Mi hija
Algo que me ha pasado este verano y necesito contarle a alguien.
Hola, nunca he escrito nada parecido a esto ni soy un asiduo a internet, pero necesitaba desahogarme de alguna forma por lo que me ha ocurrido este verano (nunca podría contar algo así a un conocido, por mucha confianza que tenga) y pensé que esta sería la mejor forma.
Tengo 36 años, estoy casado y tengo 2 hijos, una chica de 16 y un peque de 4. Obviamente, no voy a decir los nombres. Tanto mi mujer como yo trabajamos y aun así tenemos el dinero justo, de hecho hasta hace 2 años íbamos de alquiler en alquiler y hasta entonces no pudimos disponer de casa propia, ese momento fue el principio de todo esto. Mi hija es una chica normal, con el pelo castaño largo, ojos marrones, delgada y una altura aproximada de 1'65. Supongo que así es como son la mayoría de chicas en España.
Cuando nos mudamos, la mayor preocupación era cómo se adaptaría nuestra hija al nuevo instituto, sobre todo por la delincuencia y las bandas de estudiantes conocidas en esta ciudad. Además siempre había sido una niña tímida y aunque tenía amigos, tampoco eran muchos. Afortunadamente parece que enseguida se integró en un grupo con otras 3 chicas y empezó a traerlas a casa a las pocas semanas. Nos alegramos mucho.
Al poco tiempo empezamos a ver un cambio en su comportamiento, ahora se maquillaba y se pasaba literalmente horas arreglándose... pensamos que era algo normal para una adolescente. Además del maquillaje, pasó del chándal y los vaqueros holgados que solía vestir a tops, pantalones ceñidos y sobre todo, tangas.
La primera vez que vi un tanga en la ropa sucia pensé en si mi mujer querría darme una sorpresa (ella odia los tangas y nunca quiso uno a pesar de que se lo dejé caer bastantes veces) pero nada más lejos de la realidad... mi hija tenía todo tipo de tangas, incluso de hilo. No le di importancia, supongo que muchas chicas lo llevarán en el instituto.
Este año sus notas han sido malas y tenía que estudiar para septiembre, la excusa ideal para quedarnos sin vacaciones, aunque la realidad es que no teníamos dinero para ir a ningún sitio minimamente decente. Desde primavera mi hija estaba empeñada en ir a un campamento la primera quincena de agosto, porque iban todas sus amigas y no podía faltar. Ya que no íbamos a ningún sitio, cogí las vacaciones en Julio, así podría cuidar al peque durante el día y mi mujer se encargaría en Agosto mientras yo trabajaba.
Entonces llegó el jueves 7 de julio estaba en el sillón viendo la etapa del Tour mientras el peque enredaba por ahí y mi mujer estaba en el trabajo. De repente salió de su habitación, pintada, embutida en una camiseta blanca que podría valerle a su hermano y una minifalda vaquera que no le llegaba ni a la mitad del muslo. Me quedé mirando hasta que vi que no tenía intención de decir nada y ya salía por la puerta..."¿a donde te crees que vas, y más así?"..."con mis amigas"..."tienes que estudiar y aun no has abierto un libro este mes"..."¡pero estoy de vacaciones!"..."quítate eso y a estudiar".
Lo que menos me imaginaba es que precisamente haría eso, se bajó la minifalda, la cogió, la tiró al suelo con rabia y se fue a su cuarto. Mientras veía como caminaba por el pasillo no pude evitar fijarme en su culo, ¡Dios mío! el mejor que he visto en mi vida, redondeado pero firme, llevaba un pequeño tanga negro y el movimiento me provocó una tremenda erección de inmediato. Cerró de un portazo y no me volvió a dirigir la palabra ese día. Durante esa noche no paré de darle vueltas a la cabeza, ¿cómo podía haberme puesto así viendo a mi hija? No me lo podía explicar de una forma u otra, esa noche tuve el mejor sexo con mi mujer desde hacía tiempo y me prometí olvidarlo todo.
Al día siguiente mi hija seguía enfadada y se fue a su habitación después de comer. A las 6 más o menos mientras el peque dormía me extrañó que no hubiera salido de su cuarto ni para ir al baño, ni tampoco se oía la música que solía poner a todo volumen así que fui a ver que estaba haciendo. Llamé a la puerta pero no hubo respuesta, entonces dije... "voy a entrar"... llegué a escuchar un "haz lo que quieras" en bajo.
Cuando abrí la puerta allí estaba, en la silla, tan solo con un sujetador y unas tiras de cera en la mano para depilarse el pubis. Supongo que mi cara fue un poema entonces dijo "¿qué coño quieres?"... contesté "nada, solo saber que hacías, y veo que no es estudiar" intenté desviar el tema ante la situación que estaba viendo. Cuando quise darme la vuelta y salir de la habitación había vuelto a pasar, estaba completamente empalmado y supongo que ella se dio cuenta pero no hizo el más mínimo comentario, siguió a lo suyo sin vergüenza alguna.
Después vino el fin de semana y me sentí más aliviado con mi mujer en casa, pensé que no me podía obsesionar algo así y debía disfrutar las vacaciones.
Eso fue hasta la tarde/noche del sábado... mi hija tenía permiso para salir un día del fin de semana y vaya si lo hizo, estábamos preparando la cena cuando entró en la cocina para despedirse (sobre todo de su madre)... llevaba una camiseta de tirantes lo suficientemente corta para enseñar el ombligo y unos pantalones blancos que no podían estar más ajustados, tanto que la goma del tanga se marcaba perfectamente. Al ir a besar a mi mujer, me dio la espalda y me restregó todo el culo, no se si lo haría aposta, de lo que estoy seguro es de que tuve que ir urgentemente al baño. Una vez allí y mientras intentaba tranquilizarme pensé... "donde va esta 'niña' con el coño rasurado, a saber lo que hace"... preferí no pensarlo y volví a la cocina.
Pasada la medianoche estábamos acabando de ver una película en la tele cuando sonó la cerradura, era ella, que volvía de la supuesta fiesta. Tras un hola con la boca pequeña, se fue directa al baño. Fui a la cocina a apagar el gas porque ya íbamos a acostarnos y pasé por delante de la puerta entreabierta del baño, estaba lavándose la cara en el lavabo me paré brevemente y vi que gran parte del culo se le salía del pantalón debido a la postura, y sobre todo, que ya no llevaba el tanga puesto, aunque si llevaba todo lo demás incluidos los tacones. En ese momento miró al espejo del baño y me vio, yo seguí mi camino hacia la cocina.
Después de un domingo sin sobresaltos volvía a ser lunes y otra vez tenía el papelón de quedarme cuidando del peque y vigilándola a ella. Esta vez había discutido con su madre porque quería un móvil nuevo, pero no cualquiera, el que tenían sus amigas, un Samsung no recuerdo el modelo... y eso que sabía que andamos mal de dinero.
Estaba echando la siesta en la habitación con el ventilador puesto cuando sentí el chirriar de la puerta, primero pensé que sería el peque jugando pero al darme la vuelta la vi a ella entrando, y cerrando la puerta con el pestillo. En ese momento me dio un vuelco el corazón, llevaba una camiseta vieja de estar por casa y un culotte, iba descalza. Aún medio dormido pude vocalizar... "¿que quieres?" ... "oye papá, ¿por qué no me compráis el móvil?" ... "no nos podemos gastar 150 en un móvil ahora mismo y lo sabes" ... puso mala cara pero no dijo nada, se tumbó en la cama y mientras estaba apoyando la cabeza de nuevo en la almohada, me bajó los pantalones cortos con una mano y me sacó la polla con la otra, sosteniéndola.
Me quedé petrificado y a los pocos segundos, sin necesitar ni un movimiento, la tenía dura como una roca. No podía articular palabra ni movimiento y ella tampoco dijo nada, de repente empezó a mover la mano, pero yo no podía quitar los ojos de su cara hasta que hizo un amago de llevarse la polla a su boca, y en ese momento me corrí irremediablemente. Seguí unos segundos paralizado hasta que escuché un lloro, era el peque que se había despertado y no nos veía... cuando me levanté corriendo, ella me agarró del brazo y dijo... "te lo pensarás, ¿verdad?".
Los días siguientes no pude pegar ojo, por el sentimiento de culpa pero también pensando... "¿que tipo de zorra le hace esto a su padre para que le compre un móvil?... y sus amigas harán lo mismo" pero, ¿qué iba a hacer, llamar a casa de las amigas y preguntar a los padres si a ellos también se la casca su hija? Los siguientes días evité todo tipo de contacto, me llevé al peque con los tíos o al parque, ya me daba igual si estudiaba o no, pero no quería verla. Tampoco quería hacer nada con mi mujer, tenía un estado de tensión que no recomiendo a nadie.
El plazo de inscripción del campamento se acababa a mediados de mes, pero ella no renunciaba, desee que mi mujer le dejara ir para que no tuviera que recurrir a mi, pero a ella siempre le ha gustado el papel del "poli malo", así que se negó en redondo. Pensé que después de lo ocurrido no se atrevería ni a preguntarme, además, no le compré el dichoso móvil.
El siguiente jueves vinieron a casa mis suegros, era raro porque no les gusta mucho salir de casa y somos nosotros los que solemos ir allí... ese día sucedió la situación más comprometida de mi vida. A media tarde yo estaba más entretenido viendo la tele sin sonido que con la conversación a la que asentía de vez en cuando, el peque estaba por alli trasteando y mi hija se fue a su habitación según dijo a chatear con sus amigos.
Me levanté para ir al baño porque realmente me estaba meando. Cerré la puerta y antes de poder levantar la tapa escuché como se la puerta se abría y cerraba de nuevo rápidamente. Me dí la vuelta y allí estaba ella con la toalla y aparentemente en ropa interior. Me volví de nuevo esperando a que entrara en la ducha, si era eso lo que pretendía hacer, ducharse. No me dio tiempo a echar la primera gota cuando noté que me estaba bajando los pantalones hasta los tobillos, me volví de nuevo y dije susurrando... "¿qué haces?"... no contestó. En ese momento ya se había quitado el sujetador, pero era su culo lo que me tenía obsesionado. Se había dado la vuelta para colgar la toalla en la percha y pude distinguir un tanga de hilo color carne que me había hecho dudar si llevaba algo o no. Yo seguía de pie observándola y le dije prácticamente obligado... "los abuelos están ahí fuera"... pero de nuevo no dijo nada, fue hacia la bañera, abrió el grifo de la ducha, volvió, me miró fijamente y se arrodilló.
En ese momento me daba igual lo que pasara fuera, ahí estaba mi hija arrodillada y yo estaba a mil por hora... sabía lo que iba a hacer y no opuse resistencia, al contrario. Sin tocarla con las manos, empezó a lamer la puntita hasta que se metió la cabeza de mi polla en la boca y empezó a chuparla suavemente mientras seguía mirándome a los ojos, era la gloria, notaba su lengua dando vueltas, con la familia fuera tenía que mantenerme callado aunque en ese momento le habría llamado zorra, puta y de todo. Dejó su cabeza quieta y la boca abierta y ahora era yo el que se la metía poco a poco, aun no me lo podía creer... le daban pequeñas arcadas pero nunca se quejó, conseguí meterle la mayor parte, lo que nunca pude hacer con mi mujer las pocas veces que me dejó. Vi que mi hija tenía bastante experiencia en esto, lo que me puso aun más caliente. Seguía mirándome a los ojos y yo ya estaba a punto. Le di un último empujón y me corrí en su garganta, la mejor sensación de mi vida... no para ella, la pobre tuvo una gran arcada y al rato entre tosidos dijo... "entonces, ¿puedo ir?" mi mujer llamó a la puerta del baño y me sobresaltó, me había olvidado por completo de todos los demás... "cariño, ¿estás bien?"... me miró y tuve que asentirle, lo del campamento era un mal menor en aquel momento... "si, mamá" ... "y tu padre, ¿está ahí?" ... "sí, está en el vater".
Me costó convencer a mi mujer de que podíamos pagar el campamento y a duras penas aceptó. El día 1 de Agosto, antes de irse, mientras mi mujer estaba entretenida con el peque fui a su habitación para ver si lo tenía todo preparado, por alguna razón todo lo que pude preguntarle fue... "¿llevas protección?"... me señaló una caja, aparentemente con píldoras... "ten cuidado" le dije. No se que pasó en ese campamento y nunca lo sabré porque no soy ni mucho menos su confesor, pero siempre podré fantasear sobre ello.
Hoy me he quedado hasta las tantas escribiendo, al menos ha servido para desahogarme y lo necesitaba... mañana volveré al trabajo y ella pronto volverá al instituto, nos veremos solo un rato en la cena y supongo que las cosas volverán a la normalidad... eso es lo que quiero.