Mi hermoso clítoris (13)

Y en un segundo tenía la cara bien metida entre las piernas de Cenicienta, mamándole el clítoris sin compasión, lamiéndoselo, chupándoselo, mordisqueándoselo, succionándoselo, exprimiéndoselo y sacándole tantos jugos que Cenicienta no paraba de gritar de placer, iba a correrse a lo grande, lo presentía… Su majestad ya tenía fama de ser una fiera en la cama, pero esa manera de comerle el clítoris era de una auténtica zorrita

Hoy os voy a contar un cuento que igual os suena un poco… empieza así:

Hubo una vez, hace mucho mucho tiempo una joven muy bella, tan bella que no había palabras para describirla, y ya no solo eso, además tenía un hermoso y enorme clítoris que era una delicia para muchas boquitas, sobre todo para todas las lesbianas del lugar, las tenía totalmente enamoradas y hambrientas de sus sabrosos juguitos vaginales…  Lo malo es que era muy pobre y vivía con su madrastra, una mujer muy malvada que tenía dos hijas, sus hermanastras, a cual más fea. Ella era quien hacía los trabajos más duros de la casa, como limpiar la chimenea todos los días… y como sus vestidos estaban siempre sucios de ceniza, todos la llamaban Cenicienta… Que original, no?

Un día la Reina de aquel país que por cierto era muy hermosa y lesbiana, para suerte de muchas… anunció que iba a dar una gran fiesta a la que invitaba a todas las jóvenes del reino. Buscaba una esposa para casarse… Vaya notición!!

Cuando se enteró Cenicienta se emocionó muchísimo pues desde siempre admiraba mucho a su Reina y deseaba enormemente acostarse con ella y follársela como una loca… Se pasaba noches enteras masturbándose en la cama pensando en ella. Pero su madrastra cuando se enteró de la noticia le prohibió tajantemente ir al baile… pues quería casar a una de sus hijas con la reina y sabía que si iba Cenicienta a la fiesta, éstas no tendrían ninguna posibilidad…

Llegó el día del baile y Cenicienta vio partir a su Madrastra y sus hermanastras orgullosísimas hacia el Palacio Real. Cuando se encontró sola en casa empezó a llorar desconsoladamente… Deseaba ir a esa fiesta más que nada en el mundo, pero ni siquiera tenía un vestido que ponerse… Entonces se le apareció su Hada Madrina!!

-     No llores preciosa -exclamó la Hada-. En esta vida todo tiene solución, si quieres ir al baile yo puedo hacer que vayas…

-     Oh!! Sí, por favor!! Sí quiero!! Necesito ir a ese baile!!!

-     Solo hay una condición…

-     Dime cual es y la cumpliré…

-     Quiero que me dejes chuparte el coñito y probar tu apetitoso clítoris hasta que te corras en mi boquita… y entonces yo haré que vayas a ese baile.

-     Sí mi Hada, claro que sí!!! Te dejaré chupar mi coñito, es todo tuyo, haz con él lo que quieras –contestó ella con una sonrisa de oreja a oreja.

-     Mmmm, pues allá voy…

Y allá fue, directa a su sexo calentito que ya estaba húmedo de solo escuchar la proposición indecente que le hizo… Cuando la Hada vio aquel portentoso clítoris hinchadito y rosadito asomando entre los labios vaginales de Cenicienta no pudo reprimir un grito de asombro, no se esperaba que fuera tan increíblemente grande y hermoso… Había escuchado mucho hablar de él, y era famoso en el lugar, pero nunca se imaginó que fuera tan irresistible… Le entraron unas ganas locas de hincarle el diente, así que se acercó a Cenicienta y atrapó con su boca ese abultado botoncito apetitoso y empezó a succionarlo, a chuparlo, a lamerlo, como una posesa, le encantaba su sabor… era el clítoris más exquisito que había probado en su vida, y eso que había probado muchos… pero como ese… ninguno!!

Con tanto chupeteo y lameteo  nuestra Cenicienta acabó corriéndose en su boca, como había prometido… y además se corrió abundantemente… muchos juguitos salieron de su vagina como si fuera una fuente, y la Hada Madrina se lo bebió todo sin dejarse ni una gota, pero ahí no se acabó la cosa. La Hada le dio la vuelta a la varita mágica y con el palo empezó a penetrarla por la vagina sin parar… una y otra vez… Cenicienta disfrutaba y pedía más y más…  madre mía, cuanto placer!!

Entonces la Hada se levantó el vestido, se bajó las braguitas y empezó a restregar su sexo bien mojado con el de Cenicienta, quería follársela bien follada… y allí se encontraban las dos "haciendo la tijera", como disfrutaban…!! además de los gemidos de ambas, se escuchaba el chof chof de sus clítoris resbaladizos al refregarse el uno con el otro, que delicia… y eso las ponía más y más cachondas… era tan y tan placentero que acabaron las dos explotando en un espectacular orgasmo…

-     Ha sido increíble Cenicienta!! exclamó la Hada…

-     Sí, ha sido fantástico!!

-     Tienes un chochito delicioso Cenicienta…

-     Sí, eso me dice mucha gente, jeje…

-     Pues como te dije antes, ahora voy a hacer que asistas al baile como te mereces…

Cogió la varita que estaba mojadita de los flujos de Cenicienta, la lamió saboreando los restos que quedaban y tocó a nuestra protagonista… Y tachán!! la transformó en una maravillosa joven… un precioso vestido azul apareció en el cuerpo de Cenicienta, así como también unos impresionantes zapatos de cristal… toda ella estaba impresionante, parecía una princesa… Cogió una calabaza la sacó a la calle y la tocó también con su varita mágica y quedó convertida en un carruaje… Entonces se acercó a Cenicienta y le dijo:

-     Ten en cuenta mi niña que cuando el reloj de Palacio toque las doce campanadas tendrás que regresar sin falta, pues tu hermoso vestido volverá a ser los harapos que llevabas y el carruaje que te conducirá ahora al gran baile se transformará otra vez en una calabaza…

-     Lo tendré en cuenta Hada Madrina, gracias por todo, por el vestido, por los zapatos, y el carruaje... y como no, por los orgasmos tan maravillosos que me has provocado….

-     Para mí ha sido un placer, jeje… ahora tienes que irte ya Cenicienta, que llegarás tarde y recuerda todo lo que te he dicho… es muy importante!!

-     Gracias mi Hada Madrina, lo recordaré!! Y te estaré siempre muy agradecida.

La Hada Madrina se acercó a Cenicienta, la besó en los labios y desapareció…

Cuando Cenicienta llegó al palacio causó mucha impresión a todos los asistentes, nadie nunca había visto tanta belleza… Cenicienta estaba radiante de felicidad!! No solo porque acababa de tener dos maravillosos orgasmos con su Hada sino porque por fin podría ver a su querida Reina…

Al entrar en la sala de baile, Cenicienta casi se desmayó de la emoción al ver a la Reina, era tan y tan hermosa… La Reina también quedó prendada de su belleza, entonces la soberana se acercó sin dejar de mirarla a los ojos y le pidió que bailara con ella. Cenicienta aceptó encantada... Sus hermanastras y la madrastra no la reconocieron, pensaron que era una princesa extranjera, pues iba demasiado bien vestida… Todas las jóvenes del baile se preguntaban muertas de envidia quién sería aquella joven tan impresionante.

Eran casi las doce cuando la Reina pidió a Cenicienta que la acompañara a sus aposentos, quería probar sus ricas mieles… como hacía con todas sus amantes. La llevó a su cama, le levantó el vestido y le quitó las braguitas, entonces acercó su nariz y le olfateó el coñito que en esos momentos ya estaba demasiado húmedo por la excitación de tener a esa mujer tan cerca de ella, olía a delicioso sexo, le separó un poco las piernas y pudo comprobar con sus propios ojos el tamaño de su cosita hermosa:

-     Dios mío cariño, que hermoso y portentoso clítoris tienes aquí escondido…

Y con un dedo empezó a acariciarlo… A la Reina le encantaba tocarlo delicadamente, era tan suave y apetitoso, de color rosadito, como a ella le gustaban, y tan redondito y gordito que daban ganar de pegarle un bocadito… estaba ya bastante mojado y durito, se acercó el dedito a la boca y se lo relamió…

-     Mmmmm que ricos tus flujos, saben exquisitos… Voy a comerme tu botoncito ahora mismo, quiero que te corras en mi boquita, y muchas veces…

-     Como mi bella Reina mande… soy toda tuya…

-     Ven aquí que te como…

Y en un segundo tenía la cara bien metida entre las piernas de Cenicienta, mamándole el clítoris sin compasión, lamiéndoselo, chupándoselo, mordisqueándoselo, succionándoselo, exprimiéndoselo y sacándole tantos jugos que Cenicienta no paraba de gritar de placer, iba a correrse a lo grande, lo presentía… Su majestad ya tenía fama de ser una fiera en la cama, pero esa manera de comerle el clítoris era de una auténtica zorrita, era una bomba sexual, una experta en dar placer, y ella lo estaba comprobando en sus propias carnes, ya ves si no… su clítoris había crecido ya demasiado y estaba ardiendo, a punto de explotar… hasta que efectivamente explotó en la cara de su Reina, chorros de líquidos brotaban de su vulva mojada mojándolo todo, la cama, las paredes y a su Reina entera, la puso perdida con semejante eyaculación… Fue apoteósico el orgasmo que tuvo nuestra protagonista y la Reina sonreía lascivamente bajo la lluvia que le caía encima de tan rico manjar…

En medio de tal espectáculo placentero Cenicienta oyó sonar en el reloj de Palacio las doce…

  • Oh, Dios mío!! Tengo que irme!! -exclamó-.

Como una exhalación salió corriendo de la habitación dejando a la reina todavía con la boca abierta toda empapada de su monumental corrida. Bajó la escalinata hacia la salida de palacio olvidándose en su huida las braguitas…

La Reina no podía creer lo que acababa de pasar… Su fogosa amada acababa de huir, y ni siquiera sabía su nombre, necesitaba encontrarla… no podía quitarse de la cabeza ese impresionante clítoris tan vicioso y respingón asomando entre aquellos labios vaginales tan hinchados… y ese olor tan embriagador… y ese sabor tan delicioso a exquisito sexo… Tenía muy claro que si la encontraba se casaría con ella… Y se le ocurrió una idea… tenía sus braguitas con su olor característico, ahora solo tenía que encontrar a su dueña.

Así que envió a sus heraldos a recorrer todo el Reino. Una a una, todas las doncellas se fueron probando las braguitas, pero nada, no había ni una a quien le fuera bien.

Por fin los sirvientes de palacio llegaron a casa de Cenicienta. La madrastra llamó a sus feas hijas para que se probaran las braguitas, pero evidentemente no pudieron, no les iba bien, pero cuando le tocó a Cenicienta y se las puso… le estaban perfectas. Todos los presentes se quedaron de piedra…:  -Ooooh!!! es ella!!!

Entonces fueron a buscar a la Reina que apareció al momento excitadísima, solo tuvo que olerle el coñito y verle el clítoris a nuestra Cenicienta para reconocerlo en seguida, era inconfundible, era el clítoris que había chupado y lamido el día del baile, tan sabroso y juguetón, sin duda lo reconoció y ya se excitó al pensar en tenerlo otra vez en su boquita.

Cenicienta ya nunca más volvió con su madrastra ni hermanastras, pues las expulsaron del reino… por déspotas!! Y así sucedió que la Reina se casó con la joven como había prometido y ya os podéis imaginar… que fueron muy felices y comieron perdices…  bueno perdices y otras cosas deliciosas que saben a gloria, mmmmm…  Se dice que cada noche follaban como locas… y se comían el clítoris la una a la otra, sin descanso, hasta correrse en sus respectivas bocas, eran insaciables…

Ah!!… y adivinar quién las casó… La Hada Madrina!! De vez en cuando la invitaban para hacer un ménage à trois, jeje.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado…  Espero que os haya gustado esta nueva versión… ;)