Mi historia 1

Les contare una historia que aún no ha terminado.

Mi historia

Les contare mi historia, una que no es tan bonita, tan romántica y tampoco tiene un final feliz porque aún no sé si ha  terminado; pero a fin de cuentas es tan interesante y atrayente que te mantendré aquí pendiente de cada capítulo.

Me iré al pasado, hace exactamente 5 años que la conocí. Era un día normal en mi vida cotidiana y loca, estuve siempre acostumbrada a vivir con excesos, con alcohol, chicas guapas y a mantenerme por mí misma. Esa mañana estaba pagando las consecuencias de haber bebido todo el fin de semana y tener clases a las 7 am era suficiente castigo. Iba algo apresurada ya que, aunque es poco creíble, nunca faltaba a mis clases y tampoco llegaba tarde, pero esa vez estaba 10 minutos por debajo de las 7 y eso me preocupaba en exceso, sentía que algo bastante importante ocurriría ese día y lo confirme apenas abrí la puerta del salón… Me encontré con una mujer entre los 25 y 28 años, blanca, con cabello oscuro, ojos café claros, mejillas rosadas y un atuendo bastante sensual para dar clases de Economía a esas horas. Era una mujer que atraía miradas por donde quiera que pasaba, no solo tenía unas curvas exquisitas, sino que además su rostro era tan precioso que difícilmente podría describirla con palabras utilizadas por mortales como yo.

Yo: ¿Buenos días profesora, podría pasar a su clase?

Ella: Buenos días. Usted debe ser… Hizo una pausa y se acercó a su mesa, reviso sus papeles y pronuncio mi nombre tan sensualmente que empecé a darle gracias a mis padres por haberme llamado así. ¿Debe ser Emily Fernández, correcto?

Aún estaba en shock por la manera en cómo ella usaba cada palabra a su favor, cada expresión me mantenía atraída…

Yo: Si, un placer. Me acerqué ferozmente con la mano extendida y recibí la suya en un cálido apretón. Me miro de forma extraña por unos segundos y me hizo la invitación a sentarme con un gesto muy grato.

Rápidamente me senté justo al frente del pizarrón como era costumbre, todos en la sección nos conocíamos ya que llevábamos varios semestres compartiendo clases y sabían que ese era mi lugar desde siempre. No es por ser ególatra, pero investigaba mucho y estudiaba sobre la materia, además de tener buenas calificaciones terminaba haciendo una bonita amistad con cada profesor y sentía que con ella sería más que una amistad. Siendo sincera jamás me había llamado la atención ninguna profesora, porque la mayoría eran unas señoras de 50 años y las otras pocas acababan de graduarse y se notaban inexpertas, pero ella era perfecta para mi interminable lista… Pensaba en mi lista de mujeres que iba en aumento semanalmente, pero a la vez imaginaba invitándola a salir, hasta que de pronto fijo sus ojos en mi…

Ella: ¿Entonces Fernández, podría decirnos de que trata la materia? Me han hablado maravillas de usted, espero no sea solamente palabras sino hechos.

Yo: No se quedarán en comentarios de pasillos. ¿Profesora? Hice una pausa y ella entendió que estaba preguntándole su nombre.

Ella: Me llamo Antonella Flores, soy su profesora de Economía y me encantaría escuchar su resumen acerca de la materia y de los posibles temas que usted cree tocaremos a lo largo de este semestre. Su mirada era retadora y podría decir que veía un deje de coqueteo, quizás lo estaba imaginando, pero podría jurar que así era.

Yo: Referente a su materia, la economía es una ciencia social cuyo principal objetivo es el estudio de cómo se organiza una sociedad para producir sus medios de existencia que distribuidos entre sus miembros y consumidos por ellos, permiten que la sociedad los reproduzca nuevamente para crear de esta forma un flujo activo bienes y servicios en el tiempo. Se habla también de la economía política y de una definición objetiva marxista, también sobre macroeconomía, microeconomía que son las más aplicadas a nuestro entorno. Mientras hablaba la preciosa Antonella pasaba sus finas uñas por su mejilla y levantaba las cejas en signo de asombro y se puede decir que hasta orgullo.

Ella: Excelente análisis, juraría que lleva toda la semana debatiendo estos temas. Agradezco su dedicación para con la materia. Me regalo una sonrisa y continuo con su clase, clase que fue muy dinámica llena de preguntas, análisis y hasta debates entre estudiantes y profesor. Por primera vez en mucho tiempo me sentía apasionada por mi carrera, tenía unas ganas enormes de agradecerle por haberme devuelto las ilusiones, ya que en los últimos tres semestres iba por puro compromiso y había olvidado porque realmente cursaba la carrera de Derecho.

Finalizo su clase dejando unas cuantas investigaciones y un análisis para la siguiente clase, se despidió con un simple hasta pronto y de esa manera cada estudiante fue saliendo del aula.

Me acerque a ella, percatándome de que solo quedáramos nosotras dos en el salón.

Yo: Me gustaría mucho saber si me está retando, porque de ser así le agradezco mucho por devolverme las ganas de colocarle pasión a la carrera. Ella no paraba de observarme y sonreír con un aire de superioridad que me ponía un poco nerviosa.

Ella: Todas las materias son un reto si usted tiene la suficiente garra para adquirir más conocimientos de los dados en clases. No debería agradecer, sin embargo le diré que estoy de acuerdo con que le ponga pasión a una carrera tan hermosa como esta. Notaba que de pronto su mirada bajaba a mi nariz y a mis labios, pero seguramente yo estaba imaginando tal cosa.

Yo: Lo tomare como un reto profesora si me lo permite. Espero tenga feliz día. Me aleje de ella sin voltearme a esperar su despedida y cerré la puerta sin causar mucho alboroto, pero dejándole claro que esto no se quedaría aquí además sabía que acabábamos de entrar a un juego muy peligroso, sentía como el aire se cargaba de un enorme enigma cuando me acerque a ella y realmente nunca me había sucedido tal cosa.

Baje las escaleras y salude con mucho gusto a todos los conocidos que iba viendo por la universidad, algunos nos conocíamos por las ponencias que daba, otras simplemente éramos amigas de habitación por no colocarle otro nombre. Doble en la esquina y me dirigí a mi lugar favorito, la cafetería… Era un lugar muy cómodo para leer, tomarse un café y hasta entablar una conversación agradable…

Yo: Hola Fer, lo mismo de siempre. Le dije al encargado de la caja que veía cada día y me encontraba cada sábado por la noche en la misma discoteca, éramos amigos desde el primer día que ingrese a la universidad debido a que él trabajaba doble turno para pagarse los estudios y dejar el trabajo era prácticamente imposible.

Fer: Guapa, por supuesto no tienes que mencionarlo dos veces. Han venido un par de chicas bien buenas preguntando por ti, creo que nos han visto juntos en la disco, me tome el atrevimiento de darles tu numero ya que sé que no dejas ir nada.

Yo: Muy bien mi muchacho, apunta unas galletas a la cuenta que esa es tu recompensa por ser tan buen alcahuete jajajaja… Él realmente era mi amigo, sabía todas mis historias y fue mi paño de lágrimas cuando la cosa se puso color de hormiga. No conocía a alguien más leal que él y aunque a veces lo dejaba embarcado, sabía que con un abrazo y un número de un chico guapo sería suficiente para alegrarlo.

Fer: Bueno, muévete que haces cola y no quiero hacer esperar a las personas. Nos despedimos levantando la mano y camine rápidamente a buscar mi café.

Tenía una mesa especial, desde donde podía mirar quien entraba, quien pedía y quien se sentaba, el único problema es que ese día iba a compartir mi pequeño espacio con alguien más. Abrió la puerta de pronto, mostro sus dientes perfectamente blancos, paso la mano por su cabello y se dirigió a la caja, saludo con mucha familiaridad a Fernando y fue directo por su café, en todo el rato no pude dejar de observarla, se notaba tan cómoda como si toda la vida hubiese dado clases en esta universidad y además todos la amaran. Volteo echando un vistazo rápido y se dio cuenta de que no había mesa disponible, lo único que pudo encontrar fueron mis ojos que la veían con mucha insistencia.

Ella: Puedo sentarme con mi nueva alumna? Parecía que esto le hacía mucha gracia, decir alumna y sentirse superior. Su presencia volvía  a hacerme sentir fuera de mí, como si no pudiera controlar mis impulsos más básicos y bajos.

Yo: Oh claro, profesora. Hice un gesto de reverencia con la cabeza, me levante de la mesa y le invite a tomar asiento. Es usted bienvenida a sentarse conmigo cuando lo desee.

Ella: Lo tomare en cuenta de ahora en adelante, digo para repasar temas de Economía de ser necesario. Hizo una pausa larga, como creando expectativa a lo que diría a continuación. Dígame algo, porque una persona tan dedicada como usted tiene tan mala reputación? Entre cerré los ojos y la fulmine con la mirada, era obvio que se refería a que había salido con media universidad y la famita de rompecorazones no había desaparecido por más que tratara de ser digamos… Reservada.

Yo: Lamentándolo mucho no tiendo a compartir mis intimidades con mis profesores, pero hare una excepción por tratarse de usted. Levanto las cejas con sorpresa y relajo los músculos de la cara. Supongo que cuando somos muy buenos en algo, tendemos a ser muy malos en otro algo que no controlamos. En todo caso, eso ya es cosa del pasado justo ahora mi propósito es un poco más exigente.

Hablar con ella compartiendo un café era la cosa más cómoda que pudiera existir, parecía que nos conocíamos de toda la vida y la atracción física se notaba que no solo la sentía yo… Por primera vez en mucho tiempo alguien me animaba de forma intelectual a hacer algo más que estudiar o hablar de los extraños cambios del clima. Hablamos de todo y de nada, me conto sobre su pasión por la economía, de cómo había tardado años en conseguir sanarse de las migrañas, en su pasión por los libros de suspenso que contuvieran amor, de lo difícil que había sido conseguir trabajo en la universidad y de su interés por alguien tan extraño como yo que salía excelente en clases y llegaba cada lunes con un olor desagradable a alcohol y cigarrillos.

Yo no hable mucho sobre mí, preferí oírla con atención y demostrarle que lo que sea que estuviera diciendo era interesante por el simple hecho de que venía de ella. No paso mucho cuando un hombre no mayor de 40 años la llamo desde la puerta de la cafetería y ella se disculpó para despedirse con un poco de incomodidad, se notaba que estaba como entre la espada y la pared o eso creo que sentía.

Ella: Debo irme, espero verte en clases y con la investigación realizada. Dejo su olor impregnado en el ambiente y no pude hacer más que sonreír y ver como se alejaba de mí.

De forma inmediata vi como Fernando me lanzaba un pedazo de tostada que por poco no esquivo.

Fer: Entonces hay conquista nueva y además piensas pelear con el decano por ella. Entendí perfectamente la incomodidad de Antonella, estaba saliendo con el decano y dejar de hacerlo era ponerle fin a su trabajo y crear un problema para mí que estaba a punto de graduarme, al menos eso entendía en mi mente con su actitud tan extraña.

No le di vueltas al asunto, pero me quede pensando continuamente en mi profesora nueva y estaba ausente en clases, no podía permitir que esto generara una distracción. Desde ese momento debería colocar un Stop a todas las sensaciones que esa mujer tan guapa me generaba. Lo que no estaba en mis planes era que una gran sorpresa estaba por cambiarme la vida, una sorpresa que hasta hoy me sigue dejando pálida.                                                                                                        _____________________________________________________________________________              Hasta aquí mi nuevo relato, hace un par de años escribí una historia y no pude terminarla por infinidad de cosas...  Esta vez, la tengo completa esperando ser subida poco a poco. Un fuerte abrazo. Criticas o consejos pueden dejarlos en mi correo... Emilyzapata72@gmail.com