Mi hijo es fisioterapeuta

Una contractura hizo que mi hijo me diese unas sesiones de masaje, ya que estudio Fisioterapia...pero no terminó con el masaje

MI HIJO ES FISIOTERAPEUTA

Hola a todos. Me llamo Charo y soy una mujer de 45 años y que actualmente soy y estoy muy feliz. El motivo, principalmente es que tengo un amante, que además es mi hijo. ¿Como se desarrolló todo?...eso es lo que quiero contarles.

Bueno, como he dicho me llamo Charo, soy una mujer de una ciudad norteña, señorial. Trabajo en la administración autonómica. Como suele decirse, felizmente casada con un hombre un par de años mayor que yo, Fernando que si bien al principio me atendía muy bien en todos los sentidos, ahora, no se el motivo, me tiene bastante olvidada en la mayoría de ellos. Por mi parte soy morena, pelo ni corto ni largo (media melena), alta, por herencia familiar, midiendo metro setenta y cinco, por lo que sobre todo para mi edad, digamos que llamo la atención (espero que no solo por la altura). Hago deporte con regularidad, spinning, que me mantiene en forma. Tengo una figura creo que aceptable, con unas buenas tetas (95) con pezones y areola de buen tamaño y un culo firme por el spinning. Esto del deporte fue el motivo del inicio de mi historia. Me explico. Tenemos dos hijos, un chico de 22 años, Fernando (como su padre, pero lo llamamos Nando), que terminó hace un año la diplomatura de fisioterapia, lo que indica que es un buen estudiante, ya que la nota de corte es alta. Estando ahí, además fue año por año, incluso examen por examen, ya que siempre aprobó todo. Como no puede ser de otra forma, al ser su padre y yo bastantes altos, Nando, también lo es, más que ninguno metro ochenta y cinco y muy bien formado. Por otra parte está Lucía, mi hija y hermana de Nando, de 20 años.

Como les decía mi hijo andaba en sus primeros trabajos en un hospital y estaba muy contento por ello. Se centraba en su trabajo, de lo que me alegraba, porque hacía poco que había cortado con una novia que tuvo durante casi 6 años. Yo esperaba que con el trabajo y si encontraba a alguien, pues que se animase, ya que lo pasó muy mal.

Bueno, un día tuve una contractura importante en la espalda, por culpa del deporte. Tomé analgésicos, pero no obtuve la mejoría deseada. Así que un día al llegar mi hijo del trabajo le dije lo que me pasaba, por si podía ayudarme.

  • Hijo, tengo un dolor en la espalda…creo que es una contractura que no se me quita ni tomando analgésicos

  • Bueno…si quieres te echo un vistazo, a ver que tal- contestó mi hijo, como no podía ser de otra manera

Fuimos a mi dormitorio, por aquello de estar más cómodos y me acosté boca abajo. Mi hijo subió la camiseta que llevaba puesta y me empezó a examinar. Me tocó la espalda y al final me dio su veredicto.

  • Bueno…tienes una contractura bastante importante aquí- me señaló la zona

  • Me lo imaginaba. ¿Qué puedo hacer?

  • De momento, no hacer deporte…el spinning ese y creo que con unas sesiones de masaje se podrá solucionar

  • Pues si eres tan amable

  • Claro, si parece mañana traigo algunas cosas y empezamos

  • Me parece genial.

El día siguiente era viernes y mi marido iba al pueblo de sus padres, para no se que rollo familiar, del que yo pasaba y mi hija quedó con sus amigas para salir a cenar, al cine y a dormir a casa de una de ellas. Yo suponía que no era ninguna amiga con la que iba a dormir, sino con algún chico, pero que no quería decirlo. A mi no me hubiese importado. Yo, al salir del trabajo me fui a hacer la compra semanal y al llegar a casa ya estaba mi hijo allí, que me riñó al verme cargada con las bolsas

  • Pero mamá, ¿Qué haces?

  • Nada, ¿por?

  • No te das cuenta que eso es fatal para tu contractura.

  • ¡Uy! No me había dado cuenta, y de todas formas había que subir los paquetes

  • Haberme llamado

  • Bueno, lo hecho, hecho está

  • ¿Quieres que te de el masaje ahora, o más tarde?

  • Déjame que guarde esto, me cambio y estoy contigo- guardé la compra, sobre todo los congelados y los frescos y llamé a Nando

  • Voy- me dijo- me he traído una camilla plegable, ya verás que es mucho más cómodo

-¡Genial!- le respondí a mi hijo, que la verdad es un cielo.

  • ¿Dónde quieres que te de el masaje?

  • Yo creo que donde mejor podemos ponerla es en mi dormitorio, es el más amplio

  • Eso pensaba- mi hijo llevó la camilla hasta mi dormitorio y ka preparó

  • ¿Cómo quieres que me ponga?

  • En la camilla, boca abajo y quítate la camiseta, para poder hacerte el masaje.

  • Es que…nada, voy- el problema era que me había quitado el sujetador para estar más cómoda en casa, sin pensar en el masaje al hacerlo. Bueno, me quité la camiseta dándole la espalda a mi hijo, para no mostrarme como no me había visto nunca (en la playa cuando íbamos en familia vestía bikini) y rápidamente me coloqué en la camilla boca abajo. Nando me aplicó no se que potingue y empezó con su masaje. La verdad es que es muy bueno. Al principio notaba dolor, pero al tiempo se iba transformando en alivio- ¡Que bien…ya noto la mejoría!

  • Es el principio…necesitas unas cuantas sesiones más

  • Si claro

Terminamos la sesión y me levanté, sin darme cuenta de mi semidesnudez y así me mostré por un par de segundos a mi hijo, hasta que me puse la camiseta. Esa noche cenamos mi hijo y yo y vimos un rato la tele. Nos fuimos a dormir. Al día siguiente mi hija llamó para decir que se volvía a quedar en casa de su amiga, y le dije que no había problema. Por la tarde tocaba de nuevo masaje. Esta vez estaba más preparada, pero de todas formas me tenía que despojar de la parte de arriba. Esta vez me quedé con unos pantalones cortos. De nuevo me acosté boca abajo y mi hijo me inició el masaje, pero esta vez hizo una cosa diferente y es que me bajó un poco los pantalones, dejándome medio culo al aire, para poder seguir dándome el masaje. He de reconocer que cuando me cogió con las dos manos los dos cachetes del culo, me recorrió por mi sexo una especie de corriente eléctrica, tuve que controlarme mucho, pero aún así no se si mi hijo se dio cuenta. Me dejé llevar por el relax del masaje. Cuando terminó, esta vez me puse de medio lado sobre la camilla, sin importarte lo más mínimo mi torso desnudo.

  • Muchas gracias, Nando. La verdad es que mejoro muchísimo con los masajes

  • Si, la mejoría es franca…se nota

  • Y tu, ¿Qué tal estás?- se lo preguntaba en relación a Loli, su ex-novia

  • Bien…bien, sin problemas

  • ¿Seguro?

  • Seguro…bueno al principio un poco mal, pero ahora muy bien.

  • ¿Ya hay alguien?

  • No, que va, eso no. Me centro en el trabajo y así soy feliz

  • Me alegro mucho- y le di un beso en la mejilla. Me vestí y seguimos la tarde

Por la noche, preparé la cena y después nos sentamos a ver un rato la tele. Normalmente, en la televisión convencional, los sábados son un infierno

  • Oye, Nando, ¿por qué no me das otro masajito de los tuyos? Son geniales- la verdad es que lo son

  • Bueno, va…si me lo dices así, vamos

  • No, aquí en el sofá

  • Como quieras- me quité la ropa delante de mi hijo sin el más mínimo complejo, y esta vez fui un poco más lejos, ya que me desnudé completamente, para que el masaje fuera total. Pude ver la cara de sorpresa de mi hijo, sobre todo al comprobar como estaban mis pezones de erectos, ya de por si grandes. Empezó con el masaje y esta vez el culo me lo masajeó en su totalidad, y como por la tarde un descarga eléctrica me recorrió el coño en su totalidad

  • ¡Um! Que rico- dije con una mojadura de mi sexo increíble. Para que mi hijo se pudiese dar cuenta, incluso abrí un poco las piernas, para que pudiese verlo y olerlo

  • ¿Vas mejor?

  • Mucho mejor…pero ahora tengo unas molestias por aquí- le dije señalando una parte de mi pecho

  • ¿Dónde?- preguntó mi hijo, no se si sorprendido que no se había dado cuenta

  • Aquí- le señalé la parte superior de mi pecho izquierdo, dándome la vuelta y permitiendo que me viese totalmente desnuda

  • No querrá que te de un masaje ahí

  • ¿Y por qué no?- le dije

  • Como quieras- dijo Nando y después de extender un poco de aceite se puso a masajearme las tetas. Esto si que me puso a mil. Al principio lo hacía como un verdadero profesional, pero poco a poco fui notando que más que un masaje lo que me estaba haciendo era sobarme las tetas y por supuesto me daba cuenta. Miré de reojo y me pareció que a mi hijo le crecía el tamaño de la bragueta. Más detenidamente lo vi y definitivamente estaba teniendo una erección. De nuevo abrí un poco mis piernas mientras mi hijo me tocaba las tetas.

  • Puedes seguir con el masaje por donde creas que lo necesito- le dije en una declaración de intenciones

  • Ok- dijo mi hijo, que siguió un rato con el masaje de mis tetas, para seguir con otro en mi abdomen, acercándose a mi sexo. Creo que no quería ser tan directo.

  • Si quieres…puedes- ya no podía más y separé un poco más mis piernas. Mi hijo, rápidamente captó la idea y me introdujo un dedo en mi vagina.

  • ¿Mami?- empezó a decir mi hijo

  • ¿Dime mi amor?

  • Esto…hasta donde quieres llegar

  • Donde tú quieras

  • Por mi

  • Hace más de seis meses que no hecho un polvo…con eso te lo digo todo- le acababa de confesar a mi hijo uno de mis más grandes secretos

  • ¿Quieres…?- no se atrevía a decirlo

  • Que si quiero que me folles…depende de ti, mi amor

  • Claro que quiero…eres guapísima. No me puedo creer que lleves seis meses sin hacerlo.

  • Pues si, ya ves lo que son las cosas- mi hijo se despojó rápidamente de su camiseta y se bajó los pantalones. El tamaño de su paquete era más que aceptable, mayor que el de su padre- Ven aquí, tesoro- le dije a mi vástago, al tiempo que le quitaba la prenda que le quedaba. De inmediato me llevé la polla de mi hijo a la boca y comencé una fenomenal mamada

  • ¡Oh, mami…que bien la chupas!- decía Nando

  • ¡Glupss, glupss!- mi boca estaba llena en ese momento, por lo que no podía hablar. Estuve un poco más con la polla en la boca y luego la saqué- ¡Que polla más rica tiene mi nene!

  • Tu si que sabes como darle gustito al tema- me dio un beso en los labios, que me descolocó un poco, ya que su padre jamás me había besado después de habérsela chupado. Se sentó a mi lado en el sofá y me siguió besando. Nos dábamos la lengua mutuamente. Mi coño estaba mojado

  • ¡Que bueno eres con tu mami, mi vida!

  • Pues puedo serlo más

  • ¿Si?

  • Ya lo creo- dicho esto, mi hijo se arrodilló delante de mí y le separé las piernas, para tener acceso libre. Lentamente pasó su lengua por el pliegue que separaba mi muslo de la ingle. Me estremecí. Repitió la operación en el otro lado y de nuevo sentí una sensación indescriptible. La siguiente misión fue centrar la acción. La primera vez que me pasó la lengua por el clítoris casi me corro de inmediato. Tanto fue así que lancé un grito de placer como nunca había hecho. Pero eso fue principio, ya que siguió dándome placer con la lengua.

  • ¡Que bueno, mi vida…que bueno…me haces gozar!

  • Es que tienes un coñito delicioso…para comerlo- dijo Nando, pasando de nuevo su lengua por mi coño, primero de forma lenta, pero poco a poco aumentando el ritmo, llegando a meter su lengua en la vagina

  • Sigue mi amor, sigue…un poco más para que mami se corra- mi hijo, por supuesto siguió dándome placer. Cuando me corrí mi hijo levantó la cabeza y se sentó a mi lado. Como el hizo antes, lo besé, saboreando mis jugos vaginales. Sabían deliciosos, tanto es así que me relamí los labios con la lengua. Me senté sobre mi hijo y le puse una de mis tetas en la boca, que mamó con devoción, aplicando una especial atención al pezón. Lógicamente repitió la operación con la gemela. Miré a los ojos a mi hijo y lo besé apasionadamente. Al notar como estaba la polla de mi hijo, sin dejar de besarlo, me levanté un poco para permitir la entrada de la polla de mi hijo en mi ardiente coño.

  • ¿Mami?

  • ¿Si mi amor?

  • ¿Estás segura?

  • Si, cariño mío…quiero que me folles, que me hagas correr, recuperar el placer. Quiero que seas mi macho, que suplas al impotente de tu padre- todo esto se lo decía mientras había empezado a moverme arriba y abajo

  • ¡Que bueno, mami…que bueno!- decía mi hijo con los ojos cerrados, ayudándome a subir y bajar.

  • ¡Si, mi amor…como me llenas!

  • ¡Si mami…si!

  • ¡Más rápido mi vida, más rápido!

  • ¡Si mamá, si…más!- se le ahogaba la voz.

  • Hasta el fondo, mi amor…lléname el coño con tu polla

  • Eres increíble

  • Tu si que lo eres…mi amor…sigue un poco más, un poco más para que mami se corra

  • Lo que tú digas mami- decía mi pequeño cogiéndome del culo para elevarme y facilitar las embestidas de su falo.

  • ¡Más mi amor…un poco más, lléname, lléname!

  • Me voy a correr- dijo Nando

  • Córrete dentro de mi, amor, dame tu leche

  • Ya estoy, ya estoy

  • Y yo, mi amor…y yo- dije gimiendo como una loba mientras me corría como una bestia. Entre la corrida de mi hijo y mis jugos estaba completamente inundada. Nos besamos de nuevo- Me has hecho sentir mujer de nuevo, mi amor

  • Mujer y muy guapa- me piropeó mi hijo.

  • Anda, adulador…vamos a ducharnos- le dije para tomar un poco de aire e higienizarnos

  • ¿Te he dicho que eres preciosa?- preguntó mi hijo mientras me enjabonaba la espalda.

  • No hace falta que me mientas- le dije

  • Es cierto…yo no digo mentiras- me respondió besándome en la nuca. Salimos, nos secamos y fuimos a mi dormitorio

  • Anda vamos a dormir

  • ¿Juntos?

  • Si quieres- le dije con un guiño de ojo

  • Claro que quiero

  • Pero tienes que levantarte temprano e irte a tu dormitorio, por si acaso vienen tu padre o tu hermana

  • Claro

  • Vamos a la cama, cariño- le dije a mi propio hijo. Solía dormir con un camisón, pero esta noche me decidí solo por unas bragas. Nos metimos en la cama y nos besamos de nuevo. Mi hijo se puso encima de mi- ¿Qué quieres hacer?- le dije medio riendo

  • ¿Tú que crees? Ya estoy marchoso y tengo esto- dijo enseñándome la polla

  • ¿Para mi?- dije con una gran sonrisa

  • Claro que es para ti, preciosa

  • ¿Y qué vas a hacer con esa cosa tan bonita?

  • Lo que tú quieras

  • No sé, no sé… ¿que me ofreces?

  • Vamos a ver…me la puedes chupar, como antes, te puedo follar el coño, o el culo…o me puedes hacer una cubana…te ofrezco muchas cosas

  • ¡Uf! Qué de cosas…déjame pensar…quizá una cubana, con estas dos que tengo- dije cogiéndome las tetas- creo que podemos hacer un buen apaño

  • Ya lo creo- dijo Nando con una sonrisa. Me puse la polla de mi hijo entre las tetas y empecé a moverlas. Así estuvimos un rato, hasta que mi hijo me avisó que se venía, cosa que hizo con abundancia sobre mis tetas. Cogí un poco con uno de mis dedos y me lo llevé a la boca. Quería probar la leche de mi hijo…ni siquiera había probado la de mi marido (apenas se la chupaba a él). Me levanté para asearme un poco de nuevo, y volví a la cama

  • Gracias de nuevo, mi amor

  • De nada…pero no hace falta que me des las gracias cada vez…porque van a ser muchas…por ejemplo esta noche no hemos terminado…creo que ahora te lo voy a hacer de nuevo

  • ¿El qué?- no daba crédito

  • ¿El qué?...está claro…follarte- dijo

  • ¿Todavía puedes?

  • Yo si… ¿y tú?

  • Hombre, para mi es más fácil

  • Pues entonces…manos a la obra- dijo mi nene quitándome las bragas. Se puso sobre mi y me folló al estilo misionero. Yo lo rodeaba con mis piernas, dando las gracias por tener a alguien con esa resistencia. De nuevo nos corrimos los dos y esta vez, con mi coño lleno del amor de mi hijo nos quedamos dormidos. Pusimos el despertador a las 7, y mi hijo se fue a dormir a su dormitorio…y menos mal, porque Lucía llegó a las siete y media.

La cosa quedaba en que mi hijo y yo cada vez que podíamos lo hacíamos. Ahora era yo la que le ponía excusas a mi marido las pocas veces que quería hacerlo conmigo y no parecía importarle mucho. Un poco después mi hijo tuvo un congreso en Valencia. Eran dos días, jueves y viernes, pero me dijo que si quería ir. Yo no conocía la ciudad, si la costa. En casa dijimos que íbamos al congreso, mi hijo por tal y yo para conocer la ciudad. Mi marido e hija no podrían venir por el trabajo y los estudios. Yo pedí dos días en el trabajo y fui con él. Fuimos en avión y nos quedamos en un hotel. Al llegar nos preguntaron si una cama de matrimonio o dos…por supuesto pedimos una. Nada más cerrar la puerta nos besamos como locos. Teníamos muchas ganas y casi nos arrancamos la ropa. Esta vez follamos como salvajes, apoyados en una pared. No tenía caso control de lo que hacía. Gritaba como una loca…disfrutaba como nunca. Mi hijo me había devuelto a la vida…de placer