Mi hijo es ciego, 4ª (Amor de madre)
Después de mis anteriores relatos sobre el sexo en los discapacitados, un buen amigo me recordó que faltaba por tratar una discapacidad tan importante como la ceguera, por lo que este relato va dedicado a él.
Después de la publicación de mis anteriores relatos sobre discapacitados https://www.todorelatos.com/relato/149637/
https://www.todorelatos.com/relato/149698/
https://www.todorelatos.com/relato/150658/
contando la dificultad que tienen para acceder al sexo como las demás personas, un amigo me dijo que me había olvidado de él, porque él es ciego y su problemática especial no la había tratado, así que prefiero que a través de sus palabras sea él mismo el que os la transmita:
“” A causa de mi ceguera, tuve que desarrollar otras aptitudes para valerme en la vida, con la ayuda de mi familia y diversos organismos que me prepararon para desenvolverme como una persona normal, habiendo podido estudiar y tener un trabajo.
Durante mi adolescencia apareció en mi vida una dificultad más que debía superar, cuando mis amigos hablaban sobre lo buena que estaba tal chica o cualquier mujer que podían ver en revistas, televisión o en cualquier sitio, lo que a mí me causaba una gran frustración porque yo no podía compartir con ellos esos momentos.
A pesar de mi discapacidad, yo soy una persona bastante alegre y positiva, teniendo un carácter abierto que me ha ayudado a suplir mis carencias, pero en una ocasión mi madre me vio más triste y decaído de lo normal en mí y me preguntó que me pasaba:
.- Es que mis amigos empiezan a hablar de las mujeres, de las tetas y el culo que tienen y de lo buena que está alguna de nuestras amigas y yo como no puedo verlas, no sé cómo son y lo que tienen.
.- Claro, te entiendo, hijo, ya estás en una edad en la que te atraen las mujeres, pero en realidad no sabes cómo son y cómo es su cuerpo.
.- Así es, si al menos pudiera tocarlas, podría percibir todo eso que dicen mis amigos que yo no puedo ver como ellos.
.- Ya sé que es muy injusto para ti eso que te pasa y yo como siempre traté de que fueras como los demás y que tu discapacidad te limitara lo menos posible, voy a ayudarte a que sepas como es el cuerpo de una mujer, como son también de diferentes entre sí y de sus diferencias con los hombres.
.- Gracias mamá. ¿Y cómo harás eso?
.- Ven, dame tu mano……
Mi madre agarró mi mano y empezó a pasármela por su cuerpo desnudo.
.- Toca aquí, aprieta con la mano. Estas son mis tetas.
.- Qué grandes son. ¿Puedo usar las dos manos?
.- Sí, claro, toca todo lo que quieras.
Yo empecé a manosear sus tetas, todo entusiasmado, empezando mi pene a reaccionar al instante, poniéndoseme duro, lo que supongo que no pasaría desapercibido para mi madre, llevándome ella luego la mano hacia más abajo hasta notar una mata de pelos:
.- Esta es la vagina, tengo pelos alrededor igual que los tienes tú.
.- Sí, pero tú no tienes pito, jeje.
.- No, hijo, ahí está una de las diferencias. Algunas mujeres se los depilan y no tienen pelos. Mete los dedos aquí, en la raja. Por aquí nos meten el pene los hombres.
.- Sí, mis amigos lo llaman el coño. Está mojado, mamá. Se nota muy suave y caliente en mis dedos.
.- Se moja más cuando nos excitamos, porque con tantos manoseos me estás excitando, hijo.
.- Lo siento, mamá. Si quieres no sigo más.
.- No, hijo, sigue. No sé si estoy haciendo lo correcto, pero creo que es lo más justo para ti.
.- Gracias, mamá, ¿puedo meter los dedos dentro de tu coño?
.- Sí, me estás dando mucho gusto, aahh, aaahhh……
.- Mamá, te estás mojando mucho y tu coño cada vez se abre más.
.- Tócame aquí arriba, frótame con los dedos……
Yo le hice caso a mi madre y ella cada vez gemía más fuerte, hasta que apretó mi mano entre sus piernas dando un grito final y acabando por mojar completamente mi mano. Yo estaba muy excitado también por todo lo que estábamos haciendo y llevé mi mano toda mojada con los jugos de mi madre a mi polla empezando a masturbarme sin importarme que ella me estuviera viendo, diciendome:
.- Déjame a mí, hijo.
Agarró mi polla con su mano y empezó a masturbarme ella, sintiendo poco después como se la metía en la boca, provocándome una sensación muy rica con su lengua, lo que hizo que poco después saliera mi semen sin que ella apartara la boca, por lo que debió de tragárselo todo, siguiendo después chupándomela y lamiendo los restos de semen que todavía seguían saliendo, todo ello mientras con mi mano la sobaba todo su culo, que me parecía enorme dándole cachetadas que hacían gemir más a mi madre mientras me la chupaba.
Había sido una de mis mejores corridas y me había quedado casi sin fuerzas, diciéndome mi madre:
.- Bueno, ya has visto como es una mujer, ¿no?
.- Sií, muchas gracias, mamá. Eres muy buena conmigo.
.- No quiero que seas distinto a los demás y que eches cosas de menos por culpa de tu discapacidad.
.- Ahora ya he hecho más cosas que mis amigos, porque no creo que a ellos se la haya chupado su madre, jaja….
.- No sé yo, hijo, y si se lo han hecho, no lo van a ir contando. Así que ya sabes, tú de esto ni palabra ¿eh?
.- De acuerdo, ¿pero podremos repetirlo?
.- Buuff, hijo, no sé. A mí también me gustó mucho, pero ya sabes que estas cosas no está bien que se hagan entre familiares.
.- Lo sé, mamá, por eso te agradezco mucho el favor que me has hecho. Ahora he visto que estás muy buena tú también, como me decían mis amigos.
.- ¿Tus amigos te dicen eso de mí?
.- Sí, a veces, yo no sabía por qué, pero ahora lo sé, jeje.
.- Que pillines. Estos críos andan siempre salidos. Ya los veo como me miran.
.- Ves, esas cosas no puedo hacerlas yo, ni saber cómo te miran.
.- Bueno, pero con esto que hemos hecho ahora lo compensa todo ¿no?
.- Sí, creo que sí.
Otro día mi madre me llamó al baño, donde se estaba duchando mi hermana pequeña, diciéndome:
.- Ya sabes que no todas las mujeres somos iguales, cada una tenemos nuestras cosas diferentes. He hablado con tu hermana y ella está de acuerdo en que puedas percibir como es su cuerpo.
.- ¿Sí? Muchas gracias, hermana. Mis amigos también me dicen que te estás poniendo muy buena.
Mi madre agarró mi mano nuevamente y empezó a pasármela por los pechos de mi hermana, apretándolos con la mano:
.- Son más pequeños que los tuyos, mamá, pero están más duros.
.- Ya la irán creciendo. A esta edad todas las chicas tienen las tetas más duras que de mayores.
.- Pues a mí me gusta tocarlas así también.
Siguió dirigiéndome la mano hacia la entrepierna de mi hermana, notando que su vagina estaba abultada y lisa sin pelos, sintiendo su rajita más cerrada que la de mi madre al meter los dedos y cuando insistí frotándolos en ella, mi hermana empezó a gemir también, abriendo más las piernas, sujetándola con la otra mano por su culito, más pequeño que el de mi madre también.
Yo seguía tocando a mi hermana por todos lados a mi antojo, mientras siento que mi madre me saca la polla del pantalón, toda empalmada ya, diciéndole a mi hermana:
.- Chúpasela si quieres.
Aunque no las veía, yo percibía que mi madre y mi hermana estaban excitadísimas, como fuera de sí y cuando mi hermana se metió mi polla en su boca, no me lo podía creer. Todo esto era mejor de lo que nunca habría imaginado y de lo que me habían contado mis amigos.
Yo volví a correrme como nunca, pero esta vez mi hermana no se tragó la corrida, quizás porque no estaba tan acostumbrada a eso como mi madre, pero me dio igual, porque lo disfruté mucho.
Después de eso, cuando mis amigos empezaban a hablar de las chicas, yo no me atrevía a protestar ni a decirles nada, porque no podía decirles todo lo que me había sucedido en mi casa, aunque alguno de ellos si nos había contado alguna vez como le había metido mano a su hermana y otro que se había metido en la cama con su hermana que se dejaba hacer de todo, pero yo por mantener mi promesa a mi madre, no decía ni palabra.
En mi casa, una vez que habíamos empezado a hacer esas cosas, era difícil ya parar y yo andaba siempre detrás de ellas para que se dejaran tocar y aunque me dijeran que no, mi insistencia acababa por convencerlas, no olvidando nunca la primera vez que follé con mi madre.
Estábamos en mi habitación, como siempre, dejándose tocar por mí y chupándola las tetas, hasta que una vez se calentó tanto que se tumbó en la cama y me dijo:
.- Ven, ponte encima de mí y métemela.
.- ¿Por el coño?
.- Sí, lo necesito, no puedo más, fóllame, por favor…….
Al acercar mi polla a su raja toda abierta, sentí por primera vez esa sensación tan única y placentera que te invita a moverla dentro del coño de una mujer buscando un placer cada vez más intenso hasta que finalmente acabas por correrte dentro de ella.
Y eso fue lo que sucedió, quizás demasiado pronto para mi madre, que me dijo, comprensiva:
.- No te preocupes, hijo. Es normal la primera vez. Me has dado mucho gusto igual. Las próximas veces será mejor.
.- ¿Es que va a haber más veces?
.- Claro, hijo, ¿cómo vamos a parar ahora? Yo no podría ya.
.- Gracias, así podré follar como mis amigos, porque yo tengo muy difícil conocer chicas que me gusten para follarlas.
.- Cuando te llegue el momento, conocerás a chicas también, ya lo verás.
A mi hermana solía convencerla para que me hiciera pajas, lo que acababa calentándola también a ella, consiguiendo que la mayoría de las veces me la chupara también y con el tiempo, me dejara chuparle el coño a ella, algo que me encantaba y por mí me pasaría horas así, haciendo que mi hermana se corriera en mi boca.
En una de las ocasiones en las que estábamos tumbados en la cama tocándonos, noté que mi hermana se montaba sobre mí, sintiendo su caliente coño en mi polla empezando a cabalgarme y la oía jadear hasta que conseguía correrse. Yo ya había aprendido con mi madre a retrasar la eyaculación, por lo que mi hermana disfrutaba mucho conmigo, ya que me decía que sus amigos se corrían enseguida y la hacían quedarse a medias.
En esa época empezaba a ir con mis amigos a discotecas y yo cuando me ponía a hablar con las chicas, sólo podía percibir a través de su voz como serían físicamente, pero únicamente en mi imaginación, claro, porque la realidad podría ser muy distinta. Incluso le pedía a alguna si se dejaba tocar para que pudiera sentir como era su cuerpo, pero lógicamente la mayoría se negaban y me miraban como a una persona rara o en el peor de los casos, un pervertido.
Pero eso pasaba también por culpa de otro chico ciego que iba a la discoteca, que se dedicaba a meter la mano debajo de la falda de todas las chicas y a abrazarse a ellas con la disculpa de que era ciego y que no las había visto, y aunque ellas se enfadaban al principio, acababan perdonándole al darse cuenta de lo que le pasaba, pero después evitaban ponerse cerca de él para que no siguiera manoseándolas.
Sus amigos también le gastaban bromas y le llevaban con una señora mayor gorda, que estaba a cargo del guardarropa, a la que podía tocar todo lo que quisiera, porque a ella le gustaba y me dijeron que más de una vez se habían metido en la parte de atrás para follar.
Aunque mis amigos ya habían empezado a follar con chicas, ellos suponían que yo seguía virgen, porque nunca me habían visto con ninguna, y mientras ellos siempre solían buscar a las chicas que les gustaban para ver si podían follársela. A veces, para compensarme, me dejaban vez estar con ellos mientras lo hacían, por lo que ante la extrañeza de la chica de que estuviera yo delante, mis amigos las decían:
.- Pero si es ciego, no nos está viendo, ¿qué más te da que esté aquí delante?
Eso parecía convencerlas a ellas, por lo que acababan cediendo, pero supongo que sería también por su calentura y deseos de tener la pija dentro.
Yo disfrutaba esos momentos especialmente, porque oía a las chicas gemir y el ruido de meter y sacar la polla en sus coños, preguntándole a mi amigo:
.- ¿Cómo tiene la raja, la tiene caliente? ¿Tiene pelos?..... Y así, haciéndole una serie de preguntas para que me describiera como era la chica, lo que acababa enfadándola a ella y al terminar, alguna decía:
.- Yo no follo más contigo estando este delante.
Mis amigos se reían, porque sabían que otro día follarían con otra distinta y yo les agradecía lo buenos amigos que eran, porque me dejaban estar delante mientras las follaban, aunque otras veces me gastaran alguna broma pesada, aprovechándose de mi ceguera, como las veces que viendo mi desesperación, conseguían convencer a alguna chica, que solían ser las más feas del grupo para que se vinieran conmigo, y al empezar a tocarlas yo me sentía engañado porque no eran como mi madre o mi hermana, pero yo me las follaba igual, animado por mis amigos y las amigas de ella, que veían divertidas como su amiga, la más fea, conseguía follar con alguno..
Cuando pasaba eso, yo les decía a mis amigos que aunque los ciegos no viéramos, no éramos tontos y que no nos gustaba que nos engañaran, respondiéndome ellos:
.- Sí, pero tú bien que te las follas igual, jaja…
.- Es verdad, porque el coño lo tienen rico igual, pero a todos nos gusta estar con chicas guapas.
Las que empezaron a ser más compresivas fueron algunas amigas de mi madre, a las que ella debió de haberles contado mi problema y cuando venían a casa me decían:
.- ¿Quieres “ver” lo guapa que he venido hoy?
Se acercaban a mí para que pasara mis manos por su cuerpo, algo que a ellas parecía divertirlas, ya que al no poder verlas desnudas, quizás ellas se sintieran más seguras conmigo, a pesar de que me dejaran tocarlas todo lo que quería. Y se notaba que alguna de ellas se ponía caliente de verdad, porque empezaban a tocarme a mí también y le pedían permiso a mi madre para llevarme a la habitación y poder disfrutar de un chico joven, diferente a sus maridos.
En esa época conseguí follarme a cuatro amigas de mi madre, con diferentes cuerpos, pero con todas me gustaba follar, porque eran muy viciosas y con ellas sentí por primera vez lo que era follar por el culo.
No sé a qué sería debido, pero lo que notaba también, es que tenía más facilidad para follarme a mujeres maduras que a chicas de mi edad, quizás porque tuvieran menos escrúpulos para follar con un chico como yo, del que podrían “abusar” a su capricho y yo casi no podría ni identificarlas, asegurándose mi silencio.
También influiría el que yo estoy bastante dotado y al descubrirlo, disfrutaban especialmente conmigo viniendo varias veces a casa a buscarme.
Quizás fuera algo inevitable el que con el tiempo, alguien como yo, con mi problemática, acabara convirtiéndose en un pervertido de verdad, ya que las mujeres se habían convertido en una obsesión para mí, queriendo “conocer” a chicas cada vez más jóvenes, para compararlas con mi hermana, que era la única con la que había estado de esas edades, así que con el tiempo, conseguí convencer a dos amigas de mi madre para que me dejaran tocar a sus hijas y poder sentir como eran sus cuerpos.
A una de las hijas de una amiga de mi madre, la conocía desde pequeños y me sorprendió mucho, porque aunque había oído su voz muchas veces, tenía una impresión sobre su cuerpo muy distinta a lo que en realidad era, ya que era un poco gordita, con mucha carne para tocar. Empecé a acariciarla por arriba, primero vestida, pero la fui desabrochando la camisa que llevaba, dejando sus tetas al descubierto, que eran grandes y duras y me encantaba hundir mis dedos en ellas y pellizcar sus puntiagudos pezones.
Luego, bajando mis manos, puede notar el buen culo que tenía bajo una falda corta, que también la quité, dejándola solo con el tanga y después de manosear un rato sus nalgas y los buenos muslos que tenía, se lo bajé para pasar mi mano por su vagina, pelada también, como la de mi hermana, por lo que pude agarrarla bien apretándola en mi mano sus carnosos labrios exteriores que se abrían fácilmente al paso de mis dedos, por lo que me imaginé que ya debían de haberla follado bastantes veces, lo cual me excitó aún más.
Al notar como se humedecía, quise saborearla con mi boca, poniéndome entre sus piernas a comer ese carnoso coño que palpitaba como esperando que una buena polla lo llenara por dentro.
Me puse sobre ella y la monté, entrelazando ella sus piernas alrededor de mi culo para no dejarme salir hasta que no la hiciera correrse. Era una sensación maravillosa que nos hizo estremecer a los dos mientras nos corríamos casi al mismo tiempo.
Su madre me la volvió a traer varias veces a mi casa, pudiendo estar incluso con las dos a la vez en alguna ocasión.
La hija de la otra amiga de mi madre, era muy distinta, rubia, delgadita, de tetas pequeñas y de piel blanca, según me dijeron, pero me encantaba acariciar sus largas piernas y su culito y lo que más me turbaba de ella era el calor que desprendía su cuerpo y como se ponía a gemir a la mínima caricia, como si fuera puro fuego, poniéndose a besarme en la boca sintiendo su lengua también muy caliente.
Como todas las chicas de su edad, se la notaba mucha experiencia ya de estar con chicos, lo que a mí me ayudaba también para hacer las cosas más fluidas entre nosotros.
A esta me encantaba ponerla a 4 patas y metérsela por detrás, sujetándola fuerte las caderas mientras la follaba, teniendo a veces la sensación de que nuestras madres nos espiaban mientras follábamos.
Ahora ya no sé si podré conseguir una pareja estable, porque me gusta follar con muchas mujeres y acabaría siéndola infiel y hasta he conseguido que muchos de mis amigos me tengan envidia, porque dicen que follo más que ellos””.
Quiero dedicar este relato a este buen amigo, que cuando lo lea, se sentirá identificado en él.