Mi hijastra, mi amante

La madre de mi hija sufre cancer, y su hija mayor afronta el reto de hacer de mi su amante, y yo me convierto en ese juguete sexual que toda niña de 16 años desea.

MI HIJASTRA HOY, MI AMANTE MAÑANA

Comenzare mi historia haciendo un pequeño resumen de cómo llego a esta situación, y así ustedes podrán juzgar si soy una víctima de los acontecimientos o por contrario un afortunado del destino.

Total las cosas comienzan de esta manera, mi nombre es Daniel, mantengo una relación abierta con una hermosa mujer, y digo abierta basado en las condiciones que ella puso desde un principio, las cuales eran: tener relaciones sexuales una o dos veces por semana, salir una o dos veces con las niñas (a parques, con la familia etc.) estos paseos no podían coincidir con nuestras salidas personales y se producía una invitación alguna cena, fiesta etc., la primera opción era para nosotros, y si no se podía quedaban abiertas las posibilidades a otros acompañantes. Pero siempre respetando la independencia de nuestros actos y viviendo cada cual en su casa, que más se le podía pedir a esta liberada mujer.

Elisa, es una mujer de hermoso rostro, de rasgos perfectos, una cabellera frondosa color castaño claro, piel blanca cuerpo delgado, senos pequeños, nalgas enjutas, piernas normales, mientras estaba vestida lo único llamativo en su cuerpo era su cara, pero desnuda, el vigoroso crecimiento de su vello vaginal, era y es, un imán a la vista de cualquier hombre, su densidad tanto en color como en lo tupido, era algo llamativo, vistoso, imponente, un espectáculo al nunca deje de alabar, acariciar y por supuesto agasajar con mis dedos y labios. Elisa tenia dos niñas Eli (llamada así por Elizabeth) de 15 años, producto de una relación anterior y Omaira de 5 años, hija de ambos. Según Elisa, Omaira, aunque no estaba en sus planes, era el recuerdo perenne de por que no quería una relación seria conmigo, ya que según ella poseía todas mis características, alegre, despreocupada, desordenada y todos los conceptos que se le quieran endosar, pero felicidad coronaba nuestra relación, al menos hasta principios de este año, cuando todo cambio y de que manera.

Un día cualquiera del mes de Enero, se presento Elisa acompañada de las niñas a la casa de mis padres donde me encontraba yo, de visita. Después de saludar a todos con los respectivos abrazos de rigor, se dirigió a mí, llamándome aparte.

Daniel, tenemos que hablar.

Pues, tu dirás. Le respondí.

Aquí no, vamos a dar una vuelta.

Y las niñas, respondí, un poco extrañado de su tono de voz.

Pues que se queden aquí con tu mamá.

Pues será, como tu digas.

Luego nos dirigimos los dos, donde estaban reunidos todos, y Elisa le dice a mi madre si tenia algún problema de quedarse con las niñas por unos minutos mientras nosotros hablábamos de algo importante. Mi madre le respondió, que ningún problema, que es mas era un inmenso placer, salimos de la casa, nos montamos en el carro de Elisa para dar una vuelta, que me imagine será bastante larga, pero que lejos estaba de imaginarme lo grave de la situación.

Luego de varias vueltas, por las principales avenidas de Caracas, Elisa estaba concentrada en manejar, yo la dejaba conducir, ella esperaba el momento o las palabras adecuadas, que sé yo. Finalmente comenzó hablar.

Tengo Cáncer, exclamo con voz débil.

Como !!!

Cáncer, coño, Cáncer y su voz de quebró.

Para el carro, yo manejo.

No, mi carro lo manejo yo.

Entonces detente, párate para hablar mejor, con mas calma.

Que vamos hablar, tengo CANCER, que coño.

La verdad me quede de una pieza, que se puede decir a una persona en esas condiciones, que decir, que no suene a falso, a lastima. Al cabo de unos minutos, dije.

Elisa, para lo que quieras, aquí estoy, ahora es cuando cuentas conmigo, lo que quieras, solo pide.

Solo quiero una cosa, que cuides a mis hijas, a las dos.

Bueno, yo te respondo plenamente por Omaira, pero Eli, tu sabes bien, ella tiene su padre biológico.

Pues a mí que, yo quiero que tu te encargues de las dos.

Como tu quieras.

Yo me encargo, además desde mañana vamos arreglar todos los papeles, para evitar sorpresas en un futuro, por que también quiero que te encargues de todos mis negocios, es decir el futuro económico de las niñas lo pongo en tus manos.

Correcto, como tu digas, yo tratare de no defraudarte.

Es lo que espera oír.

Han pasado 8 meses desde aquella conversación, en la actualidad mi presencia se ha vuelto constante en casa de Elisa, al punto que mude todas mis pertenencias y trabajo medio día en sus empresas, mis relaciones con mis hijas ha mejorado sustancialmente, ya que Eli era un poco reservada con respecto a mi persona, ahora es mas abierta.

Bueno hasta ahora no he descrito como es Eli, es una chica de casi 16 años, de hermosa cabellera castaña, pelo liso, le llega un poco más debajo de los hombros, hermosos rasgos (herencia de su madre) un cuerpo delgado, tetas pequeñas y redondas, unos pezones pequeños y muy sensitivo, vientre plano, un culito perfecto para su edad, piernas rollizas y macizas, unos pies perfectos, con unos deditos bellísimos, y por ultimo una totona cubierta por una espesa mata de vellos pubicos, (también herencia de su madre) gruesos labios vaginales, los cuales sobresalían en forma casi grosera cuando se ponía trajes de baño.

Omaira es una niña de rasgos casi comunes, tamaño normal, aunque aclaro es mi hija y eso la hace la niña más linda de todo el mundo.

Una mañana estamos desayunando los cuatro, situación que se ha hecho costumbre en los últimos meses, cuando Eli, con una hermosa sonrisa dice:

Papi, hoy vamos hacer el mercado.

A pesar de que nuestra relación amistosa ha mejorado, nunca se había dirigido a mí en esos términos, cosa que me sorprendió, pero a la vez me agrado.

Si... que me vas acompañar.

Pues si, tengo ganas de ir, claro, si mi mami no se opone.

Para nada –responde Elisa- es más me gusta la idea. Ahora lo que me extraña es que llames papi a Daniel, cuando tu siempre lo llamas señor Daniel. En su voz no existía asomo de reproche o disgusto, mas bien un tono dulce, si se quiere de complacencia.

Bueno, mamá siempre hay una primera vez, y que mejor que hoy, ya que vamos hacer las compras juntos. –Replica, Eli- en un tono igual de conciliador.

Entonces todo esta dicho, terminamos de comer y nos vamos, te parece Eli, concluí yo.

Perfecto, dame un minuto para buscar mi cartera y nos vamos, respondió Eli - mirándome directamente a los ojos.

Eli bajo de su habitación, me fije en su vestimenta, dando un silbido de aprobación, se había puesto una minifalda amplia de color rojo, una blusa sin mangas color azul con vivos rojos y una sandalias de trenzas que dejaban ver los hermosos deditos de sus pies en todo su esplendor, y para rematar una boina blanca, estaba hermosa mi niña. Salimos solo los dos, ya que Omaira se negó de plano acompañarnos, alegando que eso era aburrido, si no iba su mamá.

Ya en el vehículo, Eli se sentó con una pierna sobre el asiento, quedando su cuerpo apoyado sobre la misma, mostrando como al descuido sus lindas pantaletas blancas, las cuales debido a su transparencia dejaban ver con claridad su oscuro vello púbico, espectáculo complementado por sus hermosos y juveniles muslos.

Daniel, tenemos que hablar, y creo que este es el momento, ya que mamá no esta presente.

Como que Daniel, hace un momento me llamaste papi, y te diré que ya me acostumbre, así que primero me explicas eso. –Le respondí, más sorprendido por el panorama de sus piernas abiertas, que por otra cosa.

Bueno, lo de papi, es solo delante de mi mamá, cuando estemos solos serás, Daniel, Daniel a secas.

Ni siquiera señor Daniel.

Ni siquiera, y ese será parte de nuestro secreto.

Y cuando estemos con tu familia, es decir tus tías, tu papa, tus abuelos........

Bueno, eso es otra cosa, y no lo había pensado.... –frunce el ceño por algunos segundos y luego exclama, ahí también, tu serás mi papi, y mi papá mi papá, y al que no le guste, pues que no oiga. Y al carajo los enfermos. Remato diciendo con una amplia sonrisa.

Mientras hablamos y quizás por los movimientos propios del vehículo, sus piernas se habían abierto un poquito más si se quiere, ahora podía distinguir como algunos vellos escapaban por los bordes de las pantaletas.

Mira, Eli, tu sabes que yo, no me meto en la forma de hablar de los demás, es más, a ti especialmente te he dado mucha libertad, pero trata de hablar con menos groserías, tu sabes es cuestión de estilo, mientras más grosera, mas chusma, y tu eres muy bella, para actuar como vendedora de verduras.

  • OKey, esta bien no lo vuelvo hacer, al menos en tu presencia, estamos.

Estamos.

Eli

Dime, papi.

Tu dijiste que llamarme Daniel era parte del secreto, y cual es la otra parte.

Que no voy a permitir que metas a otra mujer en la casa, en la casa de mi mamá, cuando ella muera, Dios quiera, sea muy lejos, solo dos mujeres Omaira y yo, nadie más entendiste.

Claro. Mensaje recibido –sonreí, mientras decía, Mira, Eli, nunca me ha pasado por la mente, esa situación, y si por casualidad llega a ocurrir, que piensas hacer.

Es que para empezar no te voy a dar oportunidad. De acuerdo.

Luego se voltea cambiando la posición de sus piernas, privándome de tan exquisito panorama, mira por la ventana, conociendo ya, como actúa Eli, esa es la clásica forma de dar por terminada una discusión. Por lo tanto no insistí.

Pasado algunos minutos, Eli, levanta una pierna, poniendo su pie sobre el asiento, dejando al descubierto todo el torneado muslo desde la base de su turgente nalga hasta la punta del pie, esta visión era perturbadora a mis débiles sentidos y no se diga a mis endebles sentimientos paternales, voltea a verme directamente a los ojos, sonríe y sigue viendo por la ventana, sin cambiar o variar un ápice su postura, para el agrado de mi vista y mi gusto.

Algunos días después, nos encontramos todos la playa, Elisa fue la promotora de este pequeño viaje, ya que quería compartir con sus hijas un tiempo antes de hospitalizarse.

Eli tiene puesto un sugerente y pequeño biquini, debido a diversos movimientos ayudando a su mamá en los quehaceres hogareños, una parte de la trusa se le metió en la raja de su pomposo culo, ella se me acerca con las manos ocupadas, me da la espalda y me dice con la voz más dulce

Por favor me sacas la trusa del culo.

Eli, por favor, mejor me das las bolsas, y te sacas tú la trusa.

Que, no me puedes hacer un simple favorcito.

Pero Eli, si tu mamá ve me agarrándote el culo, me cuelga.

Pues entonces hazlo rápido, y ya.

Como dice un gran amigo, el espíritu es pronto al llamado de Dios pero la carne es débil, así que con prontitud procedí a meter mis dedos bajo la trusa, sacándole la tela de la raja del culo, sintiendo la suavidad de la piel de esas juveniles nalgas, luego se volteo y me dijo:

Por favor ahora, aquí, señalándome con sus labios sus labios vaginales, es que el borde me esta molestando la entrepierna.

A la vez que hacia un ligero movimiento con su pelvis, como invitando, ofreciendo su pelvis, evitando equívocos sobre la intención de sus palabras. Más rápido que inmediatamente procedí a meter mis dedos bajo la delgada tela, acariciando levemente los vellos pubicos, Eli arqueo las piernas para permitir que la maniobra de mis dedos sea más fácil, pero no solo facilito la operación, sino que dejo a mi alcance sus anhelados labios vaginales, los cuales no dude en acariciar en forma prolongada, dándome cuenta que estaban un poco húmedos, en eso Elisa la llamo.

Lastima, por que se estaba poniendo bueno.

Cuando quieras, me dices y te vuelvo ayudar, respondo dando un hondo suspiro, a la vez que me llevo mis dedos a la nariz para olfatear levemente el suave aroma que dejaron los vellos pubicos de Eli. Que delicia, que fiesta para mis sentidos.

Los toques, roces, besos volados cuando Elisa estaba descuidada, eran el pan de cada día, demás esta decir que me encontraba al limite, a mis cuarenta y cinco años, me tenia que masturbar diariamente, ya que, ni por asomo me atrevía acercarme a la desmejorada Elisa, no era justo, aunque a veces lo creía necesario.

En una mañana Elisa nos participo que tenia que regresar a Caracas, para continuar con su tratamiento de quimioterapia, enseguida me vestí, poniéndome a la orden para llevarla a la Clínica, ella se negó de plano, aduciendo que era cuestión de unas horas y que al mediodía estaba de vuelta, que tenia un taxi que se encargaría de llevarla y traerla, que mi trabajo era cuidar a las niñas, que favor les avisara cuando se levantarán y les diera el desayuno.

Como a las nueve se levanto Omaira, pregunto por su mami, le dije que había salido y que luego volvería, que comiera y fuera a jugar, que yo le avisaría, cuando Elisa regresará, al rato se levanto Eli, la misma escena, aun cuando ella estaba enterada de la verdad, sus ojos se nublaron, no quiso comer, se encerró en su habitación por alrededor de una hora, luego me llamo, pregunto por su hermana, le informe que estaba jugando en la arena, me dijo me voy a bañar. Dándome la espalda se dirigió al baño, dejando la puerta abierta de par en par.

Daniel, por favor.

Dime.

Entra por favor que quiero hablar contigo.

Mejor espero que termines el baño

Tonto, es que nunca has visto a una inocente niña tomando un baño

A una niña como tu, no, y mejor no la veo

Anda, gafo, entra que tenemos que hablar en serio.

Bueno tú lo pediste y no respondo de mis actos.

Al entrar la vista de ese juvenil cuerpo desnudo, causo una sensación agradable a mi vista y por su supuesto a mi pene.

Eli me había mostrado su cuerpo en biquini, había sentido lo terso de la piel de sus nalgas, había sentido en mis dedos la suavidad de sus vellos pubicos, la turgencia de sus senos, en algunas oportunidades tuve la oportunidad de tocar sus pezones. Pero ahora la vista era general, un hermoso cuerpo desnudo, senos pequeños, redondos, coronados por unos pequeños pezones de color marrón oscuro, erguidos, suntuosos, magníficos para su edad y su contextura, un vientre plano, producto de su andar por gimnasios desde los diez años, unos muslos rollizos, macizos, excelsos, sin un ápice de celulitis, rotundos, dos hermosas columnas que terminaban en unos bellos pies y que a la vez servían de base a un soberbio culo, compuesto por unas magistrales nalgas, regias, duras, encerrando entre ellas un diminuto agujerito, apretado, lujurioso, misterioso, por el cual muchos hombres y por que no decirlo también muchas mujeres han perdido la cabeza, por ultimo y no menos importante su apetecible cuca, me lleve una sorpresa agradable, ya que se había rasurado parte de sus vellos pubicos, los podó de una manera magistral, todos a una misma altura, que aun mojados no perdían la forma, parecían mas bien una mota, redondeados en los extremos, cubriendo tímidamente los gruesos y lujuriosos labios vaginales. Eli giraba sobre sus talones, mostrando sin recato, todos los ángulos de su juvenil cuerpo, con los brazos en alto, lo que llevaba a que sus lindas tetas se elevaran más si eso era posible.

Entonces Daniel no vas a decir nada

Que puedo decir, eres preciosa, eres única, una autentica beldad, la perfección hecha mujer.

Por lo que puedo ver en tus ojos, me dices la verdad y me lo confirma ese guevo bien parado.

Y que querías, no todos los días se ve a una hermosa muchacha desnuda.

Ven, acércate, quiero hablar contigo.

Doy unos pasos hacia esa hermosa joven que me muestra su cuerpo desnudo sin rubor, sin recato, mas bien con complacencia, en forma lasciva, lujuriosa, obscena, que espectáculo.

Sin que me lo pidiera, me arrodille sus pies, mi cara quedo a centímetros de su voluptuosa cuca, sentía en mi rostro el calor que despedía esa libidinosa vagina, ese olor indescriptible que solo un sexo juvenil despide, Eli sabedora que dominaba la situación, mi voluntad, era dueña y señora. Dirijo mi mirada a sus ojos, ella sonríe, triunfadora, con lentitud lleva sus manos a sus vellos vaginales, acariciándolos suavemente, luego abre con parsimonioso movimiento sus gruesos y libidinosos labios vaginales dándome una visión somera de las paredes internas de ese reducto del placer, sin poder contener acerque mi boca a esta tan deseada hendidura plantándole un sonoro beso en plana raja.

Daniel que abusado estas. Yo dije hablar no besar.

Y que quieres, yo digo besar y luego hablar.

Bueno yo estoy desnuda, y tu vestido, así que a igualar, para poder hablar en igualdad de condiciones.

Más rápido que inmediatamente me despoje de mis vestimentas, quedando frente a Eli tan desnudo como ella, y mi pene bien erecto casi en forma insolente, mostrando a su escaso publico la potencia, la dureza, de que era capaz para complacer a la mujer por muy exigente que fuera. Ahora fue Eli quien se arrodillo frente a mí y tomando mi guevo entre sus lindas manitas, deposito un beso largo, sensual, en plena cabeza, acompañando a esta leve caricia con un ligero apretón en el tronco, como midiendo la capacidad de consistencia de la dureza del guevo enhiesto, sin soltarlo, y sirviéndose de este como manubrio me condujo hacia su habitación.

Daniel, hoy te voy a demostrar por que no vas a llevar a ninguna mujer a mi casa.

Pues apúrate con tu demostración por que tu madre esta por llegar.

Hoy solo vamos hacer el clásico 69, ya que no tengo condones y tu tampoco, ya revise tu cuarto.

Pues con dejarme besar y tomar ese rico elixir que brota de tu linda y preciosa cuca me basta.

Eli se coloca sobre mí, rodeando mi cara con sus gráciles y torneados muslos, dejando a la vista y por segunda vez, la hermosa cuca, mueve en forma cadenciosamente su cadera, agregando el toque erótico que faltaba, sin poder contenerme introduje mi lengua en la virginal cuquita, apoderándome de su clítoris, masajeandolo con mi lengua, luego de pasados algunos minutos, las caricias bajaron el tono desesperado pero no la intensidad de las mismas, mis ojos recorrían el bello panorama de esas turgentes nalgas abiertas dejándome ver por primera vez el apretado y diminuto agujero de esa pomposo culo.

Que felicidad, sentir esos lindos labios rodeando mi guevo, aunque era mas la voluntad que la pericia, quien era yo pedir más, los chupetones de Eli sobre el bálano me llevaban del dolor al placer en un viaje continuo de ir y venir. Por mi parte me dedique a explorar ese misterioso agujero, incruste un dedo hasta el fondo comenzando un mete y saca continuo, sondeando a profundidad, sintiendo como se iba dilatando ante las caricias, mi lengua continuaba dentro de lujuriosa cuca, los jugos que brotaban iban cambiando de sabor a medida que se lubricaba, por la cantidad que brotaba era fácil convertirse en adicto a ese glorioso elixir vaginal.

Quizás por lo caliente de la escena, por el tiempo que tenia sin mujer, por el deseo despertado por esta libidinosa muchacha, lo cierto es que estaba a punto de eyaculación, pero era tanta mi desesperación por lamer, chupar, succionar la cuca que tan espléndidamente me era ofrecida, que no le avise, así que mi semen entro en la garganta de Eli, en un principio trato sacarse el guevo de la boca, luego como que le gusto el sabor ya que se lo introdujo nuevamente y chupo con más ganas, tragándose toda la ración de leche que despedía mis testículos. En ningún momento deje de lamer esa rica cuca, solo que ahora mis dedos entraban con facilidad en su ano, el mete y saca era acelerado, notaba como se enrojecía su agujero, producto de la fricción, el cuerpo de Eli se estremecía, denotando el placer que estaba recibiendo, sus jugos en una abundancia extraordinaria me baño la cara, pero mi lengua lamió todo su elixir dejando los labios completamente limpios, con apenas muestras muy pequeñas de su reciente descarga.

Eli cambia de posición, su cabeza se encuentra recostada sobre mi pecho, nuestra respiración se normaliza poco a poco, cuando puede hablar, solo dice

Daniel esta es la segunda parte de nuestro secreto y no quiero más mujeres en tu vida, slo yo.

Como tu digas, como tu digas, solo puedo responder.

Cuando llega Elisa de Caracas, nos encuentra jugando con Omaira, su rostro se ve demacrado, la ayudamos a bajar del carro y luego entre Eli y yo la desvestimos, dejándola descansar en su cuarto.

A final de tarde, Elisa se encuentra un poco mas repuesta y nos pregunta como pasamos el día, bien responde Eli, por todos, a la vez que pregunta y cuando tienes que volver a la Clínica.

La semana que viene.

Luego me mira, bueno papi ya sabes lo que tienes que hacer, me dice sonriéndome dulcemente.

Esta historia puede ser producto de la imaginación, también puede ser la historia de mi vida.

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