Mi hijo es travestí.

Había un hombre negro desnudo sentado en el sofá del salón y Víctor, vestido con un traje de sirvienta, le chupaba la polla. [Gay. Travestismo. Interracial. Maduras. Voyeurismo]

Ese día llegué temprano a la casa porque la clase de pilates se suspendió. Hubo un problema con las cañerías y el gimnasio estaba medio inundado. Por lo regular entre llegar a la clase de pilates, la clase en sí y volver a casa, tardaba unas tres horas y media. Así que era obvio que mi hijastro no me esperase en casa tan pronto.  Cuando abrí la puerta me quedé de piedra.

Había un hombre negro desnudo sentado en el sofá del salón y Víctor, vestido con un traje de sirvienta, le chupaba la polla. Ambos me vieron, Víctor hizo ademan de detenerse, pero el hombre le dijo — No te he ordenado que te detengas— Para mi sorpresa Víctor continúo chupándole la polla, podría decir que hasta con más intensidad.  Intenté mantener la calma.

La relación con mi hijastro nunca fue buena, me casé con su padre dos años después de que la madre de Víctor falleciese de cáncer. tenía once años, y creo que sentía que mi intención era usurpar el lugar de su madre, nunca quise eso. Traté de ser su amiga y mantener una cercanía con él, pero  fue difícil, me veía como su enemiga y eso siempre me dolió porque siempre le consideré como un hijo. Ahora descubría que era homosexual, estaba obligada a actuar con cautela.

Mantuve la calma y la compostura. Me aproximé a ellos con toda la naturalidad, como si en vez de estar chupándosela, estuviesen hablando de cualquier cosa. Me senté en un sillón al lado de ellos. Confieso que la escena era, rara por decir algo. Ver a Víctor chupar con tanta intensidad esa polla negra y enorme, mientras el hombre apenas me prestaba atención, era…era…eso…raro.

— Víctor. No me importa esto que estás haciendo ¿pero al menos podrías ir a tu habitación? Creo que allí estaréis más cómodos— En ese momento tenía la polla metida hasta los huevos en la boca. Su novio le sujetó la cabeza y lo mantuvo así un momento. Me miró y asintió. Cuando soltó la cabeza de mi hijastro, éste tomó una bocanada de aire con ansias, se estaba asfixiando pero no hacía nada por evitarlo, incluso le vi sonreír con cierta alegría, era la primera vez en meses que le veía feliz.

Su novio se puso de pie, luego Víctor. Pensé que se irían a la habitación sin más, pero no fue así.  El hombre lo colocó de espalda, le levantó la falda del uniforme. Víctor no llevaba nada debajo. Le escupió el ojete, frotó la saliva con la punta de la polla y se la metió casi completa de un empujón. Víctor apretó los dientes y gimió con fuerza, fue un grito con la boca cerrada. Siendo sincera, si a mí me hubiese metido una polla tan gorda de esa manera, habría chillado como una posesa. Quedé impresionada, sin saber hacia dónde ver o que hacer. Me puse roja como un tomate cuando vi que el hombre continuo embistiéndole el culo con una fuerza brutal hasta que logró meterle toda la polla hasta que sus testículos chocaron con los de Víctor, quien tenía una cara de éxtasis indescriptible. Lo estaba disfrutando como yo jamás lo había hecho.

— ¿Dónde está la habitación? Guíenos, por favor– La naturalidad y calma con que hablaba me resultaban increíbles. Me puse de pie, y caminé hacia la habitación de Víctor, ellos me seguían. El hombre no dejaba de follarle el culo mientras caminaba, y Víctor gemía con más fuerza. El pasillo de las habitaciones ya era largo de por sí, en ese momento se me hizo kilométrico. Les abrí la puerta porque el novio de Víctor le agarraba por los codos. Me eché a un lado y les di paso. Ni se preocuparon en cerrar la puerta. Y no sé por qué, pero me quedé observándoles. Creo que es porque nunca antes  había visto a otras personas follando, y menos a dos hombres, sólo hay que decir que yo siempre había follado con la luz apagada.

Veía como la polla del novio de mi hijastro salía del todo y le dejaba el ano abierto, para luego meterla con fuerza hasta el fondo mientras el gritaba cosas obscenas como «Soy tu perrita» «rómpeme el culo» y otras muchos más fuertes. Juro que quería marcharme, pero mis pies no se movían y no lograba apartar los ojos, saltaba de detalle en detalle. El hombre no tendría más de treinta y cinco años, su cuerpo era firme, estaba musculado, pero no en exceso. Tenía unas cuantas canas en la cabeza y la barba. Si lo hubiese visto en la calle jamás pensaría que era homosexual. También me fijé en su polla, no lo negaré. No era excesivamente larga, sí más que la de mi esposo y mucho más que la polla de Víctor. Pero era muy gorda, me sorprendía que el culo de mi hijastro pudiese aguantar semejante monstruosidad sin romperse.

Estuvieron follando algo más de veinte minutos hasta que por fin el novio de Víctor sacó la polla, se masturbó un poco y descargó una cantidad asombrosa de esperma en el culo de Víctor, quien lo mantenía bien separado con ambas manos. Tenía el ano tan dilatado que desde la puerta podía ver su interior. Mi hijastro quedó tendido en la cama, al parecer estaba exhausto y no era para menos. Fue entonces cuando me marché, sé que era una tontería ellos sabían en todo momento que yo estaba allí, pero me daba un poco de vergüenza, no sé cómo explicarlo.

Fui a la cocina y tomé un vaso de agua. Estaba intentando asimilar lo ocurrido, y sobre todo pensar cómo serían las cosas entre Víctor y yo desde ese momento. También pensaba en lo que me hizo sentir observarles follar ¿por qué me quedé a verles? ¿Por qué tenía el coño húmedo? ¿Me gustó? Encendí un cigarro. Me lo fumé en tres caladas, luego encendí otro. EL novio de Víctor entró a la cocina, estaba vestido. Intenté actuar con normalidad.

— Hola. Me podría dar un poco de agua por favor— Su voz era profunda y viril. Dejé el cigarro en el cenicero y le serví el agua. Me miró a los ojos por un instante antes de beberse el agua. Luego se quedó de pie frente a mí sin decir nada. Tomó el cigarro del cenicero y le dio una calada. Soltó el humo de espacio mientras me observaba de pies a cabeza, yo iba vestida con las ropas del gimnasio. Cada musculo de mi cuerpo se tensó. Sonrió — Hasta luego.

Se marchó sin más.

Fui a la habitación de Víctor con la intención de tener una charla con él. Cuando abrí la puerta le encontré dormido. Aún tenía la ropa de sirvienta el culo cubierto de esperma. Se le notaba relajado. No tuve corazón para despertarle, pensé que ya tendríamos tiempo para hablar. Le arropé con la sabana y me fui a bañar.

Pasé el resto del día intentando no pensar en ese suceso. Era inútil. En mi mente solo estaba la imagen de aquel negro follando el culo de Víctor. Y cada vez me resultaba más fácil pensar en ello. Esa noche Arturo llegó temprano, algo raro, y más raro fue ver que Víctor salió de la habitación a cenar con nosotros. Estaba de buen humor, incluso me sonrió varias veces y conversamos sobre cosas triviales, pero para mí muy importantes ya que era una de las pocas veces que eso sucedía. Después de la cena Víctor volvió a su habitación.

— ¡Vaya! Es raro verle de tan buen humor– Comentó Raúl mientras recogía los platos— Al parecer ya hemos superado la etapa de adolecente rebelde que odia al mundo.

— Sí, debe ser eso– Comenté con media sonrisa en la cara. Me acerqué a Raúl por detrás y le abracé. Deslicé la mano entre su ropa y le apreté la polla— Deja eso ahí, ya lo recogeré mañana.  Cuando llegamos a la habitación nos desvestimos y acomodamos la ropa. Apagamos la luz y nos metimos bajo las sabanas. Nos tocamos y besamos un poco, la polla de Raúl tardó en ponerse firme. Se colocó sobre mí y la metió suavemente. Era extraño, nunca me había sentido insatisfecha, pero cuando Raúl se corrió antes de los cinco minutos sentí algo de decepción. Intenté calentarle otra vez, pero fue inútil. Se durmió.

Esperé un poco, y me fui al baño. Me miré al espejo «Aun estoy bien». El pilates y el gym me habían ayudado a tonificar el cuerpo, aunque obviamente con cuarenta y tres años no iba a tener un cuerpo de modelo de lencería.  Tenía el culo grande, pero firme, y las tetas en su sitio. Un poco de tripa que se resistía a irse pese al ejercicio, y una que otra arruga leve en la cara, pero en general estaba bien…  ¿o no? ¿Por qué el novio de Víctor me miró de esa manera?