Mi hijo es mi amante 2

Luego que Alejandra cree haberlo perdido todo, descubrirá un secreto que no imaginaba. A todo esto, ¿Aceptará ser la mujer de su hijo?

II PARTE

Mi hijo estaba hecho una fiera, totalmente desesperado por lanzarse sobre su presa y despedazarla sin compasión. Sin medir palabras tomó del cuello a Roberto y lo empujó fuera del cuarto, yo le gritaba que se controlase, pero Roberto ya había recibido como tres puñetazos y patadas, mientras Danilo lo sacaba fuera de la casa. Traté de intervenir y mi hijo mirándome con un odio indescriptible, se fue a su cuarto.

Salí y Roberto estaba con la cara rota, ensangrentada. Traté de hacerlo pasar para curarlo, pero solo me pidió su camisa y su saco. Una vez que se la puso (claro en la puerta y ante la mirada de los vecinos) se fue sin decirme nada.

Entonces decidí subir al cuarto de Danilo más que todo, para explicarle los hechos, para reclamarle la situación, para … Danilo había alistado sus cosas (dos maletas y una mochila) cuando lo vi con ese equipaje, solo atiné a decir:

_ ¿A dónde vas?

_ No lo ves. ¡¡ME LARGO!!

_ ¡¡Déjame explicarte, no es lo que tú piensas!! Yo …

_ ¡¡CÁLLATE!! Ahora entiendo por qué mi padre se separó de ti.

Estas palabras al escucharlas, me dejaron en shock. Luego que se marchó, yo me quedé en mi cama, llevando en mí no solo la vergüenza de que mi hijo me haya encontrado con mi amante (de hecho, la calentura se me había ido de golpe) sino que me hacía ver como la culpable de la separación con su padre.

Mientras lloraba, no sé en qué momento me quedé dormida. Al día siguiente traté de llamar a mi hijo, pero no me contestaba las llamadas, insistí y nada, ni siquiera leía mis mensajes. Transcurrió el día y me fui a trabajar a la escuela, aunque sabía que allí me esperaba otro problema, pero me di con la sorpresa que Roberto tampoco había ido a trabajar (de hecho, me enteré que había llamado a dirección pidiendo una licencia de dos días).

Luego de mi trabajo, regresé a mi casa y la situación era la misma, no había señales de Danilo y la tristeza me estaba matando, pero en especial una duda ¿ Por qué esa reacción, que le estaba pasando, acaso sus celos no eran de hijo, sino de hombre ? Insistí en llamarlo, pero esta vez el número ya estaba bloqueado y lo peor en sus redes también me había bloqueado como contacto.

Pasaron tres días de que mi hijo se fue de casa y a la escuela llegó Roberto con algunas vendas en la cara, nariz y se notaban los golpes en su rostro. Al verlo así muchos colegas le preguntaron qué había pasado y él, solo comentó que había sufrido un asalto y que los delincuentes le golpearon muy fuerte por defenderse.  Yo me acerqué para conversar de la situación, (en especial agradecerle que no me haya hecho ver como la culpable de su estado) pero él me hizo a un lado diciéndome:

_ Lo siento Alejandra, pero no quiero tener más problemas contigo, ni con tu hijo. Adiós.

Después de escucharlo mi rostro se cubrió de vergüenza, fui al baño y me puse a llorar.

Y de verdad en ese momento ¡¡ ESTABA HECHA UNA MIERDA !! Porque no solo había perdido a mi hijo, también a un posible compañero con quien rehacer mi vida.

Al cuarto día de los hechos, tomé una decisión. Iría a buscar a Danilo a la misma universidad.

Cuando llegué tampoco lo había visto, pregunté en las facultades, en los quioscos y nada. Fue cuando en eso, me crucé con un amigo de él llamado Benjamín, (quien al verme quiso hacerse a un lado) pero lo alcancé y le pedí que me dijera si sabía algo de mi hijo. En un principio no quería decirme nada, pero ante mi insistencia y decirle que como madre estaba sufriendo por su abandono, anotó en un papel una dirección, para luego decirme:

_ Mire señora le prometí a mi compadre no decirle a nadie donde está, pero viendo su desesperación de usted, le escribí donde está ahora alojado. Pero eso sí: no le diga que fui yo quien le di esa nota y en especial tenga mucho cuidado porque esa zona, es bastante peligrosa.

Le agradecí el detalle y me fui a buscarlo a ese lugar donde me dijo.

Cuando llegué a la dirección dada, pude ver que era un edificio por decirse así de mala muerte. Llamé a la puerta y una señora gorda, mal vestida, despeinada salió y me preguntó:

_ ¿Qué desea?

_ Busco a un joven que se mudó hace poco. Es mi hijo.

_ JAJAJAJA. A otro lado con ese cuento.

_ Mire señora no estoy contándole cuentos, solo quiero ver a ese chico. ¡¡Compréndalo!!

La mujer vio mi seriedad y me hizo pasar, diciéndome que en el tercer piso en tal departamento estaba mi hijo (todo gracias a las características físicas dadas) empecé a subir, cuando en el segundo piso, vi a un hombre alto, moreno, musculoso, con bigote, que me miraba con cierta lascivia y alcanzó a decirme.

_ ¿Buscas compañía muñeca? aprovecha que estoy solo y no te cobraré nada.

Yo seguí mi camino, sin darle importancia, cuando llegué al tercer piso y vi la habitación señalada, sentí que alguien me abrazaba con mucha fuerza y comenzaba a decirme.

_ No me gusta que me dejen con la palabra en la boca y menos, con la verga al palo.

_ ¡¡SUÉLTAME!! ¡¡AUXILIO!!

_ ¡¡Nadie te va a escuchar maldita zorra, ahora vas a saber lo que es un macho de verdad!!

_ ¡¡Suéltame...!!

En ese momento me cubrió la boca y estaba restregándome su pene encima de mi falda. Estaba a punto de bajarme a su piso, cuando sentí que alguien le ponía las manos encima a él.

_ ¡¡SUELTA A MI MADRE, HIJO DE PERRA!!

Vi que era Danilo, quien recién llegaba, el tipo me hizo a un lado y trató de buscarle pelea, fue cuando mi hijo se le lanzó encima, haciendo una especie de lanza sobre su pecho, luego le remató barriéndole con sus pies y una vez en el suelo, comenzó a darle de puñetes sobre la cara (tal como lo hizo con Roberto) hasta que llegó la casera y gritó que pasaba, mi hijo soltó a ese hombre quien estaba muy lastimado.

_ NADA SEÑORA. Solo enseñándole a este infeliz a respetar a mi madre.

_ Venga fuera de aquí, sino tendré que llamar de nuevo a la policía.

El tipo se fue en medio de dolor, no sin antes advertirle a mi hijo, que eso no iba a quedarse así. Yo estaba a un costado, avergonzada y llorando. Luego Danilo se me acercó y me dijo:

_ ¿Estás bien, mamá?

_ Si hijo. Estoy bien.

Una vez que me tranquilicé, su rostro se volvió más serio, como el de esa noche.

_ ¿A qué has venido? Un poco más y casi te violan.

_ Eso es lo de menos, lo único que quiero es aclararte las cosas.

_ Está bien. Considerando lo que acaba de pasar, te escucho. Ahora abro la puerta.

Una vez que ingresé a su cuarto, observé que había muchas cosas sucias, su ropa dispersada y un colchón de espuma (de esos de hacer gimnasio) era su cama. Una vez calmado, le conté todo con referente a su origen, lo que había vivido con Alex, su abandono, también como conocí a César, y la razón por la que nos separamos al poder darle hijos, también cuando me dijo que era libre de buscar amantes, luego lo de Roberto y su comprensión, como a la vez que ya no quería nada conmigo a raíz de la pelea de esa noche y, sobre todo, que como madre me hacía mucho daño sus celos de hijo.

Cuando terminé de hablar, Danilo un poco sonrió, pero a la vez se puso a llorar amargamente, diciéndome que era un egoísta y que su reacción de aquella noche no se debió a celos de hijo, sino que era celos de hombre. Cuando escuché esto, un poco me impactó, pero debí ser fuerte:

_ ¿Danilo, desde cuándo tú me ves cómo mujer?

_ Antes de cumplir los 18 mamá. Ahora comprendes porque siempre te doy esos abrazos de oso.   Estoy muy enamorado de ti.

_ Pero hijo, sabes lo que estás hablando ¡¡ES INCESTO!! Lo que piensas sobre mí.

_ Por eso mamá. Me duele saber que la mujer que más amo, sea mi madre y no alguien ajeno.

_ Danilo, por favor. ¡¡Cálmate!!

_ ¡¡Vete mamá por favor!! Ahora que te confesé mis sentimientos, seguro me odiarás por lo que te dije.

Ver a mi hijo echo un mar de lágrimas, solo hicieron que tomase una decisión.

_ Danilo ¡Dame un beso! Por favor.

_ Pero mamá, ¿tú?

_ ¡¡Solo obedéceme!! ¡¡Dame un beso en la boca ahora mismo!!

Entonces dirigió sus labios a mi boca, despacio, suavemente y los mantuvo entreabiertos besándome, esperando mi reacción. Sin poder controlarme, debido a mi estado de excitación, entreabrí mis labios ligeramente y el inmediatamente aprovecho para introducir su lengua a través de ellos, suavemente, como con miedo, yo avance mi lengua hacia la suya hasta que ambas se juntaron, fue como un corrientaso indescriptible. Comenzamos a besarnos apasionadamente, él metió una de sus piernas entre las mías y agarró mi trasero con sus dos manos, apretándolo hacia él y restregando su “pene” descaradamente contra mi muslo, durante un tiempo que era imposible de contar, hasta que me apretó aún más y pude sentir como su “pene” latía en mi muslo, mientras nuestras bocas seguían unidas en un apasionado beso.

Se separó un poco, me miró fijamente de nuevo a los ojos, con la misma sonrisa inocente que siempre me veía y sin decir palabra se fue directamente al baño, dejándome sin aliento por el largo beso, jadeante y, sobre todo, dejándome totalmente excitada.

No podría definir lo que estaba sintiendo en aquel momento, en mi mente se mezclaba el estupor por la situación y el cariño que sentía por mi hijo y aunque ya había pensado en más de una ocasión que antes o después algo de esto podía suceder, en esos momentos no sabía cómo reaccionar, así es que opté por quedarme quieta y callada y sin reclamarle lo que acababa de hacer, ya que después de todo, nunca le negaba nada a mi hijo y un beso en la boca no iba a ser la excepción.

Yo me eché en el colchón y me quite la blusa, creyendo de esa manera sofocar un poco el calor que estaba sintiendo (no les miento, el beso de mi hijo, más lo que me hizo ese musculoso, me habían puesto muy excitada, y si ese tipo hubiese sido más caballero y romántico, hubiese aceptado darme un polvo con él)

Pero fue el beso de mi hijo que había despertado en mi un erotismo que tenía casi olvidado y con ello darme un placer inesperado… Cuando regresó me volvió a replicar que estaba locamente enamorado de mí y que estaba muy contento de lo que había sucedido, puesto que había podido comprobar que yo también estaba loca por él.

Le respondí, que efectivamente, yo también le quería mucho, pero intenté convencerlo que el cariño e incluso el amor entre una madre y un hijo tenía ciertos límites que no debíamos sobrepasar. No me dejó hablar más, me atrajo hacia él y comenzó a besarme apasionadamente, yo me abandoné a su beso y comencé a corresponderle con la misma pasión.

Comenzó a deslizar su dedo pulgar hacia abajo, forzando la tela suave y elástica de mis bragas, que, además, por estar bastante usadas, eran muy flojas, con lo que con bastante facilidad llego con su dedo al inicio de mi vagina.

Al tocar mi clítoris, a mí me dio también como un espasmo, debido a la tensión acumulada y sin querer un ligero gemido salió de mi garganta. El siguió deslizando el dedo hacia abajo, abriéndome los labios mayores y llegando a los menores y a la entrada de la vagina, que en esos momentos estaba totalmente lubricada. Volvió con su dedo a presionar ligeramente e introducirlo dentro de mí, en esos momentos tomó mi mano y lo dirigió a su pene y sentí como empezó a latir bajo mis manos y yo comenzaba a correrme como una loca, los dos nos estábamos excitando a la vez.

Aunque hacia verdaderos esfuerzos para no gritar, no podía impedir que algunos gemidos se escaparan de mi garganta, mientras me retorcía y estiraba mi cuerpo en uno de los orgasmos más maravillosos que recuerdo. Yo, sin decir una palabra, le dirigí un beso con mis labios y los ojos entornados, en lo que quería que fuese un gesto de aprobación y también de complicidad.

Luego comenzó a acariciar durante un rato mis pechos, luego pasó a mi trasero, que se encontraba casi al borde del colchón, ya que estaba acurrucada como en posición fetal.

Comenzó acariciándome más y más ambos nos desnudamos por completo. Fue dónde vi su cuerpo musculoso y sobre todo el pene de mi hijo (medía algo de 20 cm y era muy colorado) él no perdió ni un segundo, y con su dedo pulgar recorrió toda mi vagina desnuda, frotando mi clítoris y metiéndome sus dedos hasta dentro, varias veces, en mi lubricada vagina, luego sentí como mientras que con sus dos manos separaba mis muslos, empezó a situar su pene en la entrada de mi vagina y apretando suavemente fue introduciéndomela, hasta que sentí su cuerpo junto al mío y todo su pene dentro de mí. Yo había comenzado a jadear y mis caderas a moverse, facilitando al máximo la penetración. Él se había quedado quieto, su pene comenzó a palpitar dentro de mí y sentí como un chorro de semen inundaba mi interior, se estaba corriendo nada más con solo metérmela.

Yo comencé a tener un orgasmo, con lo que movía mi vagina apretándole contra él, mientras gemía sin control, el me tapó la boca con una de sus manos, para amortiguar mis gemidos (y sobre todo que nadie nos escuché que como una madre e hijo estaban teniendo sexo) y los dos nos convulsionamos en un orgasmo increíblemente maravilloso.

De pronto todo terminó, nos quedamos quietos los dos durante algún momento, yo esperaba que sacará su pene y se hiciera un costado, pero él seguía allí pegado y entonces me percaté que su pene seguía duro, dentro de mi humectada vagina.

Entonces, comenzó a moverse, en un lento mete y saca, que hacía que se produjera un suave ruido, como de chapoteo, dado que mi aún había rastros de semen tanto en su pene, como en mi clítoris.

Ahora me estaba follando por segunda vez, con suavidad, metiendo en cada embestida su pene hasta el fondo de mi vagina, lo que me estaba comenzando a producir un gusto maravilloso. Mi cuerpo comenzó a participar y a moverse rítmicamente haciendo que las penetraciones fueran cada vez más profundas, era como si le estuviera comiendo nuestros sexos, ya que, en cada penetración, mi vagina se contraía y producía un efecto succión, como si se la estuviera succionando con sus labios.

No sé cuánto tiempo estuvimos así, pero fueron varios minutos, y de pronto, el comenzó a acelerar sus embestidas y yo que comprendí que se iba a correr, comencé a moverme también más aceleradamente, hasta que de nuevo nos corrimos los dos a la vez.

Yo sentí como por segunda vez su semen que inundaba mi vagina y exploté en un nuevo orgasmo increíble, el por su parte había perdido totalmente el control y gemía tanto o más que yo, montando entre los dos un grito que creo se escuchó en todo el edificio.

Ambos nos echamos abrazados, y mientras nos acariciábamos y besábamos, comencé a pensar en todo lo ocurrido. Mi hijo por fin me había hecho el amor y había eyaculado dos veces dentro de mí…. Y yo después de casi 18 años, sin tener una compañía masculina, volví a sentir ser mujer.

Lo que tanto deseábamos los dos se había producido, y además de una manera para mi sorprendente, no dejaba de asombrarme la osadía y el placer que me daba mi hijo.

Aprovechamos para hablar sobre el presente y sobre todo el futuro de nuestra relación…

Yo le comenté que disfruté mucho de lo vivido y él me dijo que yo era la única mujer en su vida y que quería que lo siguiera siendo, que era maravillosa y que lo que más desearía en este mundo era poder hacer el amor conmigo todos los días…

Yo, también ya sin tapujos, le dije que a mí también me encantaría poder hacer el amor con el todo el día. Luego nos besamos, nos cambiamos y alistamos sus cosas, para regresar a casa. No hace falta contar que cuando volvimos, nuevamente nos entregamos a la pasión y fue cuando sentí el placer del sexo oral y anal en esa noche de reconciliación.

Lo que puedo decir a manera de conclusión, fue que, a raíz de lo sucedido, decidí no hacer caso a más pretendientes y, sobre todo, vivir sin importar el qué dirán. Después de todo, el verdadero amor siempre estuvo a mi lado, y ese era el de mi hijo.