Mi hijo estudia Bellas Artes

A veces las cosas entre una madre y un hijo pasan sin que uno lo quiera.

Mi nombre es Sol Mabel y tengo 43 años. La historia que voy a contar es real, aunque me pese. Se trata de cómo comenzó, hace dos años, una relación incestuosa con mi hijo. Estoy casada desde hace 22 años con un buen hombre, que por esas cosas de la vida está preso desde hace ya 3 años. Soy profesora de literatura en un colegio secundario con lo que mantengo mi casa y los estudios de nuestro único hijo: Luis. Hoy tiene 22 años y es un hermoso muchacho.

Soy de baja estatura, pero bien parecida y con un excelente estado físico y siempre he sido una mujer muy fogosa a la que no le alcanzan las "visitas higiénicas" que el estado me permite tener con mi marido, una vez al mes. Felizmente nunca he tenido problemas para darme satisfacción por mí misma, así que me masturbo dos o tres veces a la semana ya que no quiero faltarle el respeto a mi marido con ningún hombre, en su ausencia. He logrado que estas sesiones sean lo más parecido a un encuentro sexual. Depilada y recién bañada me recuesto desnuda en mi cama rodeada de velas y aromas y dejando volar mi imaginación logro satisfacerme plenamente, a veces durante una hora o más, logrando varios orgasmos que acompaño con gritos y gemidos cuando me encuentro sola en casa.

Bañé a mi hijo Luis hasta los once años, ya que a esa edad noté con estupor que se le endurecía su pito cuando le jabonaba los genitales. Esto ocurrió en dos o tres oportunidades por lo que a partir de entonces le enseñé a bañarse solito. Siempre quedó en mi mente la dureza de este pito pequeño y lampiño al que costaba correrle el prepucio para higienizarlo.

Luis estudia Bellas Artes y una tarde apareció por casa diciendo que necesitaba una modelo para sus prácticas de fotografía y con la confianza que nos tenemos me pidió si no podría ser yo, aclarando que algunas fotos serían de desnudos. Reí mucho por su inocencia al pedirme tal cosa a lo que le respondí que con gusto lo haría, pero siempre ocultando mis pechos y zona púbica de sus miradas. A él le pareció bien así que quedamos que esa noche haríamos una sesión de fotos.

Esa noche comenzaron las fotos. Primero del rostro, las manos, los pies, y luego fue pidiéndome que posara con distintas ropas y terminamos con algunos semidesnudos tratando yo de cubrirme para no mostrar mis partes pudendas. En aquel momento no logré darme cuenta que esto me excitaba y tampoco que luego corría a masturbarme. Nunca sospeché que me calentaba con mi hijo sino con el hecho de ser fotografiada desnuda.

En ese mes de Mayo, recuerdo, fueron dos sesiones más pero a la tercera ocurrió lo que nunca hubiera sospechado que pasaría. Esa noche habíamos tomado de más en la cena y a pesar de mi resistencia Luis insistía que hiciéramos algunas fotos para un trabajo que tenía que presentar en la Facultad. Accedí de mala gana y comenzamos. Llegamos a los desnudos tratando yo de cubrir mis partes con mis manos o con poses cuando se cortó la luz. Yo estaba en el suelo de mi habitación y al levantarme bruscamente golpeé mi cabeza con un reflector, caí nuevamente y me torcí un tobillo. Ante mis gritos de dolor Luis trataba de encontrarme en la oscuridad y cuando me encontró sentí que sus manos recorrían mi cuerpo tratando de levantarme. Debo confesar que sentía sus manos cálidas rozar mis pechos y fue una sensación agradable, para mi sorpresa.

Cuando lo logró me puso en la cama mientras reíamos del tonto accidente, pero sumidos en la total oscuridad. El me pasaba la mano por la cara y me preguntaba si estaba bien. Yo reía como una loca hasta que nos fuimos calmando. Le pedí que se acostara a mi lado hasta que volviera la luz. Mientras, intenté taparme con una sábana pero el calor era sofocante así que la dejé caer a un costado. Así estuvimos un rato hasta que sentí un movimiento raro a mi lado. Muchas veces vi. a mi esposo masturbarse así que en unos segundos supe lo que estaba pasando.

Mi cabeza dio un vuelco y me di cuenta de nuestra situación. Noté que mi vagina se humedecía tremendamente y si esto lo lee alguna mujer sabrá que la dilatación se siente venir. Sé que cuando me entran tres dedos juntos en la vagina es que estoy muy excitada. Probé y entraron cuatro dedos. Comencé a tocarme y en ese momento en que ya no se puede volver atrás estiré mi brazo y toqué la cara de Luis. Jadeaba en silencio. No dijimos nada me acerqué a su lado. El se dio vuelta hacia mí y me abrazó. Mis pechos contra su pecho, su aliento cálido y una dureza entre sus piernas fueron demasiado para mí. Busqué su pene y lo encontré fuera del pantalón, tomándolo fuertemente. Nos besamos con pasión, lo desnudé a tirones y sin decir nada me subí encima de él pasando su pene por mi vagina haciéndolo desear, hasta que en un movimiento brusco me penetró duramente.

Su boca succionaba mis pezones mientras me jalaba el cabello hacia atrás y entraba y salía de mí con una fuerza inusitada. Yo me movía sobre su pene acompañándolo en sus embates, éramos dos bestias descontroladas. Creo que en tres minutos tuvimos un orgasmo conjunto entre gritos, pelliscones y mordeduras. Mi vagina desbordaba leche y fluidos que mojaron mi cama. Fuimos dos locos por tres minutos.

Hoy ya no me siento tan sola.