Mi hija
Como explicar la sensación máxima de placer que se puede experimentar disfrutando del sexo con tu hija.
MI HIJA
Como explicar la sensación máxima de placer que se puede experimentar disfrutando del sexo con tu hija.
Tengo que aclarar, que no es mi hija natural, ella es hija de la mujer con la que me case hace más de 30 años.
Actualmente tiene 32 años está separada y tiene 2 hijos, yo tengo 56 años, no es muy alta y tiene el cuerpo rellenito, el pelo actualmente lo lleva corto y le queda realmente bien, sus tetas son generosas y su culo especial para usarlo y disfrutar en la manera que uno pueda llegar a imaginar.
No soy capaz de explicarme, como he entrado en esta vorágine de deseo con ella, que puede llevar a destrozar mi matrimonio, en el caso de que se descubra o que ella levante la liebre por la causa que sea.
Todo comenzó una tarde de las que cuando llegue de trabajar me acosté en el sillón, me gusta taparme con una manta por si me quedo dormido que suele ser lo habitual, como el sillón es bastante largo, ella se tumbo en el otro lado, quedando entonces nuestras piernas confrontadas.
No se que me paso por la cabeza, para que en un momento, acercara, no sin miedo a la posible reacción de mi hija, mi mujer estaba en el sillón de al lado, uno de mis pies a la pierna de ella, una vez que establecí el contacto, espere, pero no hizo ningún movimiento para darme a entender que no le gustaba lo que estaba haciendo, empecé a mover el pie como un acto involuntario producto de estar dormido, como vi que seguía sin rechazar mi contacto, mi corazón empezó a ponerse a 1000, entonces empecé a presionar para ver que hacía ella.
Pese a que intente averiguar que parte de su cuerpo era el que tocaba con mi pie, era bastante difícil poder saberlo, pero pese a ello mi imaginación me llevaba a tener una excitación máxima.
Creía notar su generoso culo y me estaba subiendo la calentura, cuando de pronto se movió, yo temí que para montarme el pollo, pero fue para ponerse boca arriba y cogerme la pierna que tenía pegada a ella, la paso por debajo de una de las suyas, dejando apoyar la planta del pie, en el punto de unión de sus dos piernas, es decir encima de su coño, si cuando note esto, no me dio un infarto, es que ya no me da por ninguna causa en este mundo.
Sujetaba con sus manos el pie y aunque no hacía ningún otro movimiento, no era cuestión de que su madre se diera cuenta, yo comencé a moverlo muy despacio, intentando que los dedos de mi pie pudieran notar la hendidura de su coño, los movía poco a poco, de arriba abajo y esto me estaba poniendo cardiaco, estuvimos con este juego unos 20 minutos.
Entonces dio un paso más en nuestro juego, me apartó un momento el pie de la posición que tenía y note como maniobraba para apartar a un lado sus bragas, dejando, eso imagine, libre de obstáculos el acceso a su coño, volvió a tomar mi pie y lo coloco de nuevo en la anterior posición, notando lo que había hecho, cambie la posición de mi pie y lo coloque en posición de ataque, ella dirigió mis dedos hacia su abertura y los puso en la antesala de su cueva, note el calor y la humedad que tenia y empecé a follarla con el dedo gordo, primero de arriba abajo para que se abrieran sus labios vaginales y cuando metí un poco los dedos mi movimiento cambió, empezando un mete saca suave pero continuo que ella controlaba a placer con las manos que tenían apresado mi pie.
Era delicioso notar como mis dedos invadían esa cueva de placer, viendo como ella estaba acompasando mis movimientos a los suyos que imperceptiblemente habían cambiado, movía su culo de adelante hacia atrás, ayudando a que mis dedos penetraran más y más.
Empecé a notar como se acercaba el gran momento para ella, al retener cada vez más tiempo mis dedos en su interior y al fin sucedió, apretó mi pie contra su coño, dejándolo inmovilizado en su interior mientras notaba como contraía sus muslos y controlaba los espasmos que la estaban produciendo la tremenda corrida, me miro a los ojos mordiéndose su labio inferior y enseñándome la punta de la lengua que pasaba por sus labios mojados, mientras poco a poco descendían los últimos latidos de placer.
Me levante del sillón como si los niños me acabaran de despertar, y me fui al baño donde me hice una paja bestial para poder bajar el calentón y el dolor de huevos que tenía.
Cuando volví al comedor y la mire, me dirigió una mirada que dejaba a las claras que sabia de sobra de donde venía y que era lo que había hecho.
Pese a lo ocurrido, seguía teniendo la duda de cómo iba a ser su comportamiento por lo sucedido, pero en la primera ocasión, me demostró que no tenía de que preocuparme, seguía hablándome como siempre y gastando bromas, eso sí, empecé a percibir un cambio en la manera de mirarme, sus gestos y miradas no eran tan filiales como habían sido hasta ese momento.