Mi hija Sofía. 2

Mi esposa me miró y sonrió indicándome con su sonrisa que estaba feliz por la forma en que habían sucedido las cosas. Me ha gustado ver tu cara de deseo y la delicadeza con que se la metías para darle placer sin lastimarla, aguantándote las ganas de penetrarla. Eso sólo lo hace alguien que la quiere de verdad – dijo mi esposa.

Mi esposa me miró y sonrió indicándome con su sonrisa que estaba feliz por la forma en que habían sucedido las cosas.

Me ha gustado ver tu cara de deseo y la delicadeza con que se la metías para darle placer sin lastimarla, aguantándote las ganas de penetrarla. Eso sólo lo hace alguien que la quiere de verdad – dijo mi esposa.

Sofía seguía echada en la cama entre nosotros dos y en su cara se veía que estaba contenta, seguramente se sentía toda una mujer al haber hecho “cosas de mayores” y haber disfrutado con ellas.

Tengo que aclarar que Sofía ya sabía de sexo, pues la habíamos visto masturbarse en varias ocasiones y nuestros cuerpos desnudos no eran para ella una novedad, pues desde que nos conocimos mi esposa y yo practicamos el naturismo, en playas nudistas y en hoteles naturistas y Sofía ha visto desde pequeña hombres y mujeres desnudos, muchas veces con erecciones. Además, en casa casi siempre estábamos desnudos y nos había visto hacer sexo. También habíamos estado infinidad de veces los tres desnudos en la cama. Por eso encontró natural lo que acabábamos de hacer. Para ella fue algo esperado y deseado, como cuando a los jóvenes les deja beber vino en las comidas, lo que los hace sentirse mayores.

– Me he calentado muchísimo cuando he visto como tu polla entraba en su chochito y a ella le gustaba. Y cuando la ha agarrado y la ha frotado contra su clítoris hasta correrse, ha sido más excitante que una “peli” porno – dijo mi esposa.

– A mi me ha encantado. Desde que lo hacía con Julia y Nerea no he vuelto a follarme un coñito así de joven. (Cuando mi esposa me dijo que una de sus fantasías era practicar incesto con sus hijos, cuando los tuviera, le confesé que yo lo había hecho con mi hija Julia y una amiguita de esta, lo que la acabó de convencer de realizar su fantasía, pues ella sabía la excelente relación que teníamos mi hija y yo, sin que el hecho de haber tenido sexo con ella la hubiera afectado mentalmente.

– Es que nuestra nena es ya toda una mujercita ¿Verdad que si? – añadió mi esposa a la par que le hacía cosquillas en el vientre.

Sofía se encogió para evitar las cosquillas mientras reía, flexionando las piernas y pegando sus rodillas a su pecho, con lo que su rajita y su ojete quedaron totalmente expuestos entre sus muslos.

Vi que de entre sus labios salía un hilillo de un líquido transparente y escurría por su piel hasta el colchón y que identifiqué como semen ya licuado. Le dije que separara las piernas y le abrí los labios, comprobando que tenía el coñito totalmente lleno de semen que seguía saliendo por su aujerito del himen. Siempre he tenido eyaculaciones muy abundantes y sabía que a Sofía le quedaba mucho dentro de la vagina.

– Otra vez se te ha llenado el chochito de leche – le dije.

– Pues habrá que aprovecharla, que no he desayunado aún – dijo su madre poniéndose de rodillas frente a Sofía e inclinándose para comerle el coño.

Mi esposa pegó su boca al chochito de la niña y empezó a lamerlo, mientras balbuceaba lo rico y jugosito que estaba un coñito así de joven y además lleno de leche.

Ver a mi hija echada boca arriba y abierta de piernas mientras su madre le comía el coño a cuatro patas, dejando sus dos agujeros expuestos y abiertos, me excitó de tal manera que no pude resistirme a ponerme de rodillas detrás de mi esposa y penetrarla.

Empecé a follarla mientras observaba a Sofía que tenía una cara que era la viva imagen del deseo y el placer.

– Sofía – le dije – ¿Te lo estás pasando bien?

– Sí – contestó con un hilo de voz.

– Ahora le voy a echar la leche a mamá dentro del chocho igual que te la eché a ti.

– No te corras en mi coño. Quiero que lo hagas en la boca de Sofía para ver como se traga la leche de su papi – respondió mi esposa visiblemente excitada.

– A lo mejor ella no quiere tragársela – dije yo.

– Sofía – le preguntó su madre – ¿A quieres que papá te eche su leche en la boca para bebértela? A mí me gusta mucho que me lo haga.

– Bueno – contestó Sofía también muy excitada.

Seguí follándome a mi esposa mientras ella le comía el chochito a la niña que, por la cara que tenía con los ojos entornados y la boca entreabierta, debía estar gozando como una perrita en celo.

– Cariño – le dije a mi esposa – para poder correrme en la boca de Sofía se tendría que poner a mi lado, porque cuando me llegue el orgasmo no me va a dar tiempo a llegar a su boca.

– Anda Sofía – le dijo mi esposa a la niña – ponte al lado de papá y haz lo que te diga, que te va a echar su leche en la boca.

Sofía se incorporó y se puso de rodillas a mi derecha detrás de su madre, mirando como mi polla entraba y salía del coño de mi esposa.

Con mi mano derecha empecé a acariciar su culito intentando meter el dedo en su raja, pero como tenía juntas las rodillas no lo lograba. Entonces mi hija, sin que yo le dijera nada, separó las piernas con lo que mi dedo ya no tuvo dificultad en recorrer toda su rajita y acariciar su clítoris, que era lo que ella deseaba.

– No sabes el morbo que me causa que Sofía nos esté viendo follar –me dijo mi esposa.

– No pierde detalle y además lo ve en primer plano – le respondí.

– ¿Te gusta ver como se la meto a mamá?

– Sí – me contestó con una voz que denotaba lo excitada que estaba.

Sentía que mi orgasmo estaba cerca, así que para retrasarlo saqué mi verga completamente y agarrándola con mi mano izquierda la giré hacia Sofía.

– Chúpala – le dije.

Sofía no dijo nada. Inclinó la cabeza y se metió mi cipote en la boca moviendo la cabeza arriba y abajo para que mi polla entrara y saliera de su boca.

– Que bien me lo haces Sofía, tengo muchas ganas de correrme y ver como te lo tragas todo.

Y a buen seguro me hubiera corrido si no retiro mi polla de su boca y vuelvo a meterla en el coño de mi esposa para seguir follándola.

Al rato, volví a sacar mi polla del coño y Sofía, sin decirle nada, se inclinó sobre ella, la agarró con su mano y la volvió a chupar mientras yo seguía acariciando su coñito.

Imagino que, al ver mi verga entrar y salir del coño de mi esposa haciéndole gemir, pensaría que cuando se la metiera a ella le daría tanto gusto como a su madre y por eso estaba tan excitada.

Volví a sacar completamente mi polla dos veces más y Sofía se apresuró las dos veces en agarrarla y ponerse a mamarla, a pesar de estar completamente empapada de jugos, tanto míos como de mi esposa.

Para nuestra hija era su despertar al sexo real de los mayores y se volcaba dejándose llevar por su instinto y sus sensaciones. Además, no recelaba de nada de lo que le proponíamos, puesto que éramos sus padres, confiaba plenamente en nosotros y sabía que por nada del mundo le haríamos daño.

Seguí follando a mi esposa pausadamente, como a ella le gustaba, mientras Sofía a mi lado, no perdía detalle viendo como mi polla entraba y salía del coño, mientras su madre gemía de placer.

– ¿Ves como me folla papá? – le dijo su madre – así te la va a meter también a ti para que te de tanto gusto como a mi.

Mi esposa se excitaba más y más a cada segundo que pasaba y yo sabía que se iba a correr de un momento a otro.

– Me voy a correr ya, métemela hasta el fondo que quiero sentirla bien dentro.

Al poco de decir esto, estalló en un intenso orgasmo haciendo algo que me encantaba y era usar sus músculos pélvicos para ordeñarme, literalmente hablando, lo que provocó que no pudiera contenerme y me corriera echando toda mi leche dentro de su coño.

Cuando los dos nos serenamos un poco ella dijo:

– Te has corrido. Que lástima. Yo quería ver como Sofía se tragaba tu leche.

– Y se la va a tragar. Tu no te muevas y no bajes el culo – le dije mientras se la sacaba y salía de la alcoba.

Al poco regresé con un vaso de tubo.

– Ya se lo que vas a hacer y me da más morbo aún que si te hubieras corrido en su boca – dijo mi esposa mientras yo ponía el vaso pegado a sus labios.

Ella se incorporó y empujó haciendo que de su coño saliera la leche que instantes antes yo había vertido dentro.

Cuando entendí que ya había salido toda, retiré el vaso y mi esposa se dio la vuelta mirándome pícaramente.

Le di el vaso a ella que se lo llevó a la boca y lo inclinó hasta que el semen tocó sus labios pero sin llegar a beberlo.

– Sabe a gloria – exclamó relamiéndose mientras se lo ofrecía a Sofía.

Nuestra hija lo cogió y sabiendo lo que tenía que hacer, lo llevó a sus labios, inclinándolo despacio, haciendo que el semen de su interior resbalara por dentro del mismo hasta llegar a su boca.

Cuando todo el semen hubo pasado del vaso a su boca, la abrió para mostrárnoslo.

Ver la boca abierta de Sofía llena de mi leche nos produjo, tanto a mi esposa como a mí, un morbazo tremendo y cruzamos una mirada de complicidad.

– Trágatela, cariño – le dijo su madre.

Sofía cerró la boca haciendo los movimientos propios de la deglución y después de una mueca indefinible, mi leche escurrió por su garganta hasta su estómago.

– ¿Te la has tragado toda? – le preguntó su madre.

Sofía asintió con la cabeza y seguidamente nos mostró con la boca abierta que mi leche ya no estaba ahí, que se la había bebido como le habíamos dicho.

Su madre la abrazó y le dijo que ya no era una niña, que era una linda mujercita, mientras le indicaba que se echara en la cama con la intención de seguir comiéndole el coñito para que se corriera ella también.

Le dije a mi esposa que me dejara a mí y me incliné sobre la niña para comerle el chochito.

Empecé a lamerla despacio, recorriendo la rajita de arriba a abajo y jugueteando con mi lengua en su clitoris.

Sofía se removía y dejaba escapar pequeños gemidos empinando el culito buscando mi lengua.

Ya estaba otra vez muy excitada y se me ocurrió probar otra cosa con ella.

Puse mi dedo índice en su raja y lo ensalivé sin dejar de comerme su chochito y cuando ya lo tenía bien mojado empecé a juguetear con él en su ojete.

No se lo metí, tan solo frotaba la entrada de su ano, notando que de vez en cuando sus pliegues se abrían un poco y podía meter la puntita.

Una de esas veces y sin dejar de comerme su coño, empujé un poco más y mi dedo entró con facilidad unos dos centímetros.

Lo dejé dentro para ver si ella decía algo mientras seguía comiéndole el coño, pero como no lo hizo seguí empujando poco a poco, aprovechando cuando se relajaba su esfinter, hasta conseguir metérselo todo.

Su madre estaba a su lado y la besaba y acariciaba sus tetillas mientras le susurraba que disfrutara, que nosotros queríamos que le diera mucho gustito y que lo pasara bien.

Sentía en mi dedo como su culito se abría y cerraba acompasadamente con el movimiento de su pelvis y por si ella estaba incómoda le dije:

– Sofía, si te molesta el dedo te lo saco.

– No me molesta – me dijo ella.

Su respuesta aumentó mi morbo, pues era una manera de decir que le gustaba.

Seguí lamiéndole la rajita haciendo que poco a poco se fuera acercando al clímax manteniendo mi dedo dentro de su culito.

– ¿Quieres que te folle con el dedo? – le pregunté.

Ella me dijo que sí, aunque yo no tenía claro si sabía a lo que me refería.

Empecé a mover el dedo adentro y afuera muy despacio, sintiendo que cada vez entraba y salía con más facilidad a la par que ella aumentaba en excitación.

Sofía flexionó un poco las rodillas lo que hizo que sus glúteos se separaran facilitando que mi dedo entrara y saliera con más soltura de su ojete y estoy seguro que lo hizo para que la follara más fácilmente, por eso aumenté el ritmo de mi dedo sintiendo que su agujerito se abría para acoger mi dedo y que la follada que le estaba haciendo le daba placer.

Su madre, al verla tan excitada, le preguntó:

– ¿Te gusta lo que te hace papá? Te está follando por el culo con el dedo.

– Sí – contestó Sofía.

– Córrete cariño, córrete y disfruta – le dijo mi esposa mientras la besaba dulcemente en la frente.

Mi dedo entraba y salía de su culo prácticamente solo y de pronto Sofía se tensó y exhalando un gemido enorme apretó su coño contra mi boca y cerró el agujero de su culo aprisionando mi dedo dentro, mientras tenía un orgasmo tremendo que la hacía gemir y suspirar a todo pulmón.

Cuando acabó de correrse abrió los ojos y nos dirigió una inmensa sonrisa a su madre y a mi. Saqué mi dedo de su culito lentamente mientras ella recuperaba el aliento.

Mi esposa le dijo:

– Nos ha gustado mucho a papá y a mi que hayas gozado con las cosas que te hemos hecho. Ya verás como te va a gustar que te folle con la polla y te llene el chichi de leche como a mi.

Sofía sonrió y su madre y yo nos miramos contentos de ver la felicidad de nuestra hija, sintiendo que íbamos a vivir muchas horas de placer los tres juntos.