Mi hijo superdotado 3 Ultrajada por mi hijo
Después de poner celoso a mi hijo con su amigo la cosa se torno un poco violenta. El trató de tomarme a la fuerza.
Mi hijo había despertado con algo de desconcierto en su mirada. Aun no sabía bien lo que estaba pasando y su cuerpo no reaccionaba muy bien debido a los medicamentos y el alcohol. Yo, sin tomarle importancia a lo que él podría decir seguí montándolo. Su polla estaba dura como una piedra y yo estaba húmeda como un rio. Mi cuerpo tenia cada centímetro de piel erizada y mis labios vaginales le daban a mi hijo la bienvenida de nuevo, al lugar que lo vio nacer abrazando fuertemente a su polla. El abrió los ojos poco a poco pero en su rostro se notaba que aún estaba muy medicado y ebrio como para poder razonar coherentemente.
−¿Mama que estás haciendo?
−Shh cariño, todo está bien.
−¿Por qué estas desnuda?
−Esto no es más que otro de tus sueños mi amor
−Si eso debe ser, debe ser ese sueño en el que trato a mi madre como a una puta. –dijo para sí mismo.
−Oh enserio. ¿Eso crees que soy?
−Siempre he sabido que te acuestas con muchos hombres mama, que te encantan los negros, aún recuerdo cuando de niño, traías hombres a la casa y yo te espiaba en la noche a través de la puerta mientras ellos te hacían gemir como lo que eres una puta barata.
−¿Pero qué dijiste, como te atreves?
−Siempre te lo he querido decir pero nunca me he atrevido a hacerlo. Creo que solo tengo el valor para hacerlo aquí, en mis sueños.
−Bájate a la mierda de mi verga, ramera. Ponte en cuatro.
Podía ver en su rostro que sus pupilas aún estaban dilatadas, el efecto de las drogas no había pasado y por la falta de fluidez en su forma de hablar, podía notar que aún estaba borracho. Pero no podía soportar que mi hijo me tratara de esa manera. Además no quería que la primera vez que lo hiciéramos me tratara como la peor de las putas. Tome mi ropa y me vestí. Vuelve a soñar en otra cosa amor, no habrá ramera esta vez –dije. Él se quedó dormido de nuevo antes de poder mencionar una palabra y yo le ayude a vestirse, poniendo de nuevo su ropa interior.
Al día siguiente lo levante para bañarlo. El trato de no pasar por lo mismo pero era imposible su pene estaba erecto de nuevo. Yo le dije –no quiero estar lavando tanta ropa y haciendo más esfuerzos así que es mejor si nos bañamos juntos−. Me quite mi falda blanca abriéndola con el zipper lateral y bajándola con mucho esfuerzo ya que; por el volumen de mi trasero era difícil de subir por lo tanto; igual de difícil al bajar. Cuando por fin pude lograr tan titánica acción mi trasero quedo al aire, lucía una tanga roja con un poco de encaje y de un tamaño muy pequeño. El cual la mayor parte se escondía entre mis grandes y gordos glúteos. Podía ver de reojo a mi hijo observándome pero no dije absolutamente nada. Después quite mi blusa dejando por completo al aire mis gigantescos senos. Mis pezones estaban tan excitados que apuntaban a mi hijo como si mi cuerpo por si solo expresara que era lo que realmente deseaba. Baje mi tanga de espaldas a el para dejarle ver por completo mi ano y mi vagina abierta provocándole. Pude notar que después de tan erótico panorama su pene estaba goteando ese dulce líquido con sabor a gloria que tanto deseaba, su pre eyaculación. De nuevo no dije nada y tome la esponja con el jabón y empecé a enjabonarlo. La regadera estaba encendida y el agua caía en mi cabeza recorriendo mi cabello y descendiendo por mis pechos al suelo. El agua estaba caliente y hacia acrecentar mi excitación. Mi hijo aún tenía su pene muy erecto y trataba de evitarme con la mirada. Yo termine de enjabonar aquel cuerpo atlético terminando en sus glúteos firmes y duros metí la esponja entre aquel par de rocas y enjabone el canal entre ellas. Después lo metí al agua y removí todo ese jabón. Él no decía ni una sola palabra, permanecía mudo.
−Ahora te voy a lavar el cabello.
−Está bien
−Cierra tus ojos.
−Ok. Oye…
−¿Qué ocurre, te entro champo en los ojos?
−No, no es eso.
−¿Entonces, qué es?
−Eh, puedes ayudarme a desahogarme de nuevo.
−Bueno lo he estado pensando mucho y tienes razón. No deberíamos hacer eso. Somos madre e hijo y no está bien.
−Pero…
−Pero nada, eso es lo que decidí y es lo que haremos.
Limpie su pene muy rápido, solo unas cuantas pasadas con la esponja y lo enjuague con un poco de agua. Lo seque rápidamente y ayude para que se vistiera. Durante todo el tiempo pude ver una expresión de molestia dibujada en su rostro pero no le di más importancia. Así estuvimos prácticamente por más de una semana. Nada sexual y él se había distanciado aún más de mí.
Un viernes por la noche invito a su amigo Jorge a ver un partido de futbol soccer. La verdad no me agradaba mucho ese chico pero podía notar que tenía experiencia con las mujeres. Era apuesto, de buen cuerpo y con una energía sexual muy fuerte. Me gustaba provocarlo porque al final del día siempre se iba sin nada y eso me hacía carcajearme de la risa. Esa noche me vestí un poco más provocativa que de costumbre, porque sabía que venía y quería jugar un poco con él. Me puse un vestido amarillo que tengo con un escote enorme y un bra blanco. Muchos ya deben haberlo visto en mi blog. No llevaba tanga así que mi trasero se meneaba y brincaba de un lado a otro cada vez que caminaba rozando mi piel con aquella suave tela. Mi hijo parecía molesto por algo pero no podía notar que era. Jorge no podía quitar los ojos de mi escote al igual que mi hijo. Estuvimos viendo el partido hasta que llego el medio tiempo. Yo me levante a prepararles algunas botanas y a lo lejos les escuche hablar.
−Tu madre es una delicia hermano.
−Cállate idiota.
−Es enserio, no sabes lo que daría por salir con una mujer así.
−Nunca saldría con un pendejo como tú.
−Eso dices tu hermano, pero que crees que diga ella.
−Pierdes tu tiempo imbécil, ella solo sale con negros.
−¿Qué, es enserio?
−Si.
−¿Y por qué?
−¿Tú por qué crees idiota?
−No lo sé.
−Le gustan las pollas grandes.
−Wow tu madre sí que debe ser una veterana en la cama.
−Ya deja de hablar de mi madre si no quieres que te dé con estos tornillos que traigo en el brazo en la cabeza.
−Ok, No te enfades.
−Sería inútil para ti, te he visto en las duchas Gorgue y eres muy pequeño –dijo José mientras se echaba a reír.
−No es pequeño solo que comparado con el tuyo se ve así, tu eres un puto caballo –dijo gorgue mientras ambos reían sin control.
Gorgue ya estaba algo tomado cuando termino el partido así que; le dije que llamara a casa para que avisara que se quedaría a dormir pero me respondió que en su casa no había nadie, todos habían salido de viaje. Muy bien entonces te preparare la habitación de huéspedes −dije−.Ello siguieron charlando en la sala, mientras yo preparaba la habitación que se encontraba en la primera planta. Gorgue ya ni siquiera podía hablar bien de lo borracho que estaba y yo veía una posible oportunidad de dejar salir algo de la pasión acumulada que llevaba en mi interior en aquel joven cuerpo. Mi hijo no podía cargarlo, yo fui con él y lo ayude a llegar a la habitación. Yo aún no tengo sueño, me voy a quedar viendo tele un rato en la sala −dijo−. Yo lleve a Jorgito a su cuarto y lo ayude a quitarse el pantalón. Tenía una pequeña erección que se notaba en su bóxer tan ajustado. Muchas gracias por acostarme señora, pero sería mejor si se acostara junto a mí −dijo−. Cuidado mi amor, tal vez lo haga respondí. Sorprendí a aquel muchacho quitándome el vestido levantándolo por encima de mis hombros y quedando en ropa interior. Él se quedó mudo e inmóvil.
−Te gusto Jorge.
−Sí, mucho señora.
−¿Te gustaría que abusara de ti? –Pregunte mientras me reía levemente.
−Si.
−Bueno pues ayúdame a quitarte toda la ropa.
Como alma que lleva el diablo se quitó toda su ropa y se recostó en la cama. Sus ojos se entrecerraban por el peso de aquel alcohol que había ingerido y yo trataba de mantenerlo despierto. Me puse cerca de sus testículos y se los comencé a chupar mientras le picaba el ano. El gimió fuerte y me dijo –eso dolió−. Pues no te quedes dormido corazón –respondí.
Su ropa interior tenia manchas blancas por todos lados y sus testículos tenían ese aroma a semen seco. ¿Te estuviste masturbando todo el día amor? –pregunté mientras pasaba mi lengua por todo su pene−. Bueno es que usted siempre ha sido, ha sido mí, mi fantasía –dijo con voz entrecortada−. Yo lo comencé a chupar intensamente y el solo se limitaba a quedarse callado gimiendo muy levemente, podía notar que tenía experiencia cuando le daba mi garganta intermitentemente y el no eyaculaba. Tenía muy buena estamina así que decidí tomar una prueba de manejo. Me monte encima de él y mis caderas hicieron lo suyo. El solo me tomaba de mi cintura y me veía ir y venir en un frenético movimiento adelante y atrás, circular e incluso saltando encima de él. Yo tomaba mis pechos y los chupaba mientras montaba aquella viril y juvenil polla. No podía ni remotamente compararse con mi hijo pero era una buena polla. Gemía muy fuerte intencionalmente para que mi hijo que estaba en la sala me escuchara. Quería que viera de lo que se había perdido por despreciarme y supiera lo que podía hacer una verdadera hembra en la cama. Jorge hacia hasta lo imposible por no venirse. Yo seguía montando, gimiendo incluso gritando. Cógeme como a una perra−dije mientras mordía mis pezones. Entonces fue cuando lo vi. Mi hijo en la puerta de aquella gran habitación, mirando hacia nosotros. No podía creerlo, trate de no mirarlo fijamente y seguí como si no me hubiera dado cuenta. Mi hijo había sacado su polla monstruosa y se masturbaba intensamente. El saber que mi hijo me miraba fornicar como una hembra salvaje me excitaba aún más. Me saque el pene de Jorge y me lo apunte al ano. Hay que hacerlo seguro amor, no queremos un embarazo. Me monte en él y sentí como mi ano le daba la entrada. Yo me movía como una puta y Jorge no tardo en sucumbir al encanto de mi ano con un intenso orgasmo. ¡Dios mío! –grito intensamente−. Mientras yo recibía aquella joven semilla en mi culo y gemía fingiendo un orgasmo para que no se sintiera mal. Eso estuvo muy rico amor pero, ya es hora de dormir –dije mientras lo tapaba con una cobija y me ponía mi ropa−. ¿Te gusto como te viole hoy amor? –pregunté con un tono humorístico−. El solo asintió con la cabeza. Bueno de ti depende que se repita, solo se bueno con mi hijo y no cojas con nadie más, de ahora en adelante este pene me pertenece −dije−. El asintió de nuevo y se quedó dormido. Cuando me gire hacia la puerta mi hijo ya no estaba así que; me imagine que se haya ido. Salí de la habitación de gorgue y la televisión y las luces de la sala se encontraban apagados en su totalidad. Yo supuse que había ido a su habitación a terminar lo que había comenzado y yo hice lo mismo. La verdad el sexo con Jorge había sido poco satisfactorio y me había dejado con ganas de más. Esa noche me quite toda la ropa y dormí desnuda completamente. Hacía mucho calor y mi fiebre sexual no ayudaba mucho. Después de un par de horas caí rendida. Por la madrugada dormía plácidamente hasta que un pequeño movimiento me despertó. Era un ligero movimiento en mi cama. Trate de girarme pero algo me lo impidió. El brazo con tornillos de mi hijo estaba en mi espalda.
−¿Crees que puedes provocarme con tu cuerpo y luego rechazarme y cogerte a el imbécil de gorgue, perdón cogerte no, violarlo, así lo dijiste no?
−Tú me rechazaste a mí, ¿qué no te acuerdas?
−Eso fue antes, pero no te preocupes, yo te voy a dar lo que ese pendejo no pudo, una verga de un verdadero hombre.
−Quítate de encima.
−Esto es lo que deseabas desde un principio no, hablabas de violación, te voy a mostrar que es una violación.
José puso su otro yeso en mi cabeza y con fuerza empujo mi cara contra la almohada. Su cuerpo estaba encima del mío, podía sentir su abdomen rozar mi trasero. Sentí como se acomodó y su pene humedecido por su pre eyaculación se aproximó peligrosamente a mi ano. José ni se te ocurra –dije con voz enérgica pero incapaz de poder hacer algo por detenerlo. Él se acercó a mi oído y susurro en el −esto es una violación, mientras metía con fuerza y de golpe su polla bestial en mi ano sin misericordia alguna. Yo grite de dolor y una lágrima provocada por el mismo broto de mis ojos. Esta noche va a ser muy larga así que prepárate mama –dijo José.Continuara…
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