Mi hijo y su gran secreto 7 embarazada parte 3
Mi novio estaba en la puerta tocando a punto de descubrirnos. Mi vagina estaba rebosando de la leche de mi hijo y yo no tenia la mas minima idea de que hacer.
Carlos había tocado a la puerta varias veces preguntando si todo estaba bien. Yo me vestí inmediatamente y tape a mi hijo y dije que se hiciera el dormido. Mi vagina estaba completamente llena de su semen que brotaba cayendo al suelo de la habitación. Rápidamente abrí la puerta y mi novio estaba ahí parado a punto de volver a tocar. Yo con un tono de indignación le pregunte -¿se puede saber porque razón estas tocando a la puerta, vas a despertar a mi hijo?-. Lo lamento es que escuche algunos ruidos y quise venir para ver si se encontraban bien –dijo-. Él estaba teniendo una pesadilla debido a la fiebre alta y yo estaba tratando de calmarlo –dije-. Está bien, lo siento, ¿me imagino que no volverás a la cama conmigo verdad? –pregunto-. Por supuesto que no, me quedare con mi bebe, ve a dormir y no vuelvas a tocar la puerta –dije-. Él se fue algo cabizbajo y cerró la puerta de la habitación. Yo me sentía algo mal por tratarlo así pero temía que pudiera descubrirnos aunque; eso lo hacía aún más excitante. Cuando volví al cuarto antes de llegar a la puerta de la habitación de mi hijo, pise algo pegajoso. Era el semen de mi hijo que había dejado un rastro blanquecino en el piso de madera del pasillo. Lo limpie inmediatamente con un extremo de mi bata y volví a la habitación. Esa noche eyaculo tantas veces dentro de mí que ya no cabía ni una gota más de semen dentro. Dormí en su pecho totalmente desnuda y con su brazo alrededor mío.
Por la mañana me levante muy temprano y me metí a bañar. Con mis dedos saque todo el resto de semen que había reposado toda la noche dentro de mi vagina el cual era demasiado. La idea de estar embarazada de mi propio hijo me hacía mojarme de nuevo y las ganas de masturbarme me invadieron por completo. Comencé a tocarme pensando en la polla de mi hijo. Casi podía sentir su polla dentro de mí de tan solo imaginarla. Tome mi desodorante y lo metí entero en mi vagina. El placer fue intenso su helada superficie se encontró con mi cálido interior tratando de sofocar aquel incendio de perversión que había en mi vagina. Los fluidos salían bañándolo completamente aquella forma de cilindro me penetraba y yo solo podía pensar que era mi hijo el que lo hacía. Perdí un poco el control y me penetre en el ano con el desodorante con un deseo inmenso de que fuera mi hijo el que lo hiciera y sin demorar mucho eyacule en el piso de la regadera. El agua caliente que caía encima de mí se mezcló con mi eyaculación y se escapaba por el resumidero. Yo sentada en el piso del baño respirando agitadamente deseaba aún más a mi hijo.
Salí de bañarme y fui a mi habitación por mi ropa. Mi novio ya no estaba y me había dejado una nota. Al parecer tuvo que irse temprano por algo de su trabajo. Yo me puse una tanga blanca y un shorts de mezclilla corto que hacía que se me viera un culo hermoso y parte de mis nalgas se veían por la parte de abajo. Me puse mi blusa blanca de tirantes transparente y fui a darle sus medicinas a mi hijo para el resfriado. Él se estaba bañando así que fui a prepararle su desayuno. No tardó mucho en bajar a desayunar y le dije –tomate tus medicinas amor, el desayuno ya casi esta-. Él se acercó por detrás de mí me abrazo apretándome los senos fuertemente y me beso en la boca diciéndome –buenos días mi amor-. Yo me sorprendí por su cambio pero me gustó mucho.
-Oye bebe ya te sientes bien para ir a la escuela.
-No, aun me siento débil, quiero descansar un poco más.
-Te refieres a descansar como lo hicimos anoche.
-Claro que si, además tengo que asegurarme de que mi mujer quede embarazada.
-Estás loco mi amor.
-Si pero por ti mamita.
-Come ya loquito.
Él se terminó su desayuno y yo estaba terminando de lavar los platos. Él se acercó a mí nuevamente y me abrazo fuerte. Su cálido aliento lo sentía en mi oreja que con ansias esperaba por las palabras que sus labios estaban a punto de pronunciar. Me pone loco estos shorts que traes y lo sabes –dijo-. Me lo puse porque sé que te gusta mi amor –respondí-. Ya no aguanto más te voy a coger aquí mismo no me importa –dijo-. Me tomo de la cintura y comenzó a desabrochar mi shorts con una mano y con la otra manoseaba mi teta derecha mientras me besaba el cuello por detrás apasionadamente. Mi cuerpo estaba rendido completamente a sus deseos y yo solamente me dejaba llevar por la pasión. Me quito los shorts y mi tanga quedo al aire. Que culote tienes mamita –dijo-. Gracias mi amor –dije-. El me dio varias nalgadas y me la bajo también. Se escupió en la mano y unto esa saliva en su polla. Me reclino encima del granito de la cocineta y empujo fuerte gruñendo. Yo grite de dolor, me había metido de golpe su verga en mi ano sin lubricar. No seas tan rudo mi amor –dije llorando-. Te daré despacio no te preocupes –dijo-. Cumplió su promesa y lentamente comenzó a penetrar mi ano. No había limpiado mi ano como era propio para tener sexo anal por lo que la verga enorme de mi hijo se llenaba de fluidos de mi excremento muy rápidamente. El olor comenzó a llegar a su cerebro y eso prácticamente lo éxito más convirtiéndolo de nuevo en una bestia en celo. De un momento a otro se detuvo y me dijo –límpiame toda la mierda de mi verga-. Yo tome un clínex de su habitación y él me dijo –con eso no mamita, usa tu lengua-. Yo me acerque y removí los pequeños rastros de mi excremento con mi lengua. El sabor era horrible y al mismo tiempo erógeno. Lo lamia y luego escupía al suelo. Mi hijo lo disfrutaba mucho cerrando sus ojos y gozando del espectáculo. Después me dijo -tengo ganas de garganta-. Me tomo de la garganta y comenzó a follarla muy duro, prácticamente ahogándome con su tubo de carne. Yo lo empuje y casi me vomite por lo profundo que había llegado. El me tomo del cabello me beso y me puso en la mesa donde comía con mi novio por las mañanas. El siempre desayunaba en su habitación así que no le importaba. Comenzó a penetrarme duro yo solamente lo abrazaba sintiendo con mis brazos su dura y fuerte espalda. Gimiendo y gritando de placer.
-Cógeme duro mi amor.
-Puta madre, este bien apretada.
-Esta apretada para ti mi cielo.
-Toma toda mi pinche verga.
-Dámela entera mi cielo.
-Chingas a tu madre.
-Vengase mi bebe.
-Te voy a llenar con mi leche.
-Vente ya mi cielo, ¡lléname!
-Ay cabrón.
Mi hijo después de un gran gruñido lleno mi útero con su semilla de nuevo. Seguimos cogiendo toda la mañana hasta que mi novio llego a casa para comer. Yo le serví en la mesa justo donde mis nalgas habían estado y mi hijo había dejado parte de su semen ahí, el cual había olvidado limpiar. La cocina tenía un olor particular a sexo encerrado y mi novio al parecer lo había notado. Huele un poco extraño –dijo-. No lo he notado mi amor -dije-. Un par de semanas después desayunando con mi novio me dieron asco unos huevos revueltos que comí y fui a vomitar al baño del restaurante. No le mencione nada y regresamos a la casa. Cuando volvimos fui a comprar una prueba de embarazo. Orine en ella y espere por el resultado impacientemente. Positivo, estaba embarazada el problema era saber de quién era mi hijo. Continuara…
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