Mi hijo es travestí 2

Victoria me suplicaba que le hiciese correr [...] no lo pensé más y me la metí en la boca mientras que con una mano masajeaba sus huevos y con la otra tocaba el resto de la polla. Veía muy de cerca como el enorme rabo de Anthony entraba en el culo de mi hijo [trio. Maduras. Gay. Bisexual. Travesti]

Pasaron varios días desde que vi a Víctor follar con su novio. Hurgando en su Facebook descubrí que le tenía de contacto, se llamaba Anthony y era de algún lugar de África. Tenía treinta y nueve años, lo cual me impresionó porque se veía bastante más joven. Víctor continuaba comportándose de manera agradable, no hablábamos mucho, pero era mucho mejor que el trato frio y distante que mostraba antes. Un día se acercó a mí y me dijo:

— Anthony vendrá en un rato– Lo tomé como un aviso cordial, pero era más que eso.

— Vale. Me iré a dar una vuelta porque aún no arreglan las tuberías en el gym.

— En verdad… quiero pedirte un favor— se notaba avergonzado.

— Sí. Dime

— ¿Me podrías prestar algo de maquillaje? No tiene que ser mucho, con algo de lápiz labial y poco más me vale–  sonrió.

— Vale, no hay problema– Entonces me picó la curiosidad– ¿pero sabes maquillarte?

— En verdad no mucho– confesó mientras se reía– la última vez que lo intenté parecía un payaso de circo— Yo también reí.

— Si quieres, y te parece bien, podría echarte una mano con eso. Tampoco es cosa de que vayas por ahí como el joker.

— ¿harías eso por mí? Te lo agradecería mucho– Se notaba la emoción y felicidad en su voz.

— Claro que sí ¿A qué hora viene tu chico?— Me dijo que llegaría en menos de media hora– Pues manos a la obra que nos pilla el toro.

Víctor se volvió a vestir de sirvienta, y esta vez añadió una peluca de pelo largo y negro a su atuendo. Se sentó en mi tocador y empecé a maquillarle.  Su piel siempre fue muy blanca y suave, me daba envidia.

— Y… ¿Qué tal, te gusta mucho ese chico?

— Sí, pero no en plan novios. Esto es algo…no sé. Sexo, sólo eso. No es amor ni eso. Pero sí, me gusta.

— Entiendo. Es un hombre muy atractivo. A ver cierra los ojos– realmente empezaba a sentirme cómoda.

— Él dijo lo mismo de ti– me quedé de piedra – En realidad me dijo que estabas follarte hasta que…bueno. Que estabas muy bien– Abrió los ojos y se vio en el espejo — ¡Wow!— Siempre tuvo unos rasgos finos y era lampiño, así que su rostro era bastante fácil de feminizar. Sinceramente se veía hermoso — Es genial, debes enseñarme a hacerlo ¿vale?

— De acuerdo. Bueno. Ya me voy, aprovecharé e iré a…

— Si quieres te puedes quedar. A Anthony no le molesta y a mi… a mí tampoco. Cuando llegaste ese día, me sentí más seguro. Bueno, mejor dicho “segura” porque cuando estoy así soy Victoria– Me guiño un ojo. Se puso de pie y se fue a terminar de vestir a su habitación. Por un momento no supe que hacer ¿Debía irme o quedarme? Dijo que se sentía más seguro… segura, cuando yo estaba. Eso era bueno. Por fin se estaba acercando a mí y se estaba abriendo. Me necesitaba. Por primera vez me decía que me necesitaba. No podía fallarle.

Cuando me paré en la puerta de su habitación, estaba poniendose unas medias de rejilla rojas. Se calzó unos zapatos de tacón. Joder, se veía mejor que yo y muchas de mis amigas. La punta de la polla le asomaba por debajo de la falda. Era bastante provocativo, había que admitirlo, y que yo estaba disfrutando al ver a mi hijastro feminizado. — Estaré en la habitación— El timbre sonó. El rostro de “Victoria” se iluminó. Salió corriendo a abrir la puerta, yo me fui a mi habitación.

Traté no prestar atención a los ruidos. Pero no pude. La habitación de Víctor estaba al lado. Primero fueron risas. Luego hubo silencio, seguido de algo que sonaba a palmadas seguidas de un conteo. Palmada  «uno» palmada «dos» palmada «tres». Entendí lo que eran... se trataban de azotes en el culo. Azote «seis» gemido, azote «siete» un gemido más fuerte. Así hasta llegar a veinte. Luego cosas como «Trátame como una putita» « ¿Te gusta cómo  chupo tu gran polla?». Podía escuchar como chupaba y se atragantaba hasta la asfixia. «Oh sí, por dios. Está entrando» «Métela toda en mi culito». De ahí en adelante todo era gemidos y gritos.

Cuando me di cuenta, estaba de pie en la puerta de la habitación. Prometo que no sé cómo llegué hasta ahí, pero allí estaba. Víctor estaba sobre Anthony quien estaba acostado en la cama, Víctor, mejor dicho, Victoria montaba con fuerza e ímpetu. Me vio y sonrió. Yo también sonreí. Hice lo posible por no tener contacto visual con Anthony. Cambiaron de posición varias veces. El aguante de Anthony no era natural. Ningún hombre podía follar tanto sin correrse.

— Mamá, ven— No podía creer que me había llamado mamá. Me acerque sin saber qué hacer, me senté en el borde de la cama mientras Victoria estaba acostada con las piernas abiertas y la polla de Anthony entrando con tanta fuerza que removía toda la cama. Acaricié la frente de Victoria y le quité el pelo de la cara. Su cara era una mezcla de dolor, fatiga y placer. Solo tenía puestas las medias de rejilla y los tacones. Su polla estaba muy dura. —Ayúdame por favor. No puedo tocarme. Hazlo tú. Toca mi polla para que pueda correrme. Por favor mamá. Toca mi polla. El seguirá follando mi culo hasta que me corra, pero si no me tocas no podré. Por favor mamá, ayúdame–  No lo pensé mucho. Ya estaba ahí. Estaba sucediendo. No había marcha atrás. Comencé a masturbar la polla de Victoria.

Al principio fue un toqueteo tímido. Tenía buena polla. Estaba un poco reseca, escupí mi mano y frote con suavidad. Me acerqué más a la zona. Veía como entraba la polla de Anthony con total claridad. Nos vimos a los ojos. Fue excitante. Estaba sudado, jadeaba. Olía su sudor. Acerqué mi boca a la polla de Victoria y la escupí para lubricarla más. Al parecer le gustaba porque gemía con más fuerza. Pero no era suficiente, no se corría. La pobre ya no aguantaba más. Me suplicaba que le hiciese correr. Sentía la tensión en su polla, tenía la corrida cerca, no lo pensé más y me la metí en la boca mientras que con una mano masajeaba sus huevos y con la otra tocaba el resto de la polla. Veia muy de cerca el enorme rabo de Anthony. Su fragancia acompañada con la del culo de Victoria llenaba mi nariz y sentidos. Estaba totalmente excitada. Mi forma de chupar la polla de mi hijastro lo demostraba.  Y al parecer hice un buen trabajo porque casi se corre en mi boca. La leche cayó por todas partes, incluida mi cara — ¡Oh sí! Gracias mamá. Gracias. Por dios. Gracias— Anthony sacó la polla del culo de Victoria. Continuaba dura. La tenía a menos de un palmo de mi cara. La acercó más, hasta que la punta rozó mis labios. Era la cosa más gorda que había visto en mi vida. La frotó en mis mejillas. Victoria estaba rendida.

Me puse de pie y me marché a la cocina. Estaba muy agitada. Mi coño estaba mojado y yo muy caliente. Tomé un vaso de agua de dos tragos « ¿Qué carajos acabo de hacer?» no tuve tiempo de responderme. Anthony estaba detrás de mí. Se acercó por la espalda y pude sentir su polla clavarse sobre la tela de mi pantalón de yoga. Seré sincera, en ningún momento tuve planes de decirle que parase, pero tampoco tenía valor de pedirle que siguiera. No hizo falta.

Metió las manos por debajo de mi camiseta y agarró mis tetas con fuerza, como si fuesen de su propiedad. Sentí su aliento caliente en mi nuca, luego su boca besar mi cuello mientas masajeaba con habilidad mis pechos y frotaba su gorda polla en mis nalgas. La toqué, casi no lograba cerrar mi mano sobre ella. Bajó mis pantalones y bragas hasta las rodillas, me inclinó hacia adelante y continuó frotando su rabo directamente sobre mi coño. A veces daba golpecillos con la punta sobre mi clítoris. Terminé de quitarme el pantalón sin usar las manos. La punta comenzó a entrar en mi coño. Me colocó una pierna sobre la encimera mientras me apoyaba con ambas manos hacia adelante.

Sentí que el coño se me partía. Ese rabo era el doble de gordo que la polla de Raúl y un poco más largo. Por suerte para mí, los movimientos de Anthony eran suaves y lentos. Eso me enloquecía. Yo soltaba grititos y quejidos. El ritmo fue aumentando, hasta que me la metía con cierta normalidad. Mis labios vaginales estaban al límite. No tardé mucho en correrme. Las piernas me flaquearon, pero él me sostuvo con firmeza. Me acostó bocarriba sobre la mesa de la cocina y continuó metiendo esa enormidad en mi coño. Esta vez lo hacía con más fuerza. Yo tocaba su cuerpo. Era muy sólido y caliente. Volví a correrme, y antes de que ese orgasmo terminase, comenzó otro. Perdí el aliento. Y la polla seguía entrando cada vez con menos compasión. Perdí la cuenta de los orgasmos que tuve cuando llevaba cinco. Creo que estuvo más de treinta minutos follándome el coño sin darme un respiro. Hasta que se corrió. Echó toda su leche sobre mi coño. Se sintió refrescante y cálida a la vez.

Desperté varias horas después acostada en mi cama y con el coño cubierto de leche reseca. Supuse que me quedé dormida sin darme cuenta y Anthony tuvo la decencia de llevarme a la cama. Me metí en la ducha. Me escocía el coño y me dolía, pero se sentía bien. Cuando terminé de ducharme me puse un albornoz y fui a la cocina. Allí estaba Víctor.  Sonrió al verme.

– ¡eh! Al parecer alguien también lo pasó bien hoy– agaché la cabeza avergonzada— ¡Venga!  No pasa nada. Ha sido solo sexo. Y espero que estés preparada para más porque Anthony quedó con deseos de estar otra vez contigo…