Mi Hijo como mi Esposa

Kike, mi hijo, vestido como Kika, ha pasado a ser algo más que mi amante o mi esclava sexual... es mi mujer, mi esposa, mi compañera.

Mi Hijo como mi Esposa

Buenos días, nuevamente soy Tito, quiero agradecerles por sus comentarios y por la atención que le han puesto a mis relatos.

Ya les conté de cómo fue que mi único hijo, Kike, pasó a ser mi mujer, como Kika, claro. Aquello fue una revolución completa en mi vida, en mi forma de ser y de mirar el mundo. Fue como un renacer para mi, tener nuevamente una compañera para la vida era lo que más deseaba. Sin embargo, en el fondo todo era el deseo que tenía de recuperar a Estela, pues tanto ella como Kika eran muy parecidas.

Tuve que hacer grandes cambios para mantener mi relación con ella en secreto, alejada de mis 2 hijas, que dicho sea de paso eran sus hermanas. El problema era cuando estábamos en la casa, pues ellas llegaban cuando se les daba la gana y sin avisar. Por lo mismo, los hoteles eran nuestro recurso más utilizado, especialmente el de don Artemio. Con el tiempo, llegué al punto de alquilarle una habitación permanente de las más de 24 que tenía, una de las más grandes, claro. La amueblé y le puse todo lo que Kika pudiera necesitar para su comodidad.

Cuando yo sabía que mis hijas no llegarían a mi casa, era ella quien llevaba las riendas de mi casa, lo cual era curioso, pues Kike, al igual que yo, es una vaca echada en lo que respecta a la cocina y las cosas del hogar, pero convertido en Kika es como la mejor ama de casa como sus hermanas… o como la mismísima Estela, su madre.

Nuestras noches eran largas, húmedas, calientes, Kika me entregaba su cuerpo prodigándome de todo tipo de mimos y atenciones. Nuestras relaciones sexuales eran plenas y muy satisfactorias, Kika era una hembra en toda regla, ardiente y muy complaciente. Sin proponérmelo había convertido a mi hijo en mi mujercita, mi novia, mi amante y mi esclava. Esclava porque no había nada que ella no estuviéramos dispuesta a hacer por mi. Paradójicamente, cuando estaba de Kike, la atracción desaparecía y no tenía ningún problema en tratarlo como a mi hijo.

Yo sabía perfectamente que Kika no era real, sino una invención de mi hijo. Sabía que esa relación no debía ser, pero no tenía fuerzas para acabarla. Es más, buscaba la manera de olvidarme de eso, de negarme a la realidad con tal de tener a Kika para mí siempre.

Me enseñó secretos de belleza masculina, como por ejemplo: cuando un tórax es muy peludo y con buena musculatura, es bueno recortar los vellos a la mitad, eso marcará mejor los músculos; el vello púbico se ve más elegante, limpio y sexy si está simétricamente recortado; y que para un hombre pasivo siempre era mejor, por higiene personal, llevar el culo totalmente depilado. Desde ese día le hice caso a sus consejos de belleza.

Empecé a utilizar lociones especiales, cremas. En poco tiempo ya usaba filtros solares a diario, el sol de mi natal Zacapa es muy fuerte. Renovó mi guardarropa con camisas modernas, zapatos de moda y finos y trajes mandados a hacer a mi talla. Me aconsejaba de vivir la vida un poco más, mimándome más seguido.

Siempre hacía lo mismo, era toda una ceremonia cuando la llegaba a ver al pequeño departamento. Me recibía vestida y maquillada como una nena para mí, a veces con faldas y vestidos, otras con pantalones tallados y muy femeninos y hasta con uniformes de niña. De ropa interior siempre usaba tangas diminutos y muy coquetas que desaparecían por entre sus carnosas y abundantes nalgas. Por arriba sostenes rellenos con globos llenos de agua, lo que daba el efecto de ser senos verdaderos.

Luego se colocaba en 4 a mi lado y se llevaba mi verga a la boca para mamármela mientras yo me ponía a hurgar entre su ano con mis dedos. Mis 30 cm. de masculinidad desaparecían hasta la mitad, era una experta chupavergas, me la ensalivaba abundantemente al mismo tiempo que succionaba con fuerza. Y luego, de los dedos pasaba a la verga y la poseía como a ella más le gustaba, duro y con fuerza. En verdad se comportaba como una perrita mansa en mis manos, me dejaba ponerla en todas las poses que quería, incluso tomándola como un trapo viejo, hasta llegar a azotarla si quería. Y al final, siempre me lamía la paloma hasta dejármela limpia y fresca.

Les voy a contar del primer día que pasamos juntos en aquel hermoso departamento. Llegué a eso de las 2 de la tarde, Artemio y Olga me saludaron y me fui directo a la habitación. Allí, Kika me recibió con un beso y un gran abrazo como siempre hacía… y las respectivas metidas de mano.

De la mano me llevó a la cama y allí me senté, mirándola atentamente, embelezado por su belleza. Kika se dio la vuelta y cerró con llave, luego, contoneándose despacio y lo más sensualmente que podía, se fue despojando despacio de la ropa. Aquella era una ceremonia que siempre hacía para mi deleite, me daba un espectáculo de striptease hasta quedar totalmente en pelotas.

Vestía una falda corta de lona ceñida a sus caderas, luego una blusa igual de diminuta que levaba amarrada en su mi vientre y unas sandalias violetas. Sus párpados y labios estaban pintados con tonos claros en pastel, llevaba una peluca rubia lacia, con el pelo hasta la barbilla y uñas postizas en las manos.

Era un placer verla contoneándose despacio, despojándose de todas las prendas. La falda cayó al suelo, dejando a mi vista una tanguita rosa muy pequeñita que se le metía hasta el fondo de sus hermosas nalgas. Luego la blusa también cayó, dejando un brasier rosa y del mismo estilo de la tanga a mi vista, estaba relleno con vejigas llenas de agua.

¿Te gusta papito? – me preguntaba con su suave y delicada voz femenina.

Si… mucho

¿Soy tu nena preferida?

Si Kika… no hay nadie como vos, nadie

Y… ¿qué es lo que más me gusta de mi papi?

Pueeeess… ¡Todo, me gustás toda entera!

Pero debe haber algo que te guste más

¡Tu culo! – respondí sin pensar – ¡Tu Culo Kika, qué culo más rico tenés!

Gracias papi

Es divino… ¡sos un culazo nena, un culazo! – a ella le encantaba que le dijera esas cosas.

Después, despacio, se puso en posición de perrita y se acerqué a mí, avanzando lentamente en 4 patas, meneando las caderas como una leona en celo. Me plantó un beso en los labios e inmediatamente se coloqué en la posición adecuada que yo le pudiera meter los dedos entre el culo y manoseárselo. Primero fue uno, luego 2 y hasta llegar a 3. Ella no tenía ningún problema en ser penetrado por 3 dedos sin apenas lubricación.

Me encantaban sus nalgas, tan grandes y redondas, turgentes duras. Hasta podría decir que desafiaba el culo de su propia esposa, Laura, que también poseía un señor culazo. Se lo manoseaba todo e introducía mis dedos dentro de su pequeño agujero, lo que le gustaba, y mucho.

Se los metía hasta el fondo y después los sacaba, lento al principio, pero a medida que notaba que su ano daba más de sí lo hacía con mayor velocidad y fuerza. Al poco rato le unté vaselina, lo que hizo que mis dedos se deslizaran más suavemente por mi abertura, siendo la estrechez de ese culito la única resistencia que aun quedaba. Y ella allí, en 4 como le gustaba estar, ya tenía la boca llena de mi gruesísimo falo creciendo, encontrándose sumida en una especie de trance que le inducía el placer de ser invadida analmente.

La besé otra vez, introduciendo mi lengua entre su boca, apretándole el culito con mis manos y acariciándole las piernas, haciéndola sentir realmente como una mujer. Luego la puse de rodillas en medio de mis piernas y me saqué por completo la verga, bajándome los pantalones. Estaba muy dura, la tomé de la nuca y se la metí hasta la garganta, casi se ahogo pero así es como le gustaba a ella, le encantaba ser cogida por la boca con fuerza.

Me la mamó como por unos 5 minutos, paladeando el sabor salado de mis jugos. Luego la puse de pié y le quité el sostén para poder chuparle los pezones, cosa que la vuelve loca, para luego ir bajando con mi lengua por todo su abdomen.

¿En posición de perra, papito? – me preguntó solícita.

En posición de perra mi amor. – le respondí.

Ella estaba que ardía también, quería que la poseyera de inmediato e inmediatamente se coloqué en 4, dándome la espalda y parándome el culito, meneándolo para provocarme. Le levanté la falda y le aparté el hilo de la tanguita, pasé mi lengua por toda su raja antes de ejecutarla, aprisionando con mis labios sus órganos genitales para chuparlos. Al mismo tiempo le metía 1 o 2 dedos entre el culo haciéndola gemir como a una perra.

Unté su ano con vaselina extra, puse la punta de mi viga sobre este y, agarrándola fuerte de las caderas y mientras ella me pedía entre susurros excitados que no le tuviera piedad, empujé contra su agujerito penetrándola sin miramientos. Ella solo pegó un fuerte gritito.

Mi dilatación había sido efectiva y la vaselina hacía su trabajo, la poseí así durante unos 10 minutos, empezando suave y despacio, pero dándole con todo lo que tenía apenas uno o 2 minutos después. Le metía enteros mis 30 cm. de verga y con furia y sin piedad como a ella tanto le gusta.

Aquella situación era de lo más morbosa, imagínense a su propio hijo de 29 años, desnudo y maquillado como una mujer, con peluca rubia a juego con su piel blanca y ojos celestes. Está siendo montado por el no, a toda velocidad, por su propio padre, de 54 años, alto y fuerte como un roble, con una musculatura soberbia cubierta de una tupida capa de vellos. Este lo penetra… no, ¡lo barrena!, con una verga de 30 cm. de largo y 6 de diámetro. ¡Más morbo no puede haber!

¡¡¿Te gusta mi nena?!! – pregunté entre jadeos.

¡¡¡UUUUMMMM!!!… ¡¡SI!!… ¡¡¡MUCHOOOOUUUMMMM!!! ¡¡¡SIIIIII!!!… ¡¡¡¡ME GUSTA SER TU PUTAAAAAAAGGHHHHH!!!!… ¡¡¡¡ME GUSTAAAAAAAGGHHHH!!!!

¡¡¿De… de verdad te gusta ser mi puta?!!

¡¡¡¡ME ENCANTAAAAGGGGGHHHHHH!!!! ¡¡¡¡UUUUMMMM!!!! ¡¡¡¡UUUUMMMM!!!!… ¡¡¡¡SIIIIII!!!! ¡¡¡¡SOY SOOOLOOO TUYYAAAAAAAUUUUMMMM!!!! – gemía con los ojos trabados de placer.

Empecé a darle más rápido, lo cual indicaba que ya estaba cerca del final. Su culo, ante cada penetración, sé contraía con fuertes espasmos que me daban más placer todavía, placer que ya estaba empezando a doblarme. Pero ella se me adelantó, estallando en un poderoso clímax.

¡¡¡¡¡¡QUÉ RICOOOOOO PAPIIIIIHHHH!!!!!!… ¡¡¡¡¡¡QUÉ RICOOOOOO!!!!!! – y así, al fin, mi amante me anunciaba su inminente orgasmo, que derramó sobre el piso de la habitación –¡¡¡¡UUUUMMMM!!!! ¡¡¡¡UUUUMMMM!!!!… ¡¡¡¡¡ACABO, ACABOOOOOHHHHH!!!!!… ¡¡¡¡AH!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAGGGGGGHHHHHH!!!!!

Bruscamente la separé de mi mimbro y me sentó sobre la cama, llevándomela conmigo. Excitada se dio cuenta de lo que pretendía, así que se puse de rodillas, con las manos sosteniendo su cuerpo sobre los tobillo y lista para recibir su regalo, un delicioso majar de semen y sudor.

¡¡¡¡¡AAAAAYYYYYYYAAAAAAAAAGGGGGGHHHHHHH!!!!! – grité con fuerza y un primer manguerazo de semen fue a parar a mi boquita abierta, y luego varios más hasta que me la rebalsó.

Mi espesa leche le sabía a gloria, como un manjar de los dioses del olimpo. La enloquece el sabor del semen, disfruta mucho cuando eyaculan en su boca abierta, casi tanto como yo. Kika tragó como pudo lo que tenia en la boca y continuó recibiendo gustosa los continuos manguerazos que salían de mi miembro, mientras yo le decía "¡Tragá, tragá!" sacudiéndome la verga sobre su cara y exprimiéndole las últimas gotas. Kika disfrutó como una pervertida de aquella andanada de leche.

Me la siguió mamando hasta que se quedó completamente flácida, aun estaba sentado sobre la cama, jadeando y mirándola con amor, cariño y placer, completamente satisfecho. La dejé convertida en una auténtica puta, con el pintalabios por toda la cara, el maquillaje corrido, tan solo en tanga y con el hilillo corrido hacia un lado, chorreando semen por toda la cara.

Sos deliciosa, – le decía en susurros – sos una diosa con… tenés un culo de lujo, sos un putilla con un culo de lujo.

Gracias… – me dijo.

Vas a ser mi mujer para siempre Kika… siempre te voy a cuidar y dar todo lo que querrás

Ya soy tu mujer… ¡y tu perrita, y lo voy a ser por siempre!

Arrodillada en medio de mis piernas escuchaba con la ilusión de una adolescente cada palabra que le decía, palabras que salían desde el fondo de mi alma. Y mientras, mi pene entraba y salía de su boquita nuevamente sin que se lo hubiese pedido.

Así fue aquella primera vez como marido y mujer en nuestro nidito secreto, y así serían mis días al lado de Kika, a la que trataba como a una auténtica mujer, como mi mujer, mi amorosa amante… a veces como a mi perra. Y ella me trataba a mi como su marido, su novio, su amante… y su amo.

Tito (Garganta de Cuero).

Pueden mandarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos.