Mi hermano y su novia #1

Tenía ganas de follarme a mi hermano, pero al final también me acabé follando a su novia.

Estaba  nadando en la piscina de casa sin sujetador y con un muy pequeño tanga que se metía entre mis labios jugueteando con mi clítoris.

Podía sentir la mirada de mi hermano desde su cuarto, intentando esconderse tras sus blancas cortinas.

Siempre habíamos jugado a ver quien provocaba más al otro, sin llegar a hacer nada sexual. Hasta hace dos días.

Estaba en muy cuarto a las tres de la madrugada con tres dedos metidos en mi coño y un dildo por el culo. Mi hermano tuvo que escuchar la vibración del dildo, ya que entró a mi habitación y con su polla bien dura se empezó a tocar delante de mí. Acabando sobre mi culo y susurrándome al oído lo calientapollas que era la zorrita de su hermana.

La novia de mi hermano se iba a quedar varios días en nuestra casa. Nuestros padres se habían ido a visitar unos amigos suyos al sur y la casa iba a estar vacía para nosotros.

El timbre de la casa sonó y vi como mi hermano se alejaba de la ventana para bajar a abrir. Yo salí de la piscina con mi pelo mojado cayendo sobre mis pechos erectos y me dirigí hacia la puerta.

En esta estaba mi hermano abrazando a una chica alta y rubia por sus caderas. Carraspeé para hacer notar mi presencia y esta se giró hacia mí sorprendida. Su mirada se posó sobre mis pechos y al darse cuenta que la observaba la apartó enseguida.

—Hola —saludé con una sonrisa amable a la vez que agitaba mi mano—. ¿Tú tienes que ser Lara, no? Yo soy Marta.

Mi hermano se giró para verme y habló:

—¿No tienes frío?

Negué con la cabeza.

—Hace calor. ¿Te quieres venir conmigo a la piscina, Lara?

Esta miró a Javi un poco dudosa pero acabó asintiendo con la cabeza.

—Claro, nos cambiamos y vamos.

Los esperé dentro de la piscina jugueteando con los chorros que salían de las paredes. Y después de 10 minutos aparecieron por la entrada del jardín abrazados. Javi enredaba sus dedos en la cuerda del bikini de su cadera.

—Ya me estaba aburriendo —bromeé. Me giré hacia Javi y hablé:— ¿Traes algo de beber?

—¿Qué queréis?

—Una fanta está bien —respondió Lara.

—Para mi lo mismo —respondí.

Este asintió y se alejó hacia la casa con nuestras miradas sobre él.

—Te lo puedes quitar.

—¿Qué? —preguntó confundida.

—La parte de arriba, te la puedes quitar si quieres.

—Ah, bueno… yo… —titubeó.

—Desde aquí no te puede ver nadie por fuera. Estate tranquila.

Esta acabó cediendo y bajo mi mirada se quitó la parte de arriba. Botaron sus grandes tetas que se mantenían erguidas gracias al bikini. Tenía una gran alvéola y sus pezones estaban duros.

—¿Tienes frío? —pregunté mirando sus pezones.

Esta agachó su mirada con un tono rosado en sus mejillas y respondió:

—Un poco.

—Vamos al jacuzzi entonces.

Me salí de la piscina y rodee mi brazo con el suyo acercandola a mí y rozando mis tetas en su brazo.

El jacuzzi estaba dentro de una pequeña casita de madera con una puerta y una pequeña ventana.

Abrí la puerta y le hice un ademán para que pasara.

—Ya verás que bien se siente —dije ilusionada juntando mis dos manos sobre mi pecho—. Siéntate ahí. —Señale un lugar con forma de asiento.

Esta me hizo caso y se sentó. Yo hice lo mismo en el que estaba al lado suyo.

—¿Dónde estará el mando?

Me puse de pie dentro del jacuzzi y me incliné hacia fuera dejándole ver todos mis labios que se salían por fuera del tanga.

—¡Aquí! —exclamé con el mando en la mano.

Encendí el jacuzzi y puse en marcha los chorros en nuestra espalda.

Lara puso una cara de placer y soltó un leve gemido.

—Si… realmente se siente bien.

—¿Te importa que me quite la parte de abajo? Realmente estoy un poco incómoda.

—No, no… Es tu casa, al fin y al cabo  —mencionó nerviosa.

Me saqué el tanga y lo lancé fuera del jacuzzi. Me abrí un poco de piernas y eché la cabeza hacia atrás.

Tome el mando y apreté un botón.

Ahora los  chorros no solo salían por la espalda sino también por debajo nuestra. Un chorro estaba dándome directamente en el clítoris y era muy difícil controlar mis gemidos.

De reojo vi como Lara se removía sobre su asiento con las mejillas muy coloradas.

—¿Quieres que lo quite? —pregunté.

Esta pareció dudar. Podía escuchar lo que le pasaba por su mente.

«Esto es tan raro, pero se siente tan bien».

—No, no… —suspiró—. Está bien.

Asentí lentamente y la observé con detenimiento. Su cabello corto se le pegaba en la cara por el sudor. Su boca estaba entreabierta dejando escapar algún que otro suspiro y sus ojos estaban idos.

Acerqué una de mis manos a mi pecho y lo masajeé sin romper el contacto con su cuerpo. Esta posó su mirada sobre mi encontrándose con mis ojos. Bajó su mirada hacia mi mano y sin querer soltó un gemido.

Me mordí el labio y seguí bajando hasta mi vagina.

—¿Quieres verla? —pregunté con una voz seductora.

Esta tímidamente asintió.

Me puse de pie dentro del jacuzzi y me giré para inclinarme sobre uno de los bordes. Separé mis piernas dejándole ver toda mi intimidad.

Lara bajó su mano hasta su vagina y empezó a meter y a sacar sus dedos de forma lenta.

—Puedes tocar si quieres… —susurré.

Su mirada ahora era fuego. La timidez se había marchado y lo único que quedaba en esa habitación era excitación.

Se acercó y se puso de rodillas detrás mía. Noté su respiración en mi vagina y mis labios temblaron.

—Parecías tímida —dije juguetonamente.

Tras decir esto metió tres de sus dedos en mi vagina haciéndome soltar un gemido.

—Que bruta… —lloriqueé.

—Tú te lo has ganado.

—Te vas a enterar luego… —amenazé.

Esta se inclinó y sobre mi coño susurró:

—¿Luego? No se si puedo esperar.

Me levanté de golpe y la atraje hacia mí chocando sus tetas contra las mías.

Su respiración se mezclaba con la mía y nuestras miradas estaban fijas en la otra.

Baje mis manos hasta su culo y lo apreté haciéndole soltar un gemido sobre mi boca. Bajé un poco mis manos hasta llegar a su ano. Con el que jugueteé un poco, pasando mi dedo por encima.

Me incliné sobre su oído y le susurré:

—¿Lo has hecho por el culo?

—No —contestó en un susurro.

—Interesante. —Sonreí y me volví a sentar en el jacuzzi.

Palmeé mis muslos para que se sentara encima. Esta sin dudarlo hizo caso y empezó frotar su coño sobre uno de ellos.

—Mmm… Marta —gimió.

Metí mi mano por en medio nuestra para alcanzar su clítoris y frotarlo con lentitud.

Echó su cabeza hacia atrás y apretó su pecho contra el mío.

—Mmm… Por favor Marta, necesito tu coño contra el mío.

Ignoré su petición y me metí uno de sus pezones en mi boca.

La puerta crujió a nuestra derecha, y sin dejar de chupar el pezón de Lana me giré, encontrándome con la mirada de mi hermano.

—Javi… —susurró Lara—. Puedo explicarlo.