Mi hermosa tía

Después de una larga espera por fin era mía.

Amigos lectores, lo que aquí les voy a contar es verídico y algo reciente, algo que deseaba mucho y que tras mucho tiempo de espera y deseo sucedió.

Seguramente algunos de ustedes alguna vez fantasearon con alguna tía suya, ya fuera prima de alguno de sus padres o bien, la hermana de alguno de ellos.

Hace años, cuando yo tenía apenas 8, los padres de mi madre vivían muy cerca de donde vivíamos nosotros, razón por la que los visitábamos muy seguido, y la verdad es que yo disfrutaba mucho el ir, tal vez más que cualquiera, pues con ellos vivía mi tía, a la que llamaré Anel, que en ese entonces tenía 23 años. Mi tía Anel es la más pequeña de los hermanos de mi madre, por fotos que tiene mi madre sé que ella de niña era delgada en extremo, ya saben a qué me refiero, pero como toda mujer, fue cambiando, y ahora a los 23 años era muy atractiva a la vista de cualquier hombre, pero como quiera que fuera para mi era la misma, era mi tía, la hermana de mamá, con la que me llevé muy bien desde toda la vida, y a la que adoraba porque siempre me consentía, me decía que era su sobrino favorito y jugaba conmigo desde muy pequeño, éramos como dos mejores amigos, nos platicábamos todo o casi todo.

En ocasiones, mientras todos estaban en la sala viendo televisión o en el comedor jugando cartas, yo salía al patio a jugar con mi hermano, mientras ella, al ser la más chica de sus hermanos, se enclaustraba en su habitación a escuchar sus discos de acetato, habitación cuya ventana daba al patio en donde me encontraba jugando y que por lo general siempre estaba abierta, y cada que tenía la oportunidad me asomaba y le jugaba bromas con la finalidad de llamar su atención y que me invitara a su recámara a jugar con ella, lo que desde luego conseguía; la verdad es que no había limitantes de ella hacia mí.

Un sábado de los muchos en los que íbamos a visitar a mis abuelos (yo obviamente la iba a verla a ella y me emocionaba) por la mañana, en cuanto llegamos entré buscándola, pero mi abuelo me detuvo y me advirtió que se estaba duchando y que me olvidara de jugar con ella ese día pues estaría castigada en su habitación y sin permisos (años más tarde uno de sus hermanos o mi tío, como quieran verlo, me diría que ese día precisamente la habían castigado porque recién acababa de llegar de una fiesta por lo que no había llegado en toda la noche, y que esa noche el novio la había estrenado - y como mi abuelo siempre fue muy enérgico y chapado a la antigua en esas lides, pues la había castigado después de haberla tachado de puta), yo obviamente al verme limitado de verla me puse triste y no tuve más remedio que aceptarlo aunque quería contradecir a mi abuelo, pero no lo hice, pues nunca nadie, ni actualmente, se atreve a contradecir una orden de mi abuelo, aunque he de confesarlo, yo sí lo hice en repetidas ocasiones cuando obtuve la mayoría de edad.

En fin, a los pocos minutos se me quitó la tristeza y me salí al patio a jugar como de costumbre, pero momentos después escuché que mi abuelo les preguntaba a sus demás hijos, casi gritando, que quién era el siguiente en ocupar el baño, y me puse contento, pues supe que mi tía Anel se acababa de salir de duchar; al oír esas palabras corrí hacia la ventana de su habitación, que como ya mencioné, es la que daba hacia el patio, con la finalidad de, al fin, poder verla, necesitaba verla, aunque fuera un momento y decirle aunque fuera un "hola" y hacerle ver que yo ya estaba allí, pero mi sorpresa fue mayor al ver, por primera vez, que la ventana y cortina estaban cerradas y no se alcanzaba a apreciar nada del interior, entonces me sentí decepcionado, triste una vez más, pero más que nada enojado con mi abuelo por el castigo a mi tía, y en ese momento me dije a mi mismo que lo odiaría por haberlo hecho, creo que por ello soy el único al que no le preocupa contradecirlo; estaba a punto de alejarme para seguir con mi juego cuando de pronto vi que la cortina se movió por un instante, como si algo la hubiera golpeado, y obviamente mi alegría regresaba, pues lo que haya sido que la movió fue lo suficientemente bueno como para que se abriera un poco solamente, de hecho fue sólo una pequeña rendija, pero justa para poder mirar a mi tía.

Lo siguiente me sorprendió sobremanera, fue un hecho que cambiaría mi vida para siempre. No perdí tiempo y miré por ahí, y pude apreciar a mi tía, pero como nunca antes la había visto, lo que mis ojos apreciaban era a una chica de 23 años parada frente a un espejo, cepillándose la cabellera negra y larga una y otra vez, pero vistiendo únicamente unas braguitas tipo bikini blancas, con adornitos al frente, y el resto del cuerpo desnudo, comenzando por un hermoso par de senos de generoso tamaño y redondos, con unos pezones rosados que terminaban en punta, el abdomen plano y cintura extremadamente estrecha, caderas anchas y piernas super torneadas, y finalmente un espectacular par de nalgas que, aunque algo cubiertas con las braguitas, se veían de maravilla, bastante bien dibujadas y sumamente paradas, como diría actualmente, ¡que vieja tan buena!, era ya toda una mujer, y yo, a mi corta edad, me había sentido completamente excitado aun cuando no sabía el significado de esa palabra y mucho menos había experimentado mucho esa sensación, sólo recuerdo que mi respiración era agitada y mi pene estaba erecto; así es, era la primera vez que mi cuerpo reaccionaba de esa manera, así como también era la primera vez que veía a una mujer desnuda, o casi desnuda, pero lo mejor de todo es que a la que había visto era a mi tía amada. Obviamente desde ese día nunca más la volví a ver desnuda, pero mucho menos la volvía a ver como mi amiga, mi tía, mi confidente, es decir, nunca más volví a posar mis ojos en ella con la dulzura e ingenuidad con la que cualquier niño de 8 años lo haría, aunque tendría que fingir hacerlo para no levantar sospechas. Lo que si es seguro es que desde ese glorioso día nada sería igual con ella.

A partir de ahí, muchas cosas fuera de lo común se fueron suscitando, muy extrañas algunas por cierto, pero verdaderamente placenteras, pues las usaba para hacerme mis primeras pajas, como en una ocasión que mis abuelos tuvieron que salir de emergencia mientras sus hijos estaban en la escuela o en el trabajo en el horario de la mañana, pero excepcionalmente mi tía, que contaba ya con 24 años en su haber, asistía por la tarde al colegio; he ahí pues que cuando regresaba yo de clase, y como de costumbre, entré apresuradamente al baño, apreciando detrás las opacas cortinas de la ducha a una mujer duchándose, saliéndome de inmediato pensando en que era mi madre que se le había olvidado poner el seguro a la puerta, pero al verla a ella en la cocina y minutos después percatarme cuando quien se encontraba en la ducha salía, me llevé la grata sorpresa de que era mi tía, enterándome por mi madre que ella le había pedido permiso de bañarse ya que en su casa no había agua y tenía que ir a la escuela; esa noche, al recordar esa escena y la de años atrás en su habitación, cepillándose el cabello, me hice mi primera paja. O cuando en otra ocasión que regresaba de la escuela más tarde que lo acostumbrado me encontré a mi madre saliendo del supermercado algo atareada, y viéndome me pidió de favor que llevara unas bolsas con las compras a casa de mis abuelos, ya que ellos no estaban y le habían encargado a mamá que hiciera unas compras para que mis tíos se prepararan el almuerzo, dándome las llaves de la casa que por la mañana mi abuela le había dejado, a lo que obedecí sin decir nada, de cualquier forma mis tíos no tardarían en llegar y mi hermosa tía ya estaría en clases, así que cuando hube llegado abrí y coloqué las bolsas sobre la mesa, pero de momento y al darme cuenta de que la casa estaba vacía, se me ocurrió la maravillosa idea de entrar a la habitación de mi tía y revisar sus cosas hasta encontrar una de sus braguitas y pajearme, lo que ciertamente conseguiría pero sin la anhelada prenda, pues cuando me dirigía hacia su habitación, escuché unos ruidos en la recámara de mis abuelos que llamaron mi atención, eran gemidos de placer, así que abrí un poco la puerta y me llevé la, al principio desagradable, pero después muy agradable sorpresa de encontrar a mi tía con el tipo que era su novio, disfrutando de un rico free o faje, el sólo escuchar sus gemidos me puso muy caliente y me hice una paja de campeonato.

Y para cerrar una anécdota más. Recuerdo también que en algunas vacaciones que compartimos con mis abuelos en la playa, y desde luego vacaciones en las que mi tía estuvo presente, durante toda la estancia en el lugar me sentí muy excitado, tanto que no hubo día en que no entrara al baño y me la jalara pensando en mi tía Anel, pues en el tiempo que estuvimos a ella la observé en repetidas ocasiones caminar por la playa o el área de la alberca en un diminuto traje de baño de dos piezas, platicando con los hombres que allí se encontraban, tocándose el cabello, en fin, dado una imagen de sensual mujer y regocijándose de las miradas y reacciones de los muchachos que la veían pasar, es más, como que me quiero acordar que al caminar paraba más de lo acostumbrado su cola, seguramente lo hacía para despertar pasiones también, y lo conseguía, al menos en mi. Claro, todo esto entre muchas otras más y mejores.

Han pasado ya muchos años, obviamente éstos la han cambiado, aunque en esencia es la misma, ahora, años después (yo tengo 28 y ella 43), sus caderas se habían ensanchado más, sus senos eran más grandes y ciertamente se le notaban firmes aunque no lo crean tras haber amamantado a dos hijos, una niña (actualmente una hermosísima señorita de la que después les contaré cómo terminó en mis brazos una semana después) y un pequeño. Tal vez sus medidas no sean perfectas, pero sigue muy buena, debe andar por los 96 de pecho, 85 de cintura y 105 de cadera; su cara la sigo viendo como la de un ángel, pues para mi sigue igual de bella que en aquel tiempo, aunque tal vez se le note una que otra pequeña imperfección; también quizá con el tiempo y su vida marital subió de peso, pero de igual forma la seguía viendo muy rica, y lo que es muy cierto, es que se había puesto como los buenos vinos, con los años cada vez mejor, creo que todas las señoras de esa edad deben ser muy atractivas y bastante antojables para los hombres de mi edad (cuántos de ustedes no han soñado alguna vez poder echarse un polvo con una madura); al menos esa apariencia me da, y es al ver sus movimientos corporales, cuando habla, cuando ríe, que la distingo como una diosa, se me figura que lo hace de una manera tan sutil que parece alcanzar la sensualidad y experiencia que sólo los años otorgan; por otro lado, su forma de vestir no es la que se supone sea de una señora de cuarenta y tantos, al contrario, es muy jovial, a veces la he visto con jeans ajustados, blusas ceñidas y escotadas, siempre bien arreglada; en general, la definiría en tres palabras como una "mujer cachondamente sexy".

Así era ella hasta la última vez que la vi, obviamente años antes de estas recién terminadas vacaciones de verano, pues desde hace más de 15 años ella vive en otra ciudad lo bastante retirada como para no vernos tan seguido como me gustaría. Como dije, ella se casó, tuvo a su hija, se fue a vivir lejos y tuvo a su otro hijo; y yo, por el contrario, sigo soltero, me titulé y vivo tranquilo.

Pero aquí no termina todo, esto que he narrado ha sido finalmente para que se dieran una idea de cómo ha sido esa relación, pues ahora viene lo mejor, y para una buena comprensión y disfrute iré relatando cómo se fueron dando las cosas.

Fue precisamente días antes de que comenzaran estas vacaciones de verano del 2004, cuando me enteré que ella vendría a vacacionar en compañía desde luego de sus hijos, la verdad es que desde que supe que ella vendría me puse feliz, pues la vería una vez más después de tal vez 5 años de no hacerlo, pero principalmente porque al mismo tiempo me había enterado de que ella, mi tía Anel, en todo este tiempo se había sometido a un régimen para bajar de peso, y lo había estado consiguiendo, así que lo que más me intrigaba de su visita era saber cómo se vería con otra figura, digamos, más buena aún (imagínense a una mujer de 43 años con un cuerpo atlético). Pero hubo algo que me resultó aún más satisfactorio y lo cual me puso a mil, verán por qué. Por una plática que mi madre y mi abuela sostuvieron a un día de su llegada, plática la cual alcancé a escuchar, pude saber que actualmente ella estaba en proceso de divorcio y que ya no vivía con su marido desde hacía más de 6 meses; y el motivo de mi satisfacción devino al planear su hospedaje, pues ahora que venían, ella, exclusivamente ella, se quedaría a dormir en la casa, y sus hijos en casa de su aún suegra, pues, por un lado, los problemas matrimoniales que tenía hacían imposible que se quedara con sus hijos en la amplia casa de la abuela de ellos, pero, por otro lado, también era imposible que mis primos se quedaran con nosotros, pues el espacio es muy reducido, y bueno, no había más opción, ya que la relación de ella con mi abuelo no era del todo buena desde hacía tiempo y por ello no se quedaría allí, y la verdad es que todo eso me puso muy ... contento.

LUNES

Cuando llegó no pude evitar asombrarme con su cuerpo, una vez más la veía delgada, el cuerpo de señora casada ordinario lo había dejado atrás, ahora sus caderas, crecidas por lo llenita que había estado y por los embarazos, se veían excelentes, y le hacían ver una cintura que, sin ser del todo estrecha, marcaba muy bien su silueta, eso si, su abdomen notablemente plano, se le veían unas nalgas paradas riquísimas y un par de senos grandes y firmes, como antaño, en verdad se había puesto buenísima mi tía, además, su rostro siempre había sido bello, pero ahora cambiaba un poco al haberse cortado el cabello muy corto y eso me encantó, pues siempre me han gustado las mujeres con el cabello así. Durante todo el día no dejé de ver ni un instante sus nalgas y sus tetas (de hecho en toda su estadía con nosotros estuve así), y recordaba la imagen de mi niñez, consiguiendo erecciones a cada momento. El día transcurrió normalmente, entre recuerdos, pláticas y actividades cotidianas, y llegada la hora de dormir, discutimos sobre cómo nos repartiríamos para ello, así que propuse, tal vez por un plan previamente trazado, que ella se podía quedar en mi habitación y yo dormiría en el cuarto de estudio, con algunas cobijas y una almohada. Sinceramente pensé, mientras se discutía el asunto, que al dormir ella en mi cama, cuando las vacaciones terminaran y ella se regresara a su ciudad, yo disfrutaría oliendo su perfume en mis sábanas y tal vez me haría una paja sabiendo que allí había dormido una diosa. Aceptaron la propuesta.

MARTES

Al siguiente día fuimos todos, en familia, a pasear, ella vestía una blusa muy ajustada en color blanco, y debajo llevaba un sujetador de media copa que le hacía ver unas chiches fenomenales, y debajo de unos jeans super ajustados, y una tanga muy pequeña, o tal vez nada, ya que no se le marcaba el resorte de alguna prenda íntima. Qué forma de vestir la de mi hermosa tía, pensé, y bueno, comúnmente en mi país se creé que cuando una señora madura se viste como lo hace mi tía, es porque espera que un hombre se fije en ella para relacionarse, es decir, busca pareja, pero más que una relación sentimental, al vestirse así es porque quiere atraerlos sexualmente pues ya le urge un buen palo. El hecho es que yo lo pensé de esa forma, al momento de verla llegué a esa conclusión, apoyándola, claro, en el hecho de que tal vez, al haberse separado de su marido desde hace tiempo, tuviera ese mismo tiempo de no tener sexo, por lo que ella debía estar bastante deseosa de sexo, y por ese pensar o sentir mío todo el día traje la verga a reventar e imaginaba cómo sería cogérmela. Por la noche, ya acostados, al no poder dejar de pensar en cómo se había vestido y cómo se veía, tan cachonda, tan rica, no tuve más remedio que pajearme, y fue aún más rico ya que ella dormía a unos cuantos metros de mi.

MIERCOLES

A la mañana siguiente ella salió a hacer unas compras, tiempo que yo aproveché para subir a mi habitación y sacar la ropa que me vestiría ese día después ducharme, pero al estar en ello, y por un descuido, tiré su maleta, haciendo que se saliera algo de su equipaje, y al recogerlo para volver a meterlo pude ver que entre su ropa había una tanga amarilla, y ya saben, por instinto la olí y pude darme cuenta de que ésta había sido usada, olía a su intimidad, así que supuse que era la que llevaba puesta el día anterior; era la primera vez que tenía una prenda suya, usada, entre mis manos, y me excité a tal grado que me hice con ella una paja de lo más rico. Fue por la tarde, cuando ella regresó, que antes de que se diera cuenta de lo ocurrido y posteriormente se preguntara el por qué su maleta estaba desacomodada, y para evitar que pensara mal y ello me delatara, le confesé lo que había pasado, que yo la había tirado por un descuido y que por eso la encontraría un poco revuelta, comentario que hizo que ella se sonrojara, tal vez porque habría imaginado que había visto sus interiores que tan celosamente guardó, y al verla así me volví a excitar, esa intriga que produce el querer saber lo que una mujer piensa cuando se entera que su intimidad fue violentada causa ese efecto; entonces ella subió supongo para revisar lo que pude haber visto o hecho, y yo me quedé allí, perversamente riéndome para mis adentros. Por la noche yo me encontraba en la sala viendo televisión mientras mi madre platicaba en la cocina con mi tía, conversación que al ser entre mujeres y hermanas a la vez sería como una charla de complicidad, pues alcancé a escuchar lo más interesante de todo, al menos para mi, oí que mi tía decía que desde que se había separado de su esposo no había vuelto a tener sexo; así, mis sospechas se confirmaban, ella estaba urgida de un buen polvo, pero además dijo que por eso se había comprado unos juguetitos para consolarse, por lo que mi excitación una vez más no se hizo esperar y mi verga se hinchó casi a reventar, mientras ellas reían en complicidad por el comentario; y en verdad, esa noche, después de haber escuchado eso, mis deseos por cogérmela se incrementaron, y pensaba, deseaba, que de alguna forma fuera mía, pero también es verdad que me asustaba el pensar en su reacción si le proponía ser ahora yo quien la consolara, por ello dormí excitado y con la verga parada.

JUEVES

Un día más había llegado, me levante, me duché y me vestí con unos pants, los cuales no acostumbro vestir, pero a fin de cuentas eran vacaciones. Minutos más tarde, mi prima, la hija de casi 18 años de mi buenísima tía, me llamó por teléfono para pedirme que de favor la acompañara a una fiesta, ya que su papá, que ya había llegado a visitar a sus padres (había viajado aparte por obvias razones), no la dejaría ir sola, a lo que le respondí que sí, pensando obviamente en aprovechar esa ocasión para conseguir algo de sexo con alguna chica de las presentes en la reunión y así calmar mi deseo que cada día iba creciendo más y más que hasta llegué a sentir que mis testículos reventarían. Un poco más tarde mi madre me pidió que las acompañara, a ella y a mi tía, a casa de su papá, y yo me ofrecí a llevarlas en mi auto, pero dijeron que no porque no habría en donde parquearlo, así que nos fuimos en bus. Cabe destacar que en esta ocasión mi tía Anel no se había vestido tan cachondamente como en los días pasados, tal vez porque al ir a ver a su papá no quería darle una mala impresión si se ponía jeans ajustados y blusas o playeritas escotadas, así que vistió de manera sencilla y formal, llevaba puesta una falda larga y delgada y un sueter. Al subir al bus me pude dar cuenta de que no llevaba asientos disponibles para todos, la única que había alcanzado un lugar había sido mi madre, por lo que tanto mi tía, como yo, nos quedamos de pie junto a ella, pero más gente subía y nos fueron recorriendo a ambos hasta llegar a la parte trasera, quedando ella y yo hombro con hombro, eran tantas las personas que subieron que quedamos muy apretados y terminamos por desacomodarnos, quedando yo detrás de ella, perdiéndome de su vista, en verdad ella no sabía en donde había yo quedado, cuando una repentina frenada ocasionó que con sus ricas y paradas nalgas me rozara el trozo de carne, haciendo que éste se me parara instantáneamente, lo malo, o bueno, es que por el pants la erección se marcó mucho, pero entre tanta gente ni quien se fijara, y en cosa de un instante, cuando una de las personas que viajaban en el bus le pidió permiso a mi tía de pasar para poder bajarse, que dicho sea de paso obstruía la puerta de salida, ella, para permitir el paso, se echó hacia atrás en un solo movimiento rápido y preciso, encajándose mi verga entre sus nalgas casi por completo, lo sentí así por la delgada tela de su vestido, y era obvio tanto que traía una tanga, como que ella también había sentido mi hombría en plenitud clavada en su cola, y me imagino que fue tan rica la sensación de sentir algún objeto en su trasero que emitió un sonido de placer casi imperceptible, pero que no pude dejar de escuchar por la cercanía; y en esa postura y ante la imposibilidad de regresar ella a su lugar original por haberlo ocupado la señora que iba a descender del bus, y desencajarse por fin de mi erecta macana (aunque dudo que hubiera querido hacerlo), seguimos buena parte del camino en esa forma; las sensaciones en nosotros eran cada vez mayúsculas, casi para corrernos en ese instante, pues el mismo movimiento del transporte nos proporcionaba mucho placer al hacer que mi fierro se encajara cada vez más entre sus nalgas, pero fue hasta que alguien que iba sentado muy cerca de donde nos encontrábamos decidió bajarse al llegar a su destino, que mi tía se safó de mi fierro y tomó ese lugar, pero más que para descansar por haber viajado de pie gran parte del trayecto, o para dejar de recibir esas sensaciones que le proporcionaba mi tolete, lo hizo supongo para conocer el rostro de su hasta ese momento excitador, ya que como refería, ella no sabía que era yo por haber quedado a su espalda, así que tomó asiento, levantó la cara y me miró asombrada, sonrojándose, pero miró aún más asombrada mi verga que casi trozaba el pants de lo parada e hinchada que se encontraba, esa vista me resulta bastante excitante; el resto del camino, cada vez que podía, disimuladamente volteaba a verme el caramelo, cosa de la que me daba cuenta y me excitaba y por lo cual nunca dejó de estar tiesa y mi deseo de cogérmela crecía como mi verga.

Transcurrió el día normal sin que sucediera algo con ella, aun cuando, como lo he repetido en muchas ocasiones, lo deseaba, y llegó la noche; ahora si, me iría con mi prima y conseguiría a una chula para que al menos me hiciera una mamada y alivianar la presión que había en mis testículos con tanta leche que seguramente guardaban. Cuando ya estaba listo para irme, primero a recoger a mi primita, y luego dirigirnos al evento, sonó el teléfono. Era ella que me llamaba para decirme que todo el día me estuvo tratando de localizar para avisarme que había cambio de planes, que sería hasta el fin de semana la fiesta, así que como dicen por ahí, me dejó vestido, alborotado y con mi carga de semen casi lista para salir. Cuando mi madre notó que no me había ido me preguntó la razón, y tuve que confesarle, en tono de desilusión, y tal vez enojo, que todo se había pospuesto, pero de pronto mi tía, quien había estado escuchando todo, argumentó que por lo que me había hecho su hija se sentía culpable, además de que tenía mucho tiempo que no salía a ningún lado a tomar una copa, así que para enmendar el daño y aprovechando que yo estaba listo para salir, ella saldría conmigo siempre y cuando la invitara a algún bar tranquilo, bohemio, a tomar una copa, obviamente no podía negarme, pues tal vez con un par de tragos me armaría de valor para confesarle mi deseo de estar con ella en la intimidad, y tomando en cuenta lo ocurrido por la mañana y lo mucho que lo disfrutó, supuse que no tendría ningún problema para convencerla ni ella de aceptar, así que le dije que sería un placer. Sé lo que están pensando porque yo también lo pensé, ella había dicho eso para poder estar juntos y terminar lo que comenzamos en el bus, o sea, cogiendo.

Alrededor de hora y media tuve que esperar para que se duchara y se arreglara, pero valió la pena, pues cuando bajó pude ver a una diosa, se había vestido con una blusa roja entallada y bastante generosa en el escote de la espalda, de esas que se atan al cuello dos tiras que van desde el abdomen, tiras lo suficientemente anchas para cubrir los senos, pero que son abiertas de en medio hasta un poco arriba del ombligo, y por lo mismo no permiten usar sostén, por lo que sus pezones se le marcaban a la perfección; y un pantalón blanco de esos de tela delgada que se ajustan al cuerpo, tipo licra, y el cual casi se incrusta por completo en su raja, o sea, no disimulaba nada la forma de su bizcocho, ¡que vulva!, parecía que no traía nada debajo, pero no era así, pues cuando nos dirigíamos al auto ella caminaba delante de mi pudiendo ver que llevaba una tanga realmente diminuta, se veía perfectamente el triángulo que se forma en la parte de arriba de las nalgas, ¡wow!, que mujer – pensaba -; ella caminando delante de mí haciendo un movimiento de caderas tipo pasarela y creí por un momento, de hecho estoy seguro, de que lo hacía con la finalidad de excitarme, tal como lo hacía en aquellas vacaciones, y como es de esperarse, mi verga quería escapar de su prisión, es más, apostaba que terminaríamos cogiendo en un hotel.

Casi habíamos llegado al bar bohemio que había dicho la llevara cuando me dijo que no quería ir allí, - al escucharla sinceramente pensé, lo deseé, que me pediría que nos fuéramos de inmediato al hotel ya que seguramente seguía caliente por lo ocurrido en el bus, así que le pregunté que entonces a dónde prefería ir, esperando la respuesta que quería oír, pero me sorprendí al escucharle decir que la llevara a un lugar en donde pudiera bailar, ya que había argumentado lo del bar bohemio por la presencia de mi madre, pues, según ella, era seguro que su hermana mayor le reprocharía diciéndole que ya no estaba para esos lugares, y pues que quería ir a bailar porque a ella le gustaba reventarse, que se sentía muy joven aún, y la verdad es que no me pareció mala idea, así que la llevé a un lugar en donde tocan música europea, del tipo "desnúdate en la pista", o sea, muy sensual. Ya en el sitio tomamos asiento y tres tragos de tequila cada quién, y bailamos a placer después, ella lo hacía muy sutilmente y yo seguía el ritmo tan sólo, pero por lo avanzado de la hora y verme en mis cinco sentidos, prefería ir a mi mesa para tomarme al menos otro par de tequilas y ver si podía con ello armarme de valor y proponerle pasar la noche juntos, y quizá aprovecharía para ordenar que me tuvieran lista la cuenta por si se daba tan anhelado deseo, planeando desde luego la forma en que le pediría que fuéramos a un hotel sin que lo fuera a tomar mal, y mientras, ella se quedó en la pista, muy a mi vista, mirándome siempre de forma pretenciosa, bailando, pero de una forma que no lo había hecho, ¡qué movimiento de caderas!, ¡sublime!, subía y bajaba simulando sexo, se tocaba desde las nalgas hasta el cabello, que revolvía con sus manos, pasando desde luego por su vagina y sus pechos, dándome la impresión de que se pellizcaba los pezones, y lo más cachondo de todo fue el verla morderse el labio inferior y sacar a momento la lengua en señal de sexo con los ojos cerrados, como si estuviera en una especie de transe, eso se estaba poniendo hot y mi verga casi escapaba por un costado del calzón de tan crecida que estaba, pero se puso más caliente el asunto, y era de esperarse porque llamaba mucho la atención, un tipo se le acercó para bailar con ella de la misma forma, muy cachondamente, y ahora eran ambos quienes simulaban estar teniendo sexo en la pista, imagínense lo que es para un hombre ver esas imágenes, pero ahora imagínense lo que sería que llegara una chica muy guapa, morena y de muy buen cuerpo, sexy al 100%, a cachondear con ambos; pues eso fue lo que ocurrió, a esos lugares llegan chicos y chicas de cualquier preferencia sexual a hacer ese tipo de bailes, causando sensación entre los presentes, la chica le revolvía el cabello y mi tía a su vez a ella, el tipo le tocaba las piernas y se agachaba como para besarle las nalgas, ¡que calentura Dios mío!, la morena le tocó entonces los senos y ella le retiró sus manos muy sutil y diplomáticamente, de pronto el tipo se le acercó al oído y le susurró algo, y pude apreciar en ella un gesto de incertidumbre, y acto seguido le indicó con la cabeza que no, entonces se alejó de ellos y se vino a la mesa a tomar otra copa conmigo, yo estaba anonadado, la miraba sorprendido esperando a que hablara sobre el tema, pero me quedé esperando ya que su vista se perdió en algún punto del lugar mientras bebía, muy pensativa; se terminó el trago y me pidió que nos fuéramos, yo pensaba "genial", pues como se habían dado las cosas seguramente estaría ardiendo en deseo de ser penetrada y obviamente me ahorraría la pena de pedírselo. Manejé con rumbo a la casa muy despacio, dando tiempo a que de su boca saliera la propuesta de ir a un hotel a culminar una noche fantástica, ella estaba como perdida en sus pensamientos, se le notaba que estaba en la difícil situación de tomar la decisión correcta, y cuando por fin habló sólo parafraseó que se sentía agotada y que quería llegar pronto a casa. Me quedé estupidizado, me sentía el peor imbécil del mundo, y muy, muy molesto por lo que dijo, cómo es posible que después de una noche tan alocada como ésta diga que quiere ir a casa, me lamenté por ello y deseé estar muerto ante la incredulidad que ello me provocaba. Durante el recorrido no pronunció palabra alguna y pronto llegamos a casa, donde todo terminó.

VIERNES

Me desperté aún encabronado por lo que recién había ocurrido, enojo que supuse que mi tía había notado de inmediato, pues aprovechando la oportunidad de que nadie estaba lo suficientemente cerca de nosotros, me preguntó qué me sucedía, que si acaso no me había divertido anoche. Lo que me ha dicho no hizo más que incrementar mi molestia, pues realmente esperaba poder hacerla mía y ahora se burlaba de mi, pero lo único que se me ocurrió decir fue que no me pasaba nada, que por supuesto me había divertido y que seguramente lo que pudiese estar ocurriendo conmigo era sólo la resaca y la desvelada (tan estúpidamente desaprovechada), así que no había problema, pero me pareció que no se lo había creído, aunque no dijo nada mas.

Todo el maldito día estuve pensando, tratando de imaginar el por qué de su inseguridad, si estaba más que lista para entregarse gozosa a mi, lo deseaba, al igual que yo, y llegué a la conclusión de que tal vez no consideró correcto acostarse con su sobrino, pues hay que recordar que proviene de una familia de principios muy rigurosos, así que decidí olvidarme completamente del asunto y continuar mi vida normal; vida que durante la semana había dejado a un lado para dedicarme en cuerpo y alma a atenderla. Pero me costaba mucho trabajo hacerlo, ya que, tal vez siendo mi imaginación, combinada con mi aún deseo de poseerla, notaba actitudes poco comunes en ella, como por ejemplo cuando se iba a beber un café metió primero un dedo en éste para comprobar que no estaba muy caliente, pero acto seguido se llevó el dedo a la boca y lo chupó muy sensualmente, como provocando en mi el deseo de poseerla, invitándome a cogérmela; pero insisto, creo que sería mi imaginación, pues a pesar de que lo hizo en repetidas ocasiones pensaba que no podía ser posible que después de haber pasado lo de esa mañana ella siguiera con ello, así que para no complicarme la existencia y pensando en que sería lo mejor, a fin de cuentas ella se iría al siguiente día, decidí salirme de la casa sin avisar, ni saber, a donde iba, con tal de no quedarme y seguir viendo visiones. La verdad necesitaba relajarme y pensar en otra cosa que no fuera lo recientemente acontecido.

Así fue toda la tarde, hice cualquier clase de cosas, visitar tiendas departamentales, centros comerciales, incluso vi una película, y cuando me percaté de que ya había oscurecido regresé a casa, pero no pude abrir ya que por todas las cosas que traía en la mente esa mañana había olvidado mis llaves, así que tuve que tocar, y quien me abrió fue ella, mi tía Anel, que me miró de una forma extraña, se veía muy relajada, y no sé, como que algo en ella había cambiado o tal vez era yo quien lo había hecho. Desvié la mirada y entré de inmediato, di las buenas noches y me subí a mi ya acostumbrado cuarto de estudio para acomodar mi cama provisional y dormir, aunque dude en poder hacerlo, pues me di cuenta de que la molestia que sentía se había transformado, ahora me sentía defraudado, engañado vil y cruelmente, utilizado, me sentía impotente por una extraña razón que aún hoy desconozco, pero traté de dormirme lo antes posible.

Recién había dejado de pensar, y cerrando los ojos comenzaba a dormitar, y creo poder decir que tal vez entre sueños escuché cómo alguien subía por las escaleras, pensé por un momento que pudiera ser ella y lo comprobé, pues lo hizo torpemente, ya que todos los que habitamos esa casa podemos darnos el lujo hasta de correr por ellas sin tropezar, pero alguien ajeno tropezará siempre, y bueno, la verdad es que no le di importancia, además, para qué hacerlo cuando ella ya se regresaría a su ciudad y, después de todo, si la noche anterior, con las circunstancias que se habían dado y lo excitados que estábamos, no se había dado el esperado encuentro sexual, menos sucedería en ese momento. Pero seguí a la expectativa de lo que sucediera, sin saber a ciencia cierta qué hora de la noche sería, oí cómo se metió a mi recamara y pensé que seguramente ya se iba a acostar, en mi cama por supuesto, como lo había estado haciendo durante toda la semana. Sin haber podido conciliar el sueño calculo que pasó como una hora, tiempo en el que no pude escuchar nada más, parecía como si todo el mundo ya estuviera dormido; de pronto, oí como se abría la puerta de la habitación en la que me encontraba, y mi reacción fue cerrar los ojos y hacerme el dormido, e imaginando que pudiera ser mi tía quien había abierto me puse un tanto nervioso y, a decir verdad, me excité un poco, pues podría ser el caso de que hubiese tomado al fin la decisión de dejarse amar por su sobrino, pero también pensé que seguramente había entrado para ver si aún estaba despierto y, si lo estaba, poder platicar ambos sobre el tema y arreglar todo entre nosotros antes de que se fuera, pero la verdad es que lo que menos me importaba era arreglar algo, digo, lo vivido es para encabronar a cualquiera, así que no le di importancia y me dediqué a hacerme el dormido a fin de que se retirara y me dejara en paz. Pero ciertamente no sabía si en verdad era mi tía o alguien más, y eso me intrigó bastante, así que entreabrí los ojos y pude percibir, gracias a que la habitación no se encontraba totalmente en penumbra pues por la ventana entraba un poco de luz del farol de enfrente, lo que me pareció fue la silueta de mi buenísima tía Anel.

En eso estaba cuando sentí que se acomodaba en mi provisional cama, se acostaba al lado mío, y claro, no podía ser nadie más, ya que sólo estarían ella y mi hermano, así que supuse que era ella, deseaba que fuera ella, pues a pesar de haberme sentido enfadado por todo lo ocurrido en verdad quería que fuera ella quien se acurrucara a mi lado, es decir, no podemos cambiar lo que sentimos por una persona de la noche a la mañana, ¿o si?. La posición en la que me encontraba acostado era la de costado, a mi izquierda, recargando mi cabeza sobre mi brazo izquierdo, y como acostumbro dormir con los brazos arriba, el derecho lo había colocado sobre ésta, o sea, prácticamente le estaba dando la espalda a quien estuviera conmigo; yo estaba vestido únicamente con el calzoncillo y una camiseta de tirantes algo ajustada a mi torso. Fue cuando escuché detrás de mi oreja, casi tapada con mi brazo, la voz de mi deseada tía que pronunciaba mi nombre, como para asegurarse de esa otra forma de que estaba despierto, pero no dije nada y seguí tratando de despistarla, entonces ella repitió mi nombre más cerca aún de mi oído y con la voz más sutil que jamás había escuchado, o más bien, creo que las palabras que pronunciaba salían de su boca con cierto grado de deseo y excitación, y eso es algo que cualquiera pude percibir ya que la piel se enchina, como a mi me ocurrió, pues instantáneamente mi cuerpo reaccionó de la forma que me imagino ella esperaba, además el cabello se me encrespó un poco y por obvias razones supo que no había estado durmiendo, pues el cuerpo no reacciona de esa forma cuando se le despierta de la forma que sea, y por ello decidí contestar haciéndole al loco, como si me hubiese despertado, apenas consiguiendo emitir un pequeño sonido que en vez de parecer modorro era por la excitación que sentía.

Le pregunté en ese instante que qué quería, y me dijo:

Chiquito, no quiero que estés molesto conmigo por lo de anoche.

Pero qué me estaba diciendo, pensé que se había tragado lo que por la mañana le dije sobre que lo que me pasaba era la resaca y la desvelada, pero ahora veía que no me había creído, y la verdad lo comprendí de inmediato, pues era imposible no darse cuenta de que algo malo me ocurría si durante toda la semana hice alarde de mi educación y caballerosidad hacia ella, le expresé tantas veces lo bella que era, la atendí como nunca ante había atendido a nadie, y obviamente para no delatarme, estúpidamente respondí:

Sobre qué tía.

Tu sabes, lo de anoche, mi actitud que tomé.

No tía, como crees, anoche estuviste sensacional, jamás había visto a alguien divertirse de esa manera... – y me interrumpió.

No esa actitud, me refiero a que anoche ambos queríamos algo, algo que nunca llegó, y creo que sabes de qué hablo, y quiero darte una explicación.

"Ambos", me quedé atónito, aunque era lógico, anoche el deseo que sentíamos el uno por el otro se percibía con el puro sudor, así que no me quedaba de otra más que enfrentarme a la realidad, y dije:

Pero tía, no tienes por qué venir a hablarme de eso, creo saber por qué no pasó nada, y te entiendo, la conciencia es cabrona, aunque he de confesarte que pensé que podríamos estar juntos anoche.

Si hablas de remordimientos o cargos de conciencia tienes razón, es por eso que no me aventuré contigo, además tu sabes lo que pasaría si tu abuelo se llega a enterar, y la verdad, como bien sabes, todos le tienen miedo, y yo más, aunque me parece que el único aquí que no le teme eres tu y no entiendo por qué – ahora fui yo el de la interrupción.

Efectivamente tía, yo no le temo, no tengo por qué hacerlo, pues pienso que el señor no es nadie para decirme lo que debo o no hacer con mi vida, es mi abuelo y lo respeto, pero de eso a quererse meter conmigo a fin de controlarme está muy equivocado, y en repetidas ocasiones me he puesto al tu por tu con el viejo, y sinceramente te lo digo, no creo que nadie debiera tenerle miedo, pero sí respeto.

Pues allá tu, pero no es mi caso. La finalidad de que esté aquí contigo, ahorita, es porque quiero contarte unas cosas, me he decidido a hacerlo porque te quiero mucho.

Ok – le respondí, aunque no sabía que la charla sería tan profunda, con cosas que nunca me esperé.

Bueno, espero que no te molestes, sólo te pido una cosa.

Dime.

Mírame a los ojos todo el tiempo.

Y claro, había estado en la misma posición, dándole la espalda, así que sólo me acomodé boca arriba y escuché atentamente lo que me decía.

Voy a decirte todo. Desde que naciste supe que serías algo especial en mi vida, no sabía por qué en ese momento pues tenía tan sólo 15 años, pero más tarde, digamos 1 o 2 años más, cuando las hormonas empezaban a hacer lo suyo y se aceleraban en mi, cuando comenzaba a pensar en chicos y en sexo, en esa etapa de mi vida, fue la primera vez te vi desnudo, tal vez esto te apene un poco, pero la verdad ese día no pude dejar de pensar en lo que mis ojos habían visto, quedé sorprendida de ver que tenías un pene bastante grande para tu corta edad, y me dije que cuando fueras adulto serías un excelente amante para cualquier mujer, cuando eras más grande no sabes las veces que me masturbé pensando en tu – hizo una pausa y me preguntó si podía usar otro tipo de lenguaje, y me sentí aliviado pues ya empezaba a sonar como mi anciana profesora de biología, además de que sería genial escuchar de su deseable boca palabras que sabía me pondrían bien cachondo, así que le dije que desde luego podía usarlo, que siguiera adelante - ¿puedes creerlo?, tu tía hablándote de esa forma, pero es la verdad y así lo siento, me masturbaba cada vez que pensaba en tu larga verga (ella suspiró y puso su mano derecha sobre mi pecho) – continuó - tu no te has de acordar, pero incluso en más de una ocasión en que nos visitaban en casa de mi papá, cuando en alguna ocasión se quedaban a dormir tu y tu hermano, antes de acostarlos mi mamá los metía a bañar, uno a uno, y yo me llegué a meter al baño cuando era tu turno de ducharte, con cualquier pretexto claro, a fin de poder ver esa cosa que te colgaba, pero nunca me atreví a tocarte, eras muy pequeño aún (sentí como su mano se recorrió un poco hacia abajo); yo fui testigo de tu crecimiento, y con el paso de los años te fuiste convirtiendo en todo un hombre, ahora eres extremadamente atractivo, eres guapo, siempre me lo pareciste, y no sólo a mi, creo que también a las niñas que te rodeaban en tus fiestas de cumpleaños que te organizábamos tus abuelos y tus tíos, y no tengo por qué mentirte, sentía celos de ellas, y comprendí que me sentía atraída hacia ti, un pequeño niño. – Hizo una pausa y prosiguió - Mira, ¿recuerdas aquélla vez, cuando eras pequeño, que fueron a la casa y que tu abuelo te dijo que no podrías verme cuando me saliera de duchar porque estaba castigada? (por Dios!!, estaba hablando del día en que por primera vez la vi desnuda, ¡que sensaciones más hermosas recorrieron mi cuerpo en ese momento!, tan agradables que sentía que mi verga empezaba a reaccionar con el recuerdo de aquél día), - le dije que sí me acordaba – pues siempre supe que en esa ocasión estuviste detrás de la ventana tratando de verme y posiblemente me viste desnuda...

¿cómo?, no, yo, este... – dije atónito por tremenda confesión, estaba apenado, cómo podría saberlo ella, y pensé que me reclamaría, pero en realidad no fue así -.

... tranquilo, lo sé todo (bajó aún más su mano) y eso es lo que importa ahora, mira, ese día mi papá me castigó porque llegué por la mañana de una fiesta, y tu sabes, algo desaliñada, obviamente tu abuelo pensó que había tenido relaciones al no haber llegado en toda la noche, pero no fue así, pues nada ocurrió con mi novio, no pasó de un simple faje y eso fue todo, sólo me calentó, de hecho él fue mi primer novio y duramos seis meses y nunca experimenté un orgasmo hasta ese día, pero no con él, aunque ayudó mucho, sino contigo (¿era posible haber escuchado lo que dijo, no era un sueño, había tenido un orgasmo conmigo, cómo?), pues cuando me duchaba escuché que habías llegado, y la pesadumbre y vergüenza que pude haber estado sintiendo se convirtió en goce, pues mojada como estaba me tocaba todo mi cuerpo pensando en ti, en tu gran verga, y sentí mucho placer al hacerlo hasta que exploté, tuve mi primer orgasmo gracias a ti, y no sabes cuánto deseé que estuvieras en el baño conmigo en ese momento y me vieras desnuda; luego, cuando salí del baño envuelta en mi toalla, pude ver de reojo que estabas en el patio y que corriste en dirección a mi ventana, así que pensé que, como había sido tu costumbre, buscarías la forma de verme por la ventana, y tenía deseos de que me vieras al natural, pero cuando entré a mi habitación vi que la cortina estaba cerrada, y a pesar de que sabía que estarías detrás esperando a que la abriera, tuve miedo de hacerlo pues no sabía cómo reaccionarías, y pensé que tal vez pudieras verme semi desnuda, así que me puse mi calzoncito y decidí arrojar la toalla hacia la cortina para que ésta se abriera aunque fuera un poco y pudieras observarme, aunque no estoy segura de que lo hubieras hecho, pero sí chiquito, fui yo quien provocó esa situación, y sinceramente te lo digo, me excité mucho al pensar que tal vez sí me estabas observando y saberme descubierta en mi intimidad por ti. Esa tarde, cuando se marcharon, me masturbé como no tienes una idea, aún ahora, cada vez que lo recuerdo, siento cositas y me toco... (me pude dar cuenta de que hacía movimientos con su cadera y pelvis, tal vez se había excitado al recordar el momento).

¡Por Dios!, qué es lo que había escuchado, todo lo había preparado ella, ella era la culpable directa de mis sentimientos y mis deseos; quería hablar, quería decirle en ese momento que sí la había visto como tanto lo deseó, que había visto perfectamente bien como le colgaban sus chichotas y se movían de un lado a otro mientras caminaba por su habitación, que fue ella quien desde esa ocasión despertó en mí el deseo no sólo de coger con una mujer, sino de cogérmela a ella, a mi dulce y sexy tía, pero debía respetar el momento, ella seguía hablando y tenía que esperar un desenlace a todo esto, desenlace del cual nunca estuve seguro, pero casi apostaba que sabía cómo terminaría (deseando no equivocarme), teniendo el más rico y placentero sexo de mi vida.

Ella continuó hablando:

Después de ese día hubo ocasiones en que me viste con mi novio, fajando, como en una ocasión en que fuiste sólo a la casa y yo estaba en el cuarto de mis papás con mi novio, yo me di cuenta de todas y cada una de esas veces (no lo podía creer en verdad, siempre supo lo de ese día que, según yo, era mi secreto), pero en realidad mientras tu no estabas cerca yo no le permitía que se me acercara, era cuando te escuchaba acercarte que provocaba que él me tocara y me cachondeara buscando que tu te excitaras al ver a tu tía llena de deseo y lujuria, y creo que lo conseguía, pues de inmediato te quedabas quieto, mirando cómo me metía mano por todos lados y me besaba, y yo veía cómo te sonrojabas, pensar que me veías en esa situación me calentaba mucho. Como te dije, de niño me gustabas, pero de adulto me enloquecías. Ahora quiero confesarte que me casé con el papá de mis hijos porque sabía que nunca podría tenerte, eras mi sobrino, qué podía yo hacer, pero cada vez que te veía, ya fuera cuando veníamos o cuando nos visitaban en vacaciones, y creo que lo notabas, hacía cuanto fuera por quedarme a solas contigo y provocaba alguna situación un tanto comprometedora, como la vez de la fruta, ¿recuerdas?

Aja – asentí (estabamos en el mercado comprando víveres, ella delante de mi, cuando a ella se le cayó una bolsa con fruta – ahora sé que la tiró a propósito – y de inmediato se agachó a recogerla, pero en vez de flexionar las rodillas para ponerse en cuclillas sólo dobló la cintura poniéndome de frente a mi bulto su parado culo y no sólo eso, sino que se echó para atrás, aprisionándome entre un canasto y el hermoso par de nalgas que poseía, restregándolas con fuerza en mi verga que reaccionó de forma instantánea, aunque aún era muy chico). O como la vez en que te graduaste de la preparatoria, que festejando y en pleno cotorreo grité "bolita", y todos nos subimos en ti, empezando por mi, poniéndote mis senos sobre tu cara y permitiendo que me los tocases, según tu sin querer, porque argumentabas que no podías respirar (Lo recuerdo perfectamente, esa fue la primera vez que los toqué no sólo con las manos, estrujándolos y sintiendo todo su esplendor, sino con la lengua, pues cada que pude se la pasaba por la piel de las chiches). O como la última vez que vine y que me metí a bañar cuando no había nadie más y tu estabas en tu habitación viendo televisión, y te grité que no había jabón y que si podías conseguirme uno, diciéndome cuando regresaste que por dónde me lo pasabas, y que te dije que no había problema, que entraras con los ojos cerrados y me lo dejaras cerca, esa vez sabía que no cerrarías los ojos (Y efectivamente, no los cerré, esa fue la primera vez que la vi completamente desnuda, aunque de espaldas, pero disfrutando las líneas de sus bien formadas y antojables nalgas).

Ya entiendo – respondí -, como esta vez en el bus ¿verdad?.

Exacto, aunque eso no lo planeé, de hecho me dio la impresión de que tú lo hiciste, ... pero era sólo eso, no pasaba a más porque no lo consideré bueno, así que en esas ocasiones y por lo caliente que me habías puesto, procuraba quedarme en algún momento sola para masturbarme pensando en ti. Ahora que me estoy divorciando me siento más sola, pero me consuelo pensando en ti. Chaparrito, la gran confesión es que estoy enamorada de ti, y tal vez me contradiga, pero es por eso que anoche decidí que no pasara nada, es imposible que algo se dé entre nosotros – quise interrumpirle para decirle que yo la amaba, que la deseaba desde aquél día de la ventana, pero no me dejó hacerlo y prosiguió – yo lo veo desde el lado de nuestros padres, no puedo hacerle esto a mi única hermana, mis hermanos me valen, tu no debes tampoco, y tus abuelos, mis padres, qué pensarán de todo, no, no me atrevo a retar a la naturaleza... (hizo otra pausa y noté entre sombras que una lágrima resbalaba por su mejilla, respiró profundo y dijo) ... Toda la semana te estuve observando, veía cómo me mirabas sorprendido, notaba cómo posabas tu vista en mi cola, casi como si me desnudaras con la mirada; en cada ocasión en que te descubría haciéndolo, durante esta semana, me excitaba, pero pensaba en que eras mi familia, mi sobrino y todo se apagaba, y no fue sino hasta en el bus que comprendí que ya eras un hombre y que no te importaba que yo fuera tu tía, veía en tus ojos la lujuria, el deseo de poseerme, y me sentía genial, tu querías poseerme a como diera lugar y entendí que no eras tú quien tendría que dar el primer paso para que algo ocurriera entre nosotros, pues me respetabas, era yo quien debería provocar la situación, y fue por eso que te dije que saliéramos, me decidí a dártelo todo, y quise ver tu reacción para asegurarme de que en verdad estarías listo, y lo comprobé, pues anoche me hiciste sentir una verdadera mujer al expresar lo bien que me veía y me alegró saber que te había gustado mi atuendo, pues lo había escogido especialmente para ti, para excitarte, estaba dispuesta a acostarme contigo, con cada movimiento que hacía, al caminar frente a ti parando y moviendo las nalgas me excitaba también, me sentía mojada desde que subimos a tu auto, en la discoteca el baile estaba dedicado a ti, te juro que en mi vida había bailado de esa forma, pero algo en ti provocaba que me moviera, sentía que en ese momento, en la pista, era tuya por vez primera ... ... pero me arrepentí en el último momento. Hoy, durante todo el día, estuve pensando en este momento, en poder confesarte lo que sentía, no sabía como reaccionarías (yo ya estaba con la verga a no más dar, dura como nunca la había tenido), pensaba en la forma en que te hablaría y en lo que te diría, y cada vez que recordaba estos momentos me calentaba y me mojaba, y no quise seguir negándolo; ahora que estabamos juntos, durmiendo bajo un mismo techo, sin mi marido, supuse que tendría que pasar algo entre nosotros, pero había que esperar una oportunidad. Y la oportunidad se presentó cuando ya no lo esperaba, pues mañana me voy y pensé en que nunca más podría tenerla; después de que te subiste a acostar tu hermano telefoneó para avisar que no vendría, no sé por qué razón (a caray, y yo que pensaba que mi hermano ya estaba dormido en la habitación de al lado, eso era mucho mejor), pero quedé plenamente convencida de que era la oportunidad perfecta para dar rienda suelta a nuestros deseos, pues aprovecharía que estaríamos solos acá arriba para que por fin nos tuviéramos el uno al otro, aunque sabía que primero debía decirte y confesarte todo esto, ya sabes, por el enfado que te cargabas y que creo que ya ha pasado (que bien me conocía mi tía, cuál enfado, lo que tenía eran unas ganas tremendas de refundírsela por el culo de una buena vez), así que cuando subí me puse algo sexy y vine a ti, y pues, eso es todo, ¿no sé que piensas?.

Dios santo, si alguien me hubiera afirmado que mi tía querría coger conmigo esa noche lo hubiera tachado de loco, no lo podía creer, me deseaba tanto como yo a ella, y tantas pinches oportunidades que tuvimos para poseernos y nada, y como dije, por con la confesión que me había hecho y por la forma en la que se expresó traía la verga a reventar y, colocando mis brazos sobre mi pecho, pues hasta ese momento las había tenido bajo mi cabeza, le dije:

Qué te puedo decir tía, a pesar de que yo te deseaba desde hace mucho nunca imaginé que también me desearas. Creo que desde hace años estoy enamorado de ti, y ahora te deseo.

En ese momento acercó su boca a mi oreja y comenzó a lamerla sutilmente, cosa que siempre me calentó, y poco a poco fue terminando de bajar la mano hasta alcanzar mi erecta verga sobre las cobijas, y me dijo suavemente: "por esto es que me tuviste así tantos años"; metió sus manos debajo de las sábanas y empezó a acariciar mi cuerpo sobre la ropa, palmo a palmo, lentamente, bajó su mano por completo y por encima de mi calzoncillo, alcanzó, por fin, mi verga (por cierto, siempre consideré que era normal, pero con lo que ella me dijo ahora pienso que en verdad soy un superdotado), y me dijo cachondamente al oído:

Es grandiosa, no tienes idea de cuantas veces soñé con este momento. No importa lo que pase mañana, esta noche seré tuya.

Fue en ese momento precisamente cuando me di cuenta de que su seno derecho se encontraba sobre mi hombro, y pude sentir que su pezón estaba totalmente erecto, lo que me calentó de inmediato. En definitiva me encontraba nervioso, pero quise probar con algo más para comprobar su necesidad de sexo, así que le pregunté:

¿Tía, cuánto tienes que te separaste definitivamente de mi tío?.

Ella, un tanto desconcertada (pude notarlo por la forma en la que se me quedó mirando), me respondió:

Desde hace seis meses se fue de la casa, por qué lo preguntas.

Pero de momento su semblante cambió, ahora su mirada fue suspicaz, y así, con ojos a medio abrir, cejas semi ceñidas y con cara de complicidad, antes de permitirme contestar a su cuestionamiento, acertó a decir:

Pero desde antes ya no dormíamos juntos.

Respondió mientras se pegaba un poco más a mi cuerpo y subía su pierna sobre las mías. Exacto, algo tarde pero a fin de cuentas comprendió el verdadero sentido de mi pregunta, o sea, ¿qué tan ganosa andas?.

Sentí que nos entendíamos a la perfección cuando de sexo se trataba.

Fue delicioso sentir su respiración en mi cuello y su conchita caliente pegada a mi cadera. Seguramente ella se dio cuenta del efecto que su cercanía había causado en mí, pues de inmediato introdujo su mano por debajo de mi camiseta, acariciarme el pecho y poniendo especial atención a las tetillas, verdaderamente sabía como calentar a un hombre, luego siguió por el vientre, ahondó por los pliegues que se forman en mi algo marcado abdomen y siguió bajando hasta alcanzar mi vello púbico, con el cual se entretuvo jugando un poco, pero jamás tocó mi pene, seguramente porque algo traía en mente; seguía prendida a mi oreja, lengüeteando y susurrando, me tenía caliente en serio, y mientras ella hacía eso, yo coloqué mi mano sobre sus piernas y cadera y masajeé un poco, podía sentir que llevaba alguna prenda diminuta y de tela delgada, casi aseguraba que únicamente le tapaba un poco de la gloria que pensaba alcanzar, e incapaz de contener un segundo mis sentimientos, me giré y tiernamente le di un beso con la punta de los labios, beso que ella me correspondió plenamente; ese era el momento, qué más prueba quería, así que hice que ese tierno beso se convirtiera en apasionado, nuestras lenguas y labios entraron en acción, succionando y mordiendo con todo placer.

Así estuvimos como tres minutos, cuando me separé de ella por un momento y la vi detenidamente, dándome cuenta de que llevaba puesto lo que días después supe que se llamaba Denier Baby Doll, una excelente, sensual y delicada prenda que creo muy pocas mujeres usan para estimular a sus hombres y disfrutar de una noche de placer, se trataba ni más ni menos que de un conjunto de tela muy delgada de dos piezas, en la parte inferior una en verdad diminuta tanga y en la superior un volado (bata corta) de tirantes angostos, bordado con encaje y sujetado únicamente entre los senos por un broche, era de color negro y, aunque semitransparente, la poca luz que había no me permitía ver mucho, pero se podían adivinar perfectamente unos grandes y duros pechos.

Volví a besarla y mis manos recorrieron palmo a palmo su cuerpo, vibrando a cada momento y estremeciéndola. Aquel cuerpo delicioso me parecía lo más bello del mundo. Con la punta de mi lengua recorrí sus ricos labios, suavemente, pliegue a pliegue, luego mordí uno de ellos y lo chupe, para después morder los dos, ella me dejaba accionar como yo lo iba sintiendo, mientras que mi diestra se deslizó por debajo de su coqueto conjunto apoderándose de uno de sus bellos senos.

No era la primera vez que mi mano acariciaba su pecho, pues como mencioné, años atrás tuve la oportunidad de tocarlos por sobre la ropa y de forma un tanto accidentada, pero esta vez lo estaba haciendo al natural, pues pude ahora sentir su calor y su tersura, conociendo la dureza del pezón, el cual apreté entre mis dedos, masajeándolo suavemente.

Me levante y acomodé frente a ella, montándome sobre sus piernas, la tomé de los brazos y la jalé, quedando ella sentada, y en esa postura sutilmente la despojé de su sensual ropa, dejándola únicamente con su tanguita, siendo así como contemple por segunda vez, ahora más de cerca, pero a media luz, aquel par de hermosos pechos al natural, blancos, con pezones sonrosados, endurecidos y bien dibujados.

Era increíble, me encontraba de rodillas frente a ella viéndola con atención, disfrutando de lo que observaba y pensando que ese sublime momento siempre lo había soñado; me agaché muy lentamente sin dejar de verla a los ojos, colocándome sobre ella, frente a su dulce rostro, cerré los ojos y la besé, mientras ella me tomaba del cabello y lo revolvía; fue el beso más hermoso que jamás me habían dado. Separamos nuestras bocas y, sin dejar ella de frotar mi cabello, bajé despacio hasta colocarme frente a sus tetas, que en ese momento colgaban hacia los costados por lo grandes, y con los labios sujete uno de sus endurecidos pezones, lo chupe, lo mordí, trate de tragar todo lo que pude de aquel pecho maravilloso, mientras que con una mano acariciaba su otro seno. Quería devorarla completa, era la hembra que más deseaba y no quería perder la oportunidad de tocar y saborear cada parte de su cuerpo que desde siempre me atraía, por ello, con un movimiento inconsciente, bajé mi mano por su cintura y busqué su cadera, que como dije, es ancha, ¡ah!, esas soñadas caderas, ahora eran mías, las toqué con fulgor. Nos giramos hasta quedar de lado y aproveché entonces para apoderarme, por vez primera, de sus carnosas y bien formadas nalgas, y volver a besarle su deliciosa boca. Mi tía me abrazaba y seguía acariciando mis cabellos con ternura, disfrutando de las caricias que yo le brindaba.

Por el furor en el que me encontraba comencé a sentir un dolor en mis genitales que era casi insoportable, el miembro palpitaba como si tuviera vida propia y yo sentía que debía hacer algo que lo aliviara, así que sin dejar de besarla, acaricié su delicioso cuerpo, lo hacia con una lasciva infinita, tratando de comunicarle lo ardiente de mi deseo, y ella se dejaba hacer, pero en un momento me levanté de la provisional cama y por las manos la hice ponerse de pie frente a mi para volver a besarla, mis manos recorrieron su cuerpo entero, la acariciaban con ternura y suavidad, tratando de que ella se acoplara a mis caricias y fuera respondiendo a ellas con todo su cuerpo. Y así lo hizo, pues su deseo se incrementó al grado de querer sacarme la camiseta apresuradamente, pero la detuve en el momento diciéndole que aún teníamos tiempo y que usáramos el corazón en vez del deseo, lo que ella entendió a la perfección, pues me miró de la más inimaginable y amorosa forma que sentí un cosquilleo en mi bajo vientre, y ahora, con más sutileza y de forma extremadamente sensual, tomó la playera por la base, subiéndola lentamente y besando, al mismo tiempo que ascendía, mi abdomen, quedando de esta forma mi dorso desnudo; noté de momento que ella hizo un sonido de gozo, como cuando se saborea un caramelo; qué pasa, le pregunté, contestando que en su vida había visto un abdomen tan bien formado y unos pectorales de ese tamaño, cosa que agradecí, y acto seguido estaba devorando mis tetillas, de las que soy sensible en demasía, y mi cuerpo reaccionó a ese estímulo, a tal grado que me perdí en mis emociones, en el placer que ello me proporcionaba, y allí, de pie, no pude evitar pronunciar sonidos de placer. ¿Te gusta verdad? Me preguntó mi tía Anel. Me enloquece, respondí al mismo tiempo que la tomaba de los hombros y la alejaba un poco con la finalidad de tomarme un break antes de que ocurriera una desgracia. Le di una vez más un beso, pero puedo decir que fue el más importante de todos, pues desde hacía años había soñado con esa escena, besarla de pie, y comprendí que nos pertenecíamos. Fue entonces cuando aproveché las circunstancias de mis sentimientos y la abrace por la cintura, y mientras ella levantaba los brazos para rodearme el cuello, yo la tomé de las nalgas, y nos besamos una vez más. Ella seguramente podía sentir mi hombría, hasta ese momento oculta detrás de mi calzoncillo, clavársele en el vientre. Durante ese instante, justamente cuando pasé una de mis manos por sobre su culo, sentí su tanga, y una onda caliente y sexual recorrió por entero mi cuerpo, tenía que sacarle ya su pequeño pedazo de tela para dejarla completamente desnuda, pues las ganas que tenía de lamerle por primera vez su coñito me ponían frenético. Lentamente y con una ternura por demás estúpida, me puse en cuclillas, quedando mi rostro de frente a su gloria; no miento si digo que el aroma que desprendía tan apetecible parte provocó en mi que el libido se me fuera a niveles inimaginables, parecía para ese momento un toro de monta. Tomé cuidadosamente los costados de su pequeña prenda y comencé a bajarlos sutilmente, paso a paso, haciendo del momento algo sublime, algo que recordáramos ambos, pues en definitiva era la primera vez que le vería, como espectador de primera fila, su conchita peluda; y la sorpresa de la noche fue que sólo una fila de vello se asomó, un mechón, pero a pesar de que había imaginado algo animal, nada se me hace más caliente que un coño depilado, así que era genial, más que genial, lo que mis ojos alcanzaban a percibir, ¡que sensual mujer!, pensé. Como poseído, mientras me lancé a besar su vientre, mis manos recorrieron sus piernas hasta alcanzar, una por delante y la otra por la retaguardia, su raja, y me sorprendí al percatarme de que estaba muy húmeda. Obviamente los suspiros por parte de ambos no se hicieron esperar, ella al sentir las manos de su sobrino favorito acariciar tan íntima parte, y yo, por mi parte, al tocar por primera vez su delicioso bizcocho. Sería, por la postura en la que me encontraba, bastante incómodo tratar de lamer, así que me levanté lentamente, recorriendo con mis labios cada palmo de su cuerpo y me detuve justamente entre sus pechos, mis labios húmedos e incansables, recorrían aquella piel tibia y lozana con verdadero deleite, chupando con ricura, los amasé y saboreé como nunca, ella gemía con tan increíbles sensaciones. Continué subiendo para detenerme ahora en sus labios, mismos que disfruté pasivamente, pues fue ella quien de momento tomó la iniciativa, pero sólo por unos segundos, porque se detuvo de forma inmediata, se echó unos pasos atrás, se quedó quieta, con las manos cruzadas a su espalda cual colegiala regañada, suplicante me miró a los ojos por un pequeño lapso de tiempo, y acto seguido bajó la misma, posándola sobre mi miembro, que al momento se encontraba aún firme y aprisionado; volvió a mirarme a los ojos sugestivamente, y supe lo que deseaba, y yo, con el deseo ya entre las piernas, sonreí en señal de aprobación. Y en efecto, me pedía a gritos mudos que la dejara ver mi hombría; por ello me coloqué directamente en el lugar en donde la luz entraba más y la invité, con un movimiento de mis manos, a liberarla. No lo pensó dos veces y, agachándose frente a mi, de un tiro bajó por completo mi calzoncillo, lo que ocasionó que mi pene brincara hacia ella y se quedará sorprendida, y como lo esperaba, exclamó que era enorme, pero no se atrevió a tocarlo, no aún, y ante su falta de atrevimiento a gozarlo, la levanté de nuevo, pero increíblemente no apartó la mirada de mi miembro erecto, y tuve que besarla de nuevo para llamar su atención, lo que conseguí con dificultad. Baje por el cuello, aspirando su perfume, acariciando su piel casi imperceptiblemente con mis labios, llegué al pecho y mi boca se detuvo en una de las macizas y bien formadas chiches, la succioné una y otra vez, como si quisiera extraer la miel más rica e íntima de ese monte divino que se cimbraba ante mi. Luego, por el otro pezón y repetí la operación, mientras tanto mis manos recorrían los flancos de su hermoso cuerpo, acariciando la cintura y la cadera, para después envolverla y acariciarle directamente las nalgas, las cuales apretaba y masajeaba, juntaba y separaba, disfrutando con su tamaño y dureza, gozando con aquel trasero que habría de ser mío. Mis dedos recorrieron la profunda rajada de aquellas ricas nalgas, y de vez en vez se introducían hasta llegar al fruncido circulo negro que formaba el ano, el cual se contraía ante la presencia de mis dedos que pretendían invadirlo, pero que le despertaban sensaciones maravillosas y desconocidas para ella, que anhelaba sentir más placer.

Ahora nos recostamos en la improvisada cama, ella boca arriba, yo estaba de rodillas a un lado de ella. Continúe besando ese bello cuerpo en forma descendente, bese el vientre y cuando llegue al mechón que formaba sus hermosos vellos rizados, le abrí un poco más las deliciosas piernas, y ahora sí clave mi boca con determinación buscando el sabor exquisito de su miel. Mi tía se estremeció, y cómo no, si mi lengua recorría de la vagina a la unión de los labios mayores, masajeándo por demás el clítoris, de pronto cerró los ojos y comenzó a gozar intensamente con aquella chupada, su cuerpo vibró de éxtasis y se cimbró al momento en alcanzó el primer orgasmo que recorría cada partícula de su piel. La sentí gozar plenamente y moví mi lengua con mayor rapidez y fuerza para que ella descargara toda la emoción que su cuerpo contenía. Mis manos seguían acariciando las preciosas nalgas y las insuperables piernas, sintiendo que mi pasión crecía más, con toda intensidad.

Me levante y me dirigí a su boca; siempre supuse que una verdadera hembra es aquella que disfruta de un momento sexual sin repudio ni contemplaciones, así que la puse a prueba besándola en la boca y embarrándole sus jugos, y la pasó, pues se abrazó a mi, sus manos me acariciaban en la espalda con adoración, mi boca le había hecho conocer un mundo de dicha y lujuria que sólo sintiéndolo se podía creer que existiera. Una expresión salió de su boca, dijo que nunca antes había disfrutado tanto como en ese momento, pero pensé que se refería a que nadie se lo había hecho tan bien como yo, y lo pregunté, pero me sorprendí al enterarme de que a lo que se refería era a que nadie le había hecho un cunilingus, ni su marido. Qué imbéciles los tipos que en su momento se la clavaron, miren que no disfrutar de esa ricura de la que acababa de saciarme, pensé y se lo argumenté. Me besó y me dio las gracias, pero como nunca nadie antes me las había dado. Y lo confieso, se me hizo como una primeriza, como si de una criatura virgen se tratara, de lo que para nada estaba equivocado.

Como lo dije antes, sentía mis huevos a reventar, necesitaba liberar un poco de la mucha tensión que tenía guardada, así que la separé un poco de mi y le pregunté cariñosamente si quería complacerme, obviamente refiriéndome a una mamada, respondiendo que sí, y enseguida se escupió en sus manos y las frotó, como ello era algo curioso, le pregunté para qué hacía eso, contestando que para lubricarlas un poco y hacerme la manuela (pajearme), que así era como se las hacía a su marido, y contendiendo la risa le dije que por qué mejor no me la mamaba, pero como que se asustó.

Qué pasó - dije.

Es que no sé como hacerlo - me expuso.

¿Nunca viste alguna película xxx?

Una vez, hace mucho, es que a tu tío no le gustaban.

Pues que pendejo: no tengas miedo, es riquísimo, si quieres te enseño cómo.

Es que, como que siento que me va a dar asco.

Que mal, no era tan zorrita como pensaba, así que ideé un plan para que se animara, y si de plano no funcionaba pues ni hablar. Usé el chantaje, le dije que no había problema, le di un beso sencillo y me recosté, con el miembro apuntando hacia el techo con toda su potencia, sin hablar más. Y lo que sucedió era de esperarse, pues habló diciendo que no me molestara, que por mi era capaz de hacer de todo (algo que aprovecharía posteriormente), y se dispuso a hacerlo.

Tía, sólo hazlo con amor, eso es todo.

Como tu digas, desde hoy soy y seré tu esclava y puedes hacer de mí lo que quieras.

No esperó a más, se arrodilló junto a mi, la observó por unos segundos mientras con un dedo la tocaba, como comprobando que era real, y acto seguido me confesó que le gustaba mucho mi pene, que era hermoso y acariciable, y que creía que a pesar de nunca haber mamado verga lo disfrutaría, y así, olvidándose por completo de cualquier otra cosa, sus delicadas manos apresaron por vez primera aquella macana que completamente parada apuntaba hacia su rostro. Al apretar y sentir las palpitaciones en sus palmas, pude apreciar como sentía que su excitación se desbordaba como las olas del mar rompiendo contra las rocas, suspiraba deseosa pero resignada. Al principio fue muy torpe, jalaba y dejaba de hacerlo, subía y bajaba sus manos ya resecas por toda mi reata, lo que produjo que saliera un poco de líquido seminal y se le embarrara en la mano, aparte claro de ocasionarme algo de dolor, pero no terminaba de animarse a probarla; para inyectarle un poco de confianza le hice ver que no era nada malo tomando su mano mojada de mis jugos y llevándomela a la boca para lamerla, probando los mismos; luego, la tomé del cuello y la atraje hacia mis labios y la besé, metí mi lengua hasta el fondo y pudo así comprobar que no sabía mal, así que regresó a la postura original, volvió a apresarla y me miró más convencida de que debía hacerlo, le dije que me enseñara lo que había visto en la película, y al escuchar eso me guiñó el ojo y la empezó a restregar en sus mejillas, acariciándose el rostro con la cabezota, la cual pasó por sus labios cerrados, de un lado a otro, hasta que sacó la punta de su lengua y siguió repitiendo el mismo ritual, lamiendo suavemente la pinga, sintiendo una descarga de lujuria cada vez que la recorría de los pelos a la punta. La pequeña boca se abrió y se introdujo la cabeza de aquella tranca, y muy a mi pesar, me estremecí completamente al momento mismo en que sentí la primera mamada, ella chupó la reata, clavándola un poco más entre su lengua y dientes, y como si fuera un gatito recién nacido comenzó a succionar en busca de su leche, picando con su lengua la boquita del fierro, empujando como si quisiera penetrar por ahí. Mientras tanto, sus manos acariciaban mis huevos, sus dientes tomaron parte activa de aquello, con delicadeza mordió todo lo que le cabía en la boca, jalando el prepucio y metiéndose mi verga hasta el fondo de la garganta, y tosió. Le dije que lo tomara con calma, que lo hiciera muy despacio y se metiera sólo lo que considerara aguantar. Sus ojos estaban abiertos viendo los pelos de mi tranca junto a su nariz, luego se sacó mi verga y volvió a metérsela, una y otra vez, ensanchando su garganta.

Así estuvo como diez minutos, entre saboreando y restregándose mi verga en toda su cara, ahora sí se veía como toda una puta; no aguanté más aquel delicioso suplicio y estallé, llenando la garganta de esa caliente hembra con mis espesos líquidos seminales, los cuales, muy a su pesar, fueron tragados por la boquita deliciosa de mi diosa obedeciendo mis indicaciones.

Tomándola por la cabeza la hice que se levantara, la erección de mi garrote no desapareció, por el contrario, pareció tomar mayor fuerza y tamaño, pues lo que necesitaba era hacer una descarga de las muchas que contenía mi pistola, así que cuando la abracé contra mi pecho y la recosté a mi lado, aquella lanza de carne palpitante se clavó contra su vientre con verdadera potencia, excitándola aún más de lo que ya se encontraba; sorprendentemente para ella, que aún tenía cara de pocos amigos por haberse tragado mis mocos, la bese con pasión con la finalidad de que viera que lo que había pasado era tan excitante que hasta yo gozaba probando mi leche, y su semblante cambió de inmediato al ver que en verdad disfrutaba besándola y compartiendo ese sublime líquido, y confesó, al fin, con un "fue genial", diciendo que nunca lo había hecho y que era algo en verdad riquísimo, y que de ahora en adelante me lo haría cuando yo quisiera. Qué momento, mi hembra deseaba mamar más de mi polla y yo deseaba que lo repitiera cuantas veces se pudiera, pues a pesar de su inexperiencia fue algo digno de recordarse, ya saben, todo era la primera vez con mi amada y ya muy puta tía; mientras la charla fluía, con mis manos acariciaba esas hermosas nalgas suyas que tanto me gustaban, de momento las separé y le pedí que se diera la vuelta y empinara un poco su culo.

Ella deseosa de complacerme, aprender más y disfrutar de los placeres sexuales, obedeció, dejando expuesta, entre sus grandes nalgas, carnosas y firmes, redondas y bien formadas, su bella rajada vaginal, empapada por sus mieles íntimas y dispuesta al sacrificio, pero anhelante, de gozar todo lo que pudiera con mi enardecido tolete.

Esa sería la primera vez que la penetraría, lo había escogido de esa forma porque en alguna ocasión, cosa que le confesé en ese instante, cuando chamaco, dormimos juntos en su cama a falta de lugar, y me había despertado a media noche con la verga parada y la había visto en esa posición a mi lado, claro, con ropa, como ofreciéndome el placer divino, y me imaginé esa vez que me la cogía de esa forma. Así que, con mis manos, le abrí las nalgas acomodando mi tranca entre ellas, y con la punta de mi miembro recorrí toda su rajada, del clítoris al ano, una, dos, tres veces, ella gemía desesperada, pedía ser penetrada, hasta que finalmente la apunte hacia la vagina y poco a poco la fui introduciendo, disfrutando ese maravilloso deslizamiento del pene en las paredes vaginales, sensaciones indescriptibles recorrieron mi cuerpo, me estaba cogiendo ya a mi amada y deseada tía Anel. En verdad se los confieso, es fenomenal coger, pero es de poca madre (1000 veces más que fenomenal) el hacerlo con la persona que durante toda tu vida deseaste poseer.

Cuando la tuve completamente ensartada, la sujeté por la cadera y comencé a moverme frenético, metiendo y sacando mi tolete. Mis movimientos, unos trepidatorios y otros circulares, aumentaron, una y otra vez arremetía contra ella, mientras mi tía, lujuriosa como nunca antes la había visto, gemía y casi gritaba de placer, pues es bien sabido que las sensaciones en una penetración son mucho mayores si se tienen las piernas juntas, apretando; le masajeaba con la mano libre ambas tetas, las estrujaba a placer, y con la otra le acariciaba la nuca; y así, después de diez minutos, pude sentir cómo su raja me apretaba con mayor intensidad y su abdomen se contraía, señal inequívoca de que le había llegado un orgasmo, lo que quedó confirmado cuando soltó un grito tal, que pensé que todo se iba a la mierda, pues era seguro que con tan estruendosos gemidos todos se despertarían, pero creo que no fue así; y al cabo de 5 minutos más le vino otro, lo que aproveché para terminar también yo, corriéndonos casi a un mismo tiempo; la vagina de ella se vio inundada por mi leche mezclándose con las mieles de su orgasmo; al sentir mi venida me apoderé más de los abundantes pechos y los apreté con todo, soltando un gemido de absoluto placer.

Nuestros cuerpos quedaron inertes, relajados después de liberar la tensión guardada de una semana, y en mi caso, más tiempo.

Nos quedamos en esa misma postura hasta que mi pene, en reposo ya, salió por sí sólo de su guarida. Nos volteamos, quedando de frente el uno del otro, y nos dimos un suave beso mientras nos abrazábamos.

Cuando me separé de ella, cerré los ojos por un momento, quería almacenar en mi memoria esos momentos vividos, y muy alejada de la realidad, me imagino que ella creyó que me quedaría dormido, pues me abrazó de nuevo, pero ahora con más deseo, y al tiempo que me daba un beso lleno de pasión, mis manos recorrieron todo su cuerpo, sus manos acariciaban mis cabellos con una ternura que me conmovió; sin decir nada y de forma repentina, se separó de mi, obviamente me extrañé, se levantó, tomó algún tipo de prenda del suelo y camino hasta una lámpara que había en la habitación, la acomodó por encima de la misma y accionó el interruptor, una luz muy tenue apareció, la habitación se iluminó un poco y pude al fin mirarla completamente desnuda, creo que no fue algo que tuviéramos preparado, más bien quiero suponer que un momento antes de hacer todo aquello se le vino a la mente que jamás la había visto completamente encuerada, y dentro de mi se lo agradecí. Cómo reaccionarían si la mujer soñada, esa que en varias ocasiones observaron vestida pero que la mayor parte del tiempo la desnudaban con la mirada, imaginando cómo sería su cuerpo si nada cubriéndolo, apareciera de pronto desnuda y perfectamente bien iluminada. Ciertamente esa visión estimula y excita a cualquiera, pues eso mismo me ocurrió. No lo podía creer, ahora sí, sin ventana ni braguita de por medio, ahí estaba mi tía, mostrándome cada parte de su cuerpo, entrecruzando las manos por la espalda, vi ese hermoso par de senos y su bien depilado capullo, manjar de dioses. Salió de la habitación, supongo que a asearse un poco, y mientras me levanté a encender un cigarro, me quedé pensando en que esa noche se lo haría de todas formas como se pudiera.

Entró de pronto, luciendo en plenitud y descaro su hermoso y deseable cuerpo, se recargó en el marco de la puerta como si estuviese esperando el bus, pero adoptando una postura en extremo sensual, cruzó los brazos haciendo que sus enormes chiches se apretaran una contra la otra, la vista era espectacular, la admiraba yo allí, de pie, fumando y sintiendo como mi hombría despertaba de nuevo. Ella hizo un movimiento de desaprobación con la cabeza, luego, sus ojos se centraron en el duro instrumento y se acercó a mi, con una mano tomó el cigarrillo entre sus dedos, le dio una fumada y lo apagó, al mismo tiempo que con la otra me sujetó la tranca; y así, sin apagar la luz, me tomó de la mano y me llevó de regreso a la improvisada cama en donde me acostó; hincada al lado mío, miró de nueva cuenta mi parada verga que apuntaba hacia ella, y al ver mi macanota sintió que la pucha se le mojaba por el liquido lubricante que fluía abundantemente de sus entrañas, centrándose en su vagina que ya se encontraba anhelante por ser penetrada por aquel grueso cilindro de carne palpitante y nervuda que tan rico lucía, lo que me confesaría en ese instante. Actitud que hacía ver que imploraba otra revolcada.

La jalé y me recosté sobre de ella, abrió las piernas para recibir de lleno la embestida de mi garrote, incluso hasta cerró los ojos para disfrutarla plenamente al momento en que se fuera metiendo en su ser, pero yo no se la deje ir toda de un sólo golpe, como ella lo esperaba, simplemente coloque la punta de la verga a la entrada de la raja y, ayudado con mi mano, comencé a frotarla de arriba hacia abajo, excitándola más y más cada vez, haciendo que se revolcara de placer en la cama, gimiendo y arañando la sábana, estrujándola. Tallaba la cabezota de mi garrote con firmeza, recorriendo cada parte de su concha, como si remarcara la raya que la formaba, mientras mi boca se posesionaba de sus bellos pezones extremadamente duros que esperaban ser tratados como era debido.

Comenzó a jadear de excitación, y dejando que sus manos bajaran hasta mi cintura me jalaron hacia adelante para que la penetrara de una vez, pero yo me mantuve en la misma posición, hasta que ella, con la voz llena de pasión y deseo, me dijo:

Métemelo ya, quiero sentirlo todo adentro, ya, dámelo todo... todo... hasta los huevos si es posible... vamos, empuja y retácamelo por lo que más quieras.

Sonreí sin responderle y, poco a poco, comencé a introducir el grueso y largo garrote en esa vagina que ya se encontraba bien caliente; las carnes íntimas del papayón comenzaron a abrirse al paso de mi instrumento, provocándole una agradable sensación.

Por fin tuvo mi duro miembro dentro de ella, llenándole toda la vagina y haciéndola gozar infinitamente con esa penetración, por eso, al sentirla hasta su matriz, me apretó con sus piernas, rodeándome las caderas, al tiempo que movía sus nalgas para iniciar el rítmico y cachondo movimiento, pero se la saqué ante su desconcierto. Iba a protestar, pero no le di tiempo al volverlo a meter de un firme empujón, repetí el movimiento una y otra vez, rítmicamente, sin prisa, sin ansiedad. Comenzamos a gozar como nunca lo habíamos hecho en la vida, ella correspondía al movimiento de mi cadera imitando, siguiendo, acompañando ese entrar y salir de su interior. De pronto cambie de ritmo, aumentándolo, y era tan rápido y violento, que mis testículos chocaban contra sus duras, carnosas y ricas nalgotas. No aguantó mucho aquel rico palo que le estaba brindando, cuando un sabroso y bello orgasmo recorrió todo su organismo llenándola de placer y gusto a grado tal que en ese momento sus largas uñas se clavaron en mi espalda mientras sus dientes mordían mi duro pecho mientras yo seguía moviéndome, aunque lo hacía de manera más lenta y suave, disfrutando plenamente de su cueva y de los apretones que ésta le daba a mi reata por las contracciones; les juro que ese movimiento lento y firme me estaba enloqueciendo pero me gustaba. Cuando sentí que su cuerpo se relajaba, me zafé y le pedí que se volteara, cosa que sin pudor alguno hizo, ofreciendo a mi vista su hermoso culo, entonces me coloqué atrás de ella, contemplando su espalda y pasando mi pene por en medio de sus ricas nalgas buscando el empapado orificio vaginal, y cuando la tuve en la entrada la penetré nuevamente, iniciando mis movimientos suaves y ricos, sacando el pito hasta la punta y volviéndolo a meter hasta los huevos, recorriendo con ello nalgas, ano y pucha, para ese momento ya jadeábamos gustosos. De momento intensifique mis movimientos, con mi diestra busque su clítoris y con los dedos índice y medio comencé a masajear, apretándolo, subiendo y bajando, mientras mi garrote entraba y salía en la vagina que ahora mayormente humedecida permitía cualquier movimiento sin sufrir alteración alguna; era sensacional, y lo fue durante varios minutos en que estuve en ese intenso movimiento, hasta que, jalándola más hacia mi, le lancé todos mis líquidos íntimos en una intensa venida. Había terminado de una manera sabrosa y placentera, descargando toda mi leche en ella, pero mi verga no perdía dureza, así que durante unos segundos más permanecí quieto, con mi reata dentro de su vagina, la cual no podía estar tranquila y me apretaba con toda intensidad y pasión.

Aprovechando eso, y tomando el mando de las acciones, ella me volvió para dejarme boca arriba; sorprendido porque al fin había conseguido despertar a la zorrita que sabía era mi tía, se me montó con un ágil salto abriéndose de piernas, y utilizando su mano colocó el tolete en el centro mismo de su panocha y se lo clavó todo de un contundente sentón, por el tamaño de mi pene y el tope que sentí en ese momento, supe que se había metido hasta la matriz misma esa longaniza que ahora le parecía más sabrosa y deliciosa que nunca; mi tía deliraba de placer y gemía suavemente mientras cerraba lo ojos. La sacó toda y suavemente se la encajó de nueva cuenta, y al tenerlo dentro de su vagina comenzó a mover las nalgas circularmente, mientras tanto, con su mano acariciaba mis pelotas, y yo, repuesto por completo, tomé entre mis manos los melones de carne que tenía frente a mi rostro, los masaje y luego bese uno y pase al otro, de pezón a pezón, con ternura mamaba uno con habilidad y luego pasaba al otro, para no portarme egoísta y dedicarme a uno sólo, alternando mis caricias para provocar mayor placer en aquellas bellas chichotas. Unos cuantos minutos fueron suficientes para sentir que se estremecía, pues jadeaba más fuerte cada vez, gritaba y se contorsionaba, y sabiendo lo que aquello significaba la tomé por las nalgas y comencé a moverme frenéticamente, entrando y saliendo de su vagina, fuertemente, para alcanzarla en aquel momento supremo, aquello precipitó que yo me corriera en el momento justo que ella se cimbraba en el mayor orgasmo de su vida, o al menos eso me parecía, pues al tiempo que pronunciaba en tono elevado, casi gritando, palabras tales como "sí, así, vamos, ya", iba contrayendo su vagina de manera insistente sobre mi pinga, apretándola con felicidad como agradeciéndole todo el placer que le proporcionaba. La visión que siguió fue la más placentera de todas, ella se quedó sentada, empalada, con los ojos aún cerrados, como si estuviera soñando, en verdad lo había disfrutado o lo seguía haciendo, su lengua recorría sus labios, saboreaba el momento mientras sudaba inconteniblemente, gotas caían sobre sus pechos y mi vientre, y si hubiera habido un espejo detrás nuestro seguramente podría haber visto como nuestros fluidos le salían de la concha, escurriendo hasta mis testículos; que momento más grandioso.

Una vez más, mi miembro se puso flácido, perdiendo potencia y saliendo por sí sólo de aquel húmedo estuche que tanto me había hecho disfrutar y gozar sin límites ni condiciones, se acostó a un lado de mí para decirme, llena de satisfacción y felicidad, que nunca había gozado tanto del sexo como ahora y que yo era divino; le respondí, devolviéndole el cumplido, que ella no se quedaba atrás, que era única, que tenía un coñito apretado y sabroso, y que estaba riquísima de todo a todo.

Obviamente no deseaba que allí terminara todo, era mi última noche con ella y deseaba poseerla más, sentía que aún me faltaba por hacer para de una vez por todas matar esa ansiedad que arrastraba desde hacía años, además de que sabía que, aun cuando me había corrido en tres ocasiones, podía al menos hacerlo un par de veces más, pero comprendía que debía reposar un tiempo, digo, nadie es el sueño de toda mujer en lo que al perfecto amante se refiere, pues bien se sabe que nosotros requerimos de algo de tiempo para reponernos, mientras que ellas podrían seguir empaladas por horas, sin descanso.

Con este pensamiento le propuse que descansáramos un rato, y ella no se opuso; se levantó y se fue a duchar, lo supe porque escuché caer el agua, lo que me asustó, pues a pesar de que mis padres seguramente dormían el sonido los despertaría y sospecharían algo, pues aún era muy de madrugada y sería extraño que alguien se duchara a esa hora, lo que así sucedió a la mañana siguiente, pero no tomó relevancia; en eso estaba cuando se me ocurrió la idea de aprovechar para refrescarme también, además de que sería menos extraño escuchar una sola vez el agua caer de la regadera y no dos, imagínense lo que hubieran pensado si se hubiera escuchado que dos veces corría el agua, posiblemente nos hubieran descubierto. Me levanté y me dirigí al baño, curiosamente la puerta no tenía pasador y entré; mi tía se estaba terminando de enjuagar cuando pasé a la ducha, es de entenderse que ella desde luego no se sorprendió con mi presencia, al contrario, me dijo que me esperaba desde hacía minutos, y que era una lástima pues ya había terminado. Tomó una toalla, se enredó en ella, y salió mientras era mi turno de asearme un poco, pero pude ver que se dirigió a mi verdadera habitación; cuando salí cubierto con mi bata, la puerta de mi recámara estaba cerrada, sinceramente se me hizo raro y llegué a pensar que tal vez se había molestado por la pausa y se había ya encerrado a dormir, pero aún así entré. ¡Qué alejado estaba de la realidad!. La luz tenue de la lámpara del buró iluminaba todo y allí estaba ella, lista para... para lo que fuera, sentada a la orilla de la cama y más bella que nunca, vestida solamente con una batita larga en color negro de tela lo suficientemente delgada como para trasparentarse y apreciarse perfectamente sus grandes senos de pezones rosados, no así su vulva, pues se encontraba cruzada de piernas; completaba el cuadro un cabello corto, húmedo y más negro que nunca, hermosa. La imagen era muy sugestiva, pero aún no estaba listo para otra revolcada, así que me acerqué para besarla, siendo lo único que podía hacer por el momento; por la forma del beso ella entendió que aún no era tiempo, así que sólo tomó mi mano y me atrajo hacia la cama para recostarnos, uno al lado del otro; posteriormente nos acomodamos abrazados y nos estuvimos besando tiernamente por un buen tiempo, pero de momento, mientras soltábamos palabras tiernas, le pedí que me platicara su mejor experiencia sexual, lo cual por principio no aceptó, argumentando nerviosa que no tenía nada que contar, que su vida sexual había sido monótona, que el único nombre en su vida había sido su marido y nada más, pero ese "nada más" me intrigó en demasía, ¿qué significaban esas palabras?, ¿a caso sería alguna infidelidad de parte suya hacia su marido?; de inmediato me regresó la petición, le dije que tenía muchas y muy especiales, y se sorprendió, pero puse en claro que no le diría nada mientras ella no hablara primero, pensando que me contaría sobre el tema, y muy a su pesar, y al mío propio, me platicó, muy someramente, sobre alguna noche en la que tuvo sexo con su marido (al respecto digo dos cosas, la primera es que eso que me contó no fue nada fuera de lo común y efectivamente monótono, y segundo, qué mala forma de su marido de tratarla sexualmente); pude en ese momento comprender cómo es que ella había disfrutado tanto el sexo que habíamos tenido, pues realmente el dar un beso, que su mujer lo pajeara levemente hasta conseguir la erección, sobar su concha por momentos y meterla y sacarla en la forma acostumbrada (misionero) hasta venirse no es precisamente la idea de sexo que tengo, ya ven ahora de donde salió la inexperiencia de mi tía. Era mi turno ahora, y al tener presentes sus palabras de "nada más" y creyendo firmemente que dichas palabras hacían alusión a una infidelidad suya, súbitamente se me ocurrió hacerlo sobre el tema, y en efecto, le conté sobre alguna de la que fui parte como sancho, o sea, tercero en discordia, y al finalizar mi relato, el que por cierto la puso a flor de piel por el alto contenido sexual, mis dudas se disiparon, no había sido imaginación mía, efectivamente había sucedido, terminó confesándome que había engañado a su esposo y que precisamente por ello se estaba divorciando, que esto sucedió hacía un año y sólo en una ocasión, enterándose su cónyuge de ello seis meses después pero sin hacer nada más que alejarse de ella yéndose de su casa, y al cabo de tres meses ella lo descubrió con otra, y éste, al verse cercado, le confesaría también que desde dos años atrás tenía una aventura con la dama en discordia. ¿Qué cosas no?. En fin, le insistí tanto en que me contará cómo había sido que lo hizo. En verdad que zorrita me había salido mi tía, pero concluyó su historia más o menos de la siguiente forma:

Ahora ya sabes mi secreto, y quiero confesarte que, aunque fue grandioso en su momento salir de la monotonía de mi vida sexual marital, no fue tan grandioso acostarme con él, al menos ya no lo considero así, pues contigo me he sentido mujer al cien por ciento, me has hecho gozar y sentir placer al máximo, pero sobretodo me has puesto la atención que los dos me habían negado. Por eso te amo, tu sabes como tratar a una mujer.

¿Halagado?, claro; ¿sorprendido?, nunca.

Pensaba que por mi aún indisposición, pero empezando a sentirme excitado, sería excelente ver alguna película triple X con ella para calentarme por completo y seguir cogiendo, y se lo propuse, a fin de cuentas ella había dicho que a su marido no le gustaban, y si era así ello significaba que a ella sí, y no tuvo inconveniente, de hecho me lo pidió por favor, así que saqué una de las mejores. Nos acomodamos de lado, ella delante de mi, la abracé y nos dispusimos a ver algo en verdad excitante. Apenas la primera escena y ya sentía cómo mi verga incrementaba su tamaño, lo que seguramente ella notó en sus nalgas; pensaba que en ese momento podría hacerla gozar hasta el desmayo, pero decidí dejar correr más la cinta hasta darme cuenta que ella estaba más que lista para lo que fuera. Tal vez habían pasado tres escenas cuando de pronto se levantó y se dirigió a la ventana, yo estaba más firme que un guardia real. Pude ver al fin su rico y tremendo culo cubierto por aquella tela delgada y transparente, era una delicia, quizá aún era virgen de salva sea la parte, ocurriéndoseme en ese instante que tal vez pudiera estrenarla y llevarla a la gloria con tan exquisito acto.

Su cabello negro corto, sus brazos entrecruzados aprisionando sus tetas, su breve cintura y unas apetecibles caderas hacían del momento algo erótico; la batita llegaba hasta sus bien torneadas piernas, eso miraba cuando de pronto:

Ven a ver que bonito paisaje — me dijo.

Me levanté aun cuando lo conocía a la perfección, pues durante mucho tiempo lo había apreciado, cuando amanecía la luz del sol iluminaba el cielo de forma grandiosa, y comprendí que ese momento sería romántico pero, ¿amanecía?, debía darme prisa si quería completar la faena.

Habló:

Pega todo tu cuerpo al mío.

Así lo hice, al primer contacto supe que temblaba, detrás de ella deslicé mi cara por su pelo, nuca, oídos, dejando que sintiera mi aliento. Con mi mano derecha abracé al frente de su cintura, mientras que la mano izquierda la deslizaba por su cuerpo, acariciándola con las yemas de mis dedos. Permanecimos así por un momento, con tan sublime vista, ella el paisaje y yo sus deseadas nalgas. Le di la vuelta para besar sus labios y tímidamente tocó mi miembro lanzando un suspiro, lo esperado había llegado, ese era el momento deseado, como lo había sospechado. La levanté, depositándola en la cama, me quité la bata y me recosté sobre ella y con suaves caricias y besos fui descendiendo su cuello, rozando ahora sus senos por encima de la prenda, siguiendo ruta abajo dediqué tiempo a sus costados y ombligo; recorrí su cintura. Ella sólo suspiraba y temblaba mientras repetía el ritual de pasar su lengua por sus labios y cerrar lo ojos en señal de estarlo disfrutando. La despojé como pude de su apreciable bata, y venciendo el obstáculo de su peso jalé la prenda, descubriendo por completo su delicado cuerpo, seguí besando y acariciando hasta llegar a sus pies. Viendo el efecto que causaban mi aliento y mi lengua, insistí entre sus piernas, en sus muslos, pudiendo sentir como vibraba de placer. Volteándola boca abajo, pasé por su espina dorsal y toda su espalda, y aprovechando esa posición hundí mi boca, lengua y nariz entre sus nalgas, toqué el orificio que se contraía ante el contacto. Al volverla nuevamente, me retire al pie de la cama para poder verla recostada y poder grabar en mi mente ese momento, mientras ella, pudorosa, se cubría la entrepierna con una mano y los pechos con la otra, lo que entendí como una actitud sumisa, cosa que debería aprovechar. Al verme de pie, desnudo, fijó su vista en mi virilidad, abrió las piernas y estiró los brazos invitándome a montarla, lo que hice de inmediato. Ella, temerosamente, me pidió que la hiciera mía, pero su tono de voz me hizo desconcertarme por completo, ¿qué pretendía con ello?, pero aún así seguí, sintiendo que aún me faltaban por saborear algunas partes de su cuerpo. De momento se sacudió violentamente, aferrándose a mi, como si quisiera apresurar las cosas, por lo que la separé recostándola de nuevo; tomé su mano izquierda y le pedí que con la otra digiera mi miembro a su feminidad, mientras que con mi mano derecha acariciaba su cuerpo, mirándola al rostro y deleitándome con su expresión de que algo pasaba. No sabía si continuar o detenerme y aceptar que todo había terminado, pero ella notaría mi indecisión y de forma firme y tajante me ordenaría continuar, así que empuje levemente, con lo que se inició la posesión. Gritó calladamente como nunca había yo visto que una fémina lo hiciera, una expresión de dolor apareció de la nada, pues encontré, por vez primera en ella, resistencia a la penetración; no supe explicarme por qué, era lógico que algo le preocupaba lo suficiente como para estar tensa, lo que obviamente se reflejó en sus músculos vaginales, pero supuse que sería por la presión de la hora. Continué avanzando poco a poco, dándole tiempo para que se relajara, hasta que logré penetrarla hasta el fondo; al sentir sendos apretones de tensión se la dejé dentro un instante, sin moverme y así hacer que su cuerpo cediera a la presión, para luego continuar suavemente, como si de una primeriza se tratara, hasta que sus gemidos de dolor adquirieron un tono placentero y su cuerpo perdía tensión. Agudicé mis movimientos, lo que no es lo mismo que aumentarlos, de esa forma trataba de tocar cada parte de su vulva que le concibiera placer, así que me balanceé lentamente, entrando y saliendo, para finalmente aumentar poco a poco el ritmo. Aunque tardó un poco, llegó su siguiente orgasmo, y le di pauta para que lo disfrutara haciendo de mis movimientos algo lento y en verdad disfrutable, pasado lo cual arremetí de nuevo con mayor fuerza, con lo que ella prolongó su orgasmo, o mejor aún, fue uno múltiple. Por mi parte, aún me faltaba algo de tiempo para correrme, así que proseguí con la intensión de que juntos tuviéramos un siguiente orgasmo, lo que me costó algún trabajo, pues tenía ahora dificultad para controlarme, varias veces me contuve, alternando los movimientos de entrada y salida con giros, hasta escuchar de nuevo sus gemidos y sentir que su vagina me apretaba. Nos balanceamos hasta terminar en espasmos, en los que se conjugaron, además de nuestras voces y fluidos, el roce furioso de nuestros cuerpos.

Recostados hombro a hombro, y ante las dudas de lo ocurrido, le pregunté acerca del por qué se había tensado, respondiendo un tanto avergonzada que pensó que trataría de hacerle sexo anal, lo que le hubiera disgustado, pero que cuando notó mi disposición para hacerla gozar por su conchita obtuvo la relajación necesaria para disfrutar de otra excelente revolcada. Yo, ante su comentario, le cuestioné que por qué había pensado eso, argumentando que pasó por su mente cuando veíamos la película, pues en la que ella había visto la pareja terminaba con esa clase de sexo que, según lo advirtió, le molestaba. Y ahora pregunto yo, ¿qué hacer en un momento en el que un hombre que ha hecho gozar a su amada hembra, desea penetrarla por el culo y antes de comentar algo, ésta sostiene que no le agradaría y, aún más, se molestaría?. Creo que lo oportuno sería confesarle la verdad y aceptar que no se obtendrá lo deseado, y así lo hice, le dije que era cierto, que entre mis planes se encontraba el hacerle sexo anal, pero que no lo deseé desde el principio, pues sólo pensaba en amarla como ella quisiera, siempre complaciéndola. Ante el comentario ella se asombró y empezó a decir cosas sin sentido para el momento, tales como por ahí no, es peligroso, duele mucho, es asqueroso, etc., y la verdad es que no soporte las ganas de reír y solté una carcajada; algo molesta mi tía me preguntó el motivo de mi risa, y le dije que tenía razón en lo que decía, pero que ello no debía preocuparle, pues en un momento de verdadero goce era lo de menos, y casi llegando a decirle que para un hombre, el hecho de terminar la noche con sexo anal era lo más esperado, cosa que desde luego no es verdad queridos lectores, pero de alguna forma tenía que convencerla de hacerlo antes de que terminara de salir el sol y todo el mundo despertara; ahora su molestia se convirtió en asombro, pues replicó que cómo era eso posible, y tras explicarle un poco el proceso mientras le acariciaba el cabello en señal de "si no estas de acuerdo no hay problema, de cualquier forma te querré", ella seguía en duda. Por ello, era obvio que no sería correcto obligarla, así que para terminar de convencerla, ya no tanto de hacerlo esa mañana, sino de que no era algo malo, al contrario, era de lo mejor en lo que a sexo se refiere, le sugerí que viéramos la siguiente escena de la película que se trataba precisamente de sexo anal, mientras le explicaba qué es lo que el tipo le hacía a la chica para que lo gozara, y así lo hicimos, comencé por hacerle ver que esas chicas se preparan psicológicamente antes de entrar en la toma, o sea, se masturban y excitan para que su cuerpo esté completamente relajado al momento de la penetración, lo que es sumamente importante ya que los músculos del asterisco son más fuertes que los de su vagina, haciéndola más difícil y dolorosa, que luego, al sentir ese deseo, su hombre la estimula aún más jugueteando con su clítoris y haciendo que alcance un orgasmo, tiempo que se aprovecha para proveer de caricias el ano y, acto seguido, colocarla en la posición más adecuada e iniciar el mete y saca por la concha mientras se estimula el culo con los dedos, previamente lubricados, pero que el momento sublime es cuando el tipo se corre dentro, lo que a ella le proporciona placer y descanso al sentir los tibios fluidos en sus entrañas; entonces interrumpió preguntando, justamente cuando el tipo eyacula sobre las nalgas de la mujer, que si era verdad lo que decía entonces por qué el tipo se corría afuera; me reí inocentemente y le dije que eso era pura mercadotecnia, que a los actores pornos les pagan por venirse fuera de las chicas mientras ella hacen cara de puta y simulan disfrutarlo, pero que era puro cuento. Ahora preguntó el por qué preferimos el culo a la vagina, y le contesté con la verdad, que el primero está más apretado que la segunda y que ello ofrece más placer en el glande. Con un semblante de verdadero asombro me preguntó que si lo había hecho antes, por lo que mi respuesta fue obvia; en ese momento me tomó de la nuca y me jaló hacia ella para besarme apasionadamente, lo que tomé como señal de completa aceptación hacia complacer mi deseo de penetrarla por el culo. Ella, de inmediato lo confirmaría, me dijo que lo quería intentar pero que si no le gustaba que los dejáramos, a lo que asentí.

Me levante a traer algo de crema para untarle y cuando regresé ella se encontraba recostada sobre la cama, boca abajo, de esa forma podía ver plenamente su parada cola casi pidiéndome ser desflorada, y de sólo imaginar cómo apretaría tuve una erección lo bastante firme como para pasarle lista a todo un equipo de porristas, le hablé para constatar de que estuviera atenta, y me dijo de momento que ya no estaba segura de quererlo, así que yo, aún con el pensamiento de no obligarla a hacer nada que ella no quisiera, le dije que se dejara llevar y que si no le gustaba, aun cuando se sintiera muy excitada, lo dejábamos por la paz, y aceptó; antes de recostarme junto a ella me puse a admirar desde diferentes puntos las hermosas nalgas y su no menos hermoso dorso, por lo que procedí a besar y lamer cada centímetro de esta hermosa y suave piel, ella ardía en deseos de más sexo, lo supe porque cuando le besaba el cuello ella recorrió su mano hacia su capullo para frotárselo y así excitarse más, lo sabía, se estaba preparando para recibirme por atrás, tal como le había dicho que lo hacían las estrellas porno. Cuando llegué a las nalgas, me detuve un buen rato para también mordisquearlas suavemente, y de repente ella exclamó:

¡Hazme lo que quieras!.

Con ello inyectó en mí un fuerte deseo a penetrarla por la puerta trasera, pero me contuve, pues deseaba aprovechar su excitación para que fuera menos doloroso, ya que si por mi hubiera sido se la hubiera dejado ir de golpe, así que seguí con los besos y las caricias en su trasero y subí para buscar su boca, recostándome sobre ella y haciéndole sentir mi palo sobre sus nalgas, frotándolo levemente mientras la besaba; acto seguido le pedí que abriera sus piernas en esa posición, lo que hizo sin miramientos, desde ese momento supe que ella haría todo cuanto yo le indicara, bajé poco a poco, recorriendo con mi boca centímetro a centímetro su espalda, sus nalgas pero sin tocar su raja, y me coloqué de frente a su vulva, le dije entonces que levantara un poco su cadera para chuparle el chocho y ataqué con una lengua deseosa de concha, metía y sacaba la misma en su vagina mientras le frotaba el clítoris hasta que comenzó a chorrear fluidos que me sabían a gloria, y aprovechando su viscosidad en mi boca me dirigí a su ano, al cual puse mayor atención; era hermoso sentir como se contraía con cada embestida de mi lengua, y poco a poco la introduje en su hoyito, permitiéndole acostumbrarse a la presencia de un extraño en tan perfectamente resguardado lugar; luego, le puse un poco de crema y comencé a introducir mi dedo medio, poco a poco, con el mismo propósito, y con mi dedo índice le bombeaba la vulva, fue muy pronto que me di cuenta de que disfrutaba mucho haciéndole esa clase de sexo, estimulándole ambos orificios, casi como si un degenere me impulsara a seguir, por lo que arrecié los movimientos de mi mano hasta que conseguí sacarle un grito de placer seguido por un grandioso pedo que disfruté, obviamente tras su desconocimiento o inexperiencia mi tía se avergonzó por lo sucedido, pena que calme con besos en su espalda baja, donde por cierto le agradaban mucho, dándole a entender que no había problema con eso, y proseguí con mi mete y saca, pero sentía que ello ocasionaría un problema con la faena, así que me coloqué detrás y le metí la verga de un jalón en su panocha y empecé a bombearla, pues con ello seguramente se olvidaría del asunto. Estuve así, de pie y con las rodillas un poco flexionadas, por unos pocos minutos, pues para evitar que me corriera dentro de su conchita la saqué y unté un poco de crema en mi parada verga y me coloqué sobre ella, que brincó al sentir que me subía a la cama, me dijo que ya mejor no, pues tenía miedo, pero no me desanimé, esa hembra lo quería por la cola y la iba a complacer, así que ideé un plan, la giré poniéndola boca arriba y me coloqué sobre ella, montado, y le dejé sentir mi camote caliente en su abdomen, tomé un poco más de crema y la expandí sobre sus grandes tetas, era obvio que la sensación de suavidad de mis manos sobre sus pezones le encantaría, y puso su ya acostumbrada cara de puta que tanto me encantaba, me recorrí un poco hacia su cara y pidiéndole que oprimiera sus senos hasta juntarlos, metí mi tranca entre estos y empece a frotarla con la finalidad de que ella viera con que facilidad se deslizaba, lo que notó de inmediato, argumentando que se sentía muy bien, así que le hice ver que lo mismo pasaría en su culo, que siguiéramos para que lo comprobara, y aceptó más convencida que nunca. La volvía poner boca abajo y seguí con mi labor, puse un poco más de crema entre sus nalgas y empecé a hacer el mismo movimiento que en sus tetas, mientras ella empezaba a gemir y profesar frases como "sí, así, ohhh, se siente rico", ello desde luego que me animó más, fue entonces cuando coloqué la punta de mi verga en su entrada y empujé un poco, sin conseguir que entrara pues había sido muy poco el esfuerzo ya que no quería lastimarla, le dije que de principio dolería un poco, pero que no duraría el dolor, pero se quedó callada, como observando y sintiendo a detalle lo que pasaba, y así, con mi verga bien parada, se la volví a colocar en el ano, y tanteando la intensidad de la embestida, con la segunda tampoco entró, y le siguieron otros que tampoco fructificaron, pero cuando me decidí a dar más fuerza y ya iba encarrerado a meterla, de pronto dijo:

No, mejor no, me va a ...¡Aaayyyyy!

No alcanzó a terminar la frase porque alcancé a hundirle la cabeza, pero ya no había vuelta de hoja, lo difícil había pasado y ni hablar, a coger y a mamar que este mundo se va a acabar, y empezó a proferir maldiciones en un tono de voz elevado, lo que me asustó al ser posible que por ello se despertara alguien.

¡Sácamelo por favor, por tu santa madre, duele mucho, me arde, me arde... quítalo, quítalo de ahí por piedad, ten misericordia!

Mientras decía esto gruesas lágrimas caían de sus lindos ojos, naturalmente le dolía como a todas en su primera vez, pero dudé que en verdad fuera natural, tomando en cuenta su edad, pero qué podía hacer, ya la tenía empalada y no dejaría ir esa oportunidad. Le dije que se tranquilizara, que lo metería hasta el fondo y que después no me movería hasta que su ano se le dilatara lo suficiente, pero por su negación se movía, lo que hacía que se lastimara más mientras se lo hundía muy rico, así que la sujete fuertemente hasta que fue cediendo el dolor, y así, tras un par de minutos, y ya repuesta, empecé un mete y saca rico y lento, entonces ella comenzó a disfrutarlo; me recosté sobre ella, tomé sus manos, a su vez estrechó fuertemente las mías, le besé el cuello y exclamando: ¡Ya soy toda tuya!. Y así era, el momento esperado había llegado, ahora sólo tendría que prolongarlo lo más que pudiera para que fuera inolvidable. Estuve lima y lima un buen rato, viendo por detrás sus mejillas sonrojadas y sus ojos cerrados, de vez en cuando podía ver en su rostro una leve sonrisa de satisfacción.

Para hacer que lo disfrutara aún más, le propuse cambiar de posiciones cuantas veces pudiéramos y, aunque un tanto sorprendida, me dijo en tono pasional, cachondo, de verdadera puta, que la pusiera como quisiera, pero que le siguiera cogiendo su culo porque le había encantado; así que se la saqué y la giré de nuevo, pero ahora de costado, me coloqué hincado detrás mientras ella juntaba sus piernas por orden mía y se la volví a meter, cosa que me resultó mucho más fácil, pero la forma en la que apretaba era sublime, tanto que hubo un momento que sentía que me correría, pero me contuve, durando un poco menos que antes mis embestidas, pues decidí que era momento de levantarle sus piernas, abrirlas cual compás y más fácilmente empujar más duro, lo que hice a placer, pues arremetía contra su culo de forma tal que ella hacía gestos de una verdadera pornstar, era inigualable el momento, y muchas las formas en que podía hacerle gozar su cola, y por el tiempo que se nos echaba encima, le propuse que la sintiera a su gusto y pudiera tener a la mano su vulva para que se masturbara y lo disfrutara más; y así, sin sacársela, la puse de a cuatro, o sea, como toda una perrita, y se la dejé ir de un golpe, que para mi asombro entró toda, hasta los huevos, y sin dificultad alguna; esta perra de mi tía apretaba como ninguna y vaya que lo gozaba, pues en cuanto empezó a tocarse el clítoris gemía tan cachondamente que deseaba terminar al tiempo que ella lo hiciera, lo que creía que sería muy pronto. De esa forma estuvimos cogiendo por espacio tal vez de diez minutos, hasta que se me ocurrió una forma más de poseerla. He ahí la mejor de mis visiones, la más fuerte, la que hablaba de lo bueno que era en la cama, la que me hizo sentir un dios, pues al sacar mi verga ésta estaba llena de su excremento y su sangre, el olor era abundante y bestial, y su culo, por Dios, que boquete le había dejado, no se había contraído su ano y dudé que alguna vez lo hiciera, me volví loco de excitación y mi instinto animal despertó por vez primera, pues decidí que esa no sería la última vez que la hiciera mía, que esa hembra me pertenecía a mi y a nadie más.

La tomé y la llevé a una mesa que tengo en la habitación, la levanté y deposité sobre ésta, nos besamos, le mamé sus chiches y le abrí las piernas, recostándola, entonces volví poner mi macana en la entrada de su abiertísimo culo y la metí sin piedad, metiendo y sacando con fuerza mi verga casi hasta que se salía por completo, postura que ella aprovechó de maravilla para, con una mano, restregarse su concha masturbándose, y con la otra, masajear una de sus tetas y dirigiéndose el pezón a su boca para lamerlo, lo que aprovechaba yo para mamarle el otro, morderlo y sacarle gemidos de dolor y placer combinado, todo ello duró poco, pues empecé a sentir los espasmos de la corrida, así que suspendí el coito anal para llevarla a la cama, lo que provocó su descontento, pero la calmé al decirle que terminaríamos en la posición en la que ella lo disfrutaría muchísimo más.

Me recosté boca arriba y le pedí que, de espaldas a mi, se ensartara a placer, pues de esa forma ella controlaría la penetración y dirección de mi verga, lo que entendió perfectamente, pues tomó mi tranca y se la colocó en la entrada de la cola, y de un sentón se la comió toda; de momento me dio miedo que me lastimara, pues subía y bajaba con fuerza, pero era inigualable, podía ver sus nalgotas bien abiertas y mi verga, roja e hinchada, entrando con facilidad en ese deseado ano; era así como sentía que de un momento a otro me correría, luego, comenzó a moverse en círculos y me brindó el mejor de los placeres, se giró cuando menos me lo esperé y quedando frente a mi, retomó el sube y baja con frenesí, al mismo tiempo que se revolvía el cabello con esa cara de puta que me enamoraba, le masajeaba sus chichotas y por momentos las devoraba mientras ella se frotaba con más fuerza y dedicación su clítoris; gemíamos como bestias, sudábamos como nunca y gozábamos tanto que después de varios minutos cogiendo de esa forma, al mismo tiempo, nos corrimos, terminando en un orgasmo de campeonato; no tengo idea de cuánto semen le regalé, pero sí la tengo de que el mismo se había mezclado con sus fluidos que le salían de la vagina, chorreando y llenándome de esa sustancia de amor. Fue entonces que, cuando quedamos acostados en la cama, cansados al máximo por una gran noche, me dio un tiernísimo beso y me dijo que había sido el mejor sexo de su vida, que nunca nadie antes la había hecho sentir como yo, y que de ahora en adelante, cada vez que viniera o yo la visitara, no dudaría en meterse a la cama conmigo para gozar, incluso sexo anal pues le había encantado y dormimos tal vez una hora, pero abrazados.

Las vacaciones terminaron para ella, mi tía Anel, pues por su trabajo tuvo que regresar a su ciudad faltando aún una semana de vacaciones. Al despertar, ella lo hizo con un dulce beso de los buenos días, fue un momento triste para mi porque todo había terminado, ella se iría en 5 horas y yo no quería que se fuera, pues al fin nos habíamos empezado a entender, ella seguro que notó la melancolía que invadía mi alma porque acertó en mi pensamiento y me dijo que no me preocupara por ello, que como aún no había comprado su boleto de regreso se quedaría todo el día y viajaría por la noche para presentarse el domingo a trabajar, y así podría estar más tiempo conmigo, eso desde luego que me agradó mucho, pues tendría a mi tía al menos 15 horas más. Me invitó a ducharme con ella y así lo hicimos, fue grandioso enjabonar nuestros cuerpos como un juego erótico sin límite, y por fortuna terminamos cogiendo debajo del chorro de agua. Todo ese día anduvimos juntos en la calle, fuimos a centros comerciales, a caminar por algún parque, a comer, en fin, hicimos toda clase de cosas, pero lo mejor es que a donde íbamos nos trataban como si fuéramos pareja, aunque claro, por la diferencia de edad no faltó quien se nos quedara mirando sospechando algo turbio, pero más que enfadarnos nos excitaba, y por ello, por vez primera, la pedí que fuéramos a un hotel para culminar tan grandioso día con otra buena sesión de sexo, y aceptó gustosa, diciéndome que había esperado escuchar esas palabras de mi boca desde el jueves, así que nos metimos a un motel y cogimos como locos por poco más de tres horas. Nos duchamos y nos fuimos a la casa a recoger sus maletas. Ya en la terminal, antes de subirse al bus, me dijo que siempre sería mía, que me llevaba tatuado en su cuerpo y que siempre que quisiera ir a visitarla tendría una cama caliente y una amante dispuesta a satisfacerme como yo lo había hecho esa noche con ella. Se marchó.

Gracias por haberme permitido compartir con ustedes esta experiencia y espero que todo esto que les he relatado haya sido de su agrado, que lo hayan disfrutado tanto como yo lo hice, y que ojalá, al menos uno de ustedes, haya tenido una tía como la mía. Por cierto, pronto les traeré mi experiencia con su hija en estas mismas vacaciones.