocasión para pasarle las manos por la espalda y dejarlas un buen rato en sus caderas, Marta se apretaba a mi cuerpo y meneaba su trasero a mi entre pierna. Aquello sin duda era uno de los bailes más candentes gracias a la canción que se escuchaba al fondo “Animals de Maroon 5”. Nos colocaba la piel de gallina, nos alteraba los sentidos y sobre todo, nos arrastraba a un ambiente cargado de misterio, sensualidad, intriga y electricidad.

Marta: Después de todo Fernando tenía razón… Me miraba con esos ojos tan profundos como tratando de leer mis pensamientos.

Yo: Fernando, sabía que algo tenía que ver en todo esto. Sonreímos como si acabáramos de compartir un secreto muy grande.

Acabó la canción y le propuse ir por un trago, sentarnos y hablar un poco más acerca de cómo sabía de mí y cómo yo no sabía absolutamente nada de ella. La ubique en una mesa que estaba algo lejos de la pista, podíamos tener privacidad y estar cómodas. Me fui a la barra y ordene dos mojitos más, muy a pesar de que Carla estaba hasta el cuello me los sirvió en unos minutos muy cortos y de pronto estaba dirigiendo mis pasos a la mesa donde me esperaba Marta.

Yo: ¿Desde cuándo sabes de mi existencia?  Dude un poco al hacer la pregunta, pero me resultaba intrigante que conociera mi vida por Fernando, no imaginaba cuanto le habría dicho.

Marta: Desde hace un par de años. Sujeto su vaso entre sus finos dedos y vi como el líquido entraba por su boca y bajaba por su garganta, aquello me causo una sed increíble y copie su actuar.

Yo: Me podrías contar un poco, estoy intrigada.

Marta: Te contaré solo por una razón y es que este es mi trago favorito, no creas tu que yo voy por la vida contándole todo a los desconocidos y mucho menos a ti. Ajá, volvía a aparecer la insoportable.

Yo: Vamos, Marta… Por una vez en tu vida puedes bajar la guardia, acabamos de bailar y de sentirnos hechizadas por la magia que generamos, no puedes hacerte la loca frente a eso.

Marta: Que sienta lo que tu sentiste no te asegura que será fácil, no soy otra más de tu lista Emily, no te confundas. Me empujo el brazo que descansaba cerca de su hombro.

Yo: Esta bien, hagamos las cosas a tu ritmo. Cuéntame cuando quieras hacerlo, no voy a presionarte de ninguna manera.

Marta: ¿Ves? Te ves mejor cuando te relajas y no andas por ahí con tus tácticas de seducción, eso solo te ha traído problemas y más problemas.

Pensándolo bien era totalmente cierto, mis tácticas sumadas a mi físico eran una combinación irresistible para quien yo quisiera conquistar y con Marta quería utilizarlas apenas nos conocimos, pero la cosa me resulto en constantes sátiras de su parte y en peleas constantes con ella. Empezaba a ser yo misma, me relajaba cada vez que la veía y quizás su presencia en mi vida desencadenaría en resultados muy buenos.

Me levante mi sitio, hice una reverencia que le saco una sonrisa a la borde de Marta y le coloque mi mano suspendida esperando fuera tomada. Se puso de pie, hizo como si cargaba un vestido enorme y me respondió a la reverencia, sujeto con fuerza mi mano y me deje llevar por el momento, por la sensación, por las emociones…

La acerque despacio hasta tenerla justo frente a mi cara, nos mirábamos con mucho cariño como si en serio nos queríamos y nos conociéramos de toda la vida. Sentía mi abdomen contraerse, sentía mis manos sudar y me avente a lo desconocido. Acerque mi boca a la suya, tan cerca que su respirar me hacía suspirar, la apreté un poco más a mí y bese su labio inferior, sólo era un beso, un beso inocente, abrió su boca y sujeto mi labio superior… Era lo más rico del planeta y se sentía correcto, éramos como dos planetas calientes generando vida. Pero nada podía ser perfecto y mucho menos en esa mujer, se alejó de mí y me vio con cara confundida… A continuación me dio tremenda cachetada, tan fuerte que me ardió el cachete. Estaba destinada a ser golpeada y al menos con Marta no sufriría tanto.

Marta: Eso es para que te quede claro que no es cuando a ti te dé la gana de besarme, no seas idiota. No soy una más.

Yo: Esta bien. No volverá a suceder. Mi enojo era enorme, gire sobre mis pies y me dispuse a salir del sitio dejándola a ella ahí parada, pero su mano sujeto mi brazo y me hizo detenerme.

Marta: Espera Emily, no tienes por qué irte. Se acercó y me beso en la mejilla, tardo un buen rato en despegarse. Eso es para que sane la cachetada que te di, pero espero no vuelvas a besarme. ¿De acuerdo?

Asentí y mi enojo disminuyo un poco, igual no estaba de acuerdo con lo que acababa de hacer, pero lo tenía merecido. No puedo ir por la vida pensando que todas las mujeres son iguales. Marta por supuesto que no era igual a nadie que hubiese conocido antes, tenía mucha información sobre mí y no iba a ser nada fácil conquistarla, además a su lado la situación era igual a igual, ni ella cedía ni yo lo hacía.

Yo: Marta, no volveré a besarte, te lo juro. Su cara paso de estar molesta y apenada a tristeza total. La abrace por la cintura y le susurre al oído: La próxima vez serás tú quien me bese. Me aleje despacio y vi como los vellitos de su cuello se levantaban como si tuvieran vida propia.

La noche estuvo de maravilla, luego del percance de la cachetada estuvimos bailando, bebiendo y desenvolviéndonos como si lleváramos años juntas. Iban a ser las 4 am cuando propuse llevarla a su casa.

Yo: Marta, es tarde y no quiero que pienses que te estoy emborrachando para violarte. No me gusta ese tipo de encuentros. Me saco el dedo del medio y nos reímos con complicidad.

Marta: Es cierto, ya es tarde incluso para ti que estas acostumbrada a salir de fiesta todos los fines de semana. Hice un gesto de desagrado que le pareció muy bonito.

Abrace a Marta y la lleve arrastras al carro de Fernando, estaba que no valía nada y me di cuenta del poco aguante que tiene al alcohol. Su perfume se había intensificado con la bebida y olía a cítricos, un olor bastante delicioso. Abrí la puerta del auto sujetando con mi brazo derecho el cuerpo de Marta y la acune como a un bebé, la acosté en el asiento del copiloto, cerré la puerta y corrí a subirme para manejar. Recordé la dirección de Marta en cuestión de segundos y arranque suavecito para que no le dieran ganas de vomitar.

Marta: Cuando eres tú, la verdadera tú me resultas adorable y especial. Esta es la versión que quiero todos los días, la Emily dulce, soñadora, caballerosa y respetuosa. No la loca que se cree el ombligo del mundo. Haberle dado tanto para beber me había puesto unos pasos delante de ella.

Yo: Excelente Martita, sígueme contando más cosas… Empezó a reírse a carcajadas y supe que lo hacía porque acababa de revelar que no era del todo desagradable para ella.

Llegamos a la calle donde estaba su casa, conduje más lento que de costumbre y voltee a verla. Ahí a mi lado derecho estaba una mujer hermosa, llena de pecas en el rostro, una boca muy apetecible, largas pestañas, cejas pobladas y una nariz que contrastaba muy bien con su cara. Su cabello caía por uno de sus costados y por primera vez en muchísimo tiempo no pensé en alguna mujer de forma sexual, sólo me parecía preciosa y muy loca, era como ver a un jaguar dormido, tan lindo, pero a la vez tan “peligroso”.

Detuve el auto frente a su casa y empecé a moverla, la empujaba suave, pero nada que despertaba y comencé a asustarme.

Yo: Marta, Marta hemos llegado, despierta vale. Estamos en tu casa.

Marta: Déjame en paz, quiero dormir.

Yo: Marta, es en serio… Estamos en tu casa. Bájate.

Marta: Pedazo de imbécil no voy a moverme, ahí están las llaves. Hablaba de forma indescriptible, apenas lograba entenderla. Me arme de valor, busque las llaves, aparque el carro adecuadamente y me baje para llevarla cargada hasta su casa.

Era eso o simplemente llevarla a mi casa y tener al siguiente día un animal a punto de matarme por no comer en días. Así que mejor era cargarla, acostarla y alejarme lentamente de esa peligrosa mujer. La tome entre mis brazos como a un bebé pequeño, ella se sujetó a mi cuello como acto de reflejo y no le tome mucha importancia porque de haberlo hecho la hubiese tirado al suelo.

Subí las escasas tres escaleras que daban a su puerta y abrí con la mano mientras sostenía la espalda de Marta con mi pierna. Entré y me percate de lo cálida que era su casa, demasiado cálida y me sentí tentada a quedarme un par de minutos, pero luego recordé que Marta empezaba a pesar más de lo normal y busque con la tenue luz la puerta de su habitación, no tarde mucho en encontrarla ya que supuse debía ser la estaba al fondo.

Empuje la puerta con mi pierna, haciendo un poco de equilibrio y me adentre en un cuarto bastante bonito, una cama grande con sabanas de color rosa pálido y un sinfín de fotos suyas, fotos que me dejaron pensando en lo bonita que era incluso de niña. Marta empezaba a hacer ruidos extraños y con calma la coloque sobre la cama, le quite los zapatos y arrope su cuerpo con mucho cuidado. Justo cuando suspire y estire mis músculos para relajarlos escuche:

Marta: ¿Puedes quedarte esta noche?

No respondí a su pregunta, salí corriendo a la sala y cerré tanto el auto de Fernando como la puerta principal y la puerta que daba a su dormitorio. Me deshice de mis zapatos, de mi chaqueta de cuero y decidí dejarme la camisa junto con mis jeans. Recosté mi cuerpo a la suave cama de Marta y sentí como uno de sus brazos se posó sobre mis caderas, hizo el esfuerzo de acercarse, pero creo que estaba tan ebria que le resultaba imposible. Decidí hacerlo yo, aunque tenía miedo de que volviera a golpearme.

Marta: Idiota, que gusto tenerte entre mis sabanas… Sonrió de medio lado.

Yo: Creo que todo esto ha sido un truco para quedarte a dormir conmigo.

Marta: Shhhh vas a arruinar el momento. Me puso uno de sus dedos encima de mis labios y a continuación poso su cuerpo entero sobre el mío, acerco su boca y me beso. Yo quede estática viéndola, esperando el manotazo, pero en vez de ello metió sus manos por mi camisa y toco mis costillas…

Yo: Marta, espera…

Marta: Tranquila Emily, sólo quiero curarte las marcas que te han dejado tus antiguas amantes.

Suspire por esa confesión y me deje llevar, nos besamos lenta y deliciosamente, con amor, con paciencia, con hambre, como si nuestras bocas hubiesen esperado años para sentirse. Nos besamos sin pensar en que pudiera ocurrir apenas saliera el sol, sin imaginar que la vida podía estar por fin regalándonos un poco de felicidad.

Esa noche no pasó mucho, solo nos besamos y caímos dormidas al poco rato. Desperté temprano, Marta todavía estaba dormida y le prepare algo de café. Caminé devuelta a su habitación y la vi de espaldas a mí, con su melena mojada, una toalla tapando su trasero y una cantidad considerable de agua por todo el suelo.

Yo: Buenos días, Marta…

Vi como giro lentamente y se quedó observándome con un poco de vergüenza y otra cosa que aún no consigo distinguir del todo. Se tapó los senos y coloco su cara de pícara.

Yo: Tranquila, anoche solo hemos dormido. Le entregue el café caliente en sus manos y con sus enormes ojos me hizo perder un poco el equilibrio.

Marta: Lo sé, no te has aprovechado de una borracha, pero yo sí que me he aprovechado. Gracias por traerme Emily y por no violarme, ah y por bailar tan bien toda la noche…

Yo: También puedes agradecerme por haberte besado deliciosamente. Le lance un beso que estuvo a punto de aterrizar en su boca y ella solamente soltó una carcajada.

Marta: Ahora date la vuelta, que contigo viéndome no podré vestirme.

Yo: Tengo que irme, pero ahora la que hace las citas soy yo. Te espero a las 7 en mi casa, no llegues tarde loca.

Marta: Ese es mi nuevo nombre, ¿Entonces? Está bien, nos vemos a  las 7 idiota. Nos miramos una vez más y vi como caminaba rápidamente hasta donde yo estaba parada, me dio un beso largo, succiono mi labio inferior yo sujete entre mis dietes su labio superior y jugamos un poco con nuestras lenguas. Se soltó de mi agarre y me hizo un gesto con las manos para que me fuera de su casa, gesto que por cierto aún me da algo de gracia.

Pase como un Tasmania por su habitación, recogí mi chaqueta, mis zapatos y tan pronto como entré, decidí salir. Tantee las llaves del carro de Fernando en el bolsillo de mi chaqueta y me topé con una mañana muy bonita, aves cantando por doquier y una sensación de paz recorriendo mi alma. Me fui a casa, quería ducharme y ordenar mis pensamientos. Revise mi móvil y vi unas llamadas del señor Antonio y le devolví la llamada, no quería retrasar nada, no ahora después de que todo empezaba a cobrar sentido.

Espere el tono y escuche.

Sr. Antonio: Buenos días, Emily. La venta de los cuadros se hará esta misma tarde. Te envío un adjunto para saber cuáles decides colocar a la venta. Nos vemos al lado del club chino, ahí se hará la venta. Por favor, no llegues tarde.

Yo: Así será señor Antonio, hasta pronto.

Colgué la llamada y revise el documento adjunto. Le respondí el correo diciéndole que las vendiera todas excepto la titulada “Mi encanto”. Llegue a casa y observe como la entrada estaba atorada de cartas, de flores y de chocolates, lo cual quería decir que era Antonella tratando de pedirme perdón, pero nada de eso cambiaria jamás mi decisión. Tire todo a la basura y escuche como sonaba “Laddy Gaga” al fondo, evidentemente era el homosexual de Fernando.

Yo: Ahora mismo tú me vas a decir... ¿Quién coño es Marta y como sabe tanto de mí? Salte sobre él que estaba acostado en la cama tarareando esa horrible música.

Fernando: Basta, ya… Yo te digo como la conozco, pero bájate que no respiro. Por favor, no dejes al mundo sin este bombón. Lloriqueaba como una niña pequeña.

Yo: No te suelto hasta que hables. Tenerlo así me estaba partiendo de la risa, me dio lastima.

Fernando: La conozco porque ella estudio conmigo, sabe todo sobre ti, yo le he contado… Pero por favor bájate que no respiro. Gritaba y pataleaba, me baje de un salto y lo abrace.

Yo: Fer, ella me gusta mucho. Anoche me quede a dormir en su casa, pero solo hemos dormido no pienses cochinadas inepto. Tenía la boca abierta. Cierra la boca gafo, te van a entrar moscas y después caes enfermo y no tengo quien me cocine.

Fernando: Pero ya va, si ella misma me dijo que te odiaba, que tú le parecías la persona más echona y despreciable del mundo. Y cállate, si me muero no solo tú vas a sufrir, estoy saliendo con Gabriel, el de mi curso de cocina los sábados.

Yo: Ahh el buenote rubio que tiene los dientes tan blancos como una hoja. Muy bien por ti pendejo, ahora dime algo… ¿Ella ha hablado últimamente contigo?

Fernando: No, loca. Sólo llame a la abu para saber si le habías dado el dinero de la carrera y ella fue quien me comento que habías ido con una tal Marta, pero a fin de cuentas jamás imagine que era la misma persona. Quiero traer a Gabriel hoy, así que piérdete de aquí.

Yo: Ya macho, yo tengo la subasta de las pinturas de mi papá, necesito un vestido… Pienso invitar a Marta. ¿Tú crees que acepte?

Fernando: Aceptará si la tratas con educación, ella no es como las putas a las que frecuentas. Seguro ya te dio tremendo golpe por estar seduciéndola.

Yo: ¿Golpe? ¡Me dio una cachetada! Solo porque le robe un beso.

Fernando se tiró en el suelo a reírse, se reía tanto que estaba doblándose y llorando sin parar.  No lograba detenerlo y cuando le dan esos ataques tengo  que patearlo porque si no puede desmayarse, así lo hice y admito que lo disfrute.

Fernando: Coño, que pegas duro inepta.

Yo: Ya Fer, lárgate a buscarme un vestido que sabes que no sirvo para eso. Ah dile a la abuela que mañana a la 1 estaré en el “Ocanto” esperándola.

Fernando: ¿Puedo gastar algo de tu tarjeta de crédito? Ya te has puesto la mitad de los vestidos, vengo en diez minutos. No esperó a que yo respondiera y me resulto imposible perseguirlo para quitarle la tarjeta, así que mejor era que me fuera a duchar.

Antes de ello le mande un mensaje a Marta: “Loca, te veo a las 3. Paso por ti, no te preocupes. Vístete formal, pero te tapas que no me gusta que andes mostrando lo que es mío… Mentira, no quiero que vuelvas a golpearme”

Recibí su respuesta al cabo de unos 5 minutos.

“Tuya es la prepotencia y egolatría que te dieron al nacer. IDIOTA. Nos vemos a las 3, ni se te ocurra llegar tarde”

Sonreí al ver el mensaje, me fui a la ducha y me quite las malas vibras, pensaba en Marta y en como su fresca y diferente actitud me hacían tanto bien.


HombreFX: Espero no te pierdas de nuevo, aquí esta la continuación... Besos.

Sasia: Disculpa la tardanza, ojala te guste. Abrazos enormes.

Kurenay: Hola, me alegra mucho que te haya atrapado. Un placer, muchos saludos para ti también.

Quiero agradecer desde el fondo de mi corazón por animarme a continuar con este relato, sé que a muchos les ha gustado el cambio que se ha venido dando... Esta proximo a terminar y me gustaría que me dijeran como creen que terminara. Espero sus correos, un fuerte abrazo a todos desde Venezuela.

Emilyzapata72@gmail.com

PD: Gracias a ti, por enviarme un correo por cada relato y sentarte a detallar cada minima cosa, de verdad ha sido un placer aclarar tus dudas en todos los aspectos. Te animo a que algún día nos deleites con esas historias que tienes por ahí. Besos.