Mi hija ana y yo (i)

mi excitación aumentaba y en un momento dije + para hija esto no está bien. –papa no digas nada, cierra los ojos y disfrútalo. El placer era tan grande que no podía ni hablar, y al final solté un gran chorro de semen que me llego hasta el pecho intentando no gemir (cosa que no logre)

MI HIJA ANA Y YO (I)

Después de dejar embarazada a mi novia con 17 años ella y 15 yo, nuestras vidas cambiaron radical mente, mis padres me sacaron del instituto, y me pusieron a currar en el taller de autobuses de mi padre donde ante aprendía mecánica de 4 a 6 de la tarde, ahora curraba de 7 de la mañana a 2 y de 3 a 6 de la tarde, que salía el personal, pero mi padre mis dos tíos y yo nos quedábamos hasta las 8 o 9 de la tarde, lo cierto es que esto me tenía reventado y ni siquiera tenía casi tiempo de ver a mi novia,  y un martes a las 5 de la tarde llego el gran día, una llamada al taller nos comunicó que mi novia iba camino del hospital por que estaba de parto,  a mi “ querido padre” que yo tuviera que marcharme corriendo al hospital le sentó como una patada en los,,,,.

Bueno paso de contar más miserias,

A los 4 años de malos rollos en casa de mis padres donde vivíamos mi hija mi mujer y yo, comencé a buscar curro de mecánico por internet,

La oportunidad me llego de la mano de un representante que conseguía contratos a mi padre de varias empresas de autobuses, y que me comento que se avia quedado con un gran taller que tenía la concesión de varias empresas de autobuses en Tenerife, y que, si me quería ir con el de jefe mecánico, ni lo pensé y tras decírselo a mi mujer que se alegró muchísimo, hablé con mis padres, que se lo tomaron fatal,

A la semana estábamos en Tenerife.

Un año después de llegar a Tenerife, mi mujer se largó con un medio cantante que amenizaba en el hotel donde ella trabajaba de camarera en el restaurante, y nos dejó a mí a mi niña de 5 años, dejando Una carta donde decía que lo sentía pero que avia encontrado el amor de su vida y que se marchaba.

pasaron unos años Tenía un buen trabajo como jefe de equipo de mecánicos, vivíamos en un chalet que estaba pagando con mi trabajo, mi niña ya con 18 años y buena estudiante, quiere ser enfermera, y se esforzaba estudiando. ¡Pero llego la dichosa crisis! El taller cerro yo me quede en la calle, y por culpa de los manejos de mi jefe me quede sin ni siquiera prestación de desempleo ni nada,

Nos quitaron el chalet por no poder hacer frente a las letras, y mi hija Ana y yo fuimos a una pequeña y vieja casita que una señora nos alquiló por muy poco dinero, solo tenía una pequeña cocina comedor una habitación muy pequeña y un baño destartalado que yo mismo arregle, Ana dormía en la habitación, mientras yo lo hacía en el saloncito en un tresillo cama incomodísimo, al poco tiempo encontré un trabajo sin contrato ni nada en la casa de un matrimonio de ancianos alemanes, donde hacía casi de todo, jardín, limpiezas, electricidad, fontanería e t c

compre un pequeño y destartalado coche con el que recorría los 24 kilómetros kilometro diarios para currar,

Uno de esos días, llovía muchísimo y sin darme apenas cuenta me despeñé por un barranco, me desperté en el hospital con la pierna derecha escayolada desde el muslo hasta el tobillo y también brazo derecho desde el hombro a la muñeca,

Fueron siete días de hospital horribles pues no podía ni levantarme para ir al baño, unos días después ya en casa,

una señora venía de 18.00 a 19.00 para asearme, necesitaba encontrar a alguien para más horas o para que viniera un par de veces al día, pero con mi economía fue imposible, así que estaba con mis necesidades echas en un pañal y casi sin dormir hasta que llegaba la señora para asearme,

Tras varios días así Ana mi hija me dijo – papa esto no puede seguir así, necesitas más cuidados y no puedes estar todo el día sin estar limpio y al menos debes hacer tus necesidades sin tener que estar toda la noche con el pañal sucio.    – lo se hija, pero no podemos pagar a nadie y es lo único que podemos hacer, yo estoy bien.   – no papa no puedes estar bien así, y si tú no estás bien yo tampoco y si no podemos pagar a nadie yo lo puedo hacer no voy a dejar que estés así todo el día,

  • no cariño tú no puedes hacerlo.  y Sin dejarme tiempo seguir, me dice,

-- si papa sabes que se hacerlo, es lo que hago casi a diario en la residencia, y no me importa hacérselo a los abuelitos, así que menos me importara hacérselo a mi padre que eres quien más quiero en este mundo y no quiero que me digas nada, lo are, aunque tenga que atarte el brazo y la pierna sana, así que ya lo sabes,

Yo me quedé perplejo no quería que ella hiciera eso, no puede ser es mi hija esto no puede ser pase largo rato comiéndome la cabeza, hasta que Ana desde la cocina pregunto si quería una fruta de postre o solo el café, al rato apareció con la bandeja de mi comida y la suya como siempre ayudándome a comer y comiendo ella sentada en una silla junto a mí,

desde entonces Ana me aseaba todos los días, al principio lo pase fatal viendo a mi hija aseándome y cambiando mi pañal, o cuando me cogía mi pene para orinar al que ella llamaba pepinillo, pero ella siempre con mucho humor me sacaba la sonrisa.

uno de esos días estaba muy avergonzado por que me avia corrido quizás por un sueño o por la falta de sexo,

y al ir a asearme todo nervioso la dije que no lo hiciera que esperaría a la señora para que lo hiciera ella, pero Ana dijo -- de ninguna manera papa, son las 9 de la mañana y no vas a estar así hasta las 6 de la tarde.

Apareció con las cosas del aseo, yo muy nervioso insistí, pero Ana paso de mis protestas y sin que yo pudiera hacer nada comenzó el aseo, y al quitarme el pañal vio lógica menta una gran corrida.

-- vaya papa, ¿por esto era que no querías que te aseara? Vamos que no es nada del otro mundo, esto es normal, llevas mucho tiempo sin poder desahogarte y la naturaleza sigue su curso,

Termino de asearme me dio un beso y fue a la cocina a preparar el desayuno, al momento llego Susana con la que estudiaba en casa casi a diario.

Este era el día a día, mis corridas nocturnas seguían casi a diario, pero un día mi hija nada más asearme me comento, que esto tenía que arreglarlo de alguna manera

Al terminar de asearme comenzó a frotar mi pene con su mano, proteste diciendo – Ana que haces deja eso,

Pero Ana me dijo, --cierra los ojos papa no pienses en nada,

te desahogare pare que estés mejor.

seguí mi protesta, pero ella solo dijo-- ssssssss tranquilo no digas nada relájate.  A pesar de mi protesta mi pene comenzó a ponerse duro y la cabeza me daba vueltas no savia que hacer, ella seguía y ahora mi pene estaba durísimo y yo comenzaba a gozar de esa paja que mi propia hija me estaba haciendo, cerré mis ojos con fuerza, no quería ver eso, mi excitación aumentaba y en un momento dije + para hija esto no está bien. –papa no digas nada, cierra los ojos y disfrútalo.

El placer era tan grande que no podía ni hablar, y al final solté un gran chorro de semen que me llego hasta el pecho intentando no gemir (cosa que no logre)

Ana – eso es papa ahora te sentirás más relajado.

Esto lo hacía casi todos los días y yo cada día más tranquilo,

Un día mi hija comenzó a masturbarme con mucha más calma y delicadeza que otros días, pero no le di importancia, pero al rato comencé a sentir en mi pene algo más delicado, más suave, húmedo mucho más placentero,

con los ojos apretados como estaba mis gemidos se hicieron más evidentes, Abrí los ojos por un momento y me quedé perplejo descubrí que Ana, tenía mi pene en la boca, mi hija me la estaba chupando, quise protestar, pero mi placer era tan grande que no pude, y al cabo de no sé cuantos minutos abrí los ojos me corrí apretando con mi mano la cabeza mi hija con la boca llena de semen,

Se limpió, me limpio y dándome un beso en los labios se fue a la cocina,

Yo sin palabras y descolocado, no savia que hacer o pensar, regreso con unas galletas y unos cafés y comencé con mucho esfuerzo a intentar hablar de lo ocurrido,

Pero Ana me dijo que no avia pasado nada y no hacía falta hablar de esto, en ese momento llamaron a la puerta, era Susana que venía con libros y una bolsa de fruta, charlamos de cosas sin importancia.

Las cosas con mi hija siguieron así, ya no solo pajeándome y chupándomela, ella se subía a la cama y a horcajadas sobre mí se la metía en su vagina o se ponía de rodillas sobre mí y me comía su chochito hasta que se corría,

Yo ya no protestaba y disfrutaba de todo lo que hacíamos, (dentro de poco les seguirá contando)