Mi hijastro

Nunca creí que pudiera ser capaz de hacer lo que hice. me salió sin querer.

La razón de escribir estas líneas después de tanto tiempo sin relatar mis nuevas experiencias es principalmente porque me divorcié de mi anterior marido, Ángel. Ahora vivo otra vida diferente, distinta, no tan exageradamente al límite como antes, pero sí satisfactoria en muchos aspectos que no entro a describir.

El otro día al entrar en la página donde colgábamos nuestras aventuras, me encontré que, el que fue mi pareja, ha escrito algún relato donde se erige como protagonista. Me ha resultado hiriente por una parte, pero excitante por otra, no sé si me ha gustado o me ha cabreado, el caso es que me he decidido a relatar lo que me sucedió a mí, no hace mucho, para que se dé cuenta, él y todos los lectores, que mi vida no se acabó con nuestra separación, qué a mí también me han sucedido situaciones morbosas y no he contado a nadie, pues a nadie le interesa mi vida íntima, pero es que esto que me sucedió hace muy poco, no puedo contárselo a nadie y tengo la necesidad de escribirlo y compartirlo. Quizás me tilden de depravada, o de algo peor, pero lo cierto es que me da igual, solo quiero compartirlo y así poder liberarme un poco de esta presión.

Me llamo Araya, tengo 51 años, ya soy lo que vulgarmente se llama una Milf. Ya no tengo el cuerpo de antes. Las curvas se han apoderado de mis caderas, pero me gusta mi cuerpo como es ahora, he evolucionado. Aún voy por la calle y veo miradas de lujuria en ciertos hombres cuando me cruzo con ellos y les sonrío maliciosamente. Creo que soy deseada pero no me gusta provocar situaciones como años atrás, bueno, ese era mi catecismo cuando me separé de Ángel, no provocar nada ya que mi actual pareja es más celoso y me debo a él en cierta medida.

Ahora vivo con otro hombre, con mi hija pequeña y con su hijo pequeño. Él está también divorciado, como yo, pero no nos hemos casado, ni nada parecido. Yo vivo en mi casa y él en la suya, ahora en vez de tener una casa tenemos dos. Yo voy a su casa a dormir, o mejor dicho, a pasar la noche cuando él no puede venir por temas de trabajo y al revés. Los fines de semana son nuestros y viajamos mucho.

De mi vida sexual no puedo quejarme en absoluto, todos los días que quiero tengo sexo, o todos los días que se puede, pues eso de tener los niños ya mas creciditos, a veces, hace difícil el realizar algunas prácticas sexuales que me gustaría, pero, de verdad que no puedo quejarme.

Ya basta de tanta introducción y empiezo a relatar lo que me sucedió días atrás. Aún me tiemblan las piernas solo de pensarlo.

Mi hombre tiene un chalet en el campo que es donde pasamos estos días de verano en los que trabajamos los dos. Tenemos una piscina que en las noches calurosas después de volver de la jornada laboral usamos para refrescarnos por fuera y calentanos por dentro. Nos bañamos desnudos a la luz de luna y acabamos follando como animales sin importarnos los vecinos. Claro que eso solo lo hacemos cuando los niños están fuera de casa.

El otro día pasó algo diferente. Nos levantamos por la mañana, después de una sesión sexo, digamos algo light, Fran, el hijo de mi hombre, estaba en casa y mi niña estaba con su padre, así que solo estábamos los tres.

El niño tiene ya 17 años y tienes las hormonas revolucionadas, por eso tenemos cuidado de no provocar situaciones ligeramente escandalosas cuando está en casa. Yo visto de forma pulcra y no voy desnuda por casa, que es como realmente me gustaría ir y es como estoy cuando estamos solos, pero ese día estaba excesivamente caliente, la noche y madrugada anterior no me llenó del todo, necesitaba más sexo. En esos casos suelo entrar en internet bajarme algunas imágenes o videos porno y me masturbo a conciencia para quitarme el ardor uterino, pero ese día pasó algo diferente.

Nosotros estamos trabajando, aún no hemos cogido vacaciones, pero el niño ya está ocioso y al ser ya mayor no hay problema de dejarlo solo en casa.

Ese día se levantó temprano, a la misma hora que nosotros, porque tenía que iba a irse de ruta con la bicicleta. Todo era normal, como tantas y tantas veces, pero me resultó extraño su forma de mirarme, no sé, nunca me había sentido observada por él de esa forma especial que los hombres tienen de mirarme. Pensé que eran imaginaciones mías por lo caliente que me había levantado esa mañana y no le di más importancia, aunque lo cierto es que me miraba demasiado el canalillo de las tetas de forma disimulada. Yo iba con un camisón holgado que no marcaba nada más que mis pezones duros, pero en serio que no es para nada superprovocativo, es normal, aunque para un chico de esa edad supongo que cualquier cosa que insinúe es suficiente para revolucionar las hormonas.

Mi hombre se fue a trabajar y yo me fui a vestir adecuadamente para ir la trabajo también. Él se colocó su traje de ciclista, totalmente embutido y ajustado, no tuve más remedio que fijarme en su cuerpo atlético y, ¿como no?, en su parte inferior marcando paquete estilo torero. Lo cierto que la mierda del niño, o estaba excitado o marcaba un buen rabo debajo de ese culote. No quise pensar en nada extraño, pues empezaba a notar como mi cuerpo estaba reaccionando de forma inesperada. Una cosa es lujuria y otra fijarme en mi “hijastro”. El caso es que después de vestirme salí en mi coche y me fui a trabajar. Mi cabeza, sin yo quererlo, tenía en mente situaciones calenturientas y mientras iba de viaje, mi mano bajaba a mi coñito acariciándolo por encima. He de decir que no me depilo del todo el coño, me dejo un mechoncito, estilo punky, según dime mi chico, y me gusta tocarme esos pelitos como masajeándomelos. Metí mi mano bajo la falda, bajo el tanguita y me tocaba esos pelitos mientras conducía, me sentía muy bien, incluso metí el dedito un poco más abajo. Empezó a oler a sexo, mis dedos estaban un pelín mojados, saqué mi mano de mi cueva y me chupé los dedos. Estaba como abducida, pensando en situaciones morbosas que solo se ven en los videos pornos que me bajo. Dejé de tocarme que estaba llegando a mi trabajo.

La agenda que me tenía preparada mi jefa era liviana, solo una visita a un pueblo y después lo que tenía que hacer, lo podía hacer desde casa, así que me di prisa en terminar cuanto antes para volver al redil y seguir trabajando a mi rollo fuera de la oficina.

Terminé mi visita, serían las 11 de la mañana y me fui para casa. Obviamente no había nadie y me desnudé, dejé mi top, la falda y el sujetador y el tanga encima de la cama, cogí una toalla y me fui a refrescarme a la piscina completamente desnuda. Tenía tiempo de sobra para refrescarme y volver antes de que volvieran mis chicos a casa.

Bajé a la cocina, abrí el frigorífico y vi una botella de vino blanco gallego y me entraron ganas de una copa de vino, aunque era temprano, me apetecía llevarme una copa de vino frío a la piscina mientras me bañaba y tomaba un poco el sol y así lo hice.

Ya en el patio, al borde de la piscina, mi cuerpo desnudo bañado por el sol, el calor empezaba a hacer su función y me sumergí en las aguas frias de la piscina. Notar como mi cuerpo se endurecía por el frescor el agua me encantó. Los pezones parecía que iban a estallar, se endurecieron y me encantó esa sensación, siempre me ha gustado sentir mis pezones duros como piedras.

Di unas brazadas y me salí a toma el solo y de paso ponerme un poco morenita. El sol acariciando mi cuerpo desnudo, mi copa de vino al lado... todo era ideal para terminar el trabajo que empecé por la noche. Me quería masturbar a la luz del día. Mi mente imaginó imágenes eróticas, sugerentes, pornográficas y mis manos empezaron su trabajo como si de otra persona se tratara.

Empecé a tocármelas tetas y pasar la palma de mi mano por mis protuberancias. Lo pezones querían fiesta y los pellizqué como hacía unas horas lo acababa de hacer mi hombre. Mi otra mano se bajó a mi monte de venus acariciando por encima y rotando los dedos por encima de mis labios que empezaban a hincharse de placer. El dedo empezó a jugar con mi clítoris y otros lujuriosos dedo se metieron en la cueva. Ya estaba muy excitada cuando decidí chuparme los dedos de la otra mano y despacito intentar meterme, al menos uno en mi culito. Me enciende usar mi agujerito mientras me masturbo, la corrida siempre es mayor y más placentera. Mi cabeza pensaba en dos rabos taladrándome con fuerza, con virilidad. Entró otro dedo más en el ano, empecé a abrírmelo y hacer círculos con mis dedos. Quería sentireme muy abierta y muy puta. Tardé poco en llegar al clímax, me corría y aún quería meterme algo más duro dentro de mí, Dios, dos pedazos de pollas dentro de mí y otra jugando en mi cara para chupársela y que se corriera en mi cara... mi corrida acabó cuando mis tres imaginarios robos se corrieron a la vez, en el coño, en el culo y en mi boca y cara, ¡¡fue espectacular!!

Ya saciado mi apetito sexual, por ese rato, pensé que se me iba a hacer tarde y debía empezar a trabajar. Ni decir tiene que en mi momento íntimo, no me enteré de nada, estaba centrada en mis asuntos y si hubiese algún mirando ni me enteré, tampoco me importaba que me viera, por otra parte, me hubiese gustado que me hubiesen visto lo cerda y zorra que estaba en ese trance.

Me volví a meter en el agua para refrescarme y me salí rápido. Me sequé y me metí en casa para vestirme y empezar a currar un ratito. Subí las escaleras para dirigirme a la habitación y como por defecto siempre hago poco ruido, escuché algo en mi habitación, como si alguien estuviera allí. Yo desnuda por el pasillo, me acerqué sin hacer ruido, no vaya a ser que hubiera alguien y me entró un poco de miedo, he de reconocerlo. Me puse la toalla cubriendo mis cuerpo desnudo y sigilosamente me acerqué a la puerta que estaba entreabierta y... cual fue mi sorpresa que estaba allí mi hijastro, de pie frente a mi cama desnudo, bueno, desnudo no, tenía puesto mi tanga y se estaba probando el sujetador mirándose al espejo. No pude por menos que esbozar una sonrisa y esperar acontecimientos, el miedo se me tornó en lujuria. Ya no estaba viendo a mi hijastro, estaba viendo a un muchacho de 17 años, probándose ropa femenina y mirándose para ver si estaba guapa.

Seguí mirando y noté que su polla estaba dura mientras se acomodaba mi ropita. El caso es que no le quedaba mal. Cuando terminó de ponerse la ropa y de mirarse, se tumbó en la cama y empezó a tocarse el rabo por encima del tanga, que se le escapaba por arriba y vi claramente su glande rojo palpitante y además se estaba tocando las tetas por encima del sujetador. Me armé de valor y entré en la habitación para pillarle, con la intención de jugar un poco con el niño.

¿qué coño estás haciendo con mi ropa?

Diosss, era para ver su cara, se tapó como pudo con la almohada, se puso rojo como un tomate.

Pensé que no había, nadie, lo siento, lo siento , e intentó quitarse la ropa que llevaba puesta y salir corriendo al baño.

Quieto ahí, no te muevas , le dije con voz autoritaria.

Creo que del acojono que tenía el chaval se quedó paralizado y eso lo aproveché para acercarme. Le tumbé en la cama, le quité la almohada de encima. Estaba paralizado, no sé por miedo a haber sido descubierto o por lo que podría suceder. La verdad es que le quise tranquilizar. Me subí en la cama y me puse a su lado aún con la toalla puesta por lo que no me podía ver desnuda.

Le toqué la cabeza mientras le decía: tranquilo cariño, esto es normal a tu edad, tienes que descubrir tu sexualidad y hay que probar cosas nuevas y así poder decidir que te gusta realmente.

No se lo cuentes a mi padre, me matará.

Jajaja, que poco conoces a tu padre. No te matará, lo entenderá perfectamente, hazme caso. Le conozco bien.

Le miré, le toqué la cara, empecé a bajar mi mano por su pecho, le apreté las tetas por encima del sujetador...

Te gusta que te haga esto?, es como un masaje, venga cierra los ojos y déjate llevar, anda, tontorrón, que no pasa nada.

Él cerró los ojos y se dejó hacer. Me quité la toalla que llevaba puesta, baje mi mano a su ombligo, lo acaricié despacio. Noté como su miembro seguía erecto y roja la punta sobresaliendo de la parte superior de mi tanga. Acaricié la tela del tanga y rocé con mis uñas sus huevines. Su pollón, pues el niño tiene pollón, no es que sea amor de madrastra, es que tiene un buen rabo, muy parecido al de su padre, se puso muy duro. Le cogí la polla y se la saqué por el lateral del tanga, así era más sencillo masajearla.

Quiso decir algo y le puse la mano en la boca para que no estropeara el momento de pasión y lujuria que estaba teniendo. Me subí encima de él mi coño, ya húmedo se aposentó en su tripita...

Abre los ojos ahora , le dije. Pero no hables hasta que yo te lo ordene.

Abrió los ojos me vio encima suyo, mis tetas es lo lo que vio, mis pezones duros.

Ahora amásame las tetas, como lo estabas haciendo tu solito, venga.

El niño son decir palabra con sus dos manos una en cada pecho empezó a masajearme las tetas y jugar con mis pezones. Para esa edad, yo creo que ya ha tocado tetas este crío, pensé para mí.

Su rambo estaba duro haciendo presión sobre la raja de mi culo, a lo que yo mejoré la situación, frotándolo arriba ya abajo con mis nalgas. Me dieron ganas de metérmelo en el coño, estaba lo justito para follarmelo, pero no quise ir tan deprisa, aunque lo que yo estaba pensando no se correspondía con la realidad, ya que en un sube y baja, su rabo se deslizó sabiamente, y ayudado por mi lubricación natural, hacia mi coño y lo noté como entró de golpe.

Abrí los ojos como si se me fueran a salir de las órbitas, joder, ¿qué coño estaba haciendo con la polla de mi hijastro dentro de mí y mi cuerpo balanceándose de arriba abajo queriendo engullir ese pedazo de rabo juvenil dentro de mi cuerpo?

Fue fantástico, pero mi niño se corrió en seguida. Me llenó el coño de su semen y noté como resbalaba por mis piernas una gran cantidad de leche de macho potente. Sus gemidos eran increíbles, bufaba como un toro cuando se corrió y su cara era un poema y muy excitante ver como se mordía el labio y apretaba con fuerza mis senos.

Me tumbé encima de él para ponerle las tetas en la cara y el muy cabrón me las chupó y me mordía mis pezones duros como piedras. Así estuvimos un ratito hasta que noté que se le quedaba el rabo blandito y se salió de la cueva caliente de mis entrañas.

Me levanté y le dije que fuera al baño a limpiarse pero que no se quitara la ropa que llevaba. Lo mejor estaría por llegar.

Así lo hizo, obedeció como un buen niño. Ya no estaba temeroso, estaba en una nube, se le notaba feliz, pero aún no había hablado y yo no había dicho mi ultima palabra.

Mientras el niño en el baño, me fui a mi cajón de los secretos y saqué mi juguete preferido. Me lo coloqué para que cuando viniera me viera bien.

Cuando entró por la puerta su cara cambió de color otra vez y antes de que abriera la boca me puse seria y le dije:

Ven aquí y ahora exploraremos otras cosas, ya veo que eres un hombre bien preparado, ahora veremos que tal eres de mujer. Siéntate en la cama ¡Ya!

Su cara de estupor fue motivada por que me vio con el arnés de polla negra que tengo, con lo que le doy placer a mi hombre cuando jugamos juntos a que sea mi putita.

De tal palo tal astilla le dije, así que ahora vas a comerme la polla como hace tu padre y después probaremos otras cosas.

Cuando oyó que su padre comía mi polla negra de goma no sé que pasó por su cabeza, pero se volvió a poner colorado, pero le agarré la cabeza y se la llevé a mi rabo. El niño se quiso tragar el rabo de goma y estuve enseñándole como se hacía mientras le hacía comentarios sobre su papaito. Yo me creía morir, no entiendo como pude decir las burradas que le dije y como él obedecía todas mis instrucciones.

Llegó el momento de la verdad, le saqué la polla de la boca y le hice que se pusiera a cuatro patas frente a mí. Pensé que tendría que tener mano dura con él pero cual fue mi sorpresa que lo hizo sin mediar más palabras. Pude observar que su pollón esta tieso otra vez. ¡Ay!, la potencia viril de estos niños, es una delicia.

El lubricante lo tenía en la mesilla y embadurné mi polla con el gel y le eché un poco en us agujerito sonrosado, supuse que virgen, cerradito, un encanto. Mi cabeza empezó a pensar en vicio, en placer, en sexo, ya no era mi hijastro el que estaba a cuatro patas ofreciéndome su agujerito virgen para que lo sodomizara. Éramos dos bestias sexuales dándonos placer y fue genial, lo juro.

Puse la punta de mi polla de goma en su agujerito y la empecé a deslizar para adentro, despacito, sin prisa, le dije que se masturbara mientras para que le doliera menos y empezara a sentir placer. Así lo hizo y me rabo entraba más dentro, cada centímetro el pequeño lo notaba, movía su culo hacia él como queriendo sacarse mi rabo de su culo, pero al instante volvía para que le metiera un poco más. Estaba super excitado, lo denotaba su pollón duro y sus movimientos armónicos de la masturbación que se estaba propinando.

Un poco más dentro, otro poco más, hasta que mi pubis se puso en contacto con su culito sin pelitos. Mientras tanto le susurraba cosas como: la primera vez que di por culo a tu padre, no se la puede meter entera, pero tú, cariño, eres más putita que papi, lo haces mejor y se nota que te gusta. ¿verdad?

Me duele un poco, me dijo,

Le dí una cachetada en su culito impoluto mientras le decía. No te he preguntado si te duele, he preguntado si te gusta ser una zorrita para mí. ¡Contesta!, le dije mientras le sacaba el rabo casi hasta la punta y se la metía otra vez de golpe.

Es que me duele un poco.

Venga, cariño, dime que te gusta, lo sé, a tu padre le encanta y tú no serás menos, a que nó?

En ese momento empecé a follarle el culo como si de un hombre se tratara, tengo bastante experiencia en follar culos, he follado varios culos de hombres y de mujeres con mi arnés negro.

Sigue tocándote y verás que placer es esto,

Ya no paraba ya estaba yo llegando al punto sin retorno, me daba igual lo que dijera yo no iba a dejar de follarme ese culo virgen hasta que me corriera, pero escuché:

Sí, me gusta, me gusta, ¡más dentro por favor!

No pude dar crédito a mis oídos, a lo que estaba escuchando, follándome a mi hijastro y el cabrón diciéndome que le de por culo, más y más...

Me dijo que se iba a correr y en ese momento mi cabeza retumbó, mi coño se aceleró y me corrí a la vez que él. Manchó toda la sábana y caí desfallecida encima de su cuerpo con el rabo dentro de su culo.

Saqué el artefacto del culo al ratito, despacito para no hacerle pupa y se quedó tumbado, muerto de vergüenza con la cara pegada al colchón.

Sin decir nada, me levanté me fui al baño, me duché, limpié el arnés y cuando salí, él ya no estaba. Estaba abajo arreglando el pinchazo de la bici, que por eso fue que volvió a casa tan pronto.

Yo me fui a lo mío, a mi portátil y él siguió con sus tareas. Después todo igual como si no hubiese pasado nada. Estoy esperando a que se me insinúe o que quiera hablar de ello, aún no he hablado con él de esto ni con mi hombre de lo cerdo que es su hijo, pero esa noche, me follé a mi hombre, bueno esa noche fue mi hombre, fue mi putita, y comparando, lo hizo casi igual que su hijo, me encantan las dos putitas que tengo en casa, lo malo es que creo que debe ser él que diga algo, respetaré lo que decida, pero es que yo tenía que contarlo para liberarme un poco.