Mi hijo, mi tentación

El amor y el deseo sexual, se entrelazan entre mi hijo y yo.

Mi hijo, mi tentación

Me llamo Olga, tengo 42 años y un hijo de 18 años llamado Mauro, un jovencito adorable pero muy tímido, tiene muy pocos amigos y nunca trajo ninguna novia a casa, siempre se encerraba en su habitación y navegaba por Internet casi todas las tardes, supongo que por paginas pornográficas

Hace cerca de un mes, me encontraba en mi cuarto cambiándome de ropa, cuando noté por el espejo que mi hijo, me estaba observando. Al darme vuelta, él se retiró con rapidez, pero lo llamé para pedirle que antes de salir de casa, me alcanzara algunas cosas que yo había dejado en el automóvil. Cuando giró ante mi llamado, noté lo abultada que estaba su bragueta como señal indudable de una erección que él trató de disimular.

Me causó gracia confirmar lo crecido que estaba mi hijo. Tras una breve conversación se dirigió hacia su cuarto. Minutos después, al pasar frente a la puerta cerrada de aquél, surgió en mí una sospecha que no puedo fundamentar con claridad, pero que me llevó a apoyar uno de mis oídos en la misma, lo que me permitió escuchar ciertos movimientos rítmicos, que surgían de las maderas y el colchón de la cama y la respiración de Mauro, profunda al principio y jadeante luego, que no me sugerían otra cosa que una masturbación en curso. La situación relatada me generó una variada serie de sentimientos. En primer lugar me preocupé, no por las presuntas maniobras de autosatisfacción de mi hijo, sino porque yo sospechaba que se había excitado observándome y el alivio que se procuraba me tenía como causante. Por otra parte me sentía orgullosa de confirmar que tengo un cuerpo atractivo aún. Eso pasaba sucesivas veces y a mi me tenia muy halagada

Me gustaba escucharle como se masturbaba y yo normalmente terminaba haciendo lo mismo y a pesar de mi convencimiento que no era el mejor remedio para su timidez, la tentación de coger ese miembro joven, enérgico y ardiente de mi hijo era incontrolable.

ardía en deseos ocultos, ya no era posible seguir engañándome hacia días que era invadida por sueños eróticos espantosos por lo atrevidos, en los que el protagonista era mi hijo

Una noche mientras escuchaba su agitada respiración desde mi cama, me digerí a su habitación sin hacer el menor ruido llevaba puesto solo un camisón, mis pechos se adivinaban en tan ligera prenda. Mis pezones erectos y oscuros se marcaban con total claridad Sus gemidos se detuvieron cuando me acerque a la puerta entre y tomé asiento al borde de la cama. Al mirar las sabanas contemple la erección de su miembro, estaba mojada, sentía mi vagina ardiente y mis manos empezaron a acariciar ese cuerpo que dormía. Sentí con espanto que me estaba comportando como una desvergonzada, el deseo se había apoderado de mi, no sabia que le diría si se despertaba pero no me importaba. Atrevida retire la sabana que lo cubría y ahí estaba su miembro totalmente erecto y enrojecido, estaba como enloquecida me ardía la cara, su miembro lo sentía cada vez más cerca, su olor me embriagaba y mis labios se desasían por probar su sabor. Mi mente decía que no, pero el deseo me empujó a meterlo en mi boca. Dios mío que estaba haciendo. Sentí que una de sus manos se aferraban a mi brazo izquierdo y su otra mano se pozo sobre mi cabeza. Aceleré el ritmo deseaba sentir todo el sabor y el calor de su semen en mi boca. Sabia que su orgasmo era inminente, sabia que me iba a obsequiar con exquisitos y abundantes chorros de semen, mi boca se llenó de pronto de semen quería tragarlo a toda costa. Asustada , arrepentida y sucia, me sentía en ese momento pero su voz me tranquilizó

mamá quiero que sepas que me ha gustado mucho

a mi también hijo le respondí

¿Puedo tocarte mamá?

El esperaba una respuesta de mi parte, así que yo le rodeé el cuello con mis brazos y le apreté más a mi cuerpo. Cada vez nuestras lenguas se volvían menos tímidas, y buscaban con mas fuerza la lengua del otro. Mauro bajó sus manos hasta mis nalgas y las acariciaba de forma muy sensual mientras seguíamos besándonos. Yo noté que mi excitación iba en aumento

acercó su verga a la entrada de mi cueva. Mi hijo comenzó a frotarme con la punta de su verga los labios y el clítoris, lo que hizo que me pusiese aún más caliente. - Vamos, no seas malo y métemela ya... anda hijo - De acuerdo, si tanto la deseas te la meteré. Su verga fue deslizándose por las paredes de mi cueva hasta que sus huevos pegaron en mí. Era maravilloso sentir aquella hermosa verga muy dura y muy caliente dentro de mí. -aaahhh... que hermosa la tienes hijo. . . mmm. . . que gusto -. . . oouuhh, que maravilla. . . como te deseaba. . . mmm. . . Mi hijo comenzó a meterla y sacarla muy suavemente para después, acelerar en el ritmo de sus embestidas. Sus bombeos eran fuertísimos y sentía mi cueva, arder de dolor y de placer. Por fin tenía la verga de mi hijo dentro de mi

-Si aaahhh... no pares... mmm... sigue, sigue. -aauuhh... que gustooo... aaahhh... Al cabo de un buen rato haciéndolo, sentí que mi hijo aceleraba mas en sus embestidas a lo cual, intuí que se iba a correr. - . . Aaahhh, ya no aguanto más... me voy a correr... mmm... mamá

mmm... córrete dentro de mi hijo. . . échame tu leche dentro

chorros de esperma espeso y caliente llenaron el cuello de mi útero, y el orgasmo nos ataco a ambos. Yo cruce mis piernas sobre su espalda, para así tener el semen de mi propio hijo dentro de mí. Estuvimos así trenzados unos minutos

Su miembro seguía duro como un palo, así que lo volví a meter en mi coño, mientras jugaba con mis tetitas. Sentí las manos de mi hijo en mis caderas, como sus dedos se hundían en mi carne, como me apretaba con fuerza las nalgas, clavándome sus uñas y yo me moría de deseo. Hacía años que no me ponía tan caliente. Cogí sus manos y las llevé hasta mis pechos. - Por favor, juega con ellos, masajéamelos, me excita tanto. - Quiero comérmelos mamá, quiero mamar de esas tetas que me alimentaron de pequeño. Empezó a trabajarme las tetas con total dedicación mientras yo clavaba mis uñas en sus pezones, estirándoselos y rascándoselos. - Así, cariño, como me gusta, que bien te follas a mamá. Empezamos a movernos cada vez más deprisa hasta que noté que su leche se agolpaba a punto de estallar y entonces me bajé de él mientras le decía: - Cariño córrete en mi cara. - Mamá, que sucia eres, chúpamela y trágate la leche de tu hijo. La primera explosión me dio de lleno en la cara su leche colgaba de un mechón de mi cabello, la segunda ya no la dejé escapar y devoré aquel miembro hasta que se quedó flácido y vacío, luego colocándome otra vez sobre él pasé mis manos por mi cara recogiendo los restos de su semen y comiéndomelo con gula le dije: - Está satisfecho, mi macho, le ha dado placer su gordita. Me contestó: - Me has dejado totalmente a gusto mamá... por ahora pero creo que mi polla se va a acostumbrar a tí, después de follar con una mujer como tú las demás no me van a excitar tanto, además tú eres mi madre y eso es insuperable. - Pues ya lo sabes aquí tendrás a mamá siempre abierta para tí