Mi hija y 3 mujeres más

De como la combinación de ser viudo y reencontrar un viejo amor me llevaron a follar a 4 mujeres en un solo día, entre ellas mi propia hija.

Mi hija y 3 mujeres más

Hace un par de años ocurrió lo que voy a relatar, es algo muy incomodo de contar en persona, así que he preferido escribirlo, fue poco después de que yo enviudara y me quedara solo con mi pequeña hija Jennifer, que en aquel entonces tenía 20 añitos, yo contaba ya con 41 años y mi cabello ya pintaba algunas canas.

Todo comenzó cuando lleve a mi hija a inscribirse a la escuela, justo en la fila me encontré a una ex novia que había tenido antes de conocer a mi difunta esposa, ella también traía a su pequeña hija de 18 años a inscribir. Fue un encuentro muy especial, Tatiana, que así se llamaba mi ex, me explicó que se acababa de divorciar hacía unos meses, me contó que tenía dos hijas, Laura de 18 años que estaba en la fila con ella y Lucia de 22 años, de igual forma yo le conté mi reciente desdicha, aunque yo no lo noté de inmediato, cuando le conté que yo también estaba solo, me miró con cierta complicidad, quien si lo notó fue Jenny, que me abrazó con fuerza como si la hubieran espantado.

Cuando terminamos los trámites escolares nos separamos cada quien por su lado,  no sin antes intercambiar teléfonos y quedar en volvernos a ver a la brevedad. Al irse ella no pude evitar ver el carrazo en el que se habían ido acompañada de su hija, se notaba que mi ex había tenido una vida bastante exitosa, si no en el amor, al menos sí económicamente.

Esa noche me masturbé por primera vez después de que había enviudado, mis pensamientos volaban por los recuerdos del pasado, recordaba mi época de estudiante al lado de Tatiana, las aventuras y las locuras que hacíamos juntos y como me entregó su virginidad, pero recordando esa experiencia mi mente voló muy lejos de ahí, y me vi a mi mismo en mis fantasías teniendo sexo con la pequeña Laura, la hija quinceañera de Tatiana.

Cuando me di cuenta y racionalice lo que estaba imaginando un sentimiento de culpa me quitó toda la inspiración, pensé que Laura podría ser mi hija, que de hecho sería compañera de escuela de mi hija a partir del siguiente mes, me entró una incertidumbre muy grande y terminé por quedarme frustrado.

En un par de días sonó el teléfono, era Tatiana, me invitó a tomar un café la noche siguiente, yo acepté encantado de la vida, esperando poder revivir algo del fuego que hubo entre nosotros, sintiendo que era necesario que dejara atrás el luto y también los pensamientos que en ese momento se me figuraban siniestros.

Fue una reunión muy grata, sin niñas que se interpusieran en la conversación no tardamos en ponernos de acuerdo para ir a gozar juntos. Lo que me sorprendió fue el lugar a donde ella me propuso pasar la noche, pues me invitó a su propio departamento para tener sexo, yo le pregunte extrañado que harían sus hijas si nos veían. Ella se limitó a encogerse de hombros y decirme que no me preocupara.

Ya no lo pensé mucho, nos subimos a su coche y fuimos directo a su departamento. Yo ya no pensaba en otra cosa que en volver a follarme a esa mujer como hacía tantos años, sabía que no sería lo mismo, pero igual iba a pasarla genial.

Llegamos y entramos sin prender la luz, ella me llevó a su recamara y me pidió que esperara, iba a ver si sus hijas estaban bien dormidas, volvió en un rato siempre sin hacer mucho ruido y hablándome como en secreto. No tardamos nada en desvestirnos, comenzamos haciendo el 69 y después le empecé a dar un beso negro, al poco rato mientras ella seguía en 4 patas empecé a montarla, al principio se lo hacía lentamente, ella se aguantaba las ganas de gemir, pero conforme iba aumentando el ritmo le costaba mucho más trabajo, yo recordaba que incluso solía gritar cuando lo hacíamos en nuestros años mozos, supongo que se esforzaba bastante por no hacer ruido.

Cambiamos de posición y la senté encima de mi, la penetración era tan profunda que ella ya no se contenía, gemía como toda una zorra, pedía más y más rápido, yo ya ni pensaba en donde estábamos y seguía cogiendo con fuerza. Sentí como estaba a punto de venirme y rápidamente le saque la verga, se la puse en la cara y la bañe toda, tenía tanto tiempo sin hacerlo que saqué más leche de la que solía sacar.

Ella sonreía, pero no era tanto de la satisfacción de haber sido follada como toda una perra, ella volteaba a ver hacia la puerta de la recamara y yo me di vuelta para saber que pasaba. Eran sus dos hijas que nos miraban con atención. Al principio la cabeza me daba vueltas, sentí un poco de vergüenza y culpa, quise cubrirme pero no había con que. Lo que más me confundía era que yo era el único de los 4 que no sonreía, sentía que estaba siendo grabado por la cámara escondida.

Volteé a mirar a Tatiana, su cara llena de mi leche mostraba la mayor satisfacción, como cuando un plan sale a la perfección, me di cuenta de que así había sido, ella quería que sus hijas la vieran, en realidad no fue a ver si dormían sino a avisarles lo que iba a ocurrir, ellas discretamente siguieron a su madre que dejo la puerta entreabierta a propósito, todo se me aclaró de momento.

Tatiana llamó a sus hijas, ambas vestían camisones de algodón. Vi a Lucia por primera vez, era una mujer hecha y derecha, no dejaba de mirarme y sonreírme, en cambio Laura, a quien ya conocía se acercó a su madre sin siquiera mirarme. Se sentaron las tres a la orilla de la cama mirándome como con curiosidad y simpatía, yo estaba atónito, de pie en medio de la recámara, en parte por la escena que estaba ocurriendo y en parte embelesado con la belleza de Lucia, sin darme cuenta mi verga se estaba poniendo tiesa otra vez.

Parecía que ellas estuvieran presenciando un espectáculo circense, por fin Tatiana habló después de un par de minutos intercambiando sonrisas, les dijo a sus hijas que yo era un verdadero hombre, que lo demostraba con la erección que estaba teniendo, pero que aun tenía que demostrarlo. Se dirigió a mi, me preguntó como me sentía, yo le dije que raro y por primera vez desde que vi a las chicas comencé a reír, como si ya fuera un cómplice de lo que pasaba.

Tatiana se levantó de la cama, me tomó la verga con una mano y llamó a Lucia, ella obedeció con una sonrisa en los labios. Las dos se pusieron de rodillas, Tatiana acercó mi miembro a la boca de su hija y le dijo algo que me sorprendió y excitó aun más, le pidió que me la mamara como se la mamaba antes a su papá.

En ese momento miré a donde estaba Laurita, ella miraba algo asustada, mi mente que trabajaba a mil por hora comenzó a relacionar las cosas y no pude evitar pensar en mi propia hija, imaginé que era mi Jennifer la que miraba con ojos como platos lo que estaba sucediendo, entonces traté de apartar a ambas mujeres que estaban de rodillas frente a mi, le dije a Tatiana que era suficiente, pero ella solo sonrió y le metió mi verga en la boca a su hija. Lucia sabía lo que tenía que hacer, la empezó a mamar sin tapujos, chupaba la punta y luego la lamía desde los huevos hasta terminar chupando nuevamente, por si fuera poco Tatiana comenzó a lamer mi culo haciéndome olvidar de mi conciencia y mis remordimientos.

Lucia y Tatiana usaban sus bocas casi sincronizadas, se veía que no era la primera vez que lo hacían. En cambio Laurita se veía claramente asombrada del ritual que hacían su madre y su hermana, yo no era el único que se estaba iniciando en esta relación por lo que veía.

Finalmente Lucia se estaba comiendo toda mi verga, se la metía y sacaba completa de su boquita, y la lengua de Tatiana entraba y salía de mi orificio anal cuando eche toda mi carga de leche. Fue un orgasmo como no había sentido antes. Lucia tenía mi verga bien adentro de su garganta cuando me vine, ella comenzó a toser y su mamá comenzó a reír, yo solo suspiraba con fuerza, no podía creer lo que había ocurrido, me parecía haberlo soñado todo, pero al ver a la pequeña Laurita con los ojos más abiertos aun, recordé que no estaba soñando.

Tatiana se puso de pie y sacó a sus hijas de la recámara, Laurita se fue sin decir nada, ni mirarme siquiera, Lucia en cambio me dio un beso en la boca, dejándome un sabor exquisito mientras acariciaba su lengua con la mía, me susurro al oído, “adiós papito” y salió a paso veloz, dejándome más confundido cada vez.

Por fin me había quedado solo con Tatiana, me sentí mareado y me senté en el borde de la cama, ella se sentó junto a mi y me abrazó, me agradeció haber tenido tan amplio criterio y me propuso repetir la experiencia, yo le pregunté que había pasado y me dijo que tenía la cabeza muy caliente para recibir explicaciones, que la próxima vez me resolvería todas mis dudas, nos vestimos y ella ofreció llevarme hasta mi casa, acepté y viajamos en silencio todo el trayecto, al despedirme de ella me pidió que saludara a mi hija de su parte.... Mi hija! Pensé en ese momento, subí a su habitación para ver si no estaba preocupada de que llegará más tarde de lo que había avisado, nada más lejos de la realidad, mi bebita dormía placenteramente en su cama. Me le quedé mirando y venían a mi mente las imágenes de lo que había sucedido hacia menos de una hora.

Era una noche calurosa, Jenny había hecho a un lado sus cobijas y su camisón se le había levantado hasta mostrar su trasero, cubierto solo por una pantaletita de algodón. Esa imagen que un día antes me hubiera producido ternura ahora me producía lujuria, me imaginaba bajándole su pantaleta y lamiéndole su colita, me imaginaba penetrándola, viniéndome en su cara. Sin darme cuenta ya tenía mi mano sobre una de sus nalguitas, la acariciaba suavemente, sin despertarla, pensé en hacerlo, dejarme llevar por mis impulsos, pero algo me detuvo, aparte rápidamente la mano y me retiré a mi recamara, se imaginaran que no pude dormir.

Los días pasaron y parecía que todo volvería a la normalidad, parecía que mi experiencia de hace unas noches había sido un sueño, sin embargo un sentimiento de congoja seguía latente en mi. Faltaba poco para que Jenny comenzara sus clases y seguramente me encontraría a Laurita y a su madre en más de una ocasión. Me preguntaba que pasaría.

La duda no duró mucho, justo el primer día de clases vi llegar en su coche a Tatiana y a Laurita, ellas llegaron saludándome a mi y a Jenny, Tatiana le pidió a su hija que me saludara apropiadamente, a lo que ella respondió dándome un beso en la mejilla, después junto con Jenny entraron a la escuela y las vi alejarse juntas. Me preocupaba que Laura le contara a mi hija lo que había presenciado.

Tatiana no tardó en invitarme a su casa, no pude o no quise resistirme, tanto era mi interés que llamé al trabajo y me reporté enfermo, en el camino ella comenzó a hablarme sin reparos ni rodeos de sus motivos para hacer lo que había hecho. Todo había comenzado cuando el padre de sus hijas le contó a Tatiana su fantasía de tener sexo con las niñas. Tatiana al principio se resistió a la idea pero poco a poco se fue convenciendo, hasta que un día ayudó a su marido a seducir a Lucia, era el comienzo de una relación que duraría 3 años hasta que él sin más ni más las abandonó a su suerte divorciándose de Tatiana y olvidándose de sus hijas.

A Tatiana y al parecer también a Lucia les había quedado la espina clavada, y buscando alguien que ocupara ese hueco en sus vidas me encontraron a mi y decidieron completar la formula iniciando a Laura en ese tipo de relaciones. Me había excitado tanto que mi verga estaba durísima pensando en esa situación, Tatiana se dio cuenta y en cuanto llegamos a su casa me la cogí por el culo, cuando terminamos le dije que quería desvirgar a Laurita, que ya no lo iba a pensar más, ella saltó de gusto y me dijo que sería esa misma noche, que no quería esperar más.

Fuimos juntos a recoger a nuestras hijas, Jenny se sorprendió de verme, le dije que había terminado temprano el trabajo y que estaba tratando un negocio importante con Tatiana, Laura en cambio no parecía tan sorprendida, después de todo seguramente sabía de las intenciones de su madre y hermana.

Dejamos a Jenny en mi casa y fuimos los tres a casa de Tatiana. De repente dejamos de hablar de la escuela y empezamos a hablar de sexo, Tatiana le recordaba a su hija que lo que pasaría era por su bien, que debía de hacer lo que yo le pidiera, la pequeña solo decía que sí a todo lo que su mamá le decía, su rostro y su voz delataban algo de miedo, pero también mucha emoción, incluso un poco de alegría o euforia, al parecer Tatiana la había educado para aceptar este momento de buena forma.

Llegando a la casa de ellas Tatiana me dejó a solas con su hija mientras llegaba Lucia, me dijo que podía hacer con ella lo que quisiera menos penetrarla hasta que llegara su otra hija, pues debían estar presentes las tres al mismo tiempo, todo era un ritual.

Una vez solos en su recamara le pedí a Laurita que se desvistiera despacito, ella obedecía sin chistar, su cuerpecito aun no se desarrollaba por completo, sus senos apenas tenían la forma femenina, pero su trasero ya se veía suculento. La atraje hacia mi y la senté en mis piernas, comencé a besarla toda, desde sus pequeñas tetas hasta su boca, ella temblaba y sudaba entre mis manos, yo también temblaba al principio, pero poco a poco fui calmando mis nervios mientras progresaba en ese faje tan delicioso con una pequeñita de 16 años.

Después la hice que me masturbara un poco, que sintiera palpitar mi verga entre sus manitas, ella siguió obedeciendo todo lo que le ordenaba hacer, sin darme cuenta ya había pasado más de una hora, ella ya no temblaba como antes, empezaba a adaptarse a mi cuerpo, entonces me levanté y me desnudé completamente, la puse de rodillas y le pedí que me mamara la verga como lo había echo su hermana, ella titubeó un poco, tomó mi verga con una mano y se le quedo mirando, me preguntó si tenía que tragársela toda y yo le dije que tenía que tragar lo más que pudiera. Su boquita inexperta chupaba torpemente mi palo lo cual servía para excitarme aun más, la lamía con sumo cuidado como si tomara una verga de cristal, estaba temblando nuevamente.

Justo estábamos en eso cuando oí que se abría la puerta, ahí estaban su madre y hermana de mi pequeña amante, desnudas las dos, con ojos de leona en celo o más bien de perra caliente. Se acercaron a nosotros y me pidieron que siguiera, yo tomé a Laura de la mano y la recosté sobre su cama, me recosté sobre ella y le susurre al oído que sería mi mujer. Ella cerró los ojos y me abrazó con fuerza, solo dijo “sí” con una voz ronca y casi imperceptible. Mi verga fue entrando poco a poco en la panochita virgen de Laurita, ella comenzó a gemir al sentir como mi verga trataba de forzar su flor, madre y hermana le decían que aguantara un poco más, pero al sentir roto su himen no resistió y soltó un grito tremendo, comenzó a llorar pero eso solo sirvió para aumentar mi excitación y la de las otras mujeres, le pedían que fuera fuerte, que aguantara un poco más, cuando termine de clavarle mi miembro ella se calmó un poco, la mire a los ojos y le pregunte como se sentía, me dijo que le dolía pero que sería fuerte para poder gozar como su mamá y su hermana.

No necesité oír más, comencé a cogérmela a un ritmo lento que iba acelerando poco a poco, ella ya no lloraba, solo pujaba con cada estocada que yo le iba dando, entonces llegué a mi clímax y solté mi carga de leche adentro de su panochita, en cuanto las otras mujeres vieron lo que había pasado se abalanzaron sobre mi verga mientras la iba sacando embarrada de semen y sangre, entre las dos comenzaron a lamerme hasta borrar todo rastro de lo que había pasado y Tatiana entonces se enfocó en su hija menos, limpiándola igual que conmigo mientras que Lucia me besaba en la boca.

Tomé un respiro y cuando me di cuenta ya me estaba cogiendo a Lucia, después a Tatiana y al final una última vez a Laurita, habían pasado horas, así que decidí regresar a casa y dar por terminado este ritual, había tenido suficiente sexo para un mes, sobre todo comparado con mi actividad sexual desde que había enviudado.

Esta vez Tatiana no me acompañó a mi casa, prefirió quedarse con sus hijas y seguir entregándose a bajos placeres con ellas, yo iba en el taxi pensando en todo lo que había ocurrido y lo mucho que lo había disfrutado, me extrañaba no sentir ya ninguna culpa como la vez anterior. Pero justo llegando a casa pensé en que tendría que mirar a mi hija y tratar de no pensar en lo que había ocurrido, sin embargo era más fácil decirlo que hacerlo.

Vi las luces de la casa apagadas por lo que entré lo más sigiloso que pude, sin hacer ningún ruido para no despertar a mi hija. Lo primero que pensé fue que seria mejor no verla esa noche sino hasta mañana cuando tuviera la cabeza más fría, pero una especie de morbo me hizo cambiar de opinión y me asomé a la recamara de mi hija, ahí estaba acostada durmiendo placenteramente, no pude evitar entrar, me quede un momento parado, viéndola, sin lograr poner en orden mis pensamientos. Pero en medio de ese conflicto moral mi verga comenzó a ponerse dura, me dolía un poco después de haber follado tanto en casa de Tatiana. Sin embargo mi libido no se detenía, aunque mi hija estaba completamente cubierta bajo las cobijas yo estaba excitado tan solo por verla ahí en frente de mi, sentía que sería así siempre, que ya no podría quererla como la había querido siempre.

Entonces sin pensarlo quité suavemente las cobijas que la cubrían y revelé su cuerpo juvenil pero con los rasgos de una hermosa mujer, estaba aun más desarrollada que Laura, casi tanto como Lucia. En ese momento la comencé a ver como una mujer y no como una niña. Tenia las piernas abiertas, pasé mi mano por una de ellas levantando su camisón, fui subiendo poco a poco hasta llegar al límite de sus muslos, estaba a escasos centímetros de su panochita, mi mano temblaba, y mi tensión ayudó a que Jenny se despertara, primero me miró a los ojos y yo le devolví la mirada, después cuando se dio cuenta de que le acariciaba las piernas las cerró de inmediato, le dije que acababa de llegar a la casa y quería darle su beso de buenas noches, ella se acercó a mi me abrazó y puso su mejilla para que la besara, sin embargo no era su mejilla lo que quería besar, así que moví mi cara para acercarme a sus labios, ella no pudo reaccionar a tiempo y le robe un beso en la boca, ella trató de separarse pero yo la abracé, le dije que la amaba, que la quería, ella se quedó muda, sin embargo esperé a que dijera algo, y por fin me dijo, que me amaba también, me dijo que Laura le había contado lo que vivió con su familia y lo que había visto hace unas noches conmigo. Me confesó que sabía lo que Tatiana había planeado y que ella deseaba formar parte de algo así.

Esa fue la señal que esperaba, mi hija me deseaba tanto como yo a ella, sin pensarlo más la desvestí completamente sin ninguna ceremonia, mi deseo era tan intenso que deje de pensar en las consecuencias, mis manos se deslizaban por todo su cuerpo, apretando sus pechos, acariciando su culo, metiendo mi mano entre sus piernas y frotándole la panocha, ella parecía muñeca de trapo, la excitación la había dejado casi estática, solo me devolvía los besos y me acariciaba el pecho y el rostro. Se notaba su inexperiencia, y eso me excitaba a más no poder, ser el maestro en la cama de mi hija, hacerla una buena amante, una buena puta exclusiva para mi.

La bajé de su cama y la puse de rodillas en el piso, me saque la verga del pantalón y se la di a mamar, ella no sabia bien que hacer con ella, al principio la besó tímidamente, le fui dando instrucciones, le pedí que la lamiera más rápido, que se la metiera completa en la boca, ella hacia todo torpemente, pero por alguna razón eso me calentaba más.

Después de un rato mis ganas de penetrarla eran irresistibles, la tomé del cabello gentilmente y la volví a subir a su cama, ahí la recosté boca arriba, pensé en besarle los pechos o hacerle el sexo oral, pero ya no quise esperar más, esa noche no habría más preámbulos, me desnudé por completo y me recosté encima de ella y nos besamos un momento, ella había tomado mi verga con una mano y la dirigía hacia su conchita, deseaba tanto como yo ser penetrada, no demoré más, le metí mi trozo de carne casi de golpe, ella gimió y pujó, casi gritó pero se aguantó, le repetía que la amaba, que fuera fuerte, ella lloraba mientras mi verga seguía entrando y saliendo, pero poco a poco se tranquilizó aunque las lágrimas seguían brotando de sus ojos, me decía que siguiera, que era el dolor pero ella sabía que era normal, aunque no me lo hubiera pedido yo hubiera seguido follándome a mi hija, ahora que en un solo día había desflorado a dos mujercitas me sentía tan poderoso, tan viril, pero fue ese pensamiento el que me nubló la mente, cuando me di cuenta estaba a punto de correrme adentro de ella, saque mi miembro de inmediato y eyaculé sobre su vientre, ella suspiraba aliviada, las lágrimas aun le brotaban de los ojos, pero también sonreía.

Entonces el cansancio pudo más que yo, caí rendido al lado de mi hija, la abracé para despertar al día siguiente abrazado a ella, entonces a la luz del día comencé a coger con ella nuevamente, de forma menos dramática, menos forzada y más romántica.

Ese fue el principio de la vida de rey que llevo ahora, Tatiana y sus hijas se vinieron a vivir a mi casa conmigo y mi hija, las cuatro forman mi serrallo exclusivo, Lucia esta esperando un bebé mío, talvez pronto a Laurita también le haga un hijo y aun estoy pensando si será buena idea embarazar a mi propia hija, es difícil elección, pero en eso ando, sin duda alguna estoy muy feliz con la vida que llevo ahora, follando con mi hija y otras tres mujeres en la misma casa, sé que sería la envidia de cualquiera.

FIN