Mi hija mi hermano y yo

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Después de haber llegado a Monterrey nuestra vida siguió un curso totalmente normal, como la de cualquier otra familia, Jose trabajaba en casa, las salidas a dejar papeles a su nueva oficina y yo fungiendo como su secretaria y Karla a la escuela, los findes de semana salíamos los tres a algún lugar o simplemente a dar la vuelta por el parque, por las noches nuestra habitación prendía en llamas asiéndonos el amor hasta quedar totalmente cansados, sin fuerzas para seguir.

Era sábado como cualquier otro en el que salimos a un parque que era una especie de minibosque que por su naturaleza hay lugares en donde las personas se pueden esconder o simplemente desde ciertos puntos era imposible ver a alguien que estaba sentado en las bancas a cierta distancia ya que eran cubiertas por los árboles, caminábamos charlando de los helados preferidos de cada uno de nosotros ya que Karla había pedido que le compráramos uno. Un árbol deja a la vista un tramo más del camino y me permite ver a una parejita de adolescentes sentados unos a lado del otro, pero mirándose de frente, en un gesto de cariño la chica sobrepone su cabeza en el hombro del chico la vista es interrumpida nuevamente por otro árbol y en cuanto recupero la imagen de esta parejita, quedo impactada al darme cuenta de que el chico tenía una mano dentro de los jeans de la chica.

Es muy común que en la adolescencia los chicos satisfagan sus curiosidades en lugares públicos, pero en esta ocasión yo y quisa Jose habíamos presenciado como dos personas hacían un acto sexual con total descaro delante de la gente aun que no había sido la primera y la experiencia anterior viene a mi mente, en la primera su resultado fue el que mi hermano y yo intimáramos por primera vez en medio de desconocidos con el riesgo de que alguien me poseyera analmente. Inevitablemente me puse cachonda al grado de notar mi humedad y de querer que mi hermano me diera verga ahí mismo.

Al recobrar la conciencia voltee hacia Karla, pero ella solo se percataba de algunos globos que habían sido atrapados por los árboles, mi hermano le ayudaba a contar cuantos había sobre nosotros, de mi bolso saque un par de condones y al pasar junto a la parejita discretamente deje uno sobre donde suponía el sexo de la chica y el otro en la mano del chico, en un leve susurro escuche un gracias por parte de la chica, este gesto me calentó aún más pues me recordó a mí misma cuando le di las gracias a Sabrina dejando mi ropa interior en su mano.

No puedo asegurar, pero sentí en la voz de la chica alivio y alegría, nuestro camino siguió con total normalidad, ya por la noche platique con Jose sobre lo sucedido en el parque a lo que le dio gracia el que le haya dejado los condones a los chicos a la vez que me dijo que estaba bien esa acción “Mas vale prevenir que abortar” fueron sus palabras.

Mi excitación fue tema a tratar también tanto en palabras como con amplias acciones entre mi hermano y yo, subiéndome a cabalgarle a penas me desnude para él, mis nalgas parecían resortes, saltando una y otra vez encajándome en mi delirio en forma de verga de esta manera logre tener dos orgasmos mientras mi hermano me lleno la vagina de su espesa y blanca leche, con la boca fue mi siguiente forma de demostrarle cuanto le amaba y cuanto me mojaba pensar en él, engullí  lo que pude introducir en mi boca ya que aún no me entra todo, acaricie sus huevos con la lengua y con las mejillas me acaricie con ese duro tronco de carne, como si se tratara de una barra de chocolate la lamia pasando por todas parte la succiones como tratando de sacarle todo el jugo hasta que me premio por toda la labor llenando mi boca de su jugo, trate de mantenerlo el mayor tiempo posible en mi boca como mi mayor manjar que se disputaba en degustarlo pero también lo quería tener dentro de mi como la dieta que me mantiene en el mejor estado sexual, sensual y en felicidad permanente.

En cuestión de minutos que mi hermano tardo en reponerse del placer que le regalé se metió entre mis piernas e introdujo nuevamente su tronco en mis entrañas en una mezcla de dolor y placer que emití en forma de grito e inevitablemente un arañazo en su espalda, las arremetidas fueron duras y constantes, me sentía sometida a mi macho, al hombre, a mi hombre y al de mi hija aun que de esta última solo en forma de protección paterna, después de volver a ser la mujer de mi propio hermano de manera física y de una muestra de amor bajo la regadera nos dirigimos a la habitación de Karla para brindarle calor de padres.

A la mañana siguiente después de haber desayunado nuevamente nos dirigimos al parque puesto que a Karla le gusto demasiado el helado que no le importo caminar el amplio lugar, la sola propuesta de mi hija avivo los recuerdos del día anterior pero nunca pasan las cosas excitantes de la misma manera dos veces ¿no?

En esta ocasión el asiento lo ocupaba una chica en plana adolescencia que a diferencia del día anterior esta parecía triste a pesar de ser muy hermosa, media aproximadamente 1.60m de estatura, pechos medianos a simple vista, unos jeans ajustados de color negro y una blusa tipo polo gris. Vestía como si quisiera simular una tarde nublada a punto de tormenta y su rostro era un paisaje soleado de primavera vista a través de anteojos obscuros.

No supe que hacer, pero quizá no era de mi incumbencia y preguntar tal vez seria incómodo para ella así que decidí seguir con el camino y no dar titubeos con el plan de mi hija, apenas dimos un par de pasos frente a ella cuando siento que alguien me toca tímidamente el brazo. La chica quien me dijo que se llamaba Joselyn me pidió platicar con ella. En resumidas cuentas, su ahora exnovio la termino ya que él no quería usar el condón y ella preocupada por un embarazo a corta edad no estaba dispuesta a correr el riesgo, sumándole a su dolor llego tarde a su casa y esto fue interpretado por sus padres como que ella había estado “revolcándose” con alguien y el encontrar el condón entre sus cosas de alguna manera les afirmaba, las consecuencias fue echarle de casa, ella no pudo defenderse o dar explicación alguna, según sus palabras sus padres eran personas serradas.

Sabía que el que la chica confiara en una desconocida tenía que ser valorado, pero no sabía que tanto debía meterme en este asunto puesto que tampoco quería meternos en problemas, me ofrecí a acompañarla a su casa y decir que había estado con nosotros, nos pusimos de acuerdo para inventar una historia completa por si sus padres hacían preguntas, pero al atardecer sus padres no cedieron y en acuerdo con Jose decidimos darle alojamiento en casa además de contratarla como niñera de Karla para que pudiera continuar con sus estudios, con el paso del tiempo, en específico algunas semanas en las que esperamos la llegada de un par de amigos tomamos confianza de ambas partes, en las que al principio Karla dormía con nosotros y entrada la segunda semana empezaron a dormir juntas y acostumbrados a la convivencia en la que aparentemente ya nos conocíamos por lo menos un poco más de lo básico la chica pudo acomodarse en la habitación de Karla permitiendo por primera vez ver lo que Joselyn cargaba en una maleta, libretas escolares algunos Jeans, blusas entre otras ropas un tanto aniñadas pero que en su cuerpo en adolescencia se le veían muy bien lo más sexy era un cachetero de encaje, al ya llevar dos semanas y ver la poca ropa que tenía Joselyn nos pidió el favor de adelantarle un poco de dinero para algunas cosas que a solas me confeso en entre esas cosas estaban toallas sanitarias y un poco de ropa.

El trato fue que el fin de semana todos iríamos de compras sin embargo el viernes ella se quedaría a cuidar a Karla ya que Jose tenía que ir a la oficina por la noche a un evento y yo como su secretaria tenía que acompañarle.

Llego el día en el que teníamos que salir, pero no sin antes encargar a los vecinos ver que Karla y Joselyn no salieran de casa. Jose salió con ropa un tanto clásica, pantalón sastre negro, camisa y saco negros. Por mi parte un vestido rojo entallado con vista generosa de mis pechos de modo que un par de milímetros abajo y se mirarían mis areolas ya que no llevaba brasier, la parte baja del vestido llegaba a media pierna por la parte trasera informa de cola llegaba a unos centímetros de las rodillas y una tanga rosa de encaje.

Llegamos a una residencia de dos pisos, amplia, con un patio en el que el césped se le podía llamar perfecto, muy bien iluminado en la entrada se encontraban dos personas las cuales pedían el nombre de quienes entraban y revisaban en una lista para conceder el acceso, en este lugar nos encontramos con Sabrina y Alberto los cuales nos saludaron efusivamente, en el recibidor había un amplio bar con otras personas repartiendo antifaces, alguna mujeres del servicio me ofreció ropa en caso de querer un cambio, la música era ensordecedora y la luz interior daba un ambiente de privacidad.

Nos pidieron tomar una copa y seguir a la sala la cual era separada por una pared y solo conectada por dos puertas de una especie de tela fibrosa en el cual se adivinaba vapor al otro lado de esta, una puerta era para puras mujeres y la otra para puros hombres, Sabrina me acompaño hasta esta sala en donde pude ver ya había gente bailando, lo explicado por Sabrina era que nadie pudiera saber con quién se emparejaba y de esta manera hacer el cambio de parejas, una de las pocas reglas era que no se podía intercambiar palabras hasta terminar el acto sexual, de la misma manera que en puerto Vallarta habían grupitos de varios hombres y una sola mujer o de varios hombres y varias mujeres.

Vi acercarse a nosotras a Alberto y a Jose sin embargo me puse a bailar con Sabrina y de ella intercambié el baile con otra mujer tomando de la mano a un tipo y de esta manera lo repetí con otra y otra, en ocasiones no tardaba mucho en volver a cambiar, algunos tipos aprovechaban para besarme, algunos acariciaban mis piernas, otros mis pechos, algunos tantos parecían pulpos tratando de meter mano, en momentos mi mirada encontraba a Jose al que podía distinguir gracias a un broche en su saco.

Mis altos tacones dejaron de dar vueltas y caminar de un lado a otro cuando unas manos fuertes me tomaron de la mano y me sujetaron de la cintura, mi vista se posó sobre el pecho de esta persona, me sentí poseída por la personalidad de aquel tipo de la que pude distinguir el broche de mi hermano.

Sentí como poco a poco esas manos fuertes y suaves recorrían la espalda baja, nalgas, piernas hasta llegar al final del vestido metiéndose hasta llegar al borde superior de la tanga y poco a poco ambos bajaban hasta llegar al suelo, Jose guardo la pequeña prenda en la bolsa interna del saco como el premio a mi hombre. La mano no se volvía a mi cintura más bien fue al borde de mi escote en donde dejo al aire mis pezones. Así estuvimos bailando por un largo rato en la que pasaba gente cerca de nosotros que aprovechaba para agarrarme las nalgas sobre y debajo el vestido, algunos otros me sobaban las tetas y de igual manera con mi hermano algunas le agarraban la verga sobre el pantalón y otras le metían la mano.

Mis jugos ya bajaban por mis piernas alcanzando mis rodillas, algunas de las manos que me acariciaban lo podían notar, pero solo las de Jose llegaban a la fuente de origen. Mi sexo hambriento pedía verga y mi mente solo tenía el falo de mi hermano asiéndome suya, le tome de la mano y caminando sensualmente nos dirigimos a una de las habitaciones mientras mi cuerpo iba quedando desnudo y el camino marcado de textil, de la ropa de mi hermano de igual manera me encargue yo al llegar a la habitación, cerramos la puerta tras de nosotros, apenas me di vuelta y empujándolo contra la puerta le quite el saco, de un tiro un par de botones salieron volando y otros tantos salieron de los orificios de la camisa, deslice el antifaz y pude mirar sus ojos lujuriosos pero el antifaz daba morbo así que después de un beso rápido lo regrese a su lugar, me arrodille frente a él sin importarme las marcas que seguramente quedarían en mis rodillas, baje todo lo que estorbara a mi propósito hasta llegar a esa asta, dura y muy parada que deseaba devorar y así lo hice, no sin antes dar a saber a mi amante lo mucho que le amaba y lo que amaba a ese trozo de carne que tanta felicidad y placer me daba con un par de besos a esa cabeza roja y dura.

Con un tanto de saliva empecé a recorrer cada milímetro de la hombría de mi propio hermano, de mi amante, metí cada una de sus bolas en mi boquita y las succione, una vez barnizado de saliva empecé a mamar esa verga que deseaba me llenara de leche el coñito, aunque esta vez deseaba beberme su leche, su elixir y así lo hice aun que tarde varios minutos en los que me recree pasando mi lengua por todo ese manjar.

Mi regalo llego como agua a un sediento en el desierto, aun no terminaba de tragar los espermas de mi amado hermano cuando con su cuerpo me empujo a la cama de una manera delicada y con su brazo derecho atrapo mi cintura para dejarme caer de una manera sencillamente romántica, sus labios se fundieron en los míos y sin separar a esa serpiente húmeda fue bajando  hasta llegar a mi vulva húmeda en donde me penetraba con la lengua y cada tanto sorbía mis jugos, con las manos me puso en cuatro y siguió lamiendo desde la vulva a mi culito al cual le daba especial atención, pude sentir como mi aun virginal ano se iba dilatando hasta que sentí un aire frío, señal de que la lengua de mi hermano ya no acariciaba mis auguritos hasta que sentí como, en perspectiva de tamaño a mi inmaculado hoyito, esa anaconda empezaba a invadir mi culito, aunque sabia del dolor que podía experimentar, la excitación y el saber que era mi hermano quien me lo desvirgaría me animo a no dar gesto ni remilgo a su cometido, sentía como me partía en dos y no hice más que apretar los dientes y sujetar fuerte las sabanas mientras él me estaba montando como todo un macho a su hembra. No sé si fue el morbo de sentirme toda una hembra en celo siendo montada o eran las embestidas duras que me hacían gemir cada vez más fuerte, con más descaro a mi calentura sexual. fueron varios minutos en los que fui sodomizada desde mi pequeño agüero y fue maravillosa la sensación de sentirme poseída por mi hombre, con este último orgasmo de mi hermano y varios que a mí me regalo decidimos regresar a casa, ayude a mi hermano a vestirse y salimos de la habitación en busca de mi ropa en mi caso totalmente denuda, estuvimos alrededor de 15 minutos buscando mi vestido pero no había rastro del mismo, podía ver a bastantes personas en el piso acostadas, mujeres recuperado con el dedo semen de sus coñitos, pero de mi vestido nada, a Jose no le quedó más que regresarme la pequeña tanga con la que llegue y sin más regresamos a casa yo solo tapada con una tanga que apenas cubría mi sexo más el saco de mi hermano para cubrir mis generosas y duras tetas.

Al llegar a casa Jose salió primero para ver que no hubiera nadie en la calle, la misma operación en casa, se oían ruidos de película en la sala por lo cual me dirigí inmediatamente a mi habitación y ahí me metí a bañar, Jose por su parte fue a ver a las niñas las cuales veían una película.